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Francisco Rodríguez del Toro para niños

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Datos para niños
Francisco José Rodríguez
Francisco Rodríguez del Toro.jpg

IV Marqués del Toro
1787-1811
Predecesor Sebastián José Antonio Rodríguez del Toro y Ascanio
Sucesor Pedro Rodríguez del Toro y Pérez de Estala (1833)

Información personal
Nombre de nacimiento Francisco José Rodríguez del Toro e Ibarra
Nacimiento 11 de diciembre de 1761
Bandera de España Caracas, Capitanía General de Venezuela, Imperio Español
Fallecimiento 10 de mayo de 1851
Bandera de VenezuelaCaracas, Estado de Venezuela
Causa de muerte Tercera edad
Nacionalidad Venezolana
Familia
Padres

Sebastián José Antonio Rodríguez del Toro y Ascanio

Brígida Martina de Ibarra e Ibarra
Cónyuge María del Socorro Concepción de la Sta Trinidad de Berroterán y Gedler, VII Marquesa del Valle de Santiago
Familiares Fernando Rodríguez del Toro (hermano)
Juan Rodríguez del Toro (hermano)
Información profesional
Ocupación Militar
Lealtad Bandera de Venezuela Independencia de Venezuela
Rango militar General de División
Conflictos Guerra de Independencia de Venezuela

Francisco José Rodríguez del Toro e Ibarra (Caracas, Capitanía General de Venezuela, 11 de diciembre de 1761-Ibídem, 10 de mayo de 1851) general de división del ejército libertador de Venezuela. Hijo mayor de Sebastián José Antonio Rodríguez del Toro y Ascanio, III marqués del Toro y alcalde ordinario de Caracas, y de Brígida Martina de Ibarra e Ibarra. Es usualmente mencionado en la historia de Venezuela como el marqués del Toro, a pesar de que renunció a dicho título al momento de sumarse a las filas de la independencia.

Período colonial

Egresado de la Universidad de Caracas como bachiller en leyes (abogado) fue procurador de la ciudad de Caracas y regidor perpetuo de su ayuntamiento. Se desempeñó igualmente como coronel del batallón de milicias de los Valles de Aragua.

Participación en la causa patriota

Desde 1808 figura activamente en la causa patriota, sufriendo arrestos y confinamientos en varias ocasiones. Tuvo importante participación en la llamada Conjura de los Mantuanos de 1808, en las reuniones de la Cuadra Bolívar, en la conspiración del cuartel de la Misericordia de marzo de 1810 y en la revolución del 19 de abril de 1810. Fue el primer general del ejército venezolano y el primer comandante en jefe de sus tropas. En 1810 bajo mandato de la Junta Suprema de Caracas buscó incorporar a la causa emancipadora las provincias de Maracaibo y Coro que desde el principio de la revolución se mantuvieron fieles al Consejo de Regencia. Destaca en esa campaña la batalla de Coro en la cual las tropas expedicionarias se enfrentaron sin éxito a los realistas. Diputado electo al congreso de 1811 fue firmante del Acta de Independencia de Venezuela el 5 de julio de 1811, así como signatario de la primera constitución de Hispanoamérica el 21 de diciembre de ese año. En 1812 comandó las tropas republicanas en el asedio a la ciudad de Valencia, la cual se encontraba bajo control monárquico. Ante los reveses sufridos por los patriotas en diversos frentes le fue ofrecida la dictadura por el congreso, la cual declinó, siendo ésta subsiguientemente ofrecida a Francisco de Miranda quien si la aceptó. Al encargarse Miranda de la jefatura de la campaña el marqués siguió sirviendo en la misma como segundo al mando.

En la fase final de la Primera República intentó reclutar un nuevo ejército en los Llanos para tratar de hacer frente al indetenible avance de las fuerzas realistas de Domingo Monteverde. Su gestión fracasó, pues no encontró en aquellas poblaciones gente dispuesta a ayudar a la República, más que la veían representada por este aristócrata. El marqués, viendo su fracaso así como el derrumbe de la República, se marchó a Cumaná y de allí siguió a la isla de Grenada. Algunos historiadores han contrastado el coraje personal del marqués del Toro con sus limitadas dotes militares. Al referirse a la primera campaña de las armas republicanas José Gil Fortoul señala:

"El marqués general bisoño pero altivo, hidalgo y patriota revolucionario desde 1808, hizo gala en toda ella de gallarda valentía personal".

En igual sentido se expresa Caracciolo Parra Pérez al afirmar:

"El mando republicano estaba en manos de un hombre cuya bravura personal estaba fuera de toda duda pero absolutamente desprovisto de pericia militar".

