Trienio Liberal para niños
El Trienio Liberal fue un periodo importante en la historia de España que duró tres años, desde 1820 hasta 1823. Fue un momento en el que se intentó establecer un gobierno basado en una Constitución, que es un conjunto de leyes fundamentales que limitan el poder del rey y garantizan derechos a los ciudadanos.
Este periodo comenzó el 1 de enero de 1820, cuando un militar llamado Rafael del Riego lideró un levantamiento. Este levantamiento obligó al rey Fernando VII, que hasta entonces gobernaba con poder absoluto, a aceptar la Constitución de 1812.
El Trienio Liberal terminó el 1 de octubre de 1823, cuando un ejército francés, conocido como los Cien Mil Hijos de San Luis, invadió España. Este ejército ayudó a Fernando VII a recuperar su poder absoluto, disolver el parlamento (llamado Cortes) y anular la Constitución.
Este periodo fue muy observado en Europa, ya que formó parte de una serie de revoluciones en 1820 que buscaban más libertad y gobiernos constitucionales. Durante el Trienio, España se convirtió en un ejemplo para otros países que querían cambiar sus sistemas de gobierno. También fue una época en la que muchos territorios americanos de España lograron su independencia.
Según algunos historiadores, el Trienio Liberal fue la primera vez que se pusieron en práctica las ideas de libertad y reformas que habían surgido en las Cortes de Cádiz entre 1810 y 1814. A pesar de los problemas, este periodo abrió la participación política a los ciudadanos de una manera nunca vista antes en España.
Contenido
- ¿Qué pasó antes del Trienio Liberal?
- La Revolución Liberal de 1820
- El primer gobierno liberal (marzo 1820-marzo 1821)
- El segundo y tercer gobiernos liberales (marzo de 1821-julio de 1822)
- El final de la revolución (abril-octubre de 1823): la invasión de los "Cien Mil Hijos de San Luis"
- Represión y exilio
- Debate entre historiadores: la valoración del Trienio
- Véase también
¿Qué pasó antes del Trienio Liberal?
Antes del Trienio Liberal, España vivió un periodo llamado el Sexenio Absolutista (1814-1820). Cuando el rey Fernando VII regresó a España después de estar prisionero en Francia, anuló la Constitución de 1812 y restauró su poder absoluto. Los liberales, que defendían la Constitución, fueron encarcelados o tuvieron que irse del país.
Durante estos seis años, el rey y sus ministros no pudieron solucionar los graves problemas económicos de España. La guerra anterior había dañado mucho la economía y el comercio con América había disminuido debido a los movimientos de independencia en las colonias. Esto llevó a una crisis económica y a que el gobierno no tuviera suficiente dinero.
Los liberales, muchos de ellos organizados en secreto, intentaron restaurar la Constitución mediante "pronunciamientos". Un pronunciamiento era un levantamiento militar que buscaba el apoyo de otros militares para obligar al rey a aceptar la Constitución.
El ejército también estaba descontento. Muchos oficiales que habían luchado en la guerra anterior no recibían sus salarios a tiempo o no tenían oportunidades de ascenso. Esto hizo que muchos militares apoyaran las ideas liberales.
Entre 1814 y 1820, hubo varios intentos de pronunciamientos, pero la mayoría fracasaron. Algunos líderes militares como Juan Díaz Porlier y Luis Lacy fueron ejecutados por intentar estos levantamientos.
La Revolución Liberal de 1820
El pronunciamiento de Riego

El 1 de enero de 1820, el teniente coronel Rafael del Riego lideró un levantamiento en Las Cabezas de San Juan, un pueblo de Andalucía. Su batallón estaba esperando para embarcarse hacia América y luchar contra los movimientos de independencia. Riego les habló a sus soldados sobre la importancia de la Constitución de 1812, diciendo que España vivía bajo un poder absoluto y que el rey debía jurar la Constitución para el bien del país.

