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Entrada de Diego de Rojas al Tucumán para niños

Enciclopedia para niños

En 1543, un capitán llamado Diego de Rojas, que era teniente de gobernador en la Provincia de Charcas (hoy parte de Bolivia), inició una importante expedición hacia una región conocida como Tucumán. Él y sus hombres lograron una gran hazaña al explorar un territorio desconocido y desafiante en lo que hoy es el Noroeste argentino. Aunque Rojas falleció durante el viaje, la expedición continuó hasta llegar al río Paraná y luego regresó al Alto Perú (actual Bolivia), sin encontrar los grandes tesoros que esperaban.

¿Cómo se inició la exploración del interior argentino?

La exploración del interior de lo que hoy es Argentina comenzó poco después de que los españoles conquistaran el Perú. En 1527, Sebastián Caboto fundó el Fuerte Sancti Spiritus cerca de donde el río Carcarañá se une con el río Paraná. Desde allí, envió a Francisco César con un grupo de soldados para buscar un camino hacia el Perú. César regresó tres meses después (Expedición de Francisco César) y contó que había visto una tierra muy rica con "ovejas del Perú" (llamas) y muchas joyas y metales preciosos. Esta historia dio origen a la famosa leyenda de la Ciudad de los Césares, un lugar lleno de riquezas.

Más tarde, en 1536, Diego de Almagro viajó desde el Perú y recorrió las actuales provincias argentinas de Jujuy, Salta y Catamarca. Él buscaba un paso hacia Chile, lo que llevó al descubrimiento de ese país.

¿Cómo se preparó la expedición de Diego de Rojas?

Entre los conquistadores del Perú, se creía que al sur de América existía un reino indígena muy rico, llamado Trapalanda, junto con la leyenda de la Ciudad de los Césares. Se pensaba que este reino podía estar cerca del estrecho de Magallanes o del río de la Plata. Rojas creía que estaba hacia el sudeste, por lo que en 1539 intentó una expedición por el valle de Tarija hacia la tierra de los chiriguanos en el Gran Chaco, buscando una ruta hacia el río de la Plata. Llegó hasta el río Pilcomayo, pero no tuvo éxito.

Después de ese intento fallido, Rojas quiso probar suerte por la región de Tucumán o Tukma. Para ello, le pidió permiso al gobernador del Perú, Cristóbal Vaca de Castro, para explorar una "provincia situada entre Chile y el nacimiento del Río Grande que llaman de la Plata". Rojas había ganado méritos en conflictos anteriores, lo que ayudó a su solicitud.

Vaca de Castro aceptó rápidamente, como hacía con otros capitanes que pedían explorar. Su idea era mantenerlos ocupados y evitar conflictos internos entre ellos. El gobernador escribió al rey el 24 de noviembre de 1542, mencionando que había noticias de una provincia rica y poblada entre Chile y el río de la Plata, y que había nombrado a Diego de Rojas como capitán por ser una persona dedicada al servicio del rey y cuidadosa con el trato a los indígenas.

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Cristóbal Vaca de Castro y su firma, según un grabado de Evaristo San Cristóbal, 1891.

El historiador Antonio de Herrera afirmó que Vaca de Castro nombró a Felipe Gutiérrez y Toledo como capitán general, a Diego de Rojas como juez principal y gobernador de las tierras que descubriera, y a Nicolás de Heredia como jefe militar. Los tres eran socios en la empresa. Sin embargo, otras fuentes, como Ruy Díaz de Guzmán, dicen que Rojas tenía el mando militar principal y Gutiérrez era su segundo.

El 14 de diciembre de 1542, Rojas le dio un poder a su yerno Francisco de Cárdenas para que llevara refuerzos al puerto de Arauco en la Araucanía. Aunque se compró un barco, parece que los refuerzos no llegaron.

