Historia de Nápoles para niños
La historia de Nápoles es muy antigua y fascinante. Esta ciudad ha sido muchas cosas a lo largo del tiempo: una antigua ciudad griega, parte de la Italia romana, capital de un ducado bizantino, y una ciudad muy importante en el Reino de Sicilia. También fue la capital del Reino de Nápoles bajo diferentes familias reales como los angevinos, aragoneses, franceses, españoles y austriacos. Finalmente, se convirtió en la capital del Reino de las Dos Sicilias con la familia Borbón.
Contenido
Los orígenes de Nápoles: de la Antigüedad a la Edad Media
La historia de Nápoles comenzó con los griegos de Eubea. Alrededor del siglo VIII a.C., fundaron Pitecusa en la isla de Isquia. Esta fue una de las primeras colonias griegas en Occidente. Más tarde, debido a problemas geológicos, los colonos se mudaron al continente. Allí fundaron la ciudad de Cumas.
Un siglo después, gente de Cumas fundó la ciudad de Parténope en la colina de Pizzofalcone. Después de una victoria sobre los etruscos en el año 474 a.C., la ciudad creció. Entonces, cambió su nombre a Neápolis, que significa "ciudad nueva".
A finales del siglo V a.C., los samnitas, un pueblo de las montañas, bajaron a la llanura. Las ciudades griegas de la Campania, sin protección, pidieron ayuda a Roma. Roma ya había conquistado el Lacio.
Nápoles fue ocupada en el año 328 a.C. Se convirtió en una ciudad aliada de Roma. Mantuvo su cultura griega, con gimnasios y escuelas famosas. Personajes importantes como Lúculo y Virgilio vivieron allí. Se cree que Virgilio fue enterrado en Nápoles.
En el siglo I d.C., el emperador Tiberio se instaló en Capri. La región de Campania se mantuvo a salvo de las invasiones germánicas hasta el siglo V. Pero en el año 406, las fronteras del Imperio cayeron. Nápoles se enfrentó a los godos de Alarico I y luego a los vándalos de Genserico. En el año 476, el último emperador romano, Rómulo Augústulo, fue depuesto por Odoacro. Fue encerrado en una villa napolitana, donde hoy está el Castel dell'Ovo.
Nápoles en la Edad Media: Bizantinos, Normandos y Anjou
Cuando el emperador bizantino Justiniano quiso recuperar Italia en el siglo VI, Nápoles pasó a su control (año 536). Entre los siglos VIII y X, la región fue un campo de batalla entre lombardos y bizantinos.
En los siglos X y XI, el sistema feudal se debilitó. El ducado lombardo de Benevento se dividió en tres principados. Los ducados bizantinos de Gaeta, Nápoles, Sorrento y Amalfi se hicieron casi independientes.
En este momento, los normandos llegaron al sur de Italia en el siglo X. Poco a poco, extendieron su poder con el apoyo de la Iglesia. Después de conquistar Salerno, Amalfi, Capua y Nápoles en 1139, todo el sur de Italia se unió bajo el gobierno normando. Palermo se convirtió en la capital. Para asegurar el apoyo de la Iglesia, los normandos prometieron pagar un impuesto al Papa Nicolás II en 1059.
La dinastía normanda terminó en 1189 con la muerte de Guillermo II de Sicilia. Entonces, Enrique VI del Sacro Imperio Romano Germánico reclamó el reino de Sicilia. Tomó el trono en 1194. Así comenzó la dinastía Hohenstaufen. El más famoso de ellos fue Federico II, quien impulsó la cultura, la economía y la administración del reino.
En 1263, Carlos I de Anjou tomó el reino de Sicilia. Eliminó a los últimos Hohenstaufen. Así comenzó el dominio de los Anjou en el sur de Italia. Nápoles se convirtió en la capital de un reino independiente por seis siglos. En 1282, Nápoles siguió bajo el control de los Anjou. Sin embargo, la isla de Sicilia pasó a manos del rey Pedro III de Aragón. Después de muchas revueltas, el período de los Anjou en Nápoles terminó en 1442. Fue cuando el rey Alfonso V de Aragón tomó la ciudad.