Las tropas de Riego marcharon por Andalucía, proclamando la Constitución y destituyendo a las autoridades absolutistas. Aunque no encontraron mucha resistencia, al principio no hubo otros levantamientos militares que se unieran a ellos. Para mantener el ánimo, uno de los oficiales compuso un himno patriótico, el Himno de Riego, que más tarde se convertiría en el himno oficial de España durante la Segunda República.
Cuando la situación parecía perdida para Riego, llegaron noticias de que otras guarniciones militares en diferentes partes de España se habían levantado. Esto obligó al rey Fernando VII a aceptar la Constitución el 9 de marzo de 1820.
El restablecimiento de la Constitución de Cádiz
El 7 de marzo, Fernando VII emitió un decreto diciendo que, como era la voluntad del pueblo, había decidido jurar la Constitución de 1812. Esto significaba el regreso de la Constitución y de las Cortes que él mismo había anulado en 1814. El rey también liberó a todos los presos políticos y permitió el regreso de los exiliados. El 9 de marzo, juró la Constitución en el Palacio Real y abolió la Inquisición.
El rey nombró una Junta Provisional, que se encargó del gobierno hasta que se formaron las nuevas Cortes. Esta Junta también ordenó que los sacerdotes explicaran la Constitución a sus feligreses y que se enseñara en las escuelas. Se publicaron textos sencillos para que los ciudadanos entendieran sus nuevos derechos y deberes.
El primer gobierno liberal (marzo 1820-marzo 1821)
[[Imagen múltiple | posición_tabla = right | dirección = horizontal | título = Monedas de oro de los periodos absolutista y constitucional de Fernando VII. | foto1 = Dos Escudos Fernando VII.jpg | ancho1 = 250 | texto1 = 1815. La leyenda, en latín, afirma que Fernando VII es "rey de las Españas y las Indias" "por la Gracia de Dios". | alineación_texto1 = center | foto2 = Fernando VII 80 reales 20784.jpg | ancho2 = 250 | texto2 = 1823 (Trienio Liberal). La leyenda, en castellano, proclama a Fernando VII "rey de las Españas" "por la Gracia de Dios y la Constitución". | alineación_texto2 = center ]] Fernando VII nombró un gobierno formado por liberales, muchos de los cuales habían estado presos o exiliados. Por eso, el rey los llamaba en privado el "gobierno de los presidiarios". La mayoría de ellos habían participado en las Cortes de Cádiz que crearon la Constitución de 1812.
Los miembros más importantes de este gobierno fueron Agustín Argüelles y José Canga Argüelles. Eran liberales "moderados", lo que significa que querían continuar con las reformas iniciadas en Cádiz, pero de forma ordenada y sin grandes cambios que pudieran alterar la sociedad.
Una de las primeras decisiones importantes del gobierno fue crear la Milicia Nacional el 24 de abril. Esta era una fuerza de ciudadanos armados que defendía la Constitución y el orden público.
Durante los primeros meses del Trienio, hubo una gran libertad de expresión. Aparecieron muchos periódicos nuevos y se crearon "sociedades patrióticas", que eran lugares donde la gente se reunía para debatir sobre política y controlar al gobierno.
Las elecciones para las Cortes se celebraron y el 9 de julio de 1820, el rey juró solemnemente la Constitución ante ellas. En estas primeras Cortes, la mayoría de los diputados eran liberales moderados.
La división de los liberales: "moderados" frente a "exaltados"

Pronto surgió una división entre los liberales. Por un lado estaban los "moderados", que pensaban que la revolución ya había terminado y que lo importante era mantener el orden y la estabilidad. Querían integrar a las antiguas clases dominantes, como la nobleza, en el nuevo sistema.
Por otro lado, estaban los "exaltados", que creían que la revolución debía continuar con más reformas y buscar el apoyo de las clases populares. Se identificaban con los movimientos populares y las sociedades patrióticas.
Aunque ambos grupos querían acabar con el poder absoluto del rey, se diferenciaban en cómo lograrlo. Los moderados querían reformar la Constitución para hacerla más conservadora, por ejemplo, limitando el derecho al voto solo a los más ricos o creando una segunda cámara en el parlamento. Los exaltados, en cambio, querían mantener la Constitución tal como estaba y ampliar la participación de la gente.
El primer conflicto importante entre moderados y exaltados ocurrió en agosto de 1820, cuando el gobierno moderado decidió disolver el ejército que había liderado el levantamiento de Riego. Temían que este ejército y el propio Riego, muy popular entre los exaltados, pudieran oponerse al gobierno.
La ruptura definitiva se produjo en octubre de 1820, cuando las Cortes, dominadas por los moderados, decidieron prohibir las sociedades patrióticas. Los moderados las veían como un peligro para el orden, mientras que los exaltados las consideraban esenciales para la participación ciudadana.
La prensa también fue un campo de batalla entre ambos grupos, con muchos periódicos moderados y exaltados publicando sus ideas.
La abolición del Antiguo Régimen: la desvinculación y la desamortización

