Juan José Castelli para niños
Datos para niños Juan José Castelli |
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![]() Vocal de la Primera Junta |
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25 de mayo de 1810-18 de diciembre de 1810 | ||
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![]() Vocal de la Junta Grande |
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18 de diciembre de 1810-23 de septiembre de 1811 | ||
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![]() Representante de la Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata |
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6 de septiembre de 1810-20 de julio de 1811 | ||
Predecesor | Hipólito Vieytes | |
Sucesor | se abolió el cargo | |
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2.º general en jefe del Ejército del Norte | ||
6 de septiembre de 1810-junio de 1811 | ||
Predecesor | Francisco Antonio Ortiz de Ocampo | |
Sucesor | Juan José Viamonte | |
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Información personal | ||
Nacimiento | 19 de julio de 1764 Buenos Aires, Gobernación del Río de la Plata, Virreinato del Perú |
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Fallecimiento | 12 de octubre de 1812 . Buenos Aires, Provincias Unidas del Río de la Plata |
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Causa de muerte | Cáncer de lengua | |
Nacionalidad | Argentina | |
Familia | ||
Cónyuge | María Rosa Lynch | |
Hijos | Angela Castelli Pedro Castelli |
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Educación | ||
Educado en |
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Información profesional | ||
Ocupación | Político y abogado | |
Partido político | Carlotismo | |
Firma | ||
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Juan José Antonio Castelli (nacido en Buenos Aires el 19 de julio de 1764 y fallecido el 12 de octubre de 1812) fue un importante abogado y funcionario en la época del Virreinato del Río de la Plata. Tuvo un papel muy activo en la política durante un momento de grandes cambios, especialmente en el movimiento que llevó a la formación de la Primera Junta en Buenos Aires en mayo de 1810.
Se le conoce como «el Orador de Mayo» por su discurso en el Cabildo Abierto del 22 de mayo. El Cabildo lo eligió como vocal (miembro) de las juntas de gobierno que se formaron el 24 y 25 de mayo.
Más tarde, fue nombrado representante de la Junta en el Ejército Auxiliar del Perú, con grandes poderes políticos y militares. Fue destituido después de la derrota en la Batalla de Huaqui. Al regresar a Buenos Aires, se inició un juicio en su contra, pero este se interrumpió debido a su fallecimiento por una enfermedad en la lengua.
Contenido
- Vida temprana y educación
- Carrera como funcionario colonial
- Participación en el periodismo
- Las Invasiones Inglesas
- El Carlotismo
- Defensa de Paroissien
- La Revolución de Mayo
- El fusilamiento de Liniers
- La campaña al Alto Perú
- La batalla de Huaqui
- La retirada
- Juicio y fallecimiento
- Homenajes
- Véase también
Vida temprana y educación
Juan José Castelli nació en Buenos Aires, que en ese tiempo era parte del Virreinato del Perú. Fue el primero de siete hijos de Ángel Castelli Salomón, un médico, y María Josefa Villarino. Por parte de su abuela, estaba emparentado con Manuel Belgrano, quien era su primo segundo.
El 17 de febrero de 1779, Castelli entró al Real Colegio de San Carlos, una escuela importante que había abierto seis años antes.
Según una historia familiar, un pariente rico dejó dinero para un hijo de los Castelli que quisiera ser sacerdote. Por eso, sus padres decidieron que Juan José estudiara en Córdoba, en el famoso Real Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat. Este colegio dependía de la Universidad Nacional de Córdoba y recibía estudiantes de todo el virreinato.
Para entrar, Castelli debía cumplir requisitos como ser cristiano y de familia legítima. Allí tuvo compañeros que luego serían importantes en la historia. Estudió gramática, latín, filosofía y teología durante cinco años. En octubre de 1785, regresó a Buenos Aires, sin querer seguir la carrera sacerdotal.
En agosto de 1786, Castelli llegó a Chuquisaca y entró a la Real Academia Carolina de Practicantes Juristas de Charcas. Allí estudió y practicó leyes durante dos años. Esta academia era muy importante en el Río de la Plata y un lugar de debate sobre temas de derecho y política.
