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Muralla de Cuéllar para niños

Enciclopedia para niños

La muralla de Cuéllar es una antigua cerca militar de origen románico que rodea el casco antiguo de la villa de Cuéllar, en Segovia. Es uno de los conjuntos amurallados más importantes y mejor conservados de Castilla y León (España).

Este conjunto de muros tiene tres partes principales: la muralla de la ciudad, la ciudadela y una contramuralla. También se han encontrado restos de una cuarta parte que ya no existe. Las murallas se empezaron a construir en el XI y fueron reforzadas en el XV por Francisco Fernández de la Cueva, el segundo duque de Alburquerque y señor de Cuéllar.

Al principio, medían más de 2.000 metros (2 km), y hoy se conservan unos 1.400 metros. Tienen un grosor de metro y medio y una altura media de más de cinco metros. De las once puertas originales, se conservan siete. La más destacada es el arco de San Basilio, de estilo mudéjar.

A partir del XVII, las murallas dejaron de usarse para defender la ciudad. Su conservación perdió importancia, y en el XIX se empezaron a derribar las partes más dañadas. Esto, junto con los derrumbes por el paso del tiempo, hizo que se perdiera una cuarta parte de los muros. En los años 1970, se empezó a frenar este deterioro y se restauraron varias partes.

La última restauración importante terminó en 2011. Fue un proyecto del Ministerio de Vivienda con fondos europeos. Se invirtieron 3,4 millones de euros para que el conjunto fuera una atracción turística, haciendo que algunos tramos de la muralla se pudieran recorrer.

El recinto amurallado, que se parece mucho a la arquitectura militar de Toledo del XIV, fue declarado monumento artístico nacional en 1931, junto con el Castillo de Cuéllar. Hoy esta distinción se llama Bien de Interés Cultural.

Historia de la Muralla de Cuéllar

¿Cuándo se construyó la muralla? Siglos XI al XV

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Pedro Ansúrez, quien ayudó a repoblar Cuéllar.

Las murallas eran muy importantes en las ciudades medievales. Permitían que la gente viviera protegida y marcaban la diferencia entre el campo y la ciudad. Esta necesidad de defensa era mayor en las zonas de frontera, como Cuéllar, que estaba cerca del río Duero. Como muchas ciudades de la época, Cuéllar se construyó en un lugar elevado, aprovechando pequeñas colinas para defenderse. La muralla sigue la forma del terreno, fortificando la parte más alta.

La muralla de Cuéllar comenzó a construirse en la Alta Edad Media, cuando la villa fue repoblada por orden de Alfonso VI de Castilla y bajo la dirección del conde Pedro Ansúrez. Los restos más antiguos, encontrados en el castillo, son del XI, lo que indica que la construcción empezó alrededor del año 1085. La obra continuó durante los siglos XII y XIII.

El primer documento que menciona la muralla es del 29 de abril de 1264. En él, Alfonso X el Sabio permitió que el dinero de ciertas multas se usara para reparar la muralla y los puentes de Cuéllar.

Más tarde, en 1374, el ayuntamiento de Cuéllar pidió a Enrique II de Castilla que les diera unas propiedades para reparar la muralla, pero el rey no aceptó. En 1403, el infante don Fernando sí dio permiso al ayuntamiento para reparar los muros. Para ello, todos los habitantes de Cuéllar y sus alrededores, sin importar su clase social, debían pagar 30.000 maravedíes.

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Hospital de la Magdalena, construido sobre la muralla.

En 1427, el rey Juan II de Aragón, que era señor de la villa, permitió al arcediano Gómez González construir el Hospital de la Magdalena junto a la muralla. Aunque se debía respetar el paso de ronda (el camino para los soldados), el arcediano no lo hizo y apoyó el edificio directamente sobre el muro.

¿Cómo se reformó la muralla? Siglo XVI

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Beltrán de la Cueva en una pintura del XIX.

Las murallas se reconstruyeron y ampliaron en los siglos XIV y XV para mejorar la defensa. Cuando Beltrán de la Cueva se convirtió en señor de Cuéllar en 1464, las murallas románicas estaban en buen estado. Él, además de ampliar el castillo, también reforzó el resto de las fortificaciones. En 1471, amplió la muralla norte y fortaleció la parte del primer recinto que va desde el arco de San Basilio hasta el castillo.

