Literatura en checo para niños
La literatura en checo es el conjunto de obras escritas en lengua checa. Se ha creado principalmente en las regiones históricas de Bohemia, Moravia y la parte de Silesia donde se habla checo, que hoy forman parte de la República Checa. Antiguamente, en estas tierras también se escribía en antiguo eslavo eclesiástico, latín y alemán, sobre todo en los primeros tiempos.
Los autores checos modernos que escribieron en otros idiomas, como el alemán, se estudian por separado. Sus obras existieron a menudo al mismo tiempo que la literatura en checo, pero sin mezclarse. Por ejemplo, Franz Kafka, que escribía en alemán, suele incluirse en la literatura en alemán o en la de Austria, aunque vivió toda su vida en Bohemia.
La literatura en checo se divide en varios periodos: la Edad Media; el Periodo Husita; los años del Barroco; la Ilustración y el Despertar checo del siglo XIX; las vanguardias de Entreguerras; los años del periodo de control político y la Primavera de Praga; y finalmente el periodo después de ese control en la República Checa. La literatura y la cultura checa han sido muy importantes en momentos en que la sociedad checa vivía bajo presión y no se podían realizar actividades políticas. En dos ocasiones, a principios del siglo XIX y de nuevo en la década de 1960, los checos usaron su literatura y cultura para buscar la libertad y construir una nación fuerte y consciente.
Contenido
- Orígenes de la Literatura Checa
- La Era Husita: Un Cambio en la Literatura
- El Barroco: Un Periodo de Desafíos
- La Ilustración: Un Nuevo Despertar
- El Siglo XIX: Consolidación y Diversidad
- El Siglo XX: Innovación y Desafíos Políticos
- Premios Literarios Checos Destacados
- Galería de imágenes
- Véase también
Orígenes de la Literatura Checa
La literatura en las tierras checas comenzó en el siglo VIII, en el reino de la Gran Moravia. Los santos Cirilo y Metodio fueron enviados por el emperador de Bizancio Miguel III para ayudar a la cristianización. Ellos crearon el primer lenguaje eslavo escrito, el antiguo eslavo eclesiástico o eslavón, usando el alfabeto glagolítico. Sus traducciones de textos religiosos del latín al eslavón son los primeros ejemplos de literatura en estas tierras.
Después de que la Gran Moravia se desintegrara a finales del siglo IX, la cultura de Bohemia se orientó más hacia Roma que hacia Bizancio. Se sabe poco del desarrollo literario en los dos siglos siguientes. Existen algunos fragmentos de obras, pero muchas se conocen solo por citas en otros escritos. A finales del siglo IX, el latín se impuso definitivamente sobre el eslavón como lengua oficial de la religión y la cultura en Moravia y Bohemia. La obra más importante que se conserva de este periodo es la Leyenda de Cristian, escrita en verso en latín en la segunda mitad del siglo X. Describe las vidas de los santos Ludmila y Venceslao, aunque su autenticidad es debatida.
En Bohemia, durante los siglos siglo XII y principios del XIII, todas las obras literarias que se conservan fueron escritas en latín. La mayoría son crónicas históricas y hagiografías (vidas de santos). Las vidas de santos checas se centraban en santos locales como Ludmila, Venceslao, Procopio, Cirilo y Metodio, y Adalberto. Las crónicas más importantes de este tiempo incluyen la Chronica Boemorum («Crónica bohemia») de Cosmas de Praga. El trabajo de Cosmas fue continuado por otros autores a finales del siglo XII y durante el siglo XIII.
Durante la primera mitad del siglo XIII, los gobernantes de Bohemia expandieron su influencia hacia el oeste y tuvieron contacto con reinos de Europa Occidental. Este intercambio cultural se vio en la literatura con la llegada de la poesía cortesana alemana, el Minnesang, a finales del siglo XIII. Después de un evento importante en 1306, los nobles bohemios se alejaron de la cultura occidental y buscaron literatura en su propia lengua. A pesar de esto, el alemán siguió siendo una lengua literaria importante en Bohemia hasta el siglo XIX. La nueva literatura en checo consistía principalmente en poesía épica de dos tipos: leyendas y épicas de caballería, que eran cuentos religiosos y vidas de santos. La prosa también se desarrolló por primera vez en este periodo con textos administrativos e instrucciones, lo que llevó a la creación del primer diccionario checo-latín. También se escribieron crónicas extensas, como la Crónica de Dalimil y la Chronicon Aulae Regiae (la «Crónica Zbraslav»), y prosa artística.
