Maximiliano Hernández Martínez para niños
Datos para niños Maximiliano Hernández Martínez |
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![]() Presidente de la República de El Salvador |
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1 de marzo de 1935-9 de mayo de 1944 | ||
Predecesor | Andrés Ignacio Menéndez | |
Sucesor | Andrés Ignacio Menéndez | |
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4 de diciembre de 1931-28 de agosto de 1934 | ||
Predecesor | Directorio cívico | |
Sucesor | Andrés Ignacio Menéndez | |
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![]() Vicepresidente de El Salvador |
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1 de marzo de 1931-2 de diciembre de 1931 | ||
Presidente | Arturo Araujo | |
Predecesor | Gustavo Vides | |
Sucesor | Andrés Ignacio Menéndez | |
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Información personal | ||
Apodo | El Brujo | |
Nacimiento | 21 de octubre de 1882 San Matías, La Libertad, El Salvador |
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Fallecimiento | 15 de mayo de 1966 Danlí, El Paraíso, Honduras |
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Causa de muerte | Herida por Arma Blanca / Asesinato | |
Nacionalidad | Salvadoreña | |
Religión | Teosófico | |
Familia | ||
Padres | Raimundo Hernández y Petrona Martínez | |
Cónyuge | Concepción Monteagudo | |
Hijos | Alberto, Carmen, Esperanza, Marina, Eduardo, Rosa, Gloria, Ambrosio y Maximiliano | |
Educación | ||
Educado en | Escuela Politécnica Militar | |
Información profesional | ||
Ocupación | Político, Militar y Terrateniente | |
Obras notables | Estadio Nacional Flor Blanca | |
Rango militar | General de brigada | |
Partido político |
Partido Nacional Pro-Patria (1935-1944) Partido Nacional Republicano (1931) |
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Distinciones |
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Firma | ||
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Maximiliano Hernández Martínez (nacido en San Matías, La Libertad, El Salvador, el 21 de octubre de 1882; fallecido en Danlí, El Paraíso, Honduras, el 15 de mayo de 1966) fue un importante político y militar de El Salvador. Ocupó el cargo de presidente de El Salvador desde 1931 hasta 1944. Llegó a la presidencia después de un cambio de gobierno por la fuerza en 1931.
Después de estudiar en una escuela militar en Guatemala, fue ascendiendo en el ejército hasta convertirse en general de brigada. En 1931, el partido Pro Patria lo propuso como candidato a la vicepresidencia, y ganó. El 2 de diciembre de 1931, el presidente Arturo Araujo fue depuesto por un cambio de gobierno. Tras este evento, Hernández Martínez fue nombrado presidente por un grupo de militares y civiles, y la Asamblea Legislativa confirmó su cargo al año siguiente. Su gobierno duró trece años, en parte porque fue el único candidato en algunas elecciones y también por decisiones legislativas.
Durante su tiempo en el gobierno, conocido como "Martinato", ocurrieron varios eventos importantes. En 1932, hubo un conflicto violento donde un gran número de personas indígenas perdieron la vida después de levantarse contra su gobierno. También se destacaron sus decisiones basadas en sus creencias teosóficas, sus acciones diplomáticas durante la Segunda Guerra Mundial, y una notable reducción de la delincuencia. Además, mejoró las finanzas públicas, creó un banco estatal, vendió casas a bajo costo para campesinos, ayudó a reducir deudas y construyó la Carretera Panamericana. También logró cancelar la deuda externa del país.
En 1944, un grupo de militares intentó un levantamiento contra él, pero fue controlado en pocos días. Un mes después, la sociedad civil realizó una huelga general que obligó al general a dejar su cargo. Hernández Martínez falleció 22 años después en Honduras, a manos de su chofer.
Contenido
Vida familiar
Sus padres fueron Raymundo Hernández y Petronila Martínez. Se casó con Concepción Monteagudo y tuvieron nueve hijos: Alberto, Carmen, Esperanza, Marina, Eduardo, Rosa, Gloria, Maximiliano y Luis. Sus creencias personales influían mucho en su vida familiar. Por ejemplo, cuando su hijo Maximiliano enfermó de apendicitis, Hernández Martínez no permitió que lo trataran médicos. En su lugar, intentó curarlo con "aguas azules" (agua que había estado mucho tiempo bajo el sol en botellas de color azul). Lamentablemente, el niño falleció. El general dijo que solo quedaba resignarse, pues los "médicos invisibles" no habían querido salvarlo.
