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Masacre de Badajoz para niños

Enciclopedia para niños
Datos para niños
Masacre de Badajoz
Parte de la represión en la zona sublevada durante la Guerra Civil Española
Badajoz bull-ring, 1936.jpg
Aspecto de la plaza de toros de Badajoz tras la toma de la ciudad por las fuerzas sublevadas
Siège de Badajoz (1936).gif
Lugar Badajoz, España
Blanco(s) civiles y militares leales a la Segunda República Española.
Fecha agosto de 1936
Tipo de ataque fusilamientos masivos
Arma(s) fusiles y ametralladoras
Muertos entre 1800 y 4000 (según versiones)
Perpetrador(es) Ejército sublevado, Guardia Civil y miembros de Falange Española
Motivación represión durante la guerra civil española
Batalla de Badajoz Masacre de Badajoz

La masacre de Badajoz se produjo en los días posteriores a la batalla de Badajoz, durante la guerra civil española, y fue el resultado de la represión ejercida por el Ejército sublevado contra civiles y militares defensores de la Segunda República española tras la toma de la ciudad de Badajoz por las fuerzas sublevadas contra la República, que se llevó a cabo el 14 de agosto de 1936 por la noche y el 15 de agosto de 1936 por la mañana.

Constituye uno de los sucesos más controvertidos de la guerra, pues el número de víctimas de esta tragedia varía ostensiblemente dependiendo de los historiadores que la han investigado. Además, al resultar vencedor de la contienda el bando sublevado jamás se produjo una investigación oficial sobre lo sucedido en la ciudad extremeña. En cualquier caso, las estimaciones más comunes apuntan que entre 1800 y 4000 personas fueron muertas, en unos hechos calificados por varias asociaciones de derechos humanos como crímenes contra la humanidad. También se denunciaron estos hechos como genocidio en 2007. La denuncia ante la Audiencia Nacional no prosperó al encontrarse fallecidos los máximos responsables de la muerte en masa y ser un delito que no estaba tipificado cuando se cometió.

Al mando de las tropas que perpetraron la masacre de Badajoz se encontraba el coronel Juan Yagüe quien, tras la Guerra Civil, fue nombrado ministro del Aire por el jefe del Estado Francisco Franco. A partir de estos hechos, Yagüe fue popularmente conocido como el carnicero de Badajoz.

Según el censo, Badajoz tenía 41 122 habitantes en 1930 por lo que, de ser correcta la cifra de 4000 ejecutados, el porcentaje de represaliados alcanzaría el 10% de la población.

Consecuencias

Muchos de los que habían conseguido huir a Portugal serían devueltos por la Dictadura salazarista aliada del bando sublevado y ejecutados en su mayoría. Otros en cambio serían acogidos por familias portuguesas y repatriados a la zona republicana por vía marítima a bordo del buque Nyassa. Tras la caída de la ciudad, el alcalde Sinforiano Madroñero y el diputado Nicolás de Pablo, ambos socialistas, cruzaron la frontera y huyeron a Portugal, pero fueron localizados por efectivos del régimen portugués y entregados a las tropas franquistas, que los ejecutaron en Badajoz el 20 de agosto, frente a un frontón y sin juicio previo.

Cuando las columnas de Yagüe se marcharon de Badajoz para continuar su avance hacia Madrid, se hizo cargo de la represión el coronel Eduardo Cañizares Navarro, nuevo gobernador militar de la provincia, y el teniente coronel Manuel Pereita Vela, delegado de Orden Público, un hombre de confianza del general Queipo de Llano. Nada más ocupar el cargo el coronel Cañizares envió un amplio informe al general Franco en el que reconocía que en toda la provincia de Badajoz había habido «excesiva represión». Sobre los huidos le dijo: «en mi opinión hay muchos que no vienen a nuestro lado por temor a ser ejecutados». Y sobre el estado de los vecinos en general afirmó lo siguiente (sólo había pasado una semana desde la matanza):

Muy abatida en el campo y en la plaza. Ya y para levantarla he organizado un desfile, unas manifestaciones y gran propaganda, pero son poco sensibles y el susto no acaba de salirles del cuerpo.

