Ovni para niños
El término objeto volador no identificado, más conocido por el acrónimo ovni, y recientemente renombrado por funcionarios estadounidenses como uap (en español fani, fenómeno aéreo no identificado), se refiere a la observación de un objeto volador, real o aparente, que no puede ser identificado por el observador y cuyo origen sigue siendo desconocido después de una investigación.
El acrónimo fue creado para reemplazar al de «platillo volante», ya que a diferencia de este un ovni no tiene por qué ser necesariamente un objeto tecnológico o tripulado (puede ser también una estrella, un meteorito o un avión desconocido), y ha llegado a trascender más allá de las simples observaciones aéreas. Aunque autores como Erich von Däniken o Jacques Vallée han apuntado que los antiguos carros de los dioses o las apariciones y raptos en bosques y pantanos podían ser el equivalente a los relatos ovni actuales, el fenómeno comenzó en 1947, íntimamente vinculado a los medios de comunicación.
La literatura especializada en estos temas ha ido creciendo en número de cabeceras y tirada, para pasar a recoger también supuestos contactos telepáticos, pretendidos secuestros y declaraciones sobre experimentos genéticos realizados por los tripulantes de dichos objetos. Todas estas afirmaciones extraordinarias tienen en común la ausencia de pruebas extraordinarias que las demuestren. Pese a ello, la hipótesis extraterrestre sigue siendo tema de debate.
Contenido
Contexto histórico
Autores como Luis Alfonso Gámez, Ricardo Campo o Neil deGrasse Tyson han insistido en la gran importancia de los antecedentes históricos que rodeaban el nacimiento y la popularización del término «ovni».
A finales del siglo XIX y principios del XX, Percival Lowell había publicado varias obras sobre Marte en las que postulaba que las líneas oscuras divisadas por Giovanni Schiaparelli en la superficie marciana constituían una red de canales creados por una civilización inteligente, para traer agua desde los polos al ecuador del «planeta rojo». Pese a que las observaciones de Lowell se revelarían erróneas, el público en general consideró la existencia de vida extraterrestre inteligente y cercana a la Tierra como un hecho probado científicamente.
En 1944, la Luftwaffe había conseguido hacer operativo el Heinkel He 178. El motor de este avión sorprendió por su sencillez al no necesitar bielas, pistones, cigüeñal, aceite y los demás elementos utilizados hasta el momento. También su velocidad, cercana a los 700 km/h, dejaba bastante atrás a los mejores aparatos de la época, caso del Supermarine Spitfire. Como tercera virtud se puede destacar su maniobrabilidad. Además, el aparato en sí ya era sorprendente para personas poco introducidas en el mundo aeronáutico por no tener hélices que lo impulsaran. Aparatos como este y tantos otros que le siguieron comenzaron a implantar en el ciudadano corriente la idea de que se investigaba sobre nuevos modelos aéreos, bastante diferentes de los anteriores y con unas prestaciones muy superiores.
Un efecto más contundente si cabe para la opinión pública, lo causó el V2. Este misil balístico dejaba muy atrás a lo que podían presentar naciones como la Unión Soviética o Estados Unidos. El V2 era capaz de mover una carga útil de casi una tonelada, a varios cientos de kilómetros y a velocidades que superaban con mucho la del sonido. Este portento de la ingeniería abrió nuevamente la mentalidad del público en general e hizo ver como posible que un ingenio de origen inteligente causara imágenes que antes se hubieran tomado por espejismos, resplandores, relámpagos o cualquier otra explicación natural.
El 16 de julio de 1945 tuvo lugar en Álamo Gordo la Prueba Trinity, con la que culminaba el Proyecto Manhattan. Dicha prueba, junto a la utilización posterior de una bomba de uranio y otra de plutonio, demostró que se podía conseguir gran cantidad de energía con poca masa. Pero, al mismo tiempo, se descubría un nuevo tipo de arma con una capacidad destructiva incomparable, lo cual supuso un salto cualitativo en el tipo de guerra que podría librarse. Igualmente se dio el pistoletazo de salida para una carrera de armamentos entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, junto a una carrera de información para conocer cada bando el nivel alcanzado por su oponente.
