Primera Internacional en España para niños
La historia de la Primera Internacional en España comenzó en noviembre de 1868 con la llegada de Giuseppe Fanelli. Él fundó las primeras secciones de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) en Madrid y Barcelona. De estas secciones nació la Federación Regional Española de la AIT (FRE-AIT) en el Congreso Obrero de Barcelona de 1870.
Durante los siguientes tres años, la FRE-AIT tuvo conflictos entre anarquistas y marxistas. Los marxistas fueron expulsados, y la FRE-AIT se unió a la Internacional de Saint-Imier, fundada por Mijail Bakunin. La FRE-AIT fue relacionada con la revolución cantonal, lo que llevó a una fuerte persecución. Fue prohibida en enero de 1874, después del golpe de Pavía que terminó con la República Federal.
En los años de clandestinidad (1874-1881), la FRE-AIT se volvió más radical. Esto se debió a la represión y a la creciente influencia del anarcocomunismo y el ilegalismo, aunque el anarcocolectivismo seguía siendo mayoritario. A principios de 1881, la FRE-AIT volvió a ser legal y se refundó como la Federación de Trabajadores de la Región Española. Sin embargo, el caso de La Mano Negra la debilitó y dividió. Finalmente, la organización se disolvió en 1888, marcando el fin de la Primera Internacional en España. España fue el país de Europa donde esta versión anarquista de la Internacional duró más tiempo. Por su parte, los marxistas fundaron el Partido Socialista Obrero Español en 1879, aunque se estableció formalmente en 1888, poco después de la creación de su sindicato, la Unión General de Trabajadores.
Contenido
Los comienzos de la Internacional en España (1865-1870)
Primeros contactos con la AIT (1865-1868)

La primera vez que se habló en la prensa española sobre la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), fundada en Londres en 1864, fue en el periódico El Obrero el 1 de noviembre de 1865. Se informó sobre una conferencia en Londres que preparaba el primer Congreso de la AIT en Ginebra. Al año siguiente, en 1866, el director de El Obrero, Gusart, escribió un artículo completo sobre la Internacional.
En el segundo Congreso de la AIT en Lausana (1867), se leyó un mensaje de Barcelona de una "Liga socialrepublicana". También se leyó una carta de Madrid. Al tercer Congreso en Bruselas (1868), asistió por primera vez un delegado español, Sarro Magallán (Antonio Marsal Anglora). Él representaba a la "Legión Ibérica del Trabajo" y a las "asociaciones obreras de Cataluña". Informó sobre la existencia de sociedades secretas en Cataluña y Andalucía, a pesar de la persecución.
Sin embargo, los contactos de la Internacional con España antes de la revolución de 1868 fueron muy pocos y breves. No se puede hablar de un movimiento obrero español relacionado con la AIT en ese momento.
El nacimiento de los primeros grupos de la AIT en España (1868-1870)
La Revolución de septiembre de 1868 trajo un tiempo de libertad. Las sociedades obreras, tanto de ayuda mutua como de resistencia, pudieron salir de la clandestinidad. En octubre, el Gobierno Provisional de 1868-1871 permitió la libertad de asociación. Ese mismo mes, se fundó en Barcelona la Dirección Central de las Sociedades Obreras. En diciembre de 1868, esta Dirección Central celebró un congreso de obreros de Cataluña con 61 sociedades representadas.
Allí se decidió apoyar la República Federal y la participación obrera en las elecciones. También se acordó publicar el semanario La Federación, que se volvió muy importante para los internacionalistas. En febrero de 1869, la Dirección Central cambió su nombre a Centro Federal de las Sociedades Obreras de Barcelona. Entre sus líderes estaban Rafael Farga Pellicer y Antonio Marsal Anglora.
El contacto directo con la AIT se dio por iniciativa de la sección de Ginebra, liderada por Mijail Bakunin. Enviaron al italiano Giuseppe Fanelli a España para establecer relaciones con las organizaciones obreras. Fanelli llegó a Barcelona a finales de octubre de 1868. Luego fue a Madrid, llegando el 4 de noviembre. En casa de Julián Rubao Donadeu, se reunió con obreros del grupo cultural Fomento de las Artes. De allí surgió el primer grupo de la Internacional en Madrid, formado el 24 de enero de 1869 por veintiuna personas, incluyendo a Anselmo Lorenzo. Este grupo se hizo oficialmente sección de la AIT en diciembre de ese año.