Una de las principales tareas del Trienio Liberal fue desmantelar el Antiguo Régimen, que era el sistema social y político anterior a la Constitución. Esto significaba eliminar los privilegios de la nobleza y el clero.
En septiembre de 1820, las Cortes aprobaron la "desvinculación" de los patrimonios. Esto significaba que las propiedades de las familias nobles, que antes no podían venderse y se heredaban siempre por el hijo mayor (mayorazgos), ahora podían ser vendidas o hipotecadas.
Al mes siguiente, en octubre de 1820, las Cortes reformaron el clero regular (monjes y frailes). Se suprimieron muchas órdenes monacales y militares, y se cerraron numerosos conventos. Los bienes de estos monasterios y conventos, así como los de la Inquisición y los jesuitas, fueron "desamortizados", es decir, pasaron a ser propiedad del Estado y se vendieron en subasta pública.
Estas medidas buscaban modernizar la economía y la sociedad, pero no ayudaron a los campesinos más pobres, ya que las tierras fueron compradas principalmente por los más ricos. Además, la desamortización de los bienes de la Iglesia provocó que gran parte del clero se opusiera al gobierno liberal.
La «cuestión americana»

Virreinato de Nueva España
Virreinato de Nueva Granada
Virreinato del Perú
Virreinato del Río de La Plata.
Cuando la Constitución de 1812 fue restaurada en España, muchos territorios americanos seguían luchando por su independencia. La noticia de la Constitución fue recibida con alegría en algunas zonas, ya que convertía a los virreinatos en provincias con los mismos derechos que las de la península.
Sin embargo, el gobierno español no quería renunciar a sus derechos sobre América. Los diputados americanos en las Cortes de Madrid pidieron más representación y mayor autonomía, pero muchas de sus propuestas fueron rechazadas.
En el verano de 1821, la situación en América se aceleró. Se proclamó la independencia de México y las tropas españolas sufrieron derrotas importantes en otros lugares. El gobierno español y las Cortes perdieron la oportunidad de negociar una solución pacífica que hubiera permitido la independencia de América de forma amistosa.
El inicio de la contrarrevolución, el doble juego de Fernando VII y la destitución del gobierno
La "contrarrevolución", es decir, el movimiento para acabar con el gobierno liberal, comenzó desde el mismo momento en que Fernando VII juró la Constitución. El propio rey fue el principal impulsor de esta oposición. Nunca aceptó realmente el sistema constitucional y conspiró en secreto para derribarlo, con la ayuda de personas cercanas a él en el Palacio Real.
Pronto comenzaron a aparecer "partidas realistas", grupos armados formados por absolutistas exiliados en Francia y conectados con el Palacio Real. Estos grupos, que a menudo incluían a campesinos descontentos y miembros del clero, luchaban contra el gobierno liberal.
Hubo varios incidentes y motines en ciudades como Zaragoza y Madrid, donde se gritaba "¡Muera la Constitución!". El rey Fernando VII también usó sus poderes constitucionales, como el derecho de veto, para retrasar o impedir la aprobación de leyes importantes por parte de las Cortes.
El Palacio Real se convirtió en el centro de la conspiración contra el gobierno. El rey mantenía correspondencia secreta con otros monarcas europeos, pidiéndoles ayuda para "rescatarlo" de lo que él consideraba un "cautiverio" por parte de los liberales.
En febrero de 1821, la Guardia Real, un cuerpo militar leal al rey, protagonizó un intento de rebelión. Finalmente, Fernando VII decidió cambiar el gobierno y nombró uno nuevo, aunque seguía siendo de liberales moderados. Esto demostró que el rey estaba dispuesto a usar sus poderes para influir directamente en la política.
El segundo y tercer gobiernos liberales (marzo de 1821-julio de 1822)