Es posible que estas obras se hicieran por una "campaña de murallas" que los Reyes Católicos iniciaron en las ciudades castellanas, pidiendo a los señores que informaran sobre el estado de sus muros y los repararan.

Después de la muerte de Beltrán en 1492, su hijo Francisco Fernández de la Cueva, el segundo duque de Alburquerque, realizó las reformas más importantes. Las obras comenzaron alrededor del año 1500. Su objetivo principal era reforzar los muros para defender sus derechos sobre la villa ante un posible ataque de su madrastra. El duque pagó la mitad del coste, lo cual era inusual, ya que normalmente estos gastos corrían a cargo de la población.

Las obras del segundo duque comenzaron fortaleciendo el primer recinto, desde la iglesia de San Esteban hasta el arco de San Martín, y de allí al de Santiago. Se elevaron los muros y se añadieron almenas y merlones con saeteras (aberturas para disparar). También se intervino en el arco de San Pedro, dándole a su iglesia un aspecto militar, y se colocó el escudo del duque en todas las puertas que reforzó.

¿Por qué se abandonó la muralla? Siglos XVII al XIX

A partir del XVII y, sobre todo, del XVIII, las murallas dejaron de ser importantes para la defensa. Esto llevó a un abandono gradual y a la pérdida de parte de su recorrido. La costumbre de construir casas pegadas a la muralla, que había empezado en el XV, se hizo más común. En 1587, se permitió a Juan de Ortelano construir una casa junto a la muralla de San Pedro, y a mediados del XVII, se dio otra autorización similar junto al arco de San Martín.

Construir apoyando vigas en los muros causó un gran deterioro. Para tener más espacio, se rebajaron los muros por dentro y se abrieron ventanas, lo que afectó su solidez.

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Puerta de la Judería a finales del XIX, mostrando el uso de las almenas como ventanas.

A mediados del XVII, la gente empezó a desmontar partes de la muralla para usar las piedras en sus casas, lo que llevó a multas por parte del ayuntamiento. En el XVIII, se tuvo que derribar el arco exterior de la puerta de Carchena. El arco de la Trinidad también estaba en peligro de derrumbe en 1777.

Las murallas eran propiedad del duque de Alburquerque. Tras la abolición de los señoríos en 1811, la Casa Ducal siguió poseyéndolas. Sin embargo, en 1811, el XIV duque falleció sin herederos directos, y el ducado pasó a la familia Osorio después de un largo juicio.

El nuevo duque de Alburquerque no tenía ningún vínculo sentimental con Cuéllar, lo que llevó al mayor deterioro de las murallas. En 1842, una parte de la muralla cerca del Estudio de Gramática amenazaba con caerse, y el ayuntamiento informó al duque, quien no quiso restaurarla. Ese mismo año, se decidió quitar las puertas de los arcos de San Andrés y Carchena para evitar que su peso causara derrumbes. Años después, se retiraron también las del arco de la Trinidad.

En 1858, se denunció el hundimiento de otra parte de la muralla junto al arco de Santiago. Estos derrumbes alarmaron a las autoridades. Se consultó a juristas sobre la propiedad de las murallas, y se dictaminó que, al haberse abolido los señoríos, el duque no podía ser su dueño. Tras varios trámites, el duque tuvo que renunciar a sus derechos, y la muralla pasó a ser propiedad del ayuntamiento.

Las autoridades provinciales enviaron a un experto para que hiciera un informe sobre el estado de la muralla. El informe señaló cuatro zonas en grave peligro. El ayuntamiento ordenó a los vecinos de las casas pegadas a esas zonas que las desalojaran. En 1868, se decidió derribar las partes de muro en peligro, lo cual se hizo en varios años. Finalmente, en 1873, se hundió una parte de la muralla junto al arco de la Trinidad.

¿Cuándo se derribaron partes de la muralla? Siglo XX

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Muralla que cerraba con el arco de Carchena.
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Rebaje de la muralla junto al castillo en los años 1940 para reutilizar la piedra.
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Tramo de muralla entre el castillo y el arco de San Basilio, derribado para crear un acceso más amplio.