Fanelli les dio documentos de la Internacional y también de la Alianza Internacional de la Democracia Socialista, una organización anarquista secreta de Bakunin. Esto causó confusión, ya que los primeros afiliados españoles creyeron que el programa de la Alianza (sin Estado, sin política parlamentaria, sin clases sociales) era el mismo que el de la Primera Internacional. La Internacional, influida por Karl Marx, defendía que la libertad de los trabajadores estaba ligada a su libertad política. La Alianza, en cambio, rechazaba cualquier acción que no buscara directamente el triunfo de los trabajadores contra el capital y proponía la desaparición del Estado.
A principios de febrero de 1869, Fanelli llegó a Barcelona. Allí reunió a un grupo de obreros en el taller de José Luis Pellicer. Este grupo se convirtió en la sección barcelonesa de la AIT en mayo de 1869. En ambos casos, hubo confusión entre la Internacional y la Alianza. Los primeros afiliados españoles a la AIT pensaban que el programa de la Alianza bakuninista coincidía con los principios de la Primera Internacional. Esta mezcla de ideas dio un rumbo particular al anarquismo en España.
En septiembre de 1869, Rafael Farga Pellicer y Gaspar Sentiñón del grupo de Barcelona asistieron al IV Congreso de la AIT en Basilea. Propusieron que el siguiente Congreso fuera en Barcelona. También presentaron un informe sobre la situación en España, destacando el crecimiento de las sociedades obreras. En Basilea, Farga y Sentiñón se acercaron a Bakunin, lo que cambió sus ideas y afectó al movimiento obrero catalán.
La mayoría del movimiento obrero seguía apoyando el republicanismo federal. Sin embargo, el fracaso de una revuelta federal en 1869 y el incumplimiento de promesas del gobierno hicieron crecer el sentimiento "antipolítico". Esto ayudó a los internacionalistas a intensificar su campaña contra el Partido Republicano Federal. La dura represión policial por un motín en Barcelona en abril de 1870 también contribuyó. En este ambiente, los líderes bakuninistas de Barcelona lograron que sus propuestas triunfaran en el primer congreso obrero español en junio de ese año.
La Federación Regional Española de la AIT (1870-1881)
El Congreso de Barcelona de 1870 y el impacto de la Comuna de París
El congreso se celebró en junio de 1870. Allí se encontraron tres grupos de ideas: los bakuninistas, que eran "antipolíticos", "antiestatales" y "colectivistas"; los sindicalistas, divididos entre "apolíticos" y "políticos" (que querían seguir en el movimiento republicano-federal); y los cooperativistas.
El Congreso decidió crear la Federación Regional Española de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT). El tema más debatido fue la postura de la nueva organización hacia la política. Al final, los bakuninistas aceptaron el "apoliticismo" de los sindicalistas. Esto significaba dejar la política fuera de los debates internos para unir a todos los obreros, sin importar sus ideas políticas. Los sindicalistas "políticos" fueron los que perdieron en este debate.
La nueva FRE-AIT tuvo entre 1.764 miembros en abril de 1871 y unos 15.000 en agosto de 1872. Esto la convirtió en una de las federaciones más importantes de la Primera Internacional. Las federaciones locales variaban mucho en tamaño. La de Barcelona llegó a tener 6.000 miembros, mientras que la de Madrid nunca superó los 200.
En marzo de 1871, estalló la Comuna de París. Esto causó mucho miedo en toda Europa. Las autoridades españolas prohibieron huelgas y reuniones. El gobernador de Barcelona asaltó un local obrero y detuvo a su presidente. Esto llevó a un debate en las Cortes españolas en mayo. El ministro de la Gobernación, Práxedes Mateo Sagasta, dijo que los internacionalistas eran "enviados extranjeros" que querían "perturbar el orden".

El 28 de mayo de 1871, Sagasta dio más poder a los gobernadores para actuar contra la Internacional. El 3 de junio, el Consejo Federal de la FRE-AIT se trasladó a Lisboa. Decidieron suspender un congreso y hacer una "Conferencia reservada" en Valencia en septiembre.
El debate en las Cortes continuó. Sagasta dijo que los refugiados de la Comuna eran "delincuentes" y que serían entregados a Francia. El 14 de junio, afirmó que la Internacional quería "destruir la familia, destruir la sociedad, borrar la patria". Al día siguiente, el Congreso de los Diputados acordó investigar la situación de los trabajadores.
