Otón para niños
Datos para niños Otón |
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Busto de mármol de Marco Salvio Otón, Museos Capitolinos.
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Emperador del Imperio romano | ||
15 de enero de 69-15, 16 o 17 de abril de 69 | ||
Predecesor | Galba | |
Sucesor | Vitelio | |
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Información personal | ||
Nombre en latín | Marcus Salvius Otho | |
Nacimiento | 28 de abril de 32 Ferentino (?) |
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Fallecimiento | 15, 16 o 17 de abril de 69 (36 años) Brescello |
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Causa de muerte | Exanguinación | |
Sepultura | Brescello | |
Religión | paganismo | |
Familia | ||
Padres | Lucio Salvio Otón Terencia Alba |
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Cónyuge | Popea Sabina (forzado a divorciarse por Nerón) | |
Información profesional | ||
Ocupación | Político de la Antigua Roma y militar de la Antigua Roma | |
Marco Salvio Otón (en latín: Marcus Salvius Otho; 28 de abril de 32 - Brescello, 15, 16 o 17 de abril de 69) fue un emperador romano que gobernó del 15 de enero hasta mediados de abril de 69, en el llamado: «año de los cuatro emperadores».
Otón pertenecía a una familia de origen etrusco recién elevada a la nobleza; bajo Augusto formó parte de la aristocracia senatorial y desde Claudio accedió al patriciado. Marco Salvio se convirtió en uno de los amigos más cercanos de Nerón en 55, pero más tarde, en el 58 o 59, el emperador lo envió al exilio como gobernador de Lusitania. En 68, Otón apoyó la rebelión del gobernador de Tarraconense, Servio Sulpicio Galba, quien se proclamó emperador, con la esperanza de ser nombrado su sucesor. Defraudado en sus expectativas, organizó un golpe de Estado y el 15 de enero de 69 los pretorianos dieron muerte a Galba y proclamaron emperador a Otón.
Otón trató de resolver la crisis política del imperio, pero cuando tomó el poder varias provincias occidentales ya habían apoyado a otro aspirante al título imperial; el gobernador de Germania Inferior, Aulo Vitelio. La guerra civil estalló en el sur de Galia y en el norte de Italia. Las primeras batallas fueron victoriosas para los comandantes de Otón, sin embargo, fueron derrotados en la decisiva batalla de Bedriacum, el 14 de abril de 69. No queriendo continuar la guerra civil, Otón murió dos días después.
Contenido
Fuentes para su biografía
Una de las fuentes más importantes sobre Marco Salvio Otón son las Historias de Tácito, dedicada a relatar el período de 69 a 96, aunque los acontecimientos de la guerra civil en el 69 fueron especialmente interesantes para este autor, por lo que los describió con mucho detalle. Así, Tácito dedica tres de los doce libros de las Historias al año de los cuatro emperadores, y el breve reinado de Otón se recoge en los dos primeros. Plutarco, por su parte, es más lacónico sobre Marco Salvio Otón, tanto en la biografía que le dedicó como en la de Servio Sulpicio Galba. Los dos historiadores citados utilizaron las mismas fuentes: la Historia del senador Marco Cluvio Rufo, obras secundarias de Fabio Rústico, Vipstano Mesala y Plinio el Viejo. Sin embargo, hay una hipótesis alternativa, según la cual Tácito se basó principalmente en fuentes únicas, incluidos los relatos de testigos oculares, y Plutarco, en Cluvio Rufo y Plinio el Viejo, así como en documentos proporcionados por Segundo, el secretario de Otón.
Otón aparece en una de las biografías de la obra Vidas de los doce césares de Suetonio. La pregunta sobre sus fuentes no tiene una respuesta inequívoca; las Historias de Tácito y las biografías de Plutarco parecen serle familiares, y los investigadores encuentran varios pasajes paralelos en todas estas obras, pero la explicación de esto puede deberse al uso de fuentes comunes. Además, Suetonio y Plutarco se contradicen a menudo. Se cree que la principal fuente de Suetonio fue Plinio el Viejo.
La Historia romana de Dion Casio también narra el reinado de Otón, pero esta parte sólo se conserva en el epítome compilado por Juan Xifilino; además, el texto de Dion Casio fue utilizado por el historiador bizantino Juan Zonaras. Hay un breve relato de Marco Salvio Otón en la obra de Flavio Josefo, Guerra judaica, en el Breviario de la historia romana de Eutropio, en la Historia contra los paganos de Paulo Orosio, y en la obra de Pseudo-Aurelio Víctor Epitome de Caesaribus.
Varias inscripciones pertenecientes a principios del 69 ayudan a reconstruir su reinado; en latín son el decreto sardo de Lucio Helvio Agripa, un fragmento de una de las actas de los hermanos arvales y una inscripción de Ferentino; en griego, las inscripciones de Tebas, Oxirrinco y Tafas en Siria. Además, se han encontrado monedas acuñadas bajo Otón en Alejandría, en Antioquía, en Clazómenas, en Asia y en Macedonia.
