Mujeres en la química para niños
Las mujeres han contribuido a la química desde hace muchísimo tiempo, incluso antes de que se conociera como tal. La primera química de la que se tiene registro fue Tapputi-Belatekalllim, una fabricante de perfumes en la antigua Mesopotamia alrededor del año 1200 a. C. También se cree que la primera alquimista, María la Judía, vivió en el siglo II d. C. en Alejandría. A ella se le atribuyen inventos importantes para la destilación y el famoso "baño María".
En la era moderna, mujeres como Marie Curie han dejado una huella imborrable. Marie Curie fue la primera mujer en ganar un Premio Nobel, recibiendo el de Física en 1903 y el de Química en 1911. Más recientemente, Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna también ganaron este prestigioso premio en 2020.
Contenido
- Pioneras de la Química: Mujeres en la Antigüedad
- Mujeres Químicas en la Edad Media
- Contribuciones en los Siglos XVI y XVII
- Avances en el Siglo XVIII
- El Siglo XIX: Nuevas Oportunidades y Desafíos
- De 1900 a la Segunda Guerra Mundial: Grandes Descubrimientos
- De la Segunda Guerra Mundial a la Actualidad
- Químicas Destacadas en Latinoamérica
- Galería de imágenes
- Véase también
Pioneras de la Química: Mujeres en la Antigüedad
¿Quién fue Tapputi-Belatekallim?
Tapputi-Belatekallim es la primera química conocida en la historia. Su nombre aparece en una tablilla de arcilla de Mesopotamia, que data de aproximadamente el año 1200 a. C. Esta tablilla la describe como una experta fabricante de perfumes en la ciudad de Assur.
Se cree que Tapputi escribió el primer libro sobre perfumería, aunque este se perdió. Ella usaba técnicas avanzadas como la destilación, el macerado en frío y la extracción de esencias. También desarrolló métodos para usar líquidos como agua destilada y alcohol de grano para crear perfumes que duraran más tiempo.
¿Qué inventó María la Judía?
Se considera a María la Judía como la primera alquimista. Vivió en Alejandría, Egipto, alrededor del siglo II d. C.. Aunque sus escritos originales no se conservan, otros alquimistas la citaron, como Zósimo de Panópolis en los siglos III y IV d. C..
En sus trabajos, María describió procesos que fueron clave para la alquimia medieval. Se le atribuye la invención de dos aparatos de destilación: el kerotakis y el tribikos. También se le conoce por el procedimiento llamado "baño María", que todavía se usa hoy en día para calentar sustancias de forma suave.
Cleopatra la Alquimista: ¿Quién fue?
Cleopatra la Alquimista fue una científica que vivió en el Egipto romano en el siglo I o siglo II d. C.. Es importante no confundirla con la famosa reina Cleopatra VII.
Ella aparece en un texto llamado "Diálogo de Cleopatra del Libro de Komarios". En este escrito, usaba historias de la mitología egipcia para explicar procesos químicos. Sus ideas fueron muy citadas por otros alquimistas. Algunos le atribuyen la invención del alambique, un aparato para destilar. Según Zósimo de Panópolis, Cleopatra, junto con María la Judía, conocía secretos importantes de la alquimia.
Mujeres Químicas en la Edad Media
Perenelle Flamel: ¿Una alquimista legendaria?
Perenelle Flamel fue una mujer francesa que vivió entre 1320 y 1397. Fue la esposa de Nicolás Flamel. Se sabe poco de su vida, y no hay pruebas claras de que ella y Nicolás fueran alquimistas. Sin embargo, se sabe que ayudaron a financiar la construcción de iglesias y hospitales.
Su fama como alquimista surgió mucho después de su muerte, gracias a un libro del siglo XVII llamado "Libro de figuras jeroglíficas", que destacaba su papel. La leyenda cuenta que Perenelle se volvió inmortal gracias a los poderes de la alquimia.
Contribuciones en los Siglos XVI y XVII
Isabella Cortese y los secretos de la alquimia
Durante el Renacimiento, comenzaron a aparecer libros impresos sobre alquimia escritos por mujeres. El más antiguo conocido es "I Secreti" (Los secretos), publicado en 1561 por Isabella Cortese. Se sabe muy poco de su vida, pero parece que pertenecía a la nobleza de Venecia.
