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Crisis de 1640 para niños

Enciclopedia para niños

La Crisis de 1640 fue un momento muy difícil para la Monarquía Hispánica, el gran reino que gobernaba Felipe IV de España. Durante este periodo, hubo muchos problemas y desafíos que casi hacen que el reino se desintegre.

Uno de los eventos más importantes fue la separación del Reino de Portugal, que buscó su independencia. Todo esto ocurrió mientras el reino de Felipe IV estaba involucrado en grandes conflictos en Europa, como la guerra de los Treinta Años y la continuación de la guerra de los Ochenta Años contra las Provincias Unidas (Holanda).

La causa principal de esta crisis fue un plan llamado la Unión de Armas, propuesto por el valido de Felipe IV, el Conde-Duque de Olivares. Este plan buscaba que todos los territorios del reino contribuyeran más a los gastos de la guerra.

Esta crisis de 1640 forma parte de un periodo más amplio conocido como la crisis del siglo XVII, que afectó a muchos países de Europa. La Monarquía de Felipe IV, al igual que otros grandes reinos de la época, tuvo que enfrentar grandes retos que ponían a prueba su forma de gobierno y su sociedad.

¿Qué pasó antes de la crisis de 1640?

En 1580, el Reino de Portugal se unió a la Monarquía Hispánica, que ya existía desde 1479 con los Reyes Católicos. Así, toda la península ibérica quedó bajo el gobierno de un solo rey, Felipe II.

La Monarquía Hispánica era como un conjunto de varios reinos, estados y señoríos. Cada uno de ellos mantenía sus propias leyes y costumbres. Esto significaba que el rey no tenía el mismo poder en todos sus territorios. Por ejemplo, en la Corona de Castilla, el rey tenía mucha libertad para tomar decisiones. Pero en los territorios de la Corona de Aragón y en Portugal, su autoridad estaba más limitada por las leyes locales.

Por eso, Castilla era la que más contribuía con dinero y soldados para los gastos del reino. A cambio, Castilla era el centro principal de la Monarquía y la mayoría de los puestos importantes eran ocupados por personas de Castilla.

¿Por qué Castilla estaba en problemas y se necesitaba más dinero para la guerra?

Archivo:Velázquez - König Philipp IV. von Spanien, Gemäldegalerie, 324
Retrato del rey Felipe IV de España.

A principios del siglo XVII, Castilla, que había sido la principal fuente de recursos para las guerras de Carlos I y Felipe II, ya no estaba tan fuerte. Estaba agotada y con muchos problemas después de casi un siglo de guerras. Su población había disminuido mucho y su economía estaba decayendo. Además, los barcos que traían plata de América llegaban con menos frecuencia y con menos riquezas.

Mientras tanto, los reinos de Aragón y Portugal habían logrado mantener su autonomía interna, protegidos por sus leyes y privilegios. Esto limitaba el poder del rey en esos lugares.

La difícil situación de Castilla y la disminución de la plata de América afectaron mucho los ingresos del reino. La situación empeoró en 1618, cuando comenzó la guerra de los Treinta Años. En 1621, terminó una tregua de doce años con las Provincias Unidas, y la guerra de los Ochenta Años se reanudó. Esta era la situación que tuvieron que enfrentar el nuevo rey Felipe IV y su consejero principal, el conde-duque de Olivares.

Durante la guerra de los Treinta Años (1618-1648), el reino de Felipe IV tuvo que luchar en toda Europa para mantener unidos sus territorios. Estos territorios estaban muy dispersos y no siempre eran fáciles de defender. Además, el reino quería mantener su prestigio y defender la religión católica. Por eso, no se renovó la tregua con Holanda y se intervino en la guerra europea contra las potencias protestantes y Francia.

Todo esto requería un enorme esfuerzo militar, pero el reino no tenía suficientes recursos económicos.

  • Los ingresos de América (plata) estaban disminuyendo.
  • Los impuestos de la Corona de Castilla también bajaban debido a la crisis y la disminución de la población.
  • La venta de títulos y tierras para conseguir dinero reducía el poder del rey.
  • La moneda perdía valor.
  • La deuda pública crecía sin control, lo que llevó a varias bancarrotas del reino.

El plan de Olivares: la Unión de Armas

Archivo:Count-Duke of Olivares
El Conde Duque de Olivares, por Velázquez, 1632.

El Conde-Duque de Olivares tenía un plan para fortalecer el reino. Quería que todos los reinos tuvieran una misma ley, que sería la de Castilla, donde el rey tenía más poder. Esto significaba cambiar la forma en que se gobernaban los diferentes territorios.