Hasta noviembre de 1936 en que fue relevado, Pereita fue responsable de 2580 muertes en toda la provincia, en la mayoría de los casos sin investigación previa y contando con la ayuda de falangistas locales ―además se ha denunciado que amasó una fortuna con la confiscación de los bienes de sus víctimas―. Según Paul Preston, la represión también afectó a mujeres republicanas; unas fueron muertas y otras sometidas a distintas humillaciones públicas. El cónsul portugués en Badajoz, que había sido objeto de un homenaje por parte de las nuevas autoridades franquistas como representante de Portugal, envió un informe a su gobierno unas semanas después de los sucesos de Badajoz hablando de los sucesos represivos.

Según Paul Preston, el propio teniente coronel Yagüe comentó: «Mañana, cuando hayamos concluido definitivamente la limpieza, todo estará listo para ampliar la operación. Ahora que ya hemos liquidado a los moscovitas, ésta vuelve a ser una ciudad española». Preston cree que «los sucesos de Badajoz eran además un mensaje para advertir a los ciudadanos de Madrid de lo que ocurriría cuando las columnas llegaran a la capital de España».

Antes de continuar su avance en dirección a Madrid Yagüe organizó pequeñas unidades integradas por falangistas, requetés, derechistas y guardias civiles bajo el mando de un oficial para que ocuparan y «limpiaran» las localidades de la parte sur y occidental de la provincia de Badajoz que no habían sido tomadas por sus columnas. Estas unidades cumplieron con el cometido que se les había asignado y en cada pueblo que fueron ocupando se repitió la represión.

Los que consiguieron huir se unieron a los miles de refugiados, incluidos muchas mujeres y niños, que cargados con sus pertenencias y sus animales intentaban llegar a la zona republicana encabezados por unos cientos de milicianos pobremente armados. Los dos grupos más numerosos habían partido de Valencia del Ventoso en el sudoeste de la provincia para dirigirse hacia el este formando la llamada «Columna de los Ocho Mil». Un primer grupo integrado por 2000 personas alcanzó las líneas republicanas en Castuera, al noreste de la provincia de Badajoz. El segundo grupo integrado por 6000 personas sufrió una emboscada a mitad de camino, a la altura de Fuente del Arco, por una fuerza bien armada enviada por el general Queipo de Llano desde Sevilla. Murieron cientos de ellos. A 2000 supervivientes que no lograron escapar se los llevaron a la cercana localidad de Llerena. En el cementerio de la localidad la mayoría perdieron la vida. El 18 de septiembre, en uno de sus habituales discursos radiofónicos Queipo de Llano festejó la «limpieza de focos constituidos por gente evadida de Sierra Morena». El diario ABC de Sevilla tituló el 19: «Entre Reina y Fuente del Arco cae en una emboscada una columna marxista, siendo deshecha totalmente». Francisco Espinosa Maestre comenta que el diario había convertido «a aquel grupo de huidos en “marxistas fugitivos” y a la cobarde emboscada realizada por los golpistas en victoriosa batalla». El capitán que dirigió la encerrona fue condecorado con la medalla al mérito militar.

El oficial Hans von Funck, agregado militar de la Alemania nazi y uno de los pocos militares alemanes de alta graduación que estuvieron presentes en las operaciones del Ejército Sur, envió un informe a Berlín en el que desaconsejaba el envío de tropas regulares alemanas a España, porque, textualmente: «él es un soldado acostumbrado a la lucha, que ha combatido en Francia durante la Gran Guerra, pero que jamás ha contemplado la brutalidad y la ferocidad con que el Ejército Expedicionario de África desarrolla sus operaciones. Por ello desaconseja el envío de tropas regulares alemanas a España, porque, ante tal salvajismo, los soldados alemanes se desmoralizarían». Von Funck era un aristócrata prusiano que tuvo un destacado protagonismo en la Segunda Guerra Mundial como comandante de la 7ª División Panzer.

