Revolución de 1868 para niños
Datos para niños Revolución de 1868 |
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![]() Estampa alegórica de la Gloriosa, publicada en La Flaca en 1874
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Contexto del acontecimiento | ||
Fecha | 19-28 de septiembre de 1868 | |
Sitio | España | |
Impulsores | Partido Progresista, Partido Democrático y una parte de la Unión Liberal, liderados por Juan Prim, Francisco Serrano y Juan Bautista Topete | |
Motivos | Véase Antecedentes | |
Gobierno previo | ||
Gobernante |
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Isabel II
Reina de España Luis González Bravo Presidente del Consejo de Ministros y ministro de Gobernación José Gutiérrez de la Concha Presidente del Consejo de Ministros y ministro de la Guerra Manuel Pavía y Lacy Mando militar |
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Forma de gobierno | Monarquía constitucional | |
Gobierno resultante | ||
Gobernante |
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Francisco Serrano y Domínguez
Regente Pascual Madoz Presidente de la Junta Provisional Revolucionaria |
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Forma de gobierno | Gobierno provisional | |
La Revolución de 1868, también conocida como la Gloriosa o Revolución de Septiembre, fue un importante levantamiento militar y civil que ocurrió en España en septiembre de 1868. Este evento llevó al fin del reinado de la reina Isabel II, quien tuvo que abandonar el país. Con esta revolución, comenzó un periodo en la historia de España llamado el Sexenio Democrático (1868-1874).
La historiadora María Victoria López-Cordón explicó que la Revolución de Septiembre fue un cambio muy grande en la historia de España en el siglo XIX. Sus efectos se sintieron en todo el país. A partir de ella, se intentó establecer un sistema político democrático en España. Primero, se probó con una monarquía parlamentaria durante el reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873). Después, se intentó con una república, la Primera República (1873-1874). Sin embargo, ninguna de estas formas de gobierno logró mantenerse.
Contenido
¿Qué llevó a la Revolución de 1868?
El descontento con el gobierno de la reina Isabel II había crecido mucho. El grupo político de los moderados, que había estado en el poder desde 1844 (salvo algunos años), estaba pasando por una gran crisis. Por otro lado, el Partido Progresista decidió no participar en las elecciones para que las Cortes (el parlamento) que resultaran no tuvieran legitimidad.
En junio de 1866, hubo un levantamiento en Madrid para acabar con la monarquía de Isabel II. Este levantamiento fue controlado por el gobierno del general O'Donnell y se conoció como la sublevación del cuartel de San Gil. Un mes después, la reina Isabel II destituyó a O'Donnell, pensando que había sido demasiado blando con los rebeldes, a pesar de que 66 de ellos fueron fusilados. La reina nombró al general Narváez, líder del Partido Moderado, para reemplazarlo.
Narváez adoptó una forma de gobierno muy estricta y represiva. Esto hizo imposible que otros partidos, como la Unión Liberal de O'Donnell, pudieran llegar al poder. O'Donnell decidió entonces no participar en el Senado. Sin embargo, se negó a unirse a los progresistas, con quienes estaba molesto por los sucesos del cuartel de San Gil. Solo después de la muerte de O'Donnell en noviembre de 1867, la Unión Liberal, liderada por el general Serrano, se unió al pacto de Ostende. Este pacto había sido firmado un año antes por progresistas y demócratas.
La difícil situación económica de 1866-1868
A principios de 1866, España sufrió su primera crisis financiera importante. Antes de esto, la industria textil en Cataluña ya mostraba problemas desde 1862, debido a la falta de algodón por la Guerra de Secesión en Estados Unidos. Pero lo que realmente desató la crisis financiera de 1866 fueron las grandes pérdidas de las compañías de ferrocarriles. Esto arrastró a muchos bancos y sociedades de crédito. Las primeras quiebras ocurrieron en 1864, pero en mayo de 1866 la crisis afectó a dos grandes sociedades de crédito en Barcelona, causando mucho pánico.
Además de la crisis financiera, hubo una grave crisis de subsistencias en 1867 y 1868. Esto fue causado por las malas cosechas de esos años. A diferencia de la crisis financiera, que afectó a los hombres de negocios, esta crisis golpeó a la gente común. Los productos básicos, como el pan, escasearon y se volvieron muy caros. Hubo protestas en varias ciudades, como Sevilla y Granada, donde la gente pedía "pan a ocho [reales]". La situación empeoró por el aumento del desempleo, ya que la crisis económica afectó a sectores que daban mucho trabajo, como las obras públicas (incluidos los ferrocarriles) y la construcción. La combinación de estas dos crisis creó una situación social muy tensa, dando razones a la gente para unirse a la lucha contra el gobierno de Isabel II.
