Abderramán III para niños
Datos para niños Abderramán III |
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Emir de Córdoba Califa de Córdoba |
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Emir de Córdoba | ||
16 de octubre de 912-16 de enero de 929 | ||
Predecesor | Abd Alláh | |
Sucesor | Él mismo (Califa de Córdoba) |
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Califa de Córdoba | ||
16 de enero de 929-15 de octubre de 961 | ||
Predecesor | Él mismo (Emir de Córdoba) |
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Sucesor | Alhakén II | |
Información personal | ||
Nombre completo | ‘Abd al-Rahmān ibn Muḥammad al-Nāṣir li-Dīn Allāh الناصر لدين الله عبد الرحمن بن محمد |
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Nacimiento | 8 de enero de 891 Córdoba |
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Fallecimiento | 15 de octubre de 961 Medina Azahara (Córdoba) |
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Sepultura | Rawda del Alcázar andalusí de Córdoba | |
Familia | ||
Casa real | Dinastía Omeya Dinastía Íñiga |
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Padre | Mohámed | |
Madre | Muzna | |
Consorte |
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Hijos | ||
Abderramán III (nacido en Córdoba el 7 de enero de 891 y fallecido en Medina Azahara el 15 de octubre de 961) fue una figura muy importante en la historia de al-Ándalus. Fue el octavo y último emir independiente de Córdoba, gobernando desde 912 hasta 929. Después, se proclamó el primer califa omeya de Córdoba, reinando como tal desde 929 hasta su muerte en 961. Su nombre completo era ‘Abd al-Rahmān ibn Muḥammad al-Nāṣir li-Dīn Allāh, que significa "aquel que hace triunfar la religión de Dios".
Abderramán III era hijo de un noble cordobés y de Muzna, una mujer de origen navarro. Vivió setenta años y gobernó durante cincuenta. Durante su reinado, fundó la impresionante ciudad palatina de Medina Azahara y llevó al emirato de Córdoba a un periodo de gran esplendor, convirtiéndolo en un centro de civilización y cultura.
Al principio de su gobierno, Abderramán III se dedicó a unificar el territorio, que estaba dividido por muchas rebeliones. Usó una combinación de diplomacia y fuerza para lograrlo. En 929, se proclamó califa, desafiando a otras dinastías importantes de la época. El periodo como califa fue el más brillante de su reinado, logrando controlar las fronteras y mantener a raya a los reinos cristianos del norte de la península. El califato de Córdoba se convirtió en uno de los estados más poderosos de Europa occidental.
Contenido
- ¿Quién fue Abderramán III en su juventud?
- ¿Cómo era Abderramán III y su vida familiar?
- ¿Cómo llegó Abderramán III al poder?
- ¿Cuáles fueron los desafíos de Abderramán III?
- Su periodo como emir (912-929)
- Su periodo como califa (929-961)
- Su fallecimiento
- ¿Cuáles fueron sus grandes logros?
- Véase también
¿Quién fue Abderramán III en su juventud?
Su nacimiento y familia
Abderramán III, cuyo nombre significa "siervo del Misericordioso", fue el tercer gobernante con ese nombre y el octavo de su dinastía en la península ibérica. Nació el 7 de enero de 891. Era nieto de Abdalá I, el séptimo emir independiente de Córdoba. Su familia, los omeyas, había gobernado antes el Califato de Damasco y luego se estableció en la península ibérica.
Su padre fue Mohamed, el hijo mayor de Abdalá, y su madre fue Muzna, una mujer de origen cristiano, posiblemente vascón. Una de sus abuelas, Onneca, también era de origen vascón. Esto significa que Abderramán III tenía raíces hispanovascas y árabes. Desde pequeño, fue el nieto favorito de su abuelo, el emir.
¿Qué significa su nombre?
El nombre que recibió el nieto del emir cordobés fue Abderramán, igual que su tatarabuelo Abderramán II y el fundador del emirato, Abderramán I. El nombre Abd al-Rahman significa "el siervo del Dios misericordioso". También recibió el título de Abul-Mutarrif, que se puede entender como "el combatiente o héroe que ataca valientemente a los enemigos y los rechaza", un "caballero noble" o "campeón". Se esperaba que fuera un campeón al servicio de Dios y que restaurara el poder de su dinastía.
