Abderramán I para niños
Datos para niños Abderramán I |
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Emir de Córdoba | ||
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Reinado | ||
756-788 | ||
Predecesor | Creación del emirato; Yúsuf ibn Abd ar-Rahmán al-Fihri como gobernador del Valiato de al-Ándalus |
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Sucesor | Hisham I | |
Información personal | ||
Nombre completo | ‘Abd al-Rahmān ibn Mu‘āwīyya ibn Hišām ibn ‘Abd al-Malik عبد الرحمن بن معاوية بن هشام بن عبد الملك |
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Nacimiento | 731 Damasco, Califato Omeya |
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Fallecimiento | 29 de septiembre de 788 Córdoba, Emirato de Córdoba |
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Sepultura | Alcázar andalusí de Córdoba | |
Familia | ||
Casa real | Dinastía Omeya | |
Padre | Mu'awiya ibn Hisham | |
Madre | Rāh | |
Hijos | Hisham I | |
Abderramán I (nacido en Damasco en marzo de 731 y fallecido en Córdoba en 788) fue un príncipe de la dinastía omeya. En el año 756, después de muchos desafíos, se convirtió en el primer emir independiente de Córdoba. Así fundó la dinastía Umawi en la península ibérica.
Reinó durante 32 años, dedicándose principalmente a controlar las revueltas. Estas revueltas eran causadas por los antiguos líderes del territorio, los seguidores de los abasíes y algunos grupos bereberes.
Su madre era bereber, lo que le ayudó a escapar al norte de África. Esto ocurrió cuando la Revolución abásida triunfó y su familia perdió el poder.
La situación en el emirato no le permitió a Abderramán I organizar expediciones militares a los territorios cristianos del norte. Su reinado estuvo lleno de conflictos internos. Tuvo que sofocar la resistencia del anterior líder, Yúsuf al-Fihri, y de sus hijos. También se enfrentó a los sirios que apoyaban a los abasíes y a los bereberes que vivían en la península.
También se le conocía como al-Dájil (que significa 'el que entra' o 'el inmigrante'). Otro de sus apodos era Saqr Quraish ('el Halcón de los Quraysh') y el «Halcón de al-Ándalus».
¿Quién fue Abderramán I?
Su apariencia
Según el historiador Ibn Idari, Abderramán I era alto y de piel clara. Tenía un lunar en la cara y usaba dos mechones de cabello largos.
Sus primeros años y su huida
Abderramán era nieto de Hisham ibn Abd al-Málik, el décimo califa omeya. Su padre era el príncipe Mu'awiya ibn Hisham y su madre era una mujer bereber de la tribu Nafza. Nació en un lugar cercano a Damasco en marzo del año 731.
Cuando el califa Marwán II fue derrotado en el año 750 y la nueva dinastía de los abasíes tomó el poder, Abderramán tenía menos de veinte años. El nuevo califa, Abu ul-‘Abbás, temía que los omeyas intentaran recuperar el trono. Por eso, invitó a sus rivales a una ciudad en Palestina, donde muchos omeyas perdieron la vida en un evento trágico (25 de julio de 750).
Los únicos que lograron escapar fueron Abderramán, su hermano Yahya, su hijo Sulaymán (de cuatro años), sus hermanas y un hombre de origen griego llamado Badr. Se hicieron pasar por personas que buscaban refugio y huyeron de Damasco. Sin embargo, fueron perseguidos por los soldados de Abbás. Abderramán, su hermano y Badr tuvieron que escapar al desierto en busca de tribus beduinas, dejando atrás a sus hermanas y a su hijo.
Los omeyas, perseguidos por los abasíes, llegaron hasta el río Éufrates. Abderramán y Badr cruzaron el río nadando. Pero Yahya no pudo cruzar y fue capturado. Después de presenciar la pérdida de su hermano Yahya, Abderramán y Badr huyeron a Palestina, Siria y luego al norte de África. Este era un lugar seguro para quienes escapaban de los abasíes.
