Acción del 9 de agosto de 1780 para niños
Datos para niños Captura del doble convoy inglés de 1780 |
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Parte de guerra de Independencia de los Estados Unidos | ||||
![]() El Regreso (2022), por Augusto Ferrer-Dalmau, CESEDEN.
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Fecha | 9 de agosto de 1780 | |||
Lugar | Océano Atlántico | |||
Coordenadas | 35°50′01″N 13°14′00″O / 35.83361111, -13.23333333 | |||
Resultado | Victoria española. Captura de 52 buques destinados a reforzar las guerras coloniales británicas. Importante golpe logístico y moral contra el Reino Unido de Gran Bretaña. |
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La captura del doble convoy inglés de 1780, también conocida como acción del 9 de agosto de 1780 o batalla del cabo de Santa María (1780), fue un evento importante durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. En esta ocasión, una flota de barcos de España y Francia, liderada por el almirante español Luis de Córdova, logró capturar dos grupos de barcos ingleses. Estos barcos transportaban soldados, suministros y armas para apoyar las operaciones británicas en otras partes del mundo. La captura ocurrió sin mucha resistencia, gracias a la información obtenida por los servicios de inteligencia españoles.
Contenido
¿Qué llevó a la captura del convoy?
En 1780, el Reino Unido de Gran Bretaña estaba pasando por un momento difícil. Estaba en guerra contra los colonos de Norteamérica, en lo que se conoce como la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. La situación se complicó aún más cuando España y Francia se unieron para apoyar a los colonos americanos. Además, los británicos también estaban luchando en una guerra en la India.
Aunque la Marina Real británica estaba creciendo, las armadas de España y Francia aún podían enfrentarla si trabajaban juntas. Un año antes, en 1779, una operación conjunta de estas flotas causó mucho miedo en las costas británicas. Lograron ahuyentar a una escuadra inglesa y capturar un barco, dejando el camino libre para una posible invasión. Esto hizo que la gente en las costas huyera y que el comercio naval se detuviera.
A pesar de que el almirante español Luis de Córdova quería invadir de inmediato, el comandante francés no se decidió. Luego, una enfermedad se extendió por los barcos, y la flota tuvo que retirarse. Sin embargo, este evento hizo que la marina británica se enfocara en proteger sus propias costas.
Así, en el verano de 1780, un grupo de 63 barcos mercantes armados salió de Portsmouth. Iban escoltados por la flota del Canal de la Mancha. Este grupo se dividiría en dos en el Atlántico. Una parte iría a la India y la otra a las Antillas inglesas para llevar suministros a las tropas británicas que luchaban en Norteamérica. La escolta principal debía regresar a Inglaterra cerca de Galicia, dejando a los mercantes con solo un barco de guerra y dos fragatas.
¿Cómo se obtuvo la información clave?
Los espías españoles en Londres descubrieron cuándo saldría el convoy y la ruta que seguiría. Enviaron un informe muy detallado al conde de Floridablanca, el secretario de Estado. El informe decía que el convoy saldría de Portsmouth el 29 de julio, escoltado por varios barcos hasta las islas Sorlingas. Luego, otra escuadra los acompañaría hasta cerca de Galicia, donde solo el barco de línea Ramillies y dos fragatas seguirían como escolta.
Después de Galicia, el convoy iría hacia el sur, pasando por Madeira y las Canarias. Una parte se dirigiría al oeste hacia América, y la otra seguiría hacia el cabo de Buena Esperanza rumbo a la India. La idea era mantenerse lejos de las costas españolas para evitar encuentros.
Casi al mismo tiempo, Floridablanca recibió otra confirmación desde Cuba. Le informaron que una gran escuadra británica con tropas, material y municiones saldría de Inglaterra para reforzar a las fuerzas en Norteamérica. Esta información fue recopilada por una red de agentes secretos en Filadelfia.
Floridablanca, que también estaba a cargo de la Secretaría de Marina, propuso un plan para interceptar la flota británica cerca de las Azores. El rey Carlos III aprobó el plan, viendo la oportunidad de un gran éxito.
¿Cómo se prepararon las flotas?