Biografía
Orígenes
El nomen latino Salvius era llevado con mayor frecuencia por esclavos durante la República. Como nomen se generalizó bajo el imperio. Los antepasados de Marco Salvio Otón pertenecían, según Suetonio, a la nobleza etrusca y vivían en la ciudad de Ferentino. El primero de los Otón sobre el que se ha conservado alguna información en las fuentes es su bisabuelo, cuyo praenomen es desconocido, quien era caballero romano y estaba casado con una mujer de baja cuna, quizás incluso nacida esclava; puede que fuese pariente de un tribuno de la plebe de 43 a. C., partidario de Marco Tulio Cicerón y primera víctima de un asesinato proscripto.
El único miembro de la siguiente generación de la familia se llamaba Marco. Creció en la casa de Livia, esposa de Augusto y madre de Tiberio; gracias al patrocinio de esta matrona se convirtió en miembro de la orden senatorial y progresó en su carrera hasta la pretura en fecha desconocida, y convirtió a su esposa en miembro de «una familia muy noble con muchas conexiones influyentes». De este matrimonio nació Lucio Salvio Otón, padre del emperador, quien fue cónsul sufecto en 33, procónsul de la provincia de África en 46-47 y Claudio lo promovió al rango patricio. Con Terencia Alba, «una mujer de eminente linaje», es decir, aparentemente hija de un rico caballero romano que no ocupó ningún cargo público, tuvo tres hijos: Lucio Salvio Otón Ticiano, cónsul del año 52, casado con la hermana del futuro emperador Marco Coceyo Nerva, una hija comprometida con Druso César, y Marco Salvio Otón, quien fue emperador de Roma durante tres meses.
Eutropio escribe que Otón se distinguía más «por la línea materna que por la paterna, aunque ambas eran conocidas»; presumiblemente confundió a la madre de Otón con su abuela paterna. Tácito llama a los Salvio en el contexto del 69 un «clan recién ascendido» (familia nova).
Primeros años
Marco Salvio Otón nació, según Suetonio, «el cuarto día antes de mayo en el consulado de Lucio Arruncio Camilo Escriboniano y Domicio Enobarbo», es decir, el 28 de abril de 32. Las fuentes hablan poco de su educación y todo lo que se sabe es que dominaba el griego. Desde muy joven llevó una vida de libertinaje, Plutarco informa que Otón estuvo «desde la infancia extremadamente corrompido por el lujo y la búsqueda de placeres», y Suetonio que era un «pródigo y precoz», por lo que su padre lo azotaba a menudo y este detalle es el único mensaje sobre la educación de Otón.
Tras la muerte de su padre en el año 55, Marco Salvio entabló amistad con la liberta Claudia Actea, una hetera cercana a la corte, de la que se enamoró Nerón, quien acababa de llegar al poder. Gracias a esta mujer, Otón se convirtió en uno de los mejores amigos del joven emperador; según Tácito, Nerón lo eligió a él y a Claudio Senecio como «los confidentes de su amor» para Actea. Incluso se rumoreó que había una «intimidad lasciva» entre Marco Salvio y el princeps. Es de suponer que la base de esta amistad era el interés compartido por una vida de libertinaje y locura juvenil. Otón parece no haber hecho nunca el servicio militar y en su carrera política ni siquiera alcanzó el rango pretorio, pero gracias a la simpatía del césar y a su participación en sus asuntos secretos consiguió una gran influencia. Como prueba de ello, Suetonio cuenta que Otón, habiendo recibido un enorme soborno de un cónsul condenado por extorsión, lo llevó al Senado incluso antes de haberle conseguido el perdón formal.
El cambio en la relación de Marco Salvio con Nerón se debió a Popea Sabina. Esta matrona, quien pertenecía al orden senatorial, fue al principio la esposa del caballero romano Rufrio Crispino, y tras su divorcio de este se casó con Otón y se convirtió en el nuevo amor del emperador (58). Los autores antiguos tienen diferentes relatos sobre cómo se produjo este «triángulo amoroso». Según Suetonio, Nerón convirtió a Popea en su amante cuando aún era la esposa de Crispino, y tras su divorcio concertó su matrimonio con Otón como tapadera. Según Tácito, Popea se había casado primero con Otón y sólo más tarde conoció al emperador: Marco Salvio había ensalzado con demasiada frecuencia las virtudes de su esposa, y en consecuencia, seducía por descuido o deliberadamente a Nerón para ganar aún más influencia como marido de la amante imperial.
Sin embargo, se sabe que este papel no le convenía a Otón, ya que se enamoró de su mujer y no quería tolerar a un rival. En una ocasión, Marco Salvio llegó a ahuyentar a los hombres que Nerón había enviado a buscar a Popea y cuando el propio emperador llegó no le dejó entrar, lo que ocasionó que este se quedara en la puerta «exigiendo en vano el tesoro confiado a su amigo». Para poner fin a esta cómica y comprometedora historia, Nerón nombró a Otón gobernador de Lusitania e hizo disolver su matrimonio. Era obvio para todos los observadores que la partida de Marco Salvio a Hispania era un exilio; Suetonio cita a este respecto una copla que pasó de boca en boca en Roma:
¿Quieres saber por qué Otón está en un exilio honorable?
¡Él mismo quería acostarse con su mujer!
—Gayo Suetonio Tranquilo. Otón, 3, 2.