La información sobre la Unión Soviética constituyó todo un problema para Estados Unidos. John Lewis Gaddis indica que inicialmente no se sabía el estado real alcanzado por la tecnología soviética. Fue bastante avanzada la Guerra Fría cuando se comprobó que la tecnología soviética estaba por detrás de la estadounidense. Sin embargo había dos campos donde sí llevaban cierta ventaja: uno era el balístico y el otro fue la capacidad de guardar sus secretos. El régimen de Iósif Stalin y el de sus sucesores era una dictadura férrea, con un control considerable de la información producida y difundida, por lo que las apariencias resultaban más fáciles de guardar. Unido a esto, las inmensas proporciones del país le concedían una profundidad estratégica sin igual, lo que hacía imposible observar todo su territorio desde ningún punto de su frontera, aunque solo fuese indirectamente y por muy alto que se alzara el observador. Así los soviéticos podían amenazar con misiles que no tenían y esgrimir divisiones con las que no contaban, o al menos en determinados momentos, lo cual constituía una fuente de rumores. La recién creada Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Casa Blanca necesitaban información sobre lo que sucedía en la Unión Soviética. Para conseguirla propusieron tratados, desarrollaron ingenios, financiaron los proyectos más variopintos... todo para conseguir fotografías o mediciones atmosféricas que pudieran indicar los avances de la otra superpotencia en campos como el de los misiles intercontinentales, los bombarderos estratégicos o las pruebas nucleares atmosféricas. Pero la incógnita de hasta dónde había conseguido llegar la tecnología soviética perduró durante bastantes años, al menos hasta la llegada de los satélites espías.
Ante las prestaciones ofrecidas por el motor de reacción y el misil balístico, las potencias vencedoras se disputaron a los técnicos implicados en los programas alemanes para desarrollar los suyos propios. Sin embargo, por una serie de decisiones, los Estados Unidos mantuvieron relegado a von Braun durante un tiempo, mientras los dirigentes soviéticos sacaron del Gulag a Serguéi Koroliov para que retomase los programas de misiles abandonados años atrás. Al poco tiempo, los segundos iban más adelantados que los primeros en misiles y cohetes. Carl Sagan, quien participó en el programa Apolo, indica que dicha ventaja fue inicial. Tanto los dirigentes de la URSS como de los Estados Unidos quedaron sorprendidos al ver el interés del público por los temas espaciales cuando los soviéticos decidieron utilizar su misil balístico para poner en órbita el Sputnik 1. Incluso los éxitos soviéticos crearon cierto pánico en la población estadounidense al sentirse vulnerables y en inferioridad tecnológica frente a su enemigo. Además, Sagan veía con envidia años después las pocas preguntas que les hacían los políticos para darles lo que pidieran para temas espaciales. El astrobiólogo transcribe el interrogatorio mantenido en 1958 entre Daniel J. Flood, presidente de la subcomisión para asignaciones de la defensa y representante del partido demócrata por Pensilvania, y Richard E. Horner, secretario de la asesoría para la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Ante la petición de una partida considerable de fondos para la investigación espacial, la subcomisión realizó tres preguntas a Horner y, tras responderlas, Flood declaró:
Deberíamos darle todo el dinero, todo el hardware y todo el personal que precisen, sin importar lo que otras personas puedan opinar o querer, y pedirles que se suban a una colina y que lo hagan sin contemplaciones.
