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Comunión Tradicionalista para niños

Enciclopedia para niños
Datos para niños
Comunión Tradicionalista
Partido Carlista
Asociación Católico Monárquica
Partido Jaimista
Comunión Legitimista
Emblema de la CT antes de 1935.
Emblema de la CT después de 1935.
Secretario/a general Cándido Nocedal, Francisco Navarro Villoslada, Enrique de Aguilera y Gamboa, Matías Barrio y Mier, Bartolomé Feliú, Luis Hernando de Larramendi, José Selva Mergelina, Tomás Domínguez Arévalo, Manuel Fal Conde y José María Valiente Soriano
Líder Carlos de Borbón,
Jaime de Borbón y
Alfonso Carlos de Borbón
Fundación 1869 [1]
Disolución 1937 [2]
1971
Ideología Carlismo
Catolicismo
Tradicionalismo
Monarquismo tradicional
Posición Extrema derecha
País España
Colores      Blanco
Ala paramilitar Flag of Traditionalist Requetes.svg Requetés
Publicación La Esperanza
El Cuartel Real
El Siglo Futuro
El Correo Catalán
El Correo Español
El Siglo Futuro
El Pensamiento Navarro
1 Establecimiento del carlismo como partido político
2 Integración forzosa en FET y de las JONS. Actuación de la Comunión Tradicionalista en semiclandestinidad hasta la década de 1970.

La Comunión Tradicionalista fue el nombre de la organización política del carlismo, un movimiento que defendía una forma de monarquía tradicional en España. Se estableció legalmente en 1869. A lo largo de su historia, también fue conocida con otros nombres, como partido tradicionalista, Comunión Católico-Monárquica, partido carlista (hasta 1909), partido jaimista (entre 1909 y 1931) o Comunión Legitimista. A partir de la década de 1930, el nombre de Comunión Tradicionalista se hizo el más común.

Algunos historiadores usan la expresión "Comunión Tradicionalista" para referirse al partido que se formó a principios de los años 30. Este partido unió a varias ramas del tradicionalismo: los jaimistas, los mellistas y los integristas. Sin embargo, el nombre ya se usaba para el carlismo desde finales del siglo XIX, cuando se convirtió en una fuerza política con representación en el parlamento. Fue el nombre principal de la organización carlista durante la Segunda República Española y el periodo de la Dictadura de Francisco Franco hasta los años 70.

Desde el siglo XIX, la Comunión Tradicionalista defendía lo que consideraba las tradiciones políticas de España, resumidas en su lema: "Dios, Patria, Rey". Tuvo representantes en el parlamento en casi todas las elecciones de finales del siglo XIX y principios del XX. Fue una de las fuerzas que participó en el golpe de Estado en España de julio de 1936 y que luego se unió a la Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Después, durante el periodo de Franco, actuó de forma discreta, a veces oponiéndose y otras colaborando con el gobierno.

En la década de 1970, la organización carlista que apoyaba al príncipe Sixto Enrique de Borbón y las ideas originales del carlismo se reconstituyó con el nombre de "Comunión Tradicionalista". Fue reconocida como partido político en 1977.

¿Qué significa "Comunión" en este contexto?

En el siglo XIX, la palabra "comunión" se usaba comúnmente en español para referirse a un grupo político. Por ejemplo, en 1844, el primer periódico carlista de Madrid, La Esperanza, ya hablaba del carlismo como una "comunión" importante. Su director, Pedro de la Hoz, a veces se refería a ellos como "comunión carlista" o "comunión monárquica".

Antes de la Revolución de 1868, los carlistas y otros grupos ya usaban nombres como "Comunión monárquico-religiosa" y "Comunión Católico-Monárquica". Después de la caída de la reina Isabel II de España, estos grupos se unieron bajo el último nombre, aunque también se les conocía como "partido carlista".

