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Historia de San Clemente para niños

Enciclopedia para niños
Archivo:Coat of Arms of San Clemente (Cuenca)
Escudo de la Villa de San Clemente.

La Villa de San Clemente, ubicada en la provincia de Cuenca, España, tiene una historia muy antigua. Los primeros rastros de vida en esta zona se remontan a la Edad del Bronce Medio, hace más de 3.500 años (entre 1500 y 1250 a.C.). Estos restos se encontraron en lugares como la Morra de Rus y el Cerro del Toril. También se han hallado vestigios de la época celtíbera, incluyendo un antiguo poblado.

Época Romana: Un Puente con Historia

Archivo:San Clemente. Puente Romano. Foto 1
Puente Romano de San Clemente

Durante la época romana, tanto en el periodo de la República como en el Imperio, se construyó el impresionante Puente Romano de San Clemente. Este puente fue levantado para cruzar el río Rus y es una obra magnífica con tres arcos de piedra tallada. Es el puente romano mejor conservado de toda la provincia de Cuenca. Además, se sabe que por la actual villa pasaba una calzada romana, la vía Segobriga-Carthago Nova, y se ha encontrado un miliario (una columna que marcaba las distancias en las calzadas).

De la época tardorromana (siglos III y IV d.C.) se han descubierto restos de antiguas villas romanas. El hallazgo de una parte de columna visigoda, decorada con dibujos geométricos, también nos muestra que el pueblo visigodo estuvo presente en la zona. Esta pieza podría haber formado parte de una antigua basílica visigoda.

Época Musulmana y el Nacimiento de la Villa

La tradición cuenta que en un cerro cercano a San Clemente, a unos ocho kilómetros al norte y cerca del nacimiento del río Rus, existió un pueblo godo que veneraba una imagen de la Virgen. Cuando llegaron los musulmanes, la gente escondió la imagen en una cueva para protegerla.

Más tarde, en ese mismo lugar, se asentó una población musulmana. Aún quedan ruinas de este asentamiento, como muros de una fortaleza rural. Estas fortalezas, junto con otras cercanas como las de Cañavate y Garcimuñoz, fueron importantes para la defensa de Alarcón durante la resistencia de los almohades contra las fuerzas del rey Alfonso VIII.

Después de que los cristianos reconquistaran este territorio, un pastor encontró la imagen de la Virgen en una cueva conocida como "de la Mora", al pie de la fortaleza. Esta Virgen, llamada Virgen de Rus por el lugar donde fue hallada, es hoy la Patrona de San Clemente. Su ermita está construida junto a la antigua fortaleza.

El nombre actual de la villa, San Clemente, proviene de uno de los caballeros que se estableció en estas tierras: Clemente Pérez de Rus. Este hidalgo, originario del Castillo de Rus (de donde tomó su apellido), construyó una casa de campo en una llanura fértil, bañada por el río Rus.

No se sabe la fecha exacta del nacimiento de Clemente Pérez de Rus ni de la construcción de su casa. Sin embargo, una antigua lápida, que hoy está desaparecida, decía: "Aquí yace el honrado caballero Clemente Pérez de Rus, el primer hombre que hizo casa en este lugar e le puso el nombre de San Clemente. Falleció en la era del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, mil y ciento treinta y seis años". Esto indica que la villa fue fundada en el Siglo XII, y su nombre se debe a su fundador, Clemente, quien le dio el nombre del santo de su onomástica.

Siglos XIII y XIV: La Reconquista y los Señoríos

Archivo:Señorío de Villena en 1340
Extensión del Señorío de Villena en tiempos de don Juan Manuel, alrededor de 1340

La Reconquista fue clave para la formación de la actual Villa de San Clemente. Después de conquistar Cuenca y Alarcón, el rey Alfonso VIII concedió en 1211 la posesión de la aldea de Rus, recién recuperada de los almohades, a Pelayo Peláez y sus compañeros.

San Clemente dependió de Alarcón y, junto con ella, pasó a formar parte del Marquesado de Villena. A principios del Siglo XIV, el infante Don Juan Manuel consiguió que el rey de Castilla, Fernando IV, le concediera la propiedad del castillo y la villa de Alarcón en 1305.

Más tarde, la villa pasó a manos de los Infantes de Aragón, y finalmente, a Juan Pacheco, Maestre de la Orden de Santiago y primer Marqués de Villena.