Allí conoció a otros estudiantes que luego serían líderes de la independencia. Esta red de amistades fue clave para coordinar acciones en el futuro. Castelli recibió una educación que combinaba ideas antiguas con las nuevas de la Ilustración, lo que le permitió ser muy efectivo en puestos importantes.
En 1788, a los 24 años, regresó a Buenos Aires. En el camino, pasó por Potosí, donde vio la gran riqueza de las minas y las condiciones muy difíciles de miles de personas que trabajaban allí.
Ya en Buenos Aires, se hizo abogado y abrió su propio estudio. Representó a la Universidad Nacional de Córdoba y a su tío Domingo Belgrano. Su amistad con Saturnino Rodríguez Peña se extendió a su hermano Nicolás Rodríguez Peña y a Hipólito Vieytes. La casa de Rodríguez Peña se convirtió en un lugar de reunión para los criollos que buscaban cambios.
En 1793, se casó con María Rosa Lynch y tuvieron varios hijos, entre ellos Ángela y Pedro. Gracias a su cuñado, pudo relacionarse con importantes funcionarios y miembros de la Iglesia.
En 1798, Castelli compró una gran propiedad de 335 hectáreas en lo que hoy es el barrio de Núñez, en Buenos Aires. Allí se mudó en 1808 y tenía cultivos y una fábrica de ladrillos.
Carrera como funcionario colonial
En 1794, Manuel Belgrano regresó de sus estudios en Europa y se convirtió en secretario del Consulado de Comercio de Buenos Aires. Un año después, por motivos de salud, Belgrano pidió que su primo Castelli fuera nombrado secretario interino. Así, el 6 de marzo de 1796, Castelli comenzó su carrera política.
En este cargo, Castelli apoyó con entusiasmo las ideas de Belgrano sobre la libertad de comercio. Esto significaba que se pudiera comerciar con más países, no solo con España.
En 1799, hubo un conflicto entre el Cabildo y el Consulado por la elección de los miembros del Cabildo de Buenos Aires. Castelli fue propuesto para un cargo en el Cabildo, pero el Consulado se opuso, argumentando que él debía estar disponible para reemplazar a los titulares. El virrey Avilés finalmente rechazó la oposición del Consulado. Sin embargo, Castelli se excusó de asumir el cargo, diciendo que sus funciones en el Consulado ocupaban todo su tiempo.
En 1809, el virrey Cisneros consultó a Castelli, quien era su asesor, sobre la posibilidad de permitir el libre comercio. Castelli defendió esta idea, explicando que sería muy útil para la región comerciar libremente con todas las naciones que no estuvieran en guerra con España. El virrey Cisneros finalmente declaró el libre comercio.
Participación en el periodismo
Las ideas de la Ilustración (que buscaban el conocimiento práctico para mejorar la vida) llegaron a España y sus colonias. En este contexto, se crearon instituciones como el Virreinato del Río de la Plata, la Audiencia y el Consulado de Buenos Aires.
En septiembre de 1800, llegó a Buenos Aires Francisco Cabello y Mesa, quien propuso editar un periódico. El 1 de abril de 1801, se publicó el primer número de El Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiógrafo del Río de la Plata. Se cree que Castelli fue uno de los colaboradores de este periódico.
El periódico duró un año y medio. La publicación de algunos artículos conflictivos o de poco interés llevó a su cierre en octubre de 1802.
Cuando El Telégrafo Mercantil estaba por cerrar, Hipólito Vieytes fundó el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio. Castelli, junto con otros miembros del grupo que se reunía en la casa de Nicolás Rodríguez Peña, colaboró en este nuevo proyecto. En este periódico se proponían ideas para mejorar la agricultura, eliminar las restricciones al comercio y desarrollar la industria.
Las Invasiones Inglesas
Invasiones Inglesas Juan José Castelli se contactó con James Florence Burke, quien decía representar a Gran Bretaña y apoyaba la idea de que Hispanoamérica se independizara de España. Burke era en realidad un espía británico.
