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Historia de los judíos en España para niños

Enciclopedia para niños
Datos para niños
Judíos en España
יהודי ספרד (en hebreo)
Djudios en Espanya (en ladino)
Jueus a Espanya (en catalán)
Población censal 12 000 (en 2007)
Población estimada 45 000 -50 000
Cultura
Idiomas castellano, yidis, hebreo, ladino, catalán, euskera
Religiones judaísmo
Principales asentamientos
Bandera de la Comunidad de Madrid Comunidad de Madrid
Bandera de Cataluña Cataluña
Asociaciones civiles destacadas
Federación de Comunidades Judías de España
Archivo:Toledo - Sinagoga El Transito int 02
Interior de la sinagoga del Tránsito de Toledo

La historia de los judíos en España es muy antigua y se remonta a la Hispania romana. Durante la Edad Media, los judíos formaron comunidades importantes tanto bajo el dominio musulmán como en los reinos cristianos. Sin embargo, en 1492, los Reyes Católicos decidieron que debían abandonar el país, lo que se conoce como la expulsión de los judíos de España.

Hoy en día, no hay un censo exacto de cuántos judíos viven en España. Algunas estimaciones de 2012 hablaban de 12.000 personas, pero otras fuentes, como la Federación de Comunidades Judías de España, calculan que la comunidad es de entre 40.000 y 50.000 personas.

La presencia judía en la Península Ibérica

¿Cuándo llegaron los primeros judíos a España?

Archivo:SinagogacordobaELWI
Sinagoga de Córdoba, del siglo XIV.

Algunos historiadores creen que los primeros contactos de los judíos con la península ibérica podrían haber ocurrido hace mucho tiempo, incluso en la época del rey Salomón. Esto se basa en textos antiguos que mencionan un lugar llamado Tarsis, que algunos asocian con la antigua civilización de Tartessos en la península. Se sabe que el reino de Israel comerciaba con Tarsis, intercambiando plata, hierro, estaño y plomo.

Aunque hay indicios, no existen pruebas definitivas de una presencia judía tan temprana. Sin embargo, se han encontrado sellos y objetos antiguos que sugieren contactos comerciales.

La vida judía en la época romana

Existen pruebas claras de que había comunidades judías en la Península Ibérica durante la época romana. Por ejemplo, se han hallado inscripciones en Tarragona y Tortosa que están escritas en hebreo, latín y griego. También se encontró una inscripción en Adra de una niña judía llamada Salomonula, que data del siglo III.

El primer documento que confirma la existencia de estas comunidades es del concilio de Elvira, una reunión de cristianos a principios del siglo IV. En este concilio, se mencionan reglas que muestran que los judíos ya vivían en Hispania y que sus comunidades eran importantes. Por ejemplo, se prohibía a los cristianos casarse con mujeres judías o que los judíos bendijeran sus tierras.

En el Imperio Romano, los judíos eran vistos como un grupo religioso. Formaban comunidades con cierta autonomía, con sus propios consejos y viviendo a menudo en barrios cercanos a sus sinagogas. Tenían permitido practicar su religión, aunque a veces eran vistos con desconfianza por su monoteísmo y sus costumbres diferentes.

Los judíos en la Edad Media

La época visigoda: cambios y dificultades

A principios del siglo VI, los visigodos, que eran cristianos arrianos, tomaron el control de la península. Al principio, no persiguieron a los judíos. Las leyes visigodas les permitían restaurar sus sinagogas y tener sus propios tribunales para asuntos religiosos.

Pero la situación cambió cuando el rey Recaredo se hizo católico. Él quería que todos en la península tuvieran la misma religión. Durante el siglo VII, los reyes visigodos y la Iglesia católica empezaron a ser más estrictos con las comunidades judías. El rey Sisebuto endureció las leyes y hubo muchas conversiones forzadas, lo que hizo que muchos judíos se fueran a África.

Con el tiempo, la vida para los judíos se hizo más difícil. A los que se habían convertido al cristianismo se les pedía hacer un juramento especial para demostrar que habían abandonado su antigua fe. El rey Égica, en el XVII Concilio de Toledo en 694, incluso ordenó que los judíos y los conversos fueran esclavizados, persiguiéndolos hasta su muerte en 702.

La vida judía en Al-Ándalus

Archivo:Al-andalus 229
Miniatura del Libro del ajedrez, dados y tablas de Alfonso X el Sabio que representa a un judío (izquierda) y a un musulmán (derecha) jugando al ajedrez.

Cuando los musulmanes invadieron la península en 711, la situación de los judíos cambió. Para ellos, esta invasión significó el fin de las persecuciones que habían sufrido con los visigodos. Los musulmanes consideraban a los cristianos y judíos como "gentes del Libro" (por sus textos sagrados), y les ofrecían una protección especial llamada dhimma.

