Poesía árabe en los reinos de taifas para niños
La poesía hispanoárabe en la época de taifas se desarrolló en el siglo XI en los distintos reinos independientes que surgieron tras la caída del califato de Córdoba. Fue un tiempo de gran esplendor cultural y literario en al-Ándalus. En la poesía, se crearon estilos nuevos como el zéjel y la moaxaja. Estos géneros, propios de la poesía árabe hispana, influyeron mucho en la poesía oral de las lenguas románicas. Cada una de estas cortes de los pequeños reinos taifas quería ser tan importante como la de Córdoba en tiempos del Califato o incluso la de Bagdad en la época abasí.
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¿Qué tipos de poesía se escribían?
Desde el tiempo del califato de Córdoba, los gobernantes andalusíes tenían poetas en su corte. Estos poetas escribían madih (elogios) para alabar a sus líderes. También conmemoraban eventos importantes de la corte con rasail (cartas oficiales) que mezclaban prosa y poemas. Por eso, la poesía árabe era muy valorada en las cortes de los reyes de las taifas.
La poesía del siglo XI siguió los estilos de la poesía del califato de Córdoba. Había una corriente clásica (o neoclásica) y otra modernista. La corriente modernista ya había llegado a la península ibérica en el siglo IX con poetas como el famoso músico y poeta Ziryab.
Poesía neoclásica: formas tradicionales con toques nuevos
La poesía neoclásica mantenía las formas clásicas de la poesía árabe. Sin embargo, también adoptaba algunas ideas nuevas del modernismo. Los tipos de poemas más comunes eran:
- La rita o elegía: Un poema de lamento que tenía dos partes. Una parte hablaba sobre la vida humana en general y la otra ofrecía consuelo a la familia de alguien que había fallecido.
- La casida: Un poema largo que se dividía en tres partes:
- nasib: Un inicio sobre el amor, donde se recordaba a la persona amada que estaba ausente.
- rahil: Un viaje imaginario por el desierto.
- madih: Un elogio al destinatario del poema, o a veces un autoelogio. A veces, este elogio podía convertirse en hicha o sátira, para burlarse del destinatario.
Poesía modernista: temas y estilos más variados
La corriente modernista, en cambio, exploraba más temas y géneros. Se basaba en la poesía de Oriente, pero la adaptaba a al-Ándalus. Un tipo de poema importante eran las awsaf, que eran descripciones de hechos y objetos. Dentro de las awsaf estaban:
- La nawriyya: Descripciones de flores.
- La taradiyya: Poemas sobre la caza.
- La zuhdiyya: Poesía de carácter espiritual o ascético.
Además, el inicio amoroso de la casida, el nasib, se convirtió en un género propio llamado gazal (gacela). Este tipo de poema podía tratar sobre el amor puro (udri) o sobre un amor más expresivo (ibahi).
Aportaciones hispánicas: moaxaja y zéjel
Las innovaciones más importantes de la poesía islámica en al-Ándalus fueron la introducción de poemas con estrofas. Esto era diferente de las largas series de versos con la misma rima de las casidas clásicas. También apareció el acento de intensidad, que se combinaba con la métrica tradicional de la poesía árabe. Así nacieron dos nuevos géneros: la moaxaja (muwashaha) y el zéjel (zayal).
- La moaxaja es un poema con estrofas de pocos versos cortos y rimas variadas. Tiene una rima fija (qufl) que aparece al principio (matla) y se repite en los estribillos (simt). Las otras estrofas (gusn) tienen rimas diferentes. El poema termina con una estrofa que rima con la primera y los estribillos, llamada markaz o harchah (salida), conocida en romance como jarcha. Esta estrofa final, al principio en árabe clásico, fue adoptando características de la poesía tradicional de la península. Su tema principal era el lamento amoroso de una mujer. La jarcha se escribía a menudo en el dialecto árabe andalusí o incluso en una mezcla de árabe coloquial y la lengua romance de los cristianos. A veces, toda la jarcha estaba en alguna variedad de los dialectos romances de los siglo X y siglo XI, a los que se llama mozárabe.
