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Historia de San Sebastián para niños

Enciclopedia para niños

Se han encontrado pruebas de que hubo asentamientos romanos en la zona de la Parte Vieja de San Sebastián, cerca del Monte Urgull, entre los años 50 y 200 después de Cristo. También se han hallado restos más antiguos, del siglo X, lo que indica que la zona ya estaba habitada mucho antes de que se fundara la ciudad.

Las primeras menciones escritas sobre San Sebastián hablan de un monasterio llamado Sanctu Sebastianus, que estaba en la colina donde hoy se encuentra el palacio de Miramar. A esta zona se la conocía como Izurun.

Aunque no se sabe la fecha exacta de su fundación, un documento del año 1014, atribuido a Sancho el Mayor de Navarra, menciona que el monasterio de San Sebastián pasó a manos del abad de Leyre y del obispo de Pamplona. Este documento fue confirmado en 1101 por el rey Pedro Ramírez (conocido como Pedro Sánchez I), rey de Navarra y Aragón.

Durante los siglos XI y XII, el monasterio de San Sebastián El Antiguo no solo era un centro religioso, sino también el corazón de la vida social y administrativa de la población. Para fortalecer las fronteras y crear un puerto que permitiera el comercio de lanas de Navarra y Aragón, el rey navarro Sancho VI (llamado 'el Sabio') decidió aplicar a San Sebastián, alrededor del año 1180, el mismo Fuero que había funcionado bien para repoblar Jaca (1135) y Estella (1164). Así, el centro de la población se trasladó al pie del monte Urgull. Este evento se considera el momento de la fundación de la ciudad.

Crecimiento del Comercio y el Puerto

La ciudad de Bayona, en el sur de Francia, que había sido un puerto importante para Navarra, tuvo problemas en el siglo XI porque su puerto se llenó de arena. Esto, junto con las ventajas del nuevo fuero, hizo que muchas personas de Bayona (comerciantes y dueños de barcos) se mudaran a la vieja Izurun romana, que ya se conocía como la villa de San Sebastián.

San Sebastián nació para ser el puerto de Navarra y al principio cumplió bien su función. Sin embargo, en 1194, cuando Sancho el Fuerte subió al trono de Navarra, surgió un conflicto entre Navarra y San Sebastián. A partir del año 1200, Guipúzcoa, por intereses comerciales, decidió unirse al rey castellano Alfonso VIII, que era enemigo de Sancho el Fuerte. Así, San Sebastián pasó a ser el puerto de salida al mar de un reino mucho más grande y rico: Castilla.

Los Reyes de Castilla usaron por primera vez las fuerzas navales de San Sebastián en 1248. Estas fuerzas ayudaron a derrotar la flota de los moros y a inutilizar el Puente de Barcas en Sevilla, lo que llevó a la rendición de esa ciudad.

Alfonso VIII juró respetar los fueros de San Sebastián y le concedió muchos privilegios para mantener el comercio con Navarra y dar ventajas a los comerciantes de San Sebastián en el mercado castellano.

Sus sucesores, Fernando III y, en 1256, Alfonso X el Sabio, fundaron nuevas villas. Uno de sus objetivos era asegurar y mejorar el camino que unía Castilla con el puerto de San Sebastián, pasando por Álava y Guipúzcoa. Esto aumentó el comercio desde Castilla, que, junto con el de Navarra, fue la base de la prosperidad de San Sebastián.

Gracias a esta prosperidad, la ciudad pudo recuperarse de los muchos incendios que sufrió a partir de 1266, llegando a quemarse por completo seis veces en poco más de dos siglos.

Conflictos y Disminución del Comercio

El conflicto entre Inglaterra y Francia llevó a la Guerra de los Cien años. Ambas potencias buscaron la alianza con Castilla por su poder naval. Alfonso XI se inclinó por el lado francés (tratado de 1336 y 1345), pero sin romper con los ingleses, lo que permitió que las relaciones comerciales entre Aquitania (dominada por Inglaterra) y Guipúzcoa continuaran.

Una disputa entre los reyes Pedro I de Castilla y Enrique el de las Mercedes dividió a Guipúzcoa. Mientras que la mayor parte de la provincia apoyó a Enrique, San Sebastián, una ciudad de comerciantes sin grandes familias nobles, apoyó a Pedro I.