La Comuna de París también hizo que los obreros se separaran más de los republicanos. Los internacionalistas pensaron que si la república francesa atacaba a los obreros, entonces la república burguesa era tan enemiga como la monarquía. El periódico La Emancipación publicó un artículo diciendo que la república burguesa en España sería igual que la de Francia, usando la fuerza contra los obreros.
De la Conferencia de Valencia a la expulsión de los marxistas (septiembre de 1871 – enero de 1873)
Entre el 10 y el 18 de septiembre de 1871, se celebró en Valencia la "Conferencia reservada o secreta". Allí se adoptó una idea bakuninista: que la verdadera república federal era la propiedad colectiva, la anarquía y la unión de asociaciones obreras.
Se eligió un nuevo Consejo Federal y se acordó que Anselmo Lorenzo representaría a la FRE-AIT en la Conferencia de la Internacional en Londres. En esa Conferencia de Londres, las ideas marxistas ganaron, y se reiteró la disolución de la Alianza de Bakunin.
A principios de octubre, el gobierno de José Malcampo propuso ilegalizar la sección española de la AIT. Argumentó que sus ideas se oponían a la ley, la moral y la libertad de trabajo. Durante los debates, solo algunos diputados republicanos federales defendieron el derecho de la Internacional a existir. El 23 de noviembre, el fiscal del Tribunal Supremo dijo que la Constitución de 1869 protegía a la AIT al reconocer el derecho de asociación.
Sin embargo, a mediados de diciembre de 1871, el nuevo gobierno de Sagasta aumentó la represión contra la Internacional. Esto obligó al Comité Federal de la FRE-AIT a prepararse para la clandestinidad. Decidieron crear grupos secretos de "Defensores de la Internacional" para continuar sus actividades si eran prohibidos.

En esas mismas fechas, Paul Lafargue y su esposa Laura Marx (hija de Karl Marx) llegaron a Madrid. Lafargue contactó con el Consejo de la FRE y la Federación madrileña. Explicó que el programa de la Internacional era diferente al de la Alianza bakuninista. Las ideas marxistas que él y su esposa defendían encontraron apoyo en el grupo del diario La Emancipación, formado por José Mesa, Francisco Mora Méndez y Pablo Iglesias. Estos empezaron a publicar artículos defendiendo el marxismo. Esto llevó a su expulsión de la Federación madrileña, donde los "aliancistas" eran mayoría. El Consejo federal anuló la decisión hasta el Congreso de Zaragoza. A los expulsados se les llamó "autoritarios", y a los bakuninistas, "antiautoritarios".
En el Congreso de Zaragoza, se anuló la expulsión del grupo marxista, pero las ideas bakuninistas volvieron a ganar. Se eligió un nuevo Consejo con mayoría aliancista. Cuando en junio surgió otro conflicto, los "autoritarios" fueron expulsados de nuevo, y esta vez el Consejo Federal no intervino.
Los nueve expulsados, junto con otros cinco, formaron la Nueva Federación Madrileña el 8 de julio. Fue reconocida por el Consejo General de Londres, a pesar de la oposición de la Federación Regional Española. Sin embargo, esta división marxista solo fue seguida por unas doce federaciones locales, con unos 200 miembros. El resto de las federaciones, unas 150 con 15.000 afiliados, se mantuvieron fieles a la línea bakuninista.
Cuatro representantes de la FRE asistieron al Congreso de La Haya de 1872 en septiembre de 1872. Eran "aliancistas". En nombre de la Nueva Federación Madrileña fueron Paul Lafargue y José Mesa. En el Congreso, las ideas marxistas ganaron. Los delegados de la FRE se unieron a los bakuninistas. Cuando el Congreso expulsó a Bakunin y a James Guillaume, ellos firmaron un manifiesto en desacuerdo. Todos ellos decidieron reunirse en Saint-Imier (Suiza) para un Congreso aparte, lo que significó la ruptura de la Primera Internacional.
Al Congreso de Córdoba, celebrado entre el 25 de diciembre de 1872 y el 3 de enero de 1873, ya no asistieron la Nueva Federación Madrileña ni sus federaciones aliadas. En este congreso, se rechazaron las decisiones del Congreso de La Haya y se aprobaron las del Congreso de Saint-Imier. Así, la FRE se unió a la nueva Internacional anarquista. Decidieron eliminar el Consejo Federal y reemplazarlo por una Comisión de correspondencia en Alcoy.