Terminología
El primer nombre dado a luces o formas en el cielo desconocidas para el espectador fue el de «platillo volante» o «platillo volador», del inglés flying saucer. El término «platillo volador» se popularizó en 1947 debido a un error periodístico. El 24 de junio, el piloto civil estadounidense Kenneth Arnold —mientras volaba sobre la cordillera de las Cascadas (en el estado de Washington)— vio una formación de nueve objetos con forma de búmeran que volaban a una velocidad (estimada por él) superior a los 1500 km/h.
A finales de la Segunda Guerra Mundial se veía como posible la existencia de prototipos rápidos y muy manejables, desarrollados por otros países y nunca vistos hasta el momento. Ante la posibilidad de haber divisado una escuadrilla de dichos prototipos, Arnold se dirigió a la oficina del FBI para informar, pero la encontró cerrada. Por lo tanto acudió a un periodista llamado Bill Bequette para narrarle su observación. El piloto explicó la formación indicando que los nueve objetos tenían forma de búmeran y describió sus movimientos como el efectuado por las piedras cuando rebotan sobre una superficie líquida, en concreto sus palabras pueden traducirse por «un platillo lanzado a través del agua». Bequette confundió la forma en la que se movían los objetos con la forma de los objetos. El error de Bequette ha sido recogido multitud de veces:
Dijeron que yo había dicho que eran “como platillos”, cuando lo que yo dije fue que “volaban al estilo de un platillo”», declaró Arnold al célebre locutor Edward R. Murrow en una entrevista para la CBS, transmitida el 7 de abril de 1950
Mientras la explicación original se ha olvidado, el término «platillo volador» se ha convertido en una palabra habitual. El aspecto y comportamiento de los platillos voladores de Kenneth Arnold era bastante diferente de lo que solo unos años después se caracterizaría rígidamente en la comprensión pública del término: algo como un frisbee muy grande y con gran capacidad de maniobra.
Debido a esta confusión de un periodista nació el chascarrillo:.
Muy probablemente, a partir de entonces, todas las razas alienígenas y extraterrestres que han visitado la Tierra han tenido que rediseñar sus naves interplanetarias para adaptarse al error de un periodista de un diario local de Estados Unidos del año 47.Ricardo Campos
Pese al error, las declaraciones sobre ingenios aeronáuticos no identificados con forma de platillo aumentaron considerablemente.
Historia
No existe acuerdo respecto al momento en que comenzó la historia de los ovnis. Para Ted Wilding-White, J. J. Benítez, Erich von Däniken o Jacques Vallée los avistamientos de objetos sin identificar se remontan tanto como historia tiene la Humanidad. Para autores como Ricardo Campo, Luis Alfonso Gámez o Carl Sagan es un mito contemporáneo que comienza a finales de los años cuarenta.
Ovnis en la Edad Antigua, Media y Moderna
Los avistamientos de platillos volantes comenzaron cuando la ingeniería había logrado ya un nivel suficiente como para desarrollar motores de reacción, misiles con alcances estratosféricos e ingenios nucleares. Lo que, para escritores como Luis Alfonso Gámez, sugiere un origen humano producto de aquella época. La idea de estar ante un mito de la era espacial.
A esta relación causa-efecto se han opuesto autores como Erik von Däniken, Juan José Benítez o Jacques Vallée quienes sostienen que, desde el pasado más remoto, el ser humano trató de adaptar lo que veía a su intelecto, relacionando los distintos avistamientos con objetos conocidos, cercanos a él. El primero planteó que muchas de estas referencias antiguas serían registros de observaciones reales de supuestas naves alienígenas, que habrían recibido distintas denominaciones en documentos antiguos: «vehículo de los dioses», «vimana», «carro pushpaka» y «marut» (todas ellas en el Ramayana hinduista, del siglo III a. C..); y también «bórax resplandeciente», «carro de fuego», «disco solar», «escudo que vuela», «escudo yacente», «esfera transparente», «espada voladora», «flecha ígnea», «luz cósmica», «nube con ángeles», «nube de fuego», «perla luminosa», «serpiente de las nubes».
