Demonio para niños
En muchas religiones, creencias antiguas y folclore, un demonio es un ser sobrenatural. A menudo se le describe como algo que no es humano y que suele ser dañino. Sin embargo, la palabra original en griego, daimôn, era neutral. Al principio, para los antiguos griegos, no tenía un significado negativo.
Con el tiempo, especialmente en textos religiosos como el Nuevo Testamento, la palabra daimonion (δαιμόνιον) se usó para referirse a un "espíritu" o "ser espiritual". Más tarde, cualquier palabra parecida a daimôn empezó a asociarse con algo negativo.
En algunas religiones del Cercano Oriente y en las tradiciones Abrahámicas, como el cristianismo medieval, un demonio es un "espíritu impuro". Se cree que estos espíritus pueden influir en las personas. En el ocultismo occidental y la magia del Renacimiento, un demonio es una entidad espiritual que se podía invocar. En la literatura, muchos demonios son descritos como ángeles caídos.
Contenido
¿Qué es un Demonio?
Origen de la palabra "Daimon"
La palabra Daimōn (δαίμων) viene del griego antiguo. Significa "espíritu" o "poder divino". Es similar a los conceptos de numen o genio en la mitología romana. El diccionario Merriam-Webster dice que viene del verbo griego daiesthai, que significa "dividir" o "distribuir".
En las obras de Platón, un filósofo griego, la idea de un daimon se ve claramente. Él lo describe como la inspiración divina de Sócrates. Para diferenciar el concepto griego antiguo de la interpretación cristiana posterior, a veces se usa daemon o daimon.
La palabra griega original no tenía un significado de maldad. Por ejemplo, Eudaimonia (εὐδαιμονία) significa "buen espíritu" y también "felicidad". El significado negativo que conocemos hoy surgió con la Septuaginta. Esta fue una traducción al griego de la Biblia hebrea. Se basó en las creencias de las antiguas religiones semíticas. Este significado negativo pasó luego al koiné del Nuevo Testamento.
La idea de "demonio" en Occidente durante la Edad Media y después viene de la cultura popular romana antigua. Hoy en día, se discute cómo los conceptos griegos y romanos de daemons llegaron a la cultura cristiana. Es importante recordar que el término original se refería a una fuerza espiritual, no necesariamente a un ser sobrenatural dañino.
La existencia de demonios es una idea importante en muchas religiones y creencias actuales. En algunas culturas, la gente todavía teme a los demonios. Esto se debe en parte a la creencia de que pueden influir en seres vivos.
En algunas creencias occidentales modernas, un demonio puede ser una metáfora. Por ejemplo, "Choronzon, el demonio del abismo", puede representar procesos psicológicos internos. A veces se les llama "demonios internos".
Algunos expertos creen que gran parte de la demonología del judaísmo (como Asmodai) viene de una forma antigua de zoroastrismo. Esta idea se habría transmitido al judaísmo durante la época persa.
Otros usos de la palabra
Según la mitología griega, los daimones eran seres usados por los dioses griegos. Ellos llevaban mensajes, a veces noticias difíciles, a la gente. De ahí viene la idea de "mensajeros de lo malo". Los mensajeros (ángelos) llevaban mensajes entre los dioses.
Los filósofos griegos de la época de Sócrates, como Platón, decían que los daimones daban conocimiento y guiaban a los humanos. Platón lo menciona en La apología de Sócrates, diciendo que Sócrates siempre tuvo un dæmon a su lado.
Demonio como sinónimo de diablo
La palabra "demonio" también es un sinónimo de diablo. Viene del verbo griego diabál•ló, que significa ‘calumniar, falsear, mentir’. El significado de "diablo" se refiere a alguien que calumnia o miente.
A través del latín, la palabra griega dio origen al sustantivo español «diablo».
Expresión de la maldad humana
El término "demonio" también se usa para hablar de aspectos negativos o miedos internos de las personas. Estos pueden surgir de su conducta o instintos. Pueden causar daño a la persona o a otros. A esto se le llama "demonios internos". Es similar al concepto de Angra Mainyu en el zoroastrismo o Mara en el budismo.
