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Conspiración golpista de 1936 para niños

Enciclopedia para niños

La conspiración de 1936 fue un plan secreto que llevó a un levantamiento militar en julio de 1936. Este levantamiento marcó el inicio de la guerra civil española.

Aunque hubo planes anteriores, la conspiración se intensificó después de que el Frente Popular ganara las elecciones en febrero de 1936. Fue impulsada principalmente por una parte del Ejército. Contó con el apoyo de grupos civiles como los monárquicos, los carlistas y Falange Española. También se unió la CEDA.

El objetivo de los conspiradores era derrocar al gobierno del Frente Popular y cambiar el sistema parlamentario por una dictadura militar.

Muchos historiadores, como Julio Aróstegui y Eduardo González Calleja, coinciden en que el levantamiento fue una iniciativa militar. Aunque hubo apoyo civil, el plan y la reorganización del Estado se formularon bajo ideas militares. No fue, en su origen, un plan de partidos políticos que usaran al Ejército.

Los militares conspiradores tuvieron contacto con grupos políticos de derecha, pero la organización civil que se planeó nunca se formó completamente. Falange Española y la Comunión Tradicionalista aportaron sus milicias, pero siempre bajo el mando militar. Los militares creían que solo ellos podían "salvar la situación", proteger los intereses conservadores y restaurar el orden.

Lo que los sublevados pretendían hacer una vez en el poder no estaba del todo claro. El general Emilio Mola, quien planeó el levantamiento, quería establecer una "dictadura republicana". Sin embargo, lo que sí estaba claro era que buscaban detener cualquier cambio político y social que pudiera alterar el orden de la propiedad y el poder establecido. Rechazaban la democracia liberal.

Pilar Mera Costas describe la insurrección como un proceso complejo con varias líneas de conspiración, lideradas por los militares, pero con la colaboración de los principales grupos de derecha. Stanley G. Payne la ve como una conspiración grande y compleja, con divisiones internas, que maduró lentamente.

Orígenes de la Conspiración

Primeros Planes: De 1931 a 1932

Los grupos monárquicos de derecha comenzaron a planear contra la República desde su proclamación el 14 de abril de 1931. Al principio, se reunieron para ver cómo apoyar al gobierno monárquico, pero cuando el rey Alfonso XIII decidió abandonar España, empezaron a conspirar para derrocar la República.

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El general Mola y el general Franco junto con otros generales sublevados. Fecha y lugar desconocidos. Aunque existió una trama civil integrada por las derechas antirrepublicanas, la conspiración que desembocó en el golpe de Estado en España de julio de 1936 fue protagonizada por una parte del Ejército. El plan militar y político de la sublevación fue elaborado por el general Mola, «El Director». Aunque fue informado por Mola, el general Franco solo se sumó a última hora a la sublevación.

El exrey Alfonso XIII fue informado de estas conspiraciones y las apoyó, incluso económicamente. Creía que la República estaba influenciada por ideas que buscaban destruir España.

Pocos días después de la proclamación de la República, el director del diario monárquico ABC, Juan Ignacio Luca de Tena, viajó a Londres para consultar con el exrey Alfonso XIII sobre la formación de un comité monárquico. El diario ABC declaró su apoyo a la Monarquía Constitucional y Parlamentaria.

En mayo de 1931, hubo una reunión de monárquicos en la que, por primera vez, asistieron militares. Después de la quema de conventos en mayo, más civiles y militares se unieron a la conspiración. Así nació la primera trama que llevó al levantamiento del 10 de agosto de 1932.

Para justificar sus ideas, los monárquicos fundaron la revista Acción Española. Esta revista defendía que el Ejército era el "eje férreo" de la nación. La reforma militar de Manuel Azaña no logró que el Ejército se hiciera más republicano. Muchos militares seguían descontentos.

Los monárquicos también buscaron apoyo de los carlistas, quienes también se preparaban para derribar la República. Firmaron un acuerdo, el "pacto de Territet", para colaborar en la destrucción de la República.

Los conspiradores monárquicos también buscaron apoyo en la Italia fascista. En febrero de 1932, el general monárquico Emilio Barrera se reunió con el embajador italiano en Madrid para hablar de un movimiento militar. En abril, el aviador monárquico Juan Antonio Ansaldo viajó a Roma y pidió apoyo diplomático, financiero y armas al líder fascista Italo Balbo.

El general José Sanjurjo se unió a las conspiraciones monárquicas después de ser destituido como director general de la Guardia Civil en febrero de 1932. La derecha lo veía como un héroe. El debate sobre el Estatuto de Cataluña impulsó aún más la conspiración.

A pesar de no contar con suficientes apoyos, la junta de generales decidió llevar a cabo el levantamiento el 10 de agosto de 1932. Fue un fracaso total. Este fracaso sirvió de lección: un golpe militar necesitaba el apoyo de la Guardia Civil y la Guardia de Asalto, silenciar a las autoridades republicanas y una buena planificación.

Consecuencias del Fracaso de 1932

Después del fracaso del levantamiento de Sanjurjo, la derecha antirrepublicana debatió qué hacer. La CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) decidió aceptar el régimen republicano y rechazar los movimientos violentos.

