Castillo de la Rocha Forte para niños
El Castillo de la Rocha Forte, también conocido como castillo de los Churruchaos, es un lugar histórico donde se están descubriendo los restos de un importante castillo medieval. Este castillo fue muy significativo para el Arzobispado de Santiago de Compostela y estuvo en uso desde el año 1240 hasta 1467. En ese año, fue completamente destruido por los irmandiños durante la Gran Guerra Irmandiña.
Fue un escenario clave en la historia de Santiago de Compostela. Antes de su destrucción, representaba el gran poder del arzobispo de Santiago sobre los habitantes de la región.
Después de su destrucción, las piedras del castillo se usaron para construir otras edificaciones. Con ellas se levantó el castillo del Pico Sacro, que ya no existe, y otras construcciones en la ciudad de Santiago. Incluso se cree que algunas de sus piedras se usaron en la Catedral de Santiago de Compostela.
En el siglo XX, la construcción de la línea del ferrocarril dañó una parte importante del lugar. Después de un largo tiempo sin ser estudiado, en el año 2001 comenzaron las excavaciones arqueológicas. El objetivo es investigar el castillo y mostrar su valor histórico.
Contenido
¿Dónde se encuentra el Castillo de la Rocha Forte?
La Fortaleza de Rocha Forte está en la parroquia de Conxo, que pertenece al municipio de Santiago de Compostela, en la Comarca de Santiago, provincia de La Coruña.
Se sitúa a 185 metros de altura, en un lugar llamado Rocha Vella. Está junto a la vía del tren, que cubre gran parte del yacimiento. También se encuentra cerca de la carretera que sale de la ciudad hacia Pontevedra. El castillo está en la unión de un pequeño arroyo, el Vilar, con el río Sar. Ambos ríos rodean un pequeño promontorio por el este y el norte. Los terrenos donde se asienta son propiedad del Arzobispado de Santiago, que los cedió al Ayuntamiento por cincuenta años. Se calcula que el recinto ocupa unos 4000 metros cuadrados.
Muy cerca de este sitio se encuentra el yacimiento arqueológico conocido como el Castriño de Conxo. Este lugar tiene restos sin excavar de un castro (un antiguo poblado fortificado). También hay petroglifos, que son grabados en piedra con dibujos de espadas, puñales y otros símbolos. Estos grabados datan de la Edad del Bronce.
¿Cómo era el Castillo de la Rocha Forte?
Este lugar histórico está clasificado como Bien de Interés Cultural. Se sabe que estuvo ocupado entre los siglos XIII y XV.
Actualmente, el castillo está en ruinas y se está estudiando con excavaciones arqueológicas periódicas desde el año 2001.
El castillo tenía varias cercas o muros. Se conserva un trozo de la cerca exterior de 40 metros en la zona sureste. De la cerca interior se mantiene todo el perímetro. También hay otras estructuras en la parte central, donde probablemente estaba la torre del homenaje. Se conservan los restos de los torreones en las esquinas y flanqueando la entrada principal, aunque solo quedan sus bases.
Además, el castillo contaba con dependencias subterráneas. Hasta ahora, solo se han encontrado sus accesos con escaleras.
El castillo no solo servía para defender a los arzobispos de Santiago. También era un lugar perfecto para controlar la entrada y salida de personas y mercancías de la ciudad. Estaba cerca del antiguo camino que unía Santiago con Noya y del camino de Padrón, parte del Camino portugués que seguían los peregrinos. Por eso, a diferencia de otros castillos, este se construyó a orillas de un río, en el fondo del valle, y no en una posición elevada.
El castillo funcionaba como un punto de control hacia el mar. Era la primera defensa contra posibles ataques que pudieran llegar a la sede arzobispal a través de la ría de Arosa y el río Ulla, como los de los vikingos.
La importancia estratégica de este lugar se menciona en el Pleito Tabera - Fonseca. Este fue un acuerdo legal a principios del siglo XVI entre el arzobispo de Compostela, Alonso III de Fonseca, y su sucesor, Juan Pardo de Tavera. En una de las preguntas del pleito, se destaca lo necesario que era el castillo para el arzobispado. Servía para controlar la ciudad de Santiago cuando había conflictos con los arzobispos. También aseguraba los caminos hacia Portugal, Pontevedra, Padrón, Muros, Noya y Finisterre. Además, ayudaba a defender las tierras y a los habitantes de la Iglesia en la comarca.
Gracias a documentos antiguos, podemos imaginar cómo era el castillo cuando estaba en pie.