El segundo gobierno liberal, que duró un año, se formó en marzo de 1821. Estaba compuesto por liberales moderados. Durante este periodo, las Cortes aprobaron leyes importantes sobre la moneda, el ejército (que pasó a estar al servicio de la nación) y la educación. También aprobaron un código penal, que buscaba una justicia más igualitaria y menos arbitraria.
Sin embargo, la relación del rey con este gobierno siguió siendo difícil. Además, las "partidas realistas" intensificaron sus acciones, animadas por el fin de las revoluciones liberales en otros países europeos.
La política tributaria y la cuestión del medio diezmo

Los liberales intentaron reformar el sistema de impuestos, pidiendo que se pagaran en dinero en lugar de en productos agrícolas. Esto perjudicó a muchos campesinos, especialmente en un momento de caída de precios. Aunque se redujo el diezmo (un impuesto a la Iglesia) a la mitad, para los campesinos esto no significó un alivio, ya que el pago en dinero era más difícil de conseguir.
Este descontento de los campesinos fue aprovechado por los absolutistas, que les prometían la vuelta a un sistema fiscal más favorable.
La fallida abolición de los señoríos
Las Cortes intentaron abolir los señoríos, que eran territorios donde los nobles tenían derechos especiales sobre los campesinos. Sin embargo, la ley que buscaba aclarar cómo se aplicaría esta abolición fue bloqueada por el rey, que se negó a firmarla varias veces. Cuando finalmente se aprobó, ya era demasiado tarde, pues la invasión francesa estaba a punto de comenzar.
Esta oportunidad perdida de dar tierras a los campesinos fue un factor importante para que muchos de ellos no apoyaran al gobierno liberal.
La política americana: ¿una última oportunidad perdida?

Los diputados americanos en las Cortes propusieron crear más diputaciones provinciales en América para darles mayor autonomía. Sin embargo, otras propuestas, como la ciudadanía para negros y mulatos o la abolición de impuestos indígenas, fueron rechazadas.
La noticia de la independencia de México en 1821 cambió la situación. Aunque algunos diputados americanos propusieron una federación de monarquías americanas bajo la autoridad de Fernando VII, las Cortes rechazaron esta idea. El rey tampoco la aceptaría, ya que quería mantener la unidad de la monarquía.
En el verano de 1821, la independencia de los territorios americanos se hizo imparable. España perdió una gran oportunidad de negociar una salida pacífica.
Las movilizaciones de los liberales "exaltados" y el tercer gobierno liberal (de los «anilleros»)

En septiembre de 1821, el gobierno moderado destituyó al general Riego de su cargo. Esto provocó grandes protestas de los liberales exaltados en muchas ciudades, especialmente en Madrid, donde hubo enfrentamientos. Los exaltados consideraban a Riego un héroe y veían su destitución como un ataque a la revolución.
Las movilizaciones de los exaltados se extendieron por varias ciudades, negándose a obedecer al gobierno central. El gobierno respondió con represión.
En febrero de 1822, Fernando VII nombró un tercer gobierno liberal, conocido como el de los "anilleros", que eran liberales moderados. Este gobierno no cambió mucho la política anterior.

El 1 de marzo de 1822 se abrieron las nuevas Cortes, y esta vez la mayoría de los diputados eran exaltados. El general Riego fue elegido presidente de las Cortes, lo que demostraba el cambio de poder. Aunque estas Cortes no fueron radicales, tomaron decisiones simbólicas, como declarar el Himno de Riego como marcha militar oficial.
Los avances del realismo
A partir de la primavera de 1821, el movimiento absolutista, llamado "realismo", creció mucho. Las partidas realistas se hicieron más fuertes y hubo más levantamientos. Un informe de las Cortes denunció la existencia de una "Junta Suprema" que dirigía la contrarrevolución desde Francia, con el objetivo de restaurar el poder absoluto del rey.

