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España en la Primera Guerra Mundial para niños

Enciclopedia para niños
Archivo:Map 1914 WWI Alliances
Como se puede observar en este mapa, España estaba alejada de los principales campos de batalla, situados en la frontera franco-alemana, el norte de Italia, Rusia y el Imperio otomano.

España en la Primera Guerra Mundial se mantuvo neutral durante todo el conflicto, pero este tuvo importantes consecuencias económicas, sociales y políticas para el país, hasta tal punto que se suelen situar en los años de la guerra el inicio de la crisis del sistema de la Restauración, que en 1923 se intentaría resolver mediante un golpe de Estado que dio paso a la instauración de la dictadura de Primo de Rivera.

La guerra ha trastornado de tal manera la situación económica del país que hoy es imposible la vida. Muchas fábricas han cerrado, otras tienen a sus obreros a medio trabajo, hay fábricas que están haciendo un soberbio agosto y, sin embargo, estas no han aumentado sus jornales, a pesar de saber sus dueños que todo ha encarecido.
Periódico El Liberal de Sevilla. 27 de noviembre de 1916.

Antecedentes

Archivo:Alianzen in Europa 1914-es
Sistema de alianzas en Europa antes de la Primera Guerra Mundial:
     Triple Entente
     Triple Alianza
     Países neutrales.

Cuando se inició el conflicto europeo el 28 de julio de 1914, España era un país económicamente atrasado, con solo las Provincias Vascongadas, Asturias y Cataluña con una industria importante; un país que tras la Guerra hispano-estadounidense de 1898 y el posterior tratado con Alemania en 1899 se había quedado sin territorios de ultramar en América, Asia y Oceanía, estaba moralmente destrozado, con el sistema de gobiernos del «turno» cuestionado, con un ejército que se encontraba anticuado, con una armada naval en reconstrucción, y con el problema de Marruecos que desembocaron en crisis y huelgas como la Semana Trágica en 1909.

Además, en lo relativo a la política exterior, España no pertenecía ni a la Triple Entente ni a la Triple Alianza, aunque España se acercó a Francia y Reino Unido tras firmar los Acuerdos de Cartagena de 1907.

Marruecos y el reparto de África fueron escenario de dos graves crisis políticas y militares entre las principales potencias (Reino Unido, Alemania y Francia principalmente), que estuvieron a punto de desencadenar la Primera Guerra Mundial, solo que con unos pocos años de antelación: la Primera Crisis Marroquí ocurrió en 1904 y se solucionó con la Conferencia de Algeciras de 1906 y la Segunda Crisis Marroquí, en 1911 resuelta tras un acuerdo franco-alemán en ese mismo año.

En 1906, tras la Conferencia de Algeciras, España adquiere junto a Francia obligaciones para ejercer un protectorado en Marruecos. Esta repartición tendría lugar tras la firma del Tratado de Fez en 1912, formándose el Protectorado español de Marruecos en el norte, en la región conocida como Rif, y el Protectorado francés de Marruecos en el resto del país. Ese mismo 1912 tras la asignación de la zona correspondiente a España el ejército español empezó a ocupar el territorio y se vio envuelto en la guerra del Rif, que no finalizaría hasta 1927 con la pacificación total del territorio (aunque hay que señalar que las operaciones militares españolas se paralizaron precisamente debido a la Gran Guerra entre 1914 y 1919, cuando se reanudaron). En Marruecos llegó a estar destinado aproximadamente el 80 % de los efectivos militares españoles disponibles.

Neutralidad española

El 7 de agosto de 1914, la Gaceta de Madrid publicaba un real decreto por el que el gobierno del conservador Eduardo Dato se creía en el «deber de ordenar la más estricta neutralidad a los súbditos españoles con arreglo a las leyes vigentes y a los principios del derecho público internacional».

Espectro político

     Liberalismo progresista      Liberalismo conservador

Inicio presidencia Fin presidencia Presidente Partido Comentarios
27 de octubre de 1913 9 de diciembre de 1915 Eduardo Dato EDato.jpg Partido Liberal-Conservador
9 de diciembre de 1915 19 de abril de 1917 Álvaro de Figueroa Count of Romanones Bassano.png Partido Liberal
  • Hundimiento accidental del transatlántico Príncipe de Asturias (5 de marzo de 1916).
  • Alemania declara la guerra submarina total (1 de febrero de 1917).
  • Revolución rusa (marzo de 1917).
19 de abril de 1917 11 de junio de 1917 Manuel García Prieto Manuel García Prieto.jpg Partido Liberal Demócrata
11 de junio de 1917 3 de noviembre de 1917 Eduardo Dato EDato.jpg Partido Liberal-Conservador
3 de noviembre de 1917 22 de marzo de 1918 Manuel García Prieto Manuel García Prieto.jpg Partido Liberal Demócrata
22 de marzo de 1918 9 de noviembre de 1918 Antonio Maura Antonio Maura, de Kaulak (cropped) b.jpg Partido Maurista
9 de noviembre de 1918 5 de diciembre de 1918 Manuel García Prieto Manuel García Prieto.jpg Partido Liberal Demócrata
5 de diciembre de 1918 15 de abril de 1919 Álvaro de Figueroa y Torres Count of Romanones Bassano.png Partido Liberal
  • Amalio Gimeno nombrado interino durante su ausencia (18-24 de diciembre).
15 de abril de 1919 20 de julio de 1919 Antonio Maura Antonio Maura, de Kaulak (cropped) b.jpg Partido Maurista

Durante los tres primeros años de la contienda (mediados 1914-mediados 1917) solo hubo dos gobiernos, algo normal teniendo en cuenta que en el sistema de alternancia bipartidista de la Restauración la duración media en el poder de cualquiera de esos dos partidos era entre uno y tres años. Pero a partir de 1917, debido a la grave crisis que atravesaba el país, se sucedieron en cascada gobiernos que apenas duraban meses debido a la gran inestabilidad institucional.

