Oposición al franquismo para niños
La oposición al franquismo se refiere a todos los grupos y personas que no estaban de acuerdo con el gobierno de Francisco Franco en España. Esta oposición existió desde el final de la guerra civil española en 1939 hasta las primeras elecciones democráticas en 1977, dos años después de la muerte de Franco en 1975.
Contenido
Primeros desafíos al régimen (1936-1939)
Incluso antes de que terminara la guerra civil, hubo algunos pequeños desacuerdos dentro del bando de Franco. Por ejemplo, en 1936, un líder llamado Manuel Fal Conde intentó crear una academia militar que no dependiera del ejército, y tuvo que salir del país. También hubo conflictos entre diferentes grupos dentro del partido Falange Española y de las JONS en 1937, que resultaron en algunas muertes. Para evitar más problemas internos, Franco unió a todos estos grupos en uno solo, creando el Movimiento Nacional, que era el brazo político de su régimen.
La oposición durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945)
Durante la Segunda Guerra Mundial, la oposición al franquismo comenzó a organizarse, aunque las condiciones eran muy difíciles.
La resistencia en España
Dentro de España, las primeras organizaciones que intentaron reorganizarse fueron la CNT (anarquistas) y el PCE (comunistas). Vivían en un ambiente de escasez y miedo, con muchas personas en prisión. Su principal objetivo era ayudar a sus miembros encarcelados y a sus familias.
La primera organización que intentó unir a la oposición fue la Alianza Democrática Española (ADE), creada por republicanos exiliados en Londres. Sin embargo, esta organización tuvo una vida corta porque la policía de Franco logró infiltrarse y arrestó a muchas personas.
Los anarquistas intentaron formar comités clandestinos para ayudar a escapar a los presos, pero sus líderes fueron arrestados y algunos ejecutados. Los comunistas también intentaron establecer una dirección secreta en Madrid. Varios de sus miembros fueron detenidos y algunos, como las conocidas «Las trece rosas», fueron ejecutadas. Otros líderes comunistas también fueron arrestados y ejecutados, lo que debilitó mucho su organización.
Los socialistas tardaron más en reorganizarse. Los primeros grupos surgieron en el País Vasco y Asturias, y más tarde en Madrid.
La oposición republicana desde el exilio
Los republicanos exiliados también buscaron unirse. Diego Martínez Barrio logró agrupar a varios partidos republicanos de izquierda en México, formando la Acción Republicana Española (ARE). Pedían a los países democráticos que ayudaran a derrocar a Franco.
Los anarquistas también se unieron en el Movimiento Libertario en 1939. Sin embargo, tuvieron divisiones internas sobre si debían colaborar con otros grupos políticos.
Los comunistas, al principio, se mantuvieron aislados. Pero después de la invasión de la Unión Soviética en 1941, cambiaron su postura y propusieron una «Unión Nacional» para unir a todos los españoles contra Franco y los invasores. Esto llevó a la creación de la Unión Democrática Española (UDE) en México en 1942, que incluía a comunistas y algunos socialistas y republicanos. Sin embargo, esta unión también se disolvió por diferencias políticas.
En 1943, se formó la Junta Española de Liberación en México, que unió a socialistas y republicanos de la ARE. No incluía a los comunistas.
El PCE impulsó la Unión Nacional Española (UNE), que intentaba agrupar a todas las fuerzas antifranquistas. En 1944, la UNE intentó una invasión de España a través de los Pirineos, conocida como la Operación Reconquista de España, con la participación de guerrilleros españoles que habían luchado en Francia. La operación fracasó y los guerrilleros tuvieron que retirarse.
En octubre de 1944, se creó la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas (ANFD) en España, que buscaba formar un gobierno provisional y convocar elecciones. Intentaron negociar con generales monárquicos, pero las conversaciones no tuvieron éxito, en parte por las detenciones de sus líderes por la policía de Franco.
En 1945, se celebró una reunión de las Cortes republicanas en México para intentar formar un gobierno provisional, pero no se logró un acuerdo.