- El zéjel se escribía completamente en dialecto hispanoárabe. Tenía un estribillo de un verso y estrofas de tres a cinco versos cortos que rimaban.
La poesía árabe en los reinos de Taifas
Almería
La taifa de Almería tuvo al poeta y visir de Al-Mu'tasim (segunda mitad del siglo XI), Ibn al-Haddad, que escribía poesía filosófica. También destacaron los poetas satíricos Ibn Uht Ganim y As-Sumaysir de Elvira.
Badajoz
La taifa de Badajoz tuvo un gran desarrollo cultural desde el siglo X, aunque pocos poetas locales alcanzaron mucha fama. Entre ellos se pueden mencionar a Ibn Muqana e Ibn Ismaíl al-Saqabani.
El rey Al-Muzáffar de la taifa de Badajoz fue autor de una enciclopedia literaria llamada Al-Muzaffariya. Protegió al poeta modernista Ibn Sarah de Santarém. Su sucesor, Al-Mutawákkil, apoyó a dos hermanos poetas, los Al-Qabturnuh, y al gran poeta de lamentos Ibn Abdun de Évora, quien escribió sobre la muerte del rey Al-Mutawákkil.
Denia
La corte taifal de Denia tuvo un notable esplendor literario gracias a los muchos gramáticos que reunió. Entre ellos estaban el excelente lexicógrafo Ibn Sidah, el filólogo coránico Ad-Dana y el visir Abu Ámir ibn García. Todos ellos cultivaron la poesía, como era común en los hombres de letras andalusíes. Pero el poeta árabe más destacado de Denia fue Ibn al-Labbana (h. 1045-1113), que escribió poemas en alabanza de la corte hudí de la Taifa de Zaragoza y en la Taifa de Mallorca.
Granada
En la Taifa de Granada vivió Semuel Ibn Nagrella, visir de los reyes ziríes. Fue un importante poeta tanto en árabe como en hebreo. El poeta Abu Ishaq de Elvira escribió una casida satírica contra él.
Sevilla
La Taifa de Sevilla fue la que más impulsó la poesía. Sus propios reyes, como el famoso Al-Mu'tamid, la patrocinaron e incluso la practicaron. Sevilla atrajo a los mejores poetas hispanoárabes del siglo XI y fue la capital de la poesía en su tiempo, tanto por la cantidad como por la calidad de sus obras.
Después de la caída del Califato, la poesía sevillana siguió produciendo nawriyyāt, que eran elogios a los monarcas. Una colección de estos poemas fue hecha por Abū-l-Walīd Ismā‘īl-ibn ‘Āmir al-Habībi de Sevilla.
Durante el reinado de Abbad II al-Mu'tadid (1042-1069), llegó a su corte el mejor poeta neoclásico de al-Ándalus: Ibn Zaydun de Córdoba. Sus poemas de amor dedicados a la princesa y poetisa Walladah son considerados una cumbre de la poesía árabe. Algunos de sus poemas incluso se incluyeron en Las mil y una noches por su gran fama en el mundo islámico. Ibn Zaydun también escribió elogios a la corte, autoelogios y sátiras contra sus rivales.
Otro poeta importante de la corte sevillana fue Abul Walid al-Himyari. Él cultivó una poesía que celebraba la alegría de vivir y los placeres. También recopiló una antología de poetas que, como él, cantaban a estos temas, en su obra Kitab al-badi fi wasf ar-rabi (Libro del estilo maravilloso en la descripción de la primavera).