Ideas psicológicas sobre los demonios
El psicólogo Wilhelm Wundt notó que en los mitos de demonios de todo el mundo, las acciones dañinas son las más comunes. Por eso, la gente suele creer más en demonios malos que buenos. Sigmund Freud pensó que la idea de los demonios viene de la relación de los vivos con los muertos. Él dijo que los demonios son vistos como espíritus de personas que murieron hace poco.
El psiquiatra americano M. Scott Peck escribió sobre el tema. Él describió casos de pacientes. En su libro Visiones del Diablo, Peck se interesó en el exorcismo. Quería entender si la creencia en espíritus malignos era un mito. Pero después de ver dos casos que no encajaban en la psicología o la psiquiatría, cambió de opinión. Peck concluyó que la influencia de estos seres era rara. Dijo que las personas afectadas no eran malas, sino que enfrentaban fuerzas negativas.
Demonios en diferentes tradiciones
Antiguo Cercano Oriente
Mesopotamia
En la mitología caldea, los siete dioses del mal eran conocidos como Shedu. Eran demonios de tormenta. Se les representaba como toros alados. El nombre "shed" también podía significar un espíritu protector en la magia babilónica.
Israel
La palabra "Shedu" llegó a los israelitas desde los caldeos. Los escritores de la Tanaj la usaron para referirse a los dioses cananeos. También hablaban de "el destructor" (Éxodo 12:23) como un demonio dañino. Se creía que su efecto sobre las casas de los israelitas podía evitarse con la sangre del sacrificio de Pascua. En 2 Samuel 24:16 y 2 Crónicas 21:15, al demonio que causaba enfermedades se le llama "El ángel exterminador". Se pensaba que estos "mensajeros de lo malo" (Salmos 78:49) seguían las órdenes de Dios y eran agentes de su ira.
Algunas creencias hebreas populares daban a los demonios cierta independencia. Se pensaba que venían del mundo inferior, no del cielo.
Los demonios hebreos eran vistos como causantes de daño. Se les atribuían enfermedades, especialmente las que afectaban el cerebro. Por ejemplo, se temía a "Shabriri", el demonio de la ceguera. Se creía que descansaba sobre el agua descubierta por la noche y causaba ceguera a quienes bebían de ella. También se mencionaban espíritus de la catalepsia, el dolor de cabeza, la epilepsia y las pesadillas.
Se suponía que estos demonios entraban en el cuerpo y causaban enfermedades. Para curarlas, se intentaba expulsar a los demonios con encantamientos y talismanes. Los esenios eran conocidos por esto. Josefo dijo que los demonios eran "espíritus de los malvados que entran en los hombres vivos y los matan". Pero podían ser expulsados con ciertas raíces. Él presenció un ritual y lo atribuyó al rey Salomón.
Biblia Hebrea
En la Biblia Hebrea hay dos tipos de seres: se'irim y shedim. Los se'irim ("seres peludos") eran criaturas parecidas a sátiros. Se les describe bailando en el desierto y son similares a los genios, como Dantalion.
Posiblemente, Azazel, los demonios parecidos a cabras del desierto, y Lilith pertenecen a esta clase. El espíritu que molestaba a Saúl (1 Samuel 16:14) pudo haber sido un demonio, aunque el Texto masorético dice que fue enviado por Dios.
Algunos shedim buenos se usaban en ceremonias cabalísticas (como el famoso "gólem de Praga"). Los shedim dañinos (mazzikin) a menudo eran asociados con la influencia en personas.
Judaísmo
Según algunas fuentes rabínicas, se creía que los demonios estaban bajo el mando de un rey. Este podía ser Asmodai o, según el antiguo Haggadah, "Samael, el ángel de la muerte". A veces, a un demonio se le llama "Satanás".
La demonología nunca fue una parte central de la teología judía. Los talmudistas y rabinos no dudaban de la existencia de los demonios. Solo pensadores como Maimónides y Abraham ibn Ezra negaron su existencia. Con el tiempo, su punto de vista se hizo más común en el judaísmo.
La demonología rabínica tiene tres tipos de demonios, aunque son difíciles de separar: los shedim, los mazziḳim ("dañadores") y los ruḥin ("espíritus"). También había lilin ("espíritus de la noche"), ṭelane ("espíritus de la tarde"), ṭiharire ("espíritus del mediodía") y ẓafrire ("espíritus de la mañana"). Además, se mencionaban "demonios que traen hambre" y "que causan tormentas y terremotos".
