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Pío Moa para niños

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Datos para niños
Pío Moa
Pío Moa firmando en la Feria del Libro (30 de mayo de 2010, Madrid) 03.JPG
Fotografiado en la Feria del Libro de 2010
Información personal
Nombre de nacimiento Luis Pío Moa Rodríguez
Nacimiento 1948
Vigo (España)
Nacionalidad española
Familia
Padre Pío Moa Banga
Información profesional
Ocupación Escritor
Géneros Ensayo, historia, novela
Sitio web
www.piomoa.es

Luis Pío Moa Rodríguez (Vigo, 1948) es un escritor y divulgador español sobre la historia de España del siglo XX principalmente. Sus libros abordan temas como la Segunda República Española, la Guerra Civil, el franquismo y los movimientos políticos de la época. Está considerado el principal exponente del revisionismo histórico en España.

Autor de varios superventas, es conocido por su defensa de la dictadura franquista. Su obra ha suscitado una gran polémica atrayendo a un amplio público, tanto en España como en el extranjero, y recibiendo el apoyo de algunos historiadores, el más destacado Stanley G. Payne. En la actualidad existe una controversia sobre el carácter histórico de sus ensayos, cuestionado por historiadores e hispanistas de prestigio. Comunista en su juventud, durante sus primeros años participó en la oposición antifranquista como uno de los miembros fundadores de la organización terrorista marxista-leninista GRAPO. Expulsado del mismo en 1977 y condenado a un año de prisión en 1983, su pensamiento fue evolucionando hasta pasar a sostener posiciones políticas conservadoras y defensoras de muchos aspectos de la dictadura de Franco.

Defensor de la figura de Franco y de muchos aspectos de la dictadura franquista, ha señalado que «Franco debe […] recibir la gratitud y el reconocimiento de la mayoría de los españoles». Moa culpa al Partido Socialista Obrero Español de causar la Guerra Civil, principalmente por su apoyo a la Revolución de 1934, frustrada por el general Franco, que se mantuvo leal a la República. De igual manera, considera que la actual democracia es heredera del régimen franquista, que según Moa experimentó una «evolución democratizante», y no de las izquierdas del Frente Popular, según él totalitarias y antidemocráticas, y que dejaron un legado de «devastación intelectual, moral y política».

Su obra más conocida, Los orígenes de la guerra civil (1999), ha vendido 150 000 ejemplares y fue número uno en ventas durante seis meses consecutivos. Junto a Los personajes de la República vistos por ellos mismos (2000-2002, 2 vols.) y El derrumbe de la República y la guerra civil (2001), estas obras conforman una trilogía sobre el primer tercio del siglo XX español. Continuó su labor con Los mitos de la guerra civil, Una historia chocante (sobre los nacionalismos periféricos), Años de hierro (sobre la época de 1939 a 1945), Viaje por la Vía de la Plata, Franco para antifranquistas, La quiebra de la historia progresista y otros títulos. En la actualidad colabora en Intereconomía, El Economista y Época.

Últimamente su centro de interés ha pasado a ser la época medieval y más concretamente la Reconquista. Su último libro, publicado en 2018, es un ensayo titulado La Reconquista y España. Posteriormente, ha publicado Hegemonía española (1475-1640) y comienzo de la Era europea (1492-1945) y luego La Segunda Guerra Mundial: Y el fin de la Era Europea.

Con motivo de la edición francesa de Los mitos de la guerra civil el hispanista Benoît Pellistrandi ha calificado a Moa en un artículo publicado en L'Histoire (número 500, octubre de 2022) con el título «Pío Moa, faussaire de la guerre d’Espagne» (‘Pío Moa, falsificador de la guerra de España’) como un «antiguo comunista pasado a la extrema derecha» que hace «una lectura revisionista, en el sentido más negativo del término, de la guerra civil española».

