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Ordenanza de Andújar para niños

Enciclopedia para niños
Archivo:Ayuntamiento de Andújar, en Jaén (España)
Fachada del Ayuntamiento de Andújar, donde el duque de Angulema firmó la Ordenanza que lleva el nombre de la localidad.

La Ordenanza de Andújar fue una norma importante que se publicó en Andújar (Jaén) el 8 de agosto de 1823. Fue creada por el duque de Angulema, quien era el líder de un ejército francés conocido como los Cien Mil Hijos de San Luis. Este ejército había llegado a España unos meses antes para ayudar al rey Fernando VII.

El objetivo principal de esta Ordenanza era detener los arrestos injustos y sin motivo que estaban haciendo los seguidores del rey (llamados realistas) contra las personas que apoyaban las ideas liberales. En ese momento, España tenía un gobierno basado en una Constitución, pero los realistas querían volver a un gobierno donde el rey tuviera todo el poder. La Ordenanza decía que, a partir de ese momento, para hacer un arresto, se necesitaba la autorización de los oficiales del ejército francés en esa zona.

Sin embargo, esta Ordenanza causó mucho descontento entre los realistas. La presión fue tan grande que el duque de Angulema tuvo que cambiarla el 26 de agosto. La limitó solo a los militares que se habían rendido a los franceses, lo que en la práctica hizo que la Ordenanza perdiera su efecto. Esto llevó a un periodo de mucha violencia contra los liberales.

Ordenanza de Andújar
Ordenanza de Andújar
Tipo Ordenanza
Fecha 8 de agosto de 1823
Lugar Andújar
Promulgador Duque de Angulema
Derogación 26 de agosto de 1823

¿Por qué se creó la Ordenanza de Andújar?

La llegada del ejército francés

El ejército francés, conocido como los Cien Mil Hijos de San Luis, llegó a España con la idea de no parecer un ejército invasor. Por eso, dejaron que los realistas españoles tomaran las decisiones políticas. Sin embargo, el duque de Angulema y sus generales estaban preocupados. Los realistas no solo querían volver a la forma de gobierno anterior a 1820, sino que también estaban siendo muy violentos con los liberales.

Esta violencia se dirigía especialmente contra las autoridades liberales que habían sido destituidas y contra los oficiales que se habían rendido. El duque de Angulema intentó pedir moderación, siguiendo las órdenes del rey de Francia, Luis XVIII, pero sus peticiones no fueron escuchadas.

La violencia contra los liberales

A medida que las tropas francesas avanzaban, se desató una ola de violencia en el país. Los periódicos que apoyaban a los realistas más extremos pedían que se eliminara a los liberales. Un historiador, Josep Fontana, describió que hubo una gran explosión de violencia, con venganzas y abusos, sin que ninguna autoridad los controlara. El gobierno provisional realista, llamado Regencia, incluso apoyó esta violencia.

También hubo actos de destrucción de símbolos del gobierno liberal. Uno de los objetivos principales eran las placas de la Constitución de 1812, que estaban en las plazas de los pueblos. Estas placas fueron destruidas y reemplazadas por retratos del rey Fernando VII. Por ejemplo, en Coria, la gente derribó la placa de la Constitución y proclamó al rey. En Sevilla, después de que el gobierno liberal y el rey se fueran de la ciudad, hubo un motín violento donde se quemó la placa de la Constitución.

Además, se quitaron los retratos de personas importantes que habían apoyado las ideas liberales. En Vitoria, por ejemplo, se quemó en la plaza pública el retrato del general Miguel Ricardo de Álava, un héroe de la Guerra de la Independencia, porque había apoyado el sistema constitucional.

La influencia de la Iglesia y los Voluntarios Realistas

Algunos historiadores, como Pedro Rújula y Manuel Chust, creen que la violencia fue impulsada por la campaña contra los liberales que hicieron las autoridades realistas y, sobre todo, los clérigos (miembros de la Iglesia). Los clérigos decían que las acciones de los liberales eran delitos y pedían que fueran castigados. Esto hizo que la represión fuera muy violenta y que la gente atacara a los liberales y sus propiedades.

Grupos de personas sin control se tomaron la justicia por su mano, actuando en nombre de las autoridades realistas. Esto causó una gran ola de violencia. La creación de los voluntarios realistas, que eran grupos armados que apoyaban al rey, también contribuyó a este ambiente de tensión.

Un testigo de la época escribió que el enojo de los realistas era enorme. Hubo insultos, amenazas, robos violentos, abusos de todo tipo y muertes por todas partes. El bando que había ganado asustó mucho a sus oponentes.

El propio duque de Angulema estaba alarmado por lo que sucedía. Le escribió al jefe del gobierno francés, el conde de Villèle, diciendo: "Donde están nuestras tropas, apenas mantenemos la paz, pero donde no estamos presentes, se ataca, se quema, se saquea, se roba... Las fuerzas españolas, aunque se llaman realistas, solo buscan robar y saquear, y rechazan cualquier orden".

¿Cómo fue la Ordenanza de Andújar?

Archivo:Louis antoine artois
El duque de Angulema, comandante en jefe de los Cien Mil Hijos de San Luis.

