Revolución de Chuquisaca para niños
Datos para niños Revolución de Chuquisaca |
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Revolución de La Plata | ||
Contexto del acontecimiento | ||
También conocido como | Revolución de Charcas Revolución del 25 de Mayo de 1809 Grito libertario de Chuquisaca |
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Fecha | 25 de mayo - 26 de mayo de 1809 | |
Sitio | ![]() |
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Impulsores | Oidores de la Real Audiencia de Charcas, miembros de la Universidad de San Francisco Xavier, Cabildo de La Plata y llegados del interior del virreinato. | |
Motivos | Reformismo borbónico, guerra de la Independencia Española (aprehensión del rey Fernando VII por los franceses), aprehensión de Jaime de Zudáñez. | |
Influencias ideológicas de los impulsores | Fernandinismo, Junta de Montevideo, silogismo de Chuquisaca. | |
Gobierno previo | ||
Gobernante | Ramón García de León y Pizarro | |
Forma de gobierno | Gobernador intendente y presidente de la Real Audiencia | |
Gobierno resultante | ||
Gobernante | Audiencia Gobernadora (disuelta oficialmente en enero de 1810) | |
Forma de gobierno | Junta de Gobierno (autogobierno) | |
Pérdidas | ||
Se estima unos 30 muertos por el momento | ||
La Revolución de Chuquisaca, también conocida como la Revolución de La Plata, fue un importante levantamiento popular. Ocurrió el 25 y 26 de mayo de 1809 en la ciudad de La Plata (hoy Sucre, capital de Bolivia). En ese tiempo, esta ciudad formaba parte del Virreinato del Río de la Plata.
Los jueces del tribunal de la Real Audiencia de Charcas, con el apoyo de la universidad y de algunos grupos que buscaban la independencia, quitaron de su cargo al presidente de la Real Audiencia. Luego, el tribunal se convirtió en una Junta de Gobierno llamada Audiencia Gobernadora.
Aunque el movimiento se hizo en nombre del rey Fernando VII de España, en realidad también buscaba no reconocer a la Junta Suprema Central en España ni al virrey del Río de la Plata. Los jueces querían gobernar el tribunal de la Real Audiencia como lo hacían antes de las reformas borbónicas. Para lograrlo, hicieron creer a la gente que el presidente de la Real Audiencia y el virrey planeaban entregar el trono a la infanta Carlota Joaquina de Borbón. Este plan también ayudó a los grupos independentistas, que, aunque eran pocos, lograron difundir sus ideas.
Para muchos historiadores de la independencia hispanoamericana, este evento es considerado el Primer Grito Libertario de América. Sin embargo, existen otras opiniones que señalan fechas anteriores, como la Rebelión de Oruro de 1781 o el levantamiento de Manco Inca.
Contenido
¿Qué pasó antes de la Revolución de Chuquisaca?
La situación en España en 1808
En 1807, las tropas francesas, lideradas por el general Junot, entraron en España. El objetivo principal de Napoleón Bonaparte era ocupar Portugal, que no quería unirse al bloqueo comercial contra Gran Bretaña.
España, aliada de Francia, firmó el Tratado de Fontainebleau. Sin embargo, las fuerzas francesas comenzaron a tomar el control de ciudades importantes en España. Esto hizo que la familia real española se retirara a Aranjuez y pensara en irse a América, como ya había hecho la corte portuguesa.
El 17 de marzo de 1808, hubo un levantamiento popular llamado el Motín de Aranjuez. Esto obligó al rey Carlos IV a renunciar y a su hijo Fernando a convertirse en rey Fernando VII. Poco después, los franceses ocuparon Madrid. Napoleón llevó a la familia real a Bayona, Francia.
El 2 de mayo, hubo otro levantamiento en Madrid, que fue reprimido con violencia. El 6 de mayo, en lo que se conoce como las abdicaciones de Bayona, Fernando renunció a sus derechos al trono. Así, la corona pasó a Napoleón, quien nombró a su hermano José Bonaparte como rey de España y sus territorios en América.