Nápoles bajo el dominio de Aragón y España

En 1495, el reino de Nápoles pasó de la Corona de Aragón a manos del rey francés por un tiempo. Luego, volvió a ser parte de la Monarquía Hispánica. Esto ocurrió después de una de las primeras fases de las Guerras de Italia. En estas guerras, las tropas españolas, lideradas por el Gran Capitán, vencieron a los franceses en Ceriñola.
El siglo XVI fue uno de los mejores momentos para Nápoles. Los virreyes españoles gobernaron el reino en nombre de Fernando II de Aragón, Carlos V y Felipe II. Ellos lograron poner orden entre la nobleza local. Virreyes como el Conde de Lemos y Pedro de Toledo son recordados por sus mejoras en la ciudad.
La nobleza de Nápoles construyó muchos palacios lujosos en esta época. La Iglesia también edificó numerosas iglesias y monasterios. En el campo, cerca del Vesubio, se llenó de casas de verano. El puerto de Nápoles era muy activo. Los barcos protegían el comercio de los piratas en el mar Tirreno.
En 1556, el rey Felipe II de España creó el Consejo de Italia. Este consejo incluía los reinos de Nápoles y Sicilia. A finales del siglo XVI, Nápoles se convirtió en una base importante para la ruta de Flandes. Esta ruta llevaba soldados y plata a las guarniciones españolas en Holanda.
Este período de prosperidad terminó en el siglo XVII. La quiebra de Génova en 1622 afectó mucho la economía del Imperio español y de Nápoles. España, involucrada en guerras costosas, aumentó los impuestos. Esto llevó a una rebelión en Nápoles en 1647.
La crisis del siglo XVII llegó a su punto más alto en 1656 con una gran epidemia de peste. Nápoles y la Campania perdieron casi tres cuartas partes de sus habitantes. La economía de la ciudad se vio muy afectada. En 1707, después de la Guerra de Sucesión de España, el reino pasó a manos del emperador de Austria. Nápoles aún no se había recuperado de la peste.
Nápoles bajo la dinastía Borbón

Con la división de la Monarquía Hispánica en el Tratado de Utrecht (1713), el Reino de Nápoles pasó a control austriaco. Pero los españoles intentaron recuperarlo casi de inmediato, lo que llevó a la guerra de la Cuádruple Alianza.
Aprovechando la guerra de sucesión polaca en 1734, Carlos de Borbón, que era duque de Toscana, venció a los austriacos con las tropas de su padre Felipe V de España. Así recuperó estos reinos para su familia. Carlos fue reconocido rápidamente por Francia. En 1737, los Estados Pontificios y otros estados italianos también lo reconocieron.
Cuando su hermano Fernando VI de España murió, Carlos cedió el trono de Nápoles y Sicilia a su hijo Fernando (IV de Nápoles y III de Sicilia) en 1759. Esto le permitió a Carlos convertirse en rey de España.
En 1768, Fernando IV se casó con María Carolina de Austria. Ella era hija de la emperatriz María Teresa I de Austria y hermana de María Antonieta, reina de Francia. Fernando IV se dedicó a las relaciones con la Iglesia y a construir obras públicas, como la Academia de Arquitectura de Nápoles. La reina María Carolina logró influir en su esposo y participar activamente en el gobierno, obteniendo mucho poder.
Al principio, María Carolina fue tolerante con los movimientos que buscaban una república. Sin embargo, después de la caída de Luis XVI durante la Revolución francesa, se unió a la Primera Coalición. Esta coalición de estados europeos se formó contra Francia. La reina comenzó a perseguir a quienes sospechaba que apoyaban la causa revolucionaria francesa.
La época de Napoleón
En 1796, Napoleón Bonaparte invadió Italia y tomó Roma. Fernando IV de Nápoles envió un ejército para detener a los franceses. Pero el general francés Championnet contraatacó. El ejército napolitano no pudo resistir y se retiró a Nápoles. Entregó a los franceses todas las fortalezas del norte del reino, incluyendo Gaeta.
En su camino hacia Nápoles, el general Championnet encontró mucha resistencia de campesinos en Abruzzo y Lacio. Destacó la resistencia organizada por Michele Pezza, conocido como Fra Diavolo. Finalmente, los franceses llegaron a las puertas de Nápoles. El 22 de diciembre de 1798, el rey abandonó la capital y se fue a Sicilia.