Con su ayuda, se formó una primera sociedad secreta de criollos que buscaban la independencia. Castelli, Burke y los colaboradores del Semanario... de Vieytes eran parte de ella. Aunque Burke fue expulsado del virreinato, las reuniones de la sociedad secreta continuaron.
El 27 de junio de 1806, fuerzas británicas entraron en Buenos Aires. El general William Carr Beresford se convirtió en gobernador y prometió mantener la esclavitud, la religión católica, respetar la propiedad, bajar impuestos y permitir el libre comercio.
Castelli se reunió con Beresford para saber si los ingleses apoyarían la independencia del virreinato. Beresford dijo que no tenía instrucciones al respecto. Castelli fue cauteloso, sabiendo que si España e Inglaterra hacían la paz, quienes hubieran colaborado con los ingleses podrían tener problemas.
Muchos miembros del Consulado aceptaron que Beresford los confirmara en sus cargos, pero Belgrano no lo hizo. Castelli también renunció a su cargo de secretario interino del Consulado, diciendo que debía dedicarse a su propiedad.
Para los criollos, la ocupación inglesa significaba cambiar una autoridad por otra. A pesar de esto, después de que Santiago de Liniers reconquistara Buenos Aires, Saturnino Rodríguez Peña ayudó a Beresford a escapar, con la esperanza de que convenciera a los ingleses de apoyar los planes de independencia.
El Carlotismo

A finales de 1807, Napoleón Bonaparte invadió Portugal y luego España. El rey Carlos IV de España y su hijo Fernando VII fueron obligados a renunciar al trono. Napoleón nombró a su hermano José Bonaparte como rey de España. Estos eventos, conocidos como las Abdicaciones de Bayona, causaron una gran crisis en la monarquía española y llevaron a los movimientos de independencia en América.
Ante la ausencia del rey, el pueblo español formó juntas de gobierno para resistir la ocupación francesa. La Junta Central de Sevilla se declaró la autoridad máxima sobre España y América.
En este contexto, la infanta Carlota Joaquina de Borbón, hermana de Fernando VII y esposa del príncipe regente de Portugal, reclamó ser la regente de los territorios americanos. Ella quería "salvar" la parte americana del imperio español de la influencia francesa.
Sin embargo, las autoridades en América no aceptaron su propuesta. Argumentaron que ya habían jurado lealtad a Fernando VII y luego a la Junta Central. Preferían la autonomía que les daba la Junta. Además, temían que la regencia de Carlota pudiera llevar a América a ser un protectorado portugués o inglés.
A pesar de la poca aceptación, un grupo de criollos importantes de Buenos Aires, incluyendo a Belgrano, Castelli, los hermanos Rodríguez Peña y Vieytes, apoyó a Carlota. En un documento de septiembre de 1808, que se cree fue redactado por Castelli, explicaron las ventajas de este proyecto.
Este grupo creía que Carlota era la legítima representante de la familia real y que su regencia podría eliminar la corrupción de los gobernantes coloniales. Sin embargo, el gobierno inglés no apoyó este plan, ya que no quería afectar su relación con las autoridades españolas.
Defensa de Paroissien
El 14 de marzo de 1810, Diego Paroissien, quien había sido detenido por llevar documentos "revolucionarios", presentó un escrito para su defensa. El doctor Castelli fue su defensor.
Castelli argumentó que la palabra "independencia" en los documentos no significaba un delito contra el rey. Explicó que, en la situación de 1808 (con España invadida), la "independencia" de América bajo la regencia de Carlota Joaquina significaba mantener estos territorios leales a Fernando VII y al orden español, evitando que cayeran bajo el dominio francés o de otra potencia europea.
También defendió que proponer a Carlota Joaquina como regente no era lo mismo que nombrarla reina, y por lo tanto, no implicaba unir los territorios americanos a Portugal.
Castelli también habló de la situación de "acefalía" (falta de cabeza) que existía al no haber un rey. Argumentó que, si el rey no había delegado su poder, la soberanía regresaba al pueblo. Esta defensa fue más allá de lo legal y entró en el campo político, apoyando la idea de una regencia.