La nueva propiedad del ayuntamiento no mejoró el monumento. Debido a la falta de dinero y al mal estado de las murallas, no se empezaron a restaurar hasta principios del XX. Esto fue después de que, a finales del XIX, se llevaran a cabo los derribos recomendados en los informes, ya que restaurar era más caro que demoler.

En 1873, se derribó el arco de Carchena. Un año después, se hundió parte de la muralla en las calles de la Barrera y Herreros. Un gran hundimiento en 1878, que hizo desaparecer una gran parte de la muralla en esas calles, volvió a poner de manifiesto el mal estado de las murallas. El informe señaló varios puntos peligrosos. En 1879, se empezó a derribar la muralla de la calle de los Herreros, y el 12 de julio de ese año, el ayuntamiento acordó derribar el arco y la parte de muralla de la Trinidad. En 1884, se eliminó el arco de Carchena y una de las arcadas del de San Andrés. En 1895, se derribó el arco de San Pedro para reducir el peligro y ensanchar la calle. Por entonces también debió derribarse el arco de las Cuevas.

Durante las primeras décadas del XX, las murallas perdieron estabilidad. Entre 1923 y 1924, el ayuntamiento empezó a destinar pequeñas cantidades de dinero para su restauración, lo mismo que entre 1931 y 1932. Estas obras continuaron después de que la muralla fuera declarada conjunto Histórico-Artístico en 1931.

En los años 1940, cuando el castillo fue una prisión, los presos rebajaron dos metros la altura de la muralla en la zona norte del castillo para usar la piedra en la construcción de un sanatorio que ya no existe.

En 1955, se derribó una parte importante de la muralla entre el arco de San Basilio y el castillo. El objetivo era crear un acceso más amplio a la calle del Palacio. Esta intervención fue muy criticada por los vecinos. El ayuntamiento justificó que ya existía un pequeño paso por un hundimiento anterior y que solo se había ampliado. Sin embargo, las fotos muestran que se eliminaron unos ocho metros de muro. Para hacer esto, se tuvieron que mover miles de metros cúbicos de tierra.

Las quejas públicas aumentaron cuando los vecinos se dieron cuenta de la verdadera razón: el nuevo acceso permitía la entrada y salida de camiones grandes a la explanada del castillo, donde había una fábrica de achicoria propiedad del alcalde. El arco de San Basilio no permitía el paso de camiones grandes, y la nueva entrada facilitaba la carga y descarga de mercancías.

El 14 de diciembre de 1960, el ayuntamiento autorizó la demolición de una parte de la muralla en la zona baja de la villa, que cerraba el recinto de la ciudad con el desaparecido arco de San Pedro. También se incluyó la demolición de una casa solariega que se consideraba la casa natal de Diego Velázquez de Cuéllar, el primer gobernador de Cuba.

¿Cómo se intentó recuperar la muralla? Finales del Siglo XX

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Casas adosadas a ambos lados del arco de San Martín a principios del XX, eliminadas en 1977.
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Paño de muralla derribado ilegalmente frente a la plaza de San Gil en 1998.

En los años 70, las murallas empezaron a recuperar su interés histórico. La administración mostró preocupación y se realizaron varias restauraciones pequeñas. Por ejemplo, en 1972, Caja Segovia y la Diputación Provincial de Segovia donaron dinero para restaurar el arco de San Basilio.

El 4 de febrero de 1977, se hundió parte del torreón del arco de Santiago y fue restaurado de inmediato, aunque perdió parte de su altura original. Al mismo tiempo, el ayuntamiento compró casas pegadas a la muralla en la calle de la Muralla y junto al arco de San Martín para derribarlas y dejar al descubierto los muros. El Ministerio de Cultura también restauró el arco de San Andrés y, después, la parte de muralla interior que une el arco de San Martín con el de Santiago. A principios de 1986, el ayuntamiento compró otro edificio junto a la muralla en la zona suroeste para liberar más muro, aunque su recuperación fue polémica porque solo se mantuvo un metro de altura en algunos tramos.

Entre 1988 y 1989, el ayuntamiento de Cuéllar rehabilitó la parte sur de la Huerta del Duque, que tenía grandes huecos y amenazaba con derrumbarse. Durante esta restauración, se descubrió una poterna mudéjar (una especie de puerta secreta) de la que no se tenía conocimiento.