Los monárquicos, sin embargo, siguieron buscando la forma de derrocar la República. En septiembre, se reunieron en París y acordaron difundir sus ideas monárquicas, preparar un golpe de fuerza y buscar apoyo en el extranjero, especialmente en Italia.

Crearon un partido legal, Renovación Española, en enero de 1933, que serviría de fachada para la conspiración. Uno de sus promotores, Pedro Sainz Rodríguez, dejó claro que buscaban asaltar el Estado. El exiliado José Calvo Sotelo también apoyaba la idea de acabar con la "mentira democrática".

Acuerdo con Italia en 1934

Renovación Española se convirtió en la tapadera para organizar un complot militar. El general Sanjurjo, aunque preso, fue reconocido como el líder militar de la conspiración.

Los monárquicos recaudaron fondos, incluso del exrey Alfonso XIII y del banquero Juan March, para comprar armas y financiar operaciones.

Los contactos con la Italia fascista eran clave. En marzo de 1934, monárquicos y carlistas se reunieron en Roma con Benito Mussolini, quien les prometió armas y dinero. El acuerdo incluía el reconocimiento del nuevo régimen que surgiera tras el levantamiento. Sin embargo, las armas nunca llegaron, ya que Mussolini perdió interés en España.

Cuando se convocaron las elecciones de 1933, los monárquicos esperaban que el nuevo Parlamento fuera el último y que se instaurara un Estado "totalitario". Tras el triunfo de las derechas, aumentaron los llamados a la fuerza.

El carlismo también se preparaba. El coronel José Enrique Varela reorganizó el Requeté, su milicia, para la lucha. En las elecciones de 1933, el carlismo obtuvo 21 diputados.

El acuerdo con Italia también incluyó el entrenamiento de fuerzas paramilitares monárquicas. Unos 500 "peruanos" (como se les camufló) recibieron instrucción en Italia y se convirtieron en instructores en España.

Las Juventudes de Acción Popular (JAP) de la CEDA también mostraron un tono radical, aclamando a José María Gil Robles como su "Jefe".

En agosto de 1934, Renovación Española renovó un pacto con Falange Española por el que esta última recibía ayuda económica a cambio de que los monárquicos controlaran sus milicias. Sin embargo, después de la Revolución de octubre de 1934, Renovación Española dejó de financiar a Falange. La ayuda económica de Italia fue crucial para que Falange continuara.

Intento de Levantamiento en 1934

En octubre-noviembre de 1934, hubo un intento de levantamiento aprovechando la presencia del Ejército de África en Asturias para reprimir la Revolución de Asturias. El teniente coronel Juan Yagüe, miembro de Falange, contactó con el general Sanjurjo para que liderara las fuerzas.

Sin embargo, el general Francisco Franco, que dirigía las operaciones en Asturias desde Madrid, y otros jefes del Estado Mayor consideraron la iniciativa inoportuna y prematura, lo que llevó a su fracaso.

A mediados de noviembre, hubo nuevos rumores de levantamiento. Los generales Joaquín Fanjul y Manuel Goded intentaron usar las tropas de África en Asturias. Contactaron con Gil Robles, pidiéndole una política más dura. Finalmente, el levantamiento no se produjo porque los altos mandos del Ejército, incluyendo a Franco, recomendaron prudencia.

Gil Robles reconoció años después que no había suficiente unidad en las fuerzas armadas para restaurar el orden social.

Paralización Relativa de la Conspiración: Gil Robles en Guerra (1935)

La entrada de la CEDA en el gobierno, y especialmente de su líder José María Gil Robles como ministro de la Guerra en mayo de 1935, frenó la conspiración de las derechas monárquicas. Esperaban que la estrategia legalista de Gil Robles acabara con la "amenaza marxista".

Gil Robles nombró a militares "africanistas" como los generales Fanjul, Franco, Goded y Mola para puestos clave. Al mismo tiempo, relegó a militares republicanos. Esta política buscaba "neutralizar a los generales republicanos".

El presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, estaba preocupado por esta política de nombramientos, ya que parecía entregar el ejército a los enemigos de la República. El propio Franco reconoció años después que en este periodo se dieron los mandos que serían clave para el futuro levantamiento.

En cuanto a Falange, José Antonio Primo de Rivera consiguió ayuda económica de Italia en mayo de 1935, lo que permitió al partido recuperarse. La Junta Política de Falange acordó llevar a cabo un levantamiento armado contra la República. Sin embargo, el plan fue abandonado por falta de apoyo de los mandos superiores del Ejército.

En octubre de 1935, en la boda del infante Juan de Borbón y Battenberg en Roma, los monárquicos aprovecharon para conspirar. El exrey Alfonso XIII les aconsejó no ser "timoratos" y les dijo que no abdicaría.

Antonio Goicoechea se reunió de nuevo con Mussolini, pidiéndole más fondos y las armas prometidas en 1934. La reunión dejó claro que los monárquicos y la Unión Militar Española (UME) estaban dispuestos a usar las armas si las izquierdas volvían al poder.

La Conspiración se Intensifica

Intento de Levantamiento en Diciembre de 1935

El 9 de diciembre de 1935, Gil Robles rompió la coalición de la CEDA con el Partido Republicano Radical y exigió al presidente de la República que lo nombrara jefe de gobierno. Alcalá Zamora se negó. Gil Robles advirtió que, si su política fracasaba, solo quedarían "soluciones violentas".