Asimismo señala que, si estos vehículos aéreos estuvieran tripulados, se produciría igualmente el contacto con los eventuales seres extraterrestres, quienes transmitirían a los observadores enseñanzas diversas. Según estas teorías, el origen de muchas de las civilizaciones del pasado (Egipto, Babilonia, etc.) sería extraterrestre, o, al menos, las tecnologías para realizar sus obras serían de origen o inspiración extraterrestre.
Es necesario reseñar que personas expertas en Egipto y Asiria, como la egiptóloga de la Universidad Complutense de Madrid Mara Castillo Mallén, advierten que los autores como von Däniken no son egiptólogos ni asiriólogos, tampoco son arqueólogos y algunos no son licenciados; por lo tanto, afirmaciones como las anteriores deben ser tenidas como meras especulaciones. No existen dudas sobre la procedencia del pueblo egipcio ni los muchos que poblaron Mesopotamia, ni se aprecia un salto tecnológico en algún momento comprendido entre la construcción de las primeras mastabas hasta los templos del Imperio Nuevo que hagan suponer una transferencia tecnológica, ni se ha encontrado ningún registro de contactos con civilizaciones extraterrestres. Otros autores, como Luis Alfonso Gámez o Benjamin Radford, mantienen que las conjeturas de Däniken, y otros, contienen, además de una gran ignorancia sobre la historia antigua, una postura insultante y hasta racista contra esos pueblos, al no dudar de que los romanos pudiesen construir el Coliseo y los griegos el Templo de Artemisa, pero sí hacerlo cuando los ejecutores fueron otros humanos no europeos.
Benítez propuso en su libro Los astronautas de Yavé que una serie de extraterrestres entrenaron a Moisés en el monte Sinaí en distintas técnicas, se ocuparon de ofrecerle asesoramiento, cuidaron y alimentaron a los padres de la Virgen María, se aparecieron a San José, los Reyes Magos o fueron los encargados de realizar la Anunciación. Como en el caso de Däniken, el autor español no aporta ninguna prueba documental o arqueológica de dichos supuestos.
Por su parte, Vallée mantenía que ha existido una vieja tradición de seres fantásticos como las ninfas, sílfides, duendes o hadas, que cometían raptos de personas para llevarlas a lugares que los relatos denominaban Magonia, pero también Ávalon y otras geografías míticas. Según el autor francés, esos cuentos eran la forma que tenían aquellas personas para explicar encuentros cercanos, raptos y abducciones llevados a cabo por seres extraterrestres. Como en el caso de las conjeturas vertidas por Däniken, esta hipótesis no deja de ser una explicación ad hoc e innecesaria, pues existe otra mucho más sencilla. Las nubes, las hadas o los carros de fuego podrían ser metáforas empleadas en los relatos religiosos, sin ninguna evidencia de que dichos relatos deban ser interpretados más que de una forma mítica. Así pues, dichas narraciones no constituyen una prueba empírica para saber si ocurrieron los hechos así o no, es decir, sostener que se trata de naves extraterrestres podría ser un argumento ad ignorantiam.
Durante la Edad Media aumentaron, si cabe, los problemas para realizar registros escritos de sucesos cotidianos. Esto fue debido al ligero crecimiento del índice de analfabetismo y a los cortes periódicos que los musulmanes practicaban al suministro de papiro con destino a Europa, por lo que solo quedaban los pergaminos como soporte para escribir, de mejor calidad, pero mucho más escasos. Para Ted Wilding-White los avistamientos no se pudieron recoger hasta la publicación de los primeros periódicos. Antes, prosigue Wilding-White, las narraciones de sucesos aéreos desconocidos solo podían ser preservadas para lecturas posteriores por personas que supieran y pudieran escribirlas. En Europa Occidental esta facultad quedaba reservada a los monjes en los monasterios, por lo que se reducía mucho el espacio observable. El autor recoge siete casos acaecidos entre el 1 de enero de 1254 y el 13 de noviembre de 1833.
