Primera guerra judeo-romana para niños
Datos para niños Primera guerra judeo-romana |
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Parte de Guerras judeo-romanas | ||||
![]() La provincia romana de Judea y Galilea en el siglo I d. C.
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Fecha | 66-73 | |||
Lugar | Judea, ![]() |
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Casus belli | Conflictos religiosos y nacionalistas | |||
Resultado | Victoria romana | |||
Consecuencias | Destrucción total de Judea y Jerusalén | |||
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La primera guerra judeo-romana, también conocida como la gran revuelta judía, fue un conflicto importante entre los judíos de la provincia de Judea y el Imperio romano. Fue la primera de tres grandes rebeliones y ocurrió entre los años 66 y 73 d.C. Las otras dos fueron la guerra de Kitos (115-117) y la rebelión de Bar Kojba (132-135).
Este conflicto comenzó en el año 66 debido a tensiones religiosas y culturales entre griegos y judíos. La guerra terminó en el año 73 con la victoria de las legiones romanas. En el año 70, las tropas romanas, lideradas por Tito, sitiaron y destruyeron Jerusalén. Saquearon e incendiaron el Templo de Jerusalén. También demolieron importantes fortalezas judías, como Masada, en el año 73. Gran parte de la población judía fue capturada o perdió la vida.
Contenido
¿Por qué ocurrió la Primera Guerra Judeo-Romana?
En el año 6 d.C., Judea, que antes era un reino aliado de Roma con su propio gobernante, se convirtió en una provincia romana. Un gobernador romano, llamado procurador, se encargaba de mantener la paz y cobrar impuestos. A menudo, había abusos en la recaudación de impuestos, lo que molestaba mucho a los judíos. Ellos ya pagaban impuestos al Templo de Jerusalén, así que tenían una doble carga.
La presencia romana también causó problemas religiosos. Los romanos decidieron quién sería el sumo sacerdote. Otro conflicto religioso casi provoca una revuelta cuando el emperador Calígula quiso poner una estatua suya dentro del Templo. Sin embargo, el magnicidio de Calígula en el año 41 d.C. impidió que esto sucediera.
Desde antes de que Roma gobernara directamente, había surgido un movimiento entre los judíos llamado los zelotes. Su objetivo era expulsar a los romanos de Judea. Se considera que Judas el Galileo inició este movimiento. Los zelotes estuvieron activos durante sesenta años y fueron una de las principales causas de la revuelta en el año 66. Este movimiento se hizo más fuerte a medida que los problemas entre judíos y romanos aumentaban.
El inicio de la revuelta
La revuelta comenzó en el año 66 en Cesarea. Después de que los griegos ganaran una disputa legal contra los judíos, atacaron un barrio judío. La guarnición romana no intervino. La furia de los judíos creció cuando se supo que el gobernador Gesio Floro había tomado dinero del tesoro del Templo.
En un acto de desafío, Eleazar ben Ananías, hijo del sumo sacerdote, detuvo las oraciones y sacrificios en el Templo en honor al emperador romano. También ordenó atacar a la guarnición romana en Jerusalén. El gobernante de Galilea y Judea, Herodes Agripa II, y su hermana Berenice huyeron.
Mientras tanto, Cayo Cestio Galo, un líder romano en Siria, reunió un gran ejército en Acre. Su plan era marchar a Jerusalén y detener la rebelión. Las fuerzas judías atacaron a los ciudadanos romanos y a los funcionarios que apoyaban a Roma, eliminando cualquier símbolo romano del país. Además, un grupo de rebeldes llamados sicarios, liderados por Menahem ben Judá, sorprendió a la guarnición romana de Masada y tomó el control de la fortaleza.
Al principio, el conflicto fue una lucha entre grupos judíos: los que querían la rebelión y los que no. Hubo muchas muertes, incluyendo la del ex sumo sacerdote Ananías. La guarnición romana en Jerusalén quedó rodeada y no pudo ayudar a quienes se oponían a la rebelión. Finalmente, los soldados romanos se rindieron a cambio de poder salir de la ciudad. Sin embargo, los rebeldes judíos, liderados por Eleazar, mataron a todos los soldados rendidos, excepto a Metilio, quien fue forzado a convertirse al judaísmo.
Según historiadores cristianos del siglo IV, como Eusebio de Cesarea y Epifanio de Salamina, los cristianos judíos de Jerusalén huyeron a Pela antes de que comenzara la guerra.
El asedio y la caída de Jerusalén
Los judíos lograron hacer retroceder a las fuerzas de Cestio Galo en la Batalla de Bet Horón. Le obligaron a retirarse y mataron a seis mil soldados de la Legio XII Fulminata en una emboscada. Después de esto, el emperador Nerón encargó la campaña al general Vespasiano, uno de los más experimentados de Roma.
