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Comercio de la Corona de Aragón para niños

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Archivo:Mataro Model - Maritime Museum Rotterdam - WLANL
Nave típica medieval catalana: la Coca de Mataró, conservada a partir de un exvoto que dieron unos marineros que sobrevivieron a una tormenta.

El comercio de la Corona de Aragón se extendió por cinco grandes áreas: el Mediterráneo oriental, el Mediterráneo occidental, la península Itálica, la península ibérica y la Europa continental y del Atlántico norte. Esta red de rutas comerciales fue muy importante para el desarrollo de la Corona de Aragón durante la Edad Media.

¿Cómo se expandió el comercio de la Corona de Aragón?

El Mediterráneo oriental: la ruta más valiosa

El Mediterráneo oriental, también conocido como Levante o ultramar, era la ruta comercial más rica para la Corona de Aragón. Después de cruzar el estrecho de Mesina, los barcos tomaban diferentes direcciones: algunos iban hacia Constantinopla, pasando por islas griegas como Quíos y Eubea. Otros se dirigían a Beirut (Siria) y Alejandría (Egipto), haciendo escala en Rodas.

En la zona del Mar Egeo y Constantinopla, los comerciantes aragoneses tenían ventajas especiales. Vendían productos agrícolas como azafrán y aceite, y productos manufacturados como trapos, dagas y coral. A cambio, compraban materias primas como alumbre, cera, cobre y algodón.

Archivo:El mar Mediterráneo en el Atlas catalán de Cresques Abraham
Una parte del Atlas Catalán de Abraham y Jafudà Cresques, cartógrafos mallorquines.

En la zona de Rodas, Siria y Egipto, los mercaderes aragoneses también vendían productos agrícolas e industriales. Adquirían artículos de lugares lejanos, especialmente especias como jengibre, pimienta, canela, laca e incienso. Estos productos eran muy valiosos, fáciles de transportar y dejaban grandes ganancias.

El comercio con Oriente era fundamental para Barcelona, ya que le trajo mucha riqueza y prosperidad a sus habitantes más importantes.

El Mediterráneo occidental: un área familiar

El Mediterráneo occidental era una zona muy conocida para los aragoneses. Aquí se mezclaban intereses comerciales, familiares y militares. El control político de estas zonas ayudaba a que los comerciantes tuvieran más éxito. Las áreas principales de comercio eran el norte de África, Sicilia y Cerdeña.

  • El norte de África: un gran mercado inicial

El África septentrional fue uno de los primeros grandes mercados. Los comerciantes aragoneses supieron aprovechar las rivalidades entre los gobernantes de la zona para conseguir ventajas en impuestos y posiciones políticas. Vendían muchos productos diferentes, como agrícolas, manufacturados (especialmente trapos) y productos que habían comprado en otros lugares para revender. A cambio, obtenían trigo, lana, lino, cera, cuero y coral, además de productos exóticos.

  • Sicilia: escala y centro de intercambio

Sicilia era una parada importante para los barcos de la Corona de Aragón que iban hacia Oriente, Nápoles y el norte de África. También era un lugar de intercambio directo, especialmente en ciudades como Palermo, Mesina, Catania y Siracusa. Allí vivían comunidades de catalanes que prosperaban gracias a los préstamos, el comercio de dinero y los seguros. De Sicilia se obtenía trigo, coral, seda, azúcar y algodón, que eran productos para la alimentación, la industria local y para revender. A cambio, vendían diversos productos agrícolas e industriales (sobre todo trapos) y productos de reexportación.

  • Cerdeña: una parada estratégica

Cerdeña era principalmente una escala para los barcos que navegaban hacia ultramar, Nápoles, Sicilia y Túnez. Aunque el comercio directo entre Cerdeña y Cataluña no era muy grande, los cargamentos hacia la isla eran variados, incluyendo trapos y vino. De los puertos sardos se cargaba sal, trigo, lana, queso, cuero, plata y plomo.

La península italiana: diversas relaciones comerciales

La península italiana fue otra zona importante para el comercio catalán.