Biografía

Nacido en Vigo (Pontevedra), hijo del esperantista Pío Moa Banga, oficialmente fue miembro fundador de la organización terrorista de tendencia marxista-leninista y maoísta Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO), el brazo armado del Partido Comunista de España (reconstituido), PCE(r). Formando parte de ella, participó en asaltos a locales falangistas y a la sede de la revista Gentleman, a la que llamaban «oposición domesticada». Asimismo, tomó parte en una de las muertes del 1 de octubre de 1975, perpetrados en represalia por las últimas cinco ejecuciones del franquismo de dos miembros de ETA y tres del FRAP el 27 de septiembre. Enrique Cerdán Calixto, Abelardo Collazo Araújo y Pío Moa penetraron en la sucursal bancaria y se dirigieron hacia el policía de servicio. Cerdán le disparó, y Moa, que portaba un martillo, le arrebató el arma al policía ya muerto. Según el informe policial de los asesinatos, algunos testigos afirmaron que le habían visto golpear con un martillo al policía abatido, extremo que Moa siempre ha negado, manifestando que no fue necesario. Fue cómplice en el secuestro del teniente general Emilio Villaescusa Quilis, hecho acaecido en el año 1977, por lo que fue condenado en 1983 a un año de prisión, sentencia que no tuvo que cumplir. Fue expulsado de los GRAPO en 1977 y se acogió a medidas de reinserción en 1983, adoptando posteriormente posiciones políticas conservadoras. Ha dejado un relato de sus experiencias de entonces en el libro autobiográfico De un tiempo y de un país.

Ha dirigido las revistas Tanteos (1988-1990) y Ayeres (1991-1993), dedicada a la historia. Ha sido bibliotecario del Ateneo de Madrid, a cuya junta directiva perteneció durante tres años. Colaboró en diversas revistas, periódicos y medios de internet, como la desaparecida Chesterton, Libertad Digital, El Economista o Época. También participa en medios como Intereconomia Televisión, donde tertulia en programas como El gato al agua y España en la memoria.

Evolución ideológica

Según ha relatado él mismo, el interés de Moa por estudiar la Segunda República y la Guerra Civil, nació «de forma accidental en 1991, a partir de un libro reportaje que pensaba escribir sobre el año 1936». «Pronto percibí que los sucesos de dicho año eran ininteligibles sin los de 1934... Hube de preparar un capítulo aparte sobre la revuelta de octubre, el cual, poco a poco, se convirtió en estos dos volúmenes, quedando el libro reportaje para mejor ocasión» (pág. 14 de Los orígenes de la guerra civil española). Los dos volúmenes a los que se refiere Moa son Los orígenes de la guerra civil española, libro publicado en 1999 por la editorial Encuentro, y El derrumbe de la II República y la Guerra Civil, publicado por la misma editorial dos años después. A estos dos libros les siguió Los personajes de la República vistos por ellos mismos (2000-2002, 2 vols.) con el que concluyó la «trilogía» que dedicó al tema. Los libros posteriores Los mitos de la Guerra Civil, publicado en 2003 por la editorial La Esfera de los Libros, y Franco, un balance histórico, publicado en 2005 por la editorial Planeta, son ensayos basados en parte en el trabajo realizado en la trilogía mencionada.

La tesis que ha desarrollado Moa sobre la República y la Guerra Civil, está ya explicada en la primera obra de la «trilogía», Los orígenes de la Guerra Civil Española. Según Moa la guerra civil española no empezó el 18 de julio de 1936 con el golpe de Estado de julio de 1936 sino el 5 de octubre de 1934, fecha del inicio de la Revolución de Octubre de 1934 ―tomó como referencia el libro de Ángel Palomino 1934: la guerra civil comenzó en Asturias―, por lo que la responsabilidad del desencadenamiento de la guerra civil no recaería en los militares antiizquierdistas que se sublevaron, alentados y apoyados por las derechas antirrepublicanas, sino en los socialistas que pretendieron «asestarle el golpe de gracia [a la República], implantando la dictadura del proletariado u otro régimen que el existente» (pág. 10), apoyados «al menos moralmente» (pág. 11), por los republicanos de izquierda («hay buenas razones para pensar que se hubieran sumado a ella [a la revolución de octubre] si los socialistas les hubieran ofrecido una dosis mayor de poder» (pág. 399), con especial protagonismo de Esquerra Republicana de Cataluña que «colaboró activamente, fiada en el cálculo de que en Cataluña sería ella quien mandase, y no el PSOE» (pág. 399). Según Moa, «la idea de una guerra civil revoloteó sobre la república casi desde sus inicios y bajó al suelo de las realidades en las cruciales elecciones del 33. La campaña electoral ya tuvo visos bélicos, y la derrota produjo en las izquierdas un cierto frenesí. Aunque no pudo verse claramente hasta un año después, el PSOE y la Esquerra estaban ya en pie de guerra, y otros partidos dispuestos a hundir las instituciones» (pág. 401). Así, «el movimiento de octubre [de 1934] fue diseñado explícitamente como una guerra civil» (págs. 10 y 14) y «le infligió [a la República] una profunda herida, de la que acabaría feneciendo» (pág. 11). «Los sublevados de Octubre no pensaban en la república del 14 de abril, con todos sus cambios, sino en un régimen totalitario» (pág. 19).