El 2 de noviembre de 1998, durante unas obras en la plaza de San Gil, se derribó ilegalmente un tramo de muralla de 11 metros de largo. Aunque se justificó como un hundimiento accidental, se concluyó que fue un derribo provocado. La Junta de Castilla y León abrió un expediente al ayuntamiento, que fue condenado a pagar 8 millones de pesetas.

Aunque se aprobó su restauración, no se reconstruyó el tramo. En su lugar, se habilitó como mirador, perfilando los restos que quedaron. Además, se rebajó la altura de la muralla en esa zona.

A finales del verano de 2002, se realizó una importante restauración de la parte de la muralla en la calle Nueva, donde se asienta el Hospital de la Magdalena, con financiación de la Comunidad Europea.

La restauración completa en el Siglo XXI

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Paño de muralla cerca del arco de las Cuevas en plena restauración.

En el año 2000, se iniciaron las negociaciones para una restauración completa de todo el conjunto. El proyecto, financiado por el Gobierno español, buscaba catalogar y describir las diferentes partes de la muralla y obtener financiación europea.

Las obras se adjudicaron el 15 de febrero de 2008 y comenzaron dos meses después. Se extendieron durante 2009, 2010 y 2011, con un presupuesto de unos 3,4 millones de euros. El proyecto permitió restaurar y consolidar la muralla en varias fases.

Se reconstruyó la mayor parte de los muros, recuperando el camino de ronda y las almenas. Se añadieron accesos para que parte de la ciudadela pudiera ser visitada como atractivo turístico. Se realizaron excavaciones en el foso del castillo para recuperar sus niveles originales, y se cerró la muralla de la ciudadela en los dos puntos donde estaba dividida. También se reconstruyó la parte de muralla de la plaza de San Gil. Dentro del mismo plan, se restauró el exterior del ala oeste del castillo y se rehabilitó el Hospital de la Magdalena para convertirlo en un albergue juvenil.

Para restaurar algunas partes de la muralla, el ayuntamiento de Cuéllar compró terrenos y edificios pegados a ella. El objetivo era liberar la muralla y permitir una mejor vista. Se intentó mantener el acabado original siempre que fue posible, buscando recuperar las defensas y hacerlas visitables.

Las obras terminaron en el verano de 2011, con un presupuesto final de 3.538.286 euros, aportados por el Ministerio de Fomento de España. Finalmente, fueron inauguradas y abiertas al público el 22 de noviembre de ese mismo año. En menos de dos meses, recibieron más de 5.000 visitantes.

Descripción de la Muralla de Cuéllar

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Plano del recinto amurallado de Cuéllar en el XIX.

Actualmente, la muralla tiene un perímetro de más de 1.400 metros, de los más de 2.000 originales, lo que significa que se conservan tres cuartas partes. Delimita una superficie de unas 14 hectáreas y se integra perfectamente con el castillo, que es la principal defensa de la villa.

La muralla se compone de dos recintos unidos: la ciudadela y la ciudad. Tienen un grosor de aproximadamente un metro y medio y una altura de más de 5 metros. Su forma es similar a una elipse. En sus extremos, reforzando el perímetro, destacan dos construcciones: al oeste el castillo, y al este la iglesia de San Pedro. El ábside de esta iglesia, de la Baja Edad Media, sobresale de la muralla, de forma similar a la Catedral de Ávila, y tiene fuertes contrafuertes.

Los materiales usados son principalmente mampostería de cal y canto, con algunos detalles mudéjares en el torreón del arco de las Cuevas, el arco de San Andrés, el torreón de los Daza, el arco de San Basilio y la puerta sur del castillo. Los muros se construyen con hiladas de piedras irregulares sin tallar, unidas con cal. Hoy en día, solo algunas partes de la muralla conservan sus almenas, y el paseo de ronda (el camino para los soldados) se ha perdido casi por completo. También se ven restos de aspilleras (aberturas para disparar) y matacanes (estructuras salientes para arrojar objetos), sobre todo cerca del arco de San Martín. No se sabe cómo eran los arcos de las Cuevas, la Trinidad y Carchena.

La ciudadela parece seguir las antiguas fortificaciones de un castro celtibérico destruido por los romanos. También se asemeja a las alcazabas musulmanas. En Cuéllar, al igual que en otras ciudades fortificadas, las iglesias servían de remate a las murallas. Así, las iglesias de San Esteban y Santiago lo eran de la ciudadela, y San Pedro de la ciudad.