Además de sus costumbres teosóficas, era vegetariano, le interesaban las ciencias ocultas y el estudio de la reencarnación. No bebía alcohol y enseñó a sus hijos a seguir este hábito.
Estudios y carrera militar
Estudió en el Instituto Nacional de El Salvador. Después de terminar la educación media, ingresó a la Escuela Politécnica de Guatemala, donde obtuvo el grado de Subteniente. Regresó a El Salvador durante la presidencia del general Tomás Regalado. A su regreso, comenzó a estudiar en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales en la Universidad de El Salvador, pero dejó la carrera en el segundo año.
Fue ascendido a teniente el 17 de noviembre de 1903, a capitán el 23 de agosto de 1906, y a capitán mayor ese mismo año durante un conflicto con Guatemala. Luego, fue teniente coronel el 6 de mayo de 1909 y coronel el 15 de junio de 1914. El 14 de julio de 1919, la Asamblea Legislativa lo ascendió a general de brigada. En 1921, fue nombrado ministro de Guerra y Marina.
Su llegada a la política
En 1931, el partido Pro Patria lo incluyó como candidato a la vicepresidencia. Ganó las elecciones y ocupó el cargo de vicepresidente, además de ser Ministro de Guerra bajo el presidente Arturo Araujo. El 2 de diciembre de ese año, participó en un cambio de gobierno. Fue elegido presidente de la República por el Directorio cívico que se formó temporalmente. Su presidencia fue confirmada por el poder legislativo en 1932.
En este cambio de gobierno, lo apoyaron algunos civiles y muchos militares de rangos bajos y medios, conocidos como "Juventud Militar". Los militares estaban descontentos por problemas con sus salarios y las condiciones de su trabajo. Después de un día de discusiones, Hernández Martínez fue nombrado presidente interino.
Estados Unidos no estuvo de acuerdo con este cambio de gobierno, basándose en un tratado de 1923 que decía que los gobiernos de Centroamérica no debían reconocer regímenes que llegaran al poder por la fuerza. Aunque Estados Unidos no firmó el tratado, lo había apoyado. Sin embargo, como Estados Unidos había prometido no intervenir militarmente en América Latina, el ejército salvadoreño sintió que podía resistir la presión. Otros gobiernos centroamericanos, como el de Jorge Ubico en Guatemala, al principio apoyaron a Estados Unidos. Pero como la falta de reconocimiento no logró que Martínez dejara el poder, debido a su control de la seguridad interna y la falta de intervención militar de Estados Unidos, finalmente Estados Unidos reconoció su gobierno en enero de 1934. El general organizó su propia reelección en 1934, lo que no estaba permitido por la constitución salvadoreña, y comenzó su segundo período en marzo de 1935.
Gobierno de Maximiliano Hernández Martínez
El conflicto de 1932
La situación política era tensa para el presidente Hernández Martínez. El 22 de enero de 1932, estalló un levantamiento en la zona occidental del país. El 1 de febrero de 1932, Agustín Farabundo Martí (un líder de grupos estudiantiles) y los estudiantes universitarios Alfonso Luna y Mario Zapata perdieron la vida por haber sido encontrados con escritos de apoyo a un grupo político.
El levantamiento de 1932 fue una insurrección que resultó en la muerte de aproximadamente 25.000 personas indígenas. Las causas fueron varias, incluyendo el gran descontento de los campesinos con las decisiones del gobierno. Rápidamente, bajo las órdenes presidenciales, el ejército salvadoreño controló la revuelta y se estableció un estado de emergencia. El líder indígena Feliciano Ama falleció de forma violenta por fuerzas militares. Después de este evento, los cuerpos sin vida causaron problemas de salud.
Una vez controlada la insurrección, el presidente no aceptó ayuda militar extranjera. Envió un mensaje a los almirantes de los barcos de guerra que Estados Unidos y Reino Unido habían enviado. El mensaje decía que la situación estaba bajo control y que la paz había regresado a El Salvador.