Este plan se presentó en un documento secreto a Felipe IV en 1624. En él, Olivares decía que el rey debía esforzarse por ser "Rey de España" en el sentido de que todos los reinos se unieran bajo las mismas leyes de Castilla. Si lo lograba, sería el gobernante más poderoso del mundo.

Como este plan llevaría tiempo y el reino necesitaba dinero urgentemente, Olivares presentó en 1626 un proyecto más sencillo pero también muy nuevo: la Unión de Armas. Este plan proponía que todos los territorios de la Monarquía Hispánica contribuyeran con soldados y dinero para la defensa del reino. Cada territorio aportaría según su población y riqueza.

Por ejemplo, la Corona de Castilla y sus territorios en América aportarían 44.000 soldados. El Principado de Cataluña, el Reino de Portugal y el Reino de Nápoles, 16.000 cada uno. Así, se formaría un ejército de 140.000 hombres. Olivares quería que el reino pudiera cumplir con sus obligaciones militares. Sin embargo, sabía que sería difícil, porque las instituciones de cada territorio eran muy protectoras de sus leyes y privilegios.

La oposición a la Unión de Armas

Mientras que en la corte de Madrid la Unión de Armas fue vista como la única forma de salvar el reino, en los demás territorios ocurrió lo contrario. Sabían que si se aprobaba, tendrían que contribuir regularmente con tropas y dinero, y que esto iría en contra de sus leyes y costumbres.

La oposición se debió a que el cambio propuesto era demasiado grande para ser aceptado fácilmente. Estos reinos habían disfrutado de mucha autonomía durante mucho tiempo. Además, la idea de crear una nación unida llegaba tarde, ya que no se les había permitido participar en los beneficios o el prestigio que las políticas del reino habían traído a Castilla.

Para aprobar la Unión de Armas, el rey Felipe IV convocó a las Cortes (asambleas) de Aragón, Valencia y Cataluña en 1626.

  • En Valencia, Olivares tuvo que aceptar una contribución mucho menor de lo que esperaba.
  • En Aragón, obtuvo una cantidad de soldados o dinero muy inferior a la prevista.
  • En Cataluña, no se logró vencer la oposición. Las sesiones se alargaron sin que se tratara la Unión de Armas, y el rey Felipe IV se fue de Barcelona en 1626 sin cerrar las Cortes.

En 1632, Olivares intentó de nuevo que las Cortes catalanas aprobaran la Unión de Armas, pero fracasó otra vez. Las discusiones sobre temas de protocolo y quejas interminables agotaron la paciencia del rey, quien se marchó de nuevo sin clausurarlas. Esto marcó una clara separación entre el rey y las instituciones de Cataluña.

La crisis de 1640: un año de grandes problemas

En 1636, Francia le declaró la guerra a Felipe IV. Esto llevó la guerra a Cataluña, que estaba en la frontera. Así, los catalanes se encontraron con la "Unión de Armas" en su propio territorio.

Olivares quería reunir un ejército de 40.000 hombres en Cataluña para atacar a Francia desde el sur. Cataluña debía aportar 6.000 hombres. Pronto surgieron problemas entre el ejército real (compuesto por soldados de varias regiones, incluyendo castellanos) y la población local. Había muchas quejas sobre el comportamiento de los soldados, a quienes se acusaba de robos y abusos. Esto culminó con el saqueo de Palafrugell, lo que provocó protestas de las autoridades catalanas.

Olivares, que necesitaba dinero y soldados, estaba cansado de la situación en Cataluña. En 1640, el nuevo virrey de Cataluña, siguiendo las órdenes de Olivares, tomó medidas muy duras contra quienes se negaban a alojar a las tropas o se quejaban de sus abusos. Incluso se saquearon e incendiaron algunos pueblos. Un importante líder catalán, el diputado Tamarit, fue arrestado.

Los enfrentamientos entre campesinos y soldados aumentaron. El 7 de junio de 1640, día de la fiesta del Corpus Christi, un grupo de rebeldes y campesinos que habían ido a Barcelona para trabajar en la cosecha, entraron en la ciudad. La rebelión estalló. Los rebeldes atacaron a los funcionarios reales y a los castellanos. El propio virrey intentó escapar, pero fue asesinado. Los rebeldes tomaron el control de Barcelona. Este evento, conocido como el Corpus de Sangre, marcó el inicio de la sublevación de Cataluña.

En diciembre de 1640, el reino de Portugal también se rebeló. En el verano de 1641, se descubrió una conspiración en Andalucía. Más tarde, surgieron nuevas amenazas en Aragón, Sicilia y Nápoles.