Vespasiano reunió cuatro legiones: la V Macedonica, la X Fretensis, la XII Fulminata y la XV Apollinaris. Con unos sesenta mil hombres en Judea, logró aplastar la resistencia judía en el norte para el año 68. Los líderes rebeldes, Juan de Giscala (zelote) y Simón bar Giora (sicario), lograron escapar a Jerusalén. En el año 69, Vespasiano fue nombrado emperador de Roma. Dejó a su hijo Tito, de veintinueve años, a cargo del asedio y la toma de Jerusalén.
El asedio de Jerusalén fue más difícil de lo que Tito esperaba. Como no pudo romper las defensas de la ciudad en un solo ataque, el ejército romano tuvo que rodearla. Establecieron un campamento y construyeron una muralla continua alrededor de toda la ciudad. Esto impedía que la gente huyera de día o de noche.
Dentro de Jerusalén, había escasez de agua y alimentos. La ciudad estaba llena de peregrinos que habían llegado para celebrar la Pascua judía. Los romanos les impedían salir, lo que aumentaba la presión sobre las pocas provisiones.
Además, había conflictos y luchas entre los diferentes grupos rebeldes dentro de Jerusalén. Gran parte de los alimentos fueron destruidos, y miles de personas fallecieron por enfermedades y hambre. Los rebeldes judíos no querían rendirse. Lanzaban por encima de las murallas a quienes consideraban sospechosos de querer la paz. También mataban a quienes intentaban escapar de la ciudad. Los defensores de la ciudad eran unos veinticinco mil combatientes. Estaban divididos en zelotes, liderados por Eleazar ben Simón, que ocupaban la fortaleza Antonia y el Templo. Los sicarios, bajo el mando de Simón bar Giora, controlaban la ciudad alta. También había idumeos y otros grupos, bajo las órdenes de Juan de Giscala.
Tito también usó estrategias psicológicas. Antes de atacar las murallas, mostró a los sitiados todo el ejército romano. Quería impresionarlos con su gran poder. También pidió al ex prisionero judío Flavio Josefo que hablara con sus compatriotas para que se rindieran. Josefo les dijo: "Que se salven ellos y el pueblo, que salven a su patria y al templo" (Guerra de los judíos V, 362). También les recordó que "Dios, que hace pasar el imperio de una nación a otra, está ahora con Italia" (ib. V, 367). Josefo quería convencer a los zelotes de que Dios ya no los apoyaba. Sin embargo, Josefo no logró convencerlos; al contrario, su mensaje fue rechazado.
La situación en la ciudad asediada empeoraba. Josefo cuenta que el hambre era tan grave que la gente llegó a comer heno, cuero e incluso a sus propios hijos.
En el verano del año 70, los romanos lograron romper las murallas de Jerusalén y entraron en la ciudad. Primero atacaron la Fortaleza Antonia y luego ocuparon el Templo. El Templo fue incendiado y destruido el día 9 del mes judío de Av de ese mismo año. Un mes después, cayó la ciudadela de Herodes.
El asedio y la caída de Masada

Después de la conquista de Jerusalén, en la primavera del año 71, Tito regresó a Roma. Dejó la tarea de terminar las operaciones militares en Judea a la Legio X Fretensis, bajo el mando del nuevo gobernador, Lucilio Baso. Debido a una enfermedad, Baso no pudo completar esta misión, y fue reemplazado por Lucio Flavio Silva.
Silva marchó hacia la última fortaleza judía que quedaba en pie, Masada, en el otoño del año 72. Según Josefo, cuando los romanos finalmente lograron entrar en Masada en el año 73, encontraron que novecientos cincuenta y tres defensores, liderados por el sicario Eleazar ben Yair, habían decidido no ser capturados antes que rendirse.
Consecuencias de la guerra

Después de la revuelta, toda Judea quedó en ruinas. Jerusalén estaba destruida y el Templo había desaparecido. Según el historiador judío-romano Flavio Josefo, aproximadamente 1.100.000 judíos perdieron la vida y 97.000 fueron capturados y convertidos en esclavos. Los cálculos actuales estiman que el número de fallecidos fue entre 600.000 y 1.300.000 judíos.
Desde el punto de vista histórico, la derrota de los judíos fue una de las causas de la Diáspora. Muchos judíos se dispersaron después de perder su Estado, y algunos fueron vendidos como esclavos en diferentes partes del Imperio romano. Fue una de las mayores catástrofes en la historia judía, marcando el fin del Estado judío en la antigüedad.
Desde el punto de vista religioso, la destrucción del Templo de Jerusalén fue la pérdida espiritual más importante para los judíos. Todavía hoy lo recuerdan en el día de duelo de Tisha b'Av.
Para saber más
Véase también
En inglés: First Jewish–Roman War Facts for Kids