El general Fanjul le ofreció a Gil Robles tomar Madrid con las tropas, pero Gil Robles se negó a intentar un levantamiento a su favor. Sin embargo, dijo que no sería un obstáculo si el Ejército decidía tomar el poder para "salvar el espíritu de la Constitución".

Se celebró una reunión de militares, incluyendo a Franco, Goded y Fanjul. El líder monárquico Calvo Sotelo los incitó a dar un golpe de Estado. Al final, prevaleció la opinión de Franco de no hacerlo, ya que no había suficientes apoyos.

El general Franco, muy emocionado, despidió a Gil Robles, elogiando su dirección del ejército.

A finales de diciembre de 1935, el general Mola, en un documento secreto para la UME, insistió en la necesidad de un golpe de Estado antes de las elecciones. Creía que sería un error "plantear la batalla a la revolución en el terreno del sufragio".

Primer Intento de Golpe: Febrero de 1936

La Tensión Política en las Elecciones de 1936

La campaña de las elecciones de febrero de 1936 mostró una gran polarización. El Bloque Nacional de derecha habló de una "guerra civil virtual". Calvo Sotelo llamó al levantamiento del Ejército como "la nación en armas".

La CEDA también usó un lenguaje muy fuerte, alertando sobre el riesgo de unas izquierdas "revolucionarias" y "separatistas". El diario católico El Debate presentó las elecciones como una lucha entre España y la "anti-España".

Una parte de las izquierdas, especialmente el sector socialista de Francisco Largo Caballero, también usó un lenguaje agresivo. Largo Caballero dijo que si ganaban las derechas, tendrían que ir a la "guerra civil declarada".

Intento de Golpe tras la Victoria del Frente Popular

Cuando se supo la victoria del Frente Popular en las elecciones, los generales antirrepublicanos Goded, Villegas, Orgaz y otros se reunieron en enero de 1936. Acordaron preparar un golpe preventivo. El general Franco ordenó al general Mola que preparara las tropas de Marruecos para un posible "salto" a la península.

La UME difundió la idea de que el Frente Popular disolvería el Ejército, y que el Ejército debía "aplastar para siempre la revolución".

En la noche del 16 de febrero, al conocerse la victoria del Frente Popular, el general Franco intentó convencer al general Sebastián Pozas, inspector general de la Guardia Civil, y al ministro de la Guerra, general Nicolás Molero, de declarar el estado de guerra. Ambos se negaron.

El general Goded intentó sublevar el Cuartel de la Montaña en Madrid, pero fracasó. Los generales con los que Franco contactó se mostraron reacios, ya que no contaban con el apoyo de la Guardia de Asalto y la Guardia Civil.

El gobierno de Manuel Portela Valladares decidió declarar el estado de alarma en lugar del estado de guerra. Muchos gobernadores civiles abandonaron sus puestos, lo que generó un vacío de poder y alentó la violencia.

Portela Valladares, agotado, dimitió y Manuel Azaña fue nombrado presidente del gobierno. Azaña no fue informado de la conspiración de Franco, lo que le permitió jugar un papel crucial en el futuro levantamiento.

Una de las primeras decisiones del nuevo gobierno fue alejar a los generales menos leales: Goded a Baleares, Franco a Canarias y Mola a Pamplona. Sin embargo, esta política no frenó la conspiración. De hecho, el destino de Mola en Pamplona, "feudo de los requetés", le dio un lugar ideal para dirigir el golpe.

Reunión de Generales del 8 de Marzo

El 8 de marzo de 1936, antes de que Franco y Mola se fueran a sus nuevos destinos, se reunieron varios generales en Madrid. Planearon un "levantamiento militar" para derrocar al gobierno del Frente Popular y "restablecer el orden".

Discutieron dos planes: uno "centrípeto" (rebelión coordinada en provincias que convergería en Madrid) y otro "centrífugo" (tomar los centros neurálgicos de la capital). Se optó por un plan de compromiso. Acordaron que el levantamiento solo se haría si el gobierno tomaba medidas de ataque frontal o si se producía una "revolución comunista".

El jefe nominal del levantamiento sería el exiliado general Sanjurjo. La Unión Militar Española (UME) sería el instrumento para la organización.

La importancia de esta reunión es debatida por los historiadores. Algunos la ven como crucial, otros le restan importancia. Lo que sí está claro es que la conspiración militar se puso en marcha.

El 11 de marzo, el general Eduardo López Ochoa fue detenido, lo que causó conmoción entre los militares. El ministro de la Guerra, general Carlos Masquelet, negó los rumores de agitación. La UME le dio un ultimátum al ministro. López Ochoa fue liberado y se unió a la UME.

Campaña de Agitación de las Derechas

Muchos historiadores afirman que las derechas llevaron a cabo una campaña de agitación para "justificar" el golpe de Estado. Desde la victoria del Frente Popular, la prensa derechista llamó a la rebelión armada. El discurso se hizo cada vez más alarmista, usando frases como "civilización o barbarie".

