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Historia del teatro de México para niños

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La historia del teatro de México es muy interesante. Comenzó a tomar una forma especial cuando se mezcló con la cultura europea. Los españoles usaron obras de teatro llamadas autos sacramentales para enseñar la religión a los pueblos indígenas. De ahí surgieron las pastorelas y elementos como la piñata, que tenían un significado religioso.

Antes de la llegada de los españoles, los pueblos de Mesoamérica tenían rituales importantes. Estos rituales estaban relacionados con sus dioses y las cosechas. Por ejemplo, los aztecas usaban la comida para mostrar su conexión con los dioses. Sin embargo, estos rituales no se consideran teatro en el mismo sentido que el teatro griego antiguo, porque su propósito era diferente.

El teatro en el México antiguo: Rituales y creencias

El teatro tiene sus raíces en los mitos y rituales religiosos. En Mesoamérica, los rituales podrían haber evolucionado hacia un teatro propio. Sin embargo, la llegada de los españoles interrumpió este desarrollo. Los españoles intentaron imponer su cultura, pero la cultura indígena resistió. Esta mezcla de culturas dio origen a muchas cosas nuevas, incluyendo el teatro mexicano.

Un ejemplo de la resistencia cultural indígena se ve en las bodas de Teotihuacán. La suegra ofrecía tamales a la futura esposa, quien a su vez alimentaba a su esposo. Esto mostraba la importancia de la mujer en la familia y el valor de la comida en los eventos sociales, algo que sigue siendo importante en México hoy.

Ofrendas y ceremonias a los dioses

Cada primavera, la gente subía a los templos para pedirle a Tláloc, el dios de la lluvia, que sus cultivos de maíz crecieran bien. En un día especial, el uey tezoztli (3 de mayo), los líderes de ciudades como Teotihuacán y Texcoco se reunían para honrar a Tláloc. Cubrían al dios con joyas y plumas. Le ofrecían tamales, guisados, chocolate y, en algunos casos, sangre. Después de los ritos, guerreros vigilaban la comida para que Tláloc pudiera "alimentarse" en paz.

Esta ceremonia mostraba lo importante que era la comida para las sociedades antiguas. Las ofrendas eran una forma de mantener una buena relación con los dioses. Podemos ver algo parecido en las ofrendas que se hacen en el Día de Muertos hoy en día.

El Rabinal Achí: Una obra maya

De la cultura maya se conserva una obra muy antigua llamada Rabinal Achí. Esta obra cuenta la historia de la captura, el interrogatorio y la muerte de un guerrero. Los personajes principales son el Varón de Quiché y el de Rabinal. Aunque es una obra importante, no hay una conexión directa en el tiempo entre los hechos mayas y los aztecas.

El teatro en la época colonial (siglos XVI-XVII)

Con la conquista de México, España se hizo muy rica. Para unir su gran imperio, España usó el idioma, la religión y la cultura. En 1524, llegaron a México los primeros misioneros franciscanos. Ellos comenzaron a enseñar la religión católica.

La forma de hacer teatro cambió mucho. Ya no se trataba de representar mitos de los dioses antiguos. Sin embargo, el teatro siguió siendo religioso. Los españoles lo usaron para evangelizar a los indígenas, porque era una forma rápida y fácil de enseñar los mandamientos y los evangelios.

La mezcla de culturas en el teatro

Para lograr esto, los sacerdotes aprendieron las lenguas indígenas, y al mismo tiempo, enseñaban español. Los franciscanos, y luego los agustinos y dominicos, predicaban con la ayuda de imágenes en capillas abiertas. Así nació un teatro que mezclaba la cultura indígena con la española.

Desde 1524, se empezaron a representar pastorelas, autos sacramentales y pasiones. Usaban idiomas indígenas como el náhuatl para que todos pudieran entender la religión católica. El auto sacramental era un tipo de obra española perfecta para la evangelización. Representaba celebraciones religiosas de una manera sencilla.

No se sabe quién fue el primer franciscano en usar el teatro para convertir a los indígenas. Pero hay documentos que muestran que en 1533, en Tlatelolco, se representó un auto sacramental sobre el fin del mundo. Los indígenas eran los actores, músicos, bailarines y traductores de estas obras.

Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), un famoso autor de autos sacramentales, describió el teatro como "sermones puestos en verso".

El teatro y la sociedad colonial

El gusto por el teatro se extendió rápidamente. Se usaba incluso para celebrar el nombramiento de virreyes o fiestas religiosas y cívicas. Estas celebraciones incluían autos sacramentales, entremeses y pasos. A veces, las obras criticaban al gobierno o a la iglesia, lo que no siempre era bien visto.

Cuando la conquista se consolidó, el teatro evangelizador dejó de usar idiomas indígenas. El español se convirtió en el único idioma permitido en la Nueva España. Este nuevo teatro, escrito por misioneros españoles, ya no incluía la cultura prehispánica.

La sociedad de la Nueva España se transformó. El teatro y la cultura se basaron en las modas y estilos de Europa. Esto influyó en la forma de pensar de los criollos y mestizos durante los siguientes dos siglos.

Eusebio Vela (1688-1733) fue un autor importante de esta época. Escribió obras que elogiaban a Hernán Cortés y a los franciscanos, mostrando un sentido de nacionalismo.

Con la llegada del pensamiento ilustrado, el teatro se enfocó en la tragicomedia y en temas educativos. Los indígenas fueron excluidos de las actividades artísticas. El teatro no religioso decayó, y solo se permitían obras europeas autorizadas por la iglesia.