Durante este cambio de poder, la región omeya había caído en manos de líderes locales. Estos líderes buscaban su independencia, pero no recibieron apoyo. Después de un tiempo, Abderramán se dio cuenta de que su vida estaba en peligro. Huyó aún más lejos, hacia el oeste, y se refugió entre las tribus bereberes del norte de Marruecos (la tribu de los nafzas, a la que pertenecía su madre). Sin embargo, estas tribus terminaron por expulsarlo. En sus viajes, lo acompañaban Badr y algunos seguidores leales de la dinastía omeya. A pesar de los peligros, Abderramán mantuvo la esperanza gracias a una antigua predicción de su tío abuelo Maslama, que decía que él restauraría la fortuna de su familia.
¿Cómo llegó Abderramán a la Península Ibérica?
Abderramán llegó a Ceuta en el año 755, después de cruzar todo el norte de África con su fiel compañero Badr. Desde allí, envió a un mensajero a la península ibérica para buscar apoyo. Encontró muchos seguidores de su familia en la provincia de Elvira, que hoy es Granada.
La península estaba en un momento de desorden. El líder, Yúsef, tenía un liderazgo débil y el territorio estaba dividido por conflictos entre árabes y bereberes. Esta situación le dio a Abderramán la oportunidad que no había encontrado en África.
Gracias a la invitación de sus partidarios, Abderramán llegó a las costas de Almuñécar en septiembre del año 755. En Archidona se proclamó emir. Se instaló en el castillo de Turrush y, con el apoyo de los mozárabes (cristianos que vivían en territorio musulmán y pagaban impuestos), reunió un pequeño ejército. Con este ejército, pudo tomar el poder. En ese momento, Yúsef no pudo enfrentarlo porque estaba ayudando en Zaragoza, que estaba siendo atacada por rebeldes. Yúsef regresó al sur rápidamente, pero sus tropas habían sufrido muchas pérdidas en el norte.
En marzo del año 756, Abderramán entró en Sevilla. Para entonces, ya controlaba las provincias de Elvira, Sidona y Málaga. Sus tropas, formadas por sirios, yemeníes y bereberes, avanzaron por el valle del Guadalquivir. Yúsef salió de Córdoba hacia Sevilla, pero al ver el avance de su enemigo, regresó a la capital. Los dos ejércitos se encontraron a orillas opuestas del río, que estaba crecido y no se podía cruzar. Ambas fuerzas marcharon en paralelo hasta un lugar llamado Al-Musara, a las afueras de Córdoba.
Comenzaron negociaciones y Yúsef ofreció a una de sus hijas en matrimonio y tierras. El 13 de marzo, Abderramán, sabiendo que sus tropas estaban cansadas, propuso a sus hombres aceptar la paz o luchar. Sus soldados eligieron luchar. Viendo que el río había bajado su nivel, Abderramán fingió aceptar la propuesta de Yúsef. Yúsef le envió animales para alimentar a sus tropas, pero al anochecer, el ejército omeya cruzó el río sin ser visto. En ese momento, las tropas omeyas tenían dos mil jinetes y tres mil soldados de infantería.
Al amanecer, ambas fuerzas se prepararon para la batalla de Al-Musara. Para el choque decisivo, Abderramán ordenó a su infantería colocarse en el centro, a pesar de tener poca caballería en los flancos. Armado solo con un arco, el futuro emir era casi el único que montaba un buen caballo de guerra, y estaba rodeado de sus hombres más leales. No tenía bandera, así que improvisó una con un turbante verde y una lanza. El turbante y la lanza se convirtieron en el símbolo de los omeyas españoles. Yúsef también preparó a sus hombres de la misma manera.
La caballería omeya, compuesta por soldados de diversas procedencias, atacó el centro y la derecha de la formación de Yúsef. En la batalla, hubo un enfrentamiento importante entre Jálid Sudi, un líder de Yúsef, y Habid ibn Adb al-Málik, líder de la caballería omeya. Durante la batalla, los yemeníes temían que Abderramán huyera si las cosas salían mal, porque él iba a caballo. Abderramán, al escuchar los rumores, pidió la mula de Abu Sabbah Yahya al-Yahsubi, un gesto que tranquilizó a los yemeníes. Finalmente, los jinetes omeyas y los sirios atacaron el centro del ejército enemigo, acabando con la vida de tres comandantes de infantería. Dos de ellos eran hijos de Yúsef. Yúsef y otro líder huyeron, dando la batalla por perdida. El ala izquierda de Yúsef resistió hasta bien entrado el día, pero sus líderes también perdieron la vida.
