Contrarrevolución de Córdoba para niños
La Contrarrevolución de Córdoba fue un intento de algunas autoridades y del exvirrey Santiago de Liniers de oponerse a la Revolución de Mayo de Buenos Aires. Ocurrió en Córdoba en 1810. Los líderes de este movimiento organizaron un ejército para resistir a las fuerzas enviadas por la Primera Junta de Buenos Aires. El objetivo de la Junta era que su autoridad fuera reconocida en todas las provincias del Virreinato del Río de la Plata. Este conflicto terminó con la captura y el fusilamiento de los principales opositores, y la Junta de Buenos Aires obtuvo el control total de la intendencia de Córdoba del Tucumán.
Contenido
- ¿Qué fue la Contrarrevolución de Córdoba?
- La situación en Córdoba antes de la Revolución
- La postura de Santiago de Liniers
- La oposición en Córdoba a la Junta de Buenos Aires
- ¿Qué pasó en Mendoza y otras regiones?
- El ejército de la Junta y la captura de los líderes
- El fusilamiento de los líderes de Córdoba
- Cambios en Córdoba después de los sucesos
- Partida del ejército auxiliar
- Galería de imágenes
¿Qué fue la Contrarrevolución de Córdoba?
La Contrarrevolución de Córdoba fue un movimiento que buscó mantener el orden colonial en el Virreinato del Río de la Plata frente a los cambios que proponía la Revolución de Mayo de 1810 en Buenos Aires. Los líderes de Córdoba, incluyendo al exvirrey Santiago de Liniers, no estaban de acuerdo con la nueva autoridad de la Primera Junta de Buenos Aires. Por eso, decidieron organizar un ejército para resistir.
Los líderes de la oposición en Córdoba
Los principales líderes de esta oposición fueron:
- Santiago de Liniers: Un héroe de las Invasiones Inglesas y exvirrey del Río de la Plata.
- Juan Gutiérrez de la Concha: El gobernador intendente de Córdoba en ese momento.
- Rodrigo de Orellana: El obispo de Córdoba.
- Victorino Rodríguez: Asesor legal del gobierno.
- Santiago Allende: Coronel de milicias.
- Joaquín Moreno: Tesorero real.
Ellos creían que la Junta de Buenos Aires no tenía la autoridad legal para gobernar y que debían mantenerse fieles al rey de España, Fernando VII, que estaba prisionero en Francia.
La situación en Córdoba antes de la Revolución
Desde el siglo XVIII, España había implementado las "reformas borbónicas" para mejorar el control sobre sus colonias. Esto significó que muchos puestos importantes en América fueron ocupados por funcionarios nacidos en España, lo que a veces generaba conflictos con las familias poderosas de las colonias.
Cambios en el poder y conflictos locales
En Córdoba, las familias más influyentes estaban divididas. Algunas eran descendientes de los primeros conquistadores, y otras eran nuevas familias que habían llegado con las reformas. Cuando llegaron nuevos gobernadores con la misión de centralizar el poder, se produjeron tensiones. Por ejemplo, la expulsión de los jesuitas en 1767 causó una gran crisis, ya que los jesuitas tenían fuertes lazos con las élites cordobesas.
El Virreinato del Río de la Plata se creó en 1776, y en 1783, Córdoba se convirtió en la capital de la Gobernación Intendencia de Córdoba del Tucumán. Esto le dio más importancia a la ciudad. La Universidad de Córdoba era un centro educativo muy importante al que asistían jóvenes de todo el virreinato.
La lucha por el control local
Durante años, hubo una disputa entre los gobernadores y un grupo de familias locales, lideradas por los Funes, que querían más autonomía. Ellos buscaban que los cargos importantes fueran ocupados por personas nacidas en América y que el cabildo de Córdoba recuperara derechos que había perdido.
La postura de Santiago de Liniers
Después de las Invasiones Inglesas (1806-1807), Santiago de Liniers se convirtió en virrey. Sin embargo, en 1809, fue reemplazado por Baltasar Hidalgo de Cisneros. Liniers decidió quedarse en Córdoba, a pesar de que se le había ordenado regresar a España. Él temía por su seguridad en España debido a la guerra contra los franceses.