El teatro en los siglos XIX y XX

A principios del siglo XIX, México vivió mucha inestabilidad. A pesar de las guerras y levantamientos, se construyeron nuevos teatros. Aunque la Guerra de Independencia generó muchos gastos, el interés por el teatro crecía. Se leían obras nacionales y extranjeras. Incluso Miguel Hidalgo, el líder de la independencia, tradujo una obra de Molière llamada Tartufo.

Después de la independencia, el teatro mexicano seguía muy influenciado por España. Surgieron autores importantes que trajeron modelos europeos a México. Entre ellos estaban José Joaquín Fernández de Lizardi, autor de El Periquillo Sarniento, Manuel Eduardo de Gorostiza, Fernando Calderón y Beltrán y Francisco González Bocanegra.

El auge del teatro y la profesionalización

Con la caída del imperio de Maximiliano en 1867 y la victoria de la República, las artes, incluyendo el teatro, tuvieron un gran desarrollo. Nuevas instituciones académicas y educativas ayudaron a crear y difundir el arte. Aunque se enfocaban en lo que se producía en Europa, también impulsaron el nacionalismo.

A mediados del siglo XIX, se hicieron esfuerzos para que el teatro fuera más estable y profesional. Se empezó a pagar a los escritores de teatro y a formar actores. Se fundaron instituciones como el Liceo Hidalgo (1851) y el Teatro de los Autores (1873), que promovía obras nacionales. En 1902, se creó la Sociedad de Autores de Teatro.

Durante el Porfiriato, se construyeron muchos teatros al estilo francés. Un gran ejemplo es el Palacio de Bellas Artes, que comenzó a construirse en 1904. Su construcción se interrumpió por el inicio de la Revolución mexicana.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la Ciudad de México ofrecía muchas actividades de ocio. Ir a bailes, funciones de teatro, al circo o a las corridas de toros era parte de la vida diaria.

El "género chico" y las carpas

En esta época, surgió un tipo de teatro muy popular llamado género chico. Eran obras cortas y cómicas, a menudo sátiras políticas y sociales, a veces con música. Se representaban en teatros y carpas. Este género, que venía del melodrama español, se transformó en sketches con temas y personajes puramente mexicanos. Se usaba el lenguaje popular de México.

Algunos de los actores más famosos de este género fueron Lupe Rivas Cacho, Roberto Soto, Joaquín Pardavé, Mario Moreno y Jesús Martínez.

Las carpas eran lugares donde los actores a menudo hablaban directamente con el público, rompiendo la "cuarta pared". Lo especial del género chico era que reunía a personas de diferentes clases sociales, aunque la mayoría eran trabajadores, ya que los precios eran accesibles.

El género dramático también se desarrolló con comedias y melodramas de autores como Amado Nervo y Julio Jiménez Rueda. A diferencia del género chico, el teatro dramático enfrentó más dificultades para ser escrito y representado debido a la censura durante la dictadura de Porfirio Díaz.

Después de la Revolución mexicana, surgieron muchos grupos de teatro y literatura, como el grupo Ulises y el Teatro de Ahora. Sin embargo, el teatro también fue influenciado por los intereses del Estado y la Iglesia.

Aun así, hubo autores que escribieron sobre las realidades del país. Algunos de ellos fueron Rodolfo Usigli con El gesticulador, Salvador Novo con Cuauhtémoc, Octavio Paz con La hija de Rapaccini, Vicente Leñero con Pueblo rechazado, Carlos Fuentes con Orquídeas a la luz de la luna y Emilio Carballido con Rosalba y los llaveros.

A finales del siglo XX, los géneros más exitosos fueron el drama histórico, el melodrama y el sainete. Eran obras frescas y atrevidas por su realismo.

El teatro en el nuevo ciclo y la actualidad

Desde el siglo XIX, se buscó crear una compañía nacional de teatro apoyada por el gobierno. Un paso importante fue la creación del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) en 1946, con departamentos para diferentes artes. También nacieron la Asociación Nacional de Actores (ANDA) en 1934 y la Unión de Cronistas de Teatro y Música en 1942.

En 1972, dentro del INBA, se creó la Compañía Nacional de Teatro (CNT) y el Centro de Experimentación Teatral (CET) para formar actores. En 1981, el INBA también creó el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Teatral Rodolfo Usigli (Citru), dedicado al estudio del teatro en México. El INBA ha sido clave en la relación entre el gobierno y los artistas de teatro.

Autores como Luisa Josefina Hernández, Emilio Carballido, Sergio Magaña y Jorge Ibargüengoitia representan el esplendor de este nuevo ciclo del teatro mexicano. Sus obras reflejan las inquietudes del pueblo y muestran esperanza en el teatro. Por primera vez, los dramaturgos estaban bien preparados y dedicados a su arte, lo que llevó a un gran florecimiento.

El teatro contemporáneo: Desafíos y evolución

En las últimas décadas, el teatro ha enfrentado desafíos como temporadas cortas, falta de presupuesto y cierre de espacios. Sin embargo, los artistas han seguido trabajando y buscando nuevas formas de expresión. Las nuevas generaciones han incorporado técnicas como el circo, la pantomima y, cuando es posible, nuevas tecnologías.

Algunos dramaturgos destacados de las nuevas generaciones son Guillermo Schmidhuber de la Mora, Óscar Liera, Carlos Olmos y Luis Mario Moncada.

El teatro mexicano ha estado en constante cambio, adaptándose a la evolución del país. No se ha quedado atrás de los avances científicos y tecnológicos, ni de los cambios políticos y sociales. Aunque han surgido nuevos medios como el cine, la radio y la televisión, esto no ha significado una decadencia para el teatro. No se puede decir con exactitud si estas nuevas tecnologías lo han perjudicado o beneficiado.

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