Al-Mu'tamid, sucesor de Al-Mu'tadid, no solo protegió la poesía, sino que fue un excelente poeta. Compuso casidas neoclásicas, poesía modernista y moaxajas. Son especialmente conmovedores los poemas que escribió durante su exilio en el Magreb, después de ser derrocado por los almorávides. Entre sus protegidos estaban el poeta Ibn al-Ammar (conocido como Abenámar), Ibn al-Labbana de Denia e Ibn Hamdis de Siracusa, quien introdujo el tema arquitectónico en las awsaf.
Este rey sevillano tenía una academia de poesía con pruebas de ingreso muy exigentes. Una vez que los poetas entraban, se relacionaban con los mejores poetas del occidente árabe de su tiempo. Más tarde, con la llegada de los almorávides, muchos se dispersaron, a menudo hacia el Levante español. Allí siguieron difundiendo la mejor poesía andalusí por la península ibérica e incluso influyeron en la poesía árabe de Oriente. A la corte de Sevilla llegaron grandes poetas sicilianos que huían de la invasión normanda, como Ibn Hamdis o Abu-l-'Arab. Otros autores sevillanos menos conocidos de la corte de Al-Mu'tamid fueron Abd al-Yalil, Ali ibn Hisn o Ibn al-Milh.
Zaragoza
La Taifa de Saraqusta no destacó por sus poetas locales, pero acogió a importantes poetas andalusíes y también de Oriente en tiempos de conflictos o cambios.
El primer rey independiente de Zaragoza, Mundir I, al subir al poder en 1017, atrajo a literatos brillantes que huían de las guerras civiles del califato. Entre ellos estaban los visires y poetas Ibn Burd Alakbar y Abu ul-Muguírah ibn Hazm. Antes de estos problemas, a finales del siglo X, ya se había establecido en Saraqusta el famoso poeta Yusuf ibn Harun ar-Ramadi (m. 1022), quien había elogiado a Almanzor. Él difundió en Zaragoza los estilos poéticos de Córdoba, dedicando elogios a los tuyibíes. Entre los que llegaron durante la crisis del califato, destacan el poeta y filólogo iraquí Said al-Bagdadi (m. 1026), maestro de Ibn Hayyan e Ibn Hazm, y el poeta Ahmad ibn Muhammad ibn Darray al-Qastalli (958-1030). Este último llegó a Zaragoza en 1018, con un estilo muy elaborado, inspirado en el gran poeta neoclásico al-Mutanabbi. Ibn Darray puso su talento al servicio de Mundir y de su hijo Yahya al-Muzaffar, hasta que se fue a Denia en 1028. Sin embargo, la figura más importante de la cultura judía en la taifa de Zaragoza de este periodo fue Selomo ibn Gabirol (h. 1020 - h. 1058), un gran poeta y filósofo conocido en el mundo cristiano como Avicebrón. Nació en Málaga pero creció y se educó en Zaragoza, donde estudió con Marwan Yonah ben Yanah hasta 1039, gracias al apoyo de Yequtiel ben Ishaq, secretario y visir de Mundir II. Escribió emotivos poemas de lamento por la muerte de su maestro y luego se fue a Granada en busca de la protección de Yusuf ibn Nagrella.
Durante el dominio hudí, la cultura de Zaragoza alcanzó su máximo desarrollo, especialmente en matemáticas y filosofía. Uno de los funcionarios de la corte del poderoso Al-Muqtádir, Abu Ámir ibn Gundisalb, llegó a ser gran visir y compuso poesía de elogio y sátira. Otro de sus visires letrados fue Abu l-Fadl Hasday ibn Hasday, un judío convertido al islam, que mantuvo su cargo con los reyes Al-Mu'taman y Al-Musta'in II. Nacido en Zaragoza hacia 1050 e hijo del poeta Yúsef ibn Hasday, fue un notable escritor y orador en árabe y hebreo, con una gran formación literaria, filosófica y científica. El secretario de Al-Muqtádir fue Abu ul-Mutárrif ibn ad-Dabbag, que destacó en la escritura de cartas. Poetas importantes de su corte fueron Abu Abd as-Samad as-Saraqusti e Ibn as-Saffar as-Saraqusti.
