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Lacus Ligustinus para niños

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El Lacus Ligustinus era el nombre de una antigua entrada de mar, creada por las aguas del Guadalquivir justo antes de llegar al océano Atlántico. Con el tiempo, esta ensenada se fue llenando de sedimentos y se convirtió en lo que hoy conocemos como las marismas del Guadalquivir.

Hoy en día, los expertos prefieren llamar a esa zona más grande el Golfo Tartéssico, un nombre que se ajusta mejor a la geografía descrita en un texto antiguo llamado Ora maritima. El nombre de Lacus Ligustinus se usa ahora más para la llanura o vega que rodea la ciudad de Sevilla.

¿Qué es el Lacus Ligustinus?

El término Lacus Ligustinus aparece por primera vez en un libro llamado Ora maritima, escrito por Avieno en el siglo IV d. C.. Tradicionalmente, se ha pensado que era lo mismo que el sinus tartesii, un golfo que se estaba haciendo más pequeño y que tenía canales laterales por donde podían navegar los barcos, dependiendo de las mareas.

Algunos autores, como Gavala y Pemán, creen que se refería a la bahía que forma el estuario del río Guadalete. Otros, como el profesor Oswaldo Arteaga, pensaron que Avieno pudo haber tomado el nombre de lacus ligustinus de otra región, como el golfo de León en el norte de Italia, donde vivían los ligures.

¿Cómo era el Lacus Ligustinus?

La existencia de este sinus tartesii sugiere que había un lago o una zona de agua por encima de la desembocadura del río Guadalquivir, que en ese entonces estaba cerca de Coria del Río. Desde allí, el río se dividía en dos brazos que llegaban al mar.

El lacus alcanzó su mayor extensión marina hace unos 6000 años, durante un periodo llamado Máximo Transgresivo Flandriense, cuando el nivel del mar era más alto.

Esteban de Bizancio (en el s. VI d. C.) menciona una ciudad llamada Ligistina, que era de los ligios, en la parte occidental de Iberia, cerca de Tartessos. Sin embargo, el nombre Ligustinus fue dado por Avieno, y no significa que hubiera gente ligur viviendo en el suroeste de la península ibérica en ese momento.

Otro escritor, Pomponio Mela (en el s. I d. C.), que nació en Tingentera (la actual Algeciras), escribió alrededor de los años 43-44 a. C. lo siguiente:

El Baetis (Guadalquivir), que nace en la región Tarraconensis, atraviesa gran parte de la Baetica. Fluye por un solo cauce, pero cerca del mar, forma un gran lago del que sale, como de una fuente, dividido en dos brazos. Cada uno de estos brazos es tan grande como el río antes de dividirse.
Archivo:Lacus Ligustinus 600 BCE
Mapa del Lacus Ligustinus alrededor del año 600 a. C.

El lacus fue muy importante para el establecimiento de ciudades en la época romana. La zona que iba del sureste al noreste era muy fértil, lo que llevó a que muchas personas se asentaran allí. Además, la zona del suroeste al noroeste tenía una buena conexión con las áreas mineras de Aznalcóllar y del Andévalo.

Alrededor del lacus se encontraban muchas poblaciones, como Cerro del Trigo, Turris Caepionis, Lux Dubia, Aipora/Ebora, Conobaria, Hasta o Asta Regia, Nabrissa, Gelduba, Burdoga, Saudo, Cappa, Carissa, Ugia, Siaro, Salpensa, Callet, Burdoga, Calduba, Iptuci, Lucurgentum, Basilippo, Irippo, Orippo, Spal. En la orilla occidental estaban Caura, Osset, Tema, Italica, Maenuba, Olontigi, Caelia, y un poco más lejos Ilipla y Onuba.

Desafíos en el estudio del Lacus Ligustinus

Avieno basó sus conocimientos de la geografía del suroeste de la península en diferentes fuentes de distintas épocas, mezclándolas a su manera. Investigadores como Schulten o Bonsor leyeron estas fuentes de forma muy literal, sin cuestionarlas, y asumieron que la geografía actual, incluyendo la desembocadura del Guadalquivir en Sanlúcar de Barrameda, siempre había sido así.

El libro Ora maritima contiene descripciones de viajes muy antiguos, incluso de épocas anteriores a Avieno. Por eso, es difícil comparar la geografía que describe con la realidad de su propio tiempo. Autores como Gavala, en su obra de 1959, intentaron reconstruir paisajes antiguos e identificar las principales características geográficas, buscando en el terreno de Tartessos la posible ubicación de esa ciudad y del propio lacus.

Investigaciones actuales

Se cree que el Lacus Ligustinus se encontraba en la llanura de Sevilla, limitado por las zonas del Aljarafe y Los Alcores. Se han realizado varios estudios con diferentes disciplinas para entenderlo mejor.

Uno de estos estudios fue el Proyecto Marismas, autorizado por la Junta de Andalucía y llevado a cabo por la Universidad de Bremen y la Universidad de Sevilla desde 1992. Este proyecto ha investigado cómo se fue llenando de sedimentos el antiguo golfo y ha considerado la posibilidad de que existiera un lacus por encima de la desembocadura del Guadalquivir.

Más tarde, el profesor Francisco Borja Barrera, de la Universidad de Huelva, realizó estudios sobre la forma del terreno del lacus. Él investigó cómo ha cambiado la vega del Guadalquivir a lo largo del tiempo, estudiando las capas de sedimentos y los restos arqueológicos en la zona entre Itálica (Santiponce) y Coria del Río, incluyendo también los alrededores de la ciudad de Sevilla.

La formación de un lacus de agua dulce en tiempos de Tartessos (siglos VIII-VI a. C.) era poco probable, ya que en esa época la zona estaba inundada por el mar. Sin embargo, en la época de Argantonio, un poco antes del final de Tartessos, podrían haberse dado las condiciones para que se formara un lago en la llanura sevillana.

El lacus de agua salada, con islas, marismas y muchos brazos de agua (una zona de delta), se habría formado por encima de la desembocadura del Guadalquivir a medida que su boca al mar se iba cerrando, en un periodo posterior al viaje en el que se basó Avieno. Por lo tanto, cuando Avieno visitó la Bética en el siglo IV d. C., ya se habría producido un proceso de relleno de sedimentos mucho mayor.

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