Su infancia y juventud
Poco después de su nacimiento, el padre de Abderramán, Muhámmad, falleció en un conflicto familiar. Abderramán III pasó su primera infancia en el palacio de su abuelo, el emir Abdalá, junto a su madre, tíos y muchos sirvientes. Su tía, conocida como al-Sayyida, se encargó de su crianza y educación.
Abderramán tuvo una juventud tranquila, dedicada a los estudios. Aunque al principio no tenía mucha experiencia militar o administrativa, su abuelo lo eligió como sucesor por su inteligencia, confianza y gusto por los asuntos de gobierno.
¿Cómo era Abderramán III y su vida familiar?
Su apariencia y carácter
Se decía que Abderramán III era atractivo, con piel clara, cabello rubio rojizo y ojos azul oscuro. Era de complexión fuerte y no muy alto. Se teñía la barba de negro para parecer más árabe.
Era conocido por ser cortés, amable, generoso, inteligente y perspicaz. Tenía un gran conocimiento del derecho musulmán y otras materias. También era un buen poeta y orador. Los cronistas de la época destacaron sus virtudes, como su sabiduría y diplomacia, su firmeza y valentía.
Abderramán III adoptó un protocolo y una pompa palaciega muy elaborados, inspirados en los imperios bizantino y abasí, para mostrar la grandeza de su cargo como califa. A pesar de esto, en el trato diario era sencillo. Fue el gobernante omeya más tolerante en asuntos religiosos, permitiendo que cristianos y judíos tuvieran papeles importantes en su gobierno. Ambos grupos prosperaron bajo su mandato y le fueron leales.
Sin embargo, también tenía un carácter fuerte y podía ser muy estricto con quienes lo desobedecían.
Sus esposas e hijos

Abderramán III tuvo varias esposas y concubinas. Sus tres principales esposas fueron Fátima, Maryam y Mustaq.
- Fátima al-Qurasiyya era su prima, hija de su tío abuelo. Fue su primera esposa y la única de origen libre.
- Maryam (también conocida como Maryan o Muryana) era una esclava de origen cristiano. Se convirtió en su favorita y tuvo cinco hijos con él, incluyendo a Alhakén II, quien sería su sucesor.
- Mustaq fue su favorita en los últimos años de su vida y madre de su último hijo, al-Mughira.
Abderramán tuvo dieciocho o diecinueve hijos varones y dieciséis hijas. Para evitar conspiraciones, no permitía que sus hijos varones, excepto el heredero y el más joven, vivieran en el palacio real después de la infancia. Les proporcionaba residencias lujosas y dinero, pero no les daba cargos de poder.
Su hijo Alhakén II fue designado heredero desde los cuatro años. A los doce años, ya estaba al frente de tropas. Su padre lo mantuvo alejado de la vida social y de las mujeres para evitar que se formaran grupos en torno a él que pudieran intentar derrocarlo. Esto hizo que Alhakén no tuviera hijos hasta muy tarde, lo que causó problemas políticos después.
Abderramán también ordenó la ejecución de otro de sus hijos, Abd Allah, acusado de rebelión.
¿Cómo llegó Abderramán III al poder?