Cuando Pedro I murió en 1369, asesinado por su hermanastro Enrique, la Corona de Castilla se alió con Francia. Esto creó una zona de tensión con la Aquitania inglesa, afectando gravemente el comercio entre Aquitania y San Sebastián.

Además, el periodo de los Trastámaras fue de gran desorden en Guipúzcoa debido a la Guerra de los Bandos, donde las familias oñacinas y gamboínas se enfrentaban. Esto causó dificultades para el comercio dentro de San Sebastián.

Otro problema fue que Navarra, una parte importante del comercio con San Sebastián, se acercó a Francia por razones dinásticas.

Estas tres causas hicieron que, en la segunda mitad del siglo XIV, las principales rutas comerciales se desviaran hacia Bilbao, que reemplazó a San Sebastián como el centro comercial más importante.

Durante este largo periodo de conflictos en la provincia, San Sebastián fue un lugar de paz dentro de sus murallas. Los comerciantes podían vivir tranquilos, pero fuera de la ciudad, el poder de las grandes familias nobles, que obtenían su riqueza de la industria del hierro, debilitó los alrededores de San Sebastián. Esto llevó a una reducción de su territorio municipal. Primero se separó Fuenterrabía, luego Oyarzun, después Hernani, Andoáin, Orio, Usúrbil, y otros municipios.

En enero de 1489, un incendio destruyó la ciudad. Como consecuencia, se decidió reconstruir la villa con piedra. Este fue el último gran incendio de la época medieval de San Sebastián, y no hubo otra quema total hasta 1813.

De Centro Comercial a Fortaleza Militar

Archivo:San Sebastian s. XVII
Cartografía de San Sebastián, encargada por Felipe IV en 1622.

Después del incendio de 1489, San Sebastián cambió su forma de vida. A partir del último cuarto del siglo XV, debido a su ubicación estratégica, dejó de ser un gran centro comercial para convertirse en una plaza militar. Su puerto principal, Pasajes, pasó de ser comercial a ser una base naval para la Escuadra Cantábrica, una fuerza marítima que luchó durante siglos (hasta el XIX) contra las flotas francesa, holandesa y británica.

Este nuevo papel de San Sebastián como fortaleza, encargada de detener los ataques franceses, le valió los títulos de Noble y Leal.

Entre el periodo de los Reyes Católicos y Felipe V, unos trescientos años, la ciudad sufrió muchos asedios.

Este estado de guerra continuo causó un gran deterioro en la economía de San Sebastián, debido a los gastos en fortificaciones, el mantenimiento de la guarnición y la constante disminución del comercio marítimo. Esta situación empeoró a partir de 1573, cuando Sevilla obtuvo el monopolio del comercio con América.

Después de dos siglos de cumplir heroicamente su misión militar, Felipe IV le concedió el título de Ciudad en 1662.

Con el mismo rey, Felipe IV, se logró la paz con Francia en 1659, con el Tratado de los Pirineos. Esto hizo que las clases dirigentes de San Sebastián volvieran a interesarse por el comercio. Así, en 1682, se fundó el Iltre. Consulado y la Casa de Contratación, que ayudaron mucho al comercio y la navegación de Guipúzcoa.

Pero esta recuperación fue breve, ya que la guerra continuó y la ciudad tuvo que ser fortificada. Surgió una discusión sobre si mantener las murallas como defensa o centrar la defensa en el castillo.

Mientras discutían, en 1719, San Sebastián fue tomada por primera vez por un fuerte ejército francés al mando del Duque de Berwick. La ciudad tenía fortificaciones débiles y una pequeña guarnición con poca comida y municiones. La ciudad estuvo ocupada por 2.000 soldados franceses hasta el 25 de agosto de 1721, cuando fue evacuada por el Tratado de La Haya.

Recuperación Económica

Los siguientes setenta años de paz, con la fundación de la Compañía Guipuzcoana de Caracas en 1728 y el restablecimiento del libre comercio con América en 1788, fueron años de recuperación económica. La fundación de esta compañía unió los intereses del Estado, que quería controlar el comercio americano, y los de los comerciantes de San Sebastián, que buscaban una salida para su comercio afectado por la pérdida del tráfico de lana castellana (monopolio de Bilbao) y navarra (desviado a Bayona).