Sin embargo esta visión no es aceptada por otros historiadores venezolanos como Lino Iribarren Celis, Tulio Febres Cordero y Aníbal Laydera Villalobos quienes presentan al marqués del Toro como un general hábil y conocedor de su oficio.

Exilio

Firmada la capitulación de San Mateo (1812), se refugió con su hermano el general de división Fernando Rodríguez del Toro en Puerto España, Trinidad, colonia inglesa para la época. Ya en la cincuentena, y en medio de penurias económicas, se dedicó allí a cuidar a este último quien tenía limitaciones físicas como resultado de las acciones militares del asedio de Valencia en 1812. Regresará a la patria junto a su hermano tras obtenerse la independencia en 1821.

Etapa republicana

Entre 1823 y 1824 se desempeñará como intendente (gobernador civil) de Venezuela y entre 1826 y 1827 como comandante de armas de Caracas. A partir de 1825 habría de habitar en su célebre Quinta Anauco donde hospedará al Libertador Simón Bolívar durante su última estadía en Caracas y donde invitará con frecuencia a las figuras fundamentales de la vida pública venezolana y a los próceres sobrevivientes de la independencia. En el año de 1840 participa como uno de los fundadores del partido liberal encabezado por Antonio Leocadio Guzmán. En 1842 fue designado para encabezar la comisión que habría de acompañar la repatriación de los restos del Libertador desde Santa Marta, privilegio que debió declinar en virtud de superar ya los ochenta años.

Amistad con el Libertador

El marqués del Toro mantendrá una entrañable amistad con el Libertador Simón Bolívar tal como lo evidencia el epistolario de este último. El 15 de diciembre de 1819 Bolívar escribe a los hermanos Francisco y Fernando Rodríguez del Toro desde Angostura instándolos a abandonar el exilio y regresar a Venezuela:

"Vamos mis amigos no se hagan Vds. más de rogar; yo no añadiré más observaciones a las que antes he hecho; me parece que han sido excesivas y aún duras las más de ellas; pero dictadas por el sentimiento de la más alta admiración y del amor más tierno que un hombre puede profesar. Jamás pienso en Vds. sin gemir, jamás escribo a Vds. sin llorar. Adiós, mis amigos, vengan Vds. a consolar a quien no puede recibir consuelo sino de sus queridos Toros".

Al enterarse de que el marqués y Fernando habían regresado a Venezuela luego de su exilio en Trinidad, Bolívar les escribe desde Quito el 21 de junio de 1822:

"¿Será verdad mis queridos amigos que están Vds. en Caracas?...En medio del tumulto de la guerra, y en medio de las agitaciones de los negocios públicos, mi amistad ha tenido un momento de placer pensando que mis queridos Toros serán muy pronto abrazados, rodeados de los objetos que más amán. Yo iré a Caracas a principios del año que viene, y nada exagero al decir que mi mayor deseo será volver a estrechar en mis brazos a mis más queridos y más desgraciados amigos, aunque los más dignos de ser los más afortunados".

Sin embargo, el Libertador sólo volverá a Caracas en 1827 cuando ya Fernando tenía varios años de muerto. En esa ocasión se hospedará repetidas veces en la Quinta Anauco, propiedad del marqués. Dos años antes, y luego del éxito de la batalla de Ayacucho, Bolívar escribe al marqués desde Oruro el 25 de septiembre:

"...¿No se siente Ud. arrebatar por el entusiasmo de la gloria al oír tan bellas cosas; Ud. que fue el primero en llevarnos al combate y Ud. que fue mi primer coronel, mi primer general".

Cuando en 1828 los reveses y sinsabores políticos hagan que Bolívar contemple su retiro de la vida pública, pondrá en marcha el proyecto de irse a vivir junto al marqués del Toro en la Quinta Anauco. Desde Bogotá escribe al marqués el 16 de febrero de ese año:

"Al fin se cumplen sus deseos y los míos también; el 7 del mes que entra partiré de esta capital: iré por Apure, Guayana, Cumaná y La Guaira donde nos abrazaremos. Juntos subiremos a Caracas y juntos viviremos en Anauco. ¡Cuidado Marqués! no hay que hacer ningún gasto, ninguna adición a la casa. Gracias que tengamos que comer con los amigos. En todo junio estaré con Ud., Marqués. Que contento se pondrá usted al recibir ésta, y yo gozo con anticipación del placer de verle en la patria nativa".

En junio de ese año sale de Bucaramanga con el propósito de dar forma a ese proyecto. Según señala Gabriel García Márquez:

"El 9 de junio Bolívar sale de Bucaramanga con la idea de llegar hasta Venezuela. Tenía la intención de residir en la quinta Anauco, del marqués del Toro".