La Era Husita: Un Cambio en la Literatura
La revolución husita del siglo XV marcó un cambio importante en la literatura checa. El objetivo principal de la literatura era difundir y convencer sobre una doctrina religiosa específica, y su forma principal era la prosa. Los escritos religiosos de Juan Hus aparecieron a principios del siglo XV. Al principio escribió en latín, y luego en checo. Esta división se mantuvo: la poesía y los textos intelectuales usaban principalmente el latín, mientras que la prosa popular se escribía en checo o alemán. Los escritos de Hus se centraban en temas técnicos y religiosos. Sin embargo, publicó sermones en checo y creó reglas de ortografía y gramática que serían la base del checo moderno en los siglos XVII y XVIII.
Solo se conservan fragmentos de las obras literarias de los grupos más radicales. En general, los escritos husitas se diferenciaban de los anteriores por su enfoque en temas sociales, ya que su público eran las clases bajas y medias. También se escribieron obras que defendían el catolicismo y atacaban a los husitas. Durante este periodo, las canciones religiosas en checo se desarrollaron por primera vez, reemplazando los himnos y la liturgia en latín, como el Jistebnický kancionál.
Después de que Jorge de Podiebrad fuera elegido rey checo tras las Guerras Husitas, un nuevo movimiento cultural llegó a Bohemia. El humanismo veía en la antigüedad clásica un ideal para la literatura y la cultura. La característica principal de la literatura de este periodo es la competencia entre católicos que escribían en latín y protestantes que escribían en checo. Nuevas herramientas literarias impulsaron a estudiosos como Veleslavín a construir una gramática más compleja, basada en el latín, y a introducir palabras de otros idiomas. La imprenta de Gutenberg hizo que los libros fueran más accesibles, lo que cambió el papel de la literatura en la sociedad.
El Barroco: Un Periodo de Desafíos
La salida de los protestantes checos después de la Batalla de la Montaña Blanca afectó mucho el desarrollo de la literatura en checo. La imposición del catolicismo y la germanización de Bohemia, con la confiscación de bienes y la expulsión de personas, eliminaron a las clases medias protestantes y dividieron la literatura en dos ramas: la católica en el país y la protestante en el exilio. A diferencia de otros países europeos, la nobleza de Bohemia no era un público lector, lo que llevó a un estancamiento de la literatura barroca checa, especialmente en los géneros escritos para las cortes.
El autor más importante del Barroco protestante checo fue Comenio, quien pasó su juventud en Bohemia, pero fue forzado al exilio. Fue un educador, teólogo y filósofo. Sus obras incluyen gramáticas, tratados sobre educación y textos religiosos. Con su muerte a principios del siglo XVIII, la literatura protestante en checo casi desapareció. Las obras barrocas de autores católicos se dividen en dos tipos: poesía religiosa y prosa religiosa (como sermones y vidas de santos), y relatos históricos, además de la Biblia jesuita de San Venceslao.
La Ilustración: Un Nuevo Despertar
A finales del siglo XVIII, las tierras bohemias experimentaron un gran cambio. El emperador José II de Habsburgo puso fin al sistema feudal e introdujo una nueva tolerancia religiosa e ideológica. Surgió un Clasicismo ilustrado que buscaba aplicar principios racionales a todos los aspectos de la vida. Una cultura y literatura nacional en la propia lengua comenzaron a verse como algo esencial para la unidad de la nación. En literatura, esto se tradujo en un renovado interés por las novelas en prosa, la historia checa y el desarrollo de la cultura checa. Josef Dobrovský reorganizó la gramática del checo, y Antonín Jaroslav Puchmayer desarrolló el estilo poético checo. El público lector se amplió de sacerdotes y monjes a la gente común, y la literatura empezó a verse como una forma de expresión artística. Sin embargo, Bohemia y Moravia seguían bajo la influencia cultural de Austria y Alemania. Así, la nueva literatura nacional imitó los géneros alemanes y solo más tarde evolucionaría hacia una creación independiente, especialmente en el drama.