Después de este conflicto, Hernández Martínez se encargó de presentar obras de teatro en todo el país, como Pero también los indios tienen corazón y Pájaros sin nido. El contenido de estas obras buscaba suavizar los hechos y calmar los rumores. Mandó destruir todos los periódicos, artículos o escritos que estuvieran en contra de su versión de los hechos. El objetivo era convencer a la gente de que las personas indígenas habían sido engañadas por ciertos grupos políticos y que la insurrección había sido financiada desde el exterior, lo que había hecho necesaria la respuesta del gobierno. Además, después de los acontecimientos, Alfredo Schlesinger, quien apoyaba al gobierno, escribió un libro llamado La verdad sobre el comunismo, que contaba la historia según la versión oficial. Más tarde, Schlesinger escribió otro libro, Revolución comunista, publicado en 1946, que reafirmaba lo dicho en el primero. Algunas partes de estos libros han sido criticadas por no mostrar todos los hechos o por exagerar. En general, se dice que las cifras de fallecidos son mayores de las que se mencionan y que se describen actos violentos de los alzados que no ocurrieron. En cuanto a los medios de comunicación, el presidente limitó las transmisiones de radio, la prensa escrita e incluso el cine, buscando cambiar la historia a través del manejo de la opinión pública. Inmediatamente después del conflicto, Martínez prohibió el uso público del náhuat. En 1933, estableció una ley de inmigración que prohibía a ciertos grupos de personas inmigrar a El Salvador.
Decisiones de gobierno

Sus decisiones de gobierno tuvieron varios efectos en la vida cultural, política y económica del país. Aunque no estableció un gobierno totalmente centralizado, participaba en casi todas las decisiones, dirigiendo personalmente muchas actividades. Mantuvo a los militares (excepto a él mismo) alejados de la administración civil, por lo que su gabinete tenía pocos militares. Los salarios para los funcionarios y militares eran muy bajos, lo que hizo que menos militares quisieran participar en el gobierno. Sin embargo, siempre prefirió estar cerca de la protección militar, por lo que trasladó su oficina presidencial y su residencia familiar a la entonces Escuela Normal de Varones, junto al Cuartel El Zapote.
Impulsó el crecimiento económico basado en la expansión de las grandes fincas de café, beneficiando a los dueños de tierras y creando lazos entre los militares y las familias más ricas.
Durante su presidencia se crearon el Banco Central de Reserva y el Banco Hipotecario, la Compañía Salvadoreña del Café, la Caja de Crédito Rural y la Cooperativa Algodonera. La Dirección General de Obras Públicas y Mejoramiento Social hicieron un buen trabajo. Las primeras se enfocaron en las finanzas, y Mejoramiento Social dividió algunas fincas para que familias campesinas pudieran vivir allí. Se construyeron carreteras en todo el país (la carretera panamericana) y el estadio nacional de la Flor Blanca (hoy Estadio Jorge “Mágico” González), donde se celebraron los III Juegos Centroamericanos y del Caribe. También se construyeron edificios como el del telégrafo, el antiguo cuartel de la Policía Nacional (actual sede de la Policía Nacional Civil) y grandes puentes, como el Cuscatlán sobre el río Lempa en 1942.
El 23 de febrero de 1932, El Salvador declaró que no podía pagar su deuda externa. Se les dijo a los que habían prestado dinero que no se pagarían los préstamos si no se reducían los intereses y se alargaba el plazo. La deuda principal se canceló por completo en 1938, aunque los intereses se terminaron de pagar en 1960. Una vez pagada la deuda, propuso, mediante una placa en la Asamblea Legislativa, no pedir más préstamos internacionales en el futuro. A pesar de esto, sí pidió préstamos para construir la Carretera Panamericana. Además, el 12 de marzo de 1932, decretó la Ley Moratoria, que redujo los intereses de las deudas para quienes estaban a punto de perderlo todo. Para estabilizar el valor del colón, creó el Banco Central de Reserva de El Salvador en 1934, compensando a los bancos privados para que dejaran de emitir dinero.

Martínez mantuvo un control estricto del país hasta 1944. Era seguidor de la teosofía y el espiritismo, y se decía que participaba en rituales. El sistema de seguridad controlaba todos los aspectos de la vida en El Salvador, incluyendo la prensa, y reprimía cualquier oposición.