Cristianismo
La palabra "demonio" tiene varios significados en el cristianismo. Todos se relacionan con la idea de un espíritu que habita un lugar o acompaña a una persona. Aunque un daemon griego podía ser bueno o malo, la palabra griega es diferente de las ideas medievales de "demonio". Los expertos debaten cuándo los judíos y cristianos cambiaron el sentido griego. Algunas ramas cristianas también consideran a los ángeles caídos como demonios. Esta definición incluye a los Nephilim, descritos en el Génesis como "hijos de Dios" que dejaron el Cielo.
En el Evangelio de Marcos, Jesús expulsa muchos demonios o espíritus dañinos de personas enfermas. El poder de Jesús era mayor que el de los demonios. Él liberaba a las víctimas, expulsándolos y prohibiéndoles volver. Jesús también dio este poder a algunos de sus seguidores. Los demonios eran expulsados por la fe y al pronunciar el nombre de Jesús, según Mateo 7:22.
En el libro de los Hechos de los Apóstoles (cap. 19), unos hombres intentaron expulsar un espíritu poderoso usando el nombre de Jesús. Pero no creían en él, y esto tuvo consecuencias negativas. Sin embargo, Jesús nunca fue vencido por un demonio. Incluso derrotó a Satanás en el desierto cuando este intentó tentarlo (ver Evangelio de Mateo).
El libro de Apocalipsis 12:7-17 describe una batalla. El ejército de Dios lucha contra los seguidores de Satanás. Después, son expulsados del Cielo a la Tierra. Allí, vagan y luchan contra los humanos, especialmente contra los creyentes. En Lucas 10:18, Jesús menciona el poder que dio a sus discípulos. Dice que vio a Satanás "caer como un relámpago del cielo".
A principios del siglo V, Agustín de Hipona habló de los demonios. También dijo que los bendecidos se llaman en griego eudaimones, porque son almas buenas. Esto confirmaba su idea de que las almas de los hombres son daimones.
La Iglesia católica enseña que los ángeles y los demonios son seres reales y espirituales. No son solo símbolos de fuerzas naturales. La Iglesia tiene exorcistas que realizan estos ritos. Los exorcistas católicos enseñan que los demonios atacan a los humanos. Pero las personas pueden ser ayudadas y protegidas por el rito formal de exorcismo. Estos ritos deben ser autorizados por un obispo.
Basándose en las pocas referencias a los demonios en el Nuevo Testamento, especialmente en el Apocalipsis, escritores cristianos de los siglos posteriores crearon más creencias sobre los demonios. Estas ideas eran en gran parte independientes de las escrituras cristianas oficiales.
A lo largo de la historia cristiana, se han intentado clasificar a estos seres en diferentes jerarquías.
Según la demonología cristiana, los demonios fueron castigados para siempre. Nunca se reconciliarán con Dios. Otras ideas sugieren una reconciliación universal. En esta, Satanás, los ángeles caídos y las almas condenadas se reconciliarían con Dios. Esta idea se asocia con la Iglesia de la Unificación. En el pasado, Orígenes, Jerónimo y Gregorio de Nisa también mencionaron esta posibilidad.
En el cristianismo actual, los demonios son vistos como ángeles que se rebelaron contra Dios. Sin embargo, otras ideas en el cristianismo o el judaísmo enseñan que los demonios son el resultado de la unión entre ángeles caídos y mujeres. Cuando estos seres (Nephilim) murieron, sus espíritus quedaron sin cuerpo. Se cree que "vagan por la tierra buscando descanso" (Lucas 11:24). Muchos textos antiguos no oficiales describen esto. Esta creencia se repite en otras religiones y mitologías. Los cristianos que no aceptan esta idea dicen que los "Hijos de Dios" del Génesis 6 eran los descendientes de Set (hijo de Adán). Ellos se habrían unido con las "hijas de los hombres" (quizás descendientes de Caín).
Algunos dicen que el pecado de los ángeles fue el orgullo y la desobediencia. No pasaron una prueba que Dios les puso (algunos teólogos sugieren que fue adorar a Jesús-hombre, a quien consideraron inferior). Estos pecados causaron la caída de Satanás (Ezequiel 28) y sus seguidores. Si esto es cierto, las palabras "principado" en San Judas 6 significan que los demonios no estaban contentos con su lugar. Querían ser más importantes que el Hijo de Dios. Esta actitud habría causado su caída.