Los carlistas preferían usar "comunión" en lugar de "partido" porque no estaban de acuerdo con el sistema parlamentario de partidos políticos. Por ejemplo, un carlista llamado José María Codón dijo en 1961 que la Comunión Tradicionalista nunca fue un partido, sino un "antipartido", una forma de organizar la sociedad sin la división de partidos.

Desde el Sexenio Democrático, la prensa carlista repetía que el carlismo no era un partido. En 1871, el periódico La Esperanza decía que los carlistas formaban "una colectividad política a la cual no corresponde el nombre de partido". Durante la tercera guerra carlista, el general carlista Rafael Tristany se refería al carlismo como "nuestra gran comunión nacional".

Durante el periodo de la Restauración borbónica en España, los carlistas a menudo expresaban su oposición a los partidos políticos. En 1905, un artículo en el diario El Correo Español decía que era un error llamar "partido" a la Comunión carlista, porque su objetivo era precisamente acabar con los partidos.

A pesar de esto, hasta la década de 1930, las expresiones "partido carlista" o "partido jaimista" eran comunes incluso entre los propios carlistas. Durante la Segunda República Española, el líder carlista Manuel Fal Conde se esforzó aún más en afirmar que su organización era una "Comunión y no un partido".

Historia de la Comunión Tradicionalista

El Sexenio Revolucionario: Un nuevo comienzo

Archivo:Charles of Bourbon in Mundo Gráfico
Carlos María de Borbón, conocido entre sus partidarios como Carlos VII.

El movimiento carlista no se organizó como partido político hasta la Revolución de 1868. Antes de eso, los carlistas preferían las acciones militares. Cuando Juan III cedió sus derechos al trono a su hijo, Carlos VII, este último pensó que habría una nueva guerra. Por eso, creó oficinas regionales y provinciales bajo el mando de Ramón Cabrera, un conocido militar carlista. Cabrera intentó que el partido actuara legalmente y, después de las elecciones de 1869, quiso organizar una campaña electoral, pero la falta de organización les causó un revés.

Ramón Cabrera vio que era difícil dirigir el partido desde el extranjero, así que se formó la Junta Central Católico-Monárquica. Cabrera renunció por diferencias con Carlos VII.

Archivo:1872 nafarroa
Voluntarios carlistas durante la tercera guerra (1872-1876).

En las elecciones de 1871, los carlistas aumentaron sus escaños de 20 a 51, gracias al trabajo de la Junta Central, presidida por Francisco Javier Fernández de Henestrosa y Santisteban. Carlos VII nombró a Cándido Nocedal presidente de la Junta Central en enero de 1872. Esto causó algunas divisiones entre los carlistas.

Gracias al esfuerzo de la Junta, los carlistas obtuvieron buenos resultados en las elecciones de 1872. La Junta Central no solo organizaba la política, sino que también participó en los preparativos de la tercera guerra carlista, que los carlistas habían amenazado con iniciar.

La Restauración: Reorganización y desafíos

Después de que la guerra terminara en 1876 con la derrota carlista, Don Carlos intentó levantar el ánimo de sus seguidores desde el exilio. Nombró a Cándido Nocedal como su representante en España. Nocedal se encargó de reorganizar el partido y mantener sus ideas políticas frente a otros movimientos.

Más tarde, reapareció la prensa carlista, con periódicos importantes como El Siglo Futuro y El Correo Catalán. En las elecciones de 1879, Ramón Altarriba y Villanueva representó a los carlistas en el parlamento.

Archivo:A Cándido muerto, Cándido puesto, en La Araña, número 3
«A Cándido muerto, Cándido puesto», en La Araña, 1 de agosto de 1885, caricatura en la que se hace referencia a cómo tras la muerte de Cándido Nocedal pasó a ejercer Don Carlos la dirección política de la formación.

Tras la muerte de Cándido Nocedal, Don Carlos tomó la dirección de la Comunión Tradicionalista y nombró a Francisco Navarro Villoslada como su representante. En esta etapa, la prensa tradicionalista creció mucho, pero también hubo conflictos internos. Esto llevó a una división en 1888.