La Conferencia de Yalta en 1945, donde los líderes de la Unión Soviética, Estados Unidos y Gran Bretaña acordaron que los países liberados debían elegir libremente a sus gobiernos, fue una amenaza para el régimen de Franco. España fue excluida de la conferencia de San Francisco que dio origen a la ONU, y la Conferencia condenó a los regímenes que habían surgido con el apoyo de la Alemania nazi y la Italia fascista, lo que era una referencia directa a Franco.
La oposición monárquica
Los monárquicos, que querían restaurar la monarquía en España, también presionaron a Franco. En 1941, algunos generales monárquicos formaron una junta para intentar que Franco cediera el poder. Sin embargo, tenían diferencias entre ellos y no lograron su objetivo.
En 1942, el general Kindelán pidió a Franco que restaurara la monarquía. Franco reaccionó destituyendo a algunos de los líderes monárquicos.
En noviembre de 1942, Juan de Borbón, el heredero al trono, hizo públicas sus aspiraciones en el Manifiesto de Ginebra, donde se presentaba como un rey para todos los españoles. Franco, aunque no reaccionó de inmediato, destituyó a Kindelán de su puesto.
En 1943, un grupo de procuradores de las Cortes de Franco le pidió que restaurara la monarquía. Franco los destituyó y arrestó a algunos de los promotores. La caída de Benito Mussolini en Italia dio un nuevo impulso a la causa monárquica, y varios generales pidieron a Franco que renunciara, pero él se mantuvo firme.
Finalmente, en marzo de 1945, don Juan de Borbón publicó el Manifiesto de Lausana, en el que rompía con el franquismo, afirmando que el régimen era incompatible con la nueva situación mundial. Franco respondió destituyendo a los partidarios de don Juan que ocupaban cargos oficiales y reafirmando el apoyo del ejército a su régimen.
La oposición después de la Segunda Guerra Mundial (1945-1950)
El «maquis» y la resistencia interna
Las condenas internacionales al régimen de Franco, como la de la Conferencia de Potsdam en 1945, aumentaron las esperanzas de la oposición. Esto llevó a un incremento de la actividad del «maquis», grupos de guerrilleros que luchaban contra el régimen en España.
El gobierno de Franco respondió con medidas muy duras, incluyendo la Ley de Bandidaje y Terrorismo en 1947, que permitía la pena de muerte para los guerrilleros. Tanto los guerrilleros como las fuerzas del régimen cometieron actos de represalia, afectando a la población civil. El régimen usó la actividad guerrillera para justificar su represión, presentándola como una continuación de la guerra civil.
La oposición republicana en el exilio
En 1945, se formó un gobierno republicano presidido por José Giral en México. Sin embargo, este gobierno no fue reconocido por las principales potencias ni por la ONU, lo que llevó a la dimisión de Giral en 1947.
La oposición republicana se dividió sobre si debían aliarse con los monárquicos o seguir defendiendo la República, y sobre si debían continuar la lucha guerrillera o centrarse en la diplomacia internacional.
La oposición monárquica
Los monárquicos también aumentaron su presión después del Manifiesto de Lausana. Don Juan de Borbón se trasladó a Estoril (Portugal) en 1946, lo que preocupó a Franco y llevó a la ruptura de sus relaciones.
En 1947, Franco promulgó la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado, que le permitía designar a su sucesor como rey o regente, sin reconocer los derechos hereditarios de don Juan. Don Juan rechazó esta ley en el Manifiesto de Estoril, defendiendo sus derechos al trono. La ley fue aprobada por las Cortes y luego en un referéndum, con una alta participación y un resultado favorable al régimen, gracias a la propaganda oficial.
La derrota de la oposición
El inicio de la «Guerra Fría» cambió la situación internacional. España se volvió estratégicamente importante para el bloque occidental. En 1947, Estados Unidos se opuso a nuevas condenas a Franco en la ONU. Francia reabrió su frontera con España, y se firmaron acuerdos comerciales. En 1950, la ONU revocó su resolución de condena al régimen de Franco, lo que permitió el regreso de los embajadores occidentales a Madrid y la entrada de España en organismos internacionales.