En ese momento, Luis de Córdova, el director general de la Armada Española, estaba vigilando el estrecho de Gibraltar. Tenía una flota de 27 navíos de línea y varias fragatas. A esta flota se había unido una escuadra francesa de 9 navíos y una fragata, bajo el mando de Antoine de Beausset.
Córdova, a pesar de tener 73 años, era el comandante supremo de la flota combinada. Los franceses dudaban de su edad, pero Floridablanca confiaba plenamente en él. José de Mazarredo era el segundo al mando y se encargaba de entrenar a las tripulaciones y organizar patrullas.
La escuadra combinada, con 22 navíos españoles y 9 franceses, además de fragatas y otros barcos, patrullaba el Estrecho. El 18 de julio, Córdova regresó a Cádiz después de buscar una supuesta escuadra británica que resultó ser marroquí. Dejó algunos barcos patrullando el Estrecho.
Más tarde, se unieron más barcos franceses a la flota en Cádiz. El 31 de julio, la flota combinada zarpó de Cádiz para patrullar entre el cabo de Santa María y el cabo de San Vicente. En total, eran 18 navíos españoles y 14 franceses, con fragatas y otras embarcaciones.
La gran captura: ¿Cómo ocurrió?
Córdova tenía órdenes de no ir más allá del Cabo de San Vicente. A principios de agosto, con sus 32 navíos de línea, recibió un mensaje de Floridablanca. El mensaje le avisaba de la salida de dos convoyes ingleses hacia la India y América. Estos convoyes, escoltados por un navío y dos fragatas, se separarían cerca de las Azores. Córdova se adentró en el Atlántico para buscarlos.
El 29 de julio de 1780, el capitán John Moutray había salido de Plymouth con el navío Ramillies y dos fragatas. Escoltando más de 70 barcos mercantes, que llevaban provisiones y equipo militar. La flota inglesa del Canal protegió el convoy hasta cerca de las islas Sorlingas y regresó a Inglaterra el 3 de agosto. El resto del convoy siguió la ruta paralela a la costa portuguesa.
El 8 de agosto, a la altura de 36°40′N y 15°W, desde el Ramillies se avistaron varias velas. Eran dos fragatas españolas y dos francesas. Moutray ordenó al convoy cambiar de rumbo, pero los mercantes no obedecieron y siguieron hacia la costa, rumbo al cabo de San Vicente.
Mientras tanto, la escuadra combinada hispano-francesa navegaba hacia el este. La niebla del día había dificultado la visión. José de Mazarredo sugirió no ir más al oeste, ya que los barcos enemigos se dirigirían a Madeira. Córdova aprobó la idea y ordenó virar hacia el este.
A la una de la madrugada del 9 de agosto de 1780, una fragata de la escuadra avistó un gran número de velas al norte de Madeira. Dio aviso con cañonazos. Aunque al principio no se entendió bien la señal, la fragata la repitió y se confirmó que eran barcos que no pertenecían a la escuadra.

Algunos oficiales dudaban si se trataba de la escuadra inglesa del Canal, que podría ser más fuerte de lo esperado. Sin embargo, Mazarredo insistió en que el almirante inglés no estaría tan al sur y que, si eran enemigos, el combate era inevitable. Propuso virar de inmediato para interceptarlos al amanecer. Córdova aceptó.
Córdova ideó una trampa. Puso una linterna encendida en lo alto del mástil de proa del Santísima Trinidad. Los barcos británicos, pensando que era una señal de su propio comandante, navegaron directamente hacia la flota combinada durante toda la noche.
Al amanecer del 9 de agosto, los ingleses se dieron cuenta de que los barcos eran españoles. Inmediatamente intentaron huir. Los españoles y franceses comenzaron una "caza general", persiguiendo y capturando los barcos mercantes y sus escoltas.
Córdova envió 13 barcos a la vanguardia, incluyendo el Trinidad, y ordenó la persecución. Diez navíos, incluyendo seis franceses, persiguieron al convoy inglés. Los mercantes se rindieron sin mucha resistencia, ya que no podían competir con los poderosos navíos de línea. A las 5 de la mañana, 16 navíos españoles habían rodeado y capturado 36 embarcaciones. A pesar de la llovizna, la caza continuó.