El Castillo de Santiago de la Torre, construido a finales del Siglo XIII y principios del Siglo XIV, muestra que San Clemente estaba bajo la influencia de la Orden de Santiago. La jurisdicción del señorío de Alarcón estaba bajo el poder del Maestre de esta Orden. Incluso a finales del Siglo XVII, el corregidor de la villa pertenecía a la Orden de Santiago, lo que demuestra su influencia duradera.

Siglos XV y XVI: Esplendor y Autonomía

Archivo:IsabellaofCastile05
Los Reyes Católicos (Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla) visitaron San Clemente en 1488, haciéndola de realengo.

En esta época, muchos pueblos buscaban su autonomía e independencia de los señoríos. San Clemente lo logró el 10 de diciembre de 1445, cuando el Maestre de Santiago, don Juan Pacheco, la elevó a la categoría de Villa. Este título fue reconocido por Juan II de Aragón y Enrique IV de Castilla.

Un evento importante en la historia de San Clemente fue su participación en la guerra entre los Reyes Católicos y los seguidores de Juana la Beltraneja (quien también aspiraba al trono de Isabel la Católica) entre 1476 y 1479. En este conflicto, el pueblo de San Clemente apoyó a Isabel la Católica y se rebeló contra el Marqués de Villena, que apoyaba a Juana. Gracias a este apoyo, Isabel la Católica concedió a San Clemente en 1476 el privilegio de celebrar un mercado libre todos los jueves.

Una vez que la guerra terminó con la victoria de Isabel, el apoyo de San Clemente fue recompensado. Los Reyes Católicos decidieron incorporar la villa a la Corona, convirtiéndola en realengo (bajo la autoridad directa del rey) y dándole independencia de Alarcón. Los Reyes Católicos visitaron San Clemente el 9 de agosto de 1488. En esta visita, como muestra de gratitud, confirmaron todos los privilegios que ya les habían otorgado.

La villa alcanzó su mayor esplendor entre el Siglo XV y la primera mitad del Siglo XVI. En este periodo, la zona se repobló y tuvo un gran desarrollo agrícola, llegando a tener más de dos mil habitantes. San Clemente destacaba por la riqueza y extensión de sus tierras, lo que atrajo a muchos nobles, hidalgos, campesinos y religiosos. Las principales familias hidalgas de la comarca se asentaron en San Clemente, construyendo casas con fachadas artísticas y escudos de armas. Entre ellas, destaca la familia Haro, que dejó su huella en varios edificios.

Durante estos siglos, se fundaron hospitales en San Clemente, como el de Nuestra Señora de la Concepción y el de Santiago para mujeres necesitadas, y el de San Sebastián para peregrinos y mendigos. También se levantaron monasterios y conventos de Franciscanos (fundado en 1466), del Carmen (Siglo XVI), Trinitarias y Clarisas (ambos en el Siglo XVI). Se construyó la Real Casa de Estudio de la Compañía de Jesús (Siglo XVI) y el Real Pósito (Siglo XVI). Además, la localidad se convirtió en la residencia del Gobernador del Marquesado de Villena, con autoridad sobre veintiséis villas y dos ciudades, muchas de ellas dependientes de San Clemente, como Vara de Rey, Casas de Fernando Alonso, Villar de Cantos, Cañavate o la Aldea de Santiago de la Torre.

Debido a todo este esplendor, se llegó a considerar a San Clemente como la capital de la Mancha Alta, también llamada de Aragón o Montearagón, y se la conocía como la Pequeña Corte Manchega. Esto se debía a que tenía una estructura social, administrativa, eclesiástica y urbanística similar a la de las cortes de Valladolid o Madrid, pero a menor escala.

El estilo renacentista de este gran periodo se puede ver en la mayoría de los edificios, especialmente en el conjunto de la Plaza Mayor, que es el corazón del Conjunto Histórico-Artístico. Allí se encuentran el Antiguo Ayuntamiento, La Audiencia Real, el Pósito y la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol. La mayoría de las Casas-Palacios, iglesias, ermitas y conventos de la villa también son de esta época.

Siglo XVII: Decadencia y el Quijote

Al igual que el resto de la región y de la España interior, a principios del Siglo XVII, San Clemente comenzó a experimentar un declive. Las causas fueron varias: las consecuencias de la guerra de los moriscos de Granada, una gran plaga de langosta, una terrible epidemia de peste y el exceso de población. Todo esto se combinó con una disminución de la producción agrícola y una ganadería limitada por la falta de pastos propios y su exclusión de las rutas de la trashumancia.

