Derecho divino de los reyes para niños
La doctrina del derecho divino de los reyes es una idea antigua que explica que la autoridad de un rey para gobernar viene directamente de la voluntad de Dios. Esto significa que el poder del rey no depende de la gente, ni de otras autoridades humanas, ni siquiera de un testamento. Según esta idea, si alguien intenta quitarle el poder a un rey o limitar lo que puede hacer, está yendo en contra de la voluntad de Dios.
Esta doctrina no es una teoría política única, sino un conjunto de ideas que se fueron formando con el tiempo. En la práctica, los reyes siempre tuvieron límites en su poder, y el "derecho divino" rara vez significó que un rey pudiera hacer absolutamente todo lo que quisiera sin ninguna restricción.
En la Edad Media, ya se creía que Dios le había dado poder a los reyes en la Tierra, de la misma manera que le había dado autoridad espiritual a la Iglesia Católica y al Papa. Mucho antes de que se usara el término "derecho divino de los reyes", esta idea ya era conocida. Por ejemplo, el rey Ricardo I de Inglaterra dijo en 1193 que él solo era responsable ante Dios por sus acciones. Él fue el primero en usar el lema "Dieu et mon droit" (Dios y mi derecho), que todavía es el lema del monarca del Reino Unido.
Con el surgimiento de los estados-nación y la Reforma protestante a finales del siglo XVI, la teoría del derecho divino se usó para justificar que el rey tenía autoridad total tanto en asuntos de gobierno como en asuntos religiosos.
Contenido
El derecho divino en Gran Bretaña

En Gran Bretaña, estas ideas se relacionan mucho con los primeros reyes de la Casa de Estuardo, como Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra, Carlos I de Inglaterra y Carlos II de Inglaterra. Los teólogos de la época apoyaban estas ideas basándose en la Biblia.
El rey Jacobo I escribió un libro llamado Basilikon Doron entre 1597 y 1598, antes de ser rey de Inglaterra. Este libro era un manual sobre los deberes de un rey para su hijo. En él, decía que un buen rey:
Se reconoce a sí mismo como destinado para su pueblo, habiendo recibido de Dios la carga del gobierno, de la cual debe dar cuenta.
Un defensor importante de este concepto en Inglaterra fue Robert Filmer, autor del libro "Patriarca" (1680). Filmer argumentaba que el poder de los reyes venía de Dios, quien se lo había dado a Adán para gobernar toda la creación, incluyendo a su familia. Así, el poder del rey se parecía al poder de un padre sobre su familia, y su posición estaba justificada por un modelo familiar bendecido por Dios. Filmer no decía que el poder de los reyes viniera directamente de Dios, sino que derivaba de un orden establecido por Dios.
El derecho divino en Francia
El derecho divino de los reyes fue apoyado por Jean Bodin (1530-1596), un pensador político francés. Él creía que los reyes eran elegidos por Dios para gobernar a los hombres.
Jacques-Bénigne Bossuet, otro pensador francés, defendió esta teoría para apoyar el absolutismo del rey Luis XIV de Francia. Bossuet estudió el Antiguo Testamento y concluyó que los reyes eran representantes de Dios en la Tierra. Creía que cada rey recibía su trono directamente de Dios, y que rebelarse contra el rey era como rebelarse contra Dios. Bossuet escribió esto para proteger la monarquía francesa de problemas y levantamientos, como las "frondas", que fueron conflictos en los que los nobles franceses lucharon contra la autoridad de los reyes Luis XIII de Francia y Luis XIV. Las ideas de Bossuet tuvieron un gran impacto en Francia. La idea del derecho divino fue finalmente eliminada por la Revolución Francesa.
Orígenes y ejemplos históricos

El pensamiento cristiano justificó la obediencia a la monarquía basándose en varios puntos:
- El Antiguo Testamento: Donde Dios eligió reyes para gobernar Israel, como Saúl y luego David.
- El Nuevo Testamento: San Pedro y San Pablo enseñaron que los cristianos debían honrar y obedecer a las autoridades, porque estas eran establecidas por Dios. Jesucristo también dijo que se debía "dar al César lo que es del César", refiriéndose a pagar impuestos.
- El apoyo de los Papas y la Iglesia Católica: La Iglesia apoyó a emperadores como Constantino I y Carlomagno, considerándolos gobernantes elegidos por Dios.
En los primeros tiempos del cristianismo, no se pensaba mucho en cómo gobernar sociedades cristianas, porque se creía que los cristianos siempre serían una minoría. Por eso, el consejo político se limitaba a obedecer las leyes y mantenerse alejados de los gobiernos no cristianos.
San Agustín, en su obra La ciudad de Dios, explicó que tanto la "Ciudad de los hombres" (el mundo del poder terrenal) como la "Ciudad de Dios" (el mundo espiritual) fueron establecidas por Dios. Aunque la "Ciudad de los hombres" pudiera parecer imperfecta, estaba en la Tierra para proteger la "Ciudad de Dios". Por lo tanto, los reyes estaban en su trono por voluntad de Dios, y cuestionar su autoridad era como cuestionar la de Dios.

