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Decena Trágica para niños

Enciclopedia para niños
Datos para niños
Decena Trágica
Revolución mexicana
Parte de Revolución Mexicana
Decena trágica.JPG
Soldados sublevados en acción durante la Decena Trágica
Fecha 9 de febrero-1913-23 de febrero-1913
Lugar Bandera de México Ciudad de México
Resultado Traición de Victoriano Huerta
Asesinato de:
Francisco I. Madero
y José María Pino Suárez
Beligerantes
Bandera de México (1893-1916).png México
(Gobierno de Madero)
Bandera de México (1893-1916).png Militares sublevados leales a Manuel Mondragón, Bernardo Reyes, Félix Díaz y Victoriano Huerta
Apoyado por:
Bandera de Estados Unidos Estados Unidos
Comandantes
Bandera de México (1893-1916).png Lauro Villar
Bandera de México (1893-1916).png Ángel Ortiz Monasterio
Bandera de México (1893-1916).png Ángel García Peña
Bandera de México (1893-1916).png Felipe Ángeles
Bandera de México (1893-1916).png Félix Díaz
Bandera de México (1893-1916).png Bernardo Reyes 
Bandera de México (1893-1916).png Manuel Mondragón
Bandera de México (1893-1916).png Aureliano Blanquet
Bandera de México (1893-1916).png Gregorio Ruiz 
Bandera de México (1893-1916).png Victoriano Huerta
Bandera de Estados UnidosHenry Lane Wilson
Bajas
500 militares
5000 civiles
5500

Se conoce como Decena Trágica al golpe de Estado militar que tuvo lugar del 9 al 19 de febrero de 1913 para derrocar a Francisco I. Madero de la presidencia de México. La sublevación se inició en la Ciudad de México, donde un grupo de disidentes comandado por el general Manuel Mondragón se levantó en armas y puso en libertad a los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz, quienes estaban presos. Posteriormente, asaltaron algunas dependencias del gobierno y decretaron el estado de sitio.

El general Lauro Villar defendió el Palacio Nacional pero fue herido, por lo que Madero nombró en su lugar a Victoriano Huerta. Al paso de los días se solicitó la renuncia de Madero y José María Pino Suárez, lo cual fue rechazado. El 17 de febrero, Gustavo A. Madero descubrió que Huerta estaba en arreglos con los opositores y lo llevó ante el presidente, quien no creyó en sus palabras, y lo liberó. Poco después, Huerta firmó un acuerdo —el Pacto de la Embajada— en la sede de la embajada de Estados Unidos en México, con el apoyo del embajador Henry Lane Wilson, con Félix Díaz, en su calidad de jefe del ejército federal, consumando su traición destituyendo al presidente y al vicepresidente. Ese mismo día, Madero y Pino Suárez fueron arrestados, y obligados a renunciar al día siguiente. El 19 de febrero, Victoriano Huerta fue designado presidente mediante una serie de maniobras ilegítimas, por lo que fue conocido como «el usurpador». Aunque hay constitucionalistas, como Felipe Tena Ramírez, que argumentan que jurídicamente no hubo una usurpación sino más bien una alta traición vía golpe de Estado. La revuelta culminó el 22 de febrero con el asesinato de Madero y Pino Suárez.

Fue el primer y único golpe de Estado exitoso del siglo XX en México.

Antecedentes

Cuando Francisco I. Madero llegó a la Presidencia de México mantuvo vínculos con personas afines a Porfirio Díaz; tratando de mantener la estabilidad económica, social y de preservar la inversión extranjera, no realizó grandes reformas en la infraestructura de gobierno; y conservó intacto el ejército federal porfirista, licenciando a las tropas rebeldes. Esto causó que perdiera el apoyo de muchos revolucionarios que consideraban que no se identificaba con las clases marginadas. Los hacendados tampoco estaban contentos ya que esperaban medidas más enérgicas para frenar la revolución campesina zapatista. La prensa lo hizo objeto de críticas que a veces rayaron en la ridiculización, lo que fue debilitando su fuerza política.