En su libro, Isabella decía haber aprendido alquimia mientras viajaba por Europa Oriental. Su interés principal era la creación de perfumes, cosméticos, perlas artificiales, esencias y aceites. Su obra forma parte de la "literatura de secretos", que eran colecciones de fórmulas y recetas alquímicas.
Mary Sidney Herbert: Química y medicina
Mary Sidney nació en Inglaterra el 27 de octubre de 1561. Recibió una educación completa que incluía música, bordado y lenguas como el francés y el italiano. Además de las artes, Mary tenía un laboratorio de química en su casa, Wilton House, donde desarrollaba medicinas.
En esa época, sus trabajos combinaban la alquimia con la farmacia. Lamentablemente, Mary Sidney no dejó un diario, por lo que no se conocen los detalles de sus experimentos.
Marie le Jars de Gournay y sus estudios químicos
Marie le Jars de Gournay, nacida en Francia, fue una figura importante en la cultura francesa del siglo XVII. Dedicó gran parte de su vida a viajar, traducir y escribir sobre la igualdad entre hombres y mujeres.
A los 50 años, escribió "La copie de la vie de la Demoiselle de Gournay", donde describía sus experimentos químicos. Por ejemplo, contaba cómo usaba pequeñas cantidades de oro, cobre, plomo, hierro, mercurio y estaño para estudiar su composición. También investigaba sales como el vitriolo o los cloruros.
Margaret Cavendish: Pionera en la ciencia ficción
Margaret Cavendish, Duquesa de Newcastle, participó en importantes debates científicos sobre la materia, el movimiento y la existencia del vacío. Fue una escritora prolífica, publicando diez libros sobre lo que hoy conocemos como física.
Fue la primera mujer en ser aceptada en la Royal Society de Londres, una prestigiosa sociedad científica. En 1667, asistió a una sesión de experimentos de Robert Boyle. Su obra "New Blazing World" (1666) es considerada la primera novela de ciencia ficción y la primera obra firmada por una mujer en Europa.
Marie Meurdrac y la química para el hogar
Marie Meurdrac fue la autora de "La Chymie charitable et facile en favour des dames" (La química útil y fácil para las damas), publicado entre 1665 y 1666. Este libro ofrecía una gran variedad de medicinas caseras y productos de belleza que se podían preparar en casa.
La obra de Meurdrac es uno de los pocos tratados alquímicos que se consideran un paso hacia la química moderna. El libro está dividido en seis partes e incluye tablas de símbolos alquímicos y de pesos. Fue tan exitoso que tuvo varias ediciones en francés, alemán e incluso una en italiano.
Avances en el Siglo XVIII
Émilie du Châtelet: Una mente brillante en la ciencia
Émilie du Châtelet (1706-1745) hizo contribuciones muy importantes a la química. Siempre tuvo una gran pasión por el estudio de las ciencias. Después de casarse y tener a su tercer hijo, a los 27 años, Émilie decidió dedicarse por completo a la ciencia.
Sus actividades la hicieron conocida en la comunidad intelectual, lo que la llevó a tomar clases de matemáticas y física con los profesores más destacados de la época. En esos años, la química aún no era una ciencia tan reconocida como hoy. Se reencontró con Voltaire, quien se convirtió en su compañero y admirador. Con la fortuna de Voltaire, pudieron financiar la reconstrucción de la biblioteca en el castillo de Cirey, donde Émilie llegó a tener más de 20 mil libros y un laboratorio para sus experimentos.
Uno de los primeros trabajos de Émilie fue un estudio sobre la naturaleza del fuego, donde concluyó que el fuego no tiene peso. También se descubrió la radiación infrarroja en este estudio. Fue presentado a la Academia de Ciencias Francesa en 1737, pero no ganó el premio. Años después, Voltaire lo publicó, y este estudio fue muy importante para científicos de la época, ayudando a entender el oxígeno y la teoría del calor.