Después de la victoria, Abderramán entró en Córdoba y se dirigió al alcázar. Allí expulsó a unos soldados que se habían adelantado y estaban saqueando el palacio. Los yemeníes, molestos por no haber logrado su objetivo, se acercaron a Abu Sabbah Yahya al-Yahsubi, quien les propuso acabar con Abderramán para recuperar el poder. Los yemeníes rechazaron esta idea.
El Emirato de Córdoba
Tras la victoria, Abderramán se proclamó emir independiente de al-Ándalus en Archidona el 16 de marzo. Así estableció un estado diferente al de los abasíes de Bagdad. Poco después, entró triunfante en Córdoba con su espléndido caballo blanco. Inmediatamente después, se casó con una mujer visigoda que se había convertido al islam, quien fue la madre de Hisham I.
Para asegurar su poder sobre los demás grupos, Abderramán creó un ejército profesional de 40.000 soldados. Él mismo los entrenaba y elegía a sus oficiales para asegurar su lealtad. Este ejército incluía a cristianos, hispanos, francos, eslavos, bereberes, mamelucos y personas de todas las clases sociales, incluso algunos que antes eran siervos, quienes recibían un pago constante. Sin embargo, la mayor parte de sus tropas eran soldados contratados del norte de África. Estos soldados, especialmente los que antes eran siervos, eran considerados más leales porque no estaban involucrados en las luchas internas del emirato. Al principio de su reinado, el emir dependía demasiado de sus unidades originales, formadas por sirios, yemeníes, colonos árabes y bereberes, que no eran tan confiables.
El largo reinado de 32 años de Abderramán estuvo marcado por una lucha constante para mantener el orden entre los árabes y bereberes. Estos grupos no querían tener un líder y se resistían a su autoridad, lo que hizo que Abderramán se volviera cada vez más estricto. Por un lado, los yemeníes y qaysíes se unieron a los abasíes. Por otro lado, la revuelta más peligrosa fue la de los bereberes, influenciados por el jariyismo. El líder del jariyismo, al-Wahid, se consideraba descendiente del profeta y se mantuvo en rebeldía. Usó tácticas de guerrilla durante diez años, llegando a controlar la región entre los ríos Tajo y Guadiana.
Yúsef escapó a Toledo, donde reunió un nuevo ejército y atacó la capital con su hijo. Pero la abandonaron al saber que el emir regresaba. El otro líder rebelde, al-Sumayl, escapó a Jaén y buscó el apoyo de Yúsef. Sin embargo, ambos tuvieron que pedir perdón debido a su última derrota. El emir aceptó a cambio de mantener a dos de los hijos de Yúsef como rehenes. Ambos líderes regresaron a Córdoba derrotados entre los años 756 y 757. Yúsef, con un ejército de 20.000 hombres de Toledo, Alicante y Mérida, marchó a Sevilla, pero fue rechazado por los gobernadores locales. Luego regresó a Toledo, donde gobernaba su primo Hisham ibn Urwa, quien le dio refugio hasta que Yúsef perdió la vida a manos de sus propios soldados en el año 759.
Ese mismo año, 759, los habitantes de Narbona acabaron con la vida de la guarnición musulmana y entregaron la ciudad a los francos. A cambio, pudieron mantener sus leyes tradicionales. En ese momento, los musulmanes perdieron el control de toda la Septimania, una región militar importante para controlar a los pueblos de los Pirineos, que habían heredado de los visigodos.
En el año 761, Abderramán sitió Toledo. Allí logró un acuerdo con Hisham, pero este se rebeló de nuevo al año siguiente. Por ello, uno de sus hijos, que había sido entregado como rehén, perdió la vida y su cabeza fue lanzada por encima de los muros de la ciudad. En el año 764, Badr y Tamman ibn Alqama ath-Thaqifi asediaron la ciudad. Llegaron a un acuerdo en el que una parte de la ciudad entregó a Hisham y a sus comandantes, quienes fueron llevados a Córdoba y ejecutados públicamente.