La rehabilitación internacional de Franco y la Ley de Sucesión debilitaron a la oposición monárquica. Don Juan de Borbón cambió de estrategia y se reunió con Franco en 1948. Acordaron que el hijo de don Juan, Juan Carlos de Borbón, se educaría en España bajo la tutela de Franco. Este acuerdo anuló un pacto previo entre monárquicos y socialistas para luchar juntos contra la dictadura.
La oposición republicana, ante el reconocimiento internacional de Franco, perdió fuerza. La actividad guerrillera disminuyó, y los comunistas la abandonaron en 1952.
A finales de 1948, Franco se sentía seguro. El estado de guerra, que había existido desde el inicio de la guerra civil, terminó en 1948, aunque los tribunales militares siguieron juzgando los "delitos políticos".
Los años 50: Un periodo difícil
La «travesía del desierto»
Los años 50 fueron un periodo muy difícil para la oposición. La policía desmanteló muchos intentos de reconstruir partidos y organizaciones obreras clandestinas. Líderes como Tomás Centeno (socialista) y Joan Comorera (comunista) fueron arrestados, y algunos murieron en prisión.
Sin embargo, en 1951, hubo una importante protesta obrera en Barcelona debido al aumento de los precios y las malas condiciones laborales. La huelga de tranvías fue un éxito y demostró que la población podía organizarse. También hubo protestas en otras ciudades.
Don Juan de Borbón continuó su acercamiento a Franco, reuniéndose en secreto con él a finales de 1954.
El surgimiento de una nueva oposición (1956)
En 1956, hubo incidentes violentos en la Universidad de Madrid entre estudiantes que pedían elecciones libres y falangistas. Esto mostró que el régimen estaba perdiendo el control sobre la juventud universitaria. Franco respondió suspendiendo algunos derechos y cerrando la universidad.
Estos eventos marcaron un punto de inflexión. Una nueva generación, que había crecido bajo el régimen, comenzó a organizarse como oposición, sin importar el bando de sus padres en la guerra.
Los comunistas fueron los primeros en adoptar una nueva estrategia de «Reconciliación Nacional» en 1956, buscando el entendimiento con todas las fuerzas antifranquistas. Sin embargo, sus convocatorias de huelga no tuvieron éxito.
A partir de 1958, reaparecieron las huelgas, especialmente en Asturias y Cataluña, centradas en mejoras salariales. Los mineros asturianos crearon comisiones de obreros para negociar directamente, al margen de los sindicatos oficiales del régimen. La intensidad de estas huelgas llevó a Franco a suspender nuevamente algunos derechos.
Los años 60: Crecimiento de la oposición
Los cambios sociales y el crecimiento económico de los años 60 provocaron nuevos conflictos. La oposición creció en número de miembros y capacidad de movilización, aunque nunca llegó a ser una alternativa apoyada por la mayoría de los ciudadanos.
El movimiento obrero
El principal desafío fue el resurgimiento de las huelgas, que seguían siendo ilegales. La huelga minera de Asturias de 1962 marcó el inicio de una creciente politización del movimiento obrero, debido a la represión policial y la negativa del régimen a legalizar los derechos de huelga y asociación sindical.
Este nuevo movimiento obrero se organizó en torno a las Comisiones Obreras, que surgieron para negociar directamente con los empresarios. El régimen las prohibió en 1967, considerándolas una extensión del Partido Comunista. Los sindicatos históricos como la UGT y la CNT también comenzaron a reorganizarse lentamente.
El movimiento estudiantil
Las protestas estudiantiles en las universidades se extendieron a lo largo de la década, mostrando el fracaso del franquismo en el ámbito cultural e ideológico. La represión (sanciones, expulsiones, detenciones) alienó aún más a los estudiantes. Las movilizaciones de 1965 llevaron a la disolución del SEU (el sindicato estudiantil oficial) y al nacimiento de nuevos grupos estudiantiles democráticos. En 1969, los sucesos estudiantiles provocaron la declaración del estado de excepción en toda España.