En 1740, su hijo publicó sus "Lecciones de Física". Estas obras no se publicaron en academias porque la comunidad intelectual lo impedía, argumentando que Émilie era mujer.
La obra a la que dedicó sus últimos años fue la traducción de "Principia Mathematica" de Isaac Newton. Émilie falleció al dar a luz a su hijo. Su obra fue terminada y publicada por Voltaire, y fue crucial para difundir las ideas de Newton en Europa, impulsando la revolución científica.
Elizabeth Fulhame: Experimentos con metales
Elizabeth Fulhame fue una química inglesa de la que no se sabe mucho sobre su vida. Se conoce que vivió en la segunda mitad del siglo XVII y que su esposo era el doctor Thomas Fulhame.
Ella es la autora del libro "Ensayo sobre la Combustión", publicado en 1794. En este libro, describió detalladamente experimentos sobre cómo reducir sales metálicas en soluciones y explicó la teoría detrás de ellos. Sus experimentos fueron repetidos y confirmados por Rumford, lo que le dio un gran reconocimiento en la comunidad química de su tiempo. Su obra fue traducida al alemán en 1798. En 1810, fue nombrada miembro honorario de la sociedad de química en Filadelfia.
En su libro, Elizabeth definió la oxidación como la unión del oxígeno con un material que puede arder, y la reducción como el proceso inverso. También sugirió que en cualquier combustión, el agua se descomponía.
Mary Amelia Swift y Almira Lincoln Hart Phelps: Educadoras de la ciencia
Mary Amelia Swift (1786-1834) y Almira Lincoln Hart Phelps (1793-1884) fueron profesoras con experiencia directa en cómo hacer que la ciencia fuera atractiva para los niños. Esto las diferenciaba de muchos autores masculinos de libros de ciencia, que solían ser científicos sin experiencia docente.
Sus estilos eran distintos: Phelps era directa al presentar los hechos científicos, mientras que Swift usaba un método de preguntas y respuestas para enseñar.
El Siglo XIX: Nuevas Oportunidades y Desafíos
Para entender las contribuciones de las mujeres a la química en el siglo XIX, no solo debemos considerar la educación formal. Aunque las mujeres empezaron a ser admitidas en instituciones de educación superior, el acceso a clases avanzadas de ciencia era limitado. Por eso, el estudio de sus aportaciones incluye también las contribuciones individuales a grandes descubrimientos científicos, como el de Rosalind Franklin al estudio del ADN.
Un ejemplo es la historia de Marie Anne Pierrette Paulze, esposa de Antoine Lavoisier. Ella compartió su pasión por la química, una rama del conocimiento que juntos ayudaron a convertir en una ciencia moderna. Poco después de casarse, Marie se interesó en los experimentos de Lavoisier. Para entenderlos, tomó clases de química con Antoine y sus colaboradores. También aprendió inglés y dibujo, lo que le sirvió para traducir trabajos y dibujar esquemas.
Una de sus traducciones más importantes fue la del "Ensayo sobre el Flogisto" de Richard Kirwan, que Antoine usó para refutar la teoría del flogisto. En la obra "Traité élémentaire de Chimie", se pueden ver los grabados hechos por Marie, que incluyen diagramas detallados de los aparatos de laboratorio. Marie no solo dibujaba o traducía, sino que era una compañera de trabajo en el laboratorio de Antoine.
A partir del siglo XIX, las mujeres fueron admitidas por primera vez en universidades. La ciencia se hizo más profesional y se especializó en las universidades. Mientras que las ofertas académicas en química para hombres crecían, la mayor parte de la formación científica para niñas y mujeres se daba en casa. Fue hasta la década de 1820 que se establecieron universidades para mujeres y universidades mixtas en Estados Unidos.
En las universidades mixtas, establecidas en la década de 1830, a las mujeres se les asignaban a menudo tareas domésticas como limpieza y cocina. También se esperaba que contribuyeran al bienestar emocional de los estudiantes varones. Esto significaba que, en muchos casos, la educación mixta no implicaba que las mujeres fueran vistas como colegas intelectuales de los hombres.