Al mismo tiempo, las defensas de la ciudad se descuidaron, volviéndose anticuadas e inútiles. La población creció, causando un grave problema de espacio dentro de las murallas, lo que llevó a considerar una primera expansión, que no se realizó hasta el siglo XIX.

La Guerra de la Independencia y la Destrucción

De nuevo, durante la guerra contra la Convención Francesa, San Sebastián, mal defendida por sus murallas ineficaces y sin un intento de defensa por parte del General Molina, fue ocupada por los franceses el 4 de agosto de 1794.

En 1808, San Sebastián fue ocupada por las tropas de Napoleón durante la Guerra de la Independencia Española. José I (José Bonaparte) fue nombrado rey de España y entró en San Sebastián el 9 de junio, recorriendo la calle Narrica, donde todas las ventanas permanecieron cerradas.

El 22 de junio de 1813, mientras el ejército de Napoleón se retiraba, el general francés Emmanuel Rey tomó el mando de la plaza con 2.600 soldados. Las tropas aliadas, anglo-portuguesas, bajo el mando de Sir Thomas Graham y el Duque de Wellington, con un gran número de soldados y armas, sitiaron y aislaron la ciudad.

Desde ese momento hasta la toma de la ciudad el 31 de agosto, ambos bandos realizaron movimientos tácticos. Los franceses desalojaron a miles de personas que se habían refugiado en San Sebastián, invitaron a la población a evacuar, tomaron el convento de San Bartolomé e incendiaron las casas fuera de las murallas. Las tropas anglo-portuguesas cerraron el cerco y colocaron todas sus baterías.

El primer asalto a la ciudad ocurrió el 25 de julio, después de que consideraron que los proyectiles habían abierto una brecha lo suficientemente grande. Este asalto fue rechazado por los franceses, causando muchas bajas a las tropas anglo-portuguesas.

El 4 de agosto, veintiún vecinos que habían logrado salir de San Sebastián antes del asedio, enviaron un mensaje al Duque de Wellington explicando la difícil situación de la ciudad y pidiendo ayuda para sus vecinos y la propia ciudad. Wellington recibió el mensaje, y su ayudante de campo, el militar Miguel Ricardo de Álava, les aseguró que "El Lord" (Wellington) no deseaba ningún mal a la ciudad (probablemente porque necesitaban capturar la ciudad y el puerto lo más intactos posible para desembarcar tropas y suministros cerca de la frontera con Francia). Sin embargo, les advirtió que si la ciudad era tomada por asalto, era muy posible que las tropas saquearan.

A las dos de la madrugada del 31 de agosto de 1813, después de varios días de intenso bombardeo que ensanchó la brecha en la muralla, comenzó el asalto. Una columna de voluntarios, llamados "los desesperados", llegó a la parte alta de la brecha, pero se encontraron a cuatro metros de altura sobre el suelo interior, lo que los dejó expuestos al fuego francés.

Cuando una nueva retirada parecía lo más sensato, un incendio accidental y la explosión de un depósito de municiones francés causaron confusión en el bando francés. Los asaltantes aprovecharon esto, obligando a las tropas francesas a retirarse hacia el Castillo, donde se rindieron el 8 de septiembre.

Durante este período, las tropas aliadas incendiaron y saquearon la ciudad. El saqueo duró seis días y medio. Solo se salvaron del incendio las dos parroquias y treinta y cinco casas en la calle Trinidad, que por eso hoy se llama "31 de agosto". Estas casas se salvaron por su ubicación y la dirección del viento.

El número de habitantes, que antes del asedio era de unos 5.500, se redujo a 2.600.

Se colocaron dos lápidas para recordar este triste suceso: una en la entrada de la calle San Jerónimo, que culpa a los aliados, y otra descubierta por el embajador del Reino Unido en el patio de armas del Castillo el 31 de agosto de 1963.

Reconstrucción y Capitalidad

Los vecinos más importantes se reunieron en las afueras, en Zubieta, y decidieron reconstruir la ciudad.

El arquitecto Pedro Manuel de Ugartemendía fue clave en esta reconstrucción. En 1816 se aprobó el plano definitivo de la ciudad, y hubo un debate entre militares y civiles sobre si mantener las murallas como defensa. La obra se realizó bajo la protección del rey Fernando VII, quien decidió mantener las murallas.