Cifras de víctimas

Los periodistas Berthet y Dany, que estuvieron en Badajoz al día siguiente del grueso de la matanza, sostuvieron que había habido de 600 a 800 bajas en los combates y que las víctimas de la represión habrían sido unas 1.200. Por su parte Jay Allen, que estuvo una semana después, situó en 4.000 el número de víctimas. Esa misma cifra es la que reconoció el propio teniente coronel Juan Yagüe ante el periodista estadounidense John T. Whitaker, del New York Herald Tribune, cuando este le interrogó sobre lo sucedido:

Por supuesto que los matamos. ¿Qué esperaba usted? ¿Que iba a llevar 4000 prisioneros rojos conmigo, teniendo mi columna que avanzar contrarreloj? ¿O iba a soltarlos en la retaguardia y dejar que Badajoz fuera roja otra vez.

Desde entonces los diversos autores e historiadores que se han ocupado del tema han ido dando estimaciones que oscilan entre un mínimo de «entre doscientos a seiscientos» hasta un máximo de 9.000. El filósofo cristiano Jacques Maritain habló de «cientos de hombres» y el escritor y militante socialista Julián Zugazagoitia de «cientos de prisioneros» que fueron llevados «atraillados como perros de caza» a la plaza de toros para ser ametrallados. César M. Lorenzo afirma que fueron unos 1500, Manuel Tuñón de Lara 1200, Ricardo Sanz más de 3000 y James Cleugh 2000. David Solar da la cifra de 2000.

Hugh Thomas, por su parte, afirmó que «probablemente nunca se sabrá el número exacto de muertos» y que puede que no llegaran a la cifra dada por Jay Allen. Francisco Pilo, escritor pacense, que escribió en 2001 dos libros sobre este tema (Ellos lo vivieron. Sucesos en Badajoz durante los meses de julio y agosto de 1936, narrados por personas que los presenciaron y La represión en Badajoz, continuación del anterior) también pone en duda las cifras de Jay Allen, a pesar de que historiadores como Paul Preston consideran a Allen un referente del periodismo de guerra.

El escritor Pío Moa niega la existencia de las ejecuciones en la plaza de toros, y propone una cifra de entre 500 y 1500 represaliados, lo que ha sido cuestionado por historiadores como Javier Tusell.

Las cifras más altas son las estimadas por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, que lleva a cabo la tarea de localizar fosas comunes de víctimas de la represión, ya que mantiene que el número de víctimas en Badajoz oscilaría entre las 4000 y las 9000. Unas cifras que Francisco Espinosa Maestre considera «excesivas» y que además carecen de «respaldo alguno».

Francisco Espinosa Maestre ha estudiado las dos fuentes principales para determinar el número muertos: el Libro de Registro de Entradas del Cementerio de Badajoz y los libros de Registro de Defunciones del Juzgado de Badajoz. El primero arroja 420 inscritos entre el 15 de agosto y el primero de diciembre de 1936 ―sin que exista registro alguno de los sepultados en la fosa común―, mientras que en el segundo aparecen registradas 268 personas que no están en la lista del cementerio, lo que arroja un total de 688. Como en otros lugares donde hubo una fuerte represión como Sevilla o Huelva, la mayoría de las víctimas no fueron inscritas en los registros. Así si les aplicamos la misma proporción que se da en Huelva y en Sevilla entre inscritos y desaparecidos, que es de 1 frente a 5-6, esto arrojaría una cifra total de víctimas en Badajoz en torno a 3.800, lo que supondría una porcentaje elevadísimo pues sería del 33 por 1000 frente al 4 por 1000 de Sevilla o al 10 por 1000 de Huelva.

Paul Preston ha calificado el trabajo de Espinosa Mestre como «un estudio riguroso de los hechos» por lo que considera válida la cifra de 3.800. «Sus investigaciones revelan que, aun comparando solo el limitado número de muertes registradas, hubo mas ejecuciones en Badajoz entre los meses de agosto y diciembre de 1936 que en Huelva y Sevilla juntas». Preston también ha destacado «la desproporción de estas cifras» con las 185 bajas sufridas por el bando sublevado, de ellas 44 muertos.