Con la apertura de universidades para mujeres en la segunda mitad del siglo XIX en Estados Unidos, surgió una nueva generación de científicas. Una de ellas fue Ellen Swallow Richards, quien a los 25 años ingresó en Vassar, una universidad para mujeres, donde se graduó en química y también estudió astronomía y física. En 1868, fue admitida en el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Aunque realizó una investigación original para un doctorado, el MIT no le otorgó el título, solo le dio la oportunidad de enseñar y seguir estudiando. Al terminar, trabajó como instructora de laboratorio sin sueldo, lo que la obligó a buscar otros trabajos en la institución, como preparar comidas o limpiar.
Ellen también creó y supervisó un laboratorio de química para mujeres en el MIT. Comenzó a hacer análisis en Boston, estableciendo estándares de calidad que luego se aplicarían en otras ciudades de Estados Unidos. Estudió los sistemas de alcantarillado de la ciudad y promovió su mejora para controlar la propagación de enfermedades. En 1882, publicó su obra "La química de la cocina y de la limpieza", entre otras importantes contribuciones a la aplicación de la química.
A pesar de las dificultades para que las mujeres se integraran en las instituciones educativas, se fundaron seminarios con niveles educativos comparables a los de los hombres, como el de Mary Lyon, una genetista británica que logró popularizar el estudio de las ciencias entre las mujeres a través de sus clases y sus muchos libros.
Otra química destacada del siglo XIX es Clara Immerwahr, una química alemana y esposa de Fritz Haber. Con él, desarrolló el proceso Haber-Bosch, un método para producir amoníaco que permitió una mayor producción de fertilizantes. Por este trabajo, Haber ganó un premio Nobel. Clara Immerwahr fue la primera mujer en obtener un doctorado en química. Después de tener a su hijo, se dedicó casi por completo a las tareas del hogar, lo que le causó insatisfacción, como se ve en algunas de sus cartas.
De 1900 a la Segunda Guerra Mundial: Grandes Descubrimientos
A principios del siglo XX, estudiar en una universidad no era fácil para las mujeres. Se necesitaban condiciones especiales y superar muchos prejuicios sociales. En el ámbito científico, esto era aún más difícil, ya que no se aceptaba la presencia de mujeres en ciencias complejas como la química.
Una de las mujeres más famosas en química es Marie Curie, quien ganó dos premios Nobel. En 1903, recibió el de Física junto a su esposo Pierre Curie. Luego, en 1911, obtuvo su segundo Nobel, esta vez en Química, por descubrir los elementos polonio y radio, y por lograr aislar el radio puro. Fue la primera mujer en ganar un Nobel en este campo. También fue la primera mujer en ser profesora en la Universidad de París y en dirigir un laboratorio allí.
May Sybil Leslie (1887-1937) fue una mujer que desafió las normas de su época. Logró la excelencia científica trabajando con Marie Curie y Ernest Rutherford. Su investigación se centró en obtener datos sobre el torio, que luego publicó en varios artículos.
Es reconocida por ser la única mujer en recibir un doctorado en la Universidad de Leeds durante la Primera Guerra Mundial. Su contribución a la guerra fue la mejora en la fabricación de ácido nítrico a gran escala, lo que ayudó en la producción de materiales. Más tarde, trabajó como profesora en el departamento de Química de la Universidad de Leeds y se dedicó a la investigación. Su trabajo fue olvidado por mucho tiempo hasta que Geoff Rayner-Canham y Marelene Rayner-Canham estudiaron a las mujeres pioneras en la ciencia nuclear y mencionaron su aporte en la guerra en un libro.
Durante la Primera Guerra Mundial, muchas mujeres estudiaron química en la Universidad de Aberdeen en Escocia. Sin embargo, después de la guerra, este número disminuyó drásticamente.
En 1918, al finalizar la Primera Guerra Mundial, Lise Meitner y Otto Hahn descubrieron el efecto Auger y un isótopo del protactinio al estudiar su desintegración radiactiva.
Entre 1932 y 1933, Lise Meitner encontró un positrón, una antipartícula del electrón. Este descubrimiento ayudó a entender mejor el espectro gamma y beta, así como las partículas alfa de largo alcance. Lise Meitner fue reconocida por su trabajo al nombrar el elemento químico 109 en su honor como meitnerio (Mt).