En el año 763, los abásidas enviaron a un líder árabe llamado al-‘Ala ibn Mugaith al-Yahsubi al-Hadrami (conocido como al-‘Ala ibn Muguit) con hombres e instrucciones para iniciar una rebelión contra el emir. En Beja (actual Portugal), Abderramán se preparó para resistir el ataque de al-‘Ala en la fortaleza de Carmona. Envió a Badr a la entrada de la ciudad para que estableciera un campamento con el apoyo de la gente. Mientras los abasíes se distraían intentando entrar en la ciudad, Abderramán atacó con su caballería, que estaba escondida cerca. Los líderes enemigos perdieron la vida y sus cabezas fueron enviadas (conservadas con sal y alcanfor) al gobernador de Túnez, con sus nombres escritos en sus orejas.

En el año 766, una revuelta comenzó en Niebla. El líder en esa ocasión fue Sa'id al-Matari. La insurrección se extendió a Sevilla y la mayoría de los yemeníes del oeste participaron. Pero cuando el emir omeya marchó sobre Sevilla, Sa‘id perdió la vida durante el ataque.
Ese mismo año, el gobernador de Sevilla, Abu Sabbah al-Yahsubi, perdió la vida a manos del propio emir. Este suceso causó mucho resentimiento entre los familiares de este líder, que eran muy poderosos en toda la parte occidental de la península, en Beja y Niebla.
Durante las constantes rebeliones, Abderramán tomó medidas muy firmes para imponer su autoridad. Sus principales enemigos fueron los bereberes, quienes lo veían como cualquier otro conquistador árabe. Los bereberes habían participado en la conquista de la península, pero sentían que habían recibido las peores tierras. Se dedicaron al pastoreo en zonas montañosas y no tenían los mismos derechos que los árabes. Este conflicto hizo que muchos de ellos se fueran al Magreb durante la segunda mitad del siglo VIII, dejando varias regiones con poca población. Estas regiones fueron repobladas más tarde por cristianos que habían migrado al norte de los valles del Duero y del Ebro después de la batalla de Guadalete.
En el año 768, el líder de los bereberes, Shaqya ibn Abd al-Walid al-Fatimi (también conocido como Saqyà al-Miknasi), se rebeló en la provincia de Cuenca. Se proclamó Imán y descendiente de Fátima. Desde su refugio en las montañas, lanzó varios ataques en el interior de la actual España hasta el año 777. En ese año, perdió la vida a manos de sus propios seguidores y su cabeza fue enviada al Emir como prueba de su sometimiento. Con esto, el omeya extendió su control hacia el norte, dominando el valle del Ebro hasta los Pirineos.
En 777, un líder árabe llamado al-Siqlabi, enviado desde Bagdad, llegó a la costa murciana de Tudmir. Inmediatamente se dirigió a Barcelona, donde contactó con el gobernador independiente de Zaragoza, Suleymán ibn Yaqzan al-Arabi, y con Abu l-Aswad Muhámmad, hijo de Yúsef. Con ellos, inició una revuelta en la ciudad.
Ese año, el primer intento de someter Zaragoza fracasó. El ejército se dispersó y su comandante fue capturado. Aunque los gobernantes de la ciudad eran muy independientes, esperaban una nueva ofensiva. Por eso, enviaron una delegación a Paderborn, donde se reunieron con Carlomagno. Lo consideraban el único monarca capaz de enfrentarse al emir y asegurar su independencia del poder central del emir.
En el año 778, dos ejércitos francos cruzaron los Pirineos. Sin embargo, Barcelona, a la que habían pedido ayuda, negó su apoyo. Al llegar a su objetivo, se unieron y se produjo la batalla de Roncesvalles. A finales del año 779, Abderramán conquistó Zaragoza y luego el valle del río Ebro. En cuanto a al-Siqlabi, huyó a Valencia, donde fue perseguido por un ejército del Emir que quemó sus barcos. Perdió la vida a manos de uno de sus soldados contratados y su cabeza fue enviada a Abderramán entre los años 778 y 779.