Las Juntas de Gobierno en España
A pesar de los cambios en el trono, la gente en España no aceptó al nuevo rey francés. El 25 de mayo de 1808, se formó la primera junta de gobierno en Oviedo, Asturias. Rápidamente, surgieron otras juntas en diferentes provincias y ciudades.
El 27 de mayo de 1808, Sevilla creó su propia junta, llamada Junta Suprema de España e Indias. Esta junta, al igual que las demás, decía gobernar en nombre de Fernando VII y proteger sus derechos. Por eso, el 17 de junio, la Junta de Sevilla declaró la guerra a Napoleón.
En 1809, esta situación en España provocó una crisis política en muchas ciudades de América bajo el dominio español, incluyendo Chuquisaca. Las tensiones por la independencia, que ya existían, se hicieron más fuertes.
La llegada de Goyeneche al Alto Perú
Cuando las tropas francesas ocuparon Madrid en 1808, José Manuel de Goyeneche era un capitán de milicias. Él era de Arequipa, en el actual Perú, y venía de una familia acomodada. Goyeneche era muy hábil para hablar y para la intriga.
Se acercó al general francés Joaquín Murat y se ganó su confianza. Napoleón quería controlar los territorios españoles en América para afectar a sus enemigos y seguir recibiendo dinero. Como no tenía barcos para asegurar esto, dependía de que los americanos fueran leales al nuevo rey o, si era necesario, apoyar la idea de la independencia.
Murat envió a Goyeneche a América del Sur para que los gobiernos y pueblos aceptaran a la nueva dinastía francesa. Goyeneche recibió documentos que lo acreditaban para esta misión.
Cuando Goyeneche estaba en Cádiz, listo para viajar a América, ocurrió el levantamiento en Sevilla y la formación de su junta de gobierno. Goyeneche se presentó ante la Junta de Sevilla como un fiel seguidor del rey español. La junta lo nombró su representante especial en América y lo ascendió a brigadier. Su misión era asegurar que se reconociera a Fernando VII como rey en el Virreinato del Río de la Plata y en el Virreinato del Perú, y que se aceptara la autoridad de la Junta de Sevilla.
Con sus dos encargos (uno de los franceses y otro de la Junta de Sevilla), Goyeneche viajó a América. En Río de Janeiro, se reunió con la infanta Carlota Joaquina de Borbón, hermana de Fernando VII. Carlota, que quería asumir los títulos de su hermano en América, le dio a Goyeneche cartas con sus propias peticiones para las autoridades coloniales.
Al llegar al Río de la Plata, Goyeneche se encontró con un conflicto entre el gobernador de Montevideo, Francisco Javier de Elío, y el virrey Liniers. Elío, desconfiando de Liniers por ser francés, se rebeló y formó una junta en Montevideo el 21 de septiembre de 1808. Goyeneche apoyó a Elío en su idea de no reconocer la autoridad de Liniers.
Cuando Goyeneche llegó a Buenos Aires, cambió su discurso. Se declaró un fiel seguidor de Fernando VII. Para conseguir dinero para su misión, incluso criticó a Elío. Sin embargo, en secreto, insinuó a algunos miembros del Cabildo de Buenos Aires que España vería con buenos ojos que se quitaran del poder a los funcionarios americanos de los que se dudara su lealtad. Esto era exactamente lo que quería escuchar Martín de Álzaga, quien planeaba un levantamiento en Buenos Aires.
Finalmente, Goyeneche continuó su viaje hacia el Alto Perú, rumbo a Lima. Se dice que fue "bonapartista en Madrid, federalista en Sevilla, en Montevideo aristócrata, en Buenos Aires realista puro y en el Perú tirano", mostrando su habilidad para adaptarse a cada situación.