Más de 50 barcos mercantes británicos, con un valor de dos millones de libras, fueron capturados. El capitán John Moutray, que estaba en la retaguardia con el Ramillies y dos fragatas, al ver el número de barcos enemigos, huyó rápidamente.
Los barcos españoles y franceses persiguieron a los mercantes que huían hacia el sudoeste y lograron interceptarlos. Cerca del cabo Santa María, Santiago de Liniers, al mando de tres cañoneras, atacó a la fragata inglesa Helbrech, dejándola a la deriva y capturándola. También lograron frenar a la Royal George, que fue capturada.
Los cañonazos del Trinidad dañaron los barcos Monstraut y Geoffrey. La fragata inglesa Gaton casi se incendia, pero fue salvada y luego se unió a la armada española con el nombre de Colón.
Al anochecer, se habían capturado 51 barcos. Solo unos pocos lograron escapar. Más tarde, se capturaron tres barcos adicionales, incluyendo la fragata Hércules, que llevaba repuestos para barcos en Jamaica, y la fragata Carlota, que transportaba a la esposa e hijos del gobernador de Jamaica.
Al inspeccionar los barcos capturados, los aliados se dieron cuenta de la magnitud de su victoria. No solo habían capturado 52 barcos (y 3 más en los días siguientes), sino también 80.000 mosquetes, 3.000 barriles de pólvora, muchas provisiones y equipos navales para las flotas británicas en América y el océano Índico, uniformes para doce regimientos de infantería, y un millón de libras esterlinas en oro. Además, se hicieron casi 3.000 prisioneros, incluyendo unos 1.400 oficiales y soldados.
¿Qué impacto tuvo esta victoria?
Para el Reino Unido, estas pérdidas fueron un desastre enorme para su logística naval. Superaron incluso a las sufridas por el convoy PQ 17 en la Segunda Guerra Mundial, mucho tiempo después. La cantidad de barcos y hombres capturados, y el millón de libras en oro que pasó a manos españolas, causaron grandes pérdidas en la Bolsa de Londres. El índice de la bolsa cayó un 18%, afectando gravemente las finanzas británicas.
Esta exitosa intercepción demostró que la flota inglesa, que estaba muy dispersa en diferentes lugares, había perdido el control de las rutas del Atlántico en 1780. Esto ayudó a la victoria franco-estadounidense en Yorktown en 1781 y a la recuperación de Menorca por los españoles en 1782.
Jorge III se desmayó al recibir la noticia. No solo por el golpe a las finanzas del Estado, sino porque había perdido una gran parte de su propio dinero, que había invertido en la bolsa. La compañía de seguros Lloyd's, una de sus inversiones, tuvo grandes pérdidas y su valor en bolsa cayó un 60%. Esta victoria española, junto con las pérdidas por tormentas en el Caribe, causó una crisis financiera entre las aseguradoras navales de toda Europa. Muchas quebraron, y los costos de los seguros de guerra subieron muchísimo. También aumentó el descontento público contra el gobierno británico y la dirección de la Marina Real.
Los barcos capturados fueron llevados a Cádiz y declarados propiedad legítima de España. Se descargaron y vendieron los cargamentos y los barcos. La escuadra española se benefició de las ganancias, y la francesa también.
Los españoles trataron a los prisioneros con mucha amabilidad, devolviendo el buen trato que sus propios compañeros habían recibido antes del almirante Rodney.
Cinco de los barcos capturados fueron incorporados a la flota española con nuevos nombres: el Hillsborough se convirtió en el Santa Clotilde; el Mountstuart en el Santa Balvina; el Royal George en el Real Jorge; el Godfrey en el Santa Biviana; y el Gatton en el Santa Paula.
Galería de imágenes
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Luis de Córdova y Córdova, director general de la Armada Española y mando supremo de la escuadra combinada.
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El navío Santísima Trinidad, buque insignia de la escuadra española responsable del apresamiento de 52 buques británicos el 9 de agosto de 1780.