El éxito de los realistas se debió a que supieron aprovechar el descontento de los campesinos con las políticas económicas liberales. La Iglesia Católica, que se oponía a la desamortización, también jugó un papel clave, apoyando a los realistas y difundiendo un mensaje de "guerra religiosa" contra el liberalismo.
El rey Fernando VII, desde el Palacio de Aranjuez, continuó conspirando con nobles, militares y embajadores extranjeros para acabar con el régimen constitucional. Su objetivo era que un ejército extranjero lo "rescatara" y restaurara su poder absoluto.
El apoyo del ejército francés, desplegado en la frontera de los Pirineos, también fue importante para los realistas. Aunque oficialmente estaban allí para contener una epidemia, su presencia era una forma de presión sobre el gobierno español.
En la primavera de 1822, las acciones de las partidas realistas aumentaron, especialmente en Cataluña, Navarra y el País Vasco. Hubo varios intentos de rebelión absolutista, siendo el más importante el de Valencia el 30 de mayo de 1822, aunque fue rápidamente sofocado.
El 21 de junio, las partidas realistas tomaron la fortaleza de la Seo de Urgel en Cataluña. Dos meses después, el 15 de agosto, se instaló allí la "Regencia de Urgel", un gobierno absolutista que decía gobernar España mientras el rey estaba "cautivo" por los liberales. Esta Regencia pedía la intervención de las potencias europeas para restaurar el absolutismo.
Para hacer frente a esta situación, las Cortes y el gobierno de Evaristo San Miguel tomaron medidas militares. Gracias a una dura campaña, los ejércitos constitucionales lograron derrotar a los realistas y obligarlos a huir a Francia o Portugal.
Tras esta derrota, quedó claro que la única forma de acabar con el régimen liberal sería una intervención extranjera.
La crisis de febrero de 1823
En febrero de 1823, el gobierno liberal tomó algunas decisiones que causaron confusión, como disolver el Batallón Sagrado y la Milicia Nacional, alegando que ya no eran necesarios.
En este contexto, el rey Fernando VII provocó una grave crisis. El 15 de febrero, las Cortes habían acordado trasladar las instituciones y la corte a un lugar más seguro, lejos de la amenaza de invasión francesa. El 19 de febrero, el rey destituyó al gobierno, pero un motín en Madrid lo obligó a reponerlo.
Finalmente, el 28 de febrero, Fernando VII nombró un nuevo gobierno formado por liberales "comuneros", que estaban dispuestos a negociar con los franceses para evitar la invasión. Sin embargo, la situación era muy complicada y ya era tarde para evitar el conflicto.
El final de la revolución (abril-octubre de 1823): la invasión de los "Cien Mil Hijos de San Luis"
La decisión de invadir: el falso «Tratado secreto de Verona»

La invasión francesa de 1823 fue impulsada por el propio rey Fernando VII, quien desde el principio había pedido ayuda a otros monarcas europeos para acabar con el régimen constitucional.
En el Congreso de Verona, celebrado entre octubre y diciembre de 1822, las principales monarquías europeas (Austria, Rusia, Prusia y Francia) discutieron sobre la situación en España. Francia y Rusia fueron los más partidarios de intervenir. Se decidió enviar notas diplomáticas al gobierno español para que moderara sus políticas.
El gobierno español, liderado por Evaristo San Miguel, rechazó estas notas, afirmando que España no reconocería el derecho de ninguna potencia a intervenir en sus asuntos. Como consecuencia, los embajadores de Austria, Prusia, Rusia y Francia abandonaron Madrid, dejando a España aislada.