Abderramán III accede al trono emiral:
«Se sentó en el trono para recibir el juramento de fidelidad de los súbditos el jueves 1º del mencionado mes de rabi en el Maylis al-Kamil de Córdoba. Los primeros que le juraron fueron sus tíos paternos, hijos del imam Abd Allah, que eran: Aban, al-Así, Abderramán, Muhámmad y Áhmad; los cuales vinieron a verle con mantos y túnicas exteriores blancas, en señal de luto. Siguieron a éstos los hermanos de su abuelo, que eran al-Así, Sulaymán, Sa'id y Áhmad, de los cuales fue Áhmad el que tomó la palabra y el que, después de jurado, lo alabó diciendo: ¡Por Dios! Sabedor de lo que hacía te escogió Dios para gobernamos a todos, altos y bajos. Yo esperaba esto del favor que Dios nos concede y como prueba de que vela por nosotros. Lo que pido a Dios es que nos inspire la gratitud debida, nos complete sus beneficios y nos enseñe a alabarlo. Tras los miembros de la familia califal se fueron sucediendo los individuos y personajes notables de Qurays, uno por uno, más los mawlas. Luego lo hicieron los personajes más importantes entre los moradores de Córdoba: alfaquíes, gentes de relieve, magnates y miembros de las clases nobles. Terminó la ceremonia de la jura para las clases elevadas a la hora de la oración meridiana de ese día, en la que Aberramán, acompañado de los visires y de los altos funcionarios del Estado, dejó el trono para hacer la oración fúnebre por su abuelo e inhumarlo en su sepulcro de la Rawdat al-julafa de Córdoba». —Una Crónica anónima de Abderramán al-Nasir. Ed. y trad. cits., pp. 91-93.
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Cuando su abuelo, el emir Abd Allah, falleció en 912, Abderramán fue elegido como su sucesor, a pesar de que había otros familiares que podrían haber reclamado el trono. La sucesión se llevó a cabo sin grandes problemas, y tanto la corte como el pueblo juraron lealtad al nuevo emir.
Abderramán III subió al trono el 16 de octubre de 912, con poco más de veintiún años. Heredó un emirato que estaba a punto de desintegrarse, con su poder limitado a Córdoba y sus alrededores. Inmediatamente, Abderramán anunció su intención de recuperar el prestigio y la autoridad de los emires omeyas.
¿Cuáles fueron los desafíos de Abderramán III?
Para recuperar el poder, Abderramán III tuvo que enfrentar varios desafíos:
- Rebeliones internas: Muchas regiones del emirato se habían vuelto casi independientes, y había una larga rebelión liderada por Omar ibn Hafsún.
- Rivalidad con los fatimíes: La dinastía fatimí en el Magreb (norte de África) era una amenaza política y religiosa.
- Reinos cristianos del norte: Los reinos cristianos en el norte de la península continuaban su expansión.
Abderramán III actuó con firmeza para acabar con los rebeldes, fortalecer el poder central y restablecer el orden. Para ello, introdujo en su corte a los saqalibah (esclavos de origen europeo) para equilibrar las disputas entre los grupos árabes y bereberes.
Su periodo como emir (912-929)
Durante los primeros veinte años de su reinado, Abderramán III llevó a cabo exitosas campañas militares contra los rebeldes en Andalucía, Extremadura, Levante y Toledo. Su principal objetivo era romper las alianzas contra los omeyas. Usó una mezcla de negociación, promesas de privilegios y fuerza para someter a los rebeldes. A menudo, los rebeldes que se rendían sin luchar eran perdonados y sus soldados se unían al ejército de Córdoba. Después de veinticinco años de campañas, logró someter a todos los rebeldes.
¿Cómo mejoró la situación del emirato?
Situación militar y económica
La situación económica del emirato mejoró mucho, lo que permitió a Abderramán III aumentar su ejército y tener más éxito en sus campañas. Los territorios recuperados contribuían con impuestos, lo que a su vez fortalecía al ejército y extendía aún más la autoridad del emir. La estabilidad también impulsó el comercio y la prosperidad en al-Ándalus.
Campañas contra los territorios rebeldes
Bereberes y la conquista de Écija

La primera campaña de Abderramán III fue un mes después de subir al trono. Sus fuerzas derrotaron a los bereberes y tomaron Caracuel. Luego, el 1 de enero de 913, su general Badr entró en Écija sin derramamiento de sangre. Las murallas de la ciudad fueron derribadas, y sus soldados se unieron al ejército de Córdoba.
Andalucía oriental
En la primavera de 913, Abderramán III dirigió personalmente una campaña por Andalucía oriental, con el objetivo de controlar Jaén y Granada, que estaban parcialmente en manos de rebeldes. Conquistó castillos y sometió a los líderes rebeldes. Perdonó a quienes se rindieron sin resistencia y envió a sus familias a Córdoba para asegurar su lealtad. En esta campaña, que duró noventa y dos días, conquistó o destruyó setenta castillos y casi trescientas torres fortificadas.