La Revolución en Chuquisaca
El Alto Perú y sus características
El territorio de Charcas, que hoy es Bolivia, estaba dividido en varias provincias. Una de ellas era Chuquisaca, cuya capital, Chuquisaca (también llamada La Plata o Charcas, y hoy Sucre), era la sede de la Real Audiencia de Charcas.
Chuquisaca fue parte del Virreinato del Perú hasta 1776. Luego, pasó a formar parte del nuevo Virreinato del Río de la Plata.
La importancia de Chuquisaca no venía de riquezas minerales, sino de su Audiencia y de la Universidad Mayor Real y Pontificia San Francisco Xavier de Chuquisaca. Esta universidad era muy reconocida y atraía a estudiantes de otros virreinatos, por lo que la ciudad era conocida como la "Atenas americana".
En esa época, la ciudad tenía entre 14.000 y 18.000 habitantes. La economía de la ciudad dependía de los salarios de los jueces, empleados y de la actividad universitaria.
Desde hacía tiempo, había problemas entre el presidente de Charcas, Ramón García de León y Pizarro, y la Real Audiencia. También había conflictos entre el arzobispo de Charcas, Benito María Moxó y Francolí, y el cabildo de la iglesia. Estos problemas se hacían más grandes debido al desorden en España.
El inicio del conflicto
Las noticias de lo que pasaba en España llegaron al Alto Perú. La Real Audiencia de Charcas se opuso a reconocer a la Junta de Sevilla y a Goyeneche como su representante, argumentando que había otras juntas provinciales independientes de la de Sevilla.
Las noticias de la reunión de Goyeneche con Carlota de Brasil causaron preocupación. La gente recordaba las incursiones de los brasileños en la provincia de Chiquitos, lo que generó sospechas.
El 24 de septiembre, el arzobispo de Charcas, Benito María Moxó y Francolí, ordenó reconocer a la Junta de Sevilla y a Goyeneche. Esto creó una división entre los jueces de la Audiencia, por un lado, y el Virrey, el Presidente Pizarro y el arzobispo, por el otro.
A principios de noviembre, Goyeneche fue recibido con grandes ceremonias, pero la Audiencia mantuvo su postura, desafiando también la autoridad del Virrey Liniers. Goyeneche llegó a amenazar con arrestar a un juez, lo que provocó una manifestación pública. La situación empeoró con la presentación de los documentos de la Infanta Carlota.
La Universidad se involucra
El presidente Pizarro pidió la opinión de la Universidad sobre los documentos de Carlota. La Universidad, siguiendo la postura del Dr. Manuel de Zudáñez, no solo rechazó las peticiones de la hermana de Fernando VII, sino que las consideró peligrosas. Argumentaron que, si ya se había jurado a Fernando VII como rey, desconocer ese derecho y decir que su padre fue obligado a renunciar era una traición.
La Universidad expresó que la retención de Fernando VII en Francia no impedía que sus súbditos lo reconocieran como su autoridad. También señalaron que América no necesitaba que una potencia extranjera, como Portugal, quisiera tomar el control.
La Universidad también negó los derechos de la Infanta Carlota basándose en la Ley Sálica, que excluía a las mujeres de la sucesión al trono. Aunque esta ley había sido derogada en secreto, la gente no lo sabía, lo que generó más desconfianza.
El acta final de la Universidad, redactada por el Dr. Jaime de Zudáñez, fue enviada al gobernador y al virrey. Liniers, al ver palabras como "traición" referidas a la Infanta, ordenó que se borraran y destruyeran.
Durante su estancia en Chuquisaca, Goyeneche se reunió con el presidente Pizarro y el arzobispo Moxó. Es probable que estas reuniones fueran para que cada uno mantuviera su puesto, esperando el resultado de los acontecimientos en España.
Las acciones de Goyeneche fueron rápidas. La Real Audiencia y el presidente Pizarro reconocieron la autoridad de la Junta de Sevilla. Las comunicaciones de la infanta Carlota fueron solo formalidades. Luego, Goyeneche siguió su camino a Lima.