Aunque se habló de un "tratado secreto de Verona" que habría ordenado la invasión, los historiadores han demostrado que fue una falsificación periodística. La invasión fue decidida por el rey francés Luis XVIII y su gobierno, con el objetivo de restaurar el poder de la monarquía en España y evitar que las ideas revolucionarias se extendieran.
El 28 de enero de 1823, Luis XVIII anunció solemnemente su decisión de invadir España con un ejército de "cien mil franceses", que serían conocidos como los Cien Mil Hijos de San Luis. El Reino Unido, aunque no apoyó la invasión, tampoco se opuso, siempre que Francia cumpliera ciertas condiciones, como no intervenir en Portugal ni ayudar a España a recuperar sus colonias americanas.
La invasión y la débil resistencia española

El 7 de abril de 1823, los "Cien Mil Hijos de San Luis" comenzaron a cruzar la frontera española. Eran entre 80.000 y 90.000 soldados franceses, apoyados por tropas absolutistas españolas. Los invasores se presentaron como salvadores que venían a restaurar el orden y la legitimidad del rey.
El ejército constitucional español, con solo unos 50.000 hombres, estaba en clara desventaja. Aunque el general Francisco Espoz y Mina ofreció resistencia en Cataluña, los otros generales no opusieron mucha. El ejército francés avanzó con relativa facilidad, entrando en Madrid el 13 de mayo.
A excepción de algunas ciudades que resistieron valientemente, como La Coruña, Pamplona, San Sebastián o Barcelona, no hubo una resistencia popular a la invasión, ni se formaron guerrillas como en la guerra anterior contra Napoleón. Esto se debió en parte a que las políticas liberales no habían satisfecho a la mayoría de los campesinos, y la propaganda absolutista había sido efectiva.

Cuando el duque de Angulema, comandante de las tropas francesas, entró en Madrid el 23 de mayo, nombró una Regencia absolutista presidida por el duque del Infantado. Esta Regencia, a su vez, nombró un gobierno absolutista que comenzó a perseguir a los liberales.
La violencia antiliberal de los realistas: la Ordenanza de Andújar

A medida que las tropas francesas avanzaban, los absolutistas españoles desataron una ola de violencia contra los liberales. El duque de Angulema intentó frenar estos excesos con la Ordenanza de Andújar el 8 de agosto de 1823, que quitaba a las autoridades absolutistas la facultad de perseguir y arrestar por motivos políticos. Sin embargo, esta ordenanza fue rechazada por los absolutistas y el duque tuvo que rectificar. La violencia contra los liberales continuó.
El asedio de Cádiz

Ante la amenaza de la invasión, las Cortes y el gobierno liberal se trasladaron de Madrid a Sevilla, llevando consigo al rey Fernando VII y a su familia, a pesar de su resistencia. El rey esperaba ser "liberado" por los franceses.
El 11 de junio, el gobierno y las Cortes decidieron trasladarse de Sevilla a Cádiz, de nuevo contra la voluntad del rey. Las Cortes, al ver la negativa del rey a moverse, lo declararon temporalmente "inhábil" para gobernar y nombraron una Regencia para que ejerciera sus poderes durante el viaje. El rey y la reina escribieron que temieron por sus vidas durante el traslado.
Cádiz fue sitiada por el ejército francés. El 30 de septiembre de 1823, tras casi cuatro meses de asedio, el gobierno liberal decidió dejar marchar al rey Fernando VII.
La «liberación» de Fernando VII y la restauración de la monarquía absoluta