Causas de la neutralidad española

Archivo:Alfonso XIII de España en París (1913)
Alfonso XIII de visita en París en 1913, un año antes del inicio de la Primera Guerra Mundial. Sentado a su lado el presidente de la Tercera República francesa Raymond Poincaré.

El gobierno conservador de Eduardo Dato decidió mantener a España neutral, porque en su opinión, compartida por la mayoría de la clase dirigente, carecía de motivos y de recursos para entrar en el conflicto. La declaración de neutralidad de Italia fue clave en la toma de la decisión, ya que en caso contrario España debería de haber entrado en la guerra junto con Francia y Reino Unido por los Acuerdos de Cartagena de 1907. El rey Alfonso XIII también estuvo de acuerdo con la neutralidad, aunque según confesó al embajador francés, le habría gustado que España entrara en la guerra del lado aliado a cambio de «alguna satisfacción tangible» —probablemente Gibraltar, Tánger y también manos libres en Portugal— pero que se encontraba rodeado de «cerebros de gallina» —es decir, acusaba a los políticos de pensar como cobardes— y que él «estaba en una posición muy difícil».

Muy pocos se opusieron a la neutralidad. El caso más notorio fue el Diario Universal, órgano del liberal conde de Romanones, que publicó un artículo sin firma —aunque todo el mundo lo atribuyó a Romanones, a pesar de que este negó haberlo escrito— titulado «Neutralidades que matan» en el que defendía la participación de España en la guerra del lado de los aliados, en coherencia con la política exterior española alineada con Francia y Gran Bretaña desde 1900. «Es necesario que tengamos el valor de hacer saber a Inglaterra y a Francia que con ellas estamos, que consideramos su triunfo como el nuestro y su vencimiento como propio», se decía en el artículo. Pero «la más estricta neutralidad» se impuso, respaldada por el rey.

Archivo:Densidades de población en España (1900)
Densidades de población en España por provincias en 1900. Obsérvese que era un país con poca densidad en comparación con otros países europeos y que la mayoría de la población se encontraba en Madrid y las regiones costeras.

En esa época España era un Estado de segundo rango, que arrastraba problemas de inestabilidad interna y que carecía de la potencia económica y militar suficiente como para presentarse como un aliado deseable a cualquiera de las grandes potencias europeas en conflicto (Alemania y Austria-Hungría, por un lado; Gran Bretaña, Francia y Rusia, por otro). Por eso ninguno de los países beligerantes protestó por la neutralidad española. "No dejaba de ser una declaración de impotencia… puesto que se basaba en lo que todo el mundo admitía con mayor o menor sonrojo: que España carecía de los medios militares necesarios para afrontar una guerra moderna", afirma Javier Moreno Luzón. Juan Carlos Pereira Castañares también lo define como una neutralidad impotente. Así lo reconoció el primer ministro Dato en una nota dirigida al rey, en la que añadió otra consideración (las tensiones sociales que provocaría): «Con solo intentarla [una actitud belicosa] arruinaríamos a la nación, encenderíamos la guerra civil y pondríamos en evidencia nuestra falta de recursos y de fuerzas para toda la campaña. Si la de Marruecos está representando un gran esfuerzo y no logra llegar al alma del pueblo, ¿cómo íbamos a emprender otra de mayores riesgos y de gastos iniciales para nosotros fabulosos?». Según el historiador Fernando García Sanz el gobierno español pudo mantener la neutralidad toda la guerra "en buena medida porque los aliados [principalmente Francia y Reino Unido] no necesitaban a España [que entrara en la guerra], que además ya les proporciona lo que necesitaban: materias primas y abastecimiento".

Archivo:World War 1
Evolución de las alianzas en la Primera Guerra Mundial (1914-1918) en todo el planeta:      Entente      Colonia, dominio y/o territorios ocupados por la Entente      Potencias centrales      Territorio ocupado por las potencias centrales o sus colonias      Neutral

El estallido de conflictos sociales, debido a la cada vez mayor conciencia de clase de los obreros, y el desarrollo y crecimiento de sindicatos y partidos de izquierda, sobre todo republicanos, ajenos al «turno» característico de esta época política del país, cobraba mayor importancia debido a episodios como la Semana Trágica de Barcelona de 1909 o el asalto de miembros del ejército a periódicos catalanes en 1905. Si España intervenía en la guerra y el desarrollo de la guerra no era favorable, se podría producir un estallido como el de la Revolución rusa.

