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Estatutos de limpieza de sangre para niños

Enciclopedia para niños

Los estatutos de limpieza de sangre fueron reglas que se usaron en la Monarquía Hispánica (España y Portugal) durante la Edad Moderna. Estas reglas buscaban discriminar legalmente a las personas que tenían antepasados judíos o musulmanes y que se habían convertido al cristianismo. A estas personas se les llamaba "cristianos nuevos".

Para poder entrar en ciertas instituciones, como universidades o algunas órdenes religiosas, se pedía demostrar que uno descendía de "cristianos viejos". Esto significaba que todos los antepasados debían haber sido cristianos desde hacía mucho tiempo, sin ninguna mezcla de origen judío o musulmán.

Estas reglas surgieron después de un conflicto en la ciudad de Toledo en 1449, liderado por Pedro Sarmiento. A raíz de este conflicto, se creó la "Sentencia-Estatuto", que fue la primera de estas normas. Algunos líderes de la Iglesia no estaban de acuerdo con estas reglas, porque creían que el bautismo hacía a todas las personas iguales ante Dios, sin importar su origen.

La idea detrás de los estatutos era que ciertas características o cualidades se transmitían de padres a hijos a través de la sangre. Se pensaba que las personas de origen judío, a pesar de haberse convertido, seguían teniendo ciertas "cualidades" que no eran buenas. Por ejemplo, se llegó a decir que la "sangre" de los judíos los hacía "dañinos".

Todavía se debate si estas reglas de limpieza de sangre en España y Portugal fueron el inicio del racismo moderno en Europa. Algunos historiadores creen que sí, porque por primera vez se usaron ideas de "raza" y "sangre" para marginar a grupos de personas.

¿Por qué surgieron estas reglas?

La idea de la "sangre" y el "honor"

En la Edad Media y la Antigüedad, se creía que la sangre transmitía las características de las personas de una generación a otra. Por eso, la palabra "sangre" también significaba "herencia" o "linaje" (la línea de antepasados de una familia).

En aquella época, el "honor" era muy importante en la sociedad. El honor de una persona dependía de su familia, su trabajo y su posición social. Era algo que se debía cuidar y proteger. Las personas que no tenían honor eran los criminales, los vagabundos o los que practicaban otras religiones, como los judíos y los musulmanes.

Cuando muchos judíos se vieron obligados a convertirse al cristianismo a finales del siglo XIV, su forma de vida, que antes era visible (por su ropa, sus costumbres), se volvió "invisible" porque ahora eran cristianos. Esto hizo que algunos cristianos viejos sintieran desconfianza.

La discriminación hacia los "cristianos nuevos"

El historiador Henry Kamen explica que lo que empezó como una diferencia social se convirtió en un problema más grande y en una forma de racismo. Se empezó a difundir la idea, especialmente en Castilla, de que los "cristianos viejos" tenían honor solo por no tener "sangre judía" en sus venas.

Se decía que, aunque los "cristianos nuevos" fueran cristianos, su "sangre judía" influía negativamente en su forma de ser y en su comportamiento. Es decir, se creía que seguían actuando como judíos debido a su origen.

Historia de los estatutos

Los primeros estatutos: Toledo (1449)

Los primeros casos de discriminación contra los "cristianos nuevos" aparecieron a principios del siglo XV. Por ejemplo, en 1436, la ciudad de Barcelona prohibió que los conversos fueran notarios.

Pero el caso más importante ocurrió en Toledo en 1449, durante una revuelta. Allí se aprobó la "Sentencia-Estatuto", que fue el primer estatuto de limpieza de sangre. Esta norma decía que:

[…] los conversos de linaje de los judíos, por ser sospechosos en la fe de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, en la cual frecuentemente fallan, no pueden tener cargos públicos ni privados que les permitan hacer daño a los cristianos viejos.
Archivo:Braun Toledo UBHD
Grabado de la ciudad de Toledo hacia 1570. Aquí se aprobó el primer estatuto de limpieza de sangre en 1449.

Muchos juristas y líderes de la Iglesia no estuvieron de acuerdo con esta Sentencia-Estatuto. Argumentaban que un judío bautizado no debía ser tratado de forma diferente a cualquier otro cristiano. Algunos incluso consideraron que el estatuto era una herejía (una idea contraria a la fe) porque negaba el poder del bautismo.

La Inquisición y la expansión de los estatutos (1480-1555)

Archivo:Berruguete penitenciats s. XV
Detalle del cuadro de Pedro Berruguete Auto de fe (h. 1500), donde se ven personas castigadas por la Inquisición española.