El 1 de octubre de 1823, Fernando VII se reunió con el duque de Angulema en el Puerto de Santa María. El rey anotó en su diario que había "recobrado mi libertad y volví a la plenitud de mis derechos que me había usurpado una facción".
Antes de ser liberado, Fernando VII había prometido un "olvido general, completo y absoluto de todo lo pasado". Sin embargo, una vez libre, se retractó de sus promesas y promulgó un decreto que anulaba toda la legislación del Trienio Liberal. Declaró que todos los actos del gobierno constitucional desde el 7 de marzo de 1820 eran "nulos y de ningún valor", porque él había estado "carente de libertad".
Muchos liberales que estaban en Cádiz huyeron a Inglaterra, temiendo que el rey no cumpliera su promesa. No se equivocaron. La represión contra los liberales fue muy dura.
El 8 de octubre, se libró el último combate en Tramaced (Aragón), donde los franceses derrotaron a un ejército liberal. Las ciudades que aún resistían negociaron su rendición, y muchos liberales pudieron salir de España con pasaportes.
El 30 de noviembre de 1823, el duque de Angulema dio su última orden general y regresó a Francia. La guerra había durado siete meses y medio, y Fernando VII fue el gran triunfador.
Represión y exilio
La restauración de Fernando VII como rey absoluto trajo consigo una dura represión contra los liberales. Muchos fueron encarcelados o tuvieron que exiliarse.
La represión
La represión fue iniciada por las autoridades absolutistas, que crearon organismos para perseguir a los liberales. Se declaró "traidores" a los diputados que habían inhabilitado al rey, y se puso fin a la libertad de expresión. El clero jugó un papel importante en la difusión de ideas contra los liberales.
El símbolo de esta represión fue la ejecución de Rafael del Riego en Madrid el 7 de noviembre de 1823. Fue condenado a muerte por haber votado el traslado del rey a Cádiz. Su ejecución causó indignación en Europa y marcó el fin del Trienio Liberal.
Otros casos de represión incluyeron la ejecución de Juan Martín Díez, "el Empecinado", un héroe de la guerra anterior. Se crearon juntas para "purificar" a los funcionarios públicos, expulsando o degradando a muchos por sus simpatías liberales. También hubo comisiones militares que dictaron sentencias de muerte y prisión por delitos políticos, a veces por cantar canciones revolucionarias o tener retratos de Riego.
La Iglesia Católica también persiguió al clero liberal, obligando a obispos a renunciar y encarcelando a muchos sacerdotes.
Fernando VII decretó un "perdón general" en mayo de 1824, pero tenía tantas excepciones que en la práctica condenaba a muchos liberales, lo que llevó a más exilios.
El exilio
La dura represión provocó el mayor exilio político de la época en Europa. Se calcula que entre 15.000 y 20.000 liberales españoles tuvieron que abandonar el país. Sus principales destinos fueron Francia (77%) e Inglaterra (11%).
En Inglaterra, muchos grupos y personalidades ayudaron a los exiliados españoles, recaudando fondos y ofreciendo apoyo. La mayoría de las familias liberales se instalaron en el barrio londinense de Somers Town. A pesar de las ayudas, muchos vivieron en condiciones difíciles. Sin embargo, mantuvieron su compromiso político y publicaron periódicos.
En Francia, la situación fue más difícil, ya que el gobierno los vigilaba de cerca y no hubo un gran movimiento de solidaridad. Muchos eran militares que habían preferido exiliarse antes que quedarse en España.
El exilio español, junto con el de otros países europeos, fue importante para el desarrollo de las ideas liberales en Europa. Facilitó el contacto entre liberales de diferentes países y la creación de redes internacionales.
Los exiliados liberales pudieron regresar a España gradualmente a partir de 1832, después de que se aprobaran varias amnistías, especialmente tras la muerte de Fernando VII en 1833.
Debate entre historiadores: la valoración del Trienio
Los historiadores tienen diferentes opiniones sobre el Trienio Liberal.
Algunos, como Josep Fontana, lo ven como una "revolución frustrada". Creen que fue hecha por personas que querían transformar el sistema desde arriba, sin el apoyo de la mayoría del pueblo, especialmente los campesinos. Esto hizo que el régimen fuera débil y no pudiera defenderse de la invasión extranjera.
Otros historiadores, como Ángel Bahamonde y Jesús Antonio Martínez, coinciden en que el Trienio fue débil debido a la falta de apoyo social, aunque el liberalismo empezaba a tomar forma en las ciudades. La invasión extranjera puso fin a un sistema que ya estaba dividido internamente entre moderados y exaltados.
Juan Pablo Fusi también considera que fue un fracaso debido a la debilidad de su base social y política. Señala que la propia Constitución de 1812, aunque admirable, creaba un sistema político difícil de aplicar, y que la división entre liberales y la oposición del rey contribuyeron a su caída.
Sin embargo, Pedro Rújula y Manuel Chust argumentan que el Trienio Liberal no fue un "fracaso" y que la Constitución de 1812 no era un texto "extranjero" desconectado de la realidad española. Afirman que fue un periodo de gran modernidad y madurez política, y que fue la invasión francesa, un factor externo, lo que provocó la caída de los liberales, no sus propias contradicciones internas.
Véase también
En inglés: Trienio Liberal Facts for Kids