Por su parte, los expulsados de la Nueva Federación Madrileña celebraron un Congreso en Toledo el 25 de marzo de 1873 para formar la Nueva Federación Española. Al mes siguiente, el periódico La Emancipación cerró por falta de recursos. La Nueva Federación Madrileña se disolvió poco después.
La FRE-AIT durante la Primera República: la «revolución del petróleo» de Alcoy (1873)
La primera reacción de la Internacional a la proclamación de la Primera República Española el 11 de febrero de 1873 fue en Barcelona. Dos días después, se convocó una reunión en la plaza de Cataluña con unas 10.000 personas. Se habló de mantener el "orden republicano" y de pedir armas al gobierno.
Pero la Comisión Federal de la FRE-AIT tuvo una reacción diferente. El 24 de febrero, dijo que la República era "el último baluarte de la burguesía". Añadió que el triunfo de la anarquía y el colectivismo solo se lograría con la "acción revolucionaria". En las elecciones a Cortes Constituyentes de mayo, la Comisión de la Internacional insistió en la necesidad de "abstenerse de toda política".
Las elecciones las ganaron los republicanos federales. Francesc Pi i Margall formó un gobierno que propuso una ley de Jurados mixtos y otra para proteger el trabajo de los menores de 16 años. Una semana después, el 19 de junio, la Internacional organizó una gran manifestación en Barcelona a favor de la autonomía del Municipio. Esto llevó a la formación de un Comité de Salud Pública, pero fue disuelto al día siguiente. El 30 de junio, algo similar ocurrió en Málaga. Para enfrentar la situación, Pi i Margall cambió su gobierno y suspendió las garantías constitucionales. Poco después, el 14 de julio, comenzó la rebelión cantonal.
Sin embargo, seis días antes de la proclamación del Cantón Murciano en Cartagena, hubo una rebelión de los internacionalistas: la "Revolució del petroli" de Alcoy. El 8 de julio, comenzó una huelga general para pedir aumento de salarios y reducción de jornada laboral. La Comisión de la Internacional, que tenía su sede allí, la apoyó. El día 9, los fabricantes rechazaron las demandas. Los obreros exigieron la dimisión del alcalde, Agustí Albors. Cuando estaban reunidos, los guardias dispararon. Los trabajadores respondieron con armas, tomando las calles. Detuvieron a algunos propietarios e incendiaron fábricas. El alcalde Albors y 32 guardias se refugiaron en el Ayuntamiento, pero tuvieron que rendirse. El alcalde Albors murió en la lucha. Se formó un Comité de Salud Pública presidido por Severino Albarracín, miembro de la Comisión de la Internacional. Este comité tuvo el poder durante tres días, hasta que las tropas del gobierno entraron en la ciudad el 13 de julio. La Comisión de la Internacional huyó a Madrid.
Coincidiendo con la "revolución del petróleo", hubo un intento de rebelión en Barcelona. La derrota de una columna republicana ante los carlistas en Alpens causó agitación. El 12 de julio, la sociedad "Las Tres Clases del Vapor" organizó una huelga. La Federación de Barcelona de la FRE-AIT celebró una reunión. Parte de los reunidos fueron a la plaza de San Jaime, pidiendo armas para el pueblo. El lunes siguiente, se declaró la huelga general en Barcelona. El manifiesto de los obreros pedía participar en las elecciones municipales y apoyaba la república democrática federal, lo que contradecía la postura "antipolítica" de la Internacional.
El 14 de julio, el mismo día de la huelga general de Barcelona, comenzó la revolución cantonal en Cartagena. Los líderes de la Internacional no intervinieron en esta rebelión. El único lugar donde los "internacionalistas" tomaron la iniciativa, además de Alcoy, fue en San Lúcar de Barrameda. La represión también afectó a los internacionalistas, especialmente después de que Emilio Castelar formara gobierno en septiembre de 1873.
La FRE-AIT en la clandestinidad (1874-1881)
Para enfrentar la represión del gobierno de Castelar, la Comisión de la FRE-AIT recomendó a las Federaciones organizarse en secreto. Les aconsejó pedir a los ayuntamientos que aprobaran la creación de ateneos, escuelas o sociedades de ayuda mutua como "pantalla" para seguir actuando. La Comisión también consideró legítimo el uso de la violencia contra patronos y "traidores".