Tríada demoníaca
Algunos autores relacionados con el cristianismo han creado una idea de simetría. Comparan la Trinidad católica (Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo) con una tríada opuesta: Lucifer, Anticristo y Falso profeta.
Estos autores creen que la Trinidad tiene un proceso que empieza con el Padre creador, sigue con el Hijo salvador y termina con el Espíritu Santo que ilumina. Dicen que estas cualidades se reflejan en la tríada inversa: Lucifer el destructor, luego el Diablo que pervierte (que sería el Anticristo), y finalmente Satán que oscurece.
Arabia preislámica
La mitología preislámica no distinguía entre dioses y demonios. Los genios (o "djinn") eran vistos como divinidades menores con muchas características humanas. Comían, bebían y tenían hijos, a veces con humanos. Los genios olían y lamían cosas, y les gustaban los restos de comida. Usaban la mano izquierda para comer. Solían vivir en ruinas, desiertos y lugares abandonados. Los cementerios y lugares sucios eran sus favoritos. Cuando se aparecían a los humanos, a veces tomaban forma de animales o de personas.
En general, los genios eran pacíficos y amables con los humanos. Se creía que más de un poeta preislámico había sido inspirado por un buen genio. Pero también había genios dañinos que intentaban herir a los humanos.
Islam

El islam reconoce la existencia de los genios (yinn). Son seres con libre albedrío que pueden vivir junto a los humanos. No todos son malos como los demonios del cristianismo. En el islam, a los genios malos se les llama shaiatín, o demonios. Iblis (Satanás) es su líder. Iblis fue el primer genio que desobedeció a Dios. Según el islam, los genios fueron creados del fuego (los ángeles de la luz y los humanos de arcilla).
Según el Corán, cuando Dios creó a Adán de arcilla, ordenó a todos los ángeles y a Iblis que se inclinaran ante Adán. Esto era porque los humanos eran superiores a otras creaciones de Dios. Iblis, por celos, dijo que los genios eran superiores porque eran de fuego y los humanos de arcilla. Así desobedeció a Dios.
Adán fue el primer profeta y el líder de la humanidad, la mayor creación de Dios. Iblis no pudo soportarlo y se negó a reconocer a una criatura hecha de "barro". Por eso, Dios condenó a Iblis al infierno. Iblis pidió una tregua hasta el Día del Juicio Final. Prometió intentar desviar a la humanidad y negar la existencia de su creador. Dios respondió que Iblis solo podría engañar a los que no creyeran de corazón. Advirtió que Iblis y sus seguidores serían castigados en el infierno.
Adán y Eva (Hawwa en árabe) fueron engañados por Iblis para comer del fruto prohibido. Por eso, salieron del jardín del Edén.
La palabra "genio" en español viene del francés "génie", que a su vez viene del latín "genius". No tiene relación directa con la palabra árabe "yinn", aunque suenan parecido.
Hinduismo
La mitología hinduista tiene muchos tipos de espíritus que se clasifican como demonios. Estos incluyen vetalas, yakshas, bhutas y pishachas. A menudo, los rakshasas y los asuras se entienden como demonios.
Asura
En la religión hinduista, el concepto de "asura" se usa para seres que en Occidente se llamarían demonios. Al principio, en los primeros himnos del Rig-veda (un texto antiguo de la India), "asura" significaba cualquier espíritu sobrenatural, bueno o malo. La palabra asura, que representa seres celestiales, se convirtió en la palabra Ahura (Mazda), el dios supremo del zoroastrismo. El hinduismo antiguo dice que los "devas" (espíritus buenos) y los asuras son hermanos. Son hijos del mismo padre, Kasiapa. Pero algunos devas, como Varuna, también son llamados Asuras. Más tarde, en el hinduismo, "asura" pasó a significar solo seres poderosos y posiblemente dañinos. Sin embargo, palabras como asura (no sura), daitia (hijos de la madre Diti) y Rakshasa (que no protege) se traducen incorrectamente como "demonios" en inglés.
