Guerra civil española en el mar para niños
Datos para niños Guerra civil española en el mar |
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Parte de Guerra civil española | ||||
![]() El crucero Miguel de Cervantes de la Segunda República Española en 1936 defendiendo el estrecho de Gibraltar.
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Fecha | 18 de julio de 1936 - 1 de abril de 1939 | |||
Lugar | Costas españolas, Mar Mediterráneo, Estrecho de Gibraltar, Océano Atlántico y Mar Cantábrico | |||
Resultado | Victoria sublevada | |||
Beligerantes | ||||
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La guerra civil española en el mar fue la parte de la guerra civil española que se desarrolló en los océanos y mares. Aunque la mayor parte de los combates fueron en tierra, las batallas navales fueron muy importantes. Los barcos de ambos lados, el bando republicano y el bando sublevado, evitaron grandes enfrentamientos directos.
Después de los primeros combates por el control del estrecho de Gibraltar en 1936, las flotas no tuvieron grandes batallas. Se enfocaron en proteger sus propios barcos y recursos. La Marina del gobierno, aunque tenía más barcos, jugó un papel más defensivo. En cambio, la Marina de los sublevados usó bien sus recursos y la ayuda de otros países. Su objetivo principal fue bloquear las rutas marítimas del enemigo. La Marina del gobierno, por su parte, se dedicó a proteger sus propias rutas de suministro.
Contenido
- El inicio del conflicto en la Armada
- Las dos Armadas en la guerra
- La ayuda de otros países
- Campañas navales importantes
- El bloqueo del Estrecho (julio-septiembre de 1936)
- La campaña del Cantábrico en 1936
- La guerra naval en el Mediterráneo hasta la toma de Málaga (agosto 1936-febrero 1937)
- La Campaña del Norte (marzo-octubre 1937)
- La guerra naval en el Mediterráneo durante la Campaña del Norte (marzo-octubre 1937)
- La guerra naval hasta la huida de la flota republicana (noviembre 1937-marzo 1939)
- Huida y rendición de la flota republicana (5-7 de marzo de 1939)
- Consecuencias para los marinos
- Balance final
- Galería de imágenes
- Véase también
El inicio del conflicto en la Armada
Cuando el general Mola organizó el plan para cambiar el gobierno en abril de 1936, pidió ayuda a la Armada. Las instrucciones para la Armada incluían tomar las bases navales de Ferrol y Cádiz. También debían vigilar la costa norte y ayudar en la sublevación de Marruecos.
Sin embargo, en algunos barcos, los marineros y suboficiales ya habían formado grupos. Estos grupos vigilaban a los oficiales que podían estar planeando algo. Algunos de estos grupos estaban conectados con la Unión Militar Republicana Antifascista (UMRA).
El 17 de julio de 1936, llegaron noticias de que la sublevación militar había comenzado en Marruecos. Un oficial de radio, Benjamín Balboa López, que era de la UMRA, recibió un mensaje importante. Era un telegrama del general Franco felicitando a los sublevados. Balboa informó directamente al gobierno y se negó a enviar el mensaje a otras guarniciones. En su lugar, contactó con todos los barcos de la Armada. Les avisó a los radiotelegrafistas que sus oficiales podrían sublevarse y los animó a tomar el control.
Esa misma madrugada del 18 de julio, el ministro de Marina, José Giral, ordenó a todos los barcos ir al estrecho de Gibraltar. Su misión era bombardear las posiciones sublevadas en Marruecos. También debían impedir que las tropas cruzaran a la península. Sin embargo, algunos comandantes de destructores intentaron unirse a la sublevación. Pero las tripulaciones de estos barcos se rebelaron y detuvieron a sus oficiales. Esto ocurrió en varios destructores, en el acorazado Jaime I y en los cruceros Libertad y Miguel de Cervantes.