La división del reino en cincuenta y dos provincias estableció a San Sebastián como capital de Guipúzcoa. Antes, la capitalidad se alternaba entre San Sebastián, Tolosa, Azpeitia y Azcoitia, dependiendo de dónde se celebraban las reuniones y residía el Corregidor (representante del rey).

Con la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis en 1823, se estableció un gobierno más estricto, lo que llevó al traslado de la capitalidad de Guipúzcoa a Tolosa. En 1854, San Sebastián fue declarada nuevamente capital de la provincia. Se decidió mover las aduanas al Ebro, lo que benefició a la provincia, y se cerró el puerto de San Sebastián para el comercio con América.

San Sebastián y el Liberalismo

En la provincia se formaron dos grupos: carlistas y liberales, estos últimos a favor de la Constitución. Ambos defendían los fueros, pero de diferente manera. San Sebastián eligió el liberalismo frente a la mayor parte de la Guipúzcoa rural.

El 29 de septiembre de 1833, tras la muerte de Fernando VII, su hija Isabel, de tres años, heredó el trono. Dos días después, Carlos, hermano del rey fallecido, reclamó sus derechos al trono. El Ayuntamiento de San Sebastián fue el primero en reconocer a Isabel como reina de España, proclamándola ante su retrato en la Plaza Nueva (hoy de la Constitución) el 2 de octubre.

Esta situación dio inicio a la Primera Guerra Carlista, conocida como "La de los Siete Años".

El 6 de diciembre de 1835, los carlistas llegaron a las puertas de la ciudad, pidiendo su rendición. Ante la negativa, comenzaron a bombardearla. San Sebastián, que contaba con una legión inglesa al mando del general sir Lacy Evans desde el 10 de julio de 1835 para proteger la causa liberal, defendió la ciudad sufriendo muchas bajas. Una vez cumplida su misión, la legión inglesa se disolvió y regresó a su país en 1838, dejando muchos muertos y heridos.

En su honor, el 28 de septiembre de 1924, se inauguró el Cementerio de los Ingleses en el monte Urgull. Las tropas se alojaron en Ategorrieta, donde más tarde se construyó el colegio de Notre-Dame. La plaza cercana la llamaban Constitution Hill. Como protesta contra el gobierno estricto carlista, los campesinos de la zona lo tradujeron como "muera la Constitución" (hil en euskera significa muerte).

En 1839, se firmó el Convenio de Vergara entre Maroto, jefe de las fuerzas carlistas, y Espartero, poniendo fin a la guerra. Las Cortes Españolas reconocieron el régimen de fueros de las provincias vascas, tal como se estableció en el Convenio.

Demolición de las Murallas y Expansión

El crecimiento de la población en San Sebastián, con 9.000 habitantes en el centro urbano, causó serios problemas de espacio dentro de las murallas. Fueron necesarios ocho años de negociaciones y debates con los militares, que se aferraban a mantener las murallas, hasta que finalmente, gracias a la ayuda de los generales Prim y Lerchundi, llegó la esperada noticia: la orden de demolición de las murallas. Esta orden fue enviada al alcalde Eustasio Amilibia, quien la recibió en el Teatro Principal a través de un telegrama del duque de Mandas, comunicándole el acuerdo del Gobierno.

El 4 de mayo de 1863, al son de una marcha creada para la ocasión, se quitó la primera piedra, que fue partida en pedazos y repartida entre los invitados.

Este fue otro momento importante en la historia de San Sebastián, que cambió de rumbo. Terminada su etapa como fortaleza, pasó a ser la capital de la provincia, comenzando su expansión con el Plan de Antonio Cortázar para la nueva ciudad. Este plan generó debates entre quienes querían un bulevar o alameda que separara lo antiguo de lo nuevo (bulevaristas) y quienes no (antibulevaristas).

Archivo:CTSS Plano
Plano de la ciudad hacia 1888 editado por la Compañía del Tranvía de San Sebastián, creada en 1886, primera compañía en electrificar todas sus líneas en España

En 1872 comenzó la tercera guerra carlista. Ante esta nueva amenaza, San Sebastián construyó en 1873 un nuevo muro defensivo desde Santa Catalina hasta San Bartolomé, en lugar de las murallas desaparecidas.