Cuando algunos revolucionarios lo abandonaron, llamó al general Victoriano Huerta para luchar contra Pascual Orozco y Emiliano Zapata, que se habían levantado en armas. Las élites militares se sumaron a la oposición buscando la oportunidad para derrocarlo, entre los dirigentes de este movimiento estaban el general Bernardo Reyes y el general Félix Díaz, que contaba con el apoyo de los porfiristas en el exilio. Después de romper relaciones con Madero, Bernardo Reyes se refugió en San Antonio, Texas, e intentó organizar desde allá un levantamiento. El 16 de septiembre de 1911 proclamó el Plan de la Soledad, que no consiguió apoyo en Estados Unidos, ni en México. Al ver que su intento resultó fallido, regresó derrotado a México y se entregó voluntariamente el 25 de diciembre de 1911 en Linares, Nuevo León, desde donde fue trasladado a la cárcel militar de Santiago de Tlatelolco. Félix Díaz encabezó otro levantamiento en Veracruz el 16 de octubre de 1912, este con la intención de restablecer el antiguo régimen, pero fue contenido rápidamente por las fuerzas federales y encarcelado en la Penitenciaría de Lecumberri. Madero decidió no ejecutarlos.

Los generales Manuel Mondragón y Gregorio Ruiz, acompañados del empresario Cecilio Ocón, se reunieron en octubre de 1912 en La Habana, Cuba. Su intención era organizar una conspiración para derrocar a Madero, por lo que más tarde visitaron en la cárcel a Reyes y a Díaz, quienes estuvieron de acuerdo con los planes. Reyes propuso convocar a Huerta a participar en el movimiento, pero él rechazó la invitación porque consideraba que no era el momento adecuado.

Por otro lado, el gobierno de Estados Unidos no estaba de acuerdo con la política interna de Madero. Las huelgas, los reclamos por los derechos de los trabajadores y las peticiones de las clases acomodadas de restringir la entrada de capital extranjero, afectaban a muchas de sus compañías. Se dio inicio a una campaña contra el gobierno mexicano evidenciada en la prensa estadounidense y en las quejas de su gobierno por la falta de seguridad para sus ciudadanos radicados en México y por una supuesta «discriminación» sufrida por estos y sus empresas. El embajador Henry Lane Wilson resentido con Madero, a quien había solicitado un «subsidio económico decoroso» —solicitud que había sido rechazada—, contribuyó en gran parte a incrementar la presión, difundiendo noticias alarmantes y sugiriendo al presidente William Howard Taft, la necesidad de una intervención armada o incluso derrocar al régimen maderista.

Reacciones y consecuencias

23 de febrero

El diputado Luis Manuel Rojas, convencido de la participación del embajador estadounidense en el golpe de Estado, leyó un discurso, redactado al estilo de Émile Zola, ante el pleno de la Cámara:

Yo acuso a míster Henry Lane Wilson, embajador de los Estados Unidos en México, ante el honorable criterio del gran pueblo americano, como responsable moral de la muerte de los señores Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, que fueron elegidos por el pueblo, presidente y vicepresidente de la República mexicana, en 1911 [...]

Yo acuso al embajador Wilson de haber mostrado parcialidad en favor de la reacción, desde la primera vez que don Félix Díaz se levantó en armas en Veracruz [...]
Yo acuso al embajador Wilson de que por un resentimiento personal hacia el presidente Madero, de que dio pruebas claras en algunas ocasiones, no ha hecho uso de su gran poder moral ante los hombres del nuevo orden de cosas, en ayuda de los prisioneros [...]
Yo acuso al embajador Wilson de haberse inmiscuido personalmente en la política de México, habiendo contribuido de manera poderosa a la caída de los gobiernos del presidente Díaz y del presidente Madero. Al contestar una comunicación del general Huerta, le aconsejó que se hiciera autorizar por el Congreso de la Unión para legalizar el nuevo orden de cosas [...]

Yo acuso al embajador Wilson de que ni por un natural sentimiento de humanidad se le ocurrió en el último extremo, amparar a los prisioneros bajo la bandera americana, a pretexto de que no quería cargar con la responsabilidad de lo que después hicieran los señores Madero y Pino Suárez [...]
Luis Manuel Rojas, 23 de febrero de 1913.