En la base naval de Cartagena, la sublevación no tuvo éxito. El general Toribio Martínez Cabrera, gobernador militar, se mantuvo leal al gobierno. Así, el crucero Lazaga y seis destructores en construcción quedaron del lado del gobierno. También lo hicieron cuatro torpederos y un guardacostas. En la base de Mahón, un intento de sublevación fue detenido. Las tripulaciones de los submarinos también se rebelaron contra sus oficiales.
En cambio, en las bases navales de Cádiz y Ferrol, la sublevación sí triunfó. En Cádiz, las tropas de regulares de Ceuta ayudaron. También la acción de los jefes militares y del gobernador de Cádiz, el general José López Pinto, fue clave. Así, los sublevados controlaron el crucero República (que estaba en reparaciones), los cañoneros Cánovas y Lauria, y dos guardacostas. En Ferrol, la tripulación del crucero Almirante Cervera se rebeló, pero no pudo sacar el barco del dique seco. Después de un bombardeo aéreo, el barco se rindió. Lo mismo pasó con el acorazado España. Así, la base y sus tres barcos importantes se unieron a la sublevación.
Consecuencias para los oficiales
En la zona republicana, los oficiales que fueron detenidos por las tripulaciones fueron tratados correctamente al principio. Solo hubo enfrentamientos cuando los oficiales se resistieron. La mayoría fueron entregados a las autoridades republicanas. Algunos fueron juzgados y condenados. Sin embargo, muchos oficiales no llegaron a ser juzgados y perdieron la vida en diferentes circunstancias. Esto ocurrió por reacciones a agresiones, represalias por bombardeos o frustración.
En la base naval de Cartagena, la situación fue más difícil. Cuando el Jaime I llegó allí, la tensión era muy alta. Dos barcos que servían de prisión, el Sil y el España n.º 3, fueron afectados. Los detenidos, muchos de ellos militares, enfrentaron graves consecuencias.
En la zona sublevada, se consideró que quienes se mantuvieron leales al gobierno eran rebeldes. Muchos oficiales y marineros que se opusieron a la sublevación fueron afectados. Especialmente en la base de Ferrol, muchos fueron removidos de sus puestos o enfrentaron juicios.
Las dos Armadas en la guerra
La Marina de Guerra Republicana
Después del inicio del conflicto, la mayor parte de la Armada española se mantuvo leal al gobierno de la República. Contaban con el acorazado Jaime I, tres cruceros ligeros (Libertad, Miguel de Cervantes y Méndez Núñez), dieciséis destructores, siete torpederos, doce submarinos, un cañonero y cuatro guardacostas. También tenían casi toda la Aeronáutica Naval.
Con esta flota, la República controlaba el Estrecho de Gibraltar y el Mar Mediterráneo. Sin embargo, la flota no estaba presente en el norte, lo que permitió a la pequeña flota sublevada dominar esa zona.
A pesar de ser más grande, la flota republicana tenía dos problemas. Primero, le faltaban oficiales experimentados y de confianza. Además, los comités de los barcos a veces interferían en el mando. Para solucionar esto, se creó la Escuela Naval Popular en octubre de 1937, pero formó pocos oficiales en poco tiempo. En septiembre de 1938, la Armada republicana tenía solo 56 jefes y oficiales, cuando antes de la guerra eran más de 600.
El segundo problema era que la flota republicana solo tenía una base naval principal, la de Cartagena. Esta base era pequeña y los barcos estaban muy juntos, lo que los hacía vulnerables a ataques. Aunque tenía buenas defensas costeras y bases aéreas cercanas. La otra base republicana era Mahón, pero no era tan útil sin el apoyo de Palma de Mallorca.
Una tercera desventaja fue que la República recibió poca ayuda naval de otros países. La URSS solo envió cuatro lanchas torpederas y algunos asesores. Esto contrastaba con el apoyo que recibieron los sublevados de las armadas italiana y alemana.
Por estas razones, la Marina republicana se enfocó en proteger el transporte de mercancías y alimentos. Su papel fue crucial para mantener las comunicaciones marítimas con la Unión Soviética, especialmente cuando el territorio republicano se redujo.
La Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi
El Gobierno Vasco, creado en octubre de 1936, formó su propia Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi. Estaba al mando de Joaquín de Eguía y Unzueta. Requisaron seis barcos de pesca grandes y les pusieron cañones. Estos barcos fueron nombrados Bizkaia, Araba, Nabarra y Gipuzkoa. También se añadieron otros barcos pequeños y 27 pesqueros como dragaminas.
Las tripulaciones de estos barcos eran voluntarios. Se creó el Voluntariado del Mar, con más de tres mil inscritos. Los comandantes eran de la marina mercante. Aunque esta Marina vasca dependía de la República, tenía autonomía administrativa.
La Marina del Bando Sublevado
Al principio, el bando sublevado tenía pocos barcos importantes: el acorazado España, el crucero ligero Almirante Cervera y el destructor Velasco. También tenían el crucero ligero República (renombrado Navarra), pero estaba en reparaciones. Además, contaban con torpederos, cañoneras y guardacostas, pero ningún submarino.
A pesar de su tamaño, esta flota controlaba el mar en el Norte. Esto se debía a que la flota republicana estaba en el Estrecho y el Mediterráneo. El capitán de navío Francisco Moreno Fernández tomó el mando.
La flota sublevada tenía dos ventajas. Primero, contaban con suficientes oficiales experimentados y leales. Cuando necesitaron más, usaron a los guardiamarinas y alumnos de la Escuela Naval de Marín. También armaron 19 barcos de pesca (bous) con oficiales de la Armada. Para la falta de suboficiales, crearon un cuerpo de cabos provisionales.
La segunda ventaja era que poseían la mejor base naval de España en Ferrol. Estaba bien defendida. Aunque lejos del Estrecho, la base de Cádiz compensaba esto. Además, contaron con el puerto de Palma de Mallorca, que se volvió muy importante.
La falta de barcos de guerra se solucionó rápidamente. En Ferrol, estaban casi listos los modernos cruceros pesados Canarias y Baleares. Estos eran muy superiores a los cruceros republicanos. También se construyeron los cañoneros-minadores Júpiter y Vulcano.
La falta de submarinos se resolvió con la ayuda de la Armada italiana. Italia cedió cuatro submarinos, que luego fueron renombrados General Sanjurjo y General Mola. También llegaron lanchas torpederas de la Armada alemana. Más tarde, compraron destructores antiguos a Italia.
Además, los sublevados tuvieron el apoyo de las Armadas italiana y alemana desde el principio. Estas armadas no solo atacaron a la flota republicana, sino que también escoltaron sus propios barcos con material de guerra. Esto liberó a la flota sublevada para que pudiera dedicarse a perseguir el tráfico mercante hacia los puertos republicanos.
La ayuda de otros países
Alemania
Para proteger los barcos que llevaban material de guerra, la Armada alemana envió una pequeña flota al estrecho de Gibraltar. Esta flota incluía el acorazado Graf Spee. Recibieron órdenes de evitar problemas. Alemania también dio información a los sublevados sobre los movimientos de la flota republicana. Además, les proporcionó cañones, municiones y equipos de comunicación.
A finales de 1936, Alemania envió dos submarinos, el U-33 y el U 34, para atacar barcos republicanos. El U-34 hundió el submarino republicano C3. También hubo hidroaviones alemanes He 59 que atacaron el tráfico comercial y barcos de guerra republicanos.
Cuando se estableció el control del Comité de No Intervención, los barcos alemanes cambiaron su bandera a la de Panamá para evitar ser inspeccionados. Los cruceros alemanes no intervinieron mucho, salvo en el bombardeo de Almería el 31 de mayo de 1937. Esto fue en respuesta a un ataque aéreo que había sufrido el acorazado Deutschland en Ibiza.
Italia
En los primeros seis meses de la guerra, muchos barcos mercantes italianos llegaron a los puertos sublevados con material de guerra. El general Mario Roatta, jefe del servicio de información italiano, se reunió con el almirante Canaris, jefe del servicio de inteligencia alemán, para coordinar la ayuda.