Existen algunas representaciones gráficas del castillo. Una de las más destacadas está al principio del Tumbo B, un libro del archivo de la Catedral de Santiago. Muestra al Apóstol Santiago a caballo con una espada, y al fondo, un castillo. Esta obra se hizo en tiempos de Berenguel de Landoria. Se cree que la fortificación más cercana que pudo servir de modelo para esta miniatura es el Castillo de la Rocha Forte. Algunos historiadores interpretan que el dibujo busca justificar los eventos del "Día de la Ira". Además, el dibujo, aunque sencillo, coincide con otras descripciones. Otra posible representación del castillo aparece en una nota al margen de una Bula del papa Alejandro III, donde confirma los privilegios de la sede compostelana.
Una última posible representación se encuentra en el Tumbillo de Concordias. También como una nota al margen, aparece junto al texto donde Fernando III de Castilla confirma los privilegios de los arzobispos de Santiago sobre las fortalezas.
Los testimonios del Pleito Tabera - Fonseca ofrecen más detalles, especialmente los de quienes declararon a favor del arzobispo Juan Pardo de Tavera. En este pleito se menciona mucho la fortaleza. En una de las preguntas, se describe el castillo como la fortaleza más grande y fuerte de todo el Reino de Galicia. Se dice que tenía una torre del homenaje de cuatro pisos y paredes muy gruesas. Contaba con tres cercas y nueve torreones, además de la torre principal. Todos los torreones tenían techos y almenas. También había fosos, puertas, puentes levadizos y baluartes. Se menciona una mina subterránea que iba desde la fortaleza hasta el río. Había establos para más de doscientos caballos y palacios y edificios para más de doscientos hombres. También guardaban muchos equipos y provisiones.
Aunque estos testimonios deben tomarse con precaución, ya que son de un pleito y de fechas posteriores a la ruina del castillo, nos dan una idea de cómo era antes de su destrucción. Las excavaciones arqueológicas actuales están confirmando esta descripción.
El castillo estaba formado por tres recintos amurallados alrededor de una estructura principal. El centro era la torre del homenaje con sus cuatro pisos. Junto a ella, había una capilla abovedada dedicada a Santa Eufemia. Todo el conjunto estaba muy bien construido con piedra de granito, cal y argamasa, y se distribuía en tres niveles. La cerca más interna, que rodeaba la torre del homenaje, tenía nueve torreones circulares. Cuatro estaban en los extremos, tres reforzaban los muros sureste, noreste y sudoeste, y dos torres más flanqueaban la puerta principal del último recinto.
Según los testigos del pleito, una de estas torres se llamaba Santa Eufemia y otra Torre Nova. Se desconoce el nombre de las demás. Entre los distintos recintos defensivos, había al menos uno o dos fosos, uno de ellos siempre con agua. Otros elementos como puertas, poternas, puentes levadizos y barbacanas completaban el conjunto. Uno de los testigos afirmó que "parecía una ciudad" por lo grande y cercado que estaba.
Momentos importantes en la historia del castillo
El castillo fue construido por el arzobispo Juan Arias alrededor del año 1240. Desde entonces, sirvió como residencia del arzobispo y del cabildo (el grupo de clérigos que ayuda al obispo). Fue testigo de muchos eventos importantes de la Edad Media en Santiago. La primera vez que se menciona el castillo en un documento es en el año 1255, en relación con las normas del cabildo de Juan Arias.
También hay registros de una reconstrucción que hizo Berenguel de Landoria después de los daños causados por los combates en 1320. Este fue el primer conflicto documentado entre la nobleza local y el Obispado en esa época. La revuelta estaba liderada por Alfonso Suárez de Deza, de la familia Deza-Churruchaos y mayordomo del hijo de Sancho IV de León y Castilla, el infante Felipe. Estos enfrentamientos se describieron en el documento "Hechos de Don Berenguel de Landoria".
El arzobispo Lope de Mendoza también ordenó hacer cambios importantes en el castillo.
El Día de la Ira
Algunos de los momentos más intensos de la historia del castillo ocurrieron en el siglo XIV. El papa Juan XXII nombró al dominico francés Berenguel de Landoira como arzobispo de Santiago de Compostela, una sede muy rica e influyente. Cuando Berenguel llegó a Santiago en 1318, encontró las puertas de la ciudad cerradas. La ciudad estaba en rebelión contra el arzobispo. Los burgueses de Compostela querían que el Ayuntamiento dependiera directamente del Rey (lo que se llamaba realengo), en lugar de la Iglesia. Así esperaban tener más ventajas al estar el poder más lejos. Habían perdido esta condición en 1309, cuando Fernando IV de León y Castilla le había dado el control de la ciudad al arzobispo Rodrigo de Padrón como agradecimiento por su ayuda en el asedio de Algeciras.