Impacto de la neutralidad italiana

Después de que la Primera Crisis Marroquí fortaleciera los lazos de España con Gran Bretaña y Francia, el gobierno español llegó a un acuerdo con esos países para un plan de defensa mutua (Acuerdos de Cartagena de 1907). A cambio del apoyo británico y francés para la defensa de España, la flota española apoyaría a la Armada francesa en caso de guerra con la Triple Alianza contra las flotas combinadas del Reino de Italia y Austria-Hungría en el mar Mediterráneo. Producto de esa colaboración fue la construcción de los acorazados de la clase España. La idea estratégica era que a cambio del apoyo británico y francés a la defensa de España, la flota española apoyaría a la Armada francesa en caso de guerra con la Triple Alianza contra las flotas combinadas del Reino de Italia y Austria-Hungría en el Mar Mediterráneo ya que la Royal Navy debería de centrarse en el Mar del Norte contra la Marina Imperial alemana; mientras que la flota francesa por sí sola no podría contener a la armada italiana y la austrohúngara juntas, y era necesario que Francia transportara por mar a sus tropas coloniales desde el norte de África al continente europeo.

La declaración inicial de neutralidad del Reino de Italia fue un factor determinante para que España pudiera mantener su neutralidad en la Gran Guerra. Italia no participó en el bando de la Triple Alianza porque era una alianza defensiva y fue Austria-Hungría la que inició la guerra. Durante un año negoció con ambos bandos para elegir en cual participar, y en mayo de 1915 acabó entrando en la guerra en el bando de la Entente para luchar contra sus antiguos aliados de la Triple Alianza.

Aliadófilos y germanófilos

Archivo:Álvaro Figueroa y de Torres Mendieta y Romo, de Kaulak
El conde de Romanones fue presidente del Consejo de Ministros. Su artículo «Neutralidades que matan» publicado en El Diario Universal el 18 de agosto de 1914 marcó el comienzo del conflicto entre aliadófilos y germanófilos; la controversia que creó este le obligó a retractarse y a resituarse en una postura de neutralidad «benévola» hacia la Entente.

Desde el punto de vista político, la Gran Guerra acentuó el enfrentamiento entre las derechas («germanófilos» que veían en Alemania y en Austria-Hungría los representantes del orden y de la autoridad) y las izquierdas («aliadófilos», que veían en Gran Bretaña y en Francia, «el derecho, la libertad, la razón y el proceso contra la barbarie», en palabras del republicano Lerroux). Como ha señalado Manuel Suárez Cortina, "las principales voces germanófilas del país eran las del clero, el ejército, la aristocracia, las élites terratenientes, la alta burguesía, la corte, los carlistas y los mauristas. Por el contrario, los partidarios de los aliados eran los regionalistas, los republicanos, los socialistas, los profesionales de clase media y los intelectuales, que vieron en la guerra un instrumento para forzar en España una transición hacia una verdadera democracia".

En Cataluña se formó un contingente de voluntarios que combatió en las filas del Ejército francés. Por otro lado, los dos bandos contendientes desplegaron durante toda la guerra una intensa campaña diplomática y propagandística, que incluyó la financiación de periódicos para garantizar el apoyo español a su causa. Además los imperios centrales enviaron agentes al Protectorado español de Marruecos para alentar levantamientos antifranceses de las cabilas y boicotear el suministro de materias primas y manufacturas a los aliados. La neutralidad solo estuvo en peligro cuando los submarinos alemanes comenzaron a hundir barcos mercantes españoles.

En el bando aliadófilo se destacaron intelectuales como Álvaro Alcalá-Galiano y Osma, Rafael Altamira, Vicente Blasco Ibáñez, José Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala, Ramón del Valle-Inclán, Dionisio Pérez Gutiérrez, Luis Araquistain, Ramiro de Maeztu, Emilia Pardo Bazán, Benito Pérez Galdós, Felipe Trigo, Hermógenes Cenamor o Miguel de Unamuno. Una nueva generación de intelectuales afines al internacionalismo como Manuel Azaña, Corpus Barga, Salvador de Madariaga o Luis de Zulueta también se declaró aliadófila.

Pío Baroja y Jacinto Benavente, germanófilos, fueron notables excepciones a la aliadofilia predominante en el ámbito intelectual.

En el campo anarquista se tendió a mantener la posición ortodoxa de neutralidad, contraria a decantarse por Francia y Gran Bretaña, defendida por anarquistas europeos como Sébastien Faure o Errico Malatesta, si bien el conflicto de posturas no tuvo tanta incidencia como en otros ámbitos; hubo, sin embargo, algún caso de publicismo aliadófilo como Federico Urales o Ricardo Mella.

La prensa española

Archivo:Salpicaduras de la guerra, de Tovar
«Salpicaduras de la guerra. —Con esto de que no vienen modas de París no sabe una qué ponerse», de Manuel Tovar Siles, en El Imparcial.

Posteriormente, el interés por la guerra disminuyó, registrándose un mayor interés por él exclusivamente en los grandes acontecimientos. La disminución de interés también se debió a que la gente estaba ya más centrada en la crisis social que estaba teniendo lugar, y que desembocó en un periodo de movilizaciones de trabajadores conocido como Trienio Bolchevique.