Sometimiento de Sevilla
Abderramán III también aprovechó las rivalidades entre las familias nobles de Sevilla y Carmona para someterlas. En diciembre de 913, Sevilla se rindió, y sus murallas fueron derribadas. El señor de Carmona, que había ayudado a someter Sevilla, se rebeló más tarde, pero fue derrotado. Carmona finalmente fue tomada por asalto en septiembre de 917.
Para 917, la mayor parte del territorio andalusí estaba bajo el control de Córdoba, excepto algunas zonas fronterizas y las controladas por Ibn Hafsún.
La resistencia de Omar ibn Hafsún y sus hijos

Abderramán III lanzó varias campañas contra Omar ibn Hafsún, su principal enemigo. En 914, sus tropas atravesaron los territorios rebeldes, bloquearon a Ibn Hafsún por mar, pero no lograron un control total de las tierras.
Omar ibn Hafsún falleció en 918, pero sus hijos continuaron la rebelión. Abderramán III siguió enviando expediciones anuales contra ellos. En 920, uno de los hijos de Ibn Hafsún fue asesinado, y otro de sus hermanos tomó el mando. Finalmente, el 17 de enero de 928, el último hijo de Ibn Hafsún, Hafs, rindió la fortaleza de Bobastro a cambio del perdón. Abderramán III visitó la localidad y ordenó que fuera completamente arrasada. El cuerpo de Omar ibn Hafsún fue desenterrado y exhibido en una de las puertas de Córdoba como castigo por su larga rebelión. Con la conquista de Bobastro, Abderramán III logró someter toda Andalucía.
Levante y Poniente
Abderramán III también se ocupó de otras regiones donde su autoridad era débil. En 916, sus fuerzas se dirigieron al Algarve y al Levante. Conquistaron Lorca y Murcia. En 917, Niebla fue tomada por asalto, y Mérida y Santarem también fueron conquistadas.
En 924, Abderramán III usó una campaña contra Pamplona para someter a los rebeldes levantinos, logrando controlar Lorca. En 928, después de acabar con la rebelión de Bobastro, pudo enviar más fuerzas al noreste. Los señores de Alicante, Callosa, Valencia, Alcira y Játiva se rindieron. La conquista de Chinchilla y Peñas de San Pedro completó el sometimiento del Levante.
Ese mismo año, uno de sus generales tomó Mérida, y en 929, Abderramán III tomó Beja y Ocsónoba. Para cuando se proclamó califa, aún le quedaban por someter algunas ciudades importantes en las fronteras.
Su periodo como califa (929-961)
Proclamación califal de Abderramán III:
«En el nombre de Dios Clemente y Misericordioso. Los más dignos de reivindicar enteramente su derecho y los más merecedores de completar su fortuna y de revestirse de las mercedes con que Dios Altísimo los ha revestido, somos Nosotros, por cuanto Dios Altísimo nos ha favorecido con ello, ha mostrado su preferencia por nosotros, ha elevado nuestra autoridad hasta ese punto, nos ha permitido obtenerlo por nuestro esfuerzo, ha facilitado logrado con nuestro gobierno, ha extendido nuestra fama por el mundo, ha ensalzado nuestra autoridad por las tierras, ha hecho que la esperanza de los mundos estuviera pendiente de Nosotros, ha dispuesto que los extraviados a nosotros volvieran y que nuestros súbditos se regocijaran por verse a la sombra de nuestro gobierno (todo ello por la voluntad de Dios; loado sea Dios, otorgador de los beneficios, por el que nos ha otorgado, pues Él merece la máxima loa por la gracia que nos ha concedido. En consecuencia, hemos decidido que se nos llame con el título de Príncipe de los Creyentes, y que en las cartas, tanto las que expidamos como las que recibamos, se nos dé dicho título, puesto que todo el que lo usa, fuera de nosotros, se lo apropia indebidamente, es un intruso en él, y se arroga una denominación que no merece. Además, hemos comprendido que seguir sin usar ese título, que se nos debe, es hacer decaer un derecho que tenemos y dejarse perder una designación firme. Ordena, por tanto, al predicador de tu jurisdicción que emplee dicho título, y úsalo tú de ahora en adelante cuando nos escribas. Si Dios quiere». —Una Crónica anónima de Abderramán al-Nasir. Ed. y trad. cits., pp. 152-153.