Los Asuras aceptan y adoran a los dioses, especialmente a la trinidad hindú. Algunos rakshasas, como Ravana y Mahabali, son buenos ejemplos. A menudo, la lucha entre "asuras" y "devas" es política. Los devas mantienen el orden en los reinos de poder. Los Asuras suelen obtener o mejorar sus poderes a través de la penitencia a los dioses y luchando contra los devas. A diferencia de la idea cristiana de los demonios, los asuras no causan la maldad o la infelicidad humana. La infelicidad humana, según el hinduismo, se debe a nuestras propias acciones (Karma) o a la falta de conocimiento de Brahman. Los Asuras no están fundamentalmente en contra de los dioses ni intentan tentar a los humanos. De hecho, los asuras, como los devas, adoran a los dioses del hinduismo. Muchos Asuras han recibido favores de Brahma, Vishnu y Shiva después de hacer penitencia. Esto es muy diferente de la idea occidental de demonios como un ejército rival de Dios.
En las escrituras hindúes, los "Asura" piadosos e iluminados, como Prahlada y Vibhishana, no son raros. Prahlada incluso dice que la iluminación está asegurada para toda su familia (de asuras). Se dice que todos los asuras, a diferencia de los devas, nacen de mortales (aunque se esfuerzan por ser inmortales). Mucha gente interpreta a los "Asura" como símbolos de las pasiones negativas en la mente humana. También hubo casos de Asuras que querían poder y desafiaron a los Dioses. Pero al final, fueron derrotados y buscaron el perdón (ver Surapadman y Narakasura).
Karma y espíritus dañinos
El hinduismo cree en la reencarnación y la transmigración de las almas según su Karma. Las almas de los muertos son juzgadas por Yama. Reciben castigos antes de volver a nacer. Los humanos que han cometido grandes errores están destinados a vagar por el mundo como espíritus, a menudo dañinos, por un tiempo antes de reencarnar. Muchos tipos de estos espíritus (vetalas, pishachas, bhutas) se pueden ver en los textos hindúes. En cierto modo, se les considera demonios.
Bahaísmo
En la fe bahaí, que nació en Persia, no se cree en demonios como espíritus malos independientes. Todos los espíritus malignos descritos en otras religiones (como Satanás, ángeles caídos y genios) son metáforas. Representan características negativas que una persona puede desarrollar. Estas aparecen cuando la persona se aleja de Dios y sigue sus deseos más básicos. La creencia en fantasmas y espíritus de la tierra se rechaza y se considera superstición.
Historia de la idea del Demonio
La idea del demonio en la cultura occidental ha cambiado con las diferentes épocas y creencias.
Antigüedad
La idea más común en Occidente es la judeocristiana. Según esta, los demonios son espíritus del mal que pueden influir en los seres humanos. El escritor cristiano del siglo III Orígenes también dijo que los espíritus malos "producen plagas, malas cosechas, tormentas y desastres". Para el cristianismo, los demonios son espíritus impuros, seguidores de Satanás. Satanás es el "príncipe de este mundo" y enemigo de Dios y sus ángeles. Se identifica a Satanás como el Ángel caído, que se rebeló contra Dios.
Sin embargo, en otras culturas, los demonios no siempre son vistos como seres malos. Los griegos, por ejemplo, dividían a los daimones en buenos y dañinos: agatho démones y caco démones (κακοδαίμονες). Se dice que los griegos y romanos creían en un daimon llamado Sharock, identificado con una X. Los agatodémones son como los ángeles protectores del judaísmo. Los cacodémones serían los ángeles caídos de la tradición judeocristiana. Un ejemplo es Lucifer, líder de los demonios, que el cristianismo identifica con Satanás.
Edad Media
En la Edad Media, la idea del demonio siguió desarrollándose.
El Renacimiento
Aunque no hay una regla fija sobre la demonología en el Renacimiento, el interés en la cultura clásica griega y romana, la filosofía y la ciencia, llevó a experimentar con prácticas que se creían precristianas. Un ejemplo notable en la cultura popular es "La leyenda de Fausto".
Edades Moderna y Contemporánea
En los siglos XVI y XVII, Europa vivió un gran interés en el diablo. La imagen occidental del demonio, con el Diablo cristiano como su figura principal, creció mucho al principio de la era moderna. Después de la Edad Media, la sociedad europea había cambiado. La gente estaba preocupada por cosas nuevas, como el descubrimiento de nuevas tierras o el impacto de la Reforma. Buscaban una explicación para la vida y los peligros.