  • El Reino de Nápoles: un centro de ferias

Al sur, el reino de Nápoles, conquistado por el rey Alfonso el Magnánimo en el siglo XV, era un lugar de intercambio internacional. Allí se celebraban ferias en Nápoles, Gaeta y Salerno, que eran centros de abastecimiento y reexportación para los comerciantes. Los catalanes obtenían alimentos (vino, trigo) y materias primas (algodón, seda). Vendían productos de reexportación (de Sicilia) y productos propios como trapos, lana, cuero, azafrán y sal.

  • La Toscana: competencia con Florencia

La Toscana, con ciudades como Pisa y Florencia, fue la zona italiana menos favorable para el comercio catalán. Esto se debía a la fuerte competencia de los comerciantes florentinos, que eran muy activos en la Corona de Aragón, vendiendo telas de lujo. Los catalanes les vendían materias primas (lana, sal), especias (azafrán) y alimentos (arroz, frutos secos), además de telas de calidad media.

  • Génova: relaciones complejas

Con Génova, en la Liguria, las relaciones fueron difíciles, a veces incluso hostiles, por la competencia comercial y la conquista de Cerdeña, donde genoveses y pisanos tenían intereses. A pesar de las medidas de protección de Génova, los catalanes vendían a los genoveses lana, trapos y especias. Los genoveses, a su vez, vendían a los catalanes pastel y alumbre. Muchos de estos productos eran para reexportar.

  • Milán: productos metalúrgicos

De Milán, capital de Lombardía, los catalanes obtenían pastel, Fustanyà y productos de metal. A cambio, vendían productos como pieles, grana y lanas. Los comerciantes milaneses también eran activos en Barcelona y Valencia.

  • El Adriático: comercio favorable

El comercio en el Adriático (con ciudades como Venecia, Ragusa y Ancona) era muy bueno para los catalanes. Vendían alimentos, lana, trapos y otros productos, incluyendo algunos de Sicilia. A cambio, obtenían ducados, que eran monedas de oro.

La Península ibérica: mercados variados

La intensidad de los intercambios con los territorios de la península que no formaban parte de la Corona de Aragón era diferente. Con el reino de Granada y la corona de Portugal, por ejemplo, el comercio siempre fue pequeño. La Andalucía castellana, especialmente Sevilla, presentaba más interés, pero el volumen de negocios nunca fue muy grande, a pesar de los privilegios obtenidos.

La situación era diferente en los mercados del interior de la península, a los que se llegaba a través del reino de Aragón. Por la cuenca del Ebro, se obtenían productos hispánicos y se enviaban hacia el interior productos del norte de África, del Mediterráneo, de Oriente y de la propia industria.

Al final de la Edad Media, la marina castellana llegó al Mediterráneo, compitiendo con la aragonesa en el transporte. Los comerciantes andaluces empezaron a ser activos en los mercados de la Corona de Aragón, vendiendo, entre otros productos, pescado seco o salado, cueros y hierro.

Europa continental y del Atlántico norte: productos clave

Europa continental y el Atlántico norte eran muy importantes para el comercio catalán.

  • Languedoc: trigo y especias

En el Languedoc, una vez resueltos los problemas fronterizos con Francia, los catalanes obtenían trigo y pastel. Vendían productos diversos, pero sobre todo trapos y especies orientales.

  • Ródano y Saona: conexión con el norte

A través de los países del Ródano y del Saona llegaban muchos productos del norte y este de Europa, así como de Saboya, Liguria, Lombardía y el sur de Alemania. Entre ellos había telas de lino y cáñamo, Fustanyà, cobre, latón y productos de metal. Los comerciantes catalanes pagaban con especias orientales y azafrán producido en Cataluña.

  • Países Bajos e Inglaterra: lana y telas ricas

Los Países Bajos e Inglaterra, los países más al norte con los que Cataluña comerciaba, eran de vital importancia. Absorbían gran parte de la única producción agrícola catalana que se vendía al exterior (el azafrán) y permitían revender con ganancias una parte importante de las especias compradas en Oriente. A cambio, los catalanes importaban lana de Inglaterra y, sobre todo, telas ricas de Flandes.