En un documento del 6 de enero de 1543, Vaca de Castro aclaró que Rojas era el capitán general y lugarteniente del gobernador, y que su territorio de exploración iba desde la cordillera de los Andes hasta el estrecho de Magallanes y el océano Atlántico. También se extendía al sur del río de Arauco.

Sobre cuántos hombres participaron en la expedición, los historiadores no se ponen de acuerdo:

Además de los españoles, la expedición incluía a yanaconas (indígenas que servían a los españoles) y personas esclavizadas. Llevaban muchas armas y caballos. También viajaban dos religiosos: el sacerdote Francisco Galán y el clérigo Juan Cedrón. Y tres mujeres: Catalina de Enciso, Leonor de Guzmán y María Lope.

La expedición bajo el mando de Diego de Rojas

Desde el Cuzco, Rojas salió primero en mayo de 1543 con 60 u 80 soldados, siguiendo el camino del Inca hacia el Collasuyo. Dos semanas después, Gutiérrez lo siguió con 90 soldados, y a mediados de junio, Heredia con 18 hombres. Pasaron por Ayaviri, Chucuito, bordearon el lago Titicaca, Juliaca, Chuquiabo (actual La Paz) hasta La Plata (la actual Sucre), ciudad que Rojas había ayudado a fundar.

Desde Tupiza, Rojas entró en lo que hoy es Argentina por Calahoyo (al oeste de La Quiaca) y continuó por asentamientos indígenas como Moreta, Cochinoca, Casabindo, Rincón de las Salinas, Tambo de Moreno, sobre la quebrada del Toro, hasta llegar a la antigua Chicoana, probablemente en septiembre de 1543. Esta Chicoana estaba en la actual La Paya, en los valles Calchaquíes, y era la capital de la provincia incaica de Chicoana o Sikuani. Allí encontraron algunas gallinas "de Castilla", que se cree que Francisco César había dejado entre los indígenas en 1528.

Estas gallinas hicieron que Rojas cambiara de rumbo. Los indígenas les dijeron que las gallinas venían de cristianos que vivían en una tierra muy rica en oro y plata. Creyendo esto, Rojas decidió ir hacia el sudeste. Desde Chicoana, envió a 4 hombres a buscar a Gutiérrez y el 1 de octubre de 1543, continuó con 40 hombres hacia la provincia incaica de Quire-Quire, dejando una guarnición de 20 a 40 hombres al mando de Diego Pérez de Becerra esperando a Gutiérrez. A mediados de octubre, llegaron a Tolombón, que probablemente era la capital de Quire-Quire.

Rojas siguió por los valles Calchaquíes hasta Amaicha del Valle. Allí, se desvió del camino principal acordado, que iba hacia el valle de Santa María, y se dirigió por el río Amaicha hacia el valle de Tafí, cruzando la sierra de Aconquija por el abra del Infiernillo. Pasó el cerro Pelado y continuó por la quebrada del Portugués siguiendo el río del Pueblo Viejo hasta llegar a la llanura, tierra de los tonocotés. Llegó al pueblo de Tucma, que algunos identifican con Tucumanao en el valle de los Pacipas al oeste de Catamarca. Lo encontró desolado y sin comida, por lo que se dirigió al pueblo diaguita de Capaya.

En Capaya, fue recibido por el cacique Canamico, quien tenía 1.500 guerreros y le prohibió avanzar. Rojas envió al padre Galán con un intérprete para pedir comida y permiso para pasar, pero fue rechazado. Rojas se acercó solo y fue rodeado. Luchó hasta que llegaron sus hombres, y después de un enfrentamiento, los indígenas se dispersaron. Rojas consiguió lo que buscaba y luego estableció buenas relaciones con Canamico, a quien le perdonó la vida. Ante el peligro de un ataque indígena, regresaron a Tucma, que al entrar sigilosamente encontraron con sus habitantes. Rojas envió a Francisco de Mendoza a Chicoana para que Gutiérrez acelerara su marcha y trajera a la guarnición que había dejado allí. Al quinto día, los habitantes de Tucma se fueron de repente, llevándose toda la comida para obligarlos a irse, lo que Rojas tuvo que hacer por el riesgo de hambre.