Archivo:José Calvo Sotelo hablando en un mitin en el frontón Urumea (2 de 5) - Fondo Car-Kutxa Fototeka
José Calvo Sotelo en el Frontón Urumea de San Sebastián (1935). Al fondo la cruz de Santiago, símbolo de Renovación Española. Junto con José María Gil Robles, Calvo Sotelo fue el principal protagonista de la supuesta campaña de agitación desde el parlamento que «justificara» el golpe de Estado que pusiera fin a la República. Hizo llamamientos continuos a la intervención del Ejército, de cuya conspiración estaba informado, y se declaró fascista. Su asesinato el 13 de julio de 1936 hizo que muchos militares indecisos se sumaran finalmente a la rebelión que había organizado el general Mola y que comenzaría cuatro días después.
Archivo:José Calvo Sotelo hablando en un mitin en el frontón Urumea (3 de 5) - Fondo Car-Kutxa Fototeka
José Calvo Sotelo en el Frontón Urumea de San Sebastián (1935). Al fondo la cruz de Santiago, símbolo de Renovación Española. Junto con José María Gil Robles, Calvo Sotelo fue el principal protagonista de la supuesta campaña de agitación desde el parlamento que «justificara» el golpe de Estado que pusiera fin a la República. Hizo llamamientos continuos a la intervención del Ejército, de cuya conspiración estaba informado, y se declaró fascista. Su asesinato el 13 de julio de 1936 hizo que muchos militares indecisos se sumaran finalmente a la rebelión que había organizado el general Mola y que comenzaría cuatro días después.

El papel principal de la trama civil fue generar un clima de catástrofe y presentarse como víctimas. Falange, con nuevos miembros y fondos, fue clave en la violencia callejera para "justificar" un golpe. La violencia de Falange buscaba generar enfrentamientos y provocar la intervención policial.

Las intervenciones de José María Gil Robles y José Calvo Sotelo en las Cortes también contribuyeron a este ambiente. Enumeraban actos violentos para justificar la necesidad de un "Estado autoritario". Calvo Sotelo llegó a decir que el Ejército debía "reaccionar furiosamente" si se mandaba "sin legalidad".

Otra prueba de la campaña de agitación fue la difusión de que se preparaba una "revolución comunista" para el 1 de agosto. Se difundieron "documentos" falsos que detallaban planes violentos. El propio general Franco afirmó que España estaba "rodando por la pendiente hacia el comunismo".

Sin embargo, otros historiadores, como Stanley G. Payne, niegan que la campaña de agitación fuera la causa principal. Argumentan que la "izquierda revolucionaria" fue la responsable de la desestabilización, con la "pasividad" o "complicidad" del gobierno del Frente Popular. Payne afirma que "quienes no deseen la contrarrevolución, que no emprendan la revolución".

Gabriele Ranzato también niega que la violencia falangista fuera parte de un "plan terrorista" para desestabilizar. Según él, la violencia falangista tenía sus propios fines, como atacar al enemigo y hacer proselitismo.

Estos historiadores señalan que el "gran miedo" a la revolución llevó a muchos conservadores y liberales a apoyar el golpe. Argumentan que el gobierno no fue neutral al reprimir la violencia, tolerando las "milicias rojas" y protegiéndolas.

Intento de Golpe del 20 de Abril

En abril, la conspiración se extendió entre los militares de derecha. Una "junta de generales" se reunía en Madrid para coordinar. Calvo Sotelo y otros líderes monárquicos incitaban al ejército.

El 17 de abril, los generales conspiradores se reunieron y decidieron iniciar el levantamiento tres días después, el 20 de abril. El plan era tomar el Ministerio de la Guerra en Madrid y declarar el estado de guerra. Sin embargo, el plan fracasó por la indecisión del general Ángel Rodríguez del Barrio y la negativa del general Pozas a apoyar el movimiento. La vigilancia policial también fue clave.

Este fracaso llevó a que el plan de una sublevación centrada en Madrid fuera abandonado.

La Conspiración Definitiva: El General Mola como "Director"

El fracaso del intento del 20 de abril llevó a varios capitanes de la UME a pedir al general Mola que dirigiera la conspiración. Mola aceptó y se convirtió en "El Director", manteniendo al general Sanjurjo como jefe nominal.

Archivo:Emilio Mola
El general Emilio Mola. Tras el fracaso del conato de golpe de Estado del 20 de abril, se hizo cargo de la organización de la conspiración, por lo que fue conocido con el nombre en clave de «El Director». Mola fue el que definió el plan político y militar del golpe de Estado de julio de 1936 cuyo relativo fracaso provocó la guerra civil española. Insistió en sus Instrucciones reservadas en que «la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado», intentando evitar así los errores cometidos durante la fracasada Sanjurjada de cuatro años antes.

La conspiración bajo Mola ganó en organización. El 25 de abril, Mola envió la "Instrucción reservada número 1", afirmando que la "acción violenta" era el único medio para evitar la "situación caótica" de España.

El levantamiento sería protagonizado por las Fuerzas Armadas, con el apoyo de grupos políticos y civiles. Mola propuso dos organizaciones: una civil por provincias y otra militar por Divisiones Orgánicas. La implicación civil era esencial, pero siempre subordinada.

La "Instrucción reservada número 1" también indicaba que el golpe iría acompañado de una represión violenta para "paralizar a la izquierda". Se encarcelaría a los líderes de partidos y sindicatos no afines, y se aplicarían "castigos ejemplares".