Para Moa la revolución de octubre de 1934 constituyó «la primera batalla de la guerra civil» (pág. 22). La razón de su fracaso fue que en esa fecha «las masas no estaban maduras para una guerra civil» (pág. 401), lo contrario de lo que sucedió en julio de 1936 cuando «grandes masas se lanzasen ávidamente a la lucha y en cuestión de horas la legalidad republicana cayera por tierra, imponiéndose la revolución en los dos tercios de España dominados por las izquierdas» (pág. 13). Ese cambio en la actitud de «las masas» se debió a la «enorme campaña de propaganda lanzada por las izquierdas en torno a los supuestos crímenes de la represión de Asturias» (pág. 13). Tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 «se reanudó lo que en el 34 había quedado a medias» (pág. 11). «La lección era que había que preparar mejor el próximo intento, corrigiendo errores de táctica, disciplinando a fondo al partido [socialista], ampliando las alianzas y, sobre todo ―aunque esto no se decía― insuflando mayor ardor combativo a las masas» (pág. 402). Así, tras el fracaso de Octubre las izquierdas «tan pronto se recobraron de la conmoción sufrida» «se emplearon con dureza sin concesiones contra el gobierno [radical-cedista]. Su intención era, una vez obtenido el poder, utilizarlo de tal modo que la derecha o el centro no pudiesen retornar a él en modo alguno» (pág.402). De esta forma «la política española después de octubre [se convirtió] en la continuación de la guerra por otros medios, como podría decirse parafraseando a Clausewitz. Los escrúpulos morales y el respeto a las reglas del juego democrático desaparecieron. Este período final de la república vino marcado por una serie de procesos destructivos de la convivencia, que, casi fatídicamente, habían de culminar en la vuelta a la confrontación armada en julio de 1936, a los veintiún meses de la de 1934. Para entonces el espíritu de guerra civil había calado en las masas lo suficiente como para que las armas hablasen durante casi tres años más» (pág. 403). Así pues, Moa hace responsable de la guerra civil a las izquierdas y en última instancia a la propia República porque «al suscitar un intenso sentimiento de esperanza en soluciones drásticas, pero irreales, provocó decepción y envenenó los problemas año tras año, hasta no dejar otra salida que la de las armas» (pág. 18).

Moa afirma que sus posturas se sustentan en el análisis, entre otras fuentes, de los numerosos testimonios dejados por los protagonistas de aquellos hechos (Azaña, Araquistáin, Prieto, Largo Caballero, Madariaga y Gil Robles). También asegura haber consultado para algunas de sus obras los archivos de la Fundación Pablo Iglesias, en especial el de Largo Caballero, el Archivo General de la Guerra Civil Española, el Archivo Histórico Nacional, la prensa de la época y los diarios de las Cortes.

También explicó su línea de pensamiento con respecto a los orígenes de la Guerra Civil en un artículo publicado en 2007 en Libertad Digital:

  1. Una parte sustancial de la izquierda (los anarquistas, PCE, ERC y el sector del PSOE liderado por Largo Caballero) tenía un carácter marcadamente antidemocrático, ya que consideraba la República como un mero paso intermedio en el camino hacia su objetivo último de la revolución social.
  2. Este sector de la izquierda española organizó la insurrección de octubre de 1934.
  3. En una República que ya no era democrática, se produjeron las elecciones de 1936, que ganó por estrecho margen de votos (y mucho más amplio en escaños) el Frente Popular gracias a ciertos arreglos oscuros, como los denunciados por el entonces presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, y corroborados, según Moa, por las memorias de Azaña, Alcalá-Zamora o Madariaga.
  4. La situación de violencia callejera y auténtico fervor revolucionario generó una respuesta simétrica en sectores de la derecha, a la que se sumó una parte de la oficialidad del Ejército, desembocando toda esta escalada de violencia —que culminó en el asesinato por parte de miembros de la Guardia de Asalto del diputado y líder opositor José Calvo Sotelo— en la sublevación del 18 de julio de 1936. Ésta habría sido una reacción desesperada de una derecha que no esperaba cuartel alguno, como la izquierda frentepopulista venía anunciando hacía años.