Sin embargo, este siglo fue el gran Siglo de Oro de las Letras españolas. La famosa obra de Don Quijote de la Mancha refleja la sociedad de la época. La villa de San Clemente aparece en la Segunda Parte del Quijote, a través de la ermita de Rus, en los capítulos XXIV y XXV, con la historia del ermitaño (el famoso "¡Voto a Rus!" de Sancho) y el encuentro en la Venta con maese Pedro el Tirititero y su mono adivino.

San Clemente se recuperó durante la segunda mitad del Siglo XVII al cambiar su economía, pasando de ser principalmente agraria a una economía de servicios, con actividades administrativas, comerciales y artesanales. La población era gobernada por un corregidor y veinte regidores. El último corregidor, antes de que se estableciera el régimen municipal, fue Diego López de Haro, señor del barrio de San Sebastián.

Siglo XVIII: Lealtad y Recuperación

Archivo:Felipe V de España
Felipe V le concedió el título de Muy Noble, Muy Leal y Fidelísima Villa, por permanecer a su lado en la guerra de Sucesión.

Durante la guerra de Sucesión Española, San Clemente fue un lugar estratégico. En esta villa se estableció el cuartel general del Duque de Berwick, y la población demostró su lealtad a Felipe V de España con importantes acciones militares.

La victoria final fue para Felipe V, quien, en reconocimiento a la lealtad de San Clemente durante la guerra, le concedió el título de "Muy Noble, Muy Leal y Fidelísima Villa".

Con la llegada de la nueva dinastía de los Borbones, el Siglo XVIII vio una recuperación económica, impulsada por cambios administrativos, militares y económicos promovidos por Felipe V. La centralización del estado, a través de funcionarios y ministerios, fue clave en este nuevo sistema, que controlaba toda la administración de la Corona desde el nivel local, utilizando figuras como corregidores y regidores.

En el año 1753, en San Clemente había un Corregidor y veinte Regidores, todos ellos caballeros conocidos de la Villa. Este nuevo cambio estructural dio lugar a una nueva y fuerte hidalguía (clase noble) en San Clemente.

En 1766, durante el Motín de Esquilache, que llevó a la expulsión de los Jesuitas y la desamortización de sus propiedades por parte del rey Carlos III de España, la Real Iglesia y los terrenos adyacentes que pertenecían a los jesuitas en San Clemente fueron confiscados a favor de la corona. Carlos III dejó constancia de esto construyendo una portada con el escudo de la Casa de Borbón y una inscripción, para recordar la toma de posesión de los antiguos dominios jesuitas en la Villa de San Clemente.

Durante este Siglo XVIII, surgieron en la Villa nuevas familias nobles con gran poder económico. Adquirieron grandes propiedades y latifundios (grandes extensiones de tierra), y construyeron enormes casas-palacios con la influencia del último estilo barroco del siglo XVIII, que ya se conectaba con el rococó y la arquitectura neoclásica, siempre manteniendo el sobrio estilo castellano-manchego en sus patios interiores. Algunos descendientes de estas nuevas familias nobles fueron Diputados provinciales y Diputados en Cortes durante el Siglo XIX.

Siglo XIX: Guerra y Aislamiento

Durante la Guerra de la Independencia Española, la división del General Frère se estableció en San Clemente en junio de 1808. Esta población era considerada un punto estratégico, ya que controlaba la carretera hacia Sevilla, Valencia y Cartagena. Desde San Clemente, se protegía la retaguardia de Moncey en su ataque a Valencia y de Dupont hacia Andalucía, conectando ambos con Madrid.

Sin embargo, la división de Frère no pudo cumplir su misión. Las razones fueron varias: Napoleón había decidido que San Clemente debía asegurar las comunicaciones tanto hacia Sevilla como a Valencia, basándose en un mapa mal interpretado. Pero la gran distancia y la dificultad de las comunicaciones impidieron que se hiciera bien ninguna de las dos tareas. También influyeron los problemas que les causaron los habitantes de San Clemente, entre quienes destacó por su valentía el comandante sanclementino Bibiano Hellín, héroe de la Guerra de Independencia, mencionado por Pérez Galdos en sus Episodios Nacionales.