La oposición católica
Un fenómeno que sorprendió al régimen fue la aparición de sectores católicos que se oponían a Franco. Esto se debió a un cambio generacional en el clero y a las nuevas ideas del Concilio Vaticano II. En 1961, sacerdotes vascos criticaron a sus obispos por colaborar con el régimen. En 1963, el abad del Monasterio de Montserrat, Aureli Maria Escarré, denunció la falta de libertades en España, lo que le obligó a exiliarse.
A partir de entonces, muchos católicos progresistas y sacerdotes participaron en protestas obreras y estudiantiles, usando las iglesias como lugares de reunión, gracias a la inmunidad que tenían. Cientos de sacerdotes fueron encarcelados por estas actividades. En 1967, una encuesta mostró que el 80% de los sacerdotes apoyaban una separación clara entre la Iglesia y el Estado.
El resurgimiento de los nacionalismos
También resurgieron las demandas culturales y políticas en Cataluña y el País Vasco. En Cataluña, los sucesos del Palau de la Música en 1960, donde el público cantó un himno catalán prohibido, marcaron el inicio del renacimiento del nacionalismo catalán. Esto llevó a la detención de Jordi Pujol. En 1961, nació la organización cultural Omnium Cultural.
En el País Vasco, el renacimiento del nacionalismo fue impulsado por jóvenes universitarios católicos que rechazaban la pasividad de sus mayores. Así surgió ETA (Euskadi Ta Askatasuna) en 1959, que se definió como un «movimiento revolucionario de liberación nacional» y optó por la «lucha armada» para poner fin a la «opresión del pueblo vasco».
Algunas fuentes señalan que la primera víctima mortal de ETA fue una niña en 1960, aunque otros atribuyen el atentado a otro grupo. En 1968, ETA cometió su primer asesinato premeditado, el de un comisario de policía. Desde entonces, la actividad de ETA se convirtió en un problema importante para el franquismo, que respondió con una represión muy dura en el País Vasco.
La reconstrucción de los partidos antifranquistas
En este contexto de creciente conflicto, los partidos y organizaciones obreras como el PSOE, la UGT, la CNT y el PCE se reconstruyeron en España. El Partido Comunista de España (PCE) fue el más activo y organizado.
La represión franquista se centró en estas organizaciones. La ejecución del líder comunista Julián Grimau en 1963, por supuestos crímenes de guerra, provocó una gran ola de protestas en Europa. Como resultado, se creó el Tribunal de Orden Público (TOP) para juzgar los "delitos políticos" en lugar de los tribunales militares. Sin embargo, con la actividad de ETA, los delitos con armas volvieron a ser juzgados por militares.
Fuera de la izquierda obrera, surgieron grupos liderados por personalidades como José María Gil Robles (demócrata-cristiano) o Joaquín Ruiz Giménez, quien fundó la revista Cuadernos para el Diálogo, un importante medio de expresión para la oposición.
En junio de 1962, se celebró el IV Congreso del Movimiento Europeo en Múnich, al que asistieron políticos de la oposición. Acordaron un documento a favor de la democracia. Franco denunció este encuentro como un «contubernio de Múnich» y exilió o confinó a algunos participantes. Esto afectó la petición de España de unirse a la Comunidad Económica Europea, que ya había declarado que no admitiría a gobiernos sin legitimidad democrática.
El final del franquismo (1969-1975)
Aumento de la conflictividad (1969-1973)
En 1969, se formó un nuevo gobierno liderado por el almirante Carrero Blanco, que respondió a los conflictos laborales y estudiantiles con más represión. Entre 1969 y 1973, varios trabajadores murieron por acciones policiales, y líderes de Comisiones Obreras fueron detenidos. La represión fue aún más dura en el País Vasco y Navarra debido a la actividad de ETA.
A finales de 1970, el gobierno decidió juzgar a 16 personas acusadas de pertenecer a ETA en un tribunal militar, en lo que se conoció como el «juicio de Burgos». Esto provocó una gran ola de solidaridad en el País Vasco y una campaña internacional. ETA secuestró al cónsul alemán. Aunque el tribunal dictó varias penas de muerte, Franco las conmutó debido a la presión internacional.