Paroissien estuvo preso hasta que fue liberado el 14 de julio de 1810, sin una sentencia, por un decreto firmado por Cornelio Saavedra y Mariano Moreno.
La Revolución de Mayo
El 14 de mayo de 1810, llegaron a Buenos Aires noticias de que las tropas de Napoleón habían ocupado Sevilla y que la Junta Suprema Central de España se había disuelto. Castelli, Belgrano y Saavedra eran los líderes más importantes en Buenos Aires.
Después de varias discusiones, se decidió pedir un cabildo abierto (una reunión especial de vecinos importantes). Castelli y Manuel Belgrano negociaron con las autoridades del Cabildo para conseguir la autorización del virrey Cisneros. El 20 de mayo, Castelli y Martín Rodríguez fueron a hablar con Cisneros para que permitiera la reunión del Cabildo Abierto el 22 de mayo.
Antes de dar su permiso, Cisneros preguntó a los militares si lo apoyarían. Saavedra le dijo que el Regimiento de Patricios no lo haría, porque la Junta de Sevilla que lo había nombrado ya no existía, y por lo tanto, Cisneros ya no tenía legitimidad. Los demás oficiales hicieron lo mismo.

En el Cabildo Abierto del 22 de mayo, se debatió si el virrey debía seguir en su cargo. Castelli tomó la palabra y defendió la idea de que, al no haber una autoridad legítima (el rey estaba preso), la soberanía volvía al pueblo, y este debía gobernarse a sí mismo.
Finalmente, se decidió destituir al virrey. Como Buenos Aires no podía decidir sola la nueva forma de gobierno, se elegiría un gobierno provisorio. Se pediría a las demás ciudades que enviaran diputados para tomar una decisión definitiva.
El 23 de mayo, se confirmó que el virrey debía dejar su cargo. El 24 de mayo, el Cabildo nombró una Junta provisoria con Cisneros como presidente y otros miembros, incluyendo a Castelli. Sin embargo, muchos criollos rechazaron esta Junta porque Cisneros seguía en ella.
Castelli y Saavedra renunciaron ese mismo día. Castelli fue quien le explicó a Cisneros que el pueblo no aceptaba que su nombre siguiera apareciendo en el gobierno.
Esa misma noche, los líderes criollos se reunieron. El 25 de mayo, asumió el poder la Primera Junta de gobierno, presidida por Cornelio Saavedra. Castelli fue nombrado vocal-decano (uno de los miembros principales).
Castelli, junto con Mariano Moreno, representó las ideas más radicales de la Junta. Eran muy amigos y compartían ideales de cambio profundo. Se les llamó "jacobinos" por su determinación de tomar medidas extremas para la revolución.
Castelli es señalado como el autor de la circular del 27 de mayo, que informaba sobre los sucesos de Buenos Aires y pedía a los cabildos que nombraran diputados para unirse al nuevo gobierno.
Castelli también participó en la expulsión secreta de Cisneros y otros funcionarios españoles el 23 de junio de 1810. Él fue el encargado de decirles en persona que debían partir de inmediato hacia las Islas Canarias para proteger sus vidas.
El fusilamiento de Liniers
Cuando el exvirrey Santiago de Liniers se enteró del cambio de gobierno en Buenos Aires, organizó una contrarrevolución en Córdoba. El Ejército Auxiliar del Perú, al mando de Francisco Ortiz de Ocampo, capturó a los líderes de esta revuelta.
El 28 de julio de 1810, la Junta decidió que fueran condenados a muerte. Todos los miembros de la Junta firmaron la decisión, excepto Manuel Alberti, que era sacerdote. Esta medida no fue aceptada en Córdoba, y Ortiz de Ocampo pidió el perdón de los prisioneros.
El 18 de agosto, la Junta ratificó la orden, pero excluyó al obispo de Córdoba, Rodrigo de Orellana, quien fue desterrado. Castelli fue encargado por la Junta de llevar a cabo la ejecución que el general no había obedecido.