La Inquisición española, que comenzó a actuar en 1480, impulsó mucho la discriminación contra los conversos. La gente veía cómo miles de personas eran acusadas de seguir practicando el judaísmo y eran castigadas. Esto hizo que muchos pensaran que para proteger la verdadera religión, se debía excluir a los conversos de los cargos importantes.

La primera institución en adoptar un estatuto de limpieza de sangre fue el Colegio Mayor de San Bartolomé en Salamanca, en 1482. Otros colegios y algunas órdenes religiosas, como los dominicos y los jerónimos, también adoptaron estas reglas.

Al principio, la Inquisición solo excluía a los conversos y a sus hijos o nietos que hubieran sido condenados por ella. Los Reyes Católicos apoyaron esta idea en 1501, pero no extendieron la discriminación a todos los conversos en general. Cada institución decidía si aplicaba o no un estatuto de limpieza de sangre.

El estatuto de la catedral de Toledo (1555)

El estatuto de limpieza de sangre de la catedral de Toledo, aprobado en 1555, fue muy importante porque sirvió de modelo para muchos otros. Fue confirmado por varios Papas y por el rey Felipe II. Este estatuto estuvo vigente durante siglos, hasta 1865.

Después de este estatuto, las reglas de limpieza de sangre se extendieron rápidamente por toda España. Cofradías (grupos religiosos) y gremios (asociaciones de artesanos) empezaron a excluir a los conversos. Las principales órdenes religiosas y colegios universitarios siguieron el mismo camino.

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Retrato de Juan Martínez Silíceo, arzobispo de Toledo, por Francisco de Comontes, siglo XVI.

El arzobispo de Toledo, Juan Martínez Silíceo, fue un gran defensor de estas reglas. Él quería que todos los que trabajaran en la catedral fueran "cristianos viejos", sin ninguna "raza" (linaje) de judío, moro o hereje. La palabra "raza" en ese momento se usaba como sinónimo de "linaje" o "ascendencia".

El estatuto de Toledo fue suspendido al principio por el Consejo de Castilla y la Universidad de Alcalá, que lo consideraron "injusto y escandaloso". Sin embargo, en 1555, el Papa lo aprobó y el rey Felipe II lo ratificó. Se dice que Felipe II fue convencido por consejeros que afirmaban que todas las herejías venían de descendientes de judíos.

Los estatutos después de 1555

Aunque no todas las instituciones exigían pruebas de limpieza de sangre, las que sí lo hacían eran muy importantes. Por ejemplo, los colegios mayores, que eran la puerta de entrada a altos cargos en la Iglesia y el Estado, o las órdenes militares, que permitían acceder a la nobleza. Esto limitaba mucho las oportunidades de ascenso social para los conversos.

Archivo:Ejecutoria o Proceso de limpieza de sangre. Granada y los conversos en el Palacio de los Olvidados 01
Un documento de "limpieza de sangre". Para ciertos cargos, se debía probar que no había antepasados judíos o musulmanes.

Los estatutos de limpieza de sangre nunca fueron una ley general para toda España, y su validez se limitaba a las instituciones que los adoptaban. Eran más comunes en Castilla que en otras regiones como Cataluña. Además, siempre hubo críticas y, a veces, se podían evitar con sobornos o pruebas falsas.

Para demostrar la "limpieza de sangre", se investigaba el linaje de la persona. Se preguntaba a testigos si sabían que el candidato y sus antepasados eran "cristianos viejos, limpios, de limpia sangre, sin raza ni mácula, ni descendencia de judíos, moros ni conversos". Un simple rumor podía generar dudas sobre la "limpieza de sangre" de alguien.

La "infamia" (la vergüenza pública) que recaía sobre una persona por su origen también afectaba a toda su familia y a sus descendientes. Se creía que esta "mancha" era para siempre y que ni siquiera el bautismo podía borrarla. La Inquisición fomentaba esto colgando los "sambenitos" (carteles con los nombres de los condenados) en las iglesias, para que la "infamia" de un linaje no se olvidara.

Críticas y oposición a los estatutos

Los estatutos de limpieza de sangre tuvieron muchos críticos. Uno de los más firmes opositores fue Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús (los jesuitas). Él decía que le habría gustado descender de judíos para ser "pariente de Cristo". Los jesuitas, al principio, admitían a los conversos, y se decía que entre ellos había más virtud que entre los cristianos viejos. Sin embargo, debido a las presiones, los jesuitas también adoptaron la exclusión de los conversos en 1593, aunque esta medida fue abolida quince años después.

En 1599, el teólogo Agustín Salucio publicó un libro que criticaba duramente los estatutos. Argumentaba que ya no eran necesarios y que habían causado más problemas que beneficios, dividiendo a la sociedad. Su libro causó un gran revuelo y fue apoyado por muchas autoridades.