Después del golpe de Pavía, el gobierno del general Serrano disolvió la Internacional en España el 10 de enero de 1874. Sus locales fueron ocupados y su prensa cerrada.
La Comisión Federal tomó medidas para mantener la FRE-AIT activa en la clandestinidad. Recomendó guardar documentos importantes y dividir las secciones en grupos pequeños y secretos. También consideró que las instituciones burguesas solo podían ser derribadas por la fuerza. Las Federaciones debían organizar grupos revolucionarios para la acción socialista del proletariado.
A pesar de la ilegalización, la FRE-AIT celebró un Congreso secreto en Madrid entre el 21 y el 27 de junio. Allí se acordó no celebrar más congresos generales, sino conferencias "comarcales" secretas. También se optó por la vía insurreccionalista y se empezó a aceptar el nihilismo (represalias personales, incendios). Tres meses después, la FRE-AIT envió a Rafael Farga Pellicer al Congreso de Bruselas de la Internacional de Saint-Imier.
La FRE logró mantener su actividad clandestina y el contacto con internacionalistas europeos. Dos anarquistas importantes visitaron España en ese tiempo: Errico Malatesta en 1875 y Kropotkin en 1878.
Durante la clandestinidad, la Comisión tuvo dificultades para mantener activa la FRE-AIT. Fue perdiendo miembros. En 1880, solo 37 federaciones locales (de Cataluña y Andalucía) con unos 3.000 miembros se reunieron. Esta decadencia coincidió con la crisis de la Internacional anarquista, lo que favoreció las posturas más radicales. En 1875, se propuso organizar "grupos de acción" y "grupos de vigilancia" para conseguir recursos, armas y hacer represalias. Las federaciones andaluzas apoyaron el uso de la violencia, mientras que las catalanas preferían la acción sindical.

La radicalización se debió al abandono de la lucha diaria por la prohibición de la Internacional y a la influencia del populismo ruso y el nihilismo. Esto llevó a la "propaganda por el hecho" (acciones violentas). En España, el primer intento de magnicidio fue el atentado contra el rey Alfonso XII en Madrid por Joan Oliva Moncasi el 25 de octubre de 1878. El 30 de diciembre del año siguiente, hubo un segundo intento por Francisco Otero.
En el Congreso de Verviers de 1877, surgió el debate entre el anarcocolectivismo (ideas de Bakunin) y el anarcocomunismo, defendido por Piotr Kropotkin, Errico Malatesta y Élisée Reclus. La FRE siguió fiel al anarcocolectivismo, pero el anarcocomunismo se extendió en algunas federaciones, especialmente en Andalucía.
Los marxistas de la Nueva Federación Madrileña usaron la Asociación del Arte de Imprimir como cobertura legal. Pablo Iglesias se unió en 1873 y fue elegido presidente en 1874. La Asociación se convirtió en una sociedad de resistencia.
José Mesa, que se había mudado a París, fue el enlace con los grupos marxistas europeos. Se reunió con Marx y Engels en Londres y con Paul Lafargue. Mesa también se hizo amigo del marxista francés Jules Guesde, cuyas ideas influyeron en el grupo de Madrid. Mesa les transmitió la idea de Marx y Engels de fundar un partido socialista. El grupo de la Asociación del Arte de Imprimir fundó el Partido Socialista Obrero en una reunión en Madrid el 2 de mayo de 1879. El 20 de julio, se celebró la primera asamblea del partido, donde se eligió a su primera Comisión Ejecutiva, con Pablo Iglesias como secretario. Se aprobó el "Manifiesto Programa", que buscaba la abolición de las clases, la transformación de la propiedad individual en social y el poder político para la clase trabajadora.
La Federación de Trabajadores de la Región Española (1881-1888)
La disolución de la FRE y el nacimiento de la FTRE (1881-1882)
A principios de 1881, el nuevo gobierno liberal de Práxedes Mateo Sagasta prometió reconocer la libertad de asociación. Un grupo anarcosindicalista catalán, liderado por Josep Llunas i Pujals, Rafael Farga Pellicer, Antoni Pellicer i Paraire y Eudald Canivell i Masbernat, quiso terminar con la clandestinidad. Para ello, era necesario cambiar la política ilegalista de la Comisión Federal.