El 3-4 de junio, la policía intentó detener a Mola en Pamplona, pero no encontraron pruebas porque Mola fue avisado. El gobierno creyó que Mola no era el cerebro de la conspiración.

El 20 de junio, Mola advirtió que "aquel que no está con nosotros, está contra nosotros, y que como enemigo será tratado". El 30 de junio, el teniente coronel Juan Yagüe recibió instrucciones detalladas sobre cómo organizar la represión en Marruecos, incluyendo la "eliminación de elementos izquierdistas".

Las adhesiones de militares a la conspiración de Mola crecieron a medida que el clima político se deterioraba. Militares republicanos como los generales Gonzalo Queipo de Llano y Miguel Cabanellas se unieron a la conspiración.

Plan Político del Levantamiento

Mola diseñó un plan político para que todas las fuerzas de derecha lo aceptaran. El primer esbozo apareció en su "Instrucción reservada número 1", que hablaba de una "dictadura militar" para restablecer el orden.

El documento más detallado, "El Directorio y su obra inicial", fue emitido el 5 de junio. Proponía una "dictadura republicana" dirigida por un Directorio de cinco militares. Este Directorio suspendería la Constitución de 1931, disolvería las Cortes y declararía ilegales a las organizaciones "que reciben su inspiración del extranjero". También restablecería la pena de muerte para ciertos delitos.

El documento era contradictorio en algunos aspectos, pero logró el apoyo de todas las derechas antirrepublicanas.

Plan Militar del Levantamiento

Mola concibió un plan militar que daba protagonismo a los militares en activo. Buscó el apoyo de los comandantes militares de las provincias, especialmente de las cabeceras de las Divisiones Orgánicas.

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Mapas que representan los planes militares diseñados por el general Mola para dar el Golpe de Estado que derribase el gobierno de la República. En el de arriba aparece el plan inicial que consistía en la sublevación de las Divisiones Orgánicas V (Zaragoza), VI (Burgos) y VII (Valladolid) que formarían una columna cada una para converger sobre Madrid por el Norte, mientras las otras Divisiones Orgánicas sublevadas controlarían sus respectivas demarcaciones ―a la III División Orgánica (Valencia) también se le encomendaba que enviara una columna hacia Madrid y otra hacia Cataluña―. En el mapa de abajo aparece el plan definitivo cuya principal novedad estribaba en que la sublevación comenzaría en el Protectorado Español de Marruecos para de esta forma establecer una nueva línea de ataque sobre la capital que operaría desde el sur, reforzando así las posibilidades de éxito de la sublevación pues obligaría al Gobierno a dividir sus fuerzas para atender a los dos frentes (norte y sur).

El plan inicial de Mola era que las guarniciones periféricas se sublevaran y convergieran sobre Madrid. No se contaba con la sublevación de Madrid ni de la Aviación Militar. Se esperaba el apoyo de las "masas ciudadanas de orden", como las milicias falangistas y los requetés.

A principios de junio, hubo cambios en el plan. El general Queipo de Llano se encargaría de la sublevación en Sevilla, y el general Cabanellas confirmó su apoyo en Zaragoza. El banquero Juan March puso 600 millones de pesetas a disposición de Mola.

A mediados de junio, Mola decidió que el levantamiento comenzaría en el Protectorado Español de Marruecos, una decisión estratégica importante debido al pesimismo sobre la situación en Madrid. El Ejército de África, el más preparado, se trasladaría a la península para avanzar sobre Madrid desde el sur.

Mola contactó con el general Franco para que se pusiera al mando del Ejército de África, pero Franco evitó comprometerse claramente. El 23 de junio, Franco envió una carta al presidente del gobierno Santiago Casares Quiroga asegurándole que no había conspiración en el Ejército, lo que tranquilizó al gobierno.

El 20 de junio, Mola dio instrucciones a la Armada para asegurar el estrecho de Gibraltar y transportar las tropas de África a la península.

Mola diseñó cuatro modelos de conspiración según la presencia de fuerzas militares y el grado de compromiso en cada provincia.

La Incorporación de la CEDA

Después de las elecciones de febrero, muchos miembros de las JAP se unieron a Falange o a los carlistas. Gil Robles, líder de la CEDA, justificó la violencia de derecha como respuesta a las provocaciones de la izquierda y a la inoperancia del gobierno.

Desde finales de mayo de 1936, la CEDA comenzó a cooperar con los conspiradores. A principios de julio, Gil Robles entregó al general Mola medio millón de pesetas y dio instrucciones a las organizaciones provinciales para que apoyaran a los militares.

Gil Robles también intentó convencer a Manuel Fal Conde, líder de la Comunión Tradicionalista, para que los carlistas se unieran al levantamiento. Sin embargo, Gil Robles nunca se comprometió públicamente con la sublevación y abandonó el país.

Participación de los Monárquicos Alfonsinos

Los monárquicos alfonsinos estuvieron implicados en conspiraciones desde 1931. Su líder, Antonio Goicoechea, afirmó que habían formado y financiado la organización militar antidemocrática. Su apoyo al Ejército fue incondicional.