En esta época también llegaron a la corte de Zaragoza literatos exiliados de otras taifas por diversas razones, a menudo políticas. Uno de los primeros fue Abu Umar Yusuf ibn Yafar al-Bayi, famoso por sus elegantes cartas en prosa rimada, escritas en nombre del rey y dirigidas a personalidades importantes como el rey de Sevilla, Al-Mutádid, o el de Toledo, Al-Mamún. A la muerte del gran rey Al-Muqtádir, Al-Bayi le dedicó un emotivo poema de lamento.
El poeta Ibn al-Haddad cultivó la poesía heroica y de elogio, celebrando las victorias de Al-Muqtádir sobre su hermano Yúsuf al-Muzáffar de Lérida (probablemente la que le costó el trono hacia 1080) y sobre Ibn Rudmir, es decir, Sancho Ramírez, rey de Aragón (a quien le quitó varias fortalezas en 1079 y 1080).
Los sucesores de Al-Muqtádir mostraron un interés igual o mayor por apoyar las letras y las ciencias. Su hijo, Al-Mu'taman, superó a su padre como matemático. Escribió un tratado de geometría llamado Kitab al-istikmal, o Libro del perfeccionamiento, donde intentó mejorar las demostraciones de varios teoremas. Es importante mencionar la breve estancia en Zaragoza (1082-1084) del famosísimo Abenamar, amigo y poeta de la corte de Al-Mutámid de Sevilla. Abenamar se enemistó con él y lo mató el 8 de noviembre de 1084.
El cuarto rey hudí, Al-Musta'in II, contó con el poeta zaragozano más importante del siglo XI, Al-Yazzar as-Saraqusti, conocido como "Yazzar", que significa "el carnicero". Es un ejemplo de ascenso social en al-Ándalus, ya que llegó a ser poeta de la corte y secretario-visir con Al-Mu'tamin y Al-Musta'in II. Escribió elogios a estos reyes, pero destacó sobre todo en el género de la burla, como autor de conocidos epigramas. También nos dejó una magnífica descripción poética del Palacio de la Aljafería.
Son notables también sus diez moaxajas, casi todas de tono lírico y tema amoroso. Dos de ellas incluyen jarchas o estrofas finales escritas en romance andalusí. Esta lengua, un dialecto románico del latín vulgar, llamado mozárabe, era hablada por los árabes para comunicarse con los cristianos. Finalmente, la incorporaron a su poesía con las innovaciones de la lírica hispanoárabe del siglo XI.
La llegada de los almorávides a Zaragoza no significó una ruptura profunda de la tradición cultural, a diferencia de otras taifas andalusíes. La relativa autonomía de los gobernadores zaragozanos mantuvo la continuidad con la cultura hispanoárabe anterior. De hecho, el segundo gobernador almorávide, Ibn Tifilwit (1115-1117), volvió a rodearse de literatos y científicos. Se instaló en los salones de la Aljafería, rodeado de lujo en una corte de poetas y filósofos. Allí destacaron Ibn Jafaya de Alcira (m. 1138) y Abu Bakr Muhammad ibn Yahya ibn Saig ibn Bayyá, el gran filósofo, músico y poeta Avempace, a quien se le atribuye la invención del zéjel.
Ibn Jafaya es uno de los poetas más importantes del periodo almorávide. Cultivó un estilo elaborado con el que creaba ambientes exquisitos, como en las descripciones de jardines que le valieron el apodo de Al-Yannan ("el jardinero"). Tras la conquista cristiana, se retiró a sus fincas en el Levante, donde llevó una vida dedicada a sus huertas y a componer poesía, lejos de la política. Su estilo influyó tanto en los poetas andalusíes posteriores que fue el modelo para todos ellos hasta el final del Reino nazarí de Granada.