La idea de que el Diablo, como Dios, estaba en todas partes, dominó la imaginación europea durante casi toda la Edad Media. Pero a finales del siglo XV, una nueva creencia se hizo fuerte: la existencia de seres no del todo humanos con un poder dañino enorme. Estas eran las brujas. Aunque parecían inofensivas, se las veía como enemigas ocultas en la sociedad.
Según los teólogos, las brujas tenían habilidades sobrehumanas, como volar. Volar simbolizaba la libertad y la capacidad de ir más allá de la naturaleza humana. Pero las brujas también se relacionaban mucho con los animales.
La triple naturaleza (humana, animal y sobrenatural) de las brujas las hacía seres complejos. Su existencia desafiaba las ideas de la civilización. Impedían definir dónde empezaba y terminaba lo humano.
La diferencia entre la bondad humana y la perversión animal era una idea de la élite occidental. Era una cultura cristiana, mayormente religiosa. Sus bases se habían fortalecido mucho después de las Reformas religiosas del siglo XVI.
La cercanía del demonio al hombre, reflejada en la idea del pecado, hizo que la figura de la bruja fuera más importante. Esto dio a los teólogos razones para luchar contra estos seres. La persecución de brujas se vio como una defensa de la civilización cristiana europea.
El miedo a uno mismo
Para la mayoría de los europeos, después de las luchas religiosas y con las ideas luteranas y calvinistas, Dios se volvió un ser cercano pero invisible. Era terrible y vengador, y se acercaba al hombre para imponerle su ley. Pero esto también significaba que el Demonio estaba más cerca. Era más presente y dañino, porque actuaba con permiso divino para castigar los pecados o tentar al hombre.
Desde mediados del siglo XVI, comenzó una época de gran preocupación. El mundo se veía como un lugar lleno de calamidades, bajo la mirada severa de Dios. Tanto católicos como protestantes creían ver un abismo infernal abriéndose bajo sus pies. Pensaban que el Demonio aprovechaba cada oportunidad para entrar en ellos. Este sentimiento de culpa llevó a buscar pruebas de que el Creador no había abandonado a los hombres. En una Europa dividida, la difusión de estas ideas entre las clases altas llevó a una visión cultural unificada en torno a la figura de Satanás.
En la historia, el peso de la culpa personal aumentó mucho para los cristianos más conscientes... Al seguir su rastro en la imaginación, se puede ver un mito más grande que la forma religiosa y moral que lo promovió: el de la responsabilidad total del individuo. La imagen de un Dios terrible, interesado en cada acción humana, tenía como contraparte a un demonio de poder extraordinario que seguía cada paso de la persona. Este proceso de hacer el pecado personal e interno fue la base de la modernización de Occidente.
Durante este tiempo, la literatura sobre el Demonio, especialmente en Francia y Alemania, mostraba al Demonio, como a Dios, muy cerca del hombre. Tenía la capacidad de influir en la actitud humana y castigar los pecados con permiso del Creador.
El Demonio aparecía como protagonista en muchas historias donde la psicología humana tenía que enfrentar sus propios desafíos. Pero, con el tiempo, la figura del demonio infernal, terrible y gesticulante, fue perdiendo fuerza. Dio paso a historias donde aparecía como un personaje ridículo, del que el hombre y su astucia podían burlarse fácilmente.
Aunque el miedo al demonio no desapareció de inmediato, finalmente perdió su poder. Para la alta sociedad del siglo de los filósofos, el Demonio era cada vez menos necesario como referencia al pecado. Lo fantástico surgió de la diferencia entre la creencia en demonios del pasado y la realidad más alegre, indiferente o atea del siglo de la Ilustración. ¡El pobre demonio vería su "sol negro" palidecer!