Los dhimmi (protegidos) tenían garantizada su vida, sus propiedades y la libertad de practicar su religión. También tenían cierta autonomía legal, pudiendo usar sus propios tribunales para asuntos de sus comunidades. A cambio, pagaban impuestos especiales y tenían un estatus social inferior. Por ejemplo, no podían ocupar ciertos cargos públicos importantes.

Las comunidades judías en Al-Ándalus se organizaban en aljamas, que eran entidades autónomas con sus propios jueces y leyes basadas en la Halajá (ley judía). Esta forma de organización se mantuvo luego en la España cristiana.

La situación de los judíos en Al-Ándalus tuvo dos etapas:

  • Primera etapa (756-1086): Fue un período de gran desarrollo para la presencia judía, especialmente durante el Califato de Córdoba. Muchos judíos tuvieron éxito en la economía y la sociedad. La cultura hebrea, influenciada por la árabe, vivió un momento de gran esplendor.
  • Segunda etapa (después de 1086): Con la llegada de los almorávides, la situación empeoró debido a sus creencias religiosas más estrictas. Aunque a veces se valoraba la capacidad de los judíos en la administración, con los almohades, la vida se hizo aún más difícil. Esta dinastía tenía una visión del islam más extrema y fue menos tolerante. Por eso, a partir del siglo XII, muchos judíos se fueron de Al-Ándalus y buscaron refugio en los reinos cristianos del norte.

Los judíos en los reinos cristianos

Archivo:Grande-acedrex
Hispanojudíos jugando al ajedrez. Libro de los juegos (1251-83), encargado por Alfonso X.
Archivo:Yesería con inscripción hebrea (19834990595)
Yesería con inscripciones en hebreo del siglo XIV, procedente de Molina de Aragón y conservada en el Museo de Guadalajara.

En los reinos cristianos, los judíos también tuvieron un papel importante. Por ejemplo, el rey Fernando III El Santo, después de conquistar Sevilla, se consideraba rey de tres religiones.

Culturalmente, los judíos fueron clave para transmitir el conocimiento árabe. En cortes como la de Alfonso X, colaboraron con árabes para traducir y difundir muchos saberes de la época, como en la Escuela de traductores de Toledo.

También eran muy importantes en la medicina. Era común que los médicos de la realeza fueran judíos. A pesar de esto, a veces se prohibía a los cristianos usar médicos judíos, aunque estas prohibiciones no siempre se cumplían.

Los judíos también se encargaban de recaudar impuestos y el tesoro del estado. Su cercanía a los reyes y nobles era fundamental. Sin embargo, esta posición era delicada, ya que, aunque eran indispensables para las clases altas, las clases bajas a menudo los veían como explotadores, lo que podía generar odio y persecuciones. Los reyes intentaban protegerlos, reconociendo su importancia para la economía.

A medida que avanzaba el siglo XV, las persecuciones contra los judíos se hicieron más fuertes, y los reyes tenían dificultades para detenerlas.

La Edad Moderna y la expulsión

La Inquisición y los "cristianos nuevos"

Archivo:La Virgen de los Reyes Católicos
Cuadro Virgen de los Reyes Católicos en el que aparece arrodillado detrás del rey Fernando el Católico, el inquisidor general Tomás de Torquemada, y arrodillado detrás de la reina el inquisidor de Aragón Pedro de Arbués.

En el siglo XV, la desconfianza se dirigió hacia los judeoconversos, llamados "cristianos nuevos". Cuando hubo problemas económicos y políticos en Castilla, estallaron revueltas contra ellos. Se decía que los conversos no eran verdaderos cristianos y que seguían practicando el judaísmo en secreto.

Para enfrentar este "problema", los Reyes Católicos pidieron permiso al Papa para crear la Inquisición. Este tribunal se estableció en 1478 para investigar y castigar a quienes se sospechaba que practicaban el judaísmo en secreto. Los reyes creían que la Inquisición ayudaría a los conversos a integrarse completamente en la sociedad cristiana.

La expulsión de 1492

En 1480, los Reyes Católicos decidieron que los judíos debían vivir en barrios separados, llamados juderías o guetos. Solo podían salir de día para trabajar. Esto se hizo para evitar "confusión y daño a nuestra santa fe".

En 1483, los reyes tomaron una decisión aún más drástica: expulsar a los judíos de Andalucía. Los inquisidores les habían convencido de que no podrían acabar con las prácticas secretas del judaísmo si los conversos seguían en contacto con los judíos.