Sucesos en Buenos Aires
El 1 de enero de 1809, hubo un levantamiento en Buenos Aires, conocido como la Asonada de Álzaga. Aunque la mayoría de los participantes eran españoles, muchos criollos, como Mariano Moreno, lo apoyaron. Sin embargo, las milicias criollas, lideradas por Cornelio Saavedra, apoyaron a Liniers, y el movimiento fracasó.
Los sucesos de Buenos Aires estaban relacionados con los de Chuquisaca. Muchos estudiantes de Chuquisaca eran de la región del Río de la Plata, y varios graduados de la capital habían estudiado allí y tenían contacto con grupos independentistas.
Mayo de 1809: El levantamiento
La detención de Zudáñez
La decisión del virrey Liniers de anular la expulsión de Cañete (acordada por la Audiencia) y el rumor de que el presidente Pizarro arrestaría a los jueces, empeoraron la situación.
Circulaban panfletos anónimos, algunos escritos en Chuquisaca. La mayoría acusaba a los gobernantes de apoyar a Carlota, pero otros eran más revolucionarios. Uno de los más famosos fue el Diálogo entre Atahualpa y Fernando VII en los Campos Elíseos, escrito por Bernardo Monteagudo, que terminaba con un llamado a la libertad y la independencia.
El 16 de mayo, el abogado y regidor del Cabildo, Manuel Zudáñez, convenció al Cabildo de que su arresto era inminente. Pidieron protección a la Audiencia, que comenzó a investigar y a planear la detención del presidente García Pizarro.
El 20 de mayo, Manuel de Zudáñez Ramírez se enteró de la destrucción de las actas que rechazaban las pretensiones de Carlota. Denunció la actitud del Presidente. Esto hizo que los opositores creyeran definitivamente en la posible entrega del poder a Carlota y rompió las relaciones del gobernador con la Universidad, el Tribunal, el Cabildo y la gente.
El 23 de mayo, el presidente Ramón García de León y Pizarro comenzó a tomar medidas. Pidió al gobernador de Potosí, Francisco de Paula Sanz, que enviara tropas a Chuquisaca, porque creía que querían quitarle el mando.
La toma del Palacio
La noche del 24 de mayo, la Audiencia organizó patrullas para evitar arrestos, mientras preparaba un documento pidiendo la renuncia del presidente. El 25 de mayo, el presidente Pizarro fue advertido de una conspiración.
Ramón García de León y Pizarro reforzó la guardia del palacio y envió a su hijo a Potosí con una carta secreta. Luego, convocó a dos abogados para informarles sobre la reunión de los jueces donde se decidió su suspensión. El Presidente quería arrestar a varios jueces y miembros del Cabildo.
A las 6 de la tarde, García de León y Pizarro ordenó el arresto de los conspiradores. Sin embargo, la noticia se extendió rápidamente y la mayoría logró esconderse. Solo pudieron detener a Jaime de Zudáñez. Su hermana, al verlo, pidió ayuda a gritos, y una multitud comenzó a reunirse. Zudáñez fue llevado a la cárcel, frente a la cual la gente se aglomeró pidiendo la intervención del Arzobispo.
Mientras la gente lanzaba piedras al edificio, Ramón García de León y Pizarro accedió a liberar a Jaime de Zudáñez, a quien consideraba el menos importante. Zudáñez salió con el arzobispo y fue llevado en hombros como un héroe.
Al saberse la detención de Zudáñez y la falta de otros arrestos, una gran cantidad de ciudadanos se movilizó a la Plaza Mayor. Destacaban Bernardo Monteagudo y otros seguidores de ideas republicanas, quienes gritaban: "¡Muera el mal gobierno, viva el Rey Fernando VII!". Pedían la liberación de los presos y la renuncia de García de León y Pizarro.