En 1799, un grupo de napolitanos que apoyaban las ideas de la Revolución Francesa proclamaron la República Partenopea. Este nuevo estado estaba controlado por Francia y no tenía el apoyo del pueblo. La gente, especialmente en las provincias, era leal a su antiguo rey y quería que la monarquía regresara.
A finales de enero, el cardenal Fabrizio Ruffo viajó a Palermo. Allí presentó al rey Fernando un plan para reconquistar el Reino de Nápoles. Ruffo creó el Ejército Católico Real. Fernando IV restauró la monarquía borbónica. Pero después de la victoria de Napoleón en la batalla de Austerlitz el 2 de diciembre de 1805, Napoleón entró en Italia. Dominó Nápoles definitivamente, declaró el fin de la dinastía Borbón y nombró rey a su hermano José Bonaparte. Fernando escapó de nuevo a Sicilia. Allí, con el apoyo de Gran Bretaña, convirtió la isla en un protectorado.
El Reino de las Dos Sicilias
Después de veinte años de guerras entre la Francia de Napoleón y el resto de Europa, el Congreso de Viena (1814-1815) reorganizó el continente. Se basó en el "principio de legitimidad", que devolvía las tierras a sus antiguos reyes.
De acuerdo con lo decidido en Viena, Fernando unificó los reinos de Nápoles y Sicilia. Creó el Reino de las Dos Sicilias. El rey tomó el título de Fernando I. Durante su reinado, el reino tuvo un período de buena economía. Se bajaron los impuestos, se creó la Bolsa de valores y se iniciaron muchos negocios nuevos, como la pesca de corales. El Reino de las Dos Sicilias tenía las mejores finanzas públicas de toda la península italiana. De hecho, concentraba más de dos tercios de todo el oro de la península.
La agricultura era el sector más fuerte de la economía del sur. Aunque solo tenía el 36% de la población de Italia y no tenía grandes llanuras como la del Po, el sur producía el 50.4% del trigo, el 80.2% de cebada y avena, el 53% de patatas y el 41.5% de legumbres de toda la península. La industria también era muy importante. En la Exposición Universal de París (1855), el reino recibió un premio. Fue el tercer país con mayor desarrollo industrial del mundo, después de Gran Bretaña y Francia.
En cuanto al comercio, Las Dos Sicilias comerciaba activamente con países de todo el mundo. Fue el único estado italiano antes de la unificación que envió barcos mercantes a América y Australia. Esto se debió a la importancia de su flota mercante. Era la más grande de Italia y la cuarta del mundo, con unos 9800 barcos, el 80% del total de la península. Además, el primer barco a vapor italiano en navegar por el mar mediterráneo (1818) y el primero en llegar a América (1854) eran del sur.
La caída del reino y la unificación de Italia
A mediados del siglo XIX, había siete estados en la península itálica. Tres eran completamente independientes: el Reino de las Dos Sicilias, el Reino de Cerdeña y los Estados Pontificios. Los otros cuatro estaban bajo el control austriaco. Uno directamente, el Reino Lombardo Veneto, y los otros tres indirectamente: los ducados de Parma y Módena y el Gran Ducado de Toscana.
El Reino de Piamonte-Cerdeña fue el que buscó expandirse y lideró la unificación de Italia. Con el apoyo del emperador francés Napoleón III, ya se había anexado Lombardía, Véneto, Módena y Parma. También planeaba ocupar el Reino de las Dos Sicilias y los Estados Pontificios para lograr la unificación italiana.
Giuseppe Garibaldi, con la famosa Expedición de los Mil, fue quien conquistó el Reino de las Dos Sicilias. El 6 de mayo de 1860, Garibaldi zarpó del puerto de Quarto con 1.089 hombres. Eran en su mayoría veteranos de las guerras de independencia. Avanzó con poca resistencia hasta Salerno, muy cerca de Nápoles. Solo entonces el rey Francisco II de Nápoles se dio cuenta del peligro. Decidió mover la línea de defensa al río Volturno, al norte de Nápoles, para evitar que la capital fuera atacada. Garibaldi entró en la ciudad, aclamado por la gente.
