robot de la enciclopedia para niños

Antinatalismo para niños

Enciclopedia para niños
Archivo:Schopenhauer
Arthur Schopenhauer (1788-1860), cuyas ideas son precursoras del antinatalismo filosófico.

El antinatalismo es la posición filosófica, política o demográfica contraria a la reproducción y el nacimiento de nuevos seres humanos. El antinatalismo atribuye un valor negativo a la procreación. Los antinatalistas argumentan que las personas deben abstenerse de procrear ya que es un acto éticamente incorrecto (algunos también reconocen la procreación de otros seres sintientes como moralmente incorrecta).

El antinatalismo puede tener fundamentos filosóficos, de carácter ético y moral, políticos y demográficos. Puede ser defendido a título individual, por asociaciones, o por gobiernos y organismos internacionales que desarrollen políticas de población antinatalistas para alcanzar objetivos socioeconómicos y estratégicos que requieren un óptimo de población.

El término “antinatalismo” se establece en oposición al término "natalismo" o “pro-natalismo”.

Origen del término

El término «Antinatalismo» fue probablemente usado por primera vez en 2006 como defensa de una posición filosófica (crítica con la reproducción) por Théophile de Giraud en su libro L'art de guillotiner les procréateurs: Manifeste anti-nataliste. Hasta entonces, las palabras "antinatalismo" o "antinatalista" solían usarse de forma peyorativa, en contextos críticos con las políticas de control de la población.

En la religión y en la filosofía

Los antinatalistas encuentran las bases de su teoría en las enseñanzas de Buda, la idea de la creación del mundo por un demiurgo malvado de las antiguas doctrinas cristianas, en el concepto del "imperativo práctico" de Immanuel Kant y en Los Dolores del mundo de Arthur Schopenhauer, entre otras.

El filósofo pesimista noruego Peter Wessel Zapffe (1899-1990) veía a los humanos como una "paradoja biológica". Algunos antinatalistas creen que la mayoría de las personas desecha el pesimismo porque no evalúa la vida de forma realista. Zapffe identifica cuatro mecanismos represivos que usaríamos, de manera consciente o no, para limitar nuestro entendimiento de la realidad.

  • Aislamiento – Nuestra conciencia rechaza pensamientos y sentimientos negativos asociados a hechos desagradables de nuestra existencia. En el día a día, eso se manifiesta en un acuerdo tácito para guardar silencio sobre ciertos asuntos.
  • Anclaje – Creación de valores personales que nos conecten con la realidad, como la familia, el hogar, el Estado, Dios, la Iglesia, la moralidad, el destino, las leyes de la vida, el pueblo, el futuro, la acumulación de bienes materiales o autoridad, etc. Creamos estructuras defensivas “que nos apuntalan por dentro, que construyen muros alrededor”, y defienden la estructura contra amenazas.
  • Distracción – Huimos de circunstancias e ideas perjudiciales o desagradables y nos centramos en otras que sí son placenteras.
  • Sublimación – Convertimos las partes trágicas de la vida en algo creativo o valioso, huyendo a través de la estética en una catarsis. Nos enfocamos en lo imaginario, en lo dramático, en lo heroico, en lo lírico y en los aspectos cómicos de la vida, para huir de su naturaleza trágica.

De acuerdo con Zapffe, los trastornos depresivos son frecuentemente “mensajes de una percepción más profunda y directa de la vida, frutos amargos de una genialidad del pensamiento”.

David Benatar, citando numerosos estudios, enumera tres fenómenos descritos por psicólogos, que, según él, hacen que nuestras autoevaluaciones no sean de fiar:

  1. Sesgo de optimismo – tenemos una perspectiva positivamente distorsionada de nuestras vidas en el pasado, el presente, y en el futuro.
  2. Habituación (o adaptación) – nos adaptamos a las situaciones negativas y ajustamos nuestras expectativas a ellas.
  3. Comparación – cuando nos auto-evaluamos, más importante que como están yendo nuestras vidas nos resulta como son en comparación con las vidas del resto. Como resultado, los aspectos negativos de la vida que afectan a todos no son tenidos en cuenta en nuestras evaluaciones. Además, somos más propensos a compararnos con aquellos que están en una situación peor que con quienes que están en una mejor.