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El 16 de enero de 929, Abderramán III se proclamó jalifa rasul-allah (sucesor del enviado de Dios, califa) y amir al-muminin ("príncipe de los creyentes"). Con esto, afirmaba tener más derecho a este título que otros califas de la época, como los de Kairuán y Bagdad. También adoptó el título de an-nasir li-din Allah ("el que obtiene la victoria para la religión de Dios"). Dos meses antes, había fundado una casa de moneda para acuñar dinares de oro y dirhemes de plata, un símbolo de su autoridad suprema.

Como califa, Abderramán III se convirtió en el líder espiritual y temporal de todos los musulmanes de al-Ándalus, y también protector de las comunidades cristiana y judía. Su nombre debía ser mencionado en los sermones de los viernes y en las monedas. También era el jefe de los ejércitos.
La proclamación del califato marcó el apogeo del islam en la península ibérica, con gran poder político, prosperidad económica, desarrollo cultural y avances científicos.
Política interna
Sometimiento de las marcas fronterizas
Las campañas para someter las regiones fronterizas comenzaron el mismo año en que se proclamó califa. Primero, se dirigió a la Marca Inferior, recuperando ciudades como Mérida, Beja y Ocsónoba. En 930, recuperó el control de Badajoz. Abderramán combinó la fuerza militar con el perdón a los líderes locales y la reducción de impuestos para dominar la región.
Luego, se concentró en la Marca Media. Aunque Toledo se había sometido antes, se rebeló en 930. La ciudad resistió un asedio de dos años, pero finalmente se rindió el 2 de agosto de 932. Abderramán le concedió una amplia autonomía.
En 931, las Baleares se sometieron, y en 932, Zaragoza y Lérida. Aunque el señor de Zaragoza se negó a participar en una campaña en 934, Abderramán lo sometió en 937. Con la conquista de Zaragoza, las marcas fronterizas quedaron bajo el control de Córdoba.
Situación del Estado y reformas
Reformas administrativas
Abderramán III restableció el cargo de hayib (una especie de primer ministro). Para mantener el control de los territorios recuperados, renovaba los cargos con frecuencia, asegurándose de que nadie tuviera demasiado poder. Se rodeó de personas capaces en la administración y reformó el sistema provincial para reducir el poder de los gobernadores. Los ingresos del Estado aumentaron enormemente, lo que permitió un gran desarrollo.
Situación militar y reformas
Abderramán III fortaleció el ejército, especialmente con mercenarios de origen bereber, sudanés o cristiano. El ejército permanente llegó a tener sesenta mil soldados. Mantuvo la caballería como la fuerza principal. El mantenimiento del ejército era costoso, y las incursiones militares en el norte servían para obtener botín y pagar a las tropas.
También impulsó el crecimiento de la flota naval, construyendo más barcos y mejorando los puertos. Esto le permitió controlar el Mediterráneo occidental y protegerse de ataques. La flota fue crucial para intervenir en el Magreb.
Política religiosa y social
Abderramán III puso fin a las persecuciones de cristianos y judíos, mejorando las tensiones sociales y religiosas. Aunque muchos rebeldes eran muladíes (musulmanes de origen hispano), Abderramán trató de ganarse su favor y nombró a algunos en puestos importantes. La movilidad social aumentó, y el poder no se limitó solo a la población árabe.
Favoreció la unidad religiosa suní malikí, que era la oficial, y persiguió a quienes consideraba herejes, pero toleró otras corrientes. Se cree que durante su reinado, por primera vez, más de la mitad de la población de al-Ándalus era musulmana.
Los cristianos y judíos tuvieron un papel importante. El obispo Recemundo fue un destacado diplomático. Los judíos prosperaron en el comercio, la traducción y la medicina. Abderramán III buscó el apoyo de todos los grupos culturales, no solo de los árabes.