Berenguel de Landoria se refugió en el Castillo de la Rocha Forte y desde allí negoció con los burgueses. También se refugió en Noya (donde, en agradecimiento por el apoyo recibido, ordenó construir las murallas de la villa y la iglesia de Santa María a Nova) y en Padrón, en la ya desaparecida fortaleza de la Rocha Branca.
Después de meses de enfrentamientos, una delegación de burgueses del Ayuntamiento de Santiago fue a la Rocha para negociar. Los soldados del arzobispo cerraron bruscamente todas las puertas del castillo y asesinaron a los representantes de la ciudad. Esto ocurrió el 16 de septiembre de 1320, un día que se conoció como el "Día de la Ira". Once representantes de Compostela fueron asesinados en el patio del castillo. Entre ellos, el autor de los "Hechos de don Berenguel de Landoria" menciona a Suárez de Deza, a quien llama "Satélite de Satanás", a sus parientes los hermanos Andrade, a Martín Martínez (canónigo), a Juan Varela (infanzón), a Juan García de Mesía y al notario Gonzálo Yáñez.
La cabeza de Alonso Suárez de Deza rodó por el patio del castillo. El 27 de septiembre se firmó la paz entre las partes en el atrio de la iglesia de Santa Susana (donde tradicionalmente se reunía el ayuntamiento de Santiago). Con este acuerdo, el arzobispo recuperó el control de la ciudad. Después, fortificó la Catedral, incluyendo la famosa Torre de la Berenguela.
La leyenda de los Churruchaos
La tradición popular ha transmitido estos hechos, que hoy se conocen de varias formas.
Se cuenta que hace mucho tiempo, un capitán tenía una hija muy hermosa. El capitán tuvo que ir a la guerra en África. El arzobispo de Compostela aprovechó para raptarla y la encerró en el Castillo de la Rocha Forte. En esta fortaleza vivían los Churruchaos, un grupo de personas que asaltaban y robaban en la región, protegidos por el arzobispo.
Cuando el capitán se enteró, regresó a Santiago el día de la fiesta del Corpus Christi. Durante la procesión por la ciudad, al llegar a la Rúa de la Balconada, el capitán, montado a caballo y con su armadura, atacó al arzobispo con su espada y lo mató allí mismo. Una copla popular recuerda estos hechos:
na rúa da Balconada,
mataron a un arcebispo
por ciúmes dunha dama".
La tradición dice que, después de este suceso, la calle fue purificada con sal y cerrada para siempre.
Luego, el capitán se dirigió al Castillo de la Rocha, lo asedió y lo derrotó, dejando a todos los churruchaos muertos entre las ruinas del castillo.
Una parte de esta leyenda dice que en este lugar a veces se ve una gallina con pollitos de oro, llamada la gallina de los churruchaos. Solo se deja ver por un momento y nunca se le aparece dos veces a la misma persona.
Los hechos reales detrás de esta leyenda ocurrieron en 1366. Tuvieron lugar durante las luchas por el trono entre Enrique II de Castilla de Trastámara y Pedro I de Castilla, el Cruel. En ese momento, el arzobispo de Santiago era Suero Gómez de Toledo. El rey visitó Santiago de Compostela, y el arzobispo lo recibió en las puertas, retirándose después a la Rocha Forte.
Debido a la simpatía del arzobispo por Enrique, decidieron asesinarlo. Lo citaron después de la siesta. Al entrar en la plaza del Obradoiro, fue atacado con cuchillos por Fernán Pérez Churruchao y Alfonso Gómez Gallinato. El rey fue testigo de esto desde la Catedral. En realidad, fue un crimen motivado por intereses políticos, no sentimentales.
Los recuerdos de los problemas causados por la gente del castillo probablemente ocurrieron desde su construcción. Sin embargo, se recuerdan especialmente los de la primera mitad del siglo XV. Los testigos más ancianos del Pleito Tabera-Fonseca también los mencionan. Es importante destacar que los churruchaos no eran los dueños del castillo ni los causantes de los problemas. Eran enemigos del poder arzobispal y, por lo tanto, del castillo y sus habitantes.
El asedio del castillo
Durante el gobierno del arzobispo Rodrigo de Luna, en el año 1458, se formó una Hermandad en Santiago. Estaba compuesta por nobles y líderes de Santiago, Noya y Muros. Las figuras principales eran Juana de Castro, viuda de Rodrigo de Moscoso, y su hijo Bernal Yáñez. Su objetivo era defender las "libertades públicas" frente a las acciones de los hombres del arzobispo.