Según Plutarco, Marco Salvio se enfrentaba a un castigo más grave, la pena de muerte, pero fue defendido por Lucio Anneo Séneca, quien todavía influía en Nerón. Suetonio escribe que, antes de su partida, Otón había hecho otro favor al emperador: el día en que Nerón planeaba asesinar a su madre, Agripina la Menor, Marco Salvio «para evitar sospechas les dio a él y a ella un banquete de una delicadeza sin precedentes». Pero este informe contradice tanto las palabras del mismo autor sobre los diez años de gobierno de Otón, terminó en junio de 68 y Agripina murió en marzo de 59, como el relato de Tácito sobre la partida de Otón a Lusitania en 58.
En el momento de su partida, Marco Salvio era jefe de la cofradía sacerdotal de los hermanos arvales y era quaestorius (antiguo cuestor). Gobernó la provincia como legado con el poder de propretor, y en este prolongado lapsó se mostró de manera inesperada. Todas las fuentes informan que Otón demostró ser un buen gobernador: actuó «con rara prudencia y moderación»; «fue un gobernante suave y vivió en armonía con los pueblos subordinados»; «hizo olvidar su antigua infamia, gobernó con una honestidad intachable y se mostró tan moderado en el ejercicio del poder como desenfrenado en la vida privada». La incompetencia militar de Marco Salvio fue compensada por su cooperación con el procurador Marco Vetio Valente, quien tenía una amplia experiencia militar.
A lo largo de los diez años de su exilio en Lusitania, Otón conservó el deseo de vengarse de Nerón. Una prolongada estancia en un alto cargo en una de las zonas más remotas del imperio puede haber contribuido al ambicioso objetivo de Marco Salvio de hacerse con el poder en Roma. Desde la capital, el legado trajo adivinos que le prometieron que sobreviviría a Nerón y se convertiría en emperador; además, Otón tenía enormes deudas, que alcanzaban un total de doscientos millones de sestercios, y sólo algunos cambios radicales podrían mejorar su situación financiera.
Del lado de Galba
La situación cambió en la primavera del 68, cuando estalló una gran crisis en el Imperio romano. El gobernador de Galia Lugdunense, Cayo Julio Víndex, se rebeló contra Nerón y ofreció una alianza y el poder imperial a Servio Sulpicio Galba, gobernador de la Hispania Tarraconense, vecina de Lusitania. Este, tras algunas vacilaciones, aceptó y para empezar se declaró «legado del senado y del pueblo romano» el 2 de abril de 68, y en consecuencia, Otón se unió inmediatamente a Galba, al que entregó todos los utensilios de oro y plata que tenía para utilizar el metal en la acuñación de monedas; también trajo esclavos «entrenados para servir a un alto gobernante». Marco Salvio no podía hacer nada para ayudar a Galba militarmente, ya que su provincia carecía de tropas.
Además de Otón, Galba contaba con el apoyo de un tercer gobernador hispano, el cuestor de Bética, Aulo Cecina Alieno. El procónsul de África, Lucio Clodio Macro, también se rebeló, aunque solamente en su propio nombre. Víndex ya había sido derrotado y ejecutado en mayo de 68, por lo que Galba consideró su causa perdida durante algún tiempo; pero mientras tanto, Nerón perdió el apoyo de los pretorianos y del Senado, fue declarado «enemigo de la patria» y murió, por lo que, en consecuencia, la mayoría de las provincias reconocieron a Galba como emperador. A principios de julio de 68, el nuevo emperador partió hacia Roma por tierra a través de la Galia, y Marco Salvio recorrió este largo viaje en el mismo carro con él, y aprovechó para ganarse a los soldados del ejército que acompañaba a Galba mediante recompensas monetarias, todo tipo de favores y conversaciones sinceras junto al fuego. En esto tuvo bastante éxito y Marco Salvio se convirtió en el segundo confidente más cercano después de Tito Vinio Rufino, comandante de la única legión estacionada en la Hispania Tarraconense.
A su llegada a Roma, Otón retomó rápidamente el contacto con los círculos de la corte. Galba tenía ya 72 o 73 años y no tenía hijos ni nietos, por lo que debía adoptar a alguien y convertirlo en su heredero oficial; Marco Salvio esperaba ser él el elegido, teniendo en cuenta sus méritos y su popularidad entre las tropas. Tito Vinio también estaba del lado de Otón, ya que esperaba casar a su hija con él. Pero los otros favoritos de Galba, Cornelio Lacón e Icelo Marciano, estaban dispuestos a apoyar a cualquier otro candidato para evitar que Vinio se hiciera más fuerte. Además, a los ojos del propio emperador, Otón estaba demasiado relacionado con el entorno neroniano. Servio Sulpicio tenía otra opción, el patricio Gneo Cornelio Dolabela. Galba dudó durante un tiempo y ya en enero de 69 tomó una decisión inesperada al adoptar al treintañero Lucio Calpurnio Pisón Frugi Liciniano, distinguido por su nobleza y «todas las virtudes morales», pero que no tenía influencia alguna.