Archivo:Pedro Sainz y Rodríguez
Pedro Sainz Rodríguez, uno de los dirigentes de Renovación Española. Fue el que realizó la compra de los 43 aviones de combate en la Italia fascista.

Los monárquicos estuvieron en contacto con Mola y Sanjurjo. Calvo Sotelo, convertido en líder de la derecha antirrepublicana, coordinó con otros grupos civiles. Negó públicamente cualquier implicación en la conspiración, aunque la incitaba.

Una función clave de los monárquicos fue la relación con Italia. El 14 de junio, Goicoechea solicitó a Roma una ayuda de un millón de pesetas para un golpe de Estado.

El Vuelo del Dragon Rapide

Los monárquicos alfonsinos organizaron el traslado del general Franco desde Canarias a Marruecos. El 6 de julio, Luis Bolín, corresponsal del diario ABC, alquiló un avión De Havilland D.H.89 Dragon Rapide en Londres con dinero aportado por Juan March.

Archivo:Vuelodragonrapide
Ruta del Dragón Rapide, el avión que llevó al general Franco desde Canarias a Tetuán donde tomó el mando de las tropas sublevadas del Protectorado español de Marruecos. El avión había sido alquilado por los monárquicos en Inglaterra.

El avión despegó el 11 de julio. El 12 de julio, Franco envió un mensaje a Mola indicando que aún no era el momento. Pero el asesinato de Calvo Sotelo el 13 de julio lo llevó a comprometerse definitivamente.

Compra de Aviones a Italia

La "aportación operativa más importante" de los monárquicos fue la compra de 43 aviones de combate a Italia por 39,3 millones de liras, realizada por Pedro Sainz Rodríguez el 1 de julio. Esta compra indicaba que los conspiradores se preparaban para una guerra corta.

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Avión Savoia-Marchetti S.M.81 de servicio en España. Los monárquicos compraron a la empresa italiana SIAI quince de estos aparatos, nueve de los cuales serían utilizados inmediatamente por el general Franco para trasladar las tropas del Ejército de África a la península salvando el bloqueo del estrecho de Gibraltar establecido por la Armada republicana.

Los contratos, descubiertos en 2012, mostraban la implicación de Italia. El dinero fue adelantado por el financiero Juan March. Los aviones llegaron a España por vía marítima y aérea. Nueve Savoia-Marchetti S.M.81 llegaron a Melilla el 30 de julio y comenzaron a transportar tropas a la península el 5 de agosto.

Adhesión de Falange

Falange Española de las JONS (FE) fue la principal fuerza antiizquierdista que optó por la acción directa. Al principio, José Antonio Primo de Rivera dio una oportunidad a Azaña, pero el gobierno respondió con represión contra Falange.

Archivo:Bandera FE JONS
Bandera de Falange Española de las JONS. Falange Española de las JONS desarrolló una campaña de agitación violenta en la calle. Por esta razón fue ilegalizado y su líder José Antonio Primo de Rivera detenido y encarcelado.

El 11 de marzo, falangistas intentaron asesinar al diputado socialista Luis Jiménez de Asúa, matando a su escolta. Esto llevó a actos vandálicos y la quema de iglesias. El 14 de marzo, José Antonio Primo de Rivera fue detenido y Falange fue declarada ilegal.

El partido se adaptó a la clandestinidad y se radicalizó. El gobierno se equivocó al reprimir a Falange, ya que esto llevó a una escalada de enfrentamientos.

Cuando Mola tomó el mando de la conspiración, Falange se mantuvo informada. El 4 de mayo, Primo de Rivera, desde la cárcel, incitó a los militares a la rebelión.

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Retrato de José Antonio Primo de Rivera con la característica camisa azul falangista. Desde el 16 de marzo estaba en la cárcel (primero en Madrid y luego en Alicante). Su partido no se comprometió definitivamente con la sublevación hasta el 29 de junio, después de que el general Mola le garantizara que después del golpe el poder no sería entregado de inmediato a los dirigentes de la derecha.

Sin embargo, Primo de Rivera se mostró reticente a participar en el golpe hasta que un capitán enviado por Mola lo visitó en la cárcel el 29 de mayo. El 1 de junio, Primo de Rivera se adhirió a la sublevación, pidiendo un papel destacado para Falange.

El 29 de junio, Primo de Rivera dio la orden de intervención sin condiciones del partido en la conspiración. Temía que un golpe militar sin Falange la marginara.

El 11 de julio, falangistas tomaron una emisora de radio en Valencia y proclamaron la "revolución nacional sindicalista". El 17 de julio, día del inicio del levantamiento, Primo de Rivera hizo un llamamiento desde la cárcel para unirse a la rebelión.

Acuerdo Final con los Carlistas

La Comunión Tradicionalista se opuso a la República desde el principio. En 1934, tuvieron contacto con Italia, que les proporcionó dinero y armamento, y entrenó a sus jóvenes requetés.

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Requetés en un procesión fúnebre ya comenzada la guerra civil (San Sebastián, septiembre de 1936). La milicia carlista constituía la fuerza paramilitar mejor preparada de las que participaron en la sublevación, de ahí el interés del general Mola en contar con ella.

Después del fracaso de las derechas en las elecciones de 1936, el carlismo decidió seguir la vía insurreccional. El Requeté creció y se compraron armas. Se formó una Junta Suprema Militar Carlista en San Juan de Luz.