Conflictos con los yemeníes
Abderramán I también tuvo que luchar contra los árabes yemeníes o kalbíes. Sus aliados, al no recibir las recompensas que esperaban y sin poder tener cargos importantes, participaron en planes contra su gobierno.
Los califas abasíes de Bagdad apoyaron muchas de estas revueltas contra Abderramán. A veces, incluso las fomentaban con ayuda directa. En el año 763, el líder árabe al-Ala ibn Muguit se levantó contra el emir en la región de Beja (sur de Portugal), usando la bandera negra de los califas abasíes. Con dinero e instrucciones del califa Abu Yáfar al-Mansur, llegó a al-Ándalus con la promesa de gobernar el país si lograba quitar del poder al emir omeya. Esto le atrajo seguidores, especialmente yemeníes. El emir omeya llegó a estar sitiado en Carmona, pero una salida afortunada le dio la victoria. Al-‘Ala ibn Muguit perdió la vida en el combate, al igual que otros líderes importantes de la revuelta. Las cabezas de todos ellos fueron conservadas y enviadas al gobernador de Túnez con sus nombres escritos.
Los yemeníes también se rebelaron en Niebla bajo el mando de Sa'id al-Matari al-Yahsubi. Este tomó Sevilla y se hizo fuerte de nuevo en Qalat Raawac (Alcalá de Guadaíra), donde fue sitiado por el emir. Sa'id al-Matari perdió la vida en una de las salidas que hicieron los rebeldes para intentar romper el cerco. Sus tropas tuvieron que rendirse después de una dura lucha. Abu Sabbah Yahya al-Yahsubi, el influyente líder yemení que había propuesto acabar con el emir después de la batalla de Al-Musara, y de quien se dice que estuvo involucrado en la rebelión, fue invitado a la capital para una reconciliación, pero perdió la vida en el año 766.
La siguiente rebelión, entre los años 772 y 774, duró un poco más. Mientras Abderramán I estaba sitiando el castillo de Xabatrán, donde se había refugiado el rebelde bereber Shaqya (diciembre de 772), recibió un mensaje de su hijo Suleymán, que era gobernador de Córdoba. El mensaje anunciaba la rebelión de los habitantes de Sevilla, liderados por Abd al-Gaffar al-Yahsubi, primo del fallecido Abu Sabbah Yahya al-Yahsubi, y por Hayat ibn Mulatis, con el apoyo de los yemeníes locales.
El Emir regresó a su capital, pero al ver el tamaño de las fuerzas rebeldes, envió a su primo, Abd al-Málik ibn Úmar al-Marwani, al frente de sus tropas. Él mismo se quedó en la retaguardia, listo para ayudar. Al-Marwani envió a su hijo Umayya a explorar el lugar. Cuando se encontró con tropas rebeldes, huyó, por lo que fue castigado y perdió la vida a manos de su propio padre. Después de la pérdida de Umayya, al-Marwani animó a sus hombres y atacó a los rebeldes, derrotándolos. Como recompensa por su valentía, Abderramán casó a su hijo Hisham con la hija de su primo y le dio tierras y títulos que pasarían a sus descendientes.
El 20 de noviembre de 773, Abderramán entró en Sevilla y ordenó la ejecución de los que apoyaron la rebelión. Este hecho le causó tanto resentimiento entre los árabes que el emir tuvo que contratar soldados de otras procedencias para su ejército, ya que los árabes no querían unirse a sus filas como antes.
Los dos líderes yemeníes de la rebelión lograron escapar, pero el emir los persiguió hasta la parte sur de Sierra Morena. Allí, gracias a una estrategia de su primo, los derrotó en el wadi Qais (río Bembézar) en el año 774.
Las guerras civiles árabes y las revueltas bereberes terminaron casi por completo durante el reinado de Abderramán I. Sin embargo, la paz se vio alterada por pequeños conflictos y revueltas sociales entre la población de los barrios de Córdoba y entre los muladíes (cristianos convertidos al islam) de las ciudades fronterizas de Mérida, Toledo y Zaragoza.
