Felipe IV (Velázquez) para niños

El rey Felipe IV de España (1605-1665) fue muy retratado por artistas del siglo XVII. Entre ellos, destaca Peter Paul Rubens. Sin embargo, las pinturas más famosas son las que hizo Diego Velázquez (1599-1660). Velázquez retrató al rey y a otras personas de la corte. Su fama fue tan grande que lo nombraron pintor oficial del rey. Además, fue el único pintor en la historia en ser miembro de la Orden de Santiago. Esta orden normalmente no aceptaba a pintores ni a quienes hacían trabajos manuales.
La obra más importante de Velázquez es, sin duda, Las meninas. También se conoce como La familia de Felipe IV. En este cuadro se ve una escena de la vida en la corte. En un espejo, se reflejan el rey y su segunda esposa, Mariana de Austria. Las Meninas es la obra más conocida de Velázquez. Es un símbolo de su arte y se ha convertido en una obra maestra del arte español.
Velázquez no solo pintó a Felipe IV, sino también a otros miembros de la corte. La mayoría de estos cuadros se usaron para decorar el Palacio del Buen Retiro. Después, cuando el palacio decayó, se llevaron al Museo del Prado. Entre los retratados estaban Isabel de Borbón y Médicis, la primera reina de Felipe IV, y su hijo Baltasar Carlos, el príncipe. También son importantes los retratos de Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares y de los infantes Carlos y Fernando de Austria, hermanos menores del rey. Pero la gran cantidad y calidad de los retratos de Felipe IV los hacen las obras más representativas de Velázquez.
¿Quién fue el rey Felipe IV?
Felipe de Habsburgo y Austria-Estiria nació el 8 de abril de 1605 en Valladolid. Fue el primer hijo varón de Felipe III y Margarita de Austria-Estiria. Desde su nacimiento, fue nombrado Príncipe de Asturias. Subió al trono en 1621, después de la muerte de su padre.
El reinado de Felipe IV
El reinado de Felipe IV se caracterizó por la disminución del poder del Imperio español. Hubo levantamientos en Cataluña y Andalucía, y España perdió el control de Portugal. Las dificultades económicas causadas por las guerras empeoraron la situación. El poder que había heredado de su abuelo Felipe II se debilitó frente a la fuerza de la Francia de Luis XIV. Felipe IV falleció el 17 de septiembre de 1665, a los sesenta años. Fue el penúltimo rey de la familia Habsburgo en España.
La familia de Felipe IV
Felipe IV se casó dos veces y tuvo muchos hijos. De sus hijos nacidos dentro del matrimonio, solo cuatro llegaron a la edad adulta. Su primera esposa fue Isabel de Borbón. Con ella tuvo dos hijos: María Teresa de Austria y Baltasar Carlos. Velázquez también pintó a Baltasar Carlos, como se ve en El príncipe Baltasar Carlos a caballo.
La muerte de su esposa en 1644 y de su hijo en 1646 afectó mucho al rey. Después, se casó por segunda vez con Mariana de Austria. Ella había sido la prometida de su hijo fallecido. Mariana y Felipe IV tuvieron cuatro hijos: una niña (Margarita Teresa) y tres niños (Felipe Próspero, Tomás Carlos y Carlos). Solo Margarita y Carlos sobrevivieron a la infancia. Felipe Próspero, el príncipe, murió en 1661, y Tomás Carlos dos años antes, en 1659. Margarita es la infanta que Velázquez retrató en Las Meninas. Carlos sucedió a su padre como Carlos II.
Como Carlos II subió al trono siendo muy joven, su madre Mariana fue la regente. La herencia de Felipe IV fue un país con muchos problemas. Esto, junto con las enfermedades del rey Carlos II, puso fin a la dinastía de los Habsburgo en España. Antes de morir, Carlos II nombró sucesor a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV y de María Teresa, hija de Felipe IV. Así terminó la historia de los Habsburgo en España.
Felipe IV y el arte
Felipe IV fue un gran protector de las artes y las ciencias. Durante su reinado, la época dorada del arte español continuó. La literatura floreció con escritores como Luis de Góngora, Francisco de Quevedo, Lope de Vega y Miguel de Cervantes. Cervantes publicó El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha el mismo año en que nació Felipe IV. La pintura también creció con artistas como Francisco de Zurbarán, José de Ribera, Bartolomé Esteban Murillo y el propio Velázquez.