Después de fracasar en la toma de Valencia, el mariscal Moncey regresó a San Clemente. Allí intentó reparar la artillería, dar descanso a sus hombres y reforzarse con la división de Frère, con el objetivo de intentar un segundo ataque a Valencia. Sin embargo, el General Savary, preocupado por el avance de La Cuesta y Blake, ordenó a Frère regresar a Madrid.

La estrategia del ejército francés era obtener alimentos de la población civil. Para ello, saqueaban, destruían e incendiaban los pueblos, además de cometer otros actos violentos. Esto ocurrió en todos los lugares donde se establecían, y San Clemente no fue una excepción. Tras la marcha de los franceses, San Clemente quedó en una profunda pobreza, de la que tardó muchos años en recuperarse.

Archivo:Mpatrocinio
Sor Patrocinio, la Monja de las Llagas

Una vez terminada la guerra, en el año 1814, San Clemente fue designada como una de las once cabezas de partido judicial de la provincia de Cuenca, junto a poblaciones como Cuenca, Huete, Iniesta, Belmonte, La Roda, Requena, Cañete, Priego, Buenache y Tarancón.

Durante el Trienio Liberal, San Clemente fue la capital del Partido Constitucional de toda la comarca.

Otro personaje relevante de San Clemente fue Sor Patrocinio, conocida como la "Monja de las Llagas". Fue una religiosa española de la Orden de la Inmaculada Concepción que tuvo una gran influencia en la vida social y política española durante la segunda mitad del Siglo XIX, debido a su relación con la reina Isabel II de España y su esposo Francisco de Asís de Borbón.

El progreso económico e industrial que trajo el ferrocarril a partir de mediados del Siglo XIX a las ciudades por donde pasaba, no afectó a San Clemente. Las clases altas de San Clemente (nobleza, Iglesia, funcionarios, etc.) no vieron con buenos ojos la revolución social que suponía el ferrocarril, ya que facilitaba el acercamiento de las distintas clases sociales. A partir de ese momento, la villa renacentista quedó anclada en el pasado y aislada en el interior de La Mancha, sin beneficiarse del avance industrial del Levante y el norte de España.

Siglo XX: Guerra Civil y Refugios

Archivo:San Clemente. Refugio
Una de las entradas al refugio, durante la reconstrucción.

San Clemente durante la Guerra Civil Española

Durante toda la Guerra Civil Española, San Clemente permaneció en el Bando republicano.

En el otoño de 1936, se estableció en San Clemente un campo de aviación o aeródromo, situado en la carretera de Sisante. Allí se instaló la 3.ª escuadrilla del grupo 12 de bombarderos Tupolev SB-2 (conocidos como "katiuska") y algunos cazas biplanos rusos Polikarpov I-15, llamados "chatos". Una vez preparada la pista, a finales de octubre y principios de noviembre, llegaron los aviones a San Clemente, junto con los pilotos, mecánicos y un teniente coronel (todos ellos rusos). En marzo de 1937, Leocadio Mendiola fue nombrado Jefe de esta escuadrilla. Con mucha actividad, participó, entre otras acciones, en el ataque al crucero Deutschland y en la Batalla de Belchite. Leocadio fue el primer piloto español en ser reconocido como piloto del bombardero estratégico Katiuska, y el único piloto en recibir la Placa Laureada de Madrid por parte de la República.

Mientras se construía el campo de aviación, El Provencio fue bombardeado, aparentemente por error al intentar atacar el campo de San Clemente. Las autoridades decidieron entonces construir un refugio antiaéreo. Eligieron la Plaza del Ayuntamiento como entrada para que, en caso de bombardeo, las autoridades pudieran entrar rápidamente, ya que la poca capacidad del refugio impedía albergar a toda la población de San Clemente. Hoy, al observar lo que se muestra del antiguo refugio, se ve que ni el lugar fue bien elegido (la tierra se hunde fácilmente) ni fue construido como debe ser un refugio antiaéreo (la profundidad está lejos de los nueve metros necesarios). Por suerte, San Clemente no fue bombardeado y, al terminar la guerra, las entradas fueron tapiadas.

También se dio la orden de pintar fachadas y puertas de tierra de color rojo, para que la población de San Clemente no fuera vista desde el aire y, así, como si fuera un camuflaje, evitar bombardeos aéreos. Se ordenó igualmente apagar todas las luces por la noche y mantener ventanas y puertas cerradas para evitar destellos detectables desde algún avión. En muchas casas de San Clemente había cuevas que, sin duda, en caso de necesidad, serían usadas por sus propietarios como refugio.

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