Don Carlos reorganizó el partido de una manera más descentralizada y con un enfoque más militar. Entre 1887 y 1890, el liderazgo carlista en España se dividió en cuatro zonas. Esta división duró hasta 1890, cuando Carlos VII unió las cuatro delegaciones bajo una sola persona, Enrique de Aguilera y Gamboa, el marqués de Cerralbo. Él logró unir a los grupos divididos y organizó la participación en las elecciones de 1891, obteniendo un buen número de representantes. Recorrió España haciendo propaganda y organizó bien el movimiento. En 1899, el marqués de Cerralbo tuvo que renunciar.

Matías Barrio y Mier

Don Carlos nombró entonces a Matías Barrio y Mier como delegado. Durante su gestión, hubo algunos levantamientos carlistas, como el de octubre de 1900 en Badalona y Gironella. Barrio prefería la política y logró la reconciliación de importantes figuras con Don Carlos. Esto llevó a un renacimiento de la Comunión Tradicionalista que culminó en las elecciones de 1907.

A partir de entonces, comenzaron los encuentros carlistas, que reunieron a muchas personas, y surgieron nuevos periódicos tradicionalistas. También mejoraron las relaciones entre los líderes de diferentes grupos tradicionalistas.

Carlos VII falleció el 18 de julio de 1909, y su hijo Don Jaime asumió el liderazgo. Ese mismo año, el delegado Barrio y Mier también falleció y fue reemplazado por Bartolomé Feliu.

La revitalización del carlismo (conocido entonces como jaimismo) se aceleró. En 1910, Joaquín Llorens y Fernández de Córdoba fue nombrado jefe del Requeté, una organización juvenil carlista creada tres años antes.

Archivo:Comunión Tradicionalista - La Bandera Regional
Dibujo en La Bandera Regional representando a la Comunión Tradicionalista como la única salvación de la juventud española en el mar de la política (1911).

En 1913, se estableció una nueva organización para el liderazgo de la Comunión Tradicionalista, creando la Junta Nacional, presidida por el marqués de Cerralbo. Hubo diferencias entre la Junta Nacional y Jaime III, lo que causó una nueva división. En 1919, Pascual Comín y Moya fue nombrado secretario de Don Jaime.

Aunque el prestigio de Comín ayudó a que el partido no se desmoronara, su cargo duró poco. Don Jaime necesitaba a alguien más joven para la difícil tarea de reorganizar el movimiento, así que en 1919 fue nombrado secretario general Luis Hernando de Larramendi.

Hernando de Larramendi comenzó a reorganizar el movimiento con grandes dificultades. Aunque logró reunir a elementos dispersos, el partido ya no tenía la fuerza de años anteriores. Al finalizar su dirección en 1922, el movimiento había disminuido, pero contaba con jóvenes entusiastas, especialmente en Cataluña y Navarra.

Dictadura de Primo de Rivera y Segunda República: Unificación y crecimiento

Archivo:Marqués de Villores
José Selva Mergelina, marqués de Villores

José Selva y Mergelina, marqués de Villores, nuevo secretario de Don Jaime en 1922, dirigió la Comunión desde Valencia. Gracias a su trabajo, el movimiento resurgió en la Región Valenciana. La Dictadura de Primo de Rivera y el periodo previo a la Segunda República Española en 1931 le trajeron nuevas dificultades. Sin embargo, el marqués de Villores logró reorganizar el partido en varias regiones. Más tarde, presidió la unión de mellistas, integristas y jaimistas, uniendo a todos los grupos tradicionalistas bajo el liderazgo de Don Alfonso Carlos, sucesor de Don Jaime, quien había fallecido en 1931.

El marqués de Villores falleció en 1932, cuando las campañas de propaganda tradicionalistas habían extendido la vitalidad de la Comunión por toda España. Los representantes tradicionalistas en el parlamento ese año fueron Joaquín Beunza, el conde de Rodezno, José María Lamamié de Clairac, Julio de Urquijo, Ricardo Gómez Rojí, Francisco Estévanez Rodríguez, Marcelino Oreja Elósegui y José Luis Oriol.