Martínez tuvo el apoyo de las familias ricas y aplicó medidas de ahorro. Por orden de su gobierno, los salarios se redujeron en un 30%. Logró poner fin a los problemas financieros del estado. También fue posible reducir el déficit comercial al perdonar la deuda externa. Bajo su gobierno se establecieron un banco estatal y un banco hipotecario. Debido a la Segunda Guerra Mundial, los ingresos del gobierno aumentaron mucho gracias al incremento de las exportaciones a Estados Unidos, y la economía mejoró. Luego, una pequeña parte de la tierra fue repartida entre los campesinos sin tierra para responder a su descontento. Martínez no apoyaba un sistema educativo general. Su forma de ver la vida estaba marcada por creencias espirituales y la idea de la reencarnación. También era miembro de la Sociedad Teosófica. Subordinó sus relaciones familiares y personales a su fe teosófica y a sus ambiciones como gobernante. Un ejemplo de esto es la muerte de su hijo Maximiliano. El niño enfermó de apendicitis, y Hernández Martínez le negó el tratamiento médico, intentando curarlo con "aguas azules". El tratamiento terminó fatalmente para su hijo. La respuesta de Martínez fue solo resignación, ya que solo los "médicos invisibles" podrían haberlo salvado. También era vegetariano y vivía sin alcohol. Animó a sus hijos a adoptar su estilo de vida.
Después de años de rivalidad, Martínez y Ubico se unieron a los líderes de Nicaragua, Honduras y Costa Rica en un acuerdo para evitar levantamientos entre sus países. Este acuerdo dio origen a la idea de una "Liga de Líderes Centroamericanos". De hecho, no hubo un acuerdo formal, sino que los presidentes militares centroamericanos simplemente adoptaron una política de no intervención mutua.
En cuanto a las decisiones que afectaban directamente a la población, siempre predominaron sus creencias personales. Por ejemplo, cuando hubo una epidemia de viruela, el presidente la trató forrando con papel azul las lámparas de las plazas, esperando que "médicos invisibles" salvaran a quienes estaban destinados a vivir. Entre otras cosas, estableció que quien pidiera educación debía ser considerado un opositor, negando especialmente el acceso a la educación a los trabajadores, porque, según él, pronto no habría personas dispuestas a realizar tareas de limpieza.
En julio de 1932, estableció el Fondo de Mejoramiento Social, y en octubre, la Junta Nacional de Mejoramiento Social. Su actividad principal era comprar viviendas y dar créditos fáciles a los campesinos para que las compraran. Sin embargo, esta actividad no tuvo los resultados esperados, ya que los beneficiados fueron menos de lo proyectado. Aunque se le llamó reforma agraria, no lo fue, porque las tierras no fueron tomadas, sino compradas a precio de mercado y vendidas a un precio menor, usando fondos nacionales que no se recuperarían y que pasarían a manos de los terratenientes. También se construyeron viviendas para vender en las mismas condiciones, aunque en menor escala.
Modificó la Ley de Policía de 1879, prohibiendo a los civiles llevar armas de fuego, cuchillos, machetes o "hondillas", y haciendo delito el incumplimiento de esta orden. Además, estableció que serían perseguidos y castigados como "vagos" quienes no tuvieran trabajos lícitos o un modo de vida honesto. La pena por robo era la amputación de una mano y, si se repetía, la condena era la ejecución. Estableció fuertes alianzas con la Iglesia católica, obteniendo el apoyo de los dos obispos de la época, Monseñor Belloso y Monseñor Chávez y González, quienes siempre estaban presentes en las ejecuciones y quienes, después del levantamiento de 1932, ofrecieron misas de agradecimiento por la victoria militar.
En el ámbito militar, mejoró la formación de los oficiales con becas de estudio militar, especialmente en Italia. Financió la construcción de un tanque de guerra, armado con seis ametralladoras pesadas.
En 1939, convocó a la Asamblea Constituyente para crear una nueva constitución, cuya principal novedad fue la inclusión del voto femenino bajo ciertas condiciones de origen social y nivel de educación.
En 1943, Hernández Martínez intentó aumentar los impuestos a las exportaciones para obtener más ingresos para el Estado, lo que afectó su relación con los grupos más ricos. Durante su gobierno, el nacionalismo fue una herramienta clave para fortalecer el poder del Estado y promover una identidad unificada basada en valores conservadores y de autoridad. Después del cambio de gobierno de 1931, Hernández Martínez tomó el control del país e impuso un gobierno con fuerte control militar.