Ovnis contemporáneos
A finales del siglo XIX se produjo la denominada oleada de aeronaves de 1896-1897, también referidas como dirigibles misteriosos o dirigibles fantasma, aludiéndose a la visión de una clase de objetos voladores no identificados reportados a partir de una serie de informes periodísticos originados en el oeste de Estados Unidos y que se extendieron hacia el este del país desde finales de 1896 hasta principios de 1897. Se consideran la antesala y los predecesores culturales de los modernos avistamientos de ovnis.
Las acuciantes necesidades de información vividas por la CIA en particular y el gobierno estadounidense en general sobre lo que sucedía en el interior de la Unión Soviética llevaron a desarrollar multitud de globos aerostáticos con el objetivo de captar indicios sobre los progresos soviéticos. Muchos fueron lanzados desde distintos lugares con la esperanza de que cruzaran el país enemigo para ser rescatados después con algún resultado. Uno de dichos intentos era el Proyecto Mogul, que analizaba el aire para buscar evidencias de pruebas nucleares soviéticas. El Mogul estaba catalogado como secreto y actualmente se tiene por el responsable de lo que sucedió en el pueblo de Nuevo México, incrementado también por la próspera industria turística local. La posibilidad de tener guardado y en secreto un acontecimiento como ese, la evidencia de haber sido visitados por una inteligencia extraterrestre, es considerado de todo punto imposible por autores como Ricardo Campo, pues empequeñecería lo realizado por Colón o por el Proyecto Manhattan del que ya tenían noticias los soviéticos antes de su culminación. El español esgrime que ni la fabricación de las armas nucleares pudo mantenerse bajo secreto, pese a existir un acuerdo previo de silencio, mucho menos ocultar durante décadas un descubrimiento de capital importancia para toda la Humanidad como es la prueba irrefutable de otro tipo de vida inteligente.
Tras estos sucesos, la lista de avistamientos continuó aumentando hasta que su número fue considerado preocupante por la administración Truman, que ordenó las primeras investigaciones que desembocarían en el posterior Proyecto Libro Azul. Sagan indica que, cuando él fue asesor científico del proyecto, encontró un ambiente de malestar y desidia en las Fuerzas Aéreas, tanto es así que la primera denominación fue «Proyecto Fastidio« o «Project Grudge» en inglés.
Otro suceso que terminaría repercutiendo en el tema ovni se produjo a principios de los cincuenta, cuando Donald Keyhoe, exoficial de la USAF y participante en el Proyecto Libro Azul, comenzó a ser oído junto a su mensaje de advertencia sobre lo intrínsecamente peligroso de las armas nucleares y el cuidado que debía tenerse con ellas. A partir de aquellos avisos comenzaron a surgir otros que decían haber contactado con extraterrestres, quienes les transmitían el mismo mensaje.
En 1961 Betty y Barney Hill afirmaron que la noche del 19 al 20 de septiembre habían sido abducidos por un platillo volante. El matrimonio no se puso de acuerdo en varios detalles, pero los dos coincidían en que al final los dejaron bajar, habiéndoles borrado los recuerdos de lo sucedido. Pese a que el especialista que los trató definió el caso como una especie de sueño, testimonios como el de los Hill comenzaron a reproducirse tiempo después en varios lugares del mundo, aumentando progresivamente las acciones realizadas a los abducidos, siempre según los testimonios de los propios abducidos. Así se han declarado casos en que los extraterrestres les realizaban exploraciones internas, implantes de dispositivos intracutáneos e incluso inseminaciones. Resulta necesario puntualizar que para psicólogas como Susan Clancy, de la Universidad de Harvard, dichas acciones pertenecen a la esfera del sueño, la fantasía o el fraude, pero «Las abducciones no suceden en el mundo real». Confirma las palabras de la psicóloga el hecho de que ninguno de los supuestos abducidos haya podido aportar pruebas fehacientes de lo sucedido, los implantes nunca se han encontrado, las marcas en el cuerpo son compatibles con muchas otras lesiones cotidianas y jamás se ha traído objeto alguno que poder analizar, ni aparecen publicados, comenta Sagan, artículos en revistas científicas sobre nuevos materiales desconocidos hasta el momento.
