Economía en la Hispania romana para niños
La economía de Hispania creció mucho después de que los romanos la conquistaran. De ser un territorio poco conocido, se convirtió en una de las posesiones más valiosas para la República y el Imperio. Fue un pilar fundamental para la economía de Roma.
Contenido
La economía antes de la llegada de Roma
Antes de que Roma llegara a la península ibérica, la mayoría de la región tenía una economía basada en la agricultura para subsistir. Había poco comercio. Solo algunas ciudades costeras del Mediterráneo, como Tarraco, comerciaban con Grecia y los fenicios.
¿Por qué Roma quería conquistar Hispania?
Antiguas historias fenicias hablaban de las enormes riquezas de Tartesos y de viajes comerciales a la costa hispana, de donde regresaban cargados de plata. Estas historias hicieron que las grandes potencias del Mediterráneo se interesaran por la península ibérica.
Después de perder la primera guerra púnica, Cartago perdió mercados importantes y tuvo que pagar tributos a Roma. Para recuperarse, los cartagineses se expandieron por la costa de Iberia, que no estaba bajo el control de Roma. Cartago quería obtener ganancias rápidas. Explotaron las minas de plata de Carthago Nova y de la costa andaluza. Con esa plata financiaron gran parte de la segunda guerra púnica y la campaña de Aníbal en Italia.
Por eso, uno de los primeros objetivos de Roma al invadir la península fue quitarle a Cartago las minas de Carthago Nova. La pérdida de estos recursos, y el aislamiento, hicieron que Aníbal tuviera que dejar la guerra en Italia en el año 206 a.C.
Tras expulsar a Cartago, algunos pueblos de Hispania tuvieron que pagar tributos a Roma. Esto se hizo a través de alianzas. Sin embargo, durante los siglos II y I a.C., Roma veía los territorios no conquistados de Hispania como un lugar para obtener riquezas. A menudo rompían los tratados de paz. Los levantamientos de los pueblos celtíberos y lusitanos solo sirvieron para que Roma obtuviera más ingresos con los grandes botines de guerra.
Esta forma de conseguir riquezas por la fuerza continuó con las campañas de Pompeyo y Julio César. Se dice que César fue a Hispania no solo a luchar, sino también a conseguir dinero para pagar sus deudas.
Mientras tanto, la costa mediterránea hispana, que había sido conquistada y romanizada rápidamente, empezó a crecer económicamente. Pronto, Hispania sería famosa en el mundo romano.
La economía de la Hispania romana
Además de los minerales, Roma obtuvo con Hispania algunas de las mejores tierras de cultivo de todo su imperio. Era necesario ponerlas a producir lo antes posible. Durante el dominio romano, la economía de Hispania creció mucho. Esto fue posible gracias a las buenas carreteras y rutas comerciales que conectaban Hispania con el resto del imperio.
¿Cómo funcionaba el dinero en Hispania?
Uno de los grandes avances que Roma trajo a Hispania fue la acuñación de moneda para facilitar el comercio. Antes, los pueblos de la península usaban el trueque (intercambio de productos). A principios del siglo III a.C., colonias griegas como Ampurias empezaron a acuñar monedas, pero su uso era limitado.
Más tarde, Cartago introdujo el uso de la moneda para pagar a sus soldados. Pero fueron los romanos quienes impusieron el uso de la moneda en toda Hispania. No solo usaban monedas de metal valioso, sino también otras de menor valor que estaban respaldadas por el tesoro romano. Se han encontrado muchas monedas pequeñas, lo que indica que el dinero se usaba mucho en la vida diaria. Durante la expansión romana, muchos pueblos de Hispania acuñaron sus propias monedas para pagar tributos y comerciar con Roma.
Durante la República, el senado romano controlaba la emisión de moneda. Más tarde, con los dictadores, su control se redujo a las monedas pequeñas, y muchas cecas (lugares donde se acuña moneda) pasaron a control imperial.