Cuando la Unión Soviética empezó a enviar material a la República, Italia desplegó una escuadra de vigilancia. También enviaron cuatro submarinos italianos para atacar barcos soviéticos y españoles. El 22 de noviembre, el submarino Torricelli torpedeó el crucero republicano Miguel de Cervantes en Cartagena, causándole graves daños.
Después de este ataque, la Armada italiana aumentó su presencia en aguas españolas. A mediados de febrero de 1937, tenían muchos barcos, incluyendo cruceros, destructores y submarinos, realizando misiones en la guerra.
La Unión Soviética

La Unión Soviética no tenía una flota en el Mediterráneo. Su ayuda naval se limitó a unos treinta oficiales y cuatro lanchas torpederas de clase G-5. Su principal preocupación era asegurar que los barcos mercantes con material bélico llegaran a los puertos republicanos.
El primer barco soviético con alimentos llegó a Alicante el 25 de septiembre de 1936. El primer transporte de armamento pesado llegó a Cartagena el 15 de octubre. Para pagar esta ayuda, el gobierno republicano envió una parte importante de las reservas de oro del Banco de España a Moscú.
Las lanchas torpederas soviéticas eran pequeñas y rápidas, pero su utilidad fue limitada. Se estacionaron cerca de Cartagena, donde la flota sublevada no se acercaba por temor a las baterías costeras.
La "no intervención" de Gran Bretaña y Francia
A finales de agosto de 1936, la mayoría de los países europeos firmaron el "Acuerdo de No Intervención en España". Este acuerdo prohibía el envío de armas y material de guerra a España. Se creó un Comité de No Intervención en Londres. Sin embargo, Alemania, Italia y Portugal no cumplieron el acuerdo y siguieron enviando armas a los sublevados. La República, por su parte, recibió material de la Unión Soviética.
Para intentar controlar el acuerdo, se estableció un plan de control naval en marzo de 1937. Las marinas de Gran Bretaña, Francia, Italia y Alemania patrullarían las costas españolas. Inspeccionarían los barcos mercantes. Sin embargo, este sistema no fue muy efectivo. Los capitanes podían burlar el control, por ejemplo, izando la bandera de un país que no había firmado el acuerdo.
El colapso de este sistema llevó a que, a petición del general Franco, Italia desplegara submarinos para torpedear a los mercantes que se dirigían a puertos republicanos. Entre agosto y septiembre de 1937, hubo muchos ataques de submarinos "fantasmas". Gran Bretaña sabía que eran submarinos italianos. La amenaza de intervención de la marina británica y francesa obligó a Italia a detener la operación.
En la conferencia de Nyon, en septiembre de 1937, se acordaron rutas seguras para los mercantes en el Mediterráneo. Estas rutas serían patrulladas por destructores y aviones británicos y franceses. Se decidió que cualquier submarino que atacara un barco neutral sin advertencia sería hundido. Esto fue un éxito para la República, ya que dificultó el bloqueo naval de los sublevados.
El bloqueo del Estrecho (julio-septiembre de 1936)
Cuando el golpe de Estado triunfó en el Protectorado de Marruecos, el ministro de Marina José Giral ordenó bloquear el estrecho de Gibraltar. Quería impedir el paso de las tropas coloniales a la península. La escuadra republicana logró su misión porque las tripulaciones se rebelaron contra sus oficiales. Así, los sublevados quedaron bloqueados en Marruecos.
Al principio, los sublevados lograron cruzar tropas por aire gracias a la ayuda de Alemania nazi e Italia fascista. Estas naciones les dieron aviones de transporte y combate. Esto permitió el puente aéreo y el cruce de un pequeño convoy el 5 de agosto de 1936, conocido como el Convoy de la Victoria.
A mediados de septiembre, la República decidió enviar su escuadra al mar Cantábrico. El objetivo era detener el avance sublevado por la costa vasca. Solo cinco destructores se quedaron en el Estrecho. Esta decisión fue un error para la República. Los cruceros sublevados Canarias y Almirante Cervera aprovecharon para ir al Estrecho. El 29 de septiembre de 1936, en la batalla del Cabo Espartel, hundieron un destructor republicano, el Almirante Ferrándiz, y obligaron a huir a otro. Esto dejó el paso libre al Ejército de África. Desde entonces, los convoyes desde Marruecos a la península cruzaron el Estrecho sin problemas.