¿Cómo organizó Abderramán I el emirato?
Su territorio estuvo bien organizado gracias a la eficiencia de sus ministros y gobernadores en las siete provincias del emirato. Estos incluían a cadíes (jueces de las ciudades) y un consejo basado en el Corán, que buscaban integrar a los diferentes grupos religiosos bajo las leyes de Mahoma. Esto incluía a los muladíes, los mozárabes (cristianos que vivían en territorio musulmán) y los judíos, quienes estaban plenamente integrados. Abderramán siempre tuvo cuatro o cinco asesores que le daban consejos en cada decisión difícil. Entre ellos estaba su antiguo compañero Badr, a quien nombró jefe del ejército y con quien mantenía una buena relación.
Ordenó que no se hicieran oraciones por los abásidas de Bagdad y fue proclamado príncipe de los creyentes. En las monedas no se mencionaba a Bagdad, solo el año en curso y el nombre de al-Ándalus. Fomentó la agricultura e introdujo la palmera en la península ibérica. Se dice que todas las palmeras de España descienden de una palmera que Abderramán I plantó con sus propias manos en el jardín de su palacio en Córdoba.
La Mezquita de Córdoba
En el año 785, Abderramán utilizó materiales de una antigua iglesia visigoda dedicada a San Vicente para comenzar la construcción de la mezquita de Córdoba. Esta mezquita se convertiría en un símbolo del esplendor de la España musulmana. Durante sus últimos años, inició grandes construcciones para mostrar su poder a la comunidad. Su autoridad ya estaba asegurada después de derrotar a los hijos de Yúsef, Abu l-Aswad Muhámmad y Qásim ibn Yúsuf, quienes se habían rebelado en Toledo con 6.000 hombres. Abderramán los venció personalmente en batalla el 11 de septiembre de ese año.
La dinastía omeya en al-Ándalus
Entre los años 779 y 780, los omeyas Abd as-Salam ibn Yazid y el sobrino del emir, Ubayd Allah ibn Aan, intentaron quitarle el poder, pero perdieron la vida en el intento.
Tiempo después, en el año 783, su sobrino, al-Muguira, hijo de su hermano Walid, junto con un hijo del famoso al-Sumayl ibn Hatim llamado Hudhayl ibn As-Sumayl, planearon otra conspiración. Ellos también perdieron la vida.
Incluso su fiel compañero Badr fue irrespetuoso con su señor y cayó en desgracia, siendo enviado temporalmente a una zona fronteriza en el año 772. Años más tarde, se reconcilió con el emir y recuperó sus bienes y privilegios anteriores.
Abderramán tuvo tres hijos que querían sucederle: Suleimán, Hisham y Almóndzir. Abderramán decidió elegir a su sucesor siguiendo una antigua tradición. Escogió a Hisham, porque se parecía más a él en carácter y físicamente. Le dejó un gran legado. La sucesión no fue fácil, ya que dos de los hermanos del nuevo emir no reconocieron su autoridad y se levantaron contra él.
Abderramán nunca perdió una batalla. En sus últimos años, tuvo que enfrentar varias conspiraciones en el palacio, las cuales controló con firmeza. Estableció un estado musulmán unificado que logró detener el avance cristiano por varios siglos y evitó el colapso del control islámico en la península. Fundó la dinastía que aseguró el control omeya de España hasta el año 1031.
Después de sofocar la rebelión de los moriscos en el siglo XVI, es posible que algunos descendientes omeyas que quedaron se establecieran en la región de Valencia. Podrían haber sido obligados a convertirse al cristianismo o a ser expulsados desde el puerto de Alicante en 1609.
Abderramán I en el cine
La película Al-Ándalus, el camino del sol (1989) trata sobre la vida de Abderramán I. El personaje fue interpretado por el actor Luis Suárez.
Para saber más
- Abu Sabbah al-Yahsubi
- al-Ala ibn Muguith
- Saqya al-Miknasi
- Dinastía omeya
- Mezquita de Córdoba
Véase también
En inglés: Abd al-Rahman I Facts for Kids