Para Otón, esta adopción fue una completa sorpresa y, tras esto, estaba convencido de que Galba lo odiaba y quería eliminarlo; además, el problema de sus deudas se le había agravado. Marco Salvio dijo «que no le quedaba otro recurso que el Imperio, y que prefería sucumbir en el combate ante sus enemigos, a caer bajo la persecución de sus acreedores en el Foro», por lo tanto, decidió tomar el poder. La situación era favorable, porque en los pocos meses que llevaba en Roma, el nuevo emperador había conseguido poner en su contra a los ciudadanos, la nobleza y el ejército, además de contar también con la oposición de los pretorianos, quienes no recibieron regalos monetarios de él ni siquiera con motivo de la adopción de Pisón. Como resultado, Otón fue capaz de dar un golpe de Estado después de sólo cinco días.
Ascenso al poder
Otón invirtió un millón de sestercios, que había recibido de un esclavo imperial a cambio de darle un cargo importante, para sobornar a cinco pretorianos que, a su vez, atrajeron a otros a su lado. La conspiración debía implicar directamente a un pequeño número de personas, y el resto se uniría cuando comenzara la revuelta. Según Suetonio, Otón tenía un plan ya el día de la adopción de Pisón, el 10 de enero de 69, para atacar el palacio y matar a Galba en la cena, pero en el último momento se abandonó dicha idea. En la noche del 13 al 14 de enero, un grupo de pretorianos que festejaban rodeó a Otón, quien, a su vez, volvía a casa después de una fiesta, y quisieron llevarlo con ellos al campamento, pero los soldados temieron confundirlo con otra persona, ya que ninguno de ellos lo conocía de vista.
El golpe tuvo lugar el 15 de enero, día en el que Galba debía ofrecer sacrificios a los dioses en el Palatino y Marco Salvio acudió a la ceremonia. Al principio del procedimiento, su liberto se dirigió a este último para decirle que los arquitectos le esperaban en casa; era una señal convencional, que le informaba de que los soldados estaban listos para marchar. Con este pretexto o, según otros informes, aludiendo a una fiebre, Otón dejó al emperador y tomó una ruta tortuosa, a través de la casa de Tiberio, hasta el Miliario de oro en el foro frente al templo de Saturno, donde los soldados debían esperar por él.
Los primeros que allí lo recibieron y proclamaron emperador, se dice que no pasaban de veintitrés ... Otón llegó a temer y querer desistir; pero los soldados que rodeaban la litera no se lo permitían, por más que él clamaba que lo habían perdido, y daba priesa a los mozos; porque algunos lo oyeron, y más bien que conmoverse se admiraron del corto número de los que a tal se atrevían.
Los pretorianos lo llevaron a su campamento, levantando sus espadas desenvainadas y llamando a gritos a Otón césar. En el camino, esta pequeña tropa fue creciendo poco a poco. Se le permitió entrar en el campamento sin resistencia, y allí algunos oficiales y soldados decidieron apoyar a Otón, otros optaron por esperar; nadie se pronunció contra los amotinados. Mientras tanto, toda la ciudad se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. La legión reclutada de entre los marineros de las flotas estacionada en Roma también apoyó a Otón; los legionarios ilirios, situados en el pórtico de Vipsania, ahuyentaron al enviado de Galba, amenazándolo con las armas. Resultó que el viejo emperador tenía el apoyo de una sola cohorte. Galba no se decidió por ninguna acción enérgica, aunque se le ofreció ir al campamento pretoriano para cambiar el ánimo de los soldados o encerrarse en el palacio palatino. En algún momento se extendió por la ciudad el rumor de que Otón había sido muerto y un guardaespaldas llamado Julio Ático llegó a mostrar al emperador una espada ensangrentada: según él, era la sangre de Marco Salvio. Más tarde se especuló que estos rumores habían sido difundidos deliberadamente por los rebeldes para atraer a Galba fuera del palacio. El emperador llegó al foro para investigar y mostrarse al pueblo, y aquí por el lago Curcio fue encontrado por un destacamento de caballería e infantería enviado por Otón. La última cohorte de Galba se dispersó y él mismo murió; Tito Vinio, quien había gritado antes de su muerte que él también formaba parte de la conspiración, también fue asesinado.
Comienzo del reinado
El primer problema al que se enfrentó el nuevo emperador fue el voluntarismo de los pretorianos, quienes incluso empezaron a elegir a sus propios prefectos. Primero eligieron a Plotino Firmo como prefecto, y más tarde a Licinio Próculo, un amigo cercano de Otón; Tito Flavio Sabino se convirtió en prefecto de la ciudad. Además, estos plantearon sus primeras exigencias a Marco Salvio: querían que se les exonerase a los centuriones de pagar por gozar del permiso ordinario, librándose del servicio, lo que se convertía para los soldados rasos en un auténtico tributo anual, y en consecuencia, para mantener a todo el mundo contento, Otón prometió pagar el dinero por los permisos anuales con fondos del erario imperial. Los pretorianos eran hostiles al Senado y sospechaban que preparaba un nuevo golpe. En una ocasión, cuando Marco Salvio estaba cenando en su casa con ochenta senadores, los soldados irrumpieron con la intención de «matar a todos los enemigos del emperador de una vez»; Otón consiguió dejar salir a los invitados por otra puerta y luego tranquilizó a los asaltantes. Los pretorianos le expresaron constantemente su lealtad, pero Marco Salvio no pudo establecer un control fiable y mejorar la disciplina sobre ellos. Por otra parte, los investigadores escriben que el emperador no hizo ninguna concesión fundamental: no se redujeron las condiciones de servicio en la Guardia, ni se aumentó el salario.