Como primera medida, buscaron el apoyo del rey Enrique IV de Castilla. Le pidieron que mantuviera al arzobispo a su lado en la campaña de la Guerra de Granada. Luego, con la ayuda del conde de Trastámara Pedro Álvarez Osorio, Suero Gómez de Sotomayor, Lope Pérez de Moscoso y Fernando de Castro, sitiaron el castillo. En la defensa del castillo se encontraba su teniente y castellano (desde 1456) Álvaro Sánchez de Ávila. Gracias a sus buenas defensas, el castillo resistió el asedio, y Rodrigo de Luna pidió al rey que interviniera.
Enrique IV emitió hasta tres órdenes exigiendo que se levantara el asedio. La primera fue en mayo de 1458. El 12 de junio de 1459, envió una a Pedro Álvarez Osorio y otra a Juan de Padilla, Adelantado Mayor de Castilla. Les ordenó que, si no se cumplían sus mandatos, levantaran el asedio por la fuerza. Finalmente, debido a la insistencia del rey y la dificultad de vencer las defensas del castillo, el 3 de septiembre de 1459, en el campo de Mazarelos, los rebeldes firmaron un acuerdo con los representantes del arzobispo. En él, aceptaron levantar el asedio.
En el tiempo de las Revueltas Irmandiñas
En el siglo XV, la Rocha se había convertido en un edificio odiado y temido por los campesinos de la zona. Durante las décadas de 1450 y 1460, los soldados del arzobispo, que estaban en el destacamento de la Rocha, robaban el ganado y secuestraban a los campesinos. Las quejas quedaron registradas en el Libro del Ayuntamiento de Santiago.
En el año 1467, el castillo fue destruido definitivamente durante la Gran revuelta irmandiña, que había comenzado en 1466. Algunos de los protagonistas en Santiago fueron Alonso II de Fonseca, quien estuvo un tiempo prisionero en el castillo de Vimianzo, y de nuevo Bernal Yáñez de Moscoso, quien murió por una saeta mientras asediaba la Catedral de Santiago de Compostela.
Uno de los primeros objetivos de la Hermandad en Santiago de Compostela fue el Castillo de la Rocha Forte. Simbolizaba más que cualquier otra fortificación el poder del arzobispado de Santiago y la opresión feudal. Por eso, fue atacado por una gran cantidad de personas (unas 11.000, según los testigos del Pleito Tabera-Fonseca) y derribado.
Fue una de las primeras fortalezas destruidas por los Irmandiños durante la Segunda Guerra Irmandiña. A diferencia de muchas otras, nunca fue reconstruida. En el año 1469, Alonso II de Fonseca venció a los rebeldes en la Batalla de la Almáciga, con la ayuda de Pedro Madruga. Así recuperó el control sobre el señorío y la ciudad.
Poco después, se usaron las piedras de las ruinas del castillo para construir una torre en lo alto del Pico Sacro. El objetivo era establecer una pequeña guarnición que sirviera de torre de vigilancia defensiva en la frontera entre las posesiones del arzobispado y las de sus enemigos, los Moscoso.
Estado actual y excavaciones arqueológicas
Desde el año 2001, se están realizando excavaciones arqueológicas. Esto es posible gracias a un acuerdo entre el Ayuntamiento de Santiago y la Universidad de Santiago de Compostela. El objetivo es recuperar el lugar y conservarlo, creando un Parque Arqueológico.
Campaña de 2001
Primero, en 2001, se hizo un estudio preliminar a cargo de Iván Álvarez Merayo. Después, comenzaron las excavaciones, dirigidas por un equipo de la Universidad de Santiago de Compostela, con Raquel Casal García y Fernando Acuña Castroviejo.
Campaña de 2002
La primera fase se llevó a cabo en 2002. Consistió en limpiar la vegetación que cubría los restos de la fortaleza y explorar intensamente la zona arqueológica. Se hizo un mapa detallado de todo el lugar y se exploraron los terrenos cercanos a la fortaleza.
Campaña de 2003
En la segunda fase, durante la campaña de 2003, el proyecto incluyó:
- Realizar excavaciones de prueba en el muro noroeste para obtener una primera muestra de las capas del terreno.
- Limpiar y desescombrar la estructura subterránea del castillo. Según quienes entraron, son dos cámaras con bóvedas.
- Estudiar las estructuras visibles en la zona sudoeste del lugar, que estaban muy dañadas y cubiertas de escombros. Se limpiaron y se registraron con dibujos y fotografías arqueológicas.
- Recopilar exhaustivamente todas las referencias escritas sobre la fortaleza de la Rocha Forte.
En esta campaña se encontraron restos de cerámica medieval (de Sevilla y Manises), así como monedas (una Blanca de vellón de la época de Enrique III de Castilla, 1390-1404) y diversas piezas de piedra.