Con este objetivo, convocaron una Conferencia Regional Extraordinaria en Gracia del 6 al 9 de febrero de 1881. Se aprobó destituir a la Comisión anterior y reemplazarla por una nueva, formada por líderes catalanes y Francisco Tomás Oliver. Así terminó la historia de la Federación Regional Española de la AIT. Se dio paso a la reconstrucción de un movimiento sindical fuerte, impulsado por los mismos anarcosindicalistas de Barcelona. Casi al mismo tiempo, el gobierno liberal aprobó la libertad de asociación.
El 10 de julio, unas cincuenta sociedades obreras de Cataluña publicaron un manifiesto, probablemente escrito por Farga Pellicer. Convocaron un congreso obrero de la Región Española en Barcelona para finales de septiembre. Pronto se unieron a la propuesta obreros de otras veintidós localidades de España.
El Congreso se celebró entre el 24 y el 25 de septiembre de 1881 en el Teatro Circo de Barcelona. Se acordó fundar la nueva Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE). Se adaptaron a la legalidad eliminando la palabra "internacional", una de las razones por las que su antecesora había sido prohibida. En el Manifiesto a los trabajadores de la Región Española, aprobado en el Congreso, se reafirmó el antipoliticismo y el anarcocolectivismo.
Un año después de su fundación, la FTRE ya tenía unos 60.000 miembros. Esto fue sorprendente, ya que después de casi diez años de persecución, el movimiento anarquista español había resurgido con mucha fuerza. El "perfil" de la nueva FTRE era diferente al de la FRE-AIT de ocho años antes. En 1873, predominaban las zonas industriales y urbanas. En 1882, la FTRE tenía un fuerte peso en Andalucía, con muchas organizaciones agrarias.
Entre el 24 y el 26 de septiembre de 1882, se celebró en Sevilla el II Congreso de la FTRE. Allí se enfrentaron los anarcocolectivistas y "legalistas" (liderados por Josep Llunas y Ricardo Mella) contra los anarcocomunistas e insurreccionalistas (liderados por Miguel Rubio). Los primeros querían un movimiento público y legal. Los segundos querían que fuera secreto y revolucionario, dispuesto a practicar la "propaganda por el hecho". Ganaron las ideas moderadas anarcocolectivistas y legalistas. Sin embargo, los "ilegalistas" formaron una nueva federación llamada Los Desheredados.
El episodio de la «Mano Negra» y la crisis de la FTRE (1882-1883)
A principios de noviembre de 1882, el jefe de la Guardia Civil en Andalucía Occidental envió al gobierno una copia del "reglamento" de una organización secreta llamada "la Mano Negra". Según el informe, esta organización estaba detrás de "incendios, talas, heridas o asesinatos". El gobierno envió refuerzos a Cádiz. El 21 de noviembre, un grupo de guardias civiles llegó a Jerez y detuvo a cientos de jornaleros y miembros de la FTRE, supuestos integrantes de la Mano Negra. En pocas semanas, más de 3.000 jornaleros y anarquistas fueron encarcelados. En la mayoría de los casos, el motivo de la detención era la pertenencia a la Federación de Trabajadores. El periódico de la FTRE, Revista Social, protestó por las detenciones.

La prensa habló mucho del asunto, sin dudar de la existencia de la Mano Negra. Se centró en tres crímenes. El 4 de diciembre, fueron asesinados unos venteros cerca de Jerez de la Frontera. Dos meses después, el 4 de febrero, se encontró el cadáver de Bartolomé Gago, "El Blanco de Benaocaz", asesinado el mismo día que los venteros. También se supo que la muerte de Fernando Olivera en agosto de 1882 no fue un accidente. En febrero de 1883, el gobierno envió un juez especial a Jerez.
El gobierno, apoyado por los propietarios y la prensa, identificó la Mano Negra con la FTRE. Esto tenía dos objetivos: frenar la fuerza de la Internacional en España y evitar la organización de los trabajadores del campo. El Comité federal de la FTRE negó cualquier relación con la Mano Negra y condenó los delitos. También volvió a condenar el ilegalismo, lo que aumentó las diferencias entre los anarcosindicalistas catalanes y los "ilegalistas" andaluces.