Hasta entonces era frecuente el modelo de prensa decimonónica de partido y, durante la guerra, se actualiza hacia un periodismo empresarial, que había sido ya adoptado por los Estados Unidos y Gran Bretaña. En el periodismo empresarial el periódico se entiende como un negocio, dando más cabida a la publicidad, lo que les permitía independencia de lo político a costa de ser atractivos a clientes. Los periódicos, sostenidos por empresas periodísticas, aumentaron la información frente a la opinión y mejoraron la tipografía de los titulares y añadieron más fotografías, lo que llevó a comprar nuevas rotativas para las imprentas.

No es posible continuar así. No es posible que sigan los periódicos vendiéndose al precio que se vendían cuando su presupuesto de gastos no alcanzaba ni la cuarta parte del actual. Muchos periódicos han aumentado su precio y se venden a diez céntimos. Tal aumento no constituye un negocio ni mucho menos. A pesar del aumento, es decir, vendiéndose el periódico a diez céntimos, seguirán perdiendo dinero las empresas.
El Noticiero Sevillano. 4 de febrero de 1918
Archivo:1915-06-18, España, Neutralidad, Bagaría
Portada de la revista España (18 de junio de 1915), con una ilustración de Bagaría, aludiendo a la neutralidad española en el conflicto.

Se crearon nuevas empresas periodísticas y periódicos, sobresaliendo El Sol en Madrid. Se dio más importancia a la figura del corresponsal. Grandes figuras periodísticas, literarias y políticas trabajaron de corresponsales en la I Guerra Mundial, como Salvador de Madariaga, Ramiro de Maeztu o Julio Camba. Aunque el Gobierno impulsó la neutralidad, existía gran interés por saber lo que pasaba en Europa, sobre todo en la Primera Guerra Mundial.

El Gobierno aprobó la Real Orden del 4 de agosto de 1914 que imponía la obligación de no atacar en la prensa a ninguno de los contendientes y el Real Decreto del 29 de marzo de 1917, tras haberse producido la Revolución rusa, suspendió las garantías constitucionales y autorizó la censura previa. El 7 de agosto de 1918 se aprueba la Ley de Represión del Espionaje, que también hablaba de censura previa y que establecía duras penas para los periódicos que la incumplieran.

La información de lo que ocurría en la guerra, además de los corresponsales, provenía de información pasada a la agencia Fabra, que a su vez la obtenía de la agencia francesa Havas. También se obtenía información de los partes de guerra de las embajadas, los despachos telegráficos y las conferencias telefónicas.

Archivo:Un parroquiano neutral, de Tovar
«Un parroquiano neutral. —Va usted a traerme un tercio de alemana y un bocadillo de pan francés... ¡Ah! Si hay ensalada rusa sírvame una ración», de Manuel Tovar Siles, en El Imparcial.

Para contener el precio de la subida del papel se promulgó un decreto el 19 de octubre de 1916, por el que la Hacienda Pública adelantaba a la Central Papelera el dinero suficiente para cubrir la diferencia entre el precio que tenía el papel en 1914 y el precio que se fuera fijando. Este anticipo se fijó para los periódicos que tuvieran más de cinco años de antigüedad y más de 2000 ejemplares de tirada y luego se extendió a algunas revistas. El anticipo se mantuvo hasta 1921. Tardó muchos años en pagarse. De hecho, Prensa Española (editora de ABC) todavía debía más de 9 millones de pesetas en 1975.

A pesar de la neutralidad procurada por el Estado, los periódicos fueron tomando su propia postura. Como ejemplo, en la ciudad de Sevilla El Correo de Andalucía era activamente germanófilo, El Liberal era aliadófilo y El Noticiero Sevillano neutral.

La experiencia adquirida en el ámbito de la propaganda en España sería usada veinte años después durante la guerra civil española (1936-1939) por los servicios propagandísticos de ambos bandos.

Estado del ejército en los inicios de la contienda

Ejército

Archivo:Artillería española en la Gaba 1913
Artillería española en acción en septiembre de 1913 en el bosque de la Gaba durante la guerra del Rif.

El estado precario del Ejército de Tierra español fue fundamental para decidir la neutralidad. Se había involucrado en la guerra del Rif desde 1911, una región del norte de Marruecos donde acababa de ser establecido el Protectorado español de Marruecos en 1912. Allí llegó a estar destinado en torno al 80 % de los efectivos del ejército español en algún momento. Se trataba de un ejército de tierra anticuado, mal armado y que, debido al número excesivo de oficiales que tenía, gran parte del dinero destinado al ejército se redistribuía entre la nómina de los oficiales, con lo que el país se había visto incapacitado para librar una carrera armamentística a principios del siglo XX, como habían hecho gran cantidad de países e imperios europeos.

Por su parte el ejército terrestre era anticuado respecto a los modernos ejércitos europeos. Tenía 224 565 efectivos. Su composición en 1914 era la siguiente:

  • 8 Cuerpos de Ejército.
  • 16 Divisiones de Infantería.
  • 1 División de Caballería.
  • 7 Brigadas de Caballería.
  • 3 Brigadas de Cazadores de Montaña.
  • Comandancias de Canarias y Baleares (tamaño de brigada).
  • También existían regimientos de Artillería e Ingenieros.