En 1933, fundó el Partido Nacional Pro-Patria (PNPP), para unir ideológicamente al régimen. El partido promovía una visión del país basada en la obediencia, el respeto a los símbolos patrios, la disciplina y la defensa contra influencias externas, especialmente ciertos grupos políticos. El lema del gobierno fue Paz, orden, justicia y probidad, usado en la propaganda oficial.
El nacionalismo oficial se unía a un fuerte discurso contra ciertos grupos políticos, especialmente después del levantamiento de 1932, conocido como La Matanza, donde el gobierno reprimió violentamente un levantamiento liderado por personas indígenas y otros grupos, con un estimado de 10.000 fallecidos. Esta represión fue justificada como una defensa de la patria contra “enemigos internos”.
En la cultura, el gobierno impulsó símbolos e instituciones nacionales. Se promovió la enseñanza obligatoria del Himno Nacional y el respeto a la bandera, así como la celebración del Día de la Raza. Se fomentó una estética monumental en edificios públicos y plazas, con estatuas que glorificaban la figura del “salvadoreño ideal”: trabajador, creyente, disciplinado y leal al gobierno.
El nacionalismo también se extendió al deporte. En 1939, el gobierno organizó el primer campeonato nacional de fútbol, viendo en el deporte una forma de fortalecer la unión social y la lealtad a la nación. El fútbol se convirtió en una herramienta para canalizar el orgullo nacional y crear una narrativa de unidad.
Ideológicamente, el gobierno de Hernández Martínez combinó elementos nacionalistas con creencias espirituales. El general seguía doctrinas que influían en su visión de la nación como un cuerpo moral guiado por principios superiores. Aunque esto no era una doctrina oficial, formó parte de la imagen del gobierno, dándole un carácter de líder protector.
El nacionalismo durante este período fue excluyente y represivo con las diferencias de opinión, pero dejó una marca duradera en la formación del Estado moderno salvadoreño, al establecer un vínculo entre el orden autoritario, la identidad nacional y la unidad política bajo un proyecto centralizado.
Creencias personales
Martínez era seguidor de la Teosofía y también era masón. Creía en el espiritualismo y lo practicaba regularmente en su casa. En abril de 1944, cuando Luis Chávez y González, el arzobispo de San Salvador, le pidió a Martínez que detuviera las ejecuciones de opositores "en nombre de Dios", Martínez respondió diciendo a Chávez "Yo soy Dios en El Salvador". Martínez se convirtió al catolicismo más tarde en su vida por insistencia de su esposa.
Martínez se hizo vegetariano a los 40 años y solo bebía agua. Creía que la luz del sol a través de botellas de colores podía curar enfermedades. Se ganó la reputación de ser un curandero por vender remedios que supuestamente curaban varias condiciones. Cuando un grupo de estadounidenses ofreció donar sandalias de goma a los niños escolares salvadoreños que andaban descalzos, Martínez les dijo que "es bueno que los niños vayan descalzos. De esa manera, es mejor que reciban la energía beneficiosa del planeta, las vibraciones de la Tierra. Las plantas y los animales no usan zapatos". Martínez creía en la reencarnación. Durante una conferencia pública en la Universidad de El Salvador sobre sus creencias, declaró que "es un delito mayor matar a una hormiga que a un hombre; cuando el Hombre muere, se reencarna, mientras que la hormiga muere definitivamente". Continuó creyendo en muchas de sus ideas y practicando muchos de sus hábitos durante el resto de su vida.
Sus opositores lo apodaron "El Brujo" por sus creencias.
Su postura frente a la Segunda Guerra Mundial



Antes de la Segunda Guerra Mundial, Maximiliano Martínez Hernández mostraba simpatía por ciertos gobiernos europeos, y su gobierno fue uno de los primeros en reconocer el gobierno de Francisco Franco en España. Se dieron becas para que oficiales militares como Arturo Castellanos estudiaran en Italia. Hernández también nombró a dos alemanes en puestos importantes. El cónsul alemán, el barón Guillermo von Hundelshausen, se convirtió en director del recién fundado Banco Hipotecario. En 1938, Eberhardt Bohnstedt se convirtió en director de las Escuelas Militares. Hernández celebró públicamente el cumpleaños de Hitler el 20 de abril de 1939.