Una vez que Roma consolidó su poder en Hispania, muchas cecas acuñaron moneda, como Tarraco (la primera romana en Hispania), Itálica, Barcino, Caesaraugusta, Augusta Emerita, entre otras. En todo el Imperio, más de 400 cecas producían monedas para gran parte de Europa, el norte de África y Oriente Próximo.
La importancia de la minería

El primer interés de Roma en Hispania fue aprovechar sus grandes riquezas minerales y quitárselas a Cartago. Después de la segunda guerra púnica, Escipión el Africano se encargó de administrar Hispania, prestando mucha atención a la minería. Roma mantuvo las técnicas de extracción que usaban los íberos y que los cartagineses habían mejorado con métodos de Egipto.
Las minas eran propiedad del Estado romano. Roma creó empresas públicas llamadas «societates publicanorum» para explotarlas. Estas empresas eran administradas por publicanos, que eran personas ricas que se hicieron aún más ricas rápidamente. Sin embargo, durante la dictadura de Sila, él les quitó las minas y las puso en manos de particulares, obteniendo grandes beneficios. En tiempos de Estrabón (siglos I a.C. – I d.C.), se dieron permisos de explotación a particulares. Este sistema permitió que algunas familias de Italia que se habían mudado a Hispania se enriquecieran. A veces, las minas podían pertenecer a una ciudad.
Los beneficios de las minas hispanas fueron enormes durante los siete siglos de dominio romano. Hispania fue un pilar económico para Roma. Los registros muestran que en el siglo II a.C. la producción minera ya era de más de nueve millones de denarios al año.
Roma extraía principalmente plata, cobre y hierro. Aníbal había impulsado las minas de plata de Carthago Nova. Los romanos continuaron su explotación hasta alcanzar niveles muy altos de producción. Cerca de Cartagena y Mazarrón seguían extrayendo plata, plomo y otros minerales en grandes cantidades. Según Estrabón, en las minas de plata de Carthago Nova trabajaban hasta 40.000 esclavos, generando 25.000 dracmas diarios para el pueblo romano.
En la región de la Bética había muchas minas, como Tharsis, Riotinto, Sotiel Coronada, El Centenillo, Posadas o Cerro Muriano. En estos lugares, la extracción era muy avanzada. La zona suroeste tenía una cadena de explotaciones en la Faja pirítica ibérica, que se convirtió en un gran centro minero de cobre y plata. Otras minas importantes en el sur de Hispania eran las de Cástulo (plata), Aznalcóllar (pirita) o Almadén, que era un centro importante de producción de mercurio.
Otro mineral importante extraído en Hispania era el lapis specularis, un tipo de piedra de yeso transparente. Era muy valorado para hacer ventanas en Roma. Se extraía principalmente en las actuales provincias de Toledo y Cuenca. El centro administrativo de su producción era la ciudad de Segóbriga, que dependía de este recurso.
El trabajo en las minas en la Hispania romana era terrible. Millones de esclavos trabajaban en condiciones muy peligrosas, sin seguridad y con horarios inhumanos. Para un esclavo, ir a las minas era el peor destino. Casi con seguridad, pasarían el resto de sus días sin ver la luz del sol, cargando mineral o picando en las galerías, siempre bajo la amenaza de derrumbes.
La agricultura en Hispania
Tan pronto como se conquistaron las primeras tierras, los campos de cultivo se repartieron entre los soldados retirados. Los terrenos se medían y dividían para la colonización. Los romanos impulsaron leyes sobre la propiedad de la tierra, asegurando los límites con técnicas de agrimensura. Esto permitió una rápida colonización. Más tarde, en el siglo II a.C., hubo una crisis en el campo romano. Esto se debió a la gran cantidad de esclavos que trabajaban en todos los sectores, lo que hizo que los pequeños agricultores no pudieran competir. La crisis favoreció a los grandes latifundistas, que tenían grandes extensiones de tierra dedicadas a un solo cultivo y trabajadas por esclavos. Los pequeños agricultores a menudo tenían que abandonar sus tierras y unirse a los ejércitos romanos.