En 2007 realizó unas declaraciones al diario Público en que sostenía que muchas víctimas del franquismo, como las Trece Rosas o Lluís Companys, no eran en absoluto inocentes y que «aquellos que hoy defienden la Ley de la Memoria Histórica se identifican con los criminales, los de las checas». En su blog ratificó estas opiniones, desmintiendo además el titular del artículo. Estas polémicas declaraciones fueron denunciadas por catorce individuos que llegaron a recoger firmas en un manifiesto de apoyo a su denuncia por injurias contra Pío Moa. El 6 de mayo de 2008 el juez sobreseyó la denuncia por entender que no existía delito alguno.

Moa se ha negado repetidamente a condenar la dictadura franquista, afirmando que, en 1936, España no era ya una democracia, aludiendo a los atentados, el estado de alarma, la no publicación de las actas en las elecciones de ese año, la muerte de Calvo Sotelo a manos de la Guardia de Asalto…, además de señalar que la Guerra Civil ya había estallado en 1934 con la revolución sofocada en Asturias y Cataluña:

el franquismo no destruyó a la democracia, sino a la revolución del Frente Popular. Libró a España de la II Guerra Mundial y de una nueva guerra civil, y dejó un país próspero y reconciliado, libre de los odios que acabaron con la II República»; «[los logros de Franco] lo convierten en el personaje político de mayor envergadura en la historia de España de los dos últimos siglos, en rivalidad, si acaso, con Cánovas».

Moa también ha criticado duramente la transición democrática y la actual democracia. En su opinión, la transición tiene «fallos» y ha dado lugar a «una constitución harto deforme», todo lo cual sería culpa principalmente de los antifranquistas, al igual que los problemas actuales de la democracia. Para él, esto se debería a que identificar antifranquismo y democratismo es «una falsedad parecida a la equiparación del Frente Popular con la libertad». Durante la transición, según Moa:

los antifranquistas tenían, además, la loca idea de una «ruptura» que saltase por encima de cuarenta años de paz, desarrollo y reconciliación, para volver a las vesanías de aquel frente de izquierdas al que siguen llamando «república», cuando en realidad destruyó la legalidad republicana.

La transición dirigida por Adolfo Suárez supuso, para Moa:

la entrega de la legitimidad democrática a una izquierda y unos separatistas que nunca habían sido demócratas ni tenían arte ni parte en la evolución democratizante del régimen de Franco.

En opinión de Moa, además, la actual democracia, que «llegó cuando pudo, se la debemos a la obra del franquismo», estaría «muy amenazada precisamente por los antifranquistas», ya que:

los antifranquistas, que invocan tanto la república sin tener en cuenta sus efectos históricos, siguen socavando hoy la convivencia democrática: terrorismo o colaboración con él, separatismos, ataques a Montesquieu, niveles de corrupción muy superiores a los del franquismo, corrosión de la soberanía y la unidad nacional...

Sin embargo, según Moa todo esto no era inevitable, ya que:

habría bastado con que algunos políticos de vuelo algo más que corraleño hubieran tomado a tiempo las riendas para enderezar la marcha política, sobre todo tras la experiencia felipista. Se habló entonces de regeneración democrática, Mayor Oreja lo vio claro y Aznar pudo haberlo hecho, pero se quedó visiblemente a medias. [En consecuencia, según opinión de Moa], los males de la transición, en lugar de corregirse, han empeorado y hoy manda el país un gobierno mafioso, enemigo de España y de la libertad, y sin oposición organizada.

Asimismo, Moa ha afirmado que España es una nación preexistente al nacionalismo:

(...) y de las más antiguas. La existencia nacional de España puede remontarse a Leovigildo, pues él dio fin a la fase del reino godo como simple imposición de un grupo dominante, no identificado con el pueblo sobre el que dominaba. Con Leovigildo empieza la unidad política y consciente de España sobre la base cultural creada por Roma; y empieza también el sentimiento patriótico español, claramente expresado por Isidoro de Sevilla (...) La reconstrucción de la unidad española a partir de la invasión islámica fue un proceso extremadamente improbable, y en parte frustrado, pues dio lugar a dos naciones, Portugal y España. [En cambio, según Moa], el nacionalismo catalán (como el vasco), no es propiamente catalanista, sino antiespañol. Cataluña nunca ha sido una nación en el sentido propio de una comunidad cultural con un Estado, y no lo ha sido porque no ha querido serlo. [y] tanto el nacionalismo vasco como el catalán son invenciones –en el sentido más literal del término–, de muy contados personajes que se sintieron “fundadores”, iluminados por una supuesta verdad, y elaboraron una historia mítica como fundamento de sus aspiraciones de poder».

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Pío Moa Facts for Kids

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Pío Moa para Niños. Enciclopedia Kiddle.