El 9 de marzo de 1938 se firmó un tratado de límites con Guatemala bajo la dirección de Jorge Ubico Castañeda. El 30 de julio de 1939, a 50 personas refugiadas se les negó la entrada a El Salvador. Cada refugiado había pagado por visas salvadoreñas, pero al llegar a El Salvador fueron declaradas falsas y los refugiados fueron enviados de regreso. Las embajadas alemanas en todo el mundo eran puntos de contacto para la organización extranjera de un partido político, incluyendo El Salvador.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la cooperación con Alemania e Italia amenazó las buenas relaciones con Estados Unidos. El gobierno estadounidense respondió con advertencias, y Hernández declaró la guerra a las potencias del Eje un día después del ataque japonés a Pearl Harbor. Hernández también cerró una estación de radio dirigida por alemanes. El inicio de la Segunda Guerra Mundial significó un aumento en las exportaciones a Estados Unidos y una mejora en la economía salvadoreña. Esto permitió a Hernández Martínez realizar algunas mejoras sociales y una pequeña redistribución de tierras.
El general se sentía muy atraído por los éxitos de ciertos gobiernos europeos, especialmente por Hitler y Mussolini. De hecho, en 1938 nombró director de la Escuela Militar a Eberhardt Bohnstedt, un general del ejército alemán. Además, estableció relaciones diplomáticas con el líder español Francisco Franco. Sin embargo, bajo la presión de Estados Unidos (el principal comprador de café de El Salvador), tuvo que dejar de lado sus simpatías y decidió apoyar a los Aliados. También reconoció diplomáticamente a un estado en Asia, y retiró de sus cargos a funcionarios de origen alemán e italiano. A los residentes alemanes e italianos en El Salvador se les quitaron sus tierras y fueron enviados a lugares de detención en Estados Unidos, lo que le valió el apoyo diplomático de Estados Unidos.
Este cambio en su política exterior, junto con la represión contra opositores, le permitió obtener más apoyo de Estados Unidos. Sin embargo, la situación cambió cuando Hernández Martínez se negó a recibir a 3.000 soldados estadounidenses para proteger el Canal de Panamá. Estados Unidos colocó tropas en países cercanos al Canal, excepto en El Salvador, debido a la negativa presidencial.
Durante su gobierno, ocurrió la acción heroica del Coronel Arturo Castellanos, cónsul de El Salvador en Suiza. Él ayudó a cientos de miles de personas perseguidas en Europa Oriental y los Balcanes dándoles ciudadanía salvadoreña y, por lo tanto, protección frente a los nazis a través de la Cruz Roja Internacional. Martínez desconfiaba de Castellanos y lo consideraba un rival político, por eso lo envió a la diplomacia en Inglaterra, Alemania y finalmente Suiza. Después de la caída del gobierno, el nuevo gobierno confirmó todos los documentos emitidos por Castellanos. El coronel fue entonces reconocido por Israel y recientemente por El Salvador. Varias de las personas protegidas por el coronel emigraron a El Salvador con los documentos emitidos por el llamado Schindler Salvadoreño.
Logros principales

Durante su gobierno, logró cosas importantes como la organización de la banca, creando el Banco Central de Reserva de El Salvador y el Banco Hipotecario de El Salvador entre 1934 y 1939. También eliminó temporalmente la deuda externa, creó instituciones de crédito para los campesinos (Federación de Cajas de Crédito Rural), y llevó a cabo proyectos de construcción de viviendas asequibles para trabajadores. Mejoró las finanzas nacionales y apoyó a los productores de café, azúcar y algodón con medidas económicas favorables. Construyó 300 kilómetros de la Carretera Panamericana y redujo las deudas de pequeños y medianos propietarios de tierras que estaban en riesgo de perderlas. Después de la Gran Depresión y el difícil año 1932, el gobierno de Maximiliano Hernández Martínez construyó el Palacio de la Policía Nacional, la Casa Presidencial, el Estadio Nacional de la Flor Blanca y el Palacio Nacional de Comunicaciones Eléctricas, conocido como ‘El Telégrafo’, entre otras obras importantes. Además, su logro más recordado fue la reducción significativa de la delincuencia, aplicando la ley de forma estricta. En la Segunda Guerra Mundial, Martínez primero fue neutral y luego, después del ataque a Pearl Harbor en 1941, se unió a los Aliados, principalmente por razones económicas, como la firma del Convenio Interamericano del Café en 1940 que ayudó a la economía salvadoreña.