En resumen, durante la Edad Media, gran parte de la prosperidad catalana se basaba en esta estructura comercial. Integraba a muchas personas en las actividades de producción y comercio, generaba ganancias privadas y ayudaba a las finanzas públicas.

Las rutas comerciales estaban conectadas en una lógica global que se basaba en gran parte en la reexportación de productos. Esto significa vender fuera de Cataluña mercancías compradas en otros países, especialmente especies orientales y telas flamencas. También se integraba en esta estructura una parte de la producción propia, como el azafrán y los paños de lana.

Debido a la conexión entre las rutas marítimas y la reexportación, era normal que algunas rutas tuvieran más gastos que ingresos y otras más ingresos que gastos. Sin embargo, todos los datos muestran que el resultado final era favorable para la Corona de Aragón.

El comercio dentro de la península

Los intercambios entre los propios reinos de la Corona de Aragón en la península fueron muy importantes.

Las relaciones comerciales entre los condados catalanes y Aragón eran fluidas. Cataluña encontraba en la agricultura (trigo) y la ganadería (lana, carne) de Aragón productos que ayudaban a cubrir las necesidades de su población. A cambio, Aragón usaba la mediación de Cataluña para conseguir productos mediterráneos importados (especies y telas de lujo).

Cataluña, el Reino de Valencia y las Islas también tuvieron intensas relaciones comerciales. Los catalanes eran los principales compradores de la producción valenciana (lana, seda, lino, arroz, fruta), que en parte reexportaban. Aunque los valencianos compraban poco en Cataluña, los catalanes compensaban este desequilibrio invirtiendo dinero en el Reino de Valencia y actuando como transportistas marítimos.

En el comercio entre Mallorca y Valencia, donde predominaba el intercambio de alimentos y materias primas, la balanza comercial era más equilibrada.

La industria naval: construyendo barcos

Archivo:Drassanes barcelona
Entrada al Museo Marítimo de Barcelona dentro del edificio de las Reales Atarazanas de Barcelona .

El transporte marítimo se apoyaba en una fuerte industria naval. En este sector, el dinero privado recibía el apoyo de los gobiernos. Los barcos se construían en las atarazanas, que eran espacios y edificios junto al mar.

Construir barcos, especialmente los más grandes, requería grandes inversiones. Los particulares se asociaban para afrontar estos gastos. El resultado eran barcos con varios dueños (llamados "parçoners"), que los explotaban juntos y se repartían las ganancias de los fletes (el dinero por transportar mercancías).

Las atarazanas de Barcelona

La construcción de las atarazanas de Barcelona comenzó por iniciativa de Jaime I en 1243. Pero el impulso más importante lo dieron el rey Pedro el Ceremonioso, la ciudad y la Generalitat en el siglo XIV. En esa época se terminaron las ocho grandes naves paralelas. Estas atarazanas proporcionaron a los comerciantes y a la monarquía una flota poderosa que servía tanto para el comercio como para la guerra.

Tipos de embarcaciones

Las embarcaciones usadas en el comercio mediterráneo de la baja edad media venían de dos tradiciones de construcción naval: la latina y la atlántica.

La tradición latina incluía barcos de remos, con formas planas y vela triangular. Los barcos de remos se dividían en dos grupos: la galera, que era el barco más usado por los catalanes para viajes largos, con una capacidad de carga de entre 10 y 40 toneladas Moorsom; y la leña, con una capacidad no mayor de 10 toneladas, usada para la navegación de cabotaje (cerca de la costa).

La tradición atlántica incluía barcos redondos con vela cuadrada. Los principales barcos redondos que navegaban por el Mediterráneo, y que en parte pertenecían a dueños de barcos del Cantábrico, eran las naves, con una capacidad de carga de 150 a 200 toneladas, y las tortas.

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