El fusil principal del ejército español en esta época es una versión del Mauser, fabricado en Oviedo en calibre 7 mm, conocido como fusil Mauser Modelo 1893 y su derivado la Carabina española Modelo 1895. En 1916, ya en plena guerra, se adoptó el Mauser Modelo 1916. A eso se añadía una pequeña cantidad de ametralladoras como las Maxim-Nordenfelt, Hotchkiss e incluso la Colt. Pero el número de ametralladoras por compañía o división era muy inferior al del resto de los países europeos. La mayoría se estaban utilizando en la guerra del Rif. La artillería la componían cañones fabricados por Krupp o varias versiones del cañón Schneider fabricadas en Trubia y Sevilla. Las operaciones militares españolas en el protectorado de Marruecos se paralizaron precisamente debido a la Gran Guerra entre 1914 y 1919, solo hubo pequeñas escaramuzas como la toma de El Biutz. Tras el Tratado de Versalles en 1919 se reanudó la actividad militar.

Armada

Archivo:Acorazado España en Bilbao, 1915
Acorazado España, de la clase España, en el puerto de Bilbao con motivo de una visita que hicieron los reyes en 1915.

La Armada Española había perdido dos escuadras enteras en la guerra de 1898. A eso hay que añadir que por Decreto del 18 de mayo de 1900 del Ministerio de Marina se dieron de baja otras 25 unidades por considerarse inútiles para el servicio militar. No fue hasta 1907, cuando para cumplir con las obligaciones adquiridas por los Acuerdos de Cartagena de ese año, de la mano del presidente Antonio Maura y su ministro de Marina, el almirante Ferrándiz se diseñó un nuevo Plan Naval (conocido posteriormente como Plan Ferrándiz) propuesto en 1907 y aprobado por el gobierno a principios del año siguiente como Ley de Marina del 7 de enero de 1908. El nuevo plan de construcciones navales que consistía en tres acorazados del modelo británico Dreadnought clase España y tres destructores, además de 24 torpederos y 10 buques de vigilancia pesquera. También se hicieron obras y mejoras en los puertos y arsenales de la Armada.

En 1914, la Armada apenas era una sombra de lo que había llegado a ser los siglos anteriores, aunque estaba empezando a reconstruirse. Sus principales unidades eran el acorazado dreadnought España, el acorazado pre-dreadnought Pelayo; los cruceros acorazados Carlos V, Princesa de Asturias, Cataluña; los cruceros protegidos Río de la Plata, Extremadura, Reina Regente; el crucero desprotegido Infanta Isabel; el destructor Bustamante de la clase Bustamante y los de la clase Furor; los cañoneros de la clase Recalde y de la clase Álvaro de Bazán, además de otros más antiguos como el Mac-Mahón o el Temerario. En construcción se encontraban los acorazados dreadnought Alfonso XIII y Jaime I, el crucero ligero Victoria Eugenia y otros dos destructores de la clase Bustamante. La Armada no tenía submarinos.

Respecto a los buques más pequeños, se inició la construcción masiva de torpederos de la clase T-1, de los que ya se habían alistado seis, junto con los más viejos torpederos Orión, Habana y Halcón, y finalmente el típico conglomerado de remolcadores, escampavías y pequeñas lanchas cañoneras. El 17 de febrero de 1915, mientras ya se estaba en plena guerra, se aprobó la conocida como Ley Miranda, por la cual además de crearse el Arma Submarina Española junto con la compra del submarino Isaac Peral (A-0) a Estados Unidos y otros 3 a Italia de la clase F (en España se llamaron clase A) se aprobó la construcción de submarinos de la clase B y de otros buques como los cruceros ligeros de la clase Blas de Lezo, los destructores de la clase Alsedo y los cañoneros de la clase Cánovas del Castillo, además de otros buques auxiliares. A excepción de los submarinos comprados a países extranjeros, el resto de los buques no se terminarían hasta la década de los 20, ya que la Gran Guerra provocó una escasez de materiales necesarios para su construcción.

Aeronáutica

Archivo:Aeroplano de reconocimiento
Un aeroplano Lohner Pfeilflieger del Ejército español volviendo a su base en la zona de Tetuán en 1913.

La Aeronáutica Militar, precursora del futuro Ejército del Aire, acababa de ser creada en 1913, por lo que contaba con pocas unidades. Todos los aviones eran bombarderos, ya que los cazas no aparecieron hasta bien entrada la guerra. De biplanos contaba con Farman MF.7, Farman MF.11, Lohner B-1 Pfeil; y de monoplanos con varios Morane-Saulnier G y Nieuport II, que en su conjunto formaban la Aeronáutica Militar, a la que posteriormente se añadirían unos pocos más biplanos y los primeros hidroaviones de la Aeronáutica Naval.

La neutralidad española dejó al país al margen de los avances tecnológicos derivados de las necesidades bélicas, por lo que, al terminar la contienda a finales de 1918, la Aviación Militar española se encontraba en una situación de clara inferioridad de medios respecto a las de los demás países de su entorno.