No obstante el 24 junio, luego de haberse disuelto la convención de Ocaña, Bolívar ve alterarse el horizonte político y decide reemprender el camino a Santa Fe de Bogotá, dejando sin efecto sus planes de retiro de la vida pública. Vicente Lecuna, compilador de las obras completas de Simón Bolívar y custodio por excelencia de su legado, exaltaba en estos términos la amistad de aquel con Rodríguez del Toro:

"Como lo esencial es creer, probablemente se compaginen el paraíso cristiano y la pradera de asfodelos de los campos elíseos: allá estarán nuestro señor Simón Bolívar, su padrino el Marqués del Toro y hasta nuestro señor Don Quijote, dando paseos a caballo por prados que se parecen a los de Anauco y San Mateo".

Familiares

Los lazos familiares del marqués del Toro incluyen a importantes personajes de la historia venezolana e hispanoaméricana, tales como como su sobrina María Teresa Rodríguez del Toro y Alaiza (esposa del Libertador Simón Bolívar, también emparentado con los Toro, pues doña Concepción Palacios, madre del Libertador, era a su vez prima tercera de la que fue su nuera), Teresa Carreño (pianista de fama mundial), Fermín Toro (una de las grandes figuras civiles de Venezuela), José Rodríguez del Toro (Rector de la Universidad de Salamanca en España y Oidor de la Real Audiciencia de México), Antonio Herrera Toro (uno de los principales pintores clásicos venezolanos), Rufino Blanco Fombona (destacado hombre público y novelista que fue candidato al Premio Nobel de Literatura), Eduardo Blanco, tío del anterior, (reconocido intelectual y hombre de Estado), Martín José Sanabria (destacada figura pública y artífice de la instrucción gratuita y obligatoria en Venezuela), Elías Toro (importante científico y antropólogo que se desempeñó como Rector de la Universidad Central de Venezuela), Carlos Toro Manrique (también científico y académico de renombre), Carlos Acedo Toro (Presidente de la Corte Suprema de Justicia de Venezuela), el poeta Mariano Herrera Toro, conocido en el medio bohemio como "Theolindo", Miguel Toro Ramírez (destacado novelista) o María de la Concepción de la Vega y Rodríguez del Toro (esposa del General Miguel de la Torre, Comandante en Jefe de las fuerzas realistas en Venezuela y Capitán General de Puerto Rico).

También destacan su hermano el General Fernando Rodríguez del Toro firmante del Acta de Independencia de 1811 y miembro del segundo Triunvirato Ejecutivo que rigió los destinos de la Primera República (1811-1812) y, como tal, Presidente de Venezuela, así como su hermano Juan Rodríguez del Toro, Coronel de ejército patriota, signatario por Valencia del Acta de la Independencia del 5 de julio de 1811 y Presidente del Congreso Constituyente de ese mismo año bajo el cual se aprobó la primera Constitución del país. De igual manera sus sobrinos el General Diego Ibarra y los coroneles Andrés Ibarra y Bernardo Herrera, los tres edecanes del Libertador, así como también su sobrino el General Esteban Herrera Toro.

Fallecimiento

Al momento de su fallecimiento el 10 de mayo de 1851, próximo a cumplir los noventa años, era el último de los firmantes del acta de la independencia así como el decano de los próceres militares de la patria, por lo que sus funerales constituyeron un evento de gran trascendencia nacional. El Semanario de las Provincias del 14 de mayo de 1851, describía así dichos funerales:

"A las dos extremidades del faldón delantero de la urna, se colocaron los Señores Generales Mariano Montilla y Justo Briceño. El Venerable Cabildo eclesiástico con la mayor parte del clero de esta capital, celebraron los oficios religiosos desde la casa mortuoria hasta la Iglesia. S.E. el Presidente de la República y su Gabinete Ministerial acompañaron a los numerosos dolientes del difunto General. Seguía después el numeroso acompañamiento en el que figuraron el Cuerpo Diplomático, la mayor parte de los altos funcionarios civiles y militares, y en el que estaban también profusamente representados las ciencias, el comercio y las industrias. La crecida comitiva, la asistencia de las principales dignidades de la Iglesia y El Estado, el plañido de las campanas, la marcha de las tropas, las fúnebres armonías de su banda, el pueblo congregado en la carrera, y por fin las descargas de fusilería y los disparos de cañón, todo anunció en este día una no muy común inhumación"

.

Los restos del marqués del Toro se encuentran en el Panteón Nacional en Caracas. Tras la inauguración del Panteón Nacional el 28 de octubre de 1875, los restos de Francisco Rodríguez del Toro fueron junto a los de José Gregorio Monagas, Juan Crisóstomo Falcón y Ezequiel Zamora los primeros en ser trasladados al recinto.

Véase también

  • Personajes sepultados en el Panteón Nacional
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