A pesar de las críticas, los estatutos continuaron. En 1623, se intentaron hacer cambios para suavizar las reglas, como eliminar las pruebas de limpieza para ascensos o no hacer caso a rumores. Sin embargo, estas reformas no se cumplieron del todo.

En 1626, el Consejo de la Suprema Inquisición publicó un documento extraordinario que criticaba los estatutos, diciendo que causaban divisiones y que su rigor debía cesar. Pero, poco después, el mismo Consejo declaró que la observancia de los estatutos era "justa y loable".

Permanencia en los siglos XVIII y XIX

Según Henry Kamen, la limpieza de sangre nunca fue aceptada oficialmente en todas las leyes españolas ni en la mayoría de las instituciones. El mayor daño que causó fue en el estatus social y la promoción de las personas.

Sin embargo, los estatutos perduraron. En el siglo XVIII, la idea de "limpieza de sangre" también se relacionó con no haber realizado trabajos considerados "serviles" (manuales o de comercio). Incluso en 1804, el rey Carlos IV exigió pruebas de "pureza de sangre" para que los caballeros de órdenes militares pudieran casarse.

Los estatutos de limpieza de sangre fueron abolidos por una orden real el 31 de enero de 1835, como parte de la Revolución liberal española. Sin embargo, algunas pruebas se mantuvieron para oficiales del ejército hasta 1859. Una ley de 1865 abolió las pruebas para matrimonios y ciertos cargos civiles y militares. Finalmente, en 1870, la "pureza de sangre" dejó de ser un requisito para ser profesor o trabajar en la administración pública.

Los estatutos en América

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Una pintura del siglo XVIII que muestra a una "castiza", hija de una mestiza y un español.

Los estatutos de limpieza de sangre también se aplicaron en las colonias españolas en América. Allí, se usaron para asegurar la posición social de los españoles nacidos en Europa ("peninsulares") y de sus descendientes nacidos en América ("criollos"). En este caso, se trataba de demostrar que no se tenía ningún antepasado indígena o africano.

En la sociedad colonial, donde había mucha mezcla de etnias, la "limpieza de sangre" se convirtió en una forma de mantener el control de la élite dominante. La acusación de tener "sangre mezclada" podía usarse para excluir a las personas de cargos públicos, universidades y gremios.

El concepto de "raza" en América, al igual que en España, significaba "linaje". Pero en el Nuevo Mundo, la "mancha" en el linaje no solo se demostraba por la memoria o la reputación, sino también por el color de la piel. Lo "no blanco" se consideraba impuro, y lo "blanco" era sinónimo de pureza y calidad.

Sin embargo, las barreras entre los "españoles" y otras "castas" no eran siempre infranqueables. Por ejemplo, en Nueva España, el estigma de la sangre indígena podía eliminarse después de tres generaciones de matrimonios con personas de ascendencia española. Además, las personas de ascendencia mestiza podían comprar certificados a la Corona que los clasificaban como "españoles".

¿Fueron los estatutos el origen del racismo europeo?

Los historiadores tienen diferentes opiniones sobre si la limpieza de sangre fue el origen del racismo moderno en Europa.

Algunos, como Cecil Roth, la calificaron como "antisemitismo racial" y un precedente de las leyes raciales del siglo XX. Otros, como Francisco Márquez Villanueva, no lo consideran racismo porque no se basaba en ideas biológicas permanentes.

El historiador Jean-Fréderic Schaub dice que la respuesta debe ser "matizada". Por un lado, estas reglas y los procesos de la Inquisición reforzaron la idea de que las cualidades morales se transmitían por la sangre. Buscaban aislar a grupos que, en apariencia, eran como sus vecinos, pero cuya "naturaleza oculta" se consideraba mala. Desde este punto de vista, fue un paso importante en la historia de las categorías raciales.

Por otro lado, durante la Edad Moderna, la caracterización racial de las personas se mezclaba con ideas sociales, religiosas o incluso climáticas. No fue hasta mucho más tarde que la categoría racial por sí sola fue suficiente para definir a las personas.

Max Sebastián Hering Torres defiende que la limpieza de sangre fue un "racismo antijudío". Era racista porque excluía y hacía inferiores a las personas basándose en ideas sobre el pasado, la herencia y el cuerpo. Y era antijudío porque su base teológica venía de una tradición anterior a la época moderna.

El historiador José Manuel Nieto Soria afirma que los estatutos de limpieza de sangre fueron la forma en que se hizo realidad el racismo de la propaganda contra los conversos. Esta propaganda decía que la "maldad" de los conversos se debía a la "sangre judía" que corría por sus venas, y que esta "mancha" afectaría a sus hijos y a las futuras generaciones.

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