Los territorios en África

Archivo:Spanish colonies in Africa (1950)
Territorios españoles en África durante el siglo XX (incluyendo Canarias)

En comparación con las colonias de otras potencias europeas, España poseía pequeños territorios en África, tanto en el continente o en islas cercanas, debido al reparto de África y al deseo de obtener colonias en África para compensar las pérdidas ultramarinas tras la guerra contra Estados Unidos en 1898.

Protectorado español de Marruecos e Ifni

Archivo:Mapa del Protectorado Español en Marruecos (1924)
Mapa de 1924 de la parte asignada al Protectorado Español en Marruecos y otros territorios españoles en África.

En 1911 Marruecos estaba en completa anarquía. De acuerdo con lo previsto en la Conferencia de Algeciras de 1906, el sultán de Marruecos Abd al-Hafid pidió ayuda a Francia. Las tropas francesas ocuparon la capital de Marruecos, Fez. España desembarcó en Larache y ocupó Alcazarquivir. Alemania envió un cañonero a Agadir, lo que daría lugar a la Crisis de Agadir o Segunda Crisis Marroquí. Finalmente hubo un acuerdo franco-alemán ese mismo año por el que el Imperio Alemán renunciaba a Marruecos y aceptaba el Protectorado francés a cambio de una cesión de territorios en el África Ecuatorial Francesa.

El sultán en marzo de 1912 firma el Tratado de Fez con Francia, por el que se establece formalmente el protectorado francés. Mediante el Tratado Hispano-Francés firmado el 27 de noviembre de ese mismo año, Francia reconoció a España el territorio de una zona norte de Marruecos y otra zona sur, por el que se establece el protectorado español, con capital en Tetuán. Se trataba en realidad de una especie de "subprotectorado", una cesión a España por parte de Francia de la administración colonial de un 5 % del territorio marroquí, unos 20 000 km² que incluyen una franja del norte del país (la región montañosa del Rif) y otra al sur limitando con la colonia española del Sáhara (Cabo Juby). Para el sector norte se estableció los límites entre las zonas francesa y española al norte del río Uarga. La presencia militar española se convirtió en una guerra colonial de desgaste (guerra del Rif). No se pacificaría totalmente hasta mediados de la década de los años 1920.

En el centro del Protectorado francés de Marruecos se le había asignado a España la pequeña colonia de Ifni, emplazada alrededor de la ciudad de Sidi Ifni si bien este territorio no sería ocupado hasta 1934.

Sáhara español

Archivo:CostaAOE1896g
Mapa detallando la costa de los entonces Río de Oro y Saguia el Hamra (posteriores África Occidental Española y después Sáhara Español) en 1896.

Con el inicio de la presencia española en la zona del Sáhara en 1884 nacerá la colonia española conocida como Sahara Español (1884-1976), que tendrá dos subdivisiones: el norte se denominará Saguía el Hamra y el sur Río de Oro. En el año 1900 se delimitó definitivamente las fronteras con Francia. Las colonias españolas en África luego se unificarían en el África Occidental Española y después se convertirían en la provincia del Sahara. En total el territorio ocupaba un área de unos 280 000 km². Estaba habitado por tribus bereberes.

Su único asentamiento era Villa Cisneros, hasta que en 1916 el gobernador Francisco Bens ocupa Cabo Juby (perteneciente al Protectorado español de Marruecos), poniéndole en 1949 el nombre de Villa Bens (llamada Tarfaya por los nativos) a la capital de la zona. El interior de la región apenas se había explorado, comenzando en esa época a lanzarse expediciones hacia el interior para reforzar la presencia española, y hacerla formal y no solo nominal (en 1920 se funda La Güera en Cabo Blanco).

La única batalla destacable por la zona fue la batalla de Río de Oro, en la que un crucero protegido británico, el HMS Highflyer, detectó y atacó al transatlántico alemán reconvertido en crucero auxiliar SS Kaiser Wilhelm der Grosse, acabando con el buque alemán hundido y el inglés dañado.

Guinea española

Archivo:Eq Guinea 1900 ES
Mapa de las posesiones españolas en el Golfo de Guinea adquiridas por el Tratado de París de 1900 que daría lugar a la Guinea Española, hasta que en 1968 se independizó como Guinea Ecuatorial.
Archivo:Muni - Guinea Continental Espańola LOC 2012590213
Mapa de Río Muni: Guinea Continental Española, año 1903.
Archivo:Kamerun 1914
Mapa en inglés de 1914 con la colonia alemana de Kamerun rodeada por la colonia inglesa de Nigeria al norte y la francesa de Gabón al sur. Ver teatro africano de la Primera Guerra Mundial.

En 1900, en el contexto mundial del reparto de África, el Gobierno español negoció con las potencias y obtuvo en 1900 un territorio de 26 000 km² en el continente africano, Río Muni, que se llamó Guinea Continental Española y que, junto con las islas de Fernando Poo (hoy llamado Bioko) y Elobey, Annobón y Corisco, se unificó posteriormente en el territorio de Guinea Española (denominación oficial Territorios Españoles del Golfo de Guinea, se independizó en 1968 como Guinea Ecuatorial). La presencia española fue al principio casi puramente testimonial. El territorio continental estaba habitado por la tribu de los fang. A partir de los acuerdos franco-alemanes de 1911 para solucionar la segunda crisis de Marruecos Río Muni había quedado totalmente rodeada por la colonia alemana de Kamerún y no muy lejos del África Ecuatorial Francesa.