La sublevación de Cataluña

Archivo:Pau claris i casademunt
Retrato de Pau Claris, líder de la Sublevación de Cataluña de 1640.

La idea de la Unión de Armas de Olivares no pudo aplicarse en Cataluña debido a la oposición de sus Cortes. A partir de 1636, la guerra llegó a las fronteras catalanas, lo que obligó a las clases dirigentes (nobles, clérigos y ciudadanos importantes) a colaborar. Sin embargo, estas clases eran muy celosas de sus leyes y privilegios.

Los abusos del ejército sobre la población civil, algo común en las guerras de la época, despertaron un sentimiento de opresión en los campesinos. Esto llevó a la Guerra de los Segadores después del Corpus de Sangre. Finalmente, la Diputación del General (el gobierno catalán) decidió ofrecer su lealtad al rey de Francia.

La separación de Portugal

Archivo:Joao IV
Retrato del Duque de Braganza, futuro Juan IV de Portugal.

Mientras el reino concentraba sus esfuerzos en sofocar la revuelta catalana, en Portugal aumentaban los movimientos para recuperar su independencia, que habían perdido en 1580. La petición de más impuestos y de apoyo a la nobleza portuguesa para ayudar a sofocar la revuelta catalana (27 de octubre de 1640) aceleró los acontecimientos. El 1 de diciembre, los descontentos proclamaron al duque de Braganza como rey Juan IV de Portugal. Él fue apoyado por Inglaterra. Con poco esfuerzo, logró imponerse a los pocos partidarios de Felipe IV en Portugal y en las colonias (excepto Ceuta), y consolidó su poder.

Otras conspiraciones y revueltas

Casi al mismo tiempo, se descubrió y detuvo una conspiración en Andalucía (1641), liderada por el Duque de Medina Sidonia. Él quería establecer un reino separado, pero no tuvo casi apoyo. El Duque de Medina Sidonia fue encarcelado.

Años después, en 1648, el Duque de Híjar intentó algo similar en Aragón. Estas conspiraciones han sido vistas como ejemplos de cómo algunos nobles buscaban aprovechar la situación para su propio beneficio.

También hubo rumores de que el Reino de Navarra quería separarse. En 1648, un político navarro fue encarcelado en Madrid por ser considerado el líder de una conspiración separatista.

En 1648, un marino llamado D. Pedro Velaz de Medrano se unió a los franceses y amenazó con una flota de barcos piratas a las naves españolas en el Caribe. Su origen navarro también hizo que circularan rumores de que podría intentar sublevar Navarra.

Más graves fueron las revueltas en Nápoles y Sicilia en 1647. En Nápoles, un movimiento popular liderado por el pescador Masaniello se levantó contra el gobierno. Aunque al principio tuvo apoyo de algunos nobles, pronto quedó claro que la mejor defensa de sus privilegios era el propio Felipe IV. Las tropas españolas, al mando de don Juan José de Austria, hijo del rey, entraron en Nápoles en febrero de 1648 y controlaron la situación. En Sicilia, donde hubo una revuelta similar, ocurrió lo mismo en septiembre de 1648.

¿Qué consecuencias tuvo la crisis de 1640?

Archivo:Catalonia2
Partición de Cataluña tras el Tratado de los Pirineos (1659).
Archivo:Johannes der vierte König zu Portugal und Algarbe etc, ca 1650
Escenas de la Guerra de Independencia Portuguesa y la proclamación de Juan IV como rey de Portugal.

La guerra en Europa no fue bien para el reino de Felipe IV. Se perdieron batallas importantes como la naval de las Dunas (1639) y la de batalla de Rocroi (1643).

El Tratado de Westfalia (1648) puso fin a la guerra en Centroeuropa y cambió la forma en que los países se relacionaban. Se reconoció la independencia de Holanda después de ochenta años de conflicto. Más tarde, en 1668, también se reconoció la independencia de Portugal.

La guerra con Francia continuó, pero la situación en Cataluña mejoró para los intereses de los Austrias. Aunque la paz de los Pirineos (1659) significó que una parte del territorio catalán fue cedida a Francia, la parte principal volvió a la situación anterior a 1640, y se respetaron sus leyes tradicionales.

A pesar de que la situación pudo haber sido peor, los más de cien años de gran influencia española en Europa llegaron a su fin. Quedó clara la Decadencia española que muchos ya veían desde principios del siglo XVII.

A principios de 1643, Felipe IV permitió que el Conde-Duque de Olivares se retirara. Esto confirmó el fracaso de su ambiciosa política, que casi llevó al reino de Felipe IV a un desastre total.

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