Muralla de la ciudadela

En la parte más alta de la colina de Cuéllar se encuentra el primer recinto amurallado, la ciudadela. Esta zona estaba separada del resto de la ciudad. Fue la primera muralla de la villa y luego se amplió colina abajo a medida que la ciudad crecía. Abarca aproximadamente dos quintas partes de la superficie total amurallada. Se caracteriza por su ubicación elevada, su cercanía al castillo y por tener menos edificios, debido en parte a la gran explanada frente al castillo.

La muralla de la ciudadela comenzaba en el propio castillo y atravesaba la Huerta del Duque con un largo muro al que solo le faltan las almenas. Este muro está cortado a mitad de camino por el portillo mudéjar del Castillo. Termina en un torreón cuadrangular con decoración mudéjar, que formaba parte de la defensa del desaparecido arco de las Cuevas. Es posible que en este punto hubiera otra entrada a la ciudad.

Desde la calle de las Cuevas, la muralla continuaba hasta el arco de Santiago, cuyo torreón era también el campanario de la iglesia de su nombre, pegada al muro. Desde aquí, partía uno de los tramos más fuertes del recinto, que aún conserva parte de sus almenas. Estaba defendido por un torreón intermedio cuadrangular en perfecto estado y terminaba en el fuerte arco de San Martín. Una vez allí, la muralla cambiaba de dirección siguiendo el terreno hacia la parte trasera de la iglesia de San Esteban, dejándola fuera del recinto y usando su ábside como defensa adelantada. La muralla se dirigía a cerrarse tras el Estudio de Gramática. La parte del muro que une el Estudio con la puerta de la Judería es una de las mejor conservadas. Al igual que en el arco de las Cuevas, en este punto nace la muralla de la ciudad hacia el arco de San Andrés. Desde la Judería, la muralla volvía a unirse con el castillo, también fortalecida por otro torreón similar, hoy llamado Torreón de los Daza. La muralla llegaba al arco de San Basilio a través de una parte casi desaparecida y de allí arrancaba otra parte que fue derribada en 1955 para cruzar una calle y que terminaba en el castillo.

La ciudadela era casi imposible de conquistar, y era difícil entrar en el recinto de la ciudad. Además, había defensas exteriores que vigilaban el valle. Dentro del recinto había cinco puertas de acceso que comunicaban la ciudadela con los diferentes barrios. Solo se conservan cuatro, ya que el arco de las Cuevas desapareció. Las iglesias de San Esteban y Santiago también servían como defensas para cerrar este primer recinto amurallado.

Puertas de acceso de la ciudadela

Este recinto tenía cinco puertas interiores que conectaban la ciudadela con el resto de la ciudad.

  • Arco de San Basilio. Originalmente llamado Puerta del Robledo, en el XVII tomó el nombre del monasterio cercano. Es la entrada directa a la ciudadela, en la zona noroeste. Es una pequeña fortaleza flanqueada por un cubo redondo y un torreón rectangular, con un adarve sobre un arco de triple anillo. Está construida con mampostería y ladrillo, con detalles mudéjares en las arquerías y el torreón, similar al mudéjar toledano. Encima de la puerta hay tres escudos: los de Cueva y Toledo a los lados, y el del ayuntamiento de Cuéllar en el centro.
  • Puerta de la Judería. Se llama así por estar en el barrio judío. Es la puerta que conectaba ambos recintos y es la más pequeña. A diferencia de las otras, no tiene torreones ni otras defensas, y está excavada directamente en la muralla, sin sobresalir.
  • Arco de San Martín. Situado al este de la muralla, ya se llamaba así en 1437. Está flanqueado por dos torreones rectangulares que llevan los escudos de la Casa de Alburquerque, con las armas de la Cueva y Toledo. También destacan las dovelas bajo las que se enmarca el escudo del ayuntamiento de la villa, que corona la puerta.
  • Arco de Santiago. Su nombre viene de la iglesia cercana. Es, junto con la puerta de la Judería, la más pequeña del conjunto, una especie de puerta peatonal, ya que su tamaño reducido impedía el paso de caballería. Su torreón defensivo era también el campanario de la iglesia adyacente, y el ábside de la iglesia ayudaba a defender el arco. Se hundió en 1977 y fue restaurado, aunque perdió altura.
  • Arco de las Cuevas. No se conoce su diseño, pero por el torreón cuadrangular mudéjar que se conserva, es posible que tuviera ese estilo. Aquí nacía la muralla de la ciudad. En 1858 ya estaba en ruinas y debió derribarse hacia 1895.