Los líderes carlistas, don Javier y Manuel Fal Conde, buscaron la colaboración de los generales conspiradores. Fal Conde se reunió con Mola el 13 y 15 de junio, exponiendo las condiciones carlistas para la intervención, como el uso de la bandera bicolor y la derogación de la legislación laica. Mola no aceptó las condiciones.

La situación se desbloqueó gracias a la intervención del general Sanjurjo, quien en una carta del 9 de julio, aceptó que los carlistas usaran la bandera bicolor.

Archivo:Manuel Fal Conde
Manuel Fal Conde, líder de la Comunión Tradicionalista. Estuvo en la conspiración desde el principio y trató de condicionar la participación de los carlistas en la sublevación a la aceptación del programa tradicionalista, a lo que el general Mola se negó. Después de la intervención del general Sanjurjo, que aceptó que utilizaran la bandera bicolor monárquica, y tras la conmoción que provocó el asesinato de José Calvo Sotelo, la cúpula carlista decidió participar en la rebelión planeada.

Aunque la carta de Sanjurjo no satisfacía todas las aspiraciones carlistas, el peligro de división y la conmoción por el asesinato de Calvo Sotelo llevaron a los líderes tradicionalistas a renunciar a una insurrección en solitario. El 14 de julio, Mola les hizo saber que estaba de acuerdo con las orientaciones de Sanjurjo. El 15 de julio, la Junta de San Juan de Luz autorizó la participación del carlismo en el movimiento militar.

El Gobierno ante la Conspiración

Archivo:D. Santiago Casares Quiroga, Ministro de
Santiago Casares Quiroga, presidente del gobierno del Frente Popular desde mayo de 1936. Fue acusado por dirigentes de la izquierda y por militares republicanos de no haber hecho caso de las advertencias que le hicieron llegar sobre la sublevación que se estaba preparando. Finalizada la guerra civil el líder socialista Francisco Largo Caballero llegó a acusarle de ser el responsable, junto con el presidente de la República Manuel Azaña, de la guerra civil por no haber abortado la sedición. Su actuación, como la de Azaña, sigue siendo objeto de un intenso debate historiográfico.

El gobierno de Santiago Casares Quiroga tuvo pruebas de la conspiración de Mola en mayo, gracias a informes y escuchas telefónicas. El director general de Seguridad, José Alonso Mallol, entregó una lista de más de 500 implicados, pero Azaña y Casares Quiroga no actuaron, temiendo las reacciones.

El 3 de junio, Alonso Mallol intentó detener a Mola en Pamplona, pero no encontró pruebas porque Mola fue avisado. Esto hizo que el gobierno creyera que Mola no era el cerebro de la conspiración.

El gobierno también fue advertido por líderes de izquierda como Indalecio Prieto y Dolores Ibárruri Pasionaria, pero Casares Quiroga no les hizo caso. La carta de Franco del 23 de junio, asegurando que no había conspiración en el Ejército, también tranquilizó al gobierno.

La actuación del gobierno de Casares Quiroga y de Azaña ha sido muy debatida. Muchos historiadores los acusan de pasividad, creyendo que el Ejército no tenía capacidad para una acción seria. Otros defienden que no actuaron con más contundencia por falta de pruebas y por respeto a la ley.

El gobierno tomó algunas medidas, como trasladar a militares dudosos, pero no las drásticas que hubieran sido necesarias. Casares Quiroga y Azaña se sentían "entre dos fuegos", necesitando al ejército para una posible insurrección de izquierda.

El 10 de julio, en una reunión del Consejo de Ministros, se debatió si detener a los sospechosos. Se decidió esperar a que el movimiento se iniciara para "yugularlo", como en 1932.

Fracaso Parcial del Golpe

Dudas del General Mola

A principios de julio, Mola había logrado comprometer a muchas guarniciones, pero tenía dudas sobre el triunfo del golpe en Madrid, Cataluña, Andalucía y Valencia. El 1 de julio, Mola emitió su última directriz, reconociendo que el "entusiasmo por la causa no ha llegado todavía al grado de exaltación necesario".

El pesimismo de Mola y la resistencia de muchos militares a participar explicaron los continuos aplazamientos de la fecha del levantamiento.

El 12 de julio, Mola fijó esa fecha para el inicio del golpe, pero las dificultades con los carlistas y la detención de enlaces falangistas lo obligaron a aplazarla hasta el 14 de julio. En ese momento, Mola tenía muchas dudas sobre el éxito.

Asesinato de Calvo Sotelo e Inicio del Levantamiento

El 12 de julio, el teniente de la Guardia de Asalto José del Castillo, comprometido con los socialistas, fue asesinado en Madrid. Como represalia, en la madrugada del 13 de julio, compañeros suyos y milicianos socialistas sacaron de su casa al diputado monárquico José Calvo Sotelo y lo mataron.

Archivo:José Calvo Sotelo, retrato en Vida Gallega 1936
El líder monárquico José Calvo Sotelo. Su asesinato en la madrugada del 13 de julio de 1936 causó una enorme conmoción, especialmente entre los sectores conservadores y entre los militares. Muchos de estos últimos que permanecían indecisos o indiferentes se sumaron a la sublevación tras conocer las circunstancias de su muerte. Los asesinos eran miembros de las fuerzas de seguridad y de las milicias socialistas y el gobierno del Frente Popular presidido por Santiago Casares Quiroga no actuó con la debida contundencia.