El «juicio de Burgos» también aumentó la tensión entre la Iglesia católica y el franquismo. Obispos y la Conferencia Episcopal Española pidieron clemencia y garantías procesales. La Iglesia, especialmente bajo el cardenal Tarancón, se distanció del régimen, lo que Franco consideró una «puñalada por la espalda».
El 20 de diciembre de 1973, ETA asesinó al almirante Carrero Blanco en Madrid con una bomba. Esto causó la crisis política más grave del franquismo, ya que Carrero Blanco era la persona designada por Franco para asegurar la continuidad de su régimen.
Los dos últimos años (1974-1975)
El nuevo gobierno de Carlos Arias Navarro intentó ser más abierto, pero duró poco. En 1974, el arzobispo de Bilbao fue obligado a marcharse por una pastoral a favor de la libertad del pueblo vasco. Poco después, el anarquista Salvador Puig Antich fue ejecutado, a pesar de las protestas internacionales.
La Revolución de los Claveles en Portugal en abril de 1974, que puso fin a la dictadura salazarista, mostró el aislamiento del franquismo. En julio, Franco fue hospitalizado y cedió temporalmente sus poderes al príncipe Juan Carlos, aunque los recuperó en septiembre.
En septiembre de 1974, un atentado de ETA en una cafetería de Madrid causó 12 muertes.
A medida que la muerte de Franco se acercaba, la oposición se fortaleció y buscó unirse. El modelo fue la Assemblea de Catalunya, una plataforma unitaria creada en 1971 que agrupaba a toda la oposición catalana. Su lema «Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía» fue adoptado por toda la oposición.
En julio de 1974, Santiago Carrillo (PCE) y Rafael Calvo Serer presentaron en París la Junta Democrática, que buscaba una «ruptura democrática» con el franquismo mediante la movilización ciudadana. Su objetivo era formar un gobierno provisional que restableciera las libertades y convocara un referéndum sobre la forma de estado.
Sin embargo, el PCE no logró integrar a todos los grupos de oposición, especialmente al PSOE, que no aceptaban la hegemonía comunista y estaban dispuestos a aceptar la monarquía de Juan Carlos si conducía a la democracia. Estos grupos formaron su propia plataforma, la Plataforma de Convergencia Democrática, en junio de 1975, con Felipe González como nuevo líder del PSOE.
La crisis económica de 1974-1975, con aumento de la inflación y el desempleo, alimentó una ola de huelgas y movilizaciones obreras, estudiantiles y de nuevos movimientos sociales.
También surgió la Unión Militar Democrática (UMD), una organización clandestina de militares jóvenes que buscaban un cambio democrático, aunque su alcance fue limitado.
La actividad terrorista de ETA y del FRAP aumentó, lo que llevó a una represión más dura. En agosto de 1975, se aprobó un decreto-ley antiterrorista que devolvía la jurisdicción militar para estos delitos.
Entre agosto y septiembre de 1975, tres militantes de ETA y ocho del FRAP fueron condenados a muerte. A pesar de las protestas internacionales y las peticiones de clemencia, Franco no conmutó las penas de muerte a cinco de ellos, y fueron fusilados el 27 de septiembre de 1975. Este hecho provocó un gran rechazo internacional y el retiro de embajadores de varios países europeos, aislando nuevamente al régimen.
El 1 de octubre de 1975, el Movimiento organizó una gran manifestación de apoyo a Franco en Madrid. Ese mismo día, un nuevo grupo terrorista, el GRAPO, asesinó a cuatro policías. La Junta Democrática y la Plataforma emitieron un comunicado conjunto comprometiéndose a unirse para garantizar las libertades políticas.
Doce días después de la manifestación, Franco cayó enfermo. El 30 de octubre, traspasó sus poderes al príncipe Juan Carlos. Finalmente, en la mañana del 20 de noviembre de 1975, el presidente del gobierno, Carlos Arias Navarro, anunció el fallecimiento de Franco.