Por el crimen de la Parrilla, el tribunal de Jerez condenó a muerte a siete personas el 18 de junio de 1883. Otras ocho fueron condenadas a prisión. El Tribunal Supremo confirmó las condenas en abril de 1884. Nueve vieron su pena conmutada, pero siete fueron ejecutados el 14 de junio de 1884 en Jerez. Por el crimen de los venteros, cuatro personas fueron condenadas a muerte, pero no ejecutadas. Por el tercer crimen, una persona fue condenada a prisión.
El III Congreso de la FTRE, celebrado en Valencia del 4 al 8 de octubre de 1883, se vio afectado por el asunto de la "Mano Negra". Asistieron menos delegados. El Congreso protestó por la confusión de su organización con "facciones de objetivos censurables". Rechazó toda solidaridad con quienes cometieran delitos y acordó "disolver la Federación si no puede actuar tranquilamente en la legalidad".
La decadencia y la disolución final de la FTRE (1883-1888)
La decadencia de la FTRE se acentuó en los años siguientes. Al "Congreso Cosmopolita" en Barcelona en septiembre de 1884, solo asistieron 64 delegados. El grupo anarcocomunista andaluz de "Los Desheredados" celebró otro congreso en Sevilla. El Congreso de 1885 fue un fracaso, y al de Madrid en mayo de 1887, solo asistieron 16 delegados.
Entre el 18 y el 20 de mayo de 1888, se celebró un Congreso ampliado en Barcelona. No asistieron las federaciones andaluzas, que ya se habían inclinado por el anarcocomunismto y el ilegalismo. Los delegados, en su mayoría catalanes, y el Comité federal decidieron crear la Federación Española de Resistencia al Capital, conocida como "Pacto de Unión y Solidaridad". Su objetivo era unir la fuerza de los trabajadores españoles contra el capitalismo. Se aprobó el apoyo a las huelgas para mejorar las condiciones de trabajo. Esta nueva organización estaba a medio camino entre el anarquismo y el societarismo.
En octubre de 1888, el "Pacto" celebró un Congreso en Valencia. Allí se decidió disolver la FTRE. Se separó la actividad sindical de la revolucionaria. Para esta última, se fundó la Organización Anarquista de la Región Española, que era una organización muy flexible, sin estatutos ni normas estrictas. Pero esta nueva organización desapareció al año siguiente.
En ese mismo año de 1888, el grupo marxista de Pablo Iglesias formalizó el Partido Socialista Obrero Español, fundado nueve años antes. Esto ocurrió en un Congreso obrero en Barcelona entre el 23 y el 24 de agosto. Unos días antes, se había celebrado otro Congreso en Barcelona del que surgió el sindicato socialista Unión General de Trabajadores. Al año siguiente, el PSOE participó en el Congreso fundacional de la Segunda Internacional en París, con Pablo Iglesias y José Mesa.
Conclusión sobre la Primera Internacional en España
La Primera Internacional en España terminó no solo por la represión, sino también por las diferencias internas. La persecución por el caso de la Mano Negra intentó golpear a las asociaciones de trabajadores. Pero su éxito también se debió a otros factores. El énfasis en la autonomía de los grupos, que creció durante la clandestinidad, debilitó a la Federación. A esto se sumaron las profundas diferencias entre las regiones industriales y agrarias, entre colectivistas y anarcocomunistas, y entre la acción directa y el asociacionismo reformista. Además, surgieron otras organizaciones obreras y políticas que restaron fuerza al anarquismo. El anarquismo en España no se recuperaría de esta crisis hasta principios del siglo XX.
La FTRE se disolvió en 1888 porque ganó el sector del anarquismo que criticaba la existencia de una organización pública y sindical. Este sector defendía el "espontaneísmo" (cualquier organización limitaba la libertad individual) y la vía "insurreccionalista" (el levantamiento de los trabajadores acabaría con el capitalismo). La tendencia "sindicalista", en cambio, buscaba fortalecer la organización para lograr mejoras salariales y laborales mediante huelgas. La brutal represión del gobierno contra los anarquistas andaluces por los crímenes atribuidos a la Mano Negra en 1883 contribuyó al triunfo de la tendencia "espontaneísta" e "insurreccionalista". Aunque el movimiento anarquista siguió existiendo a través de publicaciones y educación, la disolución de la FTRE abrió el camino para acciones individuales de carácter terrorista y la "propaganda por el hecho" en la década siguiente.