Castelli eligió a Nicolás Rodríguez Peña como secretario y a Diego Paroissien como médico. El 26 de agosto de 1810, los prisioneros fueron llevados a un lugar llamado Cabeza de Tigre. Allí, Castelli leyó la sentencia y les dio tiempo para confesarse. Luego, fueron ejecutados.
Esta ejecución causó una fuerte campaña en contra de la Junta y de Castelli. Años después, su amigo Nicolás Rodríguez Peña justificó estas acciones, diciendo que obraron así porque estaban comprometidos a salvar la patria.
Después de cumplir la orden, Castelli regresó a Buenos Aires y se reunió con Moreno, quien lo felicitó. El 6 de septiembre de 1810, la Junta Provisional Gubernativa lo nombró representante, con amplios poderes, para el Ejército Auxiliar del Perú y ante los pueblos del interior.
Entre sus instrucciones, debía poner a patriotas en los cargos importantes, ganarse el apoyo de los indígenas y ejecutar a varios funcionarios españoles. También se le encargó incorporar al Ejército Auxiliar a los soldados que habían sido enviados al Alto Perú en 1809 y que habían sufrido mucho en las minas de Potosí.
La campaña al Alto Perú
El 22 de septiembre de 1810, Castelli salió de Buenos Aires para dirigir el Ejército Auxiliar del Perú. En su viaje, pasó por Córdoba y Santiago del Estero, organizando la logística para el ejército.
Fue bien recibido en San Miguel de Tucumán y Salta, aunque en Salta tuvo dificultades para conseguir tropas y recursos.
En Salta, recibió noticias de que Cochabamba se había unido al movimiento patriótico. El 7 de noviembre de 1810, el ejército, reforzado con hombres enviados por Castelli, logró derrotar a las fuerzas realistas en la batalla de Suipacha, la primera victoria del Ejército Auxiliar del Perú.
Una semana después, el 14 de noviembre, las fuerzas de Chuquisaca y Oruro derrotaron a otra columna realista en la planicie de Aroma. Estos triunfos debilitaron el control del virrey Abascal sobre el Alto Perú.
En Potosí, Castelli fue recibido y exigió a la Junta local un juramento de obediencia. También exigió la entrega de Francisco de Paula Sanz y del general José de Córdoba, quienes fueron ejecutados en diciembre de ese año.
Castelli estableció su gobierno en Chuquisaca. Desde allí, reorganizó la Casa de Moneda de Potosí, planeó reformas en la Universidad de Charcas y proclamó el fin de la servidumbre indígena en el Alto Perú. Les dio a los indígenas los mismos derechos políticos que a los criollos y prohibió que las órdenes religiosas los sometieran. Castelli habló de justicia e igualdad, diciendo que "el indio es nuestro hermano".
Autorizó el libre comercio y repartió tierras entre los antiguos trabajadores. El decreto se publicó en español, guaraní, quechua y aimara, y se abrieron escuelas bilingües. El 25 de mayo de 1811, celebró en Tiahuanaco con los caciques indígenas, rindiendo homenaje a los antiguos incas.
Sin embargo, Castelli sabía que la mayoría de la aristocracia lo apoyaba más por miedo al ejército que por un verdadero apoyo a la causa de mayo. Sus medidas eran coherentes con sus palabras de que los grupos opresores solo buscaban su propio beneficio.
Las órdenes de la Junta eran que Castelli ocupara todos los cargos importantes con criollos y rompiera la alianza entre la élite criolla y la española.
Desde Potosí, el 28 de noviembre de 1810, Castelli propuso a la Junta cruzar el río Desaguadero, la frontera con el Virreinato del Perú. Su objetivo era incorporar las provincias peruanas de Puno, Cuzco y Arequipa. Sin embargo, la Junta rechazó el plan y le ordenó a Castelli que se limitara a sus instrucciones.
