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Sublevación de los granaderos a caballo para niños

Enciclopedia para niños

El levantamiento del Regimiento de Granaderos a Caballo ocurrió el 14 de febrero de 1824. Fue una consecuencia de un levantamiento anterior en el Callao. Este regimiento, de las Provincias Unidas del Río de la Plata y fundado por José de San Martín, formaba parte de la División de los Andes. Esta división operó en el Perú durante la guerra de independencia de ese país.

El levantamiento que tuvo lugar el 5 de febrero de 1824 en la Fortaleza del Real Felipe en el Callao involucró a unidades de Chile, Gran Colombia, Perú y Argentina. Después, el levantamiento de los granaderos a caballo y otras unidades peruanas significó que casi todas las fuerzas que San Martín había llevado a Perú se perdieron.

Una parte de los granaderos a caballo logró separarse del levantamiento. Se unieron a las fuerzas de Simón Bolívar. Luego lucharon en las batallas de Junín y Ayacucho. Los soldados que se levantaron se unieron al ejército realista del Perú. Algunos permanecieron en el Callao hasta que se rindieron en 1826.

¿Qué Pasó Antes del Levantamiento?

Después de que San Martín se fue de Perú, el número de unidades de las Provincias Unidas del Río de la Plata disminuyó. Muchos de sus soldados pasaron a formar parte de los cuerpos peruanos. En 1823, los granaderos a caballo participaron en una segunda campaña. Esta campaña fue hacia puertos intermedios, bajo el mando del general Rudecindo Alvarado.

Participaron en las derrotas de Torata y Moquegua (el 19 y 21 de enero de 1823). Cuando regresaban a Lima, el barco que los transportaba naufragó. Muchos de ellos perdieron la vida en este accidente.

El Levantamiento de los Granaderos

Cuando ocurrió el levantamiento en el Callao, Bolívar pensó que esa guarnición y la ciudad de Lima estaban perdidas. Por eso, desde Pativilca, le ordenó al general Enrique Martínez que sacara de la ciudad todo lo que fuera útil para el ejército. Para ayudar en esta tarea, ordenó al Regimiento de Granaderos a Caballo que se moviera hacia Lima.

Este regimiento, con casi 200 hombres, estaba en Cañete. Allí observaban a la división realista de José Ramón Rodil y Gayoso que estaba en Ica. El 14 de febrero, una parte del regimiento, al mando del teniente coronel José Félix Bogado, estaba marchando por la pampa de Lurín. Un soldado de la parte de atrás dio la señal para levantarse.

Los oficiales fueron capturados por un grupo de soldados del propio regimiento que se habían levantado. El sargento Francisco Orellano tomó el mando de la columna. Nombró nuevos oficiales de entre los cabos y sargentos que se habían levantado. Luego, continuaron su marcha hacia el Callao.

Cuando Orellano vio la bandera española en el Callao, les dijo a sus compañeros que su levantamiento era para reclamar pagos atrasados y un mejor trato. Les explicó que las cosas habían cambiado sin su permiso. Por eso, no quería obligar a los oficiales que los habían guiado a seguir con ellos. También dijo que no quería forzar a sus compañeros.

Así, decidió liberar a los jefes y oficiales que tenían arrestados. Les devolvió sus armas y todo lo que les habían quitado. Respecto a la tropa, dijo que no quería obligar a nadie. Quien quisiera seguirlo, que se apartara a un lado. Los que no, podían unirse a sus antiguos jefes y oficiales.

Unos 100 hombres siguieron a Orellano hacia el Callao. Atacaron a algunos soldados en Bellavista para romper el cerco. El resto, unos 80 a 120 granaderos, según diferentes relatos, siguieron a Bogado hacia Lima. Allí se unieron a las fuerzas bajo el mando de Mariano Necochea y continuaron bajo sus órdenes.

¿Cómo se Unieron a Bolívar?

Una parte de los granaderos estaba con su jefe interino Alejo Bruix. Él decidió no ir a Lima y se retiró hacia Pativilca, alejándose del levantamiento. Llegó a Bujama, donde esperó nuevas órdenes.

Junto con otras unidades, como las chilenas del coronel Aldunate, el resto de los Granaderos a Caballo marchó para reunirse con las fuerzas de Bolívar. El 13 de febrero, Bolívar los puso bajo las órdenes de Necochea. Llegaron a Huacho el 3 de marzo.