Salió hacia el sudeste siguiendo el río Salí en busca de Concho en el río Dulce (entre Termas de Río Hondo y el Dique Los Quiroga), un lugar a 15 leguas de Capaya donde Canamico le había dicho que había alimentos. Allí se abastecieron saqueando los poblados. Allí los alcanzó Gutiérrez (probablemente en diciembre de 1543), quien había sido encontrado en Totaparo por Mendoza, llegando con la guarnición dejada en Chicoana. Rojas envió desde Concho un grupo para esperar a Heredia en la boca de la quebrada del Portugués.

Al parecer, Gutiérrez convenció a Rojas de retomar el camino original. En enero de 1544, partieron desde Concho hacia el oeste en busca de Mocaquaxa, a 14 leguas. En ese trayecto se perdieron, buscando agua en Salabina (probablemente al sur de la sierra de Guasayán) en la tierra de los juríes (posiblemente los tonocotés). Cuando se dirigían al río Soconcho (Dulce), en un lugar de la provincia de Salabina, los juríes del cacique Sinchiuaina les ofrecieron mucha resistencia. La batalla duró tres días, y como consecuencia, Rojas murió en enero de 1544, después de agonizar 6 días por una flecha envenenada que recibió en una pierna. Fue atendido por Catalina de Enciso, compañera de Gutiérrez. El lugar de la muerte de Rojas ha sido identificado por el padre Pedro Lozano como Macacax, probablemente en la quebrada de Maquijata.

La expedición bajo el mando de Francisco de Mendoza

Antes de morir, Rojas se enteró de rumores que decían que había sido envenenado por Enciso y nombró a Francisco de Mendoza para liderar la expedición, dejando a Gutiérrez de lado.

Heredia llegó a Chicoana y luego siguió buscando a Rojas. El cronista Pedro González de Prado, que iba con él, relató que tuvieron que abrirse camino por montañas y ríos difíciles.

Desde el valle de Tafí, Heredia llegó a la llanura, probablemente por la quebrada del río los Sosa, y permaneció en un caserío durante tres meses.

Después de la muerte de Rojas, también falleció Francisco de Mercado en circunstancias similares. Mendoza llevó a los expedicionarios hacia el río Soconcho o Dulce, pasando por Tesuna y siguiendo el curso del río. Encontraron grandes poblaciones con diferentes costumbres y lenguajes. El pueblo de Soconcho, a la derecha del río Dulce, tenía entre 800 y 1000 casas. A mediados de marzo, Mendoza hizo apresar a Gutiérrez y pocos días después lo envió prisionero al Cuzco con 30 hombres al mando del capitán Juan García de Almadén, con órdenes de apresar también a Heredia. Almadén encontró a Heredia el 25 de abril de 1544 y lo apresó. Cuando Heredia llegó a Soconcho, fue obligado a renunciar a sus derechos como lugarteniente de gobernador y capitán general en favor de Mendoza, y como jefe militar en favor de Rui Sánchez de Hinojosa. Francisco de Mendoza fundó la ciudad y fuerte de Medellín del Soconcho.

Por no haber aceptado unirse a una rebelión, Felipe Gutiérrez y Toledo fue ejecutado en Huamanga en septiembre de 1544.

Para encontrar un antídoto contra el veneno de las flechas de los juríes, hirieron a un indígena prisionero con una flecha envenenada. El indígena se curó usando ciertas hierbas. Después de que la ciudad de Medellín se incendiara, continuaron el viaje hacia el territorio diaguita, recorriendo las actuales provincias de Catamarca, La Rioja y el norte de San Juan, entrando en la de Córdoba por el valle de Calamuchita en 1545. Pero López de Ayala, que iba adelante con 30 hombres, fue guiado por un indígena a un pantano y un salitral, por lo que retrocedieron y lo mataron. En Calamuchita, Mendoza construyó el Fuerte de Malaventura en agosto de 1545 en territorio de los comechingones, con quienes tuvieron enfrentamientos.