El Pacto de Ostende: Un acuerdo para el cambio

El pacto de Ostende fue un acuerdo firmado en la ciudad de Bélgica el 16 de agosto de 1866. Fue una idea del general progresista Juan Prim con el objetivo de derrocar la monarquía de Isabel II. El pacto tenía dos puntos principales:
- Primero, cambiar lo que existía en las altas esferas del poder.
- Segundo, nombrar una asamblea que crearía una nueva constitución. Esta asamblea sería dirigida por un gobierno provisional y decidiría el futuro del país. Sería elegida por sufragio universal directo (es decir, todos los hombres adultos podrían votar directamente).
La forma en que estaba escrito el primer punto permitía que otras personas y grupos políticos se unieran al pacto. Así, después de la muerte de O'Donnell, Prim y Serrano (quien había dirigido la represión de la sublevación del cuartel de San Gil) firmaron un acuerdo en marzo de 1868. Con este acuerdo, la Unión Liberal se unió al Pacto de Ostende. Esto significaba que la Unión Liberal aceptaba un nuevo proceso para crear una constitución y buscar una nueva familia real. También aceptaban que la nación era la única soberana y que habría sufragio universal.
La respuesta de Narváez fue hacer su gobierno aún más autoritario. Las Cortes que se habían cerrado en julio de 1866 no volvieron a abrirse. Se disolvieron y se convocaron nuevas elecciones para principios de 1867. El gobierno influyó tanto que los diputados que lo apoyaban obtuvieron una mayoría enorme. La Unión Liberal, que era la oposición, se quedó con solo cuatro diputados. Además, en el nuevo reglamento de las Cortes de junio de 1867, se eliminó el voto de censura. Esto redujo mucho la capacidad de las Cortes para controlar al gobierno. En abril de 1868, el general Narváez falleció. La reina nombró en su lugar a Luis González Bravo, quien continuó con la política autoritaria y represiva de su predecesor.
El inicio de la Revolución
A principios de septiembre de 1868, todo estaba listo para el pronunciamiento militar (un levantamiento militar). Se decidió que comenzaría en Cádiz con la sublevación de la flota, liderada por el almirante Juan Bautista Topete. El 16 de septiembre, el general Prim llegó a Cádiz desde Londres. Con él venían los progresistas Práxedes Mateo Sagasta y Manuel Ruiz Zorrilla. Poco después, llegaron desde Canarias los generales unionistas que estaban desterrados allí, encabezados por el general Francisco Serrano.
Prim y Topete decidieron no esperar. El 18 de septiembre, Topete se levantó al frente de la flota. Al día siguiente, después de la llegada de Serrano y los generales unionistas, Topete leyó un manifiesto. Este documento, escrito por Adelardo López de Ayala, explicaba las razones del levantamiento y terminaba con la famosa frase: «¡Viva España con honra!». Este manifiesto era muy hábil porque no dejaba claro qué tipo de gobierno se quería después.
El manifiesto "España con honra" se convirtió en un símbolo importante para la España liberal y democrática. Fue firmado por varios líderes militares y políticos.
En los días siguientes, el levantamiento se extendió por el resto del país, comenzando por Andalucía. El 20 de septiembre, se formó en Sevilla la primera junta (un tipo de gobierno local provisional). Esta junta publicó un manifiesto con demandas populares, como la eliminación del servicio militar obligatorio (las quintas) y los impuestos sobre productos básicos (los consumos), así como la libertad religiosa. Estas demandas iban mucho más allá de lo que se había dicho en el manifiesto de Topete. Por su parte, Prim, a bordo de la fragata blindada Zaragoza, recorrió la costa mediterránea. Logró que todas las ciudades costeras, desde Málaga hasta Barcelona, se unieran al movimiento.
El 19 de septiembre, González Bravo renunció. La reina Isabel II nombró en su lugar al general José Gutiérrez de la Concha. Este general mantuvo a casi todos los ministros anteriores y puso a González Bravo al frente del ministerio de Gobernación. El general de la Concha organizó un ejército en Madrid, a pesar de la falta de apoyo de los militares. Envió este ejército a Andalucía, al mando del general Manuel Pavía y Lacy, para acabar con la rebelión. Al mismo tiempo, aconsejó a la reina que regresara a Madrid desde San Sebastián, donde estaba de vacaciones. Sin embargo, poco después de que la reina comenzara su viaje en tren, el general de la Concha le envió un telegrama pidiéndole que se quedara en San Sebastián, ya que la situación de las fuerzas leales había empeorado.

El 28 de septiembre, tuvo lugar la importante batalla de Alcolea (en la provincia de Córdoba). En esta batalla, las fuerzas sublevadas, al mando del general Serrano, ganaron. Contaron con el apoyo de miles de voluntarios armados. Al día siguiente, el levantamiento triunfó en Madrid. El 30 de septiembre, Isabel II abandonó España desde San Sebastián.