Al estallar la Primera Guerra Mundial en 1914, cuando empezaron los combates entre las tropas coloniales, hubo miedo por parte de las autoridades españolas de que esos combates se trasladaran a Río Muni. Para solucionar el problema, el gobernador Ángel Barrera hizo instalar cuatro puestos militares (Mibonde, Mikomeseng, Mongomo y Ebibeyín) muy simples (sin emisoras de radio o ametralladoras y con muy pocos soldados), pero que fueron suficiente para mostrar los límites simbólicos de la soberanía española y cumplieron su función, evitando la extensión de la guerra hacia la Guinea Continental.

Posteriormente esas bases se convirtieron en focos de crecimiento comercial y desde allí se lanzaron ataques contra los fang que se resistían a la colonización. Aunque se temía por la integridad de la colonia ante la posibilidad de que los combates traspasaran las fronteras entre las colonias alemana y española, no llegó a darse el caso. En aquel entonces Río Muni estaba empezando a ser explorado y el control español se iba imponiendo lentamente en los territorios de tierra adentro.

Con la derrota alemana en Camerún en febrero de 1916, un contingente de unos mil alemanes entre soldados y civiles y cuarenta y seis mil indígenas entre soldados askaris, porteadores y población civil se refugió en Bata, creando a las autoridades coloniales españolas graves problemas de alojamiento y manutención, además de enormes dificultades para organizar su repatriación. Los doscientos militares españoles se vieron sobrepasados, si bien los alemanes se rindieron y entregaron sus armas de forma pacífica, por lo que el gobernador Barrera decidió devolver al otro lado de la frontera a veinticinco mil de los cameruneses, quedando unos veintisiete mil refugiados en su territorio.

De las más de veinticinco mil personas que quedaban en Guinea, entre ochocientas y mil eran alemanes (sólo la mitad de ellos soldados), seis mil eran askaris y el resto personal de servicio (como porteadores, mayordomos o intérpretes) y civiles (principalmente las familias de los soldados). Por presión de Francia y Reino Unido, que temían que los soldados se reincorporaran a la lucha, la mitad de los refugiados (incluyendo todos los europeos) fueron trasladados a Fernando Poo, ubicándolos en campamentos en las cercanías de Santa Isabel. Unas mil personas murieron por las malas condiciones de los campos de refugiados. Durante su estancia en Fernando Poo los nativos cameruneses sirvieron para paliar temporalmente la escasez de mano de obra en las plantaciones de cacao.

Al final, el 30 de diciembre de 1916, España envió una compañía expedicionaria de Infantería de Marina para hacerse cargo de los refugiados alemanes y cameruneses. El grueso de los cameruneses volvió a su país en 1917, si bien algunos se quedaron a vivir en la isla, mientras que los civiles alemanes fueron trasladados a la península ibérica y los oficiales alemanes permanecieron en la colonia española hasta que acabó la guerra. Durante este período se producen algunos enfrentamientos con la población local fang de la parte continental, como los que dieron lugar a la expedición de castigo de Río Muni de 1918, o los producidos por los trabajos forzados impuestos por el teniente Julián Ayala Larrazábal.

Consecuencias de la neutralidad española

Archivo:Villamil
El destructor Villamil, de la clase Bustamante. Durante la contienda, la Armada española se dedicó a labores de vigilancia de las costas.
Archivo:U-35 rafted up on Roma
El submarino alemán SM U-35 junto al barco mercante Roma, también alemán, en el puerto de Cartagena. La visita del sumergible el 21 de junio de 1916 puso en peligro la neutralidad española en la Gran Guerra. Se calcula que los submarinos alemanes produjeron pérdidas de entre 139 000 y 250 000 toneladas en la flota mercante española. Cuatro submarinos alemanes estuvieron internados en España (el SM UB-23 en La Coruña, el SM U-39 en Cartagena, el SM UC-56 en Santander y el SM UB-49 en Cádiz), y otros dos, visitaron puertos españoles, uno de ellos, el ya mencionado U-35, transportando hasta Cartagena una misiva del káiser al rey.
Archivo:German UC-56 U-boat (27858471034)
Submarino alemán SM UC-56 en Santander el 24 de mayo de 1918. Tras un combate con el yate armado USS Christabel sufrió averías mecánicas que le impedían sumergirse, por lo que tuvo que hacer escala en el puerto de la ciudad, permaneciendo allí durante el resto de la guerra.

No hubo importantes consecuencias negativas iniciales, debido a la ausencia de grandes presiones políticas, que sí sufrieron otros países que proclamaron la neutralidad al principio de la guerra, como Grecia o Italia. El mayor problema consistió en el hundimiento de mercantes españoles por parte de los submarinos alemanes. Se calcula que estos submarinos hundieron en toda la guerra entre 139 000 y 250 000 toneladas, el 25 % de la flota mercante española, más de 80 buques hundidos. El español más ilustre que moriría debido a estos ataques fue el compositor Enrique Granados.