Mientras Heredia quedó a cargo del Fuerte de Malaventura, Mendoza siguió el curso del río Tercero y del río Carcarañá, hacia el río de la Plata, con la idea de unirse a otros exploradores de la región. Llegó al río Paraná en marzo de 1545, en el lugar donde había estado el Fuerte Sancti Spiritus de Sebastián Caboto. Desde allí, siguió hacia el norte por la costa del Paraná hasta encontrar una cruz con una carta de Domingo Martínez de Irala enterrada a su pie. La carta contenía detalles de la conquista de la región y advertencias sobre los indígenas hostiles. Mendoza siguió por 13 días hacia Asunción, pero tuvo que retroceder debido a las inundaciones y pantanos. Al no poder mantenerse por los ataques de los comechingones, Heredia siguió a Mendoza hasta la provincia de Chinchagones en la sierra de Achala, donde construyó una fortaleza para defenderse.

Después de tres meses, Mendoza regresó al fuerte de Chinchagones, trasladando a todos al Fuerte de Malaventura. Desde allí, Mendoza intentó continuar hacia el Paraguay, pero el 8 de septiembre fue asesinado por el soldado Diego Álvarez de Almendral, quien se sintió ofendido porque le negaron un caballo. Junto con él fue asesinado Sánchez de Hinojosa. Se cree que Heredia instigó estos asesinatos. Heredia tomó el mando y nombró a Diego Álvarez como jefe militar.

La expedición bajo el mando de Nicolás Heredia

Los sobrevivientes partieron hacia el Perú a principios de 1546 bajo el mando de Heredia, regresando hacia el norte por Tucumán hasta llegar a la tierra de los diaguitas, donde descansaron 10 días. Durante un mes, deambularon entre los ríos Dulce y Salado y fueron atacados por los lules sobre el río Soconcho cuando se dirigían a Tucumán. En Tocaima (probablemente la actual Termas de Río Hondo) no consiguieron suficiente comida, y Álvarez del Almendral fue enviado a la tierra de los lules en el río de aguas coloradas. Desde allí regresó y convenció a Heredia de invadir el territorio lule a fines de 1545, donde permanecieron dos meses. Como los ríos estaban desbordados, no pudieron alcanzar las montañas y remontaron el río Salí a fines de febrero de 1546.

Pedro Cieza de León relató que los soldados abrieron un camino por la montaña sin mucha dificultad y por él llegaron a los llanos de Salta, por donde pasa el camino real de los Incas que va del Cuzco a Chile.

Heredia dejó un grupo en Quire Quire y siguió hacia el Perú. Luego pensó en regresar a Tucumán, pero no lo hizo. Al llegar a Sococha en el Alto Perú, recibieron noticias confusas sobre un conflicto entre los conquistadores del Perú. Después de tres años y medio, habían recorrido más de 4000 km. Un grupo al mando de Gabriel Bermúdez, que iba en la retaguardia, se encontró con 6 o 7 españoles de La Plata al mando de Lope de Mendoza, quienes huían de las fuerzas de un capitán que se había rebelado contra el rey. Toda la fuerza se unió y se puso del lado del rey, dirigiéndose a Pocona bajo las órdenes de Lope de Mendoza. Garcilaso de la Vega afirmó que "Eran en total ciento cincuenta hombres, casi todos a caballo". Cuando el capitán rebelde llegó a Paria, de camino de Arequipa a La Plata, se enteró de la llegada de los expedicionarios. Los venció, y Heredia fue ejecutado, mientras que la cabeza de Lope de Mendoza terminó colgada en Arequipa.

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