Para convocar al pueblo, se tocaron las campanas de las iglesias. Juan Manuel Lemoine forzó la entrada al Templo de San Francisco y tocó su campana hasta que se rajó. Desde entonces, esa campana es conocida como la Campana de la Libertad. Al sonido de las campanas, más gente acudió.
La gente que el coronel Juan Antonio Álvarez de Arenales había colocado a las afueras de la ciudad invadió las calles. Los líderes se reunieron y decidieron exigir al presidente la entrega de las armas de su residencia.
La multitud, cada vez más excitada, asaltó el palacio de gobierno. La guardia disparó al aire, y la gente respondió con artillería.
Los conspiradores exigieron al Presidente la entrega inmediata del mando político y militar. Ramón García de León y Pizarro se negó. Finalmente, la gente logró derribar una puerta del palacio con cañones. A las tres de la madrugada, los mensajeros salieron mostrando el documento de renuncia.
García de León y Pizarro se entregó a los jueces y fue detenido en la Universidad. El 26 de mayo por la mañana, la Audiencia asumió el poder como "Audiencia Gobernadora". Nombraron a Álvarez de Arenales como comandante general y a José de la Iglesia como gobernador de Charcas. El presidente fue juzgado por traición y la guarnición fue desarmada, entregando las armas al pueblo.
Álvarez de Arenales organizó la defensa, formando milicias con nueve compañías de infantería, organizadas por los oficios de sus miembros (plateros, tejedores, sastres, etc.). También se formaron grupos de caballería y un batallón de artillería.
En busca de apoyo
El 9 de julio, el gobernador de Potosí, Francisco de Paula Sanz, recibió una comunicación del virrey Liniers pidiéndole que reuniera tropas para mantener la paz en las provincias y respetar la autoridad real. Paula Sanz marchó con tropas hacia Chuquisaca, pero la Audiencia le ordenó regresar a Potosí.
Los líderes de Chuquisaca buscaron apoyo en otras regiones. El nuevo virrey, Baltasar Hidalgo de Cisneros, que estaba en Colonia del Sacramento, aprobó la conducta de la Audiencia de Charcas y ordenó al intendente de Potosí que cooperara.
En ese momento, el movimiento de Chuquisaca no buscaba la independencia, sino que se decía fiel al rey Fernando y rechazaba a Portugal. Sin embargo, muchos estudiantes y ciudadanos de Chuquisaca sí querían la independencia, como Antonio Paredes, Mariano Michel y Monteagudo.
Con este objetivo oculto, se enviaron emisarios a diferentes ciudades. Su misión era fomentar los sentimientos independentistas entre los habitantes, aunque oficialmente decían transmitir sus leales intenciones hacia Fernando VII.
Estos comisionados formaban una sociedad secreta, conocida como la Sociedad de Independientes.
Se enviaron emisarios a Cochabamba, La Paz, Potosí, Tupiza, Santa Cruz de la Sierra, San Salvador de Jujuy, Salta, Tucumán y Buenos Aires.
La Paz
En La Paz, el Dr. Tadeo Dávila estaba a cargo del gobierno. Se sospechaba que simpatizaba con las ideas revolucionarias.
La llegada del emisario Dr. Mariano Michel, enviado por la Audiencia de Chuquisaca, impulsó la revolución en La Paz. Michel llevó un documento llamado Proclama de la ciudad de La Plata a los valerosos habitantes de La Paz, que se hizo famoso como Proclama de la Junta Tuitiva de La Paz. Este documento decía:
"Hasta aquí hemos tolerado una especie de destierro en el seno de nuestra Patria. Hemos visto con indiferencia por más de tres siglos sometida nuestra primitiva libertad al despotismo y la tiranía de un usurpador injusto que degradándonos de la especie humana, nos ha reputado por salvajes y mirado como esclavos; hemos guardado un silencio bastante análogo a la estupidez que se nos atribuye por el inculto español"
"Ya es tiempo, pues, de sacudir yugo de tan funesto a nuestra felicidad, como favorable al orgullo nacional del español; ya es tiempo de organizar un nuevo sistema de gobierno fundado en los intereses de nuestra Patria, altamente deprimida por la política de Madrid; ya es tiempo, en fin, de levantar el estandarte de la libertad en estas desgraciadas colonias, adquiridas sin el menor título y conservadas con la mayor injusticia y tiranía."