Con la capital del sur tomada, el 8 de octubre, el gobierno piamontés emitió un decreto. Este decreto convocaba a un voto popular en toda Italia para aprobar la anexión al Piamonte. La pregunta era: "El pueblo quiere una Italia unida e indivisible con Víctor Manuel II como rey constitucional y sus sucesores." El sur continental votó el 21 de octubre. Los resultados en Nápoles fueron 1.032.064 votos a favor y 10.302 en contra, lo que significa un 99.19% de votos favorables.
El rey Francisco II reorganizó su ejército de 40.000 hombres detrás del río Volturno. Pero fue derrotado por los hombres de Garibaldi en la batalla del Volturno. Debido a las bajas, Garibaldi pidió ayuda militar al gobierno piamontés. Francisco II quiso aprovechar el estancamiento de Garibaldi para atacar de nuevo. Pero sus generales le aconsejaron reorganizar las fuerzas. Entonces se retiró de Capua a Gaeta.
Allí, el rey Francisco II, con sus últimos 20.000 soldados, fue asediado hasta el 13 de febrero de 1861 por el general piamontés Enrico Cialdini con 18.000 soldados. Después de meses de asedio, Francisco II se dio cuenta de que no podía ganar. El 17 de marzo de 1861 se proclamó el Reino de Italia. Nápoles y los demás territorios del sur se incorporaron a él.
Nápoles en la época actual
Después de la unificación, Nápoles comenzó a empobrecerse. Esto, junto con la tensión en Europa antes de la guerra, provocó un período de emigración. Muchos habitantes de Nápoles se fueron a América.
Después de la Primera Guerra Mundial, en 1927, Nápoles creció. Absorbió los municipios cercanos y se extendió hacia el oeste. Esto incluyó la costa de Chiaia, Posillipo y Vomero, más allá de Fuorigrotta, y hacia Bagnoli y los Campos Flégreos.
El rey de Italia Víctor Manuel III, nacido en Nápoles en 1869, mejoró la imagen turística de su ciudad natal. Se hicieron muchas mejoras y se impulsaron proyectos sociales. La construcción del aeropuerto (1936), los funiculares que suben a Vomero, el metro y las líneas de tren de cercanías ayudaron a conectar mejor la ciudad. Toda la zona sur y noreste de Nápoles se convirtió en un área industrial. Esto fue gracias al desarrollo de la industria del acero.
Durante la II Guerra Mundial, Campania se convirtió en un campo de batalla después del desembarco aliado en Sicilia. Hubo combates intensos. Pero después de cuatro días de levantamiento (26-30 de septiembre de 1943), la población de Nápoles expulsó a los alemanes. Así abrieron la ciudad a los aliados.
Después de la guerra, Nápoles creció mucho más allá de sus límites históricos. En la parte antigua de la ciudad, que es muy mediterránea, conviven oficinas de grandes empresas y administraciones. También hay una población dedicada a la artesanía tradicional y a la economía informal.
El 23 de noviembre de 1980, un terremoto causó grandes cambios. La ciudad se extendió hacia el sur, hacia el este (en la zona de Nola y los pueblos al pie del Vesubio), y hacia el norte, hasta Caserta y a lo largo de la costa. Desde 1994, Nápoles ha llevado a cabo una política de reestructuración. Esto ha cambiado mucho el aspecto de la ciudad. Parte de esta reestructuración se ve en el moderno Centro Direzionale. Este es el nombre de la zona de rascacielos cerca de la moderna Stazione Centrale (la principal estación de tren de la ciudad). Se empezó a planificar a mediados de los años 1960. El objetivo era descongestionar el centro histórico y crear nuevas oficinas para la administración pública.
Su construcción comenzó en 1985. Contó con diseños de arquitectos famosos como Renzo Piano. El edificio más alto es la Torre Telecom Italia, que mide 129 metros. Le siguen las Torri Enel 1 y 2, de 122 metros. El gobierno regional de Campania ocupa el Consiglio Regionale Campania, de 115 metros. El Centro Direzionale de Nápoles suele sorprender a los turistas. Esto se debe a la idea común de que Nápoles es una ciudad en crisis y poco industrializada, una idea que a veces se tiene de todo el Sur de Italia.

Línea de tiempo de Nápoles
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Véase también
En inglés: History of Naples Facts for Kids