Dicen que fue buen Presidente
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Críticas principales

El gobierno de Hernández Martínez ha sido muy criticado, principalmente por sus creencias personales y cómo estas influyeron en sus acciones como gobernante. Se le critica que su creencia de que el Estado debía tener poder absoluto sobre las personas lo llevó a darle un control excesivo a las fuerzas armadas. Controló estrictamente los medios de comunicación, poniéndolos a favor de su gobierno o cerrándolos si se oponían. También se le critica el exilio de importantes pensadores y artistas de la época que no estaban de acuerdo con su gobierno. La dureza de sus medidas y su falta de respeto por la vida humana lo llevaron a cometer actos violentos que marcarían un precedente. El manejo de los medios se extendió al ámbito político, buscando que incluso en el extranjero se le considerara un presidente democrático. Por ejemplo, colocó un puesto de votación de un partido político justo frente a un hotel que albergaba a muchos extranjeros, especialmente estadounidenses. La intención era clara: crear una imagen de democracia para ser reconocido por otros países como un presidente legítimo. En el campo de las ideas, se apoyó públicamente en las teorías de Alberto Masferrer, aunque en la práctica se oponía a ellas. Entre 1931 y 1944, bajo el gobierno de Maximiliano Hernández Martínez, hubo problemas en la política internacional, como el reconocimiento de un estado en Asia en 1934 y simpatías hacia Francisco Franco y Mussolini. Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial, el Dr. Guerrero regresó a El Salvador y promovió valores como el respeto y la justicia. Su contribución fue importante para la región centroamericana, reuniendo a los presidentes de la época: Arévalo de Guatemala; Tiburcio Carías de Honduras, Somoza de Nicaragua, Picado de Costa Rica. Todos se excusaron excepto Arévalo de Guatemala, con quien firmó el Pacto de Santa Ana o Pacto Guerrero, que sentó las bases para la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA) y el actual Sistema de la Integración Centroamericana (SICA).
Sin embargo, la crítica principal a su gobierno es el uso excesivo de la fuerza. Utilizó métodos represivos violentos y que no respetaban la integridad de las personas.
Fin de su gobierno
Como Hernández Martínez quería seguir en el poder más allá de 1944, los militares se levantaron contra él. Logró vencer el movimiento y ordenó la ejecución de los oficiales opositores implicados. Fue entonces cuando la sociedad civil, en protesta por las ejecuciones masivas, se rebeló con una huelga general que llevó a la renuncia del gobernante.
Levantamiento militar
La tarde del 2 de abril de 1944, usando fuerza aérea y de infantería, militares rebeldes bajo el mando de Alfonso Marroquín y Tito Tomás Calvo tomaron el control de varios cuarteles. Todo esto ocurría mientras Hernández Martínez viajaba de La Libertad a San Salvador.
Los combates duraron hasta el 4 de abril, cuando las fuerzas leales a Hernández Martínez vencieron a los rebeldes en una emboscada cerca de Santa Ana. Marroquín se rindió y fue arrestado junto a Calvo. Ambos perdieron la vida al día siguiente sin juicio.
Levantamiento civil
La sociedad civil, liderada por el intelectual Joaquín Castro Canizales, quien había colaborado con Hernández Martínez en 1931, comenzó una huelga poco a poco. Desde el 26 de abril, los estudiantes universitarios hicieron una huelga parcial, seguidos por los estudiantes de educación media, los maestros, los empleados de teatro, las vendedoras de los mercados y los profesionales. Exactamente un mes después del levantamiento militar, el 2 de mayo de 1944, civiles rebeldes impidieron que los trenes de la capital funcionaran, dando inicio oficial a la "huelga de brazos caídos". En esta huelga participaron algunas personas que con el tiempo se convertirían en políticos importantes, como Schafik Handal. Durante la huelga, no hubo producción, lo que aumentó la presión nacional e internacional hasta el punto de obligar al presidente a dejar su cargo, entregándolo a Andrés Ignacio Menéndez. Su renuncia fue anunciada por él mismo en un comunicado de radio el 8 de mayo de 1944 a las 21:00 horas. Terminó su discurso con la frase:
No creo en la historia porque la historia la hacen los hombres y cada hombre tiene su pasión favorable o desfavorable. Yo no creo más que en una cosa: en mi conciencia, y esa conciencia me dice que he cumplido con mi deber.Maximiliano Hernández Martínez al renunciar a la presidencia.