La misión de Michel fue un éxito. El 12 de julio, los independentistas de La Paz acordaron dar el golpe el 16 de julio. Los principales conspiradores eran Pedro Domingo Murillo, Melchor Giménez y Mariano Graneros. El 16 de julio, el batallón de milicias tomó el cuartel, y la gente salió a la plaza. El gobernador Dávila fue arrestado.
Se formó una junta de gobierno independentista llamada Junta Tuitiva, presidida por el coronel Pedro Domingo Murillo. Se nombraron secretarios y vocales, incluyendo a Gregorio García Lanza y Juan Manuel Mercado.
Potosí
En Potosí, Francisco de Paula Sanz actuó rápidamente. No reconoció a la Audiencia de Charcas ni a la Junta Tuitiva de La Paz. Arrestó a varios ciudadanos y pidió ayuda al virrey del Perú, José Fernando de Abascal y Sousa.
Abascal temía que el movimiento revolucionario se extendiera a otras provincias. Por eso, decidió no esperar y comenzó a formar un ejército para reprimir la rebelión. Nombró a José Manuel de Goyeneche como general en jefe de este ejército.
La represión
José Manuel de Goyeneche aceptó la misión y se dirigió al río Desaguadero, que era el límite entre los virreinatos. Las tropas de Goyeneche eran unos 5000 hombres bien armados, mientras que los revolucionarios solo tenían 800 fusiles y 11 cañones en mal estado.
Ante la amenaza, el 12 de septiembre, el Cabildo de La Paz decidió declarar la guerra a la provincia de Puno y enviar tropas al Desaguadero. El 24 de septiembre, la expedición partió.
Cuando la vanguardia de Goyeneche llegó al puente del Desaguadero, los revolucionarios de La Paz, sin experiencia y mal armados, no pudieron resistir y se retiraron.
En Buenos Aires, el virrey Liniers se pronunció contra el movimiento de Chuquisaca. Sin embargo, la lentitud en las decisiones del nuevo virrey, Baltasar Hidalgo de Cisneros, dejó la represión en manos de Goyeneche.
Cisneros puso al mariscal Vicente Nieto al mando de un ejército. Este ejército salió de Buenos Aires el 4 de octubre de 1809.
Mientras tanto, la Junta Tuitiva de La Paz se disolvió, dejando a Murillo al mando. Murillo tenía solo unos mil hombres. El 18 de octubre, Indaburo, un líder revolucionario, traicionó el movimiento. Arrestó a varios líderes revolucionarios en la ciudad y ejecutó a Pedro Rodríguez.
José Gabriel Castro, quien estaba en las afueras, se enteró de la traición y atacó la ciudad, dando muerte a Indaburo.
Las divisiones entre los rebeldes debilitaron sus posibilidades de resistencia. El 24 de octubre de 1809, una división revolucionaria salió hacia Chulumani.
En La Paz, Goyeneche atacó a las fuerzas desorganizadas de Murillo y las derrotó fácilmente el 25 de octubre. Las tropas de Jaén también fueron vencidas.
Una división rebelde, liderada por Manuel Victorio García Lanza, se dirigió a las Yungas para levantar a los indígenas. Goyeneche envió tropas tras ellos. El 11 de noviembre, las fuerzas realistas vencieron a los patriotas en el Combate de Irupana, matando a los líderes.
Al enterarse del desastre en La Paz, los revolucionarios de Chuquisaca liberaron a Pizarro y reconocieron la autoridad del nuevo presidente de Charcas, Nieto.