Liniers en Córdoba y sus preocupaciones
Liniers compró una estancia en Alta Gracia y parecía querer establecerse en la provincia. Sin embargo, seguía recibiendo órdenes de ir a España. Él se mostraba preocupado por la situación política en Buenos Aires y por los rumores de levantamientos. Liniers incluso advirtió a Cisneros que estaba rodeado de personas que lo engañaban y que los jefes militares de Buenos Aires estaban perdiendo el control de sus tropas.
La oposición en Córdoba a la Junta de Buenos Aires
Cuando llegaron las noticias de la Revolución de Mayo en Buenos Aires, las autoridades de Córdoba se reunieron para decidir qué hacer. El gobernador Gutiérrez de la Concha, Liniers, el obispo Orellana y otros funcionarios importantes asistieron a estas reuniones.
La decisión de resistir
El 4 de junio de 1810, después de recibir las comunicaciones oficiales de la Junta de Buenos Aires, el gobernador Gutiérrez de la Concha dejó clara su posición: no reconocería la autoridad del nuevo gobierno de Buenos Aires, incluso si eso significaba usar la fuerza. La mayoría de los presentes en la reunión apoyaron esta decisión.
El cabildo de Córdoba también debatió la situación. Algunos miembros, como José García de la Piedra, se opusieron firmemente a la Junta. Otros, como José Antonio Ortiz del Valle, propusieron una postura más cautelosa, sugiriendo que se esperara un acuerdo entre las provincias. Finalmente, Córdoba juró obediencia al Consejo de Regencia de España, desconociendo la autoridad de la Junta de Buenos Aires.

¿Qué pasó en Mendoza y otras regiones?
La noticia de la Revolución de Mayo también llegó a otras ciudades de la intendencia de Córdoba del Tucumán, como Mendoza, San Luis, San Juan y La Rioja. Cada una tuvo su propia reacción.
La situación en Mendoza
En Mendoza, la élite local, formada por familias criollas, buscaba tener más autonomía política y económica. Querían que Mendoza fuera una intendencia separada de Córdoba. La producción de vino y otros productos de Mendoza sufría por los impuestos y la competencia del contrabando. Por eso, muchos veían con buenos ojos un cambio que les permitiera mejorar su situación.
Los funcionarios reales en Mendoza, que dependían del gobernador de Córdoba, se encontraron en una situación difícil. Al principio, el cabildo de Mendoza decidió esperar y ver qué pasaba. Sin embargo, la presión de la élite local y las noticias de Buenos Aires llevaron a que, en un cabildo abierto el 23 de junio, se decidiera nombrar un diputado para unirse al nuevo gobierno de Buenos Aires.
Reacciones en San Luis, San Juan y La Rioja
- San Luis: El 13 de junio, el cabildo de San Luis decidió reconocer a la Junta de Buenos Aires, a pesar de las órdenes de Córdoba. Enviaron 400 soldados para apoyar a la Junta.
- San Juan: El cabildo de San Juan también recibió mensajes contradictorios. Después de varias reuniones, el 7 de julio decidieron reconocer a la Junta y eligieron a su diputado. También enviaron milicianos para la expedición auxiliar.
- La Rioja: El cabildo de La Rioja tardó más en pronunciarse, temiendo una reacción de Córdoba. Finalmente, el 1 de septiembre, depusieron a su subdelegado y eligieron un diputado para la Junta de Buenos Aires.
- Río Cuarto: Al principio, la villa de Río Cuarto se mantuvo leal a Gutiérrez de la Concha, pero después de que la oposición en Córdoba fue sofocada, reconocieron a la Junta de Buenos Aires.
El ejército de la Junta y la captura de los líderes
La Junta de Buenos Aires organizó un ejército, conocido como el Ejército Auxiliar, para asegurar el reconocimiento de su autoridad en el interior. El coronel Francisco Ortiz de Ocampo fue nombrado comandante general, y Antonio González Balcarce fue su segundo al mando.
La marcha del ejército y la huida de los opositores
El ejército salió de Buenos Aires el 6 de julio de 1810. La Junta dio órdenes estrictas de capturar a los líderes de la oposición en Córdoba si intentaban huir.
Cuando el ejército auxiliar se acercaba a Córdoba, las milicias que había reunido Liniers comenzaron a desertar en masa. Los líderes cordobeses, al ver que sus fuerzas se reducían, decidieron abandonar la ciudad el 31 de julio y dirigirse hacia el norte, llevando consigo dinero del gobierno.