La campaña del Cantábrico en 1936
El bando sublevado dominó inicialmente el Mar Cantábrico. Sus misiones eran bombardear la costa para apoyar a las tropas en tierra y bloquear los puertos republicanos.
El gobierno de la República envió submarinos para proteger el tráfico mercante, pero muchos de sus comandantes no cumplieron su misión. La ineficacia de los submarinos llevó al gobierno a enviar la mayor parte de la Armada republicana al Cantábrico el 21 de septiembre. El objetivo era detener el avance sublevado. La presencia de la flota republicana detuvo las operaciones sublevadas en tierra. Sin embargo, esta decisión permitió a los cruceros sublevados Canarias y Almirante Cervera romper el bloqueo del Estrecho.
El 13 de octubre de 1936, la flota republicana regresó al Mediterráneo. En el Cantábrico solo quedó el destructor José Luis Díez y dos submarinos. Esta pequeña escuadra fue ineficaz. Mientras tanto, los barcos sublevados controlaban el Cantábrico y capturaban mercantes que se dirigían a puertos republicanos.
La Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi del Gobierno Vasco asumió la defensa de Bilbao. Sus barcos demostraron gran espíritu de lucha. Lograron reducir la captura de mercantes por la Armada sublevada.
En el Mediterráneo, la guerra naval se centró en bloquear puertos, proteger convoyes y bombardear la costa. La primera operación importante fue el desembarco de Mallorca en agosto de 1936, liderado por Alberto Bayo. La operación fracasó debido a la reacción de los defensores, ayudados por aviones y barcos italianos. Mallorca se convirtió en una base naval y aérea clave para los sublevados.
Después de controlar el Estrecho, los cruceros sublevados Canarias y Almirante Cervera incursionaron en el Mediterráneo. Bombardearon depósitos de petróleo en Almería y la costa de Málaga.
La flota republicana regresó al Mediterráneo el 18 de octubre. Sin embargo, los ataques de los cruceros sublevados continuaron. El Canarias bombardeó Rosas, Almería y Barcelona.
El submarino republicano B-5 fue hundido cerca de Estepona. El 12 de diciembre de 1936, el submarino C-3 también fue hundido cerca de Málaga por un submarino alemán. La Armada italiana también atacó el crucero republicano Miguel de Cervantes en Cartagena, dejándolo fuera de servicio por mucho tiempo.
Con el Miguel de Cervantes en reparaciones, la iniciativa naval en el Mediterráneo pasó a los sublevados. El Canarias hundió el vapor soviético Komsomol en diciembre de 1936 y capturó el petrolero Campuzano en enero de 1937.
Durante la batalla de Málaga a principios de 1937, la flota sublevada apoyó a las tropas de tierra con bombardeos costeros. La ciudad de Málaga estaba indefensa y fue tomada por los sublevados. Con Málaga en su poder, los sublevados facilitaron las comunicaciones entre Marruecos y Palma de Mallorca, acorralando a la flota republicana en Cartagena.
La Campaña del Norte (marzo-octubre 1937)
El 5 de marzo de 1937, tuvo lugar la batalla del cabo Machichaco. El crucero sublevado Canarias se enfrentó a cuatro barcos vascos que escoltaban un mercante. El Canarias hundió el barco vasco Nabarra y capturó el mercante Galdames. El destructor republicano José Luis Díez se retiró a un puerto francés.
El 31 de marzo de 1937, comenzó la Campaña del Norte. La Armada sublevada apoyó el avance terrestre y bloqueó los puertos del Cantábrico. El 30 de abril, el acorazado España se hundió al chocar con una mina.