Benatar concluye que es lógico que el pesimismo sea minoritario:

Los fenómenos psicológicos anteriores (1, 2, 3) no son sorprendentes desde un punto de vista evolutivo. Nos (...) animan a la reproducción. Si nuestras vidas son tan malas como sugiero que son, y si las personas examinasen la verdadera calidad de sus vidas, quizá estarían más inclinadas a (...) no producir más vidas. Por ello, el pesimismo tendería a ser excluido de la selección natural.

El escritor Thomas Ligotti llama la atención sobre la similitud entre la filosofía de Zappfe y la Teoría de la gestión del terror (TMT, Terror management theory). La TMT argumenta que los humanos están equipados con habilidades cognitivas únicas que exceden lo necesario para la supervivencia, que incluyen el pensamiento simbólico, la autoconsciencia, o la percepción de sí mismos como seres temporales finitos. El deseo de vivir unido a la inevitabilidad de la muerte nos causa terror. La lucha contra ese terror es una de nuestras motivaciones primarias. Para escapar del miedo a la muerte, levantamos defensas a nuestro alrededor para garantizar nuestra inmortalidad simbólica o literal, sentirnos miembros valiosos de un universo significativo, y enfocarnos en protegernos de amenazas externas inmediatas.

Filósofos como Julio Cabrera, Seana Shiffrin, Gerald Harrison, Juilia Tanner y Asheel Singh argumentan que la procreación es moralmente problemática a causa de la imposibilidad de obtener consentimiento del humano que será creado.

La muerte como un daño

En la línea del llamado utilitarismo de preferencias, Marc Larock defiende que:

  1. Toda persona tiene siempre preferencias (o intereses) por satisfacer.
  2. No lograr satisfacer una preferencia es una violación de nuestro interés y, por tanto, un daño.

Larock argumenta que si una persona fuese privada de satisfacer un número infinito de preferencias, sufriría un número infinito de daños. Ese "daño infinito" sería la muerte, a la cual conduce inevitablemente la procreación.

Utilitarismo negativo

El utilitarismo negativo defiende que reducir el sufrimiento es más importante (moralmente) que aumentar la felicidad.

Miguel Steiner, doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona, defiende en su tesis Ética, sufrimiento y procreación(2000) el utilitarismo negativo, y sustituye el lema utilitarista de la mayor felicidad para el mayor número de personas por el del el menor sufrimiento y el menor número de afectados. Según Steiner, toda nuestra noción del mal se deriva de nuestra experiencia del sufrimiento, y sin la posibilidad de recibir daño no existiría mal alguno. No hay ninguna necesidad de llegar al mundo para poder ser feliz, pero sí es necesario evitar el sufrimiento físico o psíquico (dolor, hambre, depresión, carencias...) en el mundo.

Steiner mantiene que el antinatalismo queda justificado con dos perspectivas confluyentes:

  1. La perspectiva personal: Nadie puede prever la suerte del hijo que tiene, pero sabe que está expuesto a múltiples amenazas de terribles sufrimientos y a la muerte, habitualmente traumática.
  2. La perspectiva demográfica: Existe una dimensión demográfica del sufrimiento, que hace que el número de las víctimas de cualquier problema (hambre, enfermedad, violencia…) aumente o se reduzca en función del tamaño de la población.

Argumento misantrópico

Más allá de los argumentos filantrópicos, Benatar también afirma que otro camino para el antinatalismo es el argumento misantrópico:

De acuerdo con este argumento, los humanos serían una especie profundamente defectuosa y destructiva responsable del sufrimiento y muerte de billones de otros humanos y animales no-humanos. Si ese nivel de destrucción fuese causado por otra especie, recomendaríamos de inmediato no otorgar la existencia a más miembros de esa especie.

Ética negativa

El filósofo argentino Julio Cabrera propone el concepto de “ética negativa” en oposición a lo considera éticas “afirmativas”, que afirman el ser. Cabrera describe la procreación como una manipulación, un daño, y como el envío unilateral y no-consensual de un ser humano a una situación inmoral, dolorosa y peligrosa.

Adopción en vez de procreación

Herman Vetter, Théophile de Giraud, Tina Rulli y Karim Akerma argumentan que, actualmente, en vez de involucrarse en el acto moralmente problemático de la procreación, puede hacerse el bien adoptando niños que ya existen. De Giraud enfatiza que, en todo el mundo, existen millones de niños que necesitan ser cuidados.