Campaña de 2004
Entre los objetos encontrados en esta campaña, destacan las armas. Se hallaron muchas puntas de saeta (del tipo Bodkin, algunas de aguja vacía). También se encontraron dos posibles espadas que están siendo estudiadas.
Las monedas encontradas en esta campaña forman un conjunto de 39 piezas de gran variedad. El 90% de ellas se encontraron en la misma capa de tierra. Por ejemplo, se hallaron trece blancas de vellón de Enrique III; dos óbolos, uno de Alfonso XI de Castilla y otro probablemente de Alfonso X el Sabio; dos novenes de vellón, uno de Enrique III y otro probablemente de Enrique II; seis cornados de vellón de Juan I de Castilla, entre otras.
La gran cantidad de bolaños (proyectiles de piedra) encontrados son pruebas claras del asedio que sufrió la fortaleza. Los hay de varios tamaños, desde 50 hasta 18 cm de diámetro, e incluso más grandes. Presentan diferentes niveles de trabajo en la piedra. Algunos están toscamente labrados para darles forma esférica, usados por máquinas de asedio con contrapeso (como fundíbulos).
También se encontraron diversos elementos arquitectónicos de piedra, como molduras talladas y pulidas, un capitel gótico, un conjunto de celosías y fustes (partes de columnas).
Campaña de 2005
Desde la campaña de 2005, los arqueólogos trabajan con la idea de que el castillo pudo ser una fortaleza gótica muy avanzada para su época en la arquitectura española. En el siglo XII, no había nada similar en la península ibérica. Esta idea también es apoyada por expertos portugueses. Quieren confirmar la sospecha de que Juan Arias, quien ordenó construir el castillo, debió tener a un ingeniero arquitecto francés dirigiendo las obras. Francia era el lugar donde se desarrollaban las innovaciones para este tipo de castillos.
Destaca la importancia del sistema de canalizaciones de agua exteriores que se encontraron en la campaña de 2005. Incluso apareció un pozo de 3,7 metros de profundidad, hecho de mampostería y que aún contenía agua.
También se encontraron importantes fragmentos de muralla en el sur del recinto, uno de ellos con restos de cal. Entre los demás materiales hallados, destacan cerámicas, brocales, herraduras de caballo, huesos de animales, y piezas de bronce de atuendos y muebles.
Campaña de 2006
En esta campaña, realizada entre julio y agosto, se hizo un nuevo mapa detallado del lugar. Además, se propusieron terminar el estudio de sectores parcialmente excavados en campañas anteriores. También se excavó y estudió el muro oeste de la cerca principal, el tramo entre la entrada y el torreón del extremo suroeste. Se realizaron diversas tareas para consolidar las estructuras excavadas. También se descubrió el sector este de la barbacana. En esta excavación se encontraron muchos sillares (piedras labradas) con marcas de cantero, piezas de canales y elementos arquitectónicos. Se halló un bastión de forma trapezoidal que se asienta sobre la roca y está en buen estado de conservación.
En esta campaña se excavaron un total de 152,76 metros cuadrados. El tramo de la barbacana descubierto, que va desde el torreón sureste hasta el talud de la vía del tren, tiene una longitud de 35,95 metros y una altura que varía entre tres metros y medio y cuatro metros y medio.
En cuanto a los hallazgos materiales, se recuperaron un total de 732 piezas: fragmentos de cerámica, piedra, metal y restos de huesos. Entre ellos, dos monedas. Entre los materiales cerámicos, predominan los de producción local para uso doméstico (principalmente ollas globulares). Pero también se recuperó un pequeño conjunto de cerámicas importadas, sobre todo de la zona de Levante. Como novedad, se encontró un fragmento del borde de un cántaro de tradición musulmana.
Se recuperaron bastantes piezas metálicas, principalmente clavos (74) de diferentes tipos, así como escarpias, bisagras, eslabones, una herradura y escoria y restos de fundición. Un último grupo lo forman las agujas de bronce para tocador.
Se recuperaron dos monedas en mal estado de conservación que están siendo estudiadas.
Entre la gran cantidad de objetos de piedra recuperados, cabe mencionar un conjunto de fustes con motivos decorativos vegetales, basas de columnas, capiteles góticos, fragmentos de celosía y diversos tipos de proyectiles.
Otros elementos encontrados fueron pequeños fragmentos de vidrio, así como muestras del estuco que cubría las paredes.
Después de esta campaña, la forma del castillo quedó definida en tres de sus cuatro lados. El lado norte no se puede definir porque la vía del tren lo impide.