El gobierno vasco pidió más ayuda naval, pero solo se enviaron dos submarinos y un destructor. Estos barcos no fueron muy efectivos. La situación se volvió insostenible para Bilbao. El presidente Aguirre ordenó detener a las tripulaciones de los destructores Císcar y José Luis Díez. Sin embargo, estos barcos huyeron a un puerto francés antes de la caída de Bilbao.
La única ayuda efectiva para Vizcaya provino de la Armada británica. Protegieron a sus mercantes hasta aguas territoriales españolas, permitiendo la llegada de alimentos. La opinión pública británica simpatizaba con los vascos, especialmente después de los bombardeos de Durango y Guernica.
Después de la toma de Bilbao el 19 de junio, el avance continuó hacia Santander. La Armada sublevada mantuvo el bloqueo naval. La Armada republicana del Cantábrico se retiró a Gijón. El 27 de agosto, las tropas sublevadas detuvieron el embarque de soldados vascos en Santoña.
Tras la caída de Santander, Asturias quedó con poca defensa naval. El destructor Císcar y el submarino C-6 fueron hundidos en octubre. La guerra naval en el Norte de España terminó con la huida de muchos barcos republicanos a Francia.
El 25 de abril de 1937, las dos escuadras se encontraron. Los cruceros sublevados Canarias y Baleares se enfrentaron a los cruceros republicanos Libertad y Méndez Núñez y algunos destructores. La batalla terminó sin grandes pérdidas para ninguno de los bandos. Ambas flotas evitaron enfrentamientos directos para no arriesgar sus barcos.
Hubo incidentes con barcos de otros países. El destructor británico Hunter chocó con una mina. El mercante armado italiano Barletta fue bombardeado. El acorazado alemán Deutschland fue atacado por aviones soviéticos, causando muchas bajas. En respuesta, el Admiral Scheer bombardeó Almería, causando daños y víctimas civiles.
El 17 de junio de 1937, la Armada republicana perdió su único acorazado, el Jaime I, por una explosión interna en Cartagena. Hubo muchas víctimas.
A mediados de 1937, se crearon flotillas de vigilancia y defensa antisubmarina. También se organizaron unidades de dragado de minas para mantener abiertos los canales costeros.
La crisis de los submarinos ''fantasmas'' se agudizó en agosto de 1937. Submarinos italianos atacaron mercantes en el Mediterráneo. La amenaza de intervención británica y francesa obligó a Italia a detener los ataques. La conferencia de Nyon estableció rutas seguras patrulladas por barcos británicos y franceses. Esto fue un revés para el bloqueo sublevado.
El 7 de septiembre de 1937, el crucero Baleares se enfrentó a los cruceros republicanos Libertad y Méndez Núñez que escoltaban un convoy. La batalla del Cabo Cherchel terminó en empate.
El 17 de septiembre, el Canarias capturó dos transportes escoltados por destructores republicanos. El 10 de octubre, cañoneros sublevados hundieron el mercante Cabo Santo Tomé.
Después de la Campaña del Norte, la flota sublevada se concentró en el Mediterráneo. Declararon el bloqueo de las costas republicanas. Los transportes de material de guerra de la URSS tuvieron que usar una ruta alternativa por el Báltico y Francia.
En enero y febrero de 1938, dos mercantes británicos fueron hundidos, causando una crisis con el gobierno británico. Para evitar problemas, se ordenó a la aviación alemana e italiana que bombardeara barcos solo dentro de aguas jurisdiccionales o en los puertos.
Los barcos británicos que comerciaban con la República siguieron siendo bombardeados. El primer ministro británico Neville Chamberlain negoció con el general Franco para proteger a los mercantes británicos.
En la madrugada del 6 de marzo de 1938, tuvo lugar la Batalla de Cabo Palos, la mayor batalla naval de la guerra. El crucero Baleares, el barco más moderno de la flota sublevada, fue hundido por torpedos republicanos. Destructores británicos rescataron a muchos hombres.
La ofensiva de Aragón dividió el territorio republicano en dos. La actividad naval republicana se centró en asegurar el tráfico marítimo entre las dos zonas. La flota republicana apenas salía de Cartagena, excepto de noche para evitar bombardeos.