Los detalles de la progresiva asunción formal de sus nuevos poderes por parte de Otón se conocen gracias a los decretos de la cofradía de los hermanos arvales, que celebraba cada paso dado por su jefe hacia la cúspide del poder. El 16 de enero de 69 se celebró la recepción del imperium por parte de Marco Salvio (imperium Othonis) y en este día el príncipe realizó un sacrificio en la Colina Capitolina; el 26 de enero fue elegido cónsul; el 28 de febrero recibió los poderes de tribuno; el 5 de marzo se unió a los cuatro colegios de sacerdocio a la vez, los pontífices, los augures, los quindecenviros y los epulones. Sin embargo, se especula que Otón ya había accedido al pontificado el 15 de enero, y que, en contra de la práctica antigua, no por una asamblea, sino por el Senado.
Galba y Tito Vinio fueron nombrados cónsules para los primeros cuatro meses de 69, hasta el 1 de mayo. Tras la muerte de estos, el propio Marco Salvio y su hermano mayor, Lucio Salvio Otón Ticiano, asumieron el cargo, pero Plutarco se refiere a Marco como cónsul ya en relación con los acontecimientos del 16 de enero. Los cónsules sufectos para marzo y abril fueron Lucio Verginio Rufo y Lucio Pompeyo Vopisco, amigo del emperador. Por lo demás, la lista de magistrados aprobada por Galba se mantuvo sin cambios, con una serie de documentos que nombran a Galba y Vinio como cónsules epónimos.
Tras tomar el poder, Otón intentó establecer buenas relaciones con todas las fuerzas políticas. Así, haciendo caso omiso de las exigencias de los pretorianos, no ejecutó a Aulo Mario Celso, un comandante militar que se había puesto del lado de Galba hasta el final, y más tarde incluso le confió parte del ejército. Lucio Verginio Rufo, nombrado cónsul por Marco Salvio para marzo y abril, fue gobernador de la Germania Superior en el 68; infligió una derrota decisiva a Cayo Julio Víndex en Vesontio en mayo del 68 y luego insistió en que se permitiera al «Senado y al pueblo de Roma» decidir quién sería el nuevo princeps. Cuando se volvieron a exhibir estatuas de Nerón en algunos lugares públicos, Marco Salvio no se opuso y, «para complacer a la multitud, no rechazó el nombre de Nerón, con el que se le conoció, sobre todo en los teatros». Sin embargo, el emperador siguió negándose a añadir este nombre a su título oficial, explicando que «a los primeros y mejores ciudadanos no les gusta»; y Cayo Ofonio Tigelino, favorito de Nerón y objeto de odio universal, perdonado por Galba, fue perseguido y murió bajo el mandato de Otón. Plutarco escribe que incluso en este caso Marco Salvio trató de complacer al pueblo.
En un esfuerzo por aumentar el número de sus partidarios, Otón ordenó que se devolvieran los bienes de los condenados bajo el mandato de Nerón por «insultar a su majestad». A los jóvenes de la nobleza que regresaron del exilio les dio los cargos sacerdotales que pertenecían a sus antepasados, y los antiguos senadores también fueron incluidos activamente en los colegios sacerdotales. El emperador trató de mantener buenas relaciones con el Senado en general, consultándolo en todos los asuntos importantes. Con respecto a las provincias, siguió la misma línea, mejorando en lo posible la situación de las comunidades y grupos individuales para fortalecer su posición. En particular, Marco Salvio concedió la ciudadanía romana a la tribu gala de los lingones, aumentó el número de colonos permanentes de Hispalis y Emerita en Hispania, «donó» a la provincia de Bética varias ciudades mauritanas, aparentemente esto era para aumentar los ingresos provinciales. Además, Tácito menciona que concedió a África y Capadocia nuevos derechos. Cuando la tercera legión, defendiendo a Mesia, derrotó a los roxolanos que habían invadido esa provincia, Otón recompensó generosamente a los comandantes, pero intentó atribuirse la victoria.
Guerra contra Vitelio
Uno de los principales problemas para Otón tras tomar el poder en Roma fue la posición de los gobernadores provinciales. Las legiones de Dalmacia, Panonia y Mesia le prestaron juramento inmediatamente después de los acontecimientos del 15 de enero, seguidas por el gobernante de Siria, Cayo Licinio Muciano, quien comandaba cuatro legiones, y ya en Antioquía en el invierno de 69 comenzó a acuñar monedas con la imagen de Otón, y Tito Flavio Vespasiano, quien, al frente de tres legiones, luchaba contra los judíos sublevados de esa época; según las fuentes, esperaba que Galba hiciera sucesor a su hijo mayor del mismo nombre, pero el joven Flavio, aún de camino a Roma, se enteró de que el poder había cambiado de manos. Basándose en los documentos con el nombre de Otón encontrados en Tebas y Oxirrinco, los investigadores concluyen que también Egipto reconoció al nuevo emperador. Así, Marco Salvio fue apoyado por todo Oriente, así como por África, que tras la supresión de la rebelión de Lucio Clodio Macro prefirió someterse a Roma.