Esta deriva en el tema ovni hacia unos encuentros cada vez más cercanos es, para Luis Alfonso Gámez, el ejemplo de que el mito ovni se ha destruido a sí mismo, «porque ya no le queda más por inventar».
Investigación
El gobierno de Harry Truman emprendió una investigación. La primera de dichas investigaciones oficiales comenzó en 1947 bajo el nombre de Proyecto Signo, en 1949 se rebautizó como Proyecto Fastidio y en 1952 como Proyecto Libro Azul, que seguiría investigando casos hasta 1969, para comenzar después el Proyecto Libro Blanco.
En 1969, el último de dichos programas, el Proyecto Libro Azul, fue cerrado habiendo reunido decenas de miles de expedientes y con la conclusión clara de que los ovnis no suponían un peligro para la seguridad nacional.
Líneas de investigación
En las investigaciones financiadas por las distintas administraciones participaron algunos de los más conocidos expertos, bien como directores o como asesores, entre ellos los cuatro que han marcado las cuatro líneas de la literatura ufológica:
- Donald Keyhoe: ingeniero aeronáutico y postulador de la hipótesis según la cual las Fuerzas Aéreas estadounidenses tenían pruebas de la llegada de seres extraterrestres.
- Josef Allen Hynek: astrónomo y más moderado en los planteamientos que Keyhoe, también terminó afirmando que se ocultaban pruebas sobre la existencia de visitas extraterrestres.
- Carl Sagan: astrofísico y defensor de la vida extraterrestre, pero escéptico de que la Tierra haya sido visitada en el presente o en algún momento del pasado.
- Donald Menzel: astrónomo y aún más escéptico que Sagan, autor de la frase «en primer lugar esos objetos si están identificados, sabemos lo que son, en segundo lugar en muchos casos no son volantes y, por último, en la mayoría de los casos ni siquiera son objetos».
Clasificación de los ovnis según su observación
Durante las investigaciones del Proyecto Libro Azul, Hynek propuso dos clases de observaciones con tres tipos cada una:
Encuentros lejanos
Estos son los realizados a más de 150 metros de distancia (500 pies) y Hynek propuso tres tipos:
- Discos redondos: objetos vistos por el día con formas generalmente redondas, en cualquier caso distintos a las de aparatos convencionales.
- Ecos de radar: detecciones realizadas por radares primarios que no se identifican a sí mismas.
- Luces nocturnas: luces de distintos colores que no se pueden asociar a las luces anticolisión de aeronaves convencionales.
Encuentros cercanos
Son los realizados a menos de 500 pies (150 metros) y se dividirían en tres tipos:
- Primer tipo: es cuando se divisa un objeto no identificado volando o en el suelo, en este último supuesto lo avistado no sería un ovni, pero se decidió incluirlo si se le suponía la capacidad de volar. Es el que más casos reúne, según Hynek.
- Segundo tipo: para Hynek se da cuando el objeto deja cualquier tipo de huella, como vegetación quemada o marcas en la tierra.
- Tercer tipo: aparece cuando se observa a un tripulante. Es la más escasamente reportada.
Posteriormente otros escritores como Fabio Zerpa las ampliaron a seis:
- Cuarta fase: el testigo ingresa en la nave, como en los casos de abducción.
- Quinta fase: contactos telepáticos, de mente a mente.
- Sexta fase: señales radiales o radioastronómicas.