Bolívar ordenó que los Granaderos del Río de la Plata fueran a la Provincia de Trujillo para mejorar y aumentar sus fuerzas. El 8 de marzo, estaban en Supe esperando ser embarcados hacia Trujillo. Sin embargo, el 14 de marzo pasaron a Huarmey. El 18 de marzo, Necochea embarcó a 40 granaderos hacia Trujillo. Los otros 70 siguieron por tierra hacia Casma bajo el mando del comandante Bogado.

El general Necochea informó que necesitaba llevar a los granaderos a Trujillo para salvar al cuerpo. Explicó que los eventos y la influencia de los traidores los habían dejado sin moral ni disciplina. Necesitaba tenerlos cerca de otro cuerpo para reorganizarlos. También era necesario aumentar su fuerza, armarlos, equiparlos y darles caballos, ya que les faltaba de todo.

El 26 de marzo, el grupo de Bogado llegó a Huarás. Allí, Sucre los envió a Yungay, y marcharon el día 30. El grupo embarcado hacia Trujillo quedó al mando del comandante Alejo Bruix. El 11 de abril, Bolívar lo nombró coronel y ordenó el pago de parte de los sueldos a los jefes. El 30 de marzo, marcharon a Huamachucos.

Los granaderos que estaban con el comandante Bogado (70 hombres) permanecieron en Yungay. Sucre también mencionó que el comandante Bruix iría a Huamachucos por el resto de los granaderos. Se esperaba que se quedaran allí para que sus caballos se recuperaran y para esperar refuerzos.

El 26 de marzo, los 70 Granaderos de los Andes llegaron a Huarás. Recibieron un pago y marcharon a Yungay. Se les proporcionaron talabarteros para reparar sus sillas de montar y se les dieron espuelas y frenos nuevos. Se buscaban más hombres para aumentar el escuadrón a 160. También se esperaba conseguir más caballos.

Los granaderos participaron en la Batalla de Junín bajo las órdenes del coronel Bruix. Tuvieron 8 muertos y 16 heridos. Luego, formaron parte de las acciones de Corpahuaico (sin combatir) y finalmente participaron en la Batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824. Estaban en un escuadrón al mando de Bogado, quien fue ascendido a coronel ese mismo día. Formaron parte de la división del general inglés Guillermo Miller.

El Regreso a Casa

Después de la Batalla de Ayacucho, la unidad fue enviada a Huanta. El 18 de marzo de 1825, se situó en Arequipa. El general Cirilo Correa, el último jefe de la División de los Andes en Perú, escribió desde Lima el 10 de enero de 1825 al Ministro de Guerra y Marina de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Les informó sobre el fin de la campaña y pidió órdenes para los soldados restantes del Regimiento de Granaderos a Caballo.

El Gobierno de Buenos Aires envió instrucciones al ministro argentino en Perú, el general Ignacio Álvarez Thomas. Le contestó a Correa que se pusiera de acuerdo con él. Gracias a las gestiones de Álvarez Thomas, los granaderos fueron enviados al puerto de Quilca. En marzo, se buscaron personas en el periódico oficial del Gobierno peruano que quisieran llevarlos hasta Valparaíso.

Solo se permitió regresar a su país a los soldados que eran de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Los que eran de otros países y estaban en el regimiento tuvieron que quedarse en Perú. A finales de junio, el secretario general de Bolívar los embarcó en Ilo en el barco Perla. Llegaron a Valparaíso el 10 de julio de 1825. Bogado llevó una nota de Bolívar al Gobierno de Chile, fechada en Arequipa el 9 de junio de 1825. En ella, Bolívar comunicaba que había aceptado el deseo del regimiento de regresar a su patria. En Chile, se encontraron en una situación difícil, pidiendo ayuda al director supremo Ramón Freire.

Desde el 6 de diciembre, comenzaron a cruzar la cordillera de los Andes en grupos. Llegaron a Mendoza unos días después. Allí se hizo un inventario el 31 de diciembre: 86 sables, 55 lanzas, 84 gorros militares y 102 sillas de montar. El 13 de enero de 1826, comenzaron la marcha hacia Buenos Aires con 23 carretas. Llegaron a esa ciudad el 19 de febrero.

Bajo las órdenes del coronel Bogado, regresaron 78 hombres. Entre ellos, seis que hicieron toda la campaña: Paulino Rojas, Francisco Olmos, Segundo Patricio Gómez, Damasio Rosales, Francisco Vargas y Miguel Chepoyá. Junto con ellos regresaron los sargentos que se habían levantado en el Callao: Muñoz, Molina y Castro. Estos últimos fueron ejecutados en la Plaza del Retiro el 25 de noviembre de 1826.

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