En las provincias del oeste y el noroeste de Italia la situación era muy diferente. En el 1 de enero estalló una sublevación por parte de los soldados estacionados en la Germania Superior e Inferior y el 2 de enero el gobernador de esta última, Aulo Vitelio, encabezó una revuelta y se proclamó emperador en Colonia Claudia Ara Agrippinensium (la actual Colonia). Galba tuvo tiempo de enterarse de lo sucedido y la noticia se difundió entre el pueblo de Roma en la accidentada jornada del 15 de enero. Inicialmente, Vitelio contaba con el apoyo de un poderoso grupo de ejército de siete legiones y pronto se le unieron los gobernadores de Bélgica, Galia Lugdunense y Recia; Aquitania e Hispania reconocieron a Otón, pero pronto desertaron al bando de Vitelio. La provincia de Galia Narbonense hizo lo mismo, «pues los habitantes vieron el peligro inminente y comprendieron que siempre es más fácil unirse al que está más cerca y es más fuerte». Tácito incluso afirma que las provincias orientales también se sometieron a Marco Salvio sólo porque supieron de él antes que del usurpador germano.
Otón trató de poner fin al asunto de forma pacífica: envió a Vitelio una carta en la que le ofrecía, según Plutarco y Tácito, una enorme suma de dinero y todas las oportunidades para «llevar una vida de holgura, placer y ocio», y, según Suetonio, el estatus de coemperador y a él mismo como yerno. Sin embargo, la oferta no fue aceptada en ningún caso. Se produjo un intercambio de correspondencia entre los oponentes, en la que cada uno trató de acusar al otro de todo tipo de defectos: indolencia, extravagancia, incompetencia en asuntos militares, etc. Marco Salvio también intentó apelar directamente a las legiones germanas para persuadirlas de que retiraran su apoyo al rebelde, pero también fracasó en esto.
En febrero de 69, los vitelianos entraron en Italia en dos ejércitos; según Tácito, el primero comandado por Fabio Valente con cuarenta mil soldados a través del sur de Galia, y el otro por Aulo Cecina Alieno con treinta mil a través de Helvecia, lo que es discutido por la historiografía actual, que dice que este número está sobrestimado en aproximadamente la mitad. Otón pudo contrarrestar estas fuerzas con un ejército de unos veinticinco mil efectivos, al frente del cual colocó a Cayo Suetonio Paulino, Apio Annio Galo y Aulo Mario Celso. Como el enemigo ya había ocupado los pasos alpinos, Otón se concentró primero en preparar la flota. Su escuadra, reforzada por parte de los pretorianos, desembarcó en Galia Narbonense y derrotó en combate a parte del ejército de Fabio Valente; gracias a esta victoria Córcega y Cerdeña quedaron del lado de Otón. Mientras tanto, Aulo Cecina había invadido Galia Transalpina, donde la caballería silana se acercó a su lado, pero en las batallas que siguieron la ventaja estuvo siempre del lado de los comandantes de Otón. Uno de ellos, Tito Vestricio Espurina, se afianzó en Plasencia y rechazó el ataque viteliano con grandes pérdidas para este; el otro, Marco Macro, obtuvo la victoria en Cremona. Finalmente, en la batalla de las fuerzas principales en Los Castores, un pasaje situado a doce kilómetros de Cremona, los otonianos derrotaron al enemigo y habrían destruido el ejército de Cecina si Suetonio Paulino, por precaución, no hubiera ordenado el cese de la persecución.
Entre el 14 y el 24 de marzo de 69, Otón abandonó Roma para ponerse al frente del ejército, ya que para él era importante resaltar su condición de líder militar y defensor de Italia y así en la imagen de las monedas acuñadas en esta época aparece el emperador sentado sobre un caballo y agitando su lanza. Mientras tanto, Cecina había unido sus fuerzas a las de Fabio Valente, y los vitelianos volvían a buscar una gran batalla. Su ejército total pudo haber oscilado entre treinta a cuarenta mil y cien mil soldados, mientras que los otonianos eran unos cincuenta mil. Otón se enfrentó al dilema de dar la batalla o seguir prolongando la guerra, y en consecuencia, recibió diversos consejos. Suetonio Paulino le aconsejó lo segundo, mientras que su hermano Otón Ticiano y el prefecto del pretorio Licinio Próculo lo primero, opción por la que al final Otón se decantaría. Plutarco, refiriéndose al orador Segundo, quien dirigía la correspondencia del emperador, lo explica así: «El mismo Otón parece que no estaba muy a prueba de incertidumbres, ni sabía, por falta de uso y por su vida muelle, aguantar la consideración repetida de los peligros; por lo que, oprimido del cuidado, se apresuraba a despeñarse a ojos cerrados como de un precipicio a lo que quisiera hacer la suerte». Sin embargo, en la historiografía existe la opinión de que el relato sobre tal decisión de Otón es una ficción de autores antiguos hostiles a él: en realidad la batalla comenzó en contra de la voluntad del mando otoniano.