El apoyo a Castelli empezó a disminuir, especialmente por el buen trato que daba a los indígenas y la actitud de su secretario, Bernardo de Monteagudo, hacia la Iglesia. Tanto los realistas en Lima como los saavedristas en Buenos Aires los comparaban con Maximilien Robespierre.
A mediados de enero de 1811, la Junta Provisional le dijo a Castelli que debía suspender las ejecuciones y reemplazarlas por otras penas. Saavedra justificó estos cambios diciendo que el "sistema robespierriano" (radical) que se quería adoptar había desaparecido.
Preocupado, Castelli envió a su secretario, Nicolás Rodríguez Peña, a Buenos Aires para saber qué estaba pasando. Castelli explicó que todas sus medidas las había tomado siguiendo órdenes de la Junta.
La batalla de Huaqui

Desde La Paz, Castelli había iniciado negociaciones con el virrey Abascal y el general José Manuel de Goyeneche. El 14 de mayo de 1811, Castelli firmó un acuerdo de paz temporal (armisticio) por 40 días con Goyeneche. Sin embargo, Goyeneche usó ese tiempo para reforzar sus tropas.
El 17 de junio, con la respuesta negativa de Lima a cualquier negociación, Castelli declaró roto el armisticio. El 20 de junio, a las 7 de la mañana, Castelli recibió la noticia del ataque de Goyeneche. Las fuerzas enemigas estaban atacando las divisiones de Juan José Viamonte y Eustoquio Díaz Vélez.
Castelli y sus acompañantes observaron cómo las fuerzas enemigas se desplegaban. Las tropas del regimiento N.º 8 de La Paz, agotadas y desordenadas, comenzaron a negarse a combatir. Cuando llegaron noticias de que las divisiones de Díaz Vélez y Viamonte habían sido destruidas, toda la línea de combate huyó.
Castelli y Antonio González Balcarce ordenaron a sus ayudantes que regresaran a Huaqui para intentar detener la huida. Al quedarse solos, decidieron retirarse hacia el sureste.
De un ejército de 6000 hombres, Castelli se encontró sin un solo soldado que lo escoltara al anochecer. Todo el esfuerzo de seis meses organizando un ejército y un gobierno se había desvanecido.
La retirada
Castelli llegó a Oruro el 23 de junio, una ciudad en caos por los excesos de las tropas en retirada. Decidió retirarse a Chuquisaca. En el camino, recibió un mensaje de Díaz Vélez diciendo que había ocupado Oruro y que podía regresar. De vuelta en Oruro, se dio cuenta de que era imposible reunir tropas allí, así que decidió ir a Chuquisaca.
El 28 de junio, Castelli envió un informe al gobierno, responsabilizando a las fuerzas de La Paz por la derrota de Huaqui. En Chuquisaca, Castelli creyó que, reorganizando el ejército y con el apoyo de Cochabamba, Chuquisaca y Potosí, podrían enfrentar a Goyeneche.
Las medidas que tomó Castelli fueron no permitir que las pocas fuerzas reunidas ayudaran a los cochabambinos ni que se incorporaran más altoperuanos a sus filas. También envió dinero y armas a otras provincias.
El 4 de agosto, Castelli y Balcarce salieron de Chuquisaca hacia Potosí. En el camino, se enteraron de una revuelta popular en Potosí causada por las tropas de Viamonte. Castelli decidió desviarse para no entrar en la ciudad sublevada.
El 17 de agosto, Castelli informó a la Junta que los sucesos en Potosí se debieron a una "mano diestra" (una conspiración) y no a las tropas. Sugirió que, para controlar estas provincias, se estableciera una guarnición permanente de 500 hombres y un gobierno superior en Chuquisaca, directamente dependiente de Buenos Aires.
Castelli creía con optimismo que Cochabamba detendría a Goyeneche, sin saber que el 13 de agosto, Goyeneche había ganado fácilmente en Sipe Sipe, debido a la desorganización de las tropas de Cochabamba.
El 17 de agosto, Castelli recibió una orden del gobierno de Buenos Aires informándole que había cesado como representante y que debía regresar a la capital para retomar sus funciones como vocal de la Junta. El 26 de agosto, desde Tupiza, confirmó haber recibido la notificación.