La neutralidad tuvo importantes consecuencias económicas y sociales ya que se produjo un enorme impulso del proceso de "modernización" que se había iniciado tímidamente en 1900, debido al aumento considerable de la producción industrial española a la que de repente se le abrían nuevos mercados (los de los países beligerantes). Sin embargo, la inflación se disparó mientras que los salarios crecían a un ritmo menor y se produjeron carestías de los productos de primera necesidad, como el pan, lo que provocó motines de subsistencias en las ciudades y crecientes conflictos laborales protagonizados por los dos grandes sindicatos, CNT y UGT, que reclamaban aumentos salariales que frenaran la disminución de los salarios reales debido a la inflación. Según los datos del Instituto de Reformas Sociales en 1916 los precios de los productos básicos se habían incrementado entre un 13,8 % la leche, hasta un 57,8 % el bacalao, pasando por un 24,3 % el pan, un 30,9 % los huevos o un 33,5 % la carne de vacuno.

Así pues, superado el impacto negativo inicial, la Primera Guerra Mundial produjo un auténtico despegue económico en España, gracias a la declaración de neutralidad. Los países beligerantes necesitaban alimentos, armas, uniformes, metal y carbón. Además, desapareció la competencia extranjera. El crecimiento fue notable, sobre todo en la industria textil catalana, la minería del carbón asturiana, la siderurgia vasca y la agricultura de cereales. Crecieron también la industria química y la construcción naval. La industria de armas ligeras también experimentó un gran crecimiento, aunque no la de armas pesadas. Se fabricaron enormes cantidades de pistolas y fusiles que principalmente fueron producidos para los aliados, hasta el punto de que el modelo de pistola español Pistola Campo Giro llegó a ser reglamentaria en el Ejército francés; también se vendieron grandes cantidades de fusiles Mauser a los aliados.

El espionaje (y contraespionaje) por parte de los bandos beligerantes se convirtió en una actividad importante en todo el país. Barcelona se llegó a convertir en un verdadero nido de espías, y la propia Mata Hari llegó a estar espiando al embajador alemán. Las principales actividades realizadas tenían que ver con las embajadas de los países rivales y las operaciones de los submarinos alemanes. Los británicos llegaron a descubrir los códigos de los mensajes que las embajadas españolas enviaban a la capital y así averiguar los propósitos del Gobierno español.

Como consecuencia de todo esto, se produjo un claro superávit de la balanza comercial y un notable incremento de los beneficios empresariales. Gracias a ello, se canceló la deuda externa española y se acumuló oro en el Banco de España, en Madrid. Por primera vez en su historia moderna, España no estaba en déficit comercial respecto al comercio con el exterior.

Sin embargo, a partir de 1917, se entra en un cierto periodo de crisis, debido al agotamiento de la guerra: las exportaciones generaron escasez de alimentos en el interior del país y se dispararon los precios muy por encima de los salarios. Fue precisamente la falta de alimentos y el escándalo que se produjo con la especulación uno de los causantes de la crisis española de 1917 y de la huelga general que se produjo. Además, la población se tuvo que enfrentar a la epidemia de gripe de 1918, más conocida como gripe española. Adoptó este nombre debido a que la pandemia recibió una mayor atención de la prensa en España que en el resto del mundo, ya que España no se vio involucrada en la guerra y por tanto no censuró la información sobre la enfermedad. En España hubo cerca de 8 millones de personas infectadas en mayo de 1918 y alrededor de 300 000 fallecimientos (aunque las cifras oficiales redujeron las víctimas a «solo» 147 114).

A pesar de la crisis, en general el impacto fue positivo, debido al desarrollo del sector textil catalán, la siderurgia y la industria química, que se modernizaron. Otras industrias y empresas pasaron a ser de capital nacional.

Una de las consecuencias menos conocidas fue que, tras el final de la contienda, la República de Weimar alemana entregó a España una serie de mercantes en compensación por los buques hundidos por sus submarinos. Uno de esos mercantes, el inicialmente bautizado como España n.º 6, sería el futuro Dédalo, el primer portaaeronaves de la Armada española, que intervendría en el desembarco de Alhucemas.

Consecuencias políticas

Según el historiador Manuel Suárez Cortina, "los efectos sociales y políticos de la guerra representaron un factor decisivo en la crisis definitiva del sistema parlamentario tal como venía funcionando desde 1875. La escasez de alimentos, el dislocamiento económico, la miseria social, la precariedad y la inflación estimularon el despertar político y la militancia ideológica de las masas. Bajo estas condiciones, la modalidad clientelar y caciquil de la política española se descompuso. Tras la guerra ya no fue posible restaurar el viejo orden". La historiadora Ángeles Barrio, por su parte, afirma que la guerra "no fue sin embargo la causa inmediata del hundimiento del bipartidismo. El sistema de partidos estaba ya en descomposición cuando estalló la contienda, y la coyuntura especial de la neutralidad solo aceleró su declive en medio de un ambiente progresivamente crítico contra el régimen. Era la sociedad la que, en pleno proceso de cambio, comenzaba a reclamar el derecho efectivo a la representación, el final definitivo de la «vieja política», con lo que ello suponía de amenaza de impugnación para el sistema".

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Spain during World War I Facts for Kids

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España en la Primera Guerra Mundial para Niños. Enciclopedia Kiddle.