La noticia del asesinato de Calvo Sotelo causó una gran conmoción, especialmente porque los autores eran miembros de las fuerzas de seguridad. El gobierno no condenó el crimen ni inició una investigación, lo que indignó a muchos.

En el entierro de Calvo Sotelo, el 14 de julio, Antonio Goicoechea juró "vengar tu muerte y salvar a España".

El asesinato de Calvo Sotelo no provocó el levantamiento militar, pero aumentó la determinación de los conspiradores y animó a los indecisos a unirse. El general Franco, que había dudado, comunicó su participación a Mola el 14 de julio.

Finalmente, se ordenó que la rebelión comenzara el viernes 17 de julio en Marruecos y de forma escalonada en la península entre el 18 y el 20 de julio.

Algunos líderes conservadores fueron avisados y se les recomendó salir de Madrid. Gil Robles se marchó a Biarritz, y Antonio Goicoechea a Salamanca.

Respuesta del Gobierno

Archivo:Diego Martinez Barrio
Diego Martínez Barrio, presidente de las Cortes y líder de Unión Republicana. Durante unas horas del sábado 18 de julio y de la madrugada del domingo 19 fue presidente del gobierno de facto en sustitución de Santiago Casares Quiroga. Durante ese tiempo se puso en contacto por teléfono con el general Mola para intentar convencerlo de que no se sublevara pero Mola le contestó que era demasiado tarde. Horas después dimitió cuando por las calles de Madrid discurrió un gran manifestación en contra del nuevo gobierno y pidiendo «¡Armas! ¡Armas!». Eran las siete de la mañana del domingo 19 de julio.

Casares Quiroga se enteró del levantamiento en Melilla el 17 de julio. El 18 de julio, se negó a entregar armas a las organizaciones obreras.

Por la tarde, Azaña aceptó la dimisión de Casares Quiroga y nombró a Diego Martínez Barrio para formar un gobierno de "concentración nacional". Martínez Barrio intentó convencer a los jefes militares de no sublevarse, pero Mola le dijo que ya era demasiado tarde.

Archivo:José Giral 1936
José Giral, nombrado por Azaña presidente del gobierno en la mañana del domingo 19 de julio tras la renuncia de Diego Martínez Barrio. Obligado por las circunstancias tomó la trascendental decisión de repartir armas a las organizaciones obreras, punto de partida de la revolución social que se desató en la zona que permaneció bajo el control de la República.

Martínez Barrio dimitió al ver que su gobierno no tenía apoyo. Azaña nombró entonces a José Giral presidente del gobierno. Giral tomó la decisión de repartir armas a las organizaciones obreras. Se disolvieron las unidades militares cuyos mandos se sublevaran, lo que debilitó al ejército republicano.

La entrega de fusiles a la UGT y la CNT comenzó. El Cuartel de la Montaña fue sitiado y asaltado, y las milicias obreras se apropiaron de las armas.

Muerte del General Sanjurjo y Junta de Defensa Nacional

El 20 de julio, el golpe había triunfado en la mitad del país y fracasado en la otra mitad. Ese mismo día, el general Sanjurjo, jefe de la conspiración, murió en un accidente de avioneta en Portugal. Su muerte dejó al levantamiento sin una jefatura única.

Archivo:General Cabanellas with the bust of General Jose Sanjurjo
El general Miguel Cabanellas junto a Manuel Fal Conde inaugurando en Pamplona un busto del general Sanjurjo tras su muerte en un accidente de aviación cuando se dirigía a España desde el exilio en Portugal para encabezar la sublevación (1936). La desaparición del general Sanjurjo, según Julio Aróstegui, «dejó a la sublevación sin jefatura única e indiscutible y, aún más, todavía más lejos de una dirección política definida y con menos posibilidad de encontrarla».

Cuatro días después, el 24 de julio, se formó en Burgos la Junta de Defensa Nacional, que asumió todos los poderes en la zona sublevada. La muerte del general Mola el 3 de junio de 1937, también en accidente de aviación, significó el fin del proyecto político de la rebelión y dejó al general Franco sin rivales.

Razones del Fracaso Parcial del Golpe

El golpe de julio de 1936 no triunfó completamente, a diferencia del golpe de Primo de Rivera en 1923.

Una razón fue que los golpistas no contaban con la totalidad del Ejército ni de las fuerzas de seguridad. Las divisiones internas en el ejército impidieron un golpe unificado.

Otra diferencia fue que los golpistas no tuvieron la aprobación del jefe del Estado, como sí ocurrió en 1923 con el rey Alfonso XIII.

Finalmente, las organizaciones obreras y campesinas no se mantuvieron pasivas, sino que se levantaron, lo que llevó a una revolución. Por estas razones, el golpe se retrasó y Mola buscó el apoyo de la "derecha subversiva".

El fracaso del golpe también selló el fracaso de la derecha política durante la Segunda República.

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Conspiración golpista de 1936 para Niños. Enciclopedia Kiddle.