La captura de Liniers y sus compañeros
El 2 de agosto, Antonio González Balcarce se adelantó con un grupo de hombres a caballo para perseguir a los fugitivos. El 5 de agosto, Liniers y sus compañeros fueron alcanzados. Decidieron dividirse para intentar escapar.
Liniers fue capturado en la estancia de Piedritas, cerca de Chañar, por un grupo al mando de José María Urien. El obispo Orellana y otros líderes también fueron capturados poco después. Los prisioneros fueron tratados con dureza.
El fusilamiento de los líderes de Córdoba
El 8 de julio, la Junta de Buenos Aires había dado una orden secreta: los líderes de la oposición de Córdoba debían ser fusilados en cuanto fueran capturados. Solo Manuel Alberti, por ser sacerdote, no firmó la orden.
La orden de la Junta
La orden decía que el fusilamiento debía ejecutarse sin demora, sin dar tiempo para ruegos o negociaciones. La Junta consideraba que este castigo era necesario para asegurar la estabilidad del nuevo gobierno y servir de ejemplo.
Cuando Ortiz de Ocampo recibió la orden, dudó en cumplirla, ya que Liniers había sido su compañero de armas. Decidió enviar a los prisioneros a Buenos Aires, argumentando que fusilarlos en Córdoba causaría un gran dolor en la población y afectaría el apoyo al nuevo gobierno.
La intervención de Castelli y el fusilamiento
La decisión de Ortiz de Ocampo de no ejecutar la orden causó alarma en la Junta de Buenos Aires. Mariano Moreno, uno de los miembros más influyentes de la Junta, estaba muy molesto. Por eso, la Junta envió a Juan José Castelli, acompañado por Nicolás Rodríguez Peña y Domingo French, con la orden terminante de fusilar a los prisioneros.
El 26 de agosto, French encontró a la escolta que llevaba a los prisioneros. Cerca de la posta de Cabeza de Tigre, en el sudeste de Córdoba, Castelli les leyó la sentencia de muerte. Liniers, Gutiérrez de la Concha, Victorino Rodríguez, Santiago Allende y Joaquín Moreno fueron fusilados. Al obispo Orellana se le perdonó la vida por ser sacerdote y fue enviado prisionero a Guardia de Luján. Los cuerpos fueron enterrados en una fosa común.
Cambios en Córdoba después de los sucesos
Después de la captura de los líderes, la Junta de Buenos Aires designó a Juan Martín de Pueyrredón como gobernador interino de Córdoba.
Reorganización del gobierno y apoyo a la Junta
Pueyrredón llegó a Córdoba el 14 de agosto. Su objetivo era pacificar la provincia. Se publicó un perdón general, aunque se continuó con el embargo de los bienes de los conspiradores para recuperar el dinero que se había gastado durante la resistencia.
Muchos miembros de la élite cordobesa que habían apoyado al gobierno anterior lograron adaptarse a las nuevas circunstancias. Algunos, como José Javier Díaz, cambiaron de bando y apoyaron a la expedición auxiliar, lo que les permitió mantener su influencia. Otros, como el alcalde De la Piedra, fueron indultados a cambio de grandes sumas de dinero. Sin embargo, algunos funcionarios y religiosos que se habían opuesto a la Junta fueron trasladados a Buenos Aires o a lugares lejanos como Carmen de Patagones.
El destino de las familias de los fusilados
Los hijos pequeños del tesorero Joaquín Moreno quedaron desamparados después de la muerte de su padre y su madre. Pueyrredón los ayudó con dinero de su propio bolsillo y solicitó apoyo a la Junta, que les asignó una pensión.
La esposa de Gutiérrez de la Concha, Petrona Irigoyen, también sufrió el embargo de sus bienes y tuvo que luchar para recuperar sus propiedades y obtener una pensión del gobierno español.
Partida del ejército auxiliar
Una vez que la situación en Córdoba estuvo bajo control, el ejército auxiliar continuó su marcha hacia el norte. El 1 de septiembre, Antonio González Balcarce partió hacia Tupiza con parte de las tropas, mientras que Francisco Ortiz de Ocampo se dirigió a Salta para reunir más hombres. El resto del ejército salió de Córdoba en los días siguientes, en dirección a Santiago del Estero.