El destructor José Luis Díez fue gravemente dañado en aguas de Gibraltar en agosto de 1938. Fue reparado en Gibraltar, pero al intentar salir en diciembre, fue atacado de nuevo y encalló.
Cuando las tropas sublevadas iniciaron la ofensiva de Cataluña a finales de 1938, la situación de la República era desesperada. La rendición de Menorca se produjo en febrero de 1939 con intervención británica. El crucero británico Devonshire negoció la rendición de la isla a cambio de la evacuación de las autoridades republicanas.
Una última intervención británica ocurrió al final de la guerra. El destructor Galatea recogió al coronel Casado y a otras personas en el puerto de Gandía el 30 de marzo de 1939. Casado había liderado un golpe de Estado contra el gobierno de Juan Negrín.
Huida y rendición de la flota republicana (5-7 de marzo de 1939)
En el último mes de la guerra, en Cartagena, la base de la flota republicana, hubo dos planes contra el gobierno de Juan Negrín. Uno era de militares republicanos que apoyaban al coronel Casado. El otro era de militares y civiles que querían entregar la base y la flota a Franco.
El grupo "profranquista" inició la sublevación en la base naval de Cartagena el 4 de marzo de 1939. Tomaron rápidamente la base y las baterías costeras. A la mañana siguiente, dieron un ultimátum a la flota republicana: si no zarpaba, sería bombardeada. La flota se hizo a la mar.
Mientras tanto, en Madrid, el golpe de Casado había triunfado. La flota republicana recibió órdenes contradictorias. Finalmente, el almirante Miguel Buiza decidió dirigirse al puerto de Bizerta, en el Protectorado francés de Túnez. Al llegar, las autoridades francesas informaron que los barcos serían entregados a Franco.
El hundimiento del Castillo de Olite, un barco sublevado, fue un trágico incidente. Intentó entrar en el puerto de Cartagena sin saber que la base había sido recuperada por los republicanos. Fue alcanzado por una batería costera, causando la muerte de 1223 hombres.
La huida de la flota republicana a Bizerta fue un momento difícil. Muchos oficiales y marineros decidieron regresar a España, mientras que otros optaron por el exilio. El almirante Buiza se unió a la Legión Extranjera Francesa.
Consecuencias para los marinos
Los marinos que regresaron a España fueron investigados, pero las consecuencias fueron menos severas que en otras ramas militares. Muchos fueron absueltos o recibieron penas leves. Solo unos pocos fueron condenados a penas más graves.
Varios oficiales de la Armada que se opusieron a la sublevación perdieron la vida. Otros, como el último jefe de la flota Miguel Buiza y Luis González de Ubieta, se exiliaron. Algunos continuaron sus carreras en otras armadas, como la francesa.
Balance final
Según el historiador Michael Alpert, la flota republicana, aunque más grande al principio, no logró dominar el mar. Esto se debió a dos razones principales. Primero, los sublevados tenían la base de Ferrol, con mejores instalaciones y los cruceros modernos Canarias y Baleares. Además, controlaron el Estrecho de Gibraltar y la isla de Mallorca, clave para el bloqueo.
Segundo, los sublevados contaban con suficientes oficiales experimentados y leales, algo que la República no pudo solucionar. Esto fue especialmente evidente en el caso de los submarinos, que no contribuyeron mucho a la guerra naval.
Otro factor importante fue la ayuda exterior. La República recibió poca ayuda naval de la Unión Soviética. En cambio, los sublevados tuvieron el apoyo constante de Alemania e Italia. Esto les permitió terminar sus nuevos cruceros y escoltar sus propios transportes. La presencia de las armadas alemana e italiana también hizo que la flota republicana fuera más cautelosa y defensiva.
Galería de imágenes
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Torpedero de la Clase T-1 en Tortosa 1915
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El acorazado Royal Oak visto por proa, fue uno de los buques de la Royal Navy que protegieron a los mercantes británicos que se dirigían a Bilbao
Véase también
- Anexo:Buques utilizados en la Guerra Civil española