En 1919, Ida Tacke-Noddack fue una de las primeras mujeres alemanas en obtener un doctorado por su investigación sobre los anhídridos de ácidos grasos. La Universidad Técnica de Berlín le otorgó este reconocimiento. Más tarde, en 1925, descubrió el elemento químico renio junto a su esposo Walter Noddack. El renio es un elemento raro y uno de los últimos en encontrarse de forma natural.
En 1934, Ida Tacke-Noddack propuso el proceso de fisión nuclear. Sin embargo, su investigación no fue tomada en serio por ser mujer, lo que llevó a que Lise Meitner y Otto Hahn recibieran el mérito de este descubrimiento en 1939. Ida fue nominada tres veces al premio Nobel de Química, pero nunca lo ganó.
En 1935, Irène Joliot-Curie, hija de Marie Curie, ganó un premio Nobel de Química junto a su esposo Frédéric Joliot. Lo obtuvieron por descubrir que era posible producir elementos radiactivos de forma artificial, lo que fue un gran avance para la época y para aplicaciones en medicina.
Después, Irène fue nombrada subsecretaria de estado para la investigación científica y obtuvo una cátedra. Logró combinar su vida profesional con la maternidad sin problemas, siendo un ejemplo en un tiempo en que se creía que las mujeres no podían tener una carrera profesional y ser madres al mismo tiempo.
En 1939, a Marguerite Perey se le atribuyó el hallazgo del último elemento descubierto de forma natural, al que llamó francio en honor a su país. Con este logro, se convirtió en la primera mujer en ser miembro de la Academia de Ciencias Francesa.
De la Segunda Guerra Mundial a la Actualidad
Muchos científicos de origen judío tuvieron que huir de la Alemania nazi para seguir trabajando. Un ejemplo es la austriaca Marietta Blau (1894-1970), quien se estableció en México durante el Holocausto. En 1938, consiguió un puesto en el Instituto Politécnico Nacional con la ayuda de Albert Einstein, quien la recomendó. Blau publicó 81 artículos a lo largo de su carrera. Fue pionera en usar el método fotográfico para registrar partículas subatómicas, un trabajo por el que fue nominada dos veces al Nobel de Física.
La química se fue uniendo cada vez más con otras ciencias, como la medicina. En 1950, Thérèse Tréfouël y su esposo Jacques fueron nominados al Nobel de Química por descubrir una nueva clase de agentes antibacterianos, las sulfonamidas. Thérèse fue nombrada directora de laboratorio del Institut Pasteur en Francia en 1955. Otro ejemplo es Martha Chase, quien junto a Alfred Hershey realizó experimentos en 1952 para demostrar que el ADN es la base del material genético. Este método se conoce como el experimento de Hershey y Chase. Alfred Hershey ganó el Nobel de Fisiología o Medicina en 1969 por sus descubrimientos sobre las estructuras genéticas de los virus, pero Chase no recibió el premio.
Sin embargo, el trabajo de Gerty Theresa Cori fue muy importante en su época. Ella ganó el premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1947, siendo la tercera mujer en obtener un Nobel en una disciplina científica, después de Marie e Irène Curie. Es importante mencionarla en la historia de las mujeres en la química porque su investigación se centró en cómo el glucógeno se convierte en ácido láctico en los músculos y luego se almacena como fuente de energía. Este descubrimiento amplió la aplicación de la bioquímica en la medicina de la época.
Otra científica que, aunque no se dedicó directamente a la química, contribuyó de forma indirecta fue María Goeppert-Mayer. Ella ganó el Premio Nobel de Física en 1963 por proponer el modelo de capas nucleares, una teoría que describe la estructura interna del núcleo. Este modelo fue un paso importante para la creación de una nueva rama de la química: la química nuclear.