El Yo acuso de Rojas fue publicado, la tesis de confabulación fue secundada por el periodista Norman Hapgood. Victoriano Huerta se apresuró a defender a Lane Wilson argumentado que las muertes de Madero y Pino Suárez se habían debido a la imprudencia de sus partidarios. El secretario de Gobernación, Alberto García Granados, aseguró que Rojas sería desaforado para responder y probar sus acusaciones. En el mes de marzo, el recién nombrado presidente estadounidense Woodrow Wilson destituyó a Henry Lane Wilson de su cargo. El exembajador se retiró a Nuevo México fracasando en sus intentos para que el gobierno de los Estados Unidos reconociese al gobierno de Huerta.

27 de febrero

Pascual Orozco reconoció al gobierno de Huerta, unió sus fuerzas al nuevo régimen e intentó convencer a Emiliano Zapata, por medio de su padre, de hacer lo mismo ofreciéndole el puesto de gobernador. El caudillo se negó de manera rotunda, catalogó las acciones del nuevo gobierno como un "espectáculo lúgubre", afirmó que él no había hecho una revolución para "asaltar puestos públicos", consideró a Orozco un traidor y en respuesta mandó ejecutar a su padre. El 30 de mayo, Zapata modificó el Plan de Ayala.

26 de marzo

El gobernador del estado de Coahuila, Venustiano Carranza, proclamó el Plan de Guadalupe, por medio del cual se desconoció al gobierno golpista de Victoriano Huerta. Mediante este pronunciamiento Carranza se autonombró primer jefe del Ejército Constitucionalista, el movimiento armado para derrocar a Huerta se extendió rápidamente a los estados de Sonora, Chihuahua, Durango y Coahuila. Se unieron a este movimiento Pablo González, Álvaro Obregón y Francisco Villa. El gobierno de Huerta llegaría a su fin el 13 de agosto de 1914 al firmarse los Tratados de Teoloyucan. No obstante, la Revolución mexicana continuó su curso. El 25 de agosto de 1913, nueve diputados de la XXVI Legislatura publicaron un manifiesto en el campo revolucionario carrancista:

El cuartelazo de La Ciudadela no fue una revolución sino una asonada militar, aseguran, y nunca en la historia del mundo, los cuartelazos han llevado en sus bayonetas envenenadas de odios y despechos la voz de todo un pueblo. Los señores secretarios de Estado que opinaron por la renuncia no obraron patrióticamente [...] Los señores diplomáticos que se permitieron insinuar al presidente constitucional de la República mexicana que debía renunciar a su cargo, cometieron un acto de osadía, pleno de ignorancia y falta de respeto. Ninguna ley de Derecho Internacional Público, ninguna práctica diplomática, autorizan a un ministro extranjero a inmiscuirse en los asuntos políticos esencialmente internos del país cerca del cual están acreditados [...] Y principalmente algunos de los señores senadores del Congreso de la Unión, sin ningún apoyo constitucional y solamente guiados por una perversidad sutil hija del miedo y de la conveniencia personal, aconsejaron la traición y fueron el sostén político del atentado Huerta-Díaz [...] Estos antecedentes, acentúan los redactores del manifiesto, fueron la causa determinante de los crímenes que Huerta tenía premeditados y resueltos desde que fue nombrado, por el propio señor Madero, jefe de la División del Norte.
Isidro Fabela, Francisco Escalera, Alfredo Álvarez, Eduardo Hay, Carlos M. Ezquerro, Roque González Garza, Luis G. Unda, Manuel Pérez Romero, Serapio Aguirre.

El resultado de las investigaciones oficiales que se realizaron por órdenes de Huerta y Mondragón se dieron a conocer el 13 de septiembre: el Tribunal Militar dictaminó que las muertes habían sido responsabilidad de tres desconocidos, que a su vez habían muerto al intentar liberar a Madero y Pino Suárez.

Repercusiones

El resultado político de la Decena Trágica consistió en elevar interinamente al general Victoriano Huerta a la presidencia de la República, desde la cual volvió a poner en vigencia el ya abolido régimen porfirista, sin Díaz a la cabeza. También implicó el fracaso de los avances democráticos que se habían puesto en práctica durante la campaña presidencial de Madero.

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Ten Tragic Days Facts for Kids

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