Ante la insistencia de sus cortesanos, Otón abandonó el ejército para dirigirse a la ciudad de Brescello, para no ponerse en peligro, y se llevó a los pretorianos y parte de la caballería. Tampoco nombró a ninguno de los tres generales como comandante en jefe, lo que debilitó enormemente a su ejército.
La batalla tuvo lugar el 14 de abril de 69 en Bedriacum y fue caótica y feroz. Los otonianos, cansados de su larga marcha, fueron atacados repentinamente por el enemigo. La Legio I Adiutrix de Otón comenzó a ganar ventaja sobre la Legio XXI Rapax de Vitelio e incluso capturó un águila enemiga, pero los vitelianos la hicieron retroceder. Cuando la caballería bátava golpeó a los otonianos en el flanco, se inició una retirada general. Aunque no parece necesario hablar de una derrota completa, al día siguiente todo el ejército de Otón, que se había refugiado en el campamento, juró lealtad a Vitelio.
Muerte
Otón todavía tenía tropas y cuatro legiones de la frontera del Danubio se aproximaban al lugar como refuerzos. Sin embargo, al conocer la derrota, decidió que la única salida para él era la muerte. Los autores de la antigüedad escriben unánimemente que el emperador consideró necesario sacrificarse «en nombre de la paz y la concordia», con su propia muerte para poner fin a la guerra civil. Cayo Suetonio Tranquilo cuenta, refiriéndose a su padre Suetonio Leto, quien sirvió en el ejército de Otón como tribuno militar, que el emperador «incluso como hombre privado siempre odiaba las luchas intestinas, y cuando un día en una fiesta alguien mencionó las muertes de Casio y Bruto, se estremeció». Ahora Otón ya no quería continuar la guerra fratricida, por lo que ordenó a sus amigos y senadores que se marcharan y escribió cartas a su hermana y a Estatilia Mesalina, en las que pedía que se ocuparan de sus restos. El joven sobrino recibió de él una advertencia de despedida: «Que el joven ... no olvide nunca que es sobrino de Otón, pero que tampoco piense en ello demasiado a menudo».
Por la noche, Otón destruyó sus archivos y distribuyó las recompensas en metálico entre sus sirvientes, «mostrando, sin embargo, una frugalidad extraña en un hombre que ha decidido morir». Luego eligió la más afilada de las dos espadas y la escondió bajo la almohada, y se fue a dormir. Se despertó al amanecer y se lanzó pecho con pecho sobre la hoja. Ante sus gemidos, los sirvientes huyeron, el prefecto del pretorio, Plocio Firmo, acudió y Otón murió en sus brazos. Su cuerpo fue incinerado inmediatamente. Las cenizas fueron enterradas en Brixelo, donde, posteriormente, Plutarco vio con sus propios ojos una modesta lápida con la inscripción: «A los manes de Marco Otón».
Las fuentes no proporcionan una fecha precisa sobre la muerte de Otón. Basándose en la fecha de la batalla de Bedriacum, el 14 de abril, y en los informes sobre la duración del reinado de Otón, que hablan de noventa y cinco días, noventa días, tres meses, y tres meses y un día, varios estudiosos hablan del 15, 16 o 17 de abril de 69.
Apariencia
Suetonio dejó una descripción del aspecto de Otón, en la que escribe sobre su baja estatura y sus piernas torcidas. Según él, Marco Salvio «se acicalaba casi como una mujer, hacíase depilar todo el cuerpo, y llevaba en la cabeza, casi calva, cabellos postizos, fijados y arreglados con tanto arte que nadie lo notaba. Afeitábase diariamente con sumo cuidado y se frotaba con pan mojado con objeto de no tener nunca barba». Según Tácito, Otón era «mimado de cuerpo».
Las monedas otonianas llevan la imagen de un hombre más bien joven, con la nariz recta, la frente alta y el cuello lleno. En algunos casos Otón es muy parecido a Nerón; en algunas monedas las imágenes de este último y su antecesor son prácticamente idénticas.
Familia
El matrimonio de Marco Salvio con Popea Sabina no tuvo hijos. Esta última, tras su divorcio de Otón, se convirtió en la esposa de Nerón, y murió en el año 65. Al llegar al poder, Otón ordenó restaurar sus estatuas, destruidas durante los disturbios populares. En el año 69, Otón tenía un plan para casarse con la hija de Aulo Vitelio, y más tarde pretendió casarse con la viuda de Nerón, Estatilia Mesalina, quien fue la destinataria de una de las últimas cartas del fallecido emperador.
Sólo hubo una persona en la siguiente generación de los Salvios, Lucio Salvio Otón Coceyano, quien, por parte de su padre, era sobrino de Marco Otón, y por parte de su madre, sobrino de Marco Coceyo Nerva, quien también llegó a ser emperador, pero bastante más tarde, en el año 96. Además, Otón planeaba adoptar a su sobrino en caso de ganar la guerra civil. Este último sobrevivió a este conflicto y asumió el cargo de cónsul sufecto en 82, pero fue ejecutado más tarde por orden del emperador Domiciano.