Urbanismo, arte y tecnología
Durante el califato, hubo grandes avances en la agricultura, con la introducción de nuevos cultivos como el arroz, el trigo duro, el sorgo, la caña de azúcar y frutas. Se amplió el cultivo de regadío, lo que mejoró las cosechas y redujo las hambrunas. También florecieron industrias como la minería, la cerámica, la fabricación de vidrio y textiles.
Córdoba se convirtió en la ciudad más grande de Europa occidental, rivalizando con Bagdad y Constantinopla. Abderramán III llevó a cabo un gran programa urbanístico: amplió la Mezquita de Córdoba, reconstruyó el alminar, pavimentó caminos, creó una nueva casa de moneda y reconstruyó el mercado. Su obra más famosa fue la ciudad palatina de Medina Azahara, construida a las afueras de la capital a partir de 936. Fue una residencia de gran lujo y también la sede de la administración.
Política exterior
En política exterior, el califato se enfrentó a los reinos cristianos en el norte y a la expansión fatimí en el sur (Magreb).
Reinos cristianos: Simancas y la estabilización fronteriza
Primeros años: debilidad de Córdoba

Al principio de su reinado, Abderramán III no pudo evitar las incursiones de los reinos cristianos, ya que su poder era limitado. Los señores fronterizos a menudo se aliaban con los reyes cristianos. Los reinos de León y Pamplona formaron una alianza para expandirse y enfrentar el resurgimiento del poder de Córdoba.
El rey leonés Ordoño II saqueó Évora en 913 y atacó Mérida en 915. Estas incursiones mostraron la debilidad de Córdoba en ese momento.
Reacción de Abderramán y primeras campañas
A partir de 916, Abderramán III decidió tomar las armas contra los estados del norte. Lanzó campañas casi cada año para frenar los ataques cristianos y obtener botín. En 917, los cordobeses sufrieron una derrota en la batalla de Castromoros. Sin embargo, en 918, el general Badr logró una victoria importante en Mitonia contra Ordoño y Sancho Garcés.
En 920, Abderramán III dirigió personalmente una gran campaña. Sus tropas arrasaron ciudades como Osma, Clunia y San Esteban de Gormaz. Luego, en la batalla de Valdejunquera (25 de julio de 920), los cordobeses lograron una victoria aplastante contra los reyes cristianos. Aunque la victoria fue grande, no cambió mucho las fronteras a largo plazo.
En 924, Abderramán III organizó otra gran campaña contra Pamplona, que había sido evacuada y fue arrasada. Aunque se obtuvo un gran botín y se contuvieron los avances cristianos, no se recuperó el territorio perdido.
Derrota en Simancas y cambios territoriales

En 939, Abderramán III sufrió su mayor derrota en la batalla de Simancas a manos de los reinos cristianos. Esta derrota fue tan significativa que el califa decidió no volver a dirigir personalmente ninguna batalla. Las futuras campañas quedaron en manos de sus generales, y los señores de las marcas fronterizas recuperaron parte de su autonomía. Como consecuencia de esta derrota, Abderramán III ordenó la construcción de Medina Azahara, que también serviría como fortaleza.
La victoria cristiana en Simancas estableció un equilibrio de poder. Los reinos cristianos, especialmente León, lograron controlar territorios al sur del Duero. Abderramán III ordenó fortalecer las defensas de la Marca Media, encargando la reconstrucción de Medinaceli a su general Galib en 946.
Incursiones y diplomacia con los reinos cristianos

A pesar de los acuerdos de paz, los enfrentamientos continuaron. Las incursiones cordobesas llegaron hasta Galicia. Sin embargo, las divisiones internas en los reinos cristianos facilitaron que Abderramán III contuviera su avance. Las campañas no recuperaron territorio perdido, pero proporcionaron botín y protegieron las tierras andalusíes.
El califato intervino activamente en las disputas dinásticas de la monarquía leonesa, apoyando a diferentes candidatos para debilitar al reino más poderoso. Los reyes leoneses de esta época se volvieron, en la práctica, aliados de Abderramán III. En 958, la reina Toda Aznárez de Pamplona visitó a Abderramán III para pedirle ayuda para su nieto, el destronado Sancho I, y el califa lo ayudó a recuperar el trono leonés.