Clasificación de los ovnis por su forma
Para Hynek, los avistamientos lejanos contemplarían tres configuraciones diferentes: luces nocturnas, ecos de radar y discos diurnos. Para otros las formas presentadas por los ovnis son muy variadas; tanto es así que Ballester Olmos califica de inútil cualquier clasificación, porque todos los «casos positivos», los que no se pueden explicar, son únicos. No existe una tipología clara ni un patrón que se repita. Para complicar más la situación, muchas de las descripciones se obtuvieron mediante declaraciones únicas y por consiguiente resultaron imposibles de verificar. Pese a todo se han apuntado ciertas formas, más o menos coincidentes.
Resultados
En 1969 la USAF había reunido unos 40 000 informes Wilding-White que daban como resultado:
- El 27 % de los expedientes ovni resultaron ser estrellas, planetas y otros objetos astronómicos.
- Otro 27% de los expedientes se debieron a globos y aviones.
- Un 23 % fue producido por meteoritos, satélites artificiales y otros objetos cercanos a la Tierra.
- Hubo un 23 % que quedó sin explicación, pero se hicieron suposiciones sobre la mayoría de dichos casos y se afirmó que podían haberse resuelto si los observadores hubiesen dado más datos.
Pese a las conclusiones arrojadas por el Proyecto Libro Azul y el Informe Condon, la literatura sobre los objetos volantes no identificados ha seguido produciéndose sin descanso. Autores como Fernando Frías indican que dicha literatura carece de rigor, en muchos casos, pues no se realizan confirmaciones de las declaraciones dadas por los testigos y en varias ocasiones son afirmaciones falsas.
El 25 de junio de 2021 Estados Unidos publicó un informe sobre fenómenos aéreos no identificados. La conclusión del reporte elaborado por la oficina del director nacional de Inteligencia es que no tienen respuestas por el momento para explicar cientos de avistamientos inusuales. Simultáneamente, la Asociación Aeronáutica y Astronáutica de Francia, también publicó su propio informe ovni.
Los ovnis en la cultura popular
El arte pop en particular y la cultura popular del siglo XX en general han mostrado y utilizado a los extraterrestres en infinidad de ocasiones, hasta el punto de considerar a esta forma de arte incomprensible sin ellos. Son muy abundantes las películas, series de televisión, novelas, obras de teatro y cómics con los extraterrestres como protagonistas principales o secundarios. En este aspecto la variedad es grande al poderse hallar extraterrestres microscópicos, con forma humana, grises de ojos grandes o acuáticos, entre muchas otras apariencias. Respecto a sus intenciones, en muchos casos su presencia tiene intenciones colonialistas, según Carl Sagan es menos común mostrarlos bienintencionados y más escasos aún presentarlos indiferentes a los problemas humanos. Los géneros también son variados al poder encontrarse obras dramáticas, de terror o comedias.
Ahora bien, las referencias de la cultura popular a objetos volantes no identificados, es decir, objetos o supuestos objetos que vuelan sin saber realmente lo que son, resultan difíciles de localizar. Uno de los pocos ejemplos puede ser la serie Project UFO, traducido en España por Investigación ovni que representó casos de avistamientos ovni basados en los testimonios recogidos durante las investigaciones del Proyecto Libro Azul. La primera temporada, de las dos que fueron producidas, no afirma la existencia de visitas extraterrestres; utilizaba expresiones como «dice que vio», «dicen haber visto». No obstante, de los varios casos representados por episodio, solía dejar uno sin explicar o relacionándolo directamente con visitas extraterrestres. Al final de cada capítulo, se indicaba mediante subtítulos que los ovnis no constituían un peligro para la seguridad nacional de los Estados Unidos, conclusión obtenida tras veinte años de investigaciones.
Véase también
En inglés: Unidentified flying object Facts for Kids
- Anexo:Principales avistamientos ovni
- Corros de brujas
- Área 51
- Avistamientos de ovnis en España
- Círculos en los cultivos
- Objeto volador no identificado nazi
- Vimana