Finalmente, el 31 de marzo de 1492, después de terminar la guerra de Granada, los Reyes Católicos firmaron el decreto de expulsión de los judíos. Este decreto se hizo público a finales de abril. Daba un plazo de cuatro meses, hasta el 10 de agosto, para que todos los judíos abandonaran la Corona de Aragón y la Corona de Castilla. No podían regresar jamás. Podían vender sus bienes, pero solo llevarse el dinero en forma de letras de cambio o mercancías, ya que estaba prohibido sacar oro y plata del reino.

Archivo:Alhambra Decree
Copia sellada del Edicto de Granada.

Aunque el decreto no lo decía directamente, la alternativa a la expulsión era convertirse al cristianismo. Muchos judíos, especialmente los más ricos y cultos, y la mayoría de los rabinos, decidieron bautizarse.

Los que no se convirtieron tuvieron que vender sus propiedades muy rápido y a precios bajos. También tuvieron problemas para recuperar el dinero que habían prestado. Además, debían pagar todos los gastos de su viaje.

El motivo oficial de la expulsión, según el decreto, era que los judíos servían de mal ejemplo e incitaban a los conversos a volver a su antigua religión.

Los historiadores han debatido mucho sobre otros motivos. La expulsión en España fue una de las últimas en Europa; otros países como Inglaterra (1290) y Francia (1394) ya lo habían hecho. El objetivo era lograr la unidad de fe en los reinos. Con la expulsión, España dejó de ser un lugar donde convivían diferentes comunidades religiosas. Los reyes esperaban que muchos judíos se convirtieran, pero una gran parte prefirió irse y mantenerse fieles a su fe.

El número exacto de judíos expulsados es incierto. Las cifras varían, pero las investigaciones más recientes sugieren que fueron alrededor de 50.000 a 100.000 personas. Algunos regresaron después de sufrir malos tratos en otros lugares.

En 1492, la historia del judaísmo en España cambió drásticamente. A partir de entonces, la presencia judía fue casi invisible, siempre bajo la vigilancia de la Inquisición.

Los sefardíes: una herencia viva

La mayoría de los judíos expulsados de España se fueron al norte de África, a Portugal o a los Estados italianos. Como también fueron expulsados de Portugal y Navarra poco después, tuvieron que emigrar de nuevo. Muchos se establecieron en el Imperio otomano, donde fueron bien recibidos.

Los judíos que identificaban a España con la Sefarad bíblica recibieron el nombre de sefardíes. Ellos no solo mantuvieron su religión, sino también muchas de sus costumbres y, sobre todo, el uso del idioma español. Aunque la lengua evolucionó, conservó las características del castellano medieval. Los sefardíes nunca olvidaron la tierra de sus antepasados, sintiendo una mezcla de resentimiento por la expulsión y nostalgia por la patria perdida.

La época contemporánea

A pesar de no haber una comunidad judía grande durante siglos, la desconfianza hacia los judíos persistió en la cultura española. La Inquisición y los estatutos de limpieza de sangre (que exigían demostrar no tener antepasados judíos o musulmanes para ciertos cargos) no desaparecieron oficialmente hasta el siglo XIX. La Inquisición fue abolida en 1834, y los estatutos de limpieza de sangre en 1865.

En 1869, la nueva Constitución española reconoció por primera vez la libertad de culto. A principios del siglo XX, una comunidad de judíos de Tetuán se estableció en Melilla, siendo muy importante para la economía de la ciudad.

A principios del siglo XX, el senador Ángel Pulido Fernández impulsó una campaña para fortalecer los lazos entre España y las comunidades judías sefardíes de Europa y el norte de África. En 1910, se creó la Unión Hispano-Hebrea para reconciliar a los sefardíes con España.

Durante la Primera Guerra Mundial, muchos judíos llegaron a España. En 1924, un decreto permitió a los sefardíes adquirir la nacionalidad española. Años más tarde, durante la Segunda Guerra Mundial, este decreto fue usado por el embajador español en Hungría, Ángel Sanz-Briz, para ayudar a cientos de judíos a salvarse, aunque la mayoría no eran de origen español.

Simbólicamente, el decreto de expulsión de 1492 fue anulado oficialmente el 16 de diciembre de 1968.

Con el regreso de la democracia, la comunidad judía en España sigue siendo pequeña. En 2015, se aprobó una Ley que permitía a los sefardíes, descendientes de los expulsados en el siglo XV, obtener la nacionalidad española. Cerca de 4.300 personas se acogieron a esta ley.

Véase también

Kids robot.svg En inglés: History of the Jews in Spain Facts for Kids

Galería de imágenes

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Historia de los judíos en España para Niños. Enciclopedia Kiddle.