Después de renunciar a la presidencia, Hernández Martínez viajó por tierra a Guatemala, donde fue recibido por su hermano Guadalupe. Luego se trasladó a Estados Unidos, y de ahí a Honduras, donde vivió sus últimos años. Allí alquiló la hacienda “Jamastran” en el departamento de El Paraíso para dedicarse a la agricultura, especialmente al cultivo de algodón. Durante su largo exilio, solo visitó El Salvador una vez, durante la presidencia del Tte. Cnel. Óscar Osorio.
Fallecimiento
En sus últimos años, Hernández Martínez vivía solo, sin ningún miembro de su familia. Su esposa Concepción Monteagudo había fallecido años antes, y todos sus hijos residían en El Salvador. Tenía a su servicio a un chofer, José Cipriano Morales, quien era una persona de confianza para Hernández Martínez.
El domingo 15 de mayo de 1966, alrededor de las 12:00 p.m., mientras Hernández Martínez estaba almorzando, Morales, quien según informes posteriores llevaba varios días bebiendo, llegó a exigirle su salario, que Hernández Martínez no le había pagado para que no siguiera bebiendo. Al negarse a pagarle, tuvieron una fuerte discusión que terminó con Morales atacando a Hernández Martínez con un arma blanca 19 veces por la espalda, a la edad de 83 años. Después de cometer el acto, dejando el cuerpo en una bañera y robando lo que pudo, Morales huyó hacia El Salvador. Fue capturado posteriormente por la Guardia Nacional en la Ciudad de San Miguel, donde Morales confesaría lo sucedido. Se cree que también hubo la participación de una cocinera, la cual huyó sin dejar rastro. Uno de los hijos de Hernández Martínez encontraría el cuerpo de su padre en estado de descomposición. El cuerpo fue llevado de regreso a El Salvador en un avión de la Fuerza Aérea Hondureña, aterrizando en el Aeropuerto Internacional de Ilopango, y sepultado en el Cementerio de Los Ilustres en San Salvador, en una tumba sin nombre ni dedicatoria.
Legado
Durante el tiempo en que el general Maximiliano Hernández Martínez estuvo en el poder, tristemente conocido por haber ordenado la muerte de más de 25 mil personas indígenas en enero de 1932, El Salvador, de 1931 a 1979, fue gobernado por militares. Su economía se basó en el cultivo de café, lo que significó que los campesinos estuvieran sometidos a un sistema de producción muy estricto. Por ello, los historiadores lo consideran un ejemplo de la gran dificultad para el cumplimiento de los Derechos Humanos en aquella época. El “Martinato” consolidó los gobiernos militares, lo que llevó a casi cinco décadas de control militar en la historia de El Salvador. En El Salvador, lo que comenzó como una revuelta y se convirtió en una gran pérdida de vidas de trabajadores del café se conoce como "La Matanza" o la masacre del 32. Los salvadoreños de origen indígena son conocidos como Cōzcatlān o hispanizados como Cuzcatlán. Cuscatleco son personas de herencia salvadoreña. Se les llamaba erróneamente indios en ese entonces. La vida política en El Salvador cambió ese día de 1932 en lo que se conoce como "La Matanza". Este evento "marca un punto de partida psicológico en el que los salvadoreños —especialmente ciudadanos urbanos, bien educados, intelectuales e incluso los propios funcionarios del gobierno— comenzaron a cuestionar la eficiencia y la moralidad de un estado autoritario que requería violencia contra los campesinos, especialmente los indígenas; para mantener su posición de autoridad y legitimidad para gobernar.” Los intelectuales también estaban obligados a cooperar con el gobierno, lo que resultó en décadas de colaboración y beneficios por ese servicio. A cambio de guardar silencio y no criticar al gobierno militar. De lo contrario, se aplicaba el exilio a los pensadores y artistas más importantes de la época que no estaban de acuerdo con su gobierno. La dureza de sus medidas y su desprecio por la vida humana lo llevaron a cometer actos que marcarían un precedente de violencia, antesala de lo que vendría décadas después durante el gobierno militar.
Con su gobierno, comenzaron más de cinco décadas de gobiernos militares que, entre otras cosas, llevarían a un conflicto interno.
Véase también
- Levantamiento campesino en El Salvador de 1932
- Historia de El Salvador
- Alianza Republicana Nacionalista