Al llegar a Tucumán el 17 de septiembre de 1811, Castelli se enteró de una nueva orden de la Junta: debía ser detenido y trasladado a Catamarca. El 26 de septiembre, envió dos cartas a la Junta. En una, explicó que no tenía dinero para vivir, ya que había gastado lo poco que tenía en gastos públicos y le habían robado su equipaje. Pidió que le enviaran dinero de sus sueldos impagos.
El 30 de octubre, la Junta de Tucumán le entregó 500 pesos para que continuara su viaje a la capital.
En otra carta, Castelli afirmó que, así como debía obedecer las órdenes del gobierno, este debía asegurarle los derechos de un ciudadano común. Argumentó que su honor estaba ligado al del gobierno, ya que este lo había nombrado. Pidió que se suspendieran los impedimentos para ir a Buenos Aires y presentarse en el juicio.
Juicio y fallecimiento
Después de la derrota en Huaqui, Juan José Castelli se encontró en una situación política difícil. El Triunvirato y el periódico la Gazeta de Buenos Aires lo acusaban de la derrota y buscaban un castigo ejemplar.
El gobierno citó a Castelli a Buenos Aires para que rindiera cuentas sobre lo sucedido en Huaqui. Se inició un proceso judicial en su contra. El 4 y 5 de diciembre de 1811, el Triunvirato ordenó que Castelli fuera detenido en el cuartel del regimiento Patricios.
El 15 de enero, los jueces pidieron una lista de militares y civiles que pudieran declarar. Dos días después, el gobierno reprendió a los jueces porque Castelli se presentaba públicamente en las calles a pesar de la orden de arresto. Castelli aclaró que nadie le había notificado que debía estar arrestado y que se había retirado a su casa con conocimiento del gobierno.
El 14 de febrero, comenzó el proceso. Los jueces hicieron 19 preguntas a los testigos sobre la batalla de Huaqui, la disciplina del ejército, la lealtad al rey Fernando VII y el comportamiento de Castelli como funcionario.
El interrogatorio de los testigos duró hasta el 18 de marzo. El 2 de abril, llegó una importante declaración de José Bolaños, comandante de las divisiones que desertaron en Huaqui, que demostró que Castelli y Balcarce quedaron solos frente al enemigo.
El 11 de mayo, cuando el escribano quiso notificar a Castelli de un decreto, no lo encontró en Buenos Aires porque se había retirado a su propiedad en San Isidro.
Bernardo de Monteagudo declaró entre el 1 y el 6 de junio, reconociendo que se había atacado el poder ilegítimo de los reyes de España y se había propagado la idea de igualdad e independencia. Monteagudo también lideraba la Sociedad Patriótica, que se oponía al gobierno por su política moderada.
Afectado por una enfermedad en la lengua, Castelli falleció el 12 de octubre de 1812, con el juicio aún abierto. Momentos antes de morir, pidió papel y lápiz y escribió: "Si ves al futuro, dile que no venga."
Tuvo un entierro sencillo en la iglesia de San Ignacio, en Buenos Aires, sin honores oficiales.
A su muerte, su familia quedó en una situación económica difícil, y su propiedad tuvo que ser subastada. Su biógrafo, Julio César Chávez, afirma que murió "pobre y perseguido", aunque nunca fue sentenciado.
Su viuda, María Rosa Lynch de Castelli, pidió una pensión al gobierno en 1819, reconociendo el trabajo de su esposo durante la revolución, en la que incluso gastó sus propios bienes.
Homenajes
Una de las características más destacadas de Juan José Castelli era su habilidad para hablar en público, por lo que se le conoce como «el Orador de Mayo» o «el Orador de la Revolución».
Tres localidades argentinas llevan su nombre: en las provincias de Chaco, Buenos Aires y La Rioja.
Muchas ciudades lo honran con el nombre de sus calles y plazas. En Buenos Aires, hay un monumento en la Plaza Constitución en su memoria.
Véase también
- Surgimiento del Estado argentino