El apoyo del rey atrajo a pintores de otros países, como Peter Paul Rubens y Claudio de Lorena. Su colección de arte incluía cuadros de Tiziano, Rafael Sanzio y Caravaggio. La mayoría de estas obras se encuentran hoy en el Museo del Prado.
Los retratos de Felipe IV por Velázquez
Felipe IV con coraza

Este es el primer retrato del joven rey. Felipe IV pidió que le trajeran al mejor pintor de la época. El elegido fue Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, un joven sevillano. Al rey le gustaron los bocetos de Velázquez, y a la reina Isabel de Borbón aún más. Gracias a la influencia de la reina, Velázquez fue nombrado pintor de la corte a principios de 1623. Esta obra se hizo por esas fechas y se terminó antes de 1624. Mide 57 x 44 cm y se guarda en el Museo del Prado, en Madrid.
Los bocetos terminaron en 1625 con un retrato del rey a caballo. Este cuadro estaba en un convento de Madrid y fue muy admirado. La pintura muestra al rey con armadura y una banda de general. Se cree que Peter Paul Rubens pudo haber influido en las primeras obras de Velázquez. Rubens le mostró obras de maestros italianos del siglo XVI, como Tiziano y Tintoretto.
Felipe IV con armadura
Este es un retrato de cuerpo entero, el único de su tipo junto a Felipe IV en plata y castaño. Se parece mucho a otros retratos del rey, especialmente en la cara, la ropa y la armadura. Sin embargo, el fondo es más avanzado. Por eso, se cree que fue pintado entre 1631 y 1635. En esta época, Velázquez hizo correcciones a algunas de sus pinturas, lo que se ve en la pierna izquierda del rey. El rey muestra una actitud de orgullo, sobre todo al sostener el bastón de mando.
Esta obra es un ejemplo temprano de retrato psicológico. Muestra al rey en una pose que sugiere victoria y orgullo. Tiene un gran contraste entre luz y color. Ha causado debate porque algunos dudan si Velázquez es el único autor. Es clara la influencia de Rubens en los colores y las telas. Las pinceladas de Velázquez son más sueltas en esta obra.
Felipe IV de pie
Felipe IV quedó tan contento con el primer retrato que Velázquez le hizo, que decidió retratarse de nuevo en 1624. Ambos cuadros son muy parecidos en colores, la posición del rey y la ropa. También se parece al Retrato del infante don Carlos. Estos tres retratos son de la primera etapa de Velázquez en Madrid. Gracias a ellos, Velázquez ganó muchos seguidores y una beca para estudiar en Italia. El valido del rey, Olivares, también quiso ser retratado por Velázquez, y el resultado fue el Retrato ecuestre del Conde-Duque de Olivares. Felipe IV de pie se encuentra en el Museo Metropolitano de Arte, en Nueva York. Este cuadro fue un regalo para Carlos I de Inglaterra.
Velázquez siguió la tradición de otros pintores al colocar al rey en un fondo neutro, sin colores que distraigan. Felipe IV viste un elegante traje negro con la cadena del Toisón de Oro. Su ropa es típica de la Edad Moderna. La mano del rey sobre la mesa simboliza su gran poder. La expresión del rey hizo que lo llamaran "El rey pasmado". Al ser un cuadro de cuerpo entero, se cree que pudo ser un boceto para Felipe IV con coraza.
Felipe IV a caballo

Este retrato fue parte de una serie de retratos a caballo para el Palacio del Buen Retiro. Entre ellos estaban El príncipe Baltasar Carlos a caballo, Retrato ecuestre de Isabel de Borbón, Felipe III a caballo y Retrato ecuestre de Margarita de Austria. Los dos últimos fueron pintados después de la muerte de los retratados. Velázquez también pintó La rendición de Breda, que muestra una victoria española. Estas obras se colocaron en el Salón de Reinos, que se usaba para recibir a otros monarcas y celebrar fiestas. Este cuadro se exhibe en el Prado, Madrid. Mide 301 x 314 cm. Fue pintado entre 1633 y 1635, después del primer viaje de Velázquez a Italia.