Responsabilidades

Según algunos estudios, la campaña de ejecuciones masivas llevada a cabo en los primeros meses de la guerra obedece a una directriz de los principales líderes de la sublevación, Francisco Franco y Emilio Mola, para "purgar el país concienzudamente de todos los elementos rojos". Esta campaña ha sido denominada como política de exterminio del adversario político.

Jay Allen consiguió entrevistar a Franco, en Tetuán (Marruecos español), el 27 de julio anterior.

En el momento de producirse la matanza, los máximos responsables militares en la ciudad eran:

Genocidio

La victoria final en la Guerra Civil Española del bando sublevado y la desaparición de todos los archivos municipales y provinciales relacionados con los sucesos de Badajoz han hecho que estos jamás hayan sido llevados ante un tribunal.

Denuncias

En 2006, el PSOE de Badajoz calificó como genocidio los hechos ocurridos en la ciudad en 1936.

El 18 de julio de 2007 varias asociaciones presentaron denuncias ante la Audiencia Nacional para la investigación de los hechos, pero estas fueron desestimadas, ya que «los delitos habían prescrito o, en todo caso, estaban sujetos a la Ley de Amnistía de 1977». En septiembre de 2008, el juez de Instrucción número 5 de la Audiencia, Baltasar Garzón, volvió a impulsar estas denuncias. El fiscal de la Audiencia Nacional alegó que los delitos de genocidio y crímenes de lesa humanidad no estaban tipificados en el Código Penal de 1932, que regía cuando se cometieron, y que no se pueden aplicar con carácter retroactivo. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura (Armhex), presentó a Garzón los datos documentados de 7.603 caídos en la provincia de Badajoz, y este (amparándose en que son delitos que no prescriben) imputó al régimen franquista, el 14 de octubre, un delito de genocidio por estos y otros sucesos.

Finalmente, el 18 de noviembre, el juez declaró extinguida la responsabilidad penal de Franco y de otros 44 altos mandos de su gobierno, tras haber comprobado el acta de defunción de todos ellos. Entre los imputados figuraban los nombres de Juan Yagüe y Carlos Asensio. Además transfirió la investigación de los crímenes a los juzgados de instrucción de las provincias en que están las fosas comunes, entre las que está incluida la de Badajoz. En 2010, el juez del Tribunal Supremo Luciano Varela admitió a trámite una querella interpuesta por Falange Española contra Garzón acusándole de prevaricación por asumir la causa contra el franquismo, al entender que no tenía las competencias para ello.

Homenajes

Desde 1986, cada 15 de agosto se lleva a cabo en el Cementerio Viejo de Badajoz un acto de homenaje a las víctimas de la masacre de 1936. Además, la principal avenida de la ciudad lleva el nombre del entonces alcalde, Sinforiano Madroñero, del PSOE, que también fue ejecutado durante la matanza.

En 2002, se llevó a cabo la demolición de la antigua plaza de toros, y se levantó en el lugar el nuevo Palacio de Congresos de Badajoz, inaugurado en 2006. En el edificio se ubicó una escultura en recuerdo de las víctimas, obra de Blanca Muñoz, cuya sombra forma unas líneas inconexas pero dibuja una espiral cada 14 de agosto.

A principios de 2009, el Ayuntamiento de Badajoz acometió el retapiado de los antiguos muros del Cementerio de San Juan de Badajoz, donde se llevaron a cabo fusilamientos masivos, alegando motivos urbanísticos y el mal estado de los mismos. Varias organizaciones ciudadanas, secundadas por los historiadores Francisco Espinosa, Ian Gibson, Julio Aróstegui, Mirta Núñez, Julián Casanova, Josep Fontana, Paul Preston, Hilari Raguer, Alberto Reig Tapia, Ángel Viñas y Helen Graham llevaron a cabo una campaña y un manifiesto intentando la paralización de la obra, al considerar que se tapaba parte de la memoria de la ciudad, pero al final esta fue llevada a cabo.

Véase también

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Masacre de Badajoz para Niños. Enciclopedia Kiddle.