Además, dentro del recinto está el portillo del castillo, con restos de decoración mudéjar. Está a medio camino entre la muralla que conectaba el castillo con el arco de las Cuevas. Tras la restauración de 2011, se abrió y se salvaron los desniveles con escaleras. Es un pequeño paso para jinetes que comunicaba con el glacis (una pendiente defensiva).

Arco de San Basilio
Arco de San Martín
Puerta de la Judería
Arco de Santiago

El Castillo de Cuéllar

Archivo:CastCuellar
El castillo remataba la muralla.

El castillo está construido en la esquina sureste de la muralla. Su puerta mudéjar es una antigua puerta de la muralla, muy parecida a la de San Basilio, pero más grande. Esta puerta, ahora llamada torre-puerta, tiene dos torreones laterales ligeramente girados para evitar un ataque directo y desviar los proyectiles. Tiene un pasillo de entrada con restos de una doble puerta blindada, un rastrillo (reja que bajaba) y una buhedera (abertura para arrojar objetos). Dentro del castillo también hay restos de un aljibe mudéjar (depósito de agua) que formaría parte del complejo amurallado para abastecer a los vigilantes. También hay una galería del mismo estilo que era la escalera de acceso a una de las torres de la muralla, que quedó dentro de la fortaleza al construir el castillo.

La Iglesia de San Esteban

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Iglesia de San Esteban.

Situada fuera de la ciudadela, ya que la muralla se cerraba bruscamente frente a ella. Su alta torre de cal y canto estaba destinada principalmente a proteger la muralla de posibles ataques. La iglesia está rodeada por un sistema de muros gruesos que le dan un aspecto fortificado. Lo que parece el cementerio de la iglesia, en su base, guarda grandes sillares (piedras labradas), que podrían ser los únicos restos romanos de Cuéllar. Es posible que fuera una fortificación anterior, reutilizada para defender la iglesia y su cementerio.

La Iglesia de Santiago

La iglesia de Santiago, de la que hoy se conserva su ábside mudéjar y restos de sus paredes, era muy importante en la villa. Era el lugar de reunión de la nobleza de Cuéllar y sede de la Casa de Linajes. Se alzaba rematando la muralla de la ciudadela, también fuera de ella, y su torre principal ofrecía mayor defensa en una zona vulnerable. Estaba pegada al muro, fortaleciendo el torreón contiguo del arco del mismo nombre.

Muralla de la ciudad

De la muralla exterior que rodeaba el recinto de la ciudad se conservan pocos restos. Partía de la muralla de la ciudadela, cerca del arco de las Cuevas, donde aún se conserva parte del muro de arranque muy rebajado. Seguía hacia el convento de la Trinidad, donde aún queda la base de un fuerte torreón. La muralla continuaba, haciendo un quiebro hacia el sur para encontrarse con el desaparecido arco de la Trinidad, después de pasar por el portillo de Santa Marina.

Desde el arco de la Trinidad, la muralla apenas se ve hoy, oculta tras edificios modernos. Pero su trazado cruzaba en línea recta hasta la iglesia de San Pedro. Se unía a ella por la parte trasera para convertir el templo en una fortaleza que defendía la desaparecida puerta de San Pedro, situada en la parte más vulnerable de la villa.

La muralla continuaba por la calle que lleva su nombre, hasta la desaparecida puerta de Carchena, que también formaba un gran conjunto fortificado. Desde allí, el muro atravesaba el Palacio de Santa Cruz, reapareciendo en su fachada trasera como base de una galería de madera del palacio. Seguía hacia el norte hasta la parte del Hospital de la Magdalena y terminaba en el arco de San Andrés. Una vez pasado el arco, el muro se dirigía de nuevo a unirse con la muralla de la ciudadela, junto a la puerta de la Judería, protegiendo en este recinto la plaza mayor y el centro de la ciudad antigua.