En la agricultura romana, una buena finca tenía cinco partes: olivo, vid, trigo (para pan), huerto (frutas y verduras) y pastos para el ganado. Esto muestra la importancia de cada uno en la alimentación de la época.
El olivar y el comercio de aceite
Dentro de la producción agrícola de Hispania, el cultivo de la aceituna destacó desde el siglo II a.C., especialmente en las costas mediterráneas de la Tarraconense y la Bética.
Durante el dominio romano, la provincia Bética se especializó en producir aceite de oliva para exportar a Roma y al norte de Europa. Se han encontrado muchos restos de este comercio, como ánforas en el «monte Testaccio». Este monte se formó como un vertedero de envases de alfarería del comercio que llegaba a Roma. El tamaño de este monte, compuesto en un 80% por ánforas de aceite de la Bética, muestra la gran cantidad de comercio que generaba el aceite y la importancia del olivar en Hispania. Fue el producto de Hispania que más se comercializó y durante más tiempo.
Las ánforas de la Bética se han encontrado en el Monte Testaccio (la mayor parte de la producción de aceite iba a Roma hasta mediados del siglo III d.C.), y también en lugares como Alejandría e incluso Israel. En el siglo II d.C., hubo un importante comercio de aceite hacia las guarniciones romanas en Germania. La localidad sevillana de Lora del Río fue uno de los mayores exportadores de aceite, como muestran las ánforas encontradas.
El cultivo de la vid y el comercio de vinos
Las fuentes antiguas hablan de la buena calidad y cantidad de los vinos hispanos. Algunos eran muy apreciados en Italia, mientras que otros, menos selectos, se vendían al público en general. Este cultivo se producía principalmente en los «fundus» (grandes fincas), que incluían todo el proceso de producción del vino, a veces incluso la alfarería para los envases. Gracias a la cantidad de estos «fundus» y su producción, se podía abastecer el mercado interno y exportar una cantidad considerable a otras partes del imperio.
Los escritos de Columela

Entre los escritos sobre la agricultura en Hispania, destaca la obra de Lucio Junio Moderato Columela, de Cádiz. En sus doce libros, describe la agricultura de su tiempo (siglo I d.C.). Critica los problemas del sector, como el abandono del campo y la acumulación de tierras por parte de los grandes propietarios. En sus libros, habla extensamente del cultivo del olivar y la vid.
El comercio de las salazones
Las investigaciones arqueológicas sobre la producción de ánforas en el sur de la península muestran que el comercio de la salazón ya existía antes del dominio cartaginés. Hay pruebas de producción y venta de pescado en salazón desde el siglo V a.C. Los cartagineses extendieron este comercio por todo el Mediterráneo occidental, tanto en Hispania como en el norte de África.
Durante todo el periodo romano, Hispania destacó por el comercio de salazones de la Bética, la Tarraconense y la Cartaginense. Este comercio se extendía por todo el occidente europeo. Esta actividad se ve en los restos de fábricas donde se producía pescado en salazón o salsamenta, y también la salsa «garum», famosa en todo el imperio. La salsa garum se hacía macerando las vísceras del pescado. Al igual que con el vino y el aceite, la producción de garum generó una importante industria de envases en ánforas, de las que también se conservan muchos restos. Gracias a ellos, hoy podemos saber el alcance de este comercio.
Galería de imágenes
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Sestercio romano con el retrato del emperador Gordiano I (238 d. C.)
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Útiles y herramientas mineras de las minas de Carthago Nova. Museo Arqueológico Municipal de Cartagena.
Véase también
En inglés: Economy of Hispania Facts for Kids
- Hispania
- Romanización de Hispania
- Organización política de Hispania