Un incendio en el Buen Retiro alrededor de 1640 hizo que Velázquez tuviera que corregir algunos cuadros. Así ocurrió con Felipe IV a caballo, donde la figura del rey se inclinó un poco para mejorar su postura. Velázquez también hizo otros retoques para reparar los daños.
A veces se duda de la autenticidad de este cuadro. El original estaba en el Buen Retiro, pero Velázquez hizo otra copia para el escultor florentino Pietro Tacca. Sin embargo, el cuadro que se ve hoy en el Prado no tiene algunas correcciones que las crónicas de la época mencionan sobre el del Buen Retiro.
El caballo tiene una elegante posición de perfil, haciendo una corveta. Felipe IV había estudiado equitación en Viena, por lo que pidió a Velázquez que lo representara como un caballero del siglo XVII. El rey hace un leve movimiento al tocar al caballo con sus espuelas. El paisaje recuerda al Pardo. Para dar sensación de lejanía, Velázquez usó tonos verdes, plateados y azulados.
La pintura muestra al rey ejecutando la corveta y llevando símbolos de capitán general. Felipe IV quería mostrar su poder y eligió hacerlo a través de retratos. Velázquez mostró al rey de forma imponente, como él deseaba.
Felipe IV joven
La fecha de este cuadro no es segura: algunos historiadores dicen que es de 1631 o 1632, mientras que otras fuentes lo sitúan en 1635. Se encuentra en la National Gallery, en Londres, Reino Unido. Mide 199 x 213 cm.
Felipe IV era un joven con ganas de aprender. Cuando conoció a Velázquez, decidió que seguiría retratándolo. La razón fue el realismo de Velázquez, que no idealizaba a las personas, sino que las hacía parecer más humanas, con sus virtudes y defectos. En esta obra, la luz resalta la escena y los tonos grises contrastan con el fondo negro. El rey tiene la mano apoyada sobre la mesa, símbolo de poder. El elemento más característico del rey en este cuadro es su traje de plata y castaño. En su época, fue el retrato más conocido y valorado.
Fue pintado después del primer viaje de Velázquez a Italia, alrededor de 1630. Por eso, tiene rasgos de la escuela veneciana en el uso del color. El rey lleva la cadena de la Orden del Toisón de Oro. Es un retrato de tamaño natural, algo poco común en esa época.
Felipe IV cazador
Este cuadro fue hecho para la Torre de la Parada, inaugurada en 1636. Por eso, se cree que fue pintado entre 1634 y 1636. Junto a este retrato, Velázquez hizo otros dos: El príncipe Baltasar Carlos cazador y Don Fernando de Austria cazando. Con estas tres obras, se completaba la Sala del Rey en la torre. Con el tiempo, pasó al Prado. Mide 191 x 216 cm.
Este retrato tiene algunas correcciones hechas años después. El original tenía rasgos diferentes, sobre todo en la posición del rey. Esto se debe a que Velázquez lo pintó directamente, sin bocetos previos. El rey no usa muchos adornos, pues desea mostrarse tal como es.
Las restauraciones del cuadro han creado una capa que dificulta ver bien los paisajes. Es importante el perro del rey, que vigila a su amo. Es posible que el paisaje sea cerca del Palacio del Pardo, la residencia favorita de Isabel de Borbón.
En Felipe IV cazador, el rey viste un traje sencillo que combina con el resto de la composición. Las pinceladas recuerdan a Cabeza de venado, una obra muy apreciada por el rey.
Felipe IV en Fraga

Este es el primer retrato del rey pintado durante el inicio de la disminución de su imperio. A principios de la década de 1640, la monarquía española perdió el control de Portugal. En 1640, la situación política en Cataluña empeoró y los catalanes se levantaron contra Felipe IV. El rey decidió ir al frente de sus tropas y se instaló en Fraga, donde lo acompañó Velázquez. Este cuadro es de esa época. Lo tiene actualmente la Frick Collection, en Nueva York. Mide 133 x 98 cm.