Puertas de acceso de la ciudad

El recinto de la ciudad tenía cuatro puertas principales, de las cuales solo se conserva una, la de San Andrés. La ubicación de las puertas coincide con las principales vías de comunicación que atraviesan Cuéllar.

  • Arco de San Andrés. Situado en el lado norte, es uno de los más esbeltos. Conserva restos mudéjares y tiene grandes dovelas que enmarcan el escudo del ayuntamiento. Aún se pueden ver los goznes donde se apoyaban los grandes portones que la cerraban.
  • Arco de Carchena. Ubicado en la calle de su nombre, en el lado noroeste de la muralla. Conectaba la zona de los conventos franciscanos con el centro administrativo, la plaza mayor. Fue conocido como Arco de San Francisco por su cercanía a este monasterio. Se menciona como de Carchena en 1416. Se ordenó su derribo en 1873 por estar en ruinas. Aunque no hay fotos de su forma, se conserva parte de lo que pudo ser la torre defensiva del lado norte y un tramo importante de la muralla.
  • Arco de San Pedro. Situado al sureste de la muralla, junto a la iglesia del mismo nombre. Era la puerta principal de la villa y escenario de eventos públicos importantes. Fue derribado en 1895 y sobre él había salas y casas habitadas.
  • Arco de la Trinidad. Se encontraba en la esquina sur y permitía el acceso al barrio alrededor de la iglesia de El Salvador y a los pies de Santa María de la Cuesta. No se conoce su forma, ya que se ordenó su derribo entre 1879 y 1880 por su estado de ruina. Debe su nombre al cercano convento de la Trinidad, y aún se puede ver el inicio del arco en la fachada de edificios modernos.

Dentro de este recinto hay una puerta más, el Portillo de Santa Marina, de estilo mudéjar. Comunicaba las antiguas carnicerías con las huertas cercanas al convento de la Trinidad. Su entorno se conoce como Dexángel, que viene de desagüe, porque los desagües de las carnicerías pasaban por debajo de la muralla en esta zona. Era un acceso de vigilancia.

Arco de San Andrés
Arco de San Pedro
Portillo de Santa Marina
Puerta de La Magdalena

La Iglesia de San Pedro

Archivo:ISanPedroCuellar
Iglesia fortificada de San Pedro.
Archivo:MurallaCuellar5
Tramo de contramuralla que se conserva en la calle Nueva.
Archivo:ISanMartinCuellar2
Torre de San Martín, similar a otros torreones de la muralla.

Situada en la zona sur de la muralla, remataba el punto más vulnerable. Por eso, su construcción mezcla características religiosas y militares, dándole un aspecto de fortaleza. Remataba la muralla con un ábside de piedra de cantería, reforzado con aberturas en forma de cruz, saeteras y matacanes. Estos estaban conectados por un adarve (camino de ronda) cubierto sobre sus contrafuertes, que recorre el ábside y lo incorpora al trazado del adarve de la muralla. Este fue construido por Francisco Fernández de la Cueva, el segundo duque de Alburquerque, en el XVI. Sobre el parapeto (muro bajo) se ve su escudo de armas.

Junto al arco de su nombre, pegada al ábside, la iglesia se convirtió en un pequeño fortín que daba mayor seguridad a la zona sur de la muralla, ya que por allí se extendía una llanura amplia, lo que la convertía en un punto de riesgo.

La Contramuralla

La contramuralla, también llamada barrera o antemuro, era un tercer recinto que rodeaba a los dos anteriores. Hoy está bastante deteriorada. Es una defensa más pequeña pero muy importante, que actúa como una barbacana (muro exterior de protección) delante de parte de la muralla de la ciudadela y de toda la de la ciudad.

Se encuentran restos delante de las murallas de la ciudadela al pasar por la Huerta del Duque. Aparecen claramente frente a las de la ciudad junto al convento de la Trinidad, donde se conservan restos de esta contramuralla con almenas. Continuaba hasta el arco de la Trinidad, dividiéndose en algunos tramos. Vuelve a ser visible cerca de la iglesia de San Pedro, tras los edificios modernos de la Huerta Herrera, con algunas partes almenadas. Pasado el arco de San Pedro, continúa paralela a la calle de las Parras, donde las casas se apoyan en la contramuralla. Reaparecen restos en la calle Nueva, que llegan hasta el arco de San Andrés. Desde allí, continuaba por la calle de la Barrera (que toma su nombre de la contramuralla), paralela a la muralla hasta el arco de San Basilio. Al otro lado de este arco y hacia el castillo, reaparece hasta el gran cubo de Santo Domingo, que pertenece a la fortaleza.