El 14 de diciembre, las tropas de Buenos Aires llegaron a Potosí. Nieto entró en Chuquisaca el 21 de diciembre. El 10 de febrero de 1810, Nieto ordenó arrestar a todos los jueces de la Real Audiencia y a otros líderes revolucionarios, como Juan Antonio Álvarez de Arenales y Bernardo Monteagudo.
Después de estar presos, la mayoría fueron desterrados a Lima o a otros lugares. Muchos se salvaron pagando grandes sumas de dinero.
Así terminó la revolución de 1809, con el sacrificio de muchos americanos y el destierro de otros. El 29 de enero de 1810, fueron ejecutados, entre otros, Murillo, Mariano Graneros y García Lanza.
Mayo de 1810: Nuevos aires de cambio
En Buenos Aires, se esperaba que Cisneros tomara medidas conciliadoras, como las que había tomado para los implicados en la revuelta del 1 de enero de 1809.
Sin embargo, al conocerse las noticias de la represión en el Alto Perú, la reacción fue muy negativa. Estos actos de violencia hicieron que la autoridad de Cisneros fuera odiada. La caída de Sevilla y la disolución de la Junta Central en España precipitaron los acontecimientos. El 22 de mayo, en un Cabildo abierto, se suspendió a Cisneros. El 25 de mayo de 1810, se formó una nueva junta sin Cisneros, la Primera Junta, la primera presidida por un americano.
El 23 de junio, Nieto y Sanz se enteraron de la destitución de Cisneros. Se pusieron a las órdenes del Virrey del Perú, calificaron a Buenos Aires de rebelde y pidieron ayuda. El 26 de junio, las tropas de Buenos Aires en Chuquisaca fueron desarmadas. A muchos soldados se les obligó a trabajar en las minas de Potosí, donde muchos murieron.
Ante las novedades, Nieto liberó a algunos presos y envió a otros a Lima.
Con sus tropas, Nieto se dirigió a Santiago de Cotagaita, donde construyó defensas. Abascal, el virrey del Perú, envió más tropas y proclamas a los pueblos del Alto Perú, algunas de ellas muy ofensivas, lo que solo impulsó más la revolución.

Mientras tanto, el Ejército del Norte avanzaba rápidamente en su "Primera expedición auxiliadora al Alto Perú".
Al conocerse el avance patriota, comenzaron a surgir nuevos movimientos que apoyaban a la Junta de Buenos Aires. El 14 de septiembre de 1810, ocurrió la revolución de Cochabamba. El 24 de septiembre, se formó una junta en Santa Cruz de la Sierra. El 6 de octubre, Oruro también se pronunció. El 14 de octubre, tras la victoria rebelde en la Batalla de Aroma, el cerco sobre los realistas se cerraba.
El 27 de octubre, unos mil hombres, liderados por Antonio González Balcarce y Eustoquio Díaz Vélez, con Juan José Castelli como representante de la Junta, se enfrentaron a las tropas de Nieto en el Combate de Cotagaita. Las fuerzas revolucionarias se retiraron al sur. El 5 de noviembre, las fuerzas del Perú avanzaron y entraron en Tupiza. El 7 de noviembre, se enfrentaron en la batalla de Suipacha, donde el ejército argentino obtuvo su primera victoria. El general Juan Martín de Pueyrredón fue nombrado presidente de la Audiencia de Charcas.
Al enterarse de la derrota, Nieto intentó huir, pero fue capturado.
Paula Sanz también fue detenido en Potosí. Nieto, Córdoba y Paula Sanz quedaron presos en la Casa de la Moneda de Potosí.
El 14 de diciembre de 1810, fueron condenados a muerte por traición. El 15 de diciembre de 1810, a las 10 de la mañana, fueron fusilados en la Plaza Mayor de Potosí.
Más información
- Rebelión de Oruro
- Junta Tuitiva
- Decreto del 9 de febrero de 1825
- Declaración de Independencia de Bolivia
Enlaces externos
Véase también
En inglés: Chuquisaca Revolution Facts for Kids