Antes de morir el marqués de Villores, se había creado una Junta Suprema, que se encargó de la dirección del partido bajo la presidencia del conde de Rodezno. Las dificultades que los gobiernos de la Segunda República impusieron al Tradicionalismo solo aumentaron su fuerza, y los propagandistas tradicionalistas recorrieron España. En esa época, las organizaciones, especialmente las de Boinas Rojas y Margaritas (grupos de jóvenes y mujeres), crecieron mucho. Los centros principales seguían siendo Navarra y País Vasco, así como Cataluña. Pero también se unieron nuevos territorios como Andalucía.

El 24 de junio de 1932 se creó el Consejo de Cultura de la Comunión Tradicionalista, presidido por Víctor Pradera y con importantes figuras del tradicionalismo.

El gran resurgimiento tradicionalista a principios de 1933 se vio, por ejemplo, en la provincia de Castellón, con la formación de más de 40 juntas locales, 13 círculos, 20 organizaciones de "Margaritas" y 3 de Requetés. La Comunión Tradicionalista, que se presentaba como un "antipartido" por su oposición a la democracia liberal, iba más allá de un partido político. Tenía un carácter especial debido a la formación religiosa que daba a sus miembros, el carácter de su grupo juvenil (Requeté), la intensidad de sus actividades y sus obras de ayuda.

En las elecciones de 1933, 21 representantes tradicionalistas fueron elegidos para las Cortes, liderados por el conde de Rodezno.

Cuando surgieron nuevas formaciones políticas durante la Segunda República, los tradicionalistas afirmaron ser el único grupo que había existido en España durante un siglo con ideas similares. Consideraban que los nuevos grupos se inspiraban en gran parte en su programa.

El 3 de mayo de 1934, Alfonso Carlos nombró a Manuel Fal Conde, abogado y católico, secretario de la Comunión Tradicionalista, centralizando la organización en su equipo. Ese mismo año, Fal Conde organizó un gran evento en Andalucía, mostrando la fuerza del carlismo en la región. Los periódicos tradicionalistas lo compararon con el líder carlista navarro Tomás de Zumalacárregui.

Gracias al trabajo de Fal Conde, el carlismo andaluz, que no tenía una gran tradición, creció mucho, llegando a ser conocida Andalucía como la "Navarra del Sur", con cuatro representantes tradicionalistas elegidos por la región.

En marzo de 1934, Antonio Lizarza, en representación de la Comunión Tradicionalista, y otros líderes viajaron a Roma. Allí se reunieron con Benito Mussolini y le explicaron su plan para cambiar el gobierno de la República. El gobierno italiano les dio dinero y armas, y acordaron enviar jóvenes requetés a Italia para su entrenamiento.

Aunque este viaje ocurrió cuando el conde de Rodezno aún era el líder de la Comunión Tradicionalista, él no estaba muy a favor de un levantamiento. El envío de jóvenes se intensificó cuando Manuel Fal Conde comenzó a dirigir la Comunión, quien organizó la preparación militar de los requetés. En grupos de 30, requetés de toda España, especialmente de Navarra, viajaron en secreto a Italia, donde permanecían alrededor de un mes. Unos 500 de ellos fueron entrenados en el uso de armas modernas.

En las elecciones de 1936, 15 representantes tradicionalistas fueron elegidos, aunque luego se redujeron a 9. La victoria de un grupo político diferente y el aumento de la tensión social aceleraron los preparativos para un levantamiento contra la República.

Participación en la Guerra Civil

La Comunión Tradicionalista participó activamente en la preparación de un levantamiento militar que buscaba cambiar el gobierno de la República, junto con otros grupos. Al principio, el general Sanjurjo debía liderar el movimiento. En la primavera de 1936, el general Varela, con simpatías tradicionalistas, actuaba como representante del general Sanjurjo. Pero debido a la presión, fue reemplazado por el general Mola.