En 1875, unos 5000 carlistas comenzaron a bombardear la ciudad. Desde el monte Urgull se veían los destellos de los disparos, y una campana avisaba a la población, dándoles catorce segundos para ponerse a salvo de los proyectiles. El Día de San Sebastián de 1876, uno de los proyectiles cayó en el Teatro Principal, en la vivienda del popular poeta vasco Indalecio Bizkarrondo, conocido como Bilintx, destrozándole las piernas, lo que le causó la muerte. Este fuerte bombardeo también provocó el exilio de Pedro José Iraola, un donostiarra que más tarde sería uno de los fundadores de la ciudad argentina de Necochea, fundada por emigrantes vascos en 1881.

En 1876, al finalizar la última guerra carlista, se eliminó el régimen de fueros, que fue reemplazado por diferentes acuerdos económicos, vigentes hasta 1936.

Ciudad de Veraneo de la Corte

Archivo:Puerto de San Sebastián (1890)
Vista del puerto de San Sebastián en 1890, con la Bahía de la Concha al fondo.

Tras la muerte del rey Alfonso XII en 1885, su viuda, la Reina Regente María Cristina, trasladó la corte a San Sebastián todos los veranos, residiendo en el Palacio de Miramar. El Ayuntamiento de San Sebastián la nombró alcaldesa honoraria en reconocimiento a su gran labor por la ciudad. Más tarde, con el desarrollo del Ensanche Cortázar, la construcción del Casino en 1887 aumentó el número de veraneantes.

Archivo:Donostia - San Sebastian 1908 1
Fotografía antigua de detalles de la playa en San Sebastián, foto de 1908.
Archivo:Foto de Donostia - San Sebastian hacia 1908 2
Fotografía antigua de detalles de la playa en San Sebastián, foto de 1908.

A principios del siglo XX, San Sebastián mantuvo la tendencia de finales del siglo anterior, mejorando como capital de verano y centro administrativo y político de la provincia. Sus municipios experimentaron un fuerte aumento de población y un importante avance en su industrialización. También fueron años de consolidación de la banca, con la creación de diferentes bancos y cajas de ahorro.

Asimismo, a principios de siglo, en 1904, surgieron en San Sebastián los primeros grupos de ideas nacionalistas.

En la capital guipuzcoana se llevaron a cabo iniciativas en diferentes áreas: parques y espacios de ocio (Ulía, Igueldo, playa de Ondarreta, adquisición de la fortaleza de Urgull...), instalaciones de ayuda social, transporte público... En los años veinte, incluso se intervino en las áreas cercanas, con la construcción del campo de golf, el circuito automovilístico en Lasarte y el hipódromo en Zubieta.

Esplendor y Cambios

En 1914, con el inicio de la I Guerra Mundial, San Sebastián se convirtió en una de las ciudades más internacionales de Europa. En su Casino se reunían personajes importantes de la vida europea, como Mata Hari, León Trotski, Maurice Ravel, Romanones, Pastora Imperio, toreros famosos, banqueros importantes... Eran los tiempos de la "belle époque" donostiarra, y en San Sebastián actuaban compañías francesas de opereta, ballets rusos, cantantes de ópera y muchos otros artistas famosos.

Como consecuencia de la I Guerra Mundial, la industrialización de la comarca creció, atrayendo a muchas personas que buscaban trabajo. Esto dio origen a importantes grupos de trabajadores y al movimiento obrero. Durante el periodo de gobierno estricto de Miguel Primo de Rivera (1923 a 1930), las organizaciones de trabajadores vascas pasaron por un momento difícil, disminuyendo el número de miembros de UGT en San Sebastián de 4.000 a 2.700.

En 1925 se prohibieron los juegos de azar y el Casino fue cerrado. El atractivo de San Sebastián como lugar de veraneo también fue disminuyendo, mientras crecía su función como capital de provincia en sus tareas de administración pública y servicios, cada día más importantes. En esta década, la capital contaba con más de 61.000 habitantes.

En 1930, los líderes de los diferentes partidos políticos republicanos se reunieron en San Sebastián para acordar un frente y unas ideas comunes, conocido como el Pacto de San Sebastián. Este acuerdo buscaba poner fin a la monarquía y establecer la república.