Debido a los problemas entre los oficiales franceses y las nuevas autoridades realistas, el duque de Angulema decidió intervenir. El 8 de agosto de 1823, publicó la Ordenanza de Andújar. Esta Ordenanza quitaba a las autoridades realistas el poder de perseguir y arrestar a personas por sus ideas políticas. Esa autoridad se la reservaba a los militares franceses.

Después de que la Ordenanza entrara en vigor, las autoridades españolas no podían detener a nadie sin el permiso del comandante de las tropas francesas en la zona. También se ordenó liberar a "todos los que hayan sido presos injustamente, y por ideas políticas, especialmente a los milicianos que regresen a sus casas". La Ordenanza también permitía a los oficiales franceses arrestar a cualquiera que no cumpliera con lo establecido. Además, toda la prensa quedaba bajo la supervisión de los militares franceses.

La Ordenanza decía lo siguiente:

NOS, LUÍS ANTONIO DE ARTOIS, hijo de Francia, duque de Angulema, comandante en Jefe del ejército de los Pirineos:

Conociendo que la ocupación de España por el ejército francés de nuestro mando me pone en la indispensable obligación de atender a la tranquilidad de este reino y a la seguridad de nuestras tropas, hemos decretado y decretamos lo siguiente: Artículo 1º.- Las autoridades españolas no podrán hacer ningún arresto sin la autorización del comandante de nuestras tropas en el distrito en que ellas se encuentren. Artículo 2º.- Los comandantes en jefe de nuestro ejército pondrán en libertad a todos los que hayan sido presos arbitrariamente y por ideas políticas, particularmente a los milicianos que se restituyan a sus hogares. Quedan exceptuados aquellos que después de haber vuelto a sus casas hayan dado justos motivos de queja. Artículo 3º.- Quedan autorizados los comandantes en jefe de nuestro ejército para arrestar a cualquiera que contravenga lo mandado en el presente decreto. Artículo 4º.- Todos los periódicos y periodistas quedan bajo la inspección de los comandantes de nuestras tropas. Artículo 5º.- El presente decreto será impreso y publicado en todas partes. Dado en nuestro cuartel general de Andújar a 8 de agosto de 1823. LUÍS ANTONIO.

Por S. A. R. el general en jefe, el mayor general, CONDE GUILLEMINOT.

El objetivo principal de la Ordenanza era mantener el orden y la moderación, y proteger a los oficiales y soldados del ejército constitucional que se habían rendido. El duque de Angulema también temía que la violencia incontrolada dificultara el fin de la guerra y que los liberales que aún tenían al rey Fernando VII pudieran tomar represalias. Sin embargo, algunos pensaron que la Ordenanza llegó demasiado tarde, cuando ya se habían cometido muchos abusos.

¿Qué pasó después de la Ordenanza?

El rechazo de los realistas y la reacción antifrancesa

La Ordenanza de Andújar fue completamente rechazada por los realistas y por el gobierno provisional que ellos habían nombrado. Consideraban que era una intromisión inaceptable en los asuntos internos de España. Esto provocó una gran reacción contra los franceses. Algunos historiadores dicen que fue casi una rebelión de la España absolutista contra los franceses.

Hubo protestas populares, probablemente impulsadas por el gobierno provisional, donde la gente gritaba "mueran los franceses". La reacción antifrancesa tuvo éxito. El 26 de agosto, el duque de Angulema tuvo que dar marcha atrás. Lo hizo a través de una "aclaración" de la Ordenanza, que en realidad la limitaba solo a los militares que se habían rendido.

El duque de Angulema estaba molesto con la actitud del gobierno provisional realista. Le escribió al conde de Villèle, jefe del gobierno francés, preguntándose si el dinero que se les daba a los realistas no se usaría para pagar grupos que lucharan contra los franceses. Reconoció que se había equivocado al creer que el Decreto era necesario.

Consecuencias de la anulación de la Ordenanza

La decisión de ceder ante la presión de los realistas significó un fracaso para la campaña francesa. Francia no pudo controlar las decisiones políticas de España, lo que demostró que no había logrado recuperar su estatus de gran potencia.

Después de que la Ordenanza de Andújar fuera debilitada, la violencia de los realistas continuó de forma muy intensa. Hubo muchos casos de arrestos injustos, ataques a cárceles y asesinatos de prisioneros. También hubo saqueos, incendios de casas, destierros, prohibiciones de salir de los hogares (excepto para ir a misa los domingos), ataques a miembros de la Milicia Nacional, profanaciones de tumbas, palizas y linchamientos.

Incluso el representante del Papa, Giacomo Giustiniani, expresó su preocupación. Escribió que en muchas ciudades había "muchas víctimas del furor popular" y que las prisiones se habían llenado de personas acusadas de liberalismo para evitar más derramamiento de sangre.

Esta violencia fue a menudo impulsada desde los púlpitos de las iglesias. Por ejemplo, en Roa, un fraile animó a la gente a atacar a los doscientos prisioneros liberales que había en la villa. Un cura de Sevilla escribió que a los liberales no se les podía combatir solo con oraciones, sino con "artillería a metralla".

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