Recinto desaparecido

Estudios recientes han demostrado que existió un cuarto recinto, que ya no existe. Partía del castillo y conectaba con el arco de San Basilio a través de una estructura de torreones. Desde ese arco, un muro llegaba hasta un gran torreón que, al parecer, se usaría después como torre de la iglesia de San Martín. A través de una puerta, el muro continuaba hasta unirse finalmente con la ciudadela. Este cuarto recinto habría reforzado aún más el castillo, convirtiéndolo en una fortaleza muy importante y difícil de acceder.

Funcionalidad de la Muralla

La muralla no solo servía para defender la ciudad, sino también para el comercio y la economía. Además, tenía una función estética, ya que mostraba el poder de la ciudad. La muralla medieval también diferenciaba el interior urbano de sus alrededores. La línea de las murallas marcaba un límite jurisdiccional, y vivir dentro de ellas distinguía a los vecinos de los aldeanos y extranjeros.

Con el tiempo, su función militar perdió importancia y empezó a predominar su valor comercial. Su presencia y su capacidad de aislamiento la convertían en una aduana que regulaba el acceso a la ciudad, con el pago de aranceles. Esta vigilancia también facilitaba el cobro de impuestos y tributos por el paso de personas y mercancías, como el portazgo o el cornado de la cerca, un impuesto especial en Castilla para este tipo de construcciones.

La separación que imponía la muralla también servía como barrera sanitaria, aislando a las poblaciones de las pestes y epidemias tan comunes en la Edad Media. También influían en la salubridad del interior del recinto ciertas ordenanzas que prohibían arrojar basura y desperdicios dentro de la muralla, obligando a la gente a depositarlos fuera.

La gente de la época veía las ciudades ligadas a sus murallas. El mundo urbano, delimitado por su fortaleza, ofrecía un aspecto dominante que destacaba en el paisaje. Esta era la imagen que Cuéllar ofrecía a los visitantes, una imagen que correspondía a la capital de una extensa Comunidad de Villa y Tierra, una ciudad que debía ejercer su dominio sobre los alrededores.

Vigilancia y Mantenimiento

El dinero para construir o reparar las murallas solía venir de los repartimientos, que eran impuestos que pagaban todos los habitantes de una comunidad, incluyendo judíos, musulmanes, clérigos y nobles.

Las puertas de las murallas de la ciudadela y de la ciudad se cerraban con grandes portones con cerrojo para que nadie pudiera entrar ni salir. A finales del XVI, se pagaron varias cantidades para poner cerrojos nuevos en las puertas de la Trinidad, Carchena y San Basilio. También se nombraban vigilantes para las puertas a mediados del XVI. Por ejemplo, en 1551 se ordenó que el señor Gil González guardara la puerta de la Trinidad el día de Santiago, y el señor Diego Daza el día de Santa Ana.

Archivo:ArcoSanBasilioCuellar
Interior del arco de San Basilio, con la estructura para los vigilantes.

Por los apellidos de las personas encargadas de vigilar las puertas, se puede deducir que era la nobleza quien se ocupaba de esta tarea. Esto parece confirmarse con la estructura interna de la Casa de los Linajes. Esta institución nobiliaria estaba dividida en dos partes, la de Arriba y la de Abajo, que se referían a la división de la villa en dos mitades: la ciudadela y la ciudad. Dentro de estas dos partes, había subdivisiones en "adras" y "cuartos". Las adras eran una división de los vecinos de una ciudad, mientras que los cuartos, además de ser una división territorial, tenían un significado militar que se refería a los turnos de guardia entre cuatro personas: una de centinela, una de retén y dos de descanso. Esta división militar debió establecerse en su fundación, en el XIV, y estuvo vigente hasta principios del XVII. Parece que su desaparición coincide con el momento en que las murallas dejaron de ser un sistema defensivo y comenzaron a usarse más como una barrera de aislamiento y control administrativo.

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Walls of Cuéllar Facts for Kids

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Muralla de Cuéllar para Niños. Enciclopedia Kiddle.