Arte íbero para niños
El arte íbero es el estilo artístico que crearon los íberos, un pueblo antiguo que vivió en la península ibérica. Las obras de arte que mejor se han conservado son las esculturas, hechas de piedra y bronce. Hay menos piezas de madera y barro cocido porque estos materiales se estropean más fácilmente con el tiempo.
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Escultura Íbera: Obras y Lugares Clave

La parte más conocida del arte íbero es la escultura, que representa figuras. Hay pequeñas estatuillas de bronce que se usaban como ofrendas o regalos a los dioses. También existen estatuas de piedra más grandes. Algunos de los lugares más importantes donde se han encontrado estas esculturas son:
- El santuario del Cerro de los Santos y el del Llano de la Consolación, en Albacete.
- El santuario del Collado de los Jardines, en Despeñaperros (Jaén).
- La Fuentecica en Coy y el Cigarralejo en Murcia.
Entre las esculturas de piedra más famosas, que se usaban para entierros o para la religión, están la Dama de Baza y la Dama de Elche. Ambas se encuentran en el Museo Arqueológico Nacional de España, en Madrid. Tienen muchos detalles decorativos y se usaron como urnas para guardar cenizas.
Más tarde, con un propósito religioso, se creó la Gran Dama Oferente (del siglo III antes de Cristo). Esta pieza viene del Cerro de los Santos en Montealegre del Castillo (Albacete). Su ropa larga con pliegues y su postura frontal muestran la influencia del arte griego antiguo.
De la misma época son el León de Coy y la Bicha de Balazote (Museo Arqueológico Nacional de Madrid). La Bicha de Balazote se encontró en la localidad de Albacete que le da nombre. Se parece a las figuras de toros con cabeza humana de la antigua Mesopotamia y a las criaturas feroces del mundo hitita.
Otras Formas de Arte Íbero
En la orfebrería (trabajo con metales preciosos), destaca el Tesoro de Jávea. Este tesoro incluye piezas de oro y plata muy delicadas, que también muestran influencia griega.
Dónde se Extendió el Arte Íbero
El arte íbero no se extendió por un área muy grande, pero sí fue muy variado. Esto se debe a las riquezas naturales y las costumbres de cada zona. Sus obras se encuentran principalmente en tres regiones: el sur, el centro de la península y la zona del Levante.
El Sur de la Península

La zona sur, en las provincias de Jaén y Granada, es muy interesante. Aquí hubo una gran mezcla de culturas debido a la llegada de pueblos de Oriente, como los fenicios y los griegos. También influyó la tradición de los tartesios. En esta región se han encontrado muchos restos de edificios, esculturas, orfebrería y cerámica.
Además de la influencia oriental, en el sur también se ve el estilo griego. Este estilo llegó desde las costas de Alicante hacia el suroeste. Se puede ver en el Conjunto de Cerrillo Blanco de Porcuna, el Santuario Heroico del Cerro del Pajarillo (Huelma) y en el Yacimiento de Osuna (del siglo III antes de Cristo).
El Interior de la Península
En el centro de la península, en la Mancha occidental, destaca la importante ciudad de Alarcos. Esta ciudad, cerca del río Guadiana, tiene restos de calles empedradas, ofrendas a los dioses y pequeñas figuras de bronce. Las ruinas de la ciudad íbera de Oretum, capital de la antigua Oretania, apenas se han excavado.
En esta zona occidental, los restos son escasos: cerámicas, figurillas de bronce y ofrendas en los Santuarios de Despeñaperros y Castellar de Santisteban. Las cerámicas de esta área parecen estar relacionadas con las del sur de la península.
Sin embargo, en la Mancha oriental y las montañas de Cuenca, se nota la influencia del estilo artístico íbero-levantino, sobre todo en la cerámica. La zona central y sur de Cuenca es el límite norte del mundo íbero, donde se conectaba con los celtíberos. Aquí hay muchos yacimientos, como Barchín del Hoyo y, especialmente, la ciudad de Ikalesken (hoy Iniesta). En Ikalesken se encontró el único mosaico del arte íbero y uno de los más antiguos del Mediterráneo. Este mosaico es especial porque muestra la unión de las culturas íbera, griega y fenicia. El lobo representa la cultura íbera, Pegaso la griega y la diosa Astarté la fenicia. Este mosaico, de hace unos 2600 años, es un símbolo importante del arte íbero.
La Región de Albacete
Los territorios de la actual provincia de Albacete son muy ricos en muestras de arte íbero, especialmente en escultura. Sorprende la gran cantidad de hallazgos, su calidad y lo especiales que son las piezas. Por ejemplo, en el Museo Arqueológico Nacional hay casi trescientas piezas del importante centro de culto del Cerro de los Santos, como la Gran Dama Oferente, y del Llano de la Consolación.
Entre las piezas únicas destacan la Bicha de Balazote, la Dama de Caudete, la Esfinge de Haches, la Cierva de Caudete, el Sepulcro de Pozo Moro, el León de Bienservida, las Esfinges gemelas de El Salobral, el Caballo de la Losa (Casas de Juan Núñez) o el Jinete de Villares (Hoya Gonzalo), entre otros. En orfebrería destaca el Tesoro de Abengibre, un conjunto de objetos de plata con inscripciones íberas. También son importantes la Necrópolis de Los Villares y el camino de la cruz en Hoya Gonzalo, cerca de la Vía Heráclea, con cerámicas griegas, materiales de Cartago y Etruria, etc.
La existencia de grandes ciudades íberas (llamadas oppida) en la provincia, que aún no se han estudiado, podría aumentar mucho el número de restos de arte íbero. Aunque esta zona se considera a menudo un lugar de paso o de extensión de influencias íberas del Levante o del sur, es posible que el flujo de influencia fuera al revés y que esta fuera una zona central.
El Levante Español
En el Levante valenciano, en la antigua Edetania, las obras íberas muestran una fuerte conexión con las tradiciones de los primeros habitantes de la Edad del Bronce y la Edad del Hierro. Por ejemplo, usaban la incineración para los enterramientos. También se ven influencias de los colonizadores griegos, de quienes tomaron características del período griego arcaico. Representaban los mismos temas, como esfinges y grifos, y usaban decoración geométrica en la cerámica, con fondos amarillentos o rojizos.
Este estilo del Levante se extendió a zonas aisladas del valle del Ebro, donde se mezcló con las culturas célticas y, más tarde, con la romana.