Evaluaciones de la personalidad y las actividades de Otón
En las fuentes clásicas
Décimo Junio Juvenal sobre Marco Salvio Otón |
Aquel tiene el espejo que llevara Otón vil, cual si el asta ingente y dura Fuese que Turno a Arunco arrebatara, En el cual se miraba cuando enhiesta, Al campo iba su enseña. ¡Cosa rara! Digna de ser en los anales puesta De nuestra edad y en la reciente historia; ¡Espejos a una guerra como esta! Cierto. En egregio ciudadano es gloria Cuidar la tez, y al viejo Galba muerte Dar, es propio de un héroe; la victoria Disputar en Bedriaco y extenderte Blando pan en la cara afeminada, También es propio del guerrero fuerte No a la asiria Semíramis armada Vieras así en la guerra, y más decencia Mostró en Accio Cleopatra consternada. |
Tras la muerte de Otón, se extendió el rumor de que había matado a Galba con el fin de restaurar el sistema republicano; en general, se elogio a Marco Salvio más que cuando estaba vivo, mostrando más respeto y comprensión. Se sabe que Otón Coceyano fue ejecutado por Domiciano por celebrar el cumpleaños de su tío.
Las fuentes informan de numerosos vicios de Otón. Así, Tácito califica a Marco Salvio de «despilfarrador, cruel e impúdico» y dice que buscaba el poder en aras del «lujo y el placer». Plutarco escribe sobre su «depravación extrema», mientras que Suetonio llama a Otón «pródigo y precoz». En las sátiras de Juvenal, Marco Salvio es retratado como todo lo contrario a los poseedores de las antiguas virtudes romanas (tanto civiles como militares). Por todo ello, Suetonio, según el investigador Eugene Sherstnev, «aprueba más bien» a Otón y «desaprueba más bien» a Galba, mientras que Tácito tiene la posición contraria. Esto puede explicarse por el hecho de que Suetonio gravitaba hacia los caballeros romanos que apoyaban a Marco Salvio, mientras que Tácito era senador y, por tanto, simpatizaba con Servio Sulpicio.
Todos los autores antiguos caracterizan positivamente el gobierno de Otón en Lusitania y expresan su admiración por las circunstancias de su muerte: el emperador, quien hasta entonces sólo se había distinguido por diversas faltas, no dudó en sacrificarse para poner fin a la guerra fratricida. Plutarco resumió su vida así: «no vivió más puro que Nerón, pero murió mucho más noble».
En la historiografía
Los estudiosos tienen diferentes interpretaciones de la usurpación de Otón y del turbulento periodo de 68-69 en su conjunto. Por ejemplo, la investigadora alemana Brigitte Ritter cree que estos acontecimientos fueron «experimentos e improvisaciones» debido a la falta de comprensión por parte de la sociedad romana de en qué se basaba exactamente el poder imperial. Antes de eso, había cambiado de manos dentro de la familia. Ahora los romanos estaban aprendiendo por experiencia que podían «crear princeps»: «el Senado y el pueblo de Roma», los pretorianos o los ejércitos provinciales. Otón inició uno de estos intentos y fue víctima del siguiente. Los pretorianos, según Ritter, desempeñaron un papel cada vez más importante con cada transferencia del poder supremo en el siglo I, en 14, 37, 41, 54. Galba llegó al poder sin su participación, y se vengaron, utilizando para ello a Otón. Este último se convirtió así en el primer emperador romano que organizó el asesinato de su predecesor.
Desde el punto de vista de Alexander Egorov, la actuación de Otón contra Galba fue una venganza del régimen imperial emergente en una batalla con las «fuerzas del polisenado». En esta lucha, Marco Salvio se apoyó no sólo en la Guardia Pretoriana, sino también en el «aparato imperial» y en los antiguos partidarios de Nerón, mientras que contó con la oposición de un «emperador senatorial clásico». En cierto sentido ocupa, junto con Aulo Vitelio, una posición intermedia entre los Julio-Claudios y los Flavios: los primeros pertenecían a la antigua aristocracia republicana, mientras que los segundos no tenía nada que ver con ella, ya que el padre de Vespasiano sólo era un recaudador de impuestos que había alcanzado el anillo ecuestre y su abuelo un simple centurión. Otón, en cambio, pertenecía a la nueva nobleza imperial y era un noble de segunda generación.
Los historiadores señalan que en los tres meses de su reinado, Otón fue capaz de mostrar inteligencia y energía. Es de suponer que tenía cierta habilidad como administrador; hizo un gran esfuerzo por construir un sistema de compromiso y acabar así con la guerra civil y sus intentos de resolver el conflicto con Aulo Vitelio de forma pacífica pueden hablar de su sabiduría política. Sin embargo, la crisis continuó profundizándose bajo él: el imperio se derrumbó de hecho, y la Guardia Pretoriana se convirtió en dueña de la situación en Roma. Además, Marco Salvio se convirtió en el primer emperador romano que aprobó por adelantado el asesinato de su predecesor. En general, la rápida negativa a continuar la lucha se valora como paradójica, dado que poco antes, Otón había hecho un serio esfuerzo por tomar el poder.
Véase también
En inglés: Otho Facts for Kids