Antinatalismo y seres no humanos

Algunos antinatalistas también consideran la procreación de animales sintientes no humanos como moralmente problemática, y plantean que podría ser ético esterilizarlos. Karim Akerma define el antinatalismo que incluye animales sintientes no-humanos, como "antinatalismo universal".

Esterilizando a los animales podríamos liberarlos de ser esclavos de sus instintos y de encadenar más y más animales al ciclo de nacer, contraer parásitos, envejecer, enfermar y morir; de comer y ser comido.

Políticas antinatalistas

Podrían considerarse "políticas antinatalistas" aquellas que fomentan el control de la población para evitar escenarios de superpoblación al estilo de la llamada catástrofe malthusiana. La posición demográfica más radical fue la Política de hijo único en la República Popular China. También se han llevado a cabo políticas de planificación familiar en numerosos países, entre ellos la India.

Límites del crecimiento

El informe Los límites del crecimiento (1972, actualizado en 1992, 2004 y 2012), encargado al MIT por el Club de Roma, sostenía que si las tendencias de crecimiento de principios de los 70 en materias de población mundial, industrialización, contaminación, producción de alimentos y explotación de los recursos naturales continuaban sin cambios, los límites del crecimiento del planeta se alcanzarían en algún momento de los siguientes cien años.: 23–24 Básicamente, el informe concluía que era imposible sostener un alto crecimiento de la población junto a un crecimiento económico (limitado por los recursos disponibles), que satisficiera las necesidades de esa población. Los autores proponían como posible solución a este colapso el «crecimiento cero» o «estado estacionario», deteniendo el crecimiento exponencial de economía y población, de modo que los recursos naturales no se agotasen.

«Huelga de vientres» y neomalthusianismo

A finales del siglo XIX y principios del XX un grupo de autores franceses neomalthusianos, Fernand Colney (autor de La grève des ventres, 1907), Paul Robin, Eugène Humbert, León Marimont, André Lorulot, Gabriel Giroud y el español Luis Bulffi de Quintana, defendieron la limitación de la natalidad para reducir el número de hijos y por tanto de familias numerosas en las clases bajas, que acababan en la miseria. Todos ellos fueron miembros de la «Liga de la regeneración humana» o «generación consciente».

Organizaciones antinatalistas

Organizaciones como la británica Population Matters (que cuenta entre sus patronos con David Attenborough y Paul R. Ehrlich, autor del libro de 1968 Population Bomb), defienden un antinatalismo relativo, ya que proponen limitar los nacimientos para alcanzar lo que consideran un óptimo de población que garantice un bienestar sostenible para toda la humanidad.

El Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria es una organización vinculada a la ecología profunda que respalda la extinción voluntaria de la especie humana a favor del bienestar de miles de otras especies que sufren extinción o deterioro infligidos por los humanos.

Los grupos Sin hijos por elección (Childfree) defienden el derecho a la no procreación de quienes así lo decidan, por motivos diversos. Muchos cuestionan las ayudas, subsidios y apoyo institucional a la procreación y la natalidad (no a las ayudas para cuidar a niños ya nacidos si disponen de pocos recursos).

Personalidades antinatalistas

Han mantenido posiciones antinatalistas figuras como el poeta Al Ma'arri, Arthur Schopenhauer, Mark Twain, Emil Cioran, Brother Theodore, Peter Wessel Zapffe, Philipp Mainländer, Albert Caraco, Gustave Flaubert, Doug Stanhope, Guido Ceronetti, Philip Larkin, Chris Korda, Les U. Knight, David Attenborough y Paul R. Ehrlich (de Optimum Population Trust), David Benatar, Matti Häyry, Thomas Ligotti, Nina Paley, Richard Stallman Serge Latouche, Corinne Maier, Fernando Vallejo, entre otros.

Críticas al antinatalismo

La principal crítica del antinatalismo proviene de aquellos que defienden un valor positivo en traer a los humanos a la existencia. Las religiones monoteístas se oponen al antinatalismo, ya que ven la existencia como inherentemente buena.