La idea de que el derecho a gobernar es dado por Dios también se encuentra en otras culturas, como en el Antiguo Egipto y en las tradiciones de los arios. En las religiones antiguas, a menudo se veía al rey como un hijo de una divinidad, lo que lo convertía en un gobernante muy poderoso al que no se podía desafiar.
En el mundo islámico, el califa tenía roles espirituales y de gobierno, lo que también llevó a regímenes legitimados por una especie de derecho divino. Sin embargo, los musulmanes veían al califa como un sucesor del profeta Mahoma, no como un representante de Alá. A lo largo de la historia islámica, hubo muchas rebeliones contra los califas por razones religiosas, sociales o políticas. A pesar de esto, algunos textos y escuelas de pensamiento islámicas enseñaban que rebelarse contra el gobernante era incorrecto, siempre que el gobernante no cometiera una "blasfemia" abierta.
En el cristianismo medieval, ideas como las de las dos espadas (poder espiritual y poder terrenal) y el agustinismo político llevaron a la existencia de dos grandes poderes: el pontificado (Papa) y el Imperio. Esto permitía un equilibrio entre ambos. Después de la Reforma protestante, esta dualidad se mantuvo en los países católicos, como la Monarquía Católica de España. En cambio, en los países protestantes, la idea de un gobernante muy poderoso y difícil de desafiar volvió a ser más común.
Tomás de Aquino consideraba que un rey podía ser depuesto, e incluso asesinado, si era un usurpador (alguien que había tomado el trono ilegalmente). Pero la Iglesia prohibía que un rey legítimo fuera depuesto por sus súbditos. El único poder en la Tierra que podía deponer a un rey era el Papa, como representante de Jesucristo. La razón era que si un súbdito podía juzgar a su superior, entonces cualquier autoridad podría ser cuestionada, y las leyes perderían su validez.
Durante el Renacimiento, muchos autores, como Nicolás de Cusa y Francisco Suárez, seguían proponiendo ideas similares. La Iglesia era la garantía final de que los reyes cristianos seguirían las leyes y tradiciones de sus antepasados, así como las leyes de Dios y la justicia.
De manera similar, en China, el concepto del Mandato del Cielo decía que el cielo le daba el derecho a gobernar a un gobernante justo, el "Hijo del Cielo". Sin embargo, este mandato dependía de que el emperador gobernara de forma justa y capaz. Si un gobernante era derrocado, se interpretaba que había perdido el mandato porque no era digno.
Mientras tanto, en Japón, el título de "Hijo del Cielo" era menos condicional. No había un mandato divino que castigara al emperador por no gobernar con justicia. El derecho a gobernar del emperador japonés, que se creía descendiente de la diosa del sol Amaterasu, era absoluto. Sin embargo, los emperadores japoneses tradicionalmente tenían poco poder real. Su deber era realizar rituales y aparecer en público, mientras que el verdadero poder estaba en manos de regentes, ministros importantes o el shōgun (un comandante militar).
Frente a los grandes poderes de los barones feudales y del Papa, y a los desafíos de la Reforma protestante, varios pensadores europeos buscaron una "tercera vía" entre el Imperio y el Papado. Defendieron una teoría que afirmaba la autoridad y legitimidad de los reyes, colocándolos por encima de la nobleza, el clero católico y los protestantes.
Antes de la Reforma, el rey ungido era, dentro de su reino, el representante de Dios para asuntos de gobierno. Después de la Reforma, en los estados protestantes, el monarca también se convirtió en esto para asuntos religiosos. La Reforma Protestante no cambió necesariamente esta doctrina, solo enfatizó una de sus consecuencias: el monarca por derecho divino debía obedecer a Dios, de lo contrario perdería su legitimidad.

Las bases bíblicas del derecho divino de los reyes provienen en parte de la Epístola a los romanos (13, 1–2), donde se dice:
Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.
Este pasaje de la Biblia fue usado por Martín Lutero cuando pidió a las autoridades que detuvieran la rebelión campesina de 1525 en Alemania en su obra Contra los campesinos asaltantes y asesinos.
Galería de imágenes
-
Retrato ecuestre del emperador Carlos V, por Anton Van Dyck, donde se puede observar un ave otorgando la corona de laurel al monarca a modo de voluntad divina.
-
Moneda de 4 maravedíes con la efigie de Carlos III de España acuñada en 1775, con la leyenda CAROLUS III DEI GRATIA HISPANIARUM REX (Carlos III rey de las Españas por la gracia de Dios).
-
Moneda de 8 escudos de oro con la efigie de Felipe V de España acuñada en Sevilla en 1730, con la leyenda PHILLIPUS V DEI GRATIA HISPANIARUM REX (Felipe V rey de las Españas por la gracia de Dios).
-
Retrato imaginario de San Agustín vestido como obispo.
Véase también
En inglés: Divine right of kings Facts for Kids
- Por la Gracia de Dios (título)
- Cuius regio, eius religio
- Arahitogami
- Soberanía
- Monarquía
- Monarquía absoluta
- Monarquía autoritaria
- Roberto Belarmino, que niega el derecho divino de los reyes, con argumentos propios del catolicismo.
- Robert Filmer
- Thomas Hobbes, que aunque afirmaba la soberanía del rey, también afirmaba que el poder del rey no provenía de Dios.