En nombre de Alfonso Carlos, líder supremo de la Comunión Tradicionalista, el príncipe Javier de Borbón Parma se reunió en Lisboa con Sanjurjo. Acordaron que los Requetés (el grupo juvenil carlista) cooperarían si el Ejército iniciaba el movimiento. Si no, los Requetés comenzarían, siempre bajo el mando del general Sanjurjo.

El fallecimiento de un político importante aceleró el levantamiento. Después de largas negociaciones con el general Mola, Fal Conde comprometió la participación de los boinas rojas (miembros del Requeté) en el levantamiento del Ejército. El Requeté se unió al levantamiento militar del 18 de julio de 1936 junto con otras milicias, combatiendo en la Guerra Civil. Llegaron a tener más de 60.000 voluntarios repartidos en 67 grupos de Requetés.

Archivo:Entrada de las tropas nacionales en San Sebastián (43 de 54) - Fondo Marín-Kutxa Fototeka
Requetés desfilando en San Sebastián tras ser tomada la ciudad por las tropas nacionales (1936).

Pocos días después del inicio del levantamiento, Alfonso Carlos dijo en una carta a Fal Conde: "En momentos como los actuales no deben mirarse las cuestiones personales de partidos, sino tratar de salvar todos juntos la Religión y la Patria". Por lo tanto, el lema del levantamiento para los carlistas debía ser "por Dios y por España", por encima de sus propios intereses. Sin embargo, el fallecimiento accidental de Sanjurjo el 20 de julio cambió el rumbo del movimiento.

Tras el fallecimiento de Alfonso Carlos el 29 de septiembre de 1936, el regente Javier confirmó a Fal Conde como líder y mantuvo la misma organización.

La Comunión Tradicionalista dejó de existir formalmente en 1937 debido a un decreto que unió a la Falange y la Comunión Tradicionalista en un solo partido, llamado Falange Española Tradicionalista de las JONS, conocido más tarde como Movimiento Nacional. Sin embargo, una parte de los tradicionalistas, liderados por Fal Conde, no aceptaron el decreto y continuaron usando el nombre de Comunión Tradicionalista de forma discreta durante el periodo de Franco.

Divisiones en la Comunión Tradicionalista

Debido al decreto de unificación y a la falta de un heredero directo en la línea carlista, hubo varias divisiones en el tradicionalismo. Grupos que apoyaban a diferentes príncipes se separaron de la agrupación leal a Javier de Borbón Parma, quien en 1936 había sido nombrado sucesor de Alfonso Carlos como regente.

Se esperaba que el sucesor de Alfonso Carlos fuera el príncipe con más derechos al trono de España y que al mismo tiempo aceptara los principios del tradicionalismo. Animado por sus seguidores, en 1952, Don Javier reclamó los derechos al trono, aunque luego se mostró menos claro al respecto.

Los seguidores de Javier, dirigidos por Manuel Fal Conde, se opusieron durante dos décadas al decreto de unificación. En 1955, Fal Conde dejó de ser el líder de la Comunión Tradicionalista. En enero de 1956, Don Javier nombró un nuevo Secretariado Nacional, bajo la presidencia de José María Valiente, quien en octubre de 1960 fue nombrado líder. El objetivo era lograr la unidad interna de la Comunión y asegurar la continuidad de sus principios.

Aunque los seguidores de Javier usaron el nombre de "Comunión Tradicionalista", otros grupos también se declararon herederos de la Comunión Tradicionalista histórica.

En 1975, los tradicionalistas que seguían a Sixto Enrique de Borbón y apoyaban las ideas clásicas del carlismo, y que no aceptaron los cambios de otro partido carlista, formaron nuevamente una organización con el nombre de Comunión Tradicionalista. Esta afirmó ser la continuación de la Comunión Tradicionalista histórica.

Galería de imágenes

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Traditionalist Communion Facts for Kids

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Comunión Tradicionalista para Niños. Enciclopedia Kiddle.