El rostro del rey muestra un gran cansancio, quizás por los muchos conflictos en los que se vio envuelto desde 1640. Además, sufrió dos pérdidas importantes en esa época: la de su esposa Isabel (1644, año de este cuadro) y la de su hijo mayor, Baltasar Carlos (1646). Todas estas tristezas se reflejan en su semblante, que se ve agotado. Sin embargo, sigue vistiendo sus ropas más lujosas para dar una impresión de poder. Con esto, quería mostrar fortaleza, como si las pérdidas no lo hubieran afectado. Hacia 1649, el cuadro se usó para presentarlo a la prometida del rey, la archiduquesa Mariana de Austria. El rey sabía que Velázquez sería muy realista, por lo que ya no posaría tan a menudo para él. De hecho, solo se dejó pintar tres veces más.
Felipe IV con un león a los pies
Este cuadro forma pareja con el retrato de Mariana de Austria, la reina, también hecho en 1652. Al mismo tiempo, Velázquez hizo un pequeño retrato de la infanta Margarita Teresa en 1654. Los tres cuadros se conservan en el Museo del Prado, Madrid. Este mide 231 x 131 cm.
Los expertos no están de acuerdo sobre quién pintó este cuadro. La mayoría lo atribuyen a Velázquez, pero los tonos son menos intensos que en los cuadros de Mariana de Austria y la infanta. Además, el uso de armaduras y otros elementos de alto rango, como el león y la espada, no es típico de Velázquez. Aun así, tiene muchos rasgos de su estilo, lo que a veces recuerda a su aprendiz y yerno, Juan Bautista Martínez del Mazo.
El rey tiene una mirada que muestra su preocupación por la situación de España. Dos elementos que destacan son la banda de capitán general del rey y su armadura, además del gran contraste de colores entre las botas y el fondo negro. El león a los pies del rey parece un boceto, lo que podría indicar que la obra no estaba terminada.
Las Meninas (La familia de Felipe IV)
Conocida popularmente desde el siglo XIX como Las Meninas, La familia de Felipe IV es, probablemente, la obra más importante de Velázquez. Fue pintada en 1656.
Este cuadro aparecía en los registros del Palacio Real de Madrid con el título de El cuadro de la familia. Más tarde, en 1743, el director del Museo del Prado, don Pedro de Madrazo, lo catalogó como Las Meninas. Este título tuvo mucho éxito y ha perdurado hasta hoy.
Felipe IV y su esposa Mariana de Austria se reflejan en un espejo al fondo del cuadro, detrás del pintor. Con el espejo, Velázquez nos revela lo que está pintando: a los reyes, que posan "fuera del cuadro", más o menos donde está el espectador. Es un truco que nos hace parte de la pintura, mezclando la realidad con la apariencia.
Último retrato de Felipe IV
Este es el último retrato que Velázquez hizo del rey. Aunque lo muestra con respeto y dignidad, en el rostro del rey se ven los signos de su edad, cansancio y las preocupaciones por un reino que estaba en declive. El cuello está muy bien hecho y muestra su larga cabellera, que ya no seguía la moda española, sino la francesa, que era la más popular en ese momento. Es muy parecido al retrato de Felipe IV que se encuentra en la National Gallery, en Londres. Este cuadro es propiedad del Museo del Prado, fue pintado en 1657 y mide 69 x 56 cm.
Sus enemigos lo llamaban "Felipe el Grande", comparándolo con un pozo que se hace más grande cuanto más tierra se le quita. A los cincuenta años, el rey era un hombre agotado. Su única esperanza eran sus dos hijos: Margarita, a quien Felipe llamaba "mi alegría", y Felipe Próspero, cuyo nacimiento trajo mucha felicidad a la corte.
Retrato de Felipe IV (National Gallery de Londres)
Este cuadro es muy similar al anterior, especialmente en las facciones cansadas del rey y su preocupación por el futuro de su reino. Sin embargo, hay algunas diferencias. El del Prado es más claro, pero el de la National Gallery es más oscuro y tiene tonos negruzcos. Además, en este, Felipe muestra la cadena del Toisón de Oro y tiene una mirada más intensa.
De nuevo, Velázquez quiere mostrar que el verdadero significado de un retrato no está en los adornos, sino en la expresión del rostro de la persona retratada.
Posiblemente sea un boceto para el retrato del rey en Las Meninas, junto al de su esposa, Mariana de Austria. Ambos se reflejan en un espejo.