En el ámbito político, tanto las iniciativas de los antinatalistas como las de fomento de la natalidad —natalistas—, han recibido la crítica de considerar a los seres humanos como meros medios o instrumentos para conseguir fines (ideológicos, políticos, militares o económicos). Kenton Engel describió el antinatalismo como "sociológicamente ignorante e insípido". La libertad individual es esencial en los derechos humanos, los derechos reproductivos y la salud reproductiva; campos en los que se defiende que los seres humanos son libres de decidir reproducirse o no. Las políticas estatales (natalistas o antinatalistas) no responden, desde ese punto de vista, ni a los intereses ni a la libertad de los ciudadanos de los distintos estados. Sin embargo, el antinatalismo filosófico (el que se preocupa del sufrimiento individual inherente a la vida, y que es objeto de la mayoría de este artículo) rechaza precisamente que los seres humanos sean utilizados como medios o instrumentos para conseguir fines, donde caben cualquiera de las razones que alguien pueda tener para ser madre o padre. Su foco está, precisamente, en el respeto de la libertad individual del no nacido.

Una crítica antigua frente la tesis "bueno es no haber nacido, o, habiendo nacido, franquear cuanto antes las puertas del Hades" viene de Epicuro. Según el filósofo griego, es mejor seguir vivo, pues, el sabio no teme el y afirma el placer de vivir. A su vez, el sabio no teme a la muerte (porque no es dolorosa) pero no la prefiere (porque no es placentera). El economista Bryan Caplan señala que si está mal crear personas a menos que den su consentimiento entonces "se podría decir con la misma facilidad que está bien crear personas a menos que (imposiblemente) rechacen el consentimiento de antemano", y aun en el caso de un consentimiento hipotético estaría bien crear nuevas personas porque la mayoría de gente en el mundo está contenta con su vida.

Émile P. Torres argumenta que la consecuencia de que toda la humanidad adopte el antinatalismo no sería necesariamente la extinción: si se dispone de tecnologías seguras y efectivas de extensión de la vida, los humanos podrían dejar de procrear, pero aún así sobrevivir mientras el universo siga siendo habitable. (Ver: Transhumanismo

Brian Tomasik desafía la efectividad del antinatalismo humano para reducir el sufrimiento al señalar que los humanos se apropian de los hábitats de los animales salvajes, evitando así que los animales nazcan en vidas que contienen sufrimiento.

Respecto a las consideraciones de Kant en relación con la crianza y procreación humana conduzcan a implicaciones antinatalistas, el autor Heiko Puls llama la atención sobre el hecho de que el filósofo rechaza esa posición en su teleologia por razones meta-éticas.

Un estudio de Philipp Schönegger para el Philosophical Psychology apunta a que, en algunos individuos, podría existir correlación entre rasgos de personalidad de la tríada oscura (narcisismo, maquiavelismo y psicopatía) y el apoyo a ideas antinatalistas, "lo que sugiere que la personalidad y el estado de ánimo juegan un papel importante en la variación de los puntos de vista antinatalistas en una población laica".

Críticas a David Benatar

El argumento asimétrico de David Benatar ha sido criticado por su cálculo utilitario. Por ejemplo, Benatar considera la usencia de dolor como algo bueno y la ausencia de placer como algo malo cuando se puede argumentar que "la ausencia de cosas malas o buenas no es ni buena ni mala". Igualmente, tiene sentido creer que fue bueno traer a un niño feliz a la existencia aun si potencialmente podría haber sufrido ya que no sería una comparación válida traer "a la existencia a un niño que sufre" con no lograr "traer un niño feliz a la existencia", puesto que uno es "un caso real (un niño que sufre existente)" y el otro "un caso potencial (un niño feliz potencial)"; es decir, con un niño potencial "no tiene sentido tener una creencia de ninguna manera: la persona ni siquiera existe". Massimo Pigliucci sostiene que el no tendría sentido para escuelas de pensamiento como el estoicismo, que consideran el placer y el dolor como indiferentes y que las virtudes y los vicios morales deben ser la única guía de la acción humana. Además, las implicaciones de Benatar pues parecen dibujar un mundo de felicidad perfecta en el que "ante la mera posibilidad de que alguien, en algún lugar, experimente una picazón menor, concluye que no vale la pena traerlo a la existencia".

El psicólogo Geoffrey Miller ha argumentado que "toda la investigación sobre el bienestar humano muestra que casi todos en todas las culturas están muy por encima de la neutralidad en la felicidad. Benatar está empíricamente equivocado de que la vida está dominada por el sufrimiento". David Wasserman también ha criticado el argumento de asimetría de David Benatar y el argumento del consentimiento.

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Antinatalism Facts for Kids

kids search engine
Antinatalismo para Niños. Enciclopedia Kiddle.