El Magreb
El segundo objetivo de la política exterior de Abderramán III fue frenar la expansión del califato fatimí en el norte de África. Omeyas y fatimíes se disputaron el control de Marruecos, el estrecho de Gibraltar y el Mediterráneo occidental.
Para asegurar el control del estrecho, Abderramán III tomó Melilla y Ceuta (en 926-927 y 931-932), construyó el castillo de Tarifa y fortificó la bahía de Algeciras. Los fatimíes también amenazaban las rutas comerciales que traían oro y esclavos a al-Ándalus desde el Sahara.
Abderramán III impulsó la construcción de astilleros para crear una flota poderosa que protegiera de incursiones y le permitiera controlar el Mediterráneo occidental. Esta flota convirtió al califato de Córdoba en una potencia marítima. El control directo de puertos estratégicos le permitió intervenir en la política y el comercio de la zona. La rivalidad entre omeyas (suníes) y fatimíes (chiitas) se libró a menudo a través de sus aliados locales.
Aunque los fatimíes tuvieron avances iniciales, Abderramán III reaccionó aliándose con líderes locales y apoyando a dinastías en decadencia. En 931, la flota omeya ocupó Ceuta, asegurando el dominio del estrecho. La influencia de Abderramán III se extendió por el Magreb, pero en 958, una gran ofensiva fatimí expulsó a los omeyas de casi todo el Magreb, excepto Ceuta y Tánger. A la muerte de Abderramán en 961, la influencia omeya en la región era mínima.
Balance territorial
Al final de su reinado, Abderramán III había logrado someter a los rebeldes en al-Ándalus y vencer repetidamente a los reinos cristianos del norte. Sin embargo, el territorio de al-Ándalus había sufrido ligeras pérdidas en comparación con el inicio de su reinado. Las campañas sirvieron principalmente para defender las tierras y fortalecer la unidad del estado, más que para conquistar nuevos territorios. En la península, su objetivo era debilitar a los estados cristianos e imponerles la supremacía de al-Ándalus, lo que se reflejó en el pago de tributos por parte de los señores de León, Castilla y Pamplona. En el Magreb, la situación era más difícil, con solo Ceuta y Tánger bajo control de Córdoba.
Su fallecimiento
Abderramán III falleció en Medina Azahara el 15 de octubre de 961, a los setenta y tres años de edad, después de un reinado de cincuenta años. Fue enterrado en el Alcázar de Córdoba, como otros emires y califas omeyas. Le sucedió su hijo Alhakén II, que tenía cuarenta y seis años.
Su mayor logro fue la unificación y pacificación de los territorios de al-Ándalus, que volvió a someter a la autoridad de Córdoba. Sin embargo, a largo plazo, sus esfuerzos no evitaron que el califato se disolviera en 1031, dando lugar a los reinos de taifas.
¿Cuáles fueron sus grandes logros?
Abderramán III no solo hizo de Córdoba el centro de un nuevo imperio musulmán en Occidente, sino que la convirtió en la ciudad más importante de Europa Occidental. Rivalizó con Bagdad y Constantinopla en poder, prestigio, esplendor y cultura. Se dice que bajo su gobierno, Córdoba alcanzó una población de entre 150.000 y 200.000 habitantes, lo que la convertía en la ciudad más poblada de Europa en ese momento.
El califa omeya fue un gran impulsor de la cultura. Dotó a Córdoba con cerca de setenta bibliotecas, fundó una universidad, una escuela de Medicina y otra de traductores del griego y del hebreo al árabe. Hizo ampliar la Mezquita de Córdoba, reconstruyendo el alminar, y ordenó construir la extraordinaria ciudad palatina de Medina Azahara, que fue su residencia hasta su muerte.
Véase también
En inglés: Abd al-Rahman III Facts for Kids
- Al-Ándalus
- Emirato de Córdoba
- Califato de Córdoba
- Pelayo (mártir)