Desde Marie Curie, ninguna mujer había ganado el Nobel de Química hasta que Dorothy Crowfoot Hodgkin lo hizo. Su trabajo de investigación es relevante para muchas áreas como la Medicina, la farmacología y la bioquímica. Crowfoot desarrolló la técnica de difracción de rayos X y la usó para encontrar las estructuras de moléculas orgánicas y biológicas complejas, como la penicilina en 1945 y la vitamina B12 en 1954. Por este trabajo, fue galardonada en 1964 con el Premio Nobel de Química. En 1969, con el descubrimiento de la estructura cristalina de la insulina, podría haber sido galardonada de nuevo. Ese fue el último Nobel de Química otorgado a una mujer en el siglo XX.
Con el inicio del nuevo milenio, cuatro mujeres han ganado el premio. Ada E. Yonath, quien estudió en la Universidad Hebrea de Jerusalén en Israel, recibió el Nobel de Química en 2009 por su trabajo pionero sobre la estructura y función del ribosoma junto a sus colegas estadounidenses Thomas Steitz y Venkatraman Ramakrishnan. Años más tarde, en 2016, Frances Arnold, científica estadounidense nacida en Pittsburgh en 1956, también fue galardonada.
Químicas Destacadas en Latinoamérica
La participación de las mujeres en la ciencia en América Latina ha crecido mucho. Por ejemplo, en México, el 40% de las mujeres se gradúan en Ciencias Químicas (como Ingeniería Química, Química Farmacéutica Biológica, Química en Alimentos, etc.). Sin embargo, a nivel mundial, solo el 20% del trabajo científico es realizado por mujeres. En México, las mujeres representan alrededor del 38% de los científicos registrados en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), y de este 38%, el 13% se dedica a las áreas de STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas).
En este siglo XXI, varias mujeres han sobresalido por sus investigaciones en las ciencias químicas. Aquí te mencionamos algunas:
- Hilda Elisa Garay Pérez: Es de Cuba y ganó en la categoría "Líder de la Industria" en el 34.º Congreso Latinoamericano de Química (CLAQ 2020). Este premio reconoce a personas que trabajan en la industria química y cuyas investigaciones e innovaciones han contribuido al éxito comercial y al bienestar de la comunidad. Garay Pérez es reconocida por su trabajo en la creación de péptidos y sus modificaciones, especialmente para desarrollar péptidos que ayudan en el tratamiento de enfermedades.
- Clarissa Piccinin Frizzo: Es de Brasil y ganó en la categoría de "Líder Emergente en Química" en el 34.º Congreso Latinoamericano de Química (CLAQ 2020). También fue premiada como "Líder Emergente en Química" y Ciencias Relacionadas en los premios Mujeres Brasileñas en Química en 2018. Se le reconoce por su liderazgo en el diseño, creación y estudio de las propiedades de los líquidos iónicos y su uso como biomateriales.
- Marta Irene Camada: Es de Argentina y ganó en la categoría "Líder Académico" en el 34.º Congreso Latinoamericano de Química (CLAQ 2020). Este premio reconoce a académicos que han hecho una contribución importante con impacto global y social en la investigación científica en química. Litter es reconocida por su trabajo en nuevas tecnologías para eliminar metales del agua usando procesos avanzados de reducción-oxidación.
Premio Nacional de Química Andrés Manuel del Río
El Premio Nacional de Química Andrés Manuel del Río es un reconocimiento que se entrega cada año en México por la Sociedad Química de México, A. C. Se otorga a profesionales que han contribuido y destacado en esta rama de la ciencia en el país. Este premio se creó en 1964, y desde entonces, solo 12 mujeres lo han ganado:
- 1983 Sánchez Quintanar de Jiménez Estela
- 1987 Rius de Belausteguigoitia Pilar
- 1987 Santos de Flores Elvira
- 1988 Chow Pangtay Susana
- 1988 Rodríguez Hahn Lydia
- 1991 Sotelo López Ángela
- 1997 Ruíz Azuara Lena
- 2003 Dosal Gómez Ma. Antonia
- 2012 Leyva Ramos, Elisa
- 2015 Burillo Amezcua Sofía Guillermina
- 2016 Santillán Baca, Rosa Luisa
- 2021 Vargas Rodríguez, Yolanda Marina
Galería de imágenes
Véase también
En inglés: Women in chemistry Facts for Kids