El ocaso del Demonio
A pesar de su declive, la imagen del Diablo no desapareció de repente en Occidente. Aunque hubo una tregua intelectual entre racionalistas y pensadores tradicionales, el Demonio perdió su poder lentamente. Europa estaba cambiando profundamente. El fin de las grandes crisis religiosas, el surgimiento de los Estados nacionales y el avance de la ciencia, junto con las nuevas ideas de la Ilustración, alejaron a la gente del miedo a un demonio aterrador y a un infierno espantoso. Desde la época de Descartes hasta el inicio del Romanticismo, Occidente conoció diferentes figuras del Diablo. Terminaba un ciclo en el que el Demonio había dominado las mentes de todos. Sin embargo, el escepticismo no pudo detener la fobia a los demonios que hubo entre 1580 y 1630-1640. Los pensadores de esa época no creían en lo imposible. El mundo era visto como un universo mágico, lleno de una divinidad omnipresente que controlaba al Demonio. Pero le permitía actuar, dentro de límites estrictos, sobre los seres humanos imperfectos y pecadores.
A finales del siglo XVII y principios del XVIII, la imagen del demonio se fragmentó. Hubo una "revolución mental" que se reflejó en los títulos de las obras publicadas. Los autores empezaron a cuestionar el poder de Satanás. Sin embargo, la verdadera razón del declive de la creencia en el Diablo no fue solo por los pensadores audaces. Fue por un cambio radical en la relación entre la religión y otros aspectos de la vida humana. Cuando Descartes empezó a estudiar la Metafísica para probar la existencia de Dios, el Demonio dejó de ser solo un tema teológico. Entró en el ámbito de la filosofía y la literatura. En este momento, el Demonio perdió su realismo. Fue Spinoza quien negó explícitamente la posibilidad de que existieran los demonios. El filósofo holandés los consideraba ficciones. Decía que el hombre los inventó para explicar las causas de las emociones negativas (odio, envidia, ira) y los males.
Desde el último tercio del siglo XVII, cada persona veía al Diablo a su manera. Satanás no había perdido la batalla para todos. Muchos que creían en demonios seguían afirmando su presencia en el mundo. Discutían con sus oponentes, que eran cada vez más. Sin embargo, el Demonio dejó de estar en las prácticas sociales. Se refugió en los símbolos y mitos.
El Demonio en el arte
El Demonio en las artes visuales
El Demonio en el cine y la televisión
En el cine, la figura del demonio ha sido muy impactante. Películas como El Exorcista (1973), dirigida por William Friedkin, con Linda Blair y Max von Sydow, se han vuelto muy conocidas. Tratan sobre la influencia de seres malignos en personas. Otra película similar es El exorcismo de Emily Rose, sobre una joven alemana. También está "El rito", basada en un caso real en el Vaticano.
En el humor, el Demonio ha aparecido en películas como The Devil's Advocate (1997), con Al Pacino como Satanás. También en Constantine (2005), con Keanu Reeves como un cazador de demonios.
En historias apocalípticas, el Demonio ha sido representado en películas como La profecía (1976), sobre el Anticristo. Y en End of Days (1999), donde Arnold Schwarzenegger se enfrenta a los planes de Satanás.
En comedia, se le ha visto en Al Diablo con el Diablo (2000), donde Elizabeth Hurley interpreta al Demonio.
En la serie de televisión Charmed, los demonios son los enemigos de las hermanas. Hay diferentes tipos de demonios, algunos más poderosos que otros. La Fuente de todo Mal es uno de los más importantes.
Los demonios también se mencionan mucho en la serie de televisión Supernatural.
El Demonio en las historietas
En las historietas, los demonios han aparecido de muchas formas. La mayoría de las editoriales tienen personajes demoníacos. Un ejemplo es Etrigan el Demonio, un superhéroe de DC Comics. Etrigan es un demonio del infierno que a menudo ayuda a las fuerzas del bien.
En Latinoamérica, el Demonio ha aparecido en la historieta chilena "El Siniestro doctor Mortis". Publicada desde 1966, cuenta las aventuras de un demonio que busca controlar a la humanidad.
El Demonio en la literatura
El Demonio, identificado con Satanás, es el personaje principal del poema épico El Paraíso perdido de John Milton (siglo XVII). Más tarde, a principios del siglo XIX, el demonio Mefistófeles es un personaje importante en la obra Fausto de Johann Wolfgang von Goethe.
Véase también
En inglés: Demon Facts for Kids
- Angel
- Demonología
- Demonio (religión)
- Demon (mitología)
- Demonización
- Categoría:Demonios
- Categoría:Demonología
- Los endemoniados obra de Fiódor Dostoyevski.
- Daeva
- Asura
- Qlifot
- Arconte
- Wekufe