San Sebastián en el Franquismo

Poco después del inicio de la Guerra Civil, el 13 de septiembre de 1936, San Sebastián fue tomada por las fuerzas nacionales.

Siguieron unos años difíciles, con escasez de alimentos y gasolina, racionamiento de tabaco, falta de materiales en las industrias y largas filas para comprar muchos productos.

Una vez terminada la guerra, en 1939 se creó la Quincena Musical, que inicialmente tuvo su sede en el Teatro Kursaal y en 1940 se trasladó al Teatro Victoria Eugenia. A través de ella se ofrecieron grandes espectáculos y actuaciones de importantes figuras de la música.

El gobierno de Franco mantuvo el papel de San Sebastián como ciudad de veraneo. Franco residió en el Palacio de Ayete durante el mes de agosto desde 1940 hasta 1975. Este palacio fue comprado por el Ayuntamiento y ofrecido al Jefe del Estado. Durante este período, se celebraban allí las reuniones de los ministros.

En la década de los cuarenta y principios de los cincuenta, la ciudad continuó su desarrollo, con el proyecto de expansión del barrio de Eguía y el inicio de la construcción del de Amara, en las marismas del Urumea.

En 1950, San Sebastián tenía 113.776 habitantes, lo que representaba el 30% del total de la provincia.

Arte y Festival de Cine

En esta época, comenzó a formarse la idea de una identidad propia para el artista vasco. En San Sebastián surgió la Asociación Artística Guipuzcoana. Fueron años dorados para el teatro aficionado de la ciudad, con una nueva obra estrenándose cada domingo.

Con la celebración del primer Festival Internacional de Cine en 1953, San Sebastián se convirtió en un punto de encuentro para personas del mundo del cine, recibiendo a figuras como Audrey Hepburn, Ava Gardner, Gregory Peck, Alfred Hitchcock, Vittorio Gassman, Charlton Heston, entre otros.

En estos años, el entonces Príncipe de España, Juan Carlos de Borbón y Borbón, y su hermano el Infante Don Alfonso residieron en el Palacio de Miramar.

Expansión Territorial y Demográfica

En la década de los sesenta, hubo un gran crecimiento urbano, con la construcción de muchas viviendas. Esto se debió a una importante llegada de personas que buscaban trabajo en la nueva industria y al aumento de la natalidad en la provincia. La ciudad siguió creciendo con el desarrollo del Ensanche de Amara.

Tanto San Sebastián como sus alrededores recibieron grandes flujos de personas de otras regiones, con más del 40% de los inmigrantes procedentes de fuera del País Vasco. Los barrios de Alza, Amara, Gros y Eguía, que tenían más población, recibieron el mayor porcentaje de inmigrantes.

Esta llegada de personas, junto con el carácter de la ciudad como capital de veraneo, provocó una gran demanda de terrenos, convirtiendo la inversión en bienes raíces en una fuente segura y rentable de ingresos.

En 1965, San Sebastián sufrió una de las tormentas más fuertes del siglo; las olas de más de 15 metros de altura pasaron por encima del puente del Kursaal, y las calles de la Parte Vieja quedaron inundadas durante la marea alta.

El Ayuntamiento de San Sebastián apoyó en 1966 una iniciativa para solicitar la eliminación del decreto de 1937 que había dejado a Guipúzcoa sin los Conciertos Económicos.

En esta misma fecha se creó el Festival de Jazz de San Sebastián, el único de su tipo en España durante muchos años.

En la década de los sesenta, San Sebastián, centro del resurgimiento cultural vasco y del movimiento político nacionalista, fue escenario de muchas manifestaciones, con periodos de excepción por decreto en 1968 y 1969. Esta situación se prolongó durante los años setenta, especialmente al final del periodo de gobierno de Franco (1975).

Con los cambios políticos que surgieron después de ese período y la aprobación del Estatuto de Guernica, se estableció un nuevo Concierto Económico en 1981.

La capital siguió desempeñando sus funciones administrativas, culturales, comerciales y turísticas, mientras que algunos barrios y los pueblos de la comarca asumieron funciones industriales, de pequeños servicios y residenciales para la clase trabajadora.

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