En un mensaje a la nación, la reina Isabel II dijo que no renunciaba a sus derechos y que los actos del gobierno revolucionario no los afectarían. También dijo que los acuerdos de las asambleas que se formaran serían bajo presión. Con esto, toda resistencia de las fuerzas leales a la reina terminó. El 8 de octubre, se formó un gobierno provisional presidido por el general Serrano, con el general Prim y el almirante Topete como parte de él. Así se selló el triunfo de la Revolución de 1868, que puso fin al reinado de Isabel II.

La Revolución de 1868 fue un levantamiento militar que se convirtió en una verdadera revolución gracias al apoyo de la burguesía, las "clases ciudadanas" y, en algunos casos, los campesinos. Esta participación, junto con el deseo de cambio en el país y el rápido colapso del gobierno oficial, hizo que el levantamiento de Cádiz se transformara en la Revolución de Septiembre de 1868.
¿Por qué ocurrió la Revolución de 1868?
Los historiadores han debatido mucho sobre las causas de la Revolución de 1868. Al principio, se pensaba que la revolución se debía principalmente a razones políticas. Se decía que durante el reinado de Isabel II, había un conflicto entre dos formas de pensar: una más conservadora, representada por el Partido Moderado y la reina, y otra más liberal y progresista. Así, la revolución de 1868 significaría el triunfo de las ideas liberales.
Sin embargo, a partir de 1957, algunos historiadores empezaron a decir que las razones económicas también eran muy importantes. Señalaron la crisis financiera de 1866 y la crisis de subsistencias de 1867-1868. La crisis financiera afectó a las compañías de ferrocarriles y a los bancos, y muchos políticos y militares tenían intereses en estas empresas. La crisis de subsistencias, causada por malas cosechas, hizo que el pan y otros alimentos básicos fueran muy caros, afectando duramente a la gente común. La combinación de estas crisis creó un ambiente de gran descontento.
Otros historiadores, sin embargo, han vuelto a defender que los factores políticos fueron los más importantes. Argumentan que la revolución fue el resultado de un conflicto entre diferentes grupos de la élite política. Un grupo "revolucionario", liderado por el general Prim, quería un cambio. Otro grupo, que apoyaba a Isabel II, no logró integrar a los progresistas en el sistema. La muerte de líderes importantes como Narváez y O'Donnell también fue clave, ya que eliminó obstáculos para que la Unión Liberal se uniera al lado revolucionario.
Hoy en día, hay un acuerdo general de que tanto las causas políticas como las económicas fueron importantes. La crisis económica de 1864-1868 hizo que muchas élites políticas y económicas se dieran cuenta de que el gobierno de Isabel II estaba aislado de la realidad del país. Esto, junto con la grave crisis de alimentos de 1867-1868, creó una sensación de que era el fin de una era para España.
¿Qué pasó después de la Revolución?
Después del triunfo de la revolución, durante seis años (1868-1874), conocidos como el Sexenio Democrático, se intentó establecer un nuevo sistema de gobierno en España.
La unión de liberales, moderados y republicanos tuvo la difícil tarea de encontrar un mejor gobierno para reemplazar a Isabel II. Al principio, las Cortes (el parlamento) no quisieron una república para España. Así, Serrano fue nombrado regente mientras se buscaba un rey adecuado para el país. Antes de esto, se había aprobado una constitución de tipo liberal en 1869.
Buscar un rey apropiado fue muy complicado para las Cortes. Juan Prim, un líder importante, fue nombrado jefe de gobierno en 1869, y el general Serrano fue regente. Prim dijo una frase famosa: «¡Encontrar a un rey democrático en Europa es tan difícil como encontrar un ateo en el cielo!». Se pensó incluso en nombrar rey a un anciano Espartero, pero él mismo lo rechazó.
Muchos proponían al joven hijo de Isabel, Alfonso (quien más tarde sería el rey Alfonso XII de España). Pero se temía que pudiera ser influenciado por su madre y repetir los errores de la reina anterior, así que no fue una opción viable. También se consideró a Fernando de Sajonia-Coburgo, antiguo regente de Portugal. Otra posibilidad fue el príncipe Leopoldo de Hohenzollern, propuesto por Otto von Bismarck. Esto causó el rechazo de Francia y llevó al incidente del telegrama de Ems, que fue una de las causas de la guerra franco-prusiana. Finalmente, se eligió a un rey italiano, Amadeo de Saboya, pero su reinado solo duró dos años y un mes, entre 1871 y 1873.
Véase también
En inglés: Glorious Revolution (Spain) Facts for Kids