El Siglo XIX: Consolidación y Diversidad
El Prerromanticismo sirvió de puente entre el Clasicismo ilustrado y el Romanticismo. Los prerrománticos no abandonaron del todo las formas poéticas clásicas, pero suavizaron las distinciones entre géneros y se alejaron de los temas educativos hacia otros más líricos, inspirados en el folclor, como Jan Kollár y František Čelakovský. Durante este periodo surgió la idea de una literatura y cultura verdaderamente nacionales. La figura más importante de la época es quizás Josef Jungmann, quien tradujo muchas obras clásicas de la literatura mundial y dedicó su vida a establecer la literatura en checo como algo serio y rico. František Palacký y Pavel Jozef Šafárik se dedicaron a reexaminar la historia checa. Para establecer la importancia de la literatura y cultura checas, los historiadores de la época buscaron pruebas de épicas heroicas medievales, como los Manuscritos de Dvůr Králové y de Zelená Hora, aunque más tarde se demostró que eran falsificaciones.
Hacia la década de 1830, las bases de la literatura en checo ya estaban puestas, y los autores comenzaron a enfocarse en el valor artístico de sus obras, menos en el desarrollo de la idea de la cultura checa en general. Durante este periodo se produjeron principalmente dos tipos de literatura: la literatura Biedermeier, que buscaba educar a los lectores y animarlos a ser leales, como Karel Jaromír Erben y Božena Němcová; y el Romanticismo, que enfatizaba la libertad individual y se centraba en la subjetividad, como Karel Hynek Mácha. Estos autores solían publicar en periódicos o en la revista literaria Květy («Flores»).
El año 1848 trajo una nueva generación de autores checos que siguieron los pasos de Mácha y publicaron sus obras en el nuevo almanaque Máj («Mayo»), como Vítězslav Hálek, Karolina Světlá y Jan Neruda. Estos autores rechazaron la idea de una cultura puramente nacional y buscaron integrar la literatura checa en la cultura europea, inspirándose en los avances de otros países. Sin embargo, su trabajo también comentaba la llegada de la industrialización y se enfocaba cada vez más en la vida sencilla.
La Escuela de Mayo fue seguida por los neorrománticos, quienes continuaron la tradición romántica, pero también incorporaron estilos más modernos: realismo, simbolismo y decadentismo. Se pueden distinguir tres periodos: el primero reaccionó a la desilusión por la falta de progreso social y político en la década de 1870; el segundo fue un gran regreso a la poesía, especialmente la épica; y el tercero se concentró en la prosa.
En diálogo con los neorrománticos, la siguiente generación de autores se acercó al realismo y al naturalismo, enfocándose en lo ordinario. Preferían temas contemporáneos sobre los históricos y buscaban reducir la voz personal del autor, destacando el lenguaje de los personajes. Dos temas principales fueron la exploración de los pueblos checos como lugares de moralidad, y la ciudad de Praga, especialmente sus clases más humildes.
La última generación literaria del siglo XIX marcó una ruptura con el pasado y la llegada del modernismo. Después de una ola de optimismo a principios de siglo, la falta de progreso en la realización de ideales de libertad llevó tanto al escepticismo como a nuevos esfuerzos para alcanzarlos. Los autores de esta generación se unieron por un estilo particular más allá de sus propias voces y a menudo criticaban el trabajo de generaciones anteriores. Los modernistas también iniciaron el culto al artista y el periodo vio el nacimiento del crítico literario como profesión independiente. Poetas importantes de la época se inspiraron en las obras de Jaroslav Vrchlický e incluyen a Josef Svatopluk Machar, Antonín Sova, Otokar Březina y Karel Hlaváček.
El Siglo XX: Innovación y Desafíos Políticos
El cambio de siglo marcó un cambio profundo en la literatura checa. Después de casi un siglo de desarrollo, la literatura finalmente se liberó de la necesidad de educar y servir a la nación, convirtiéndose en arte por el arte. La orientación hacia Francia, Europa del Norte y Rusia se intensificó, y se exigió un mayor conocimiento cultural a los autores y a su público.
La nueva generación de poetas se distanció de los neorrománticos y modernistas. Liderados por S. K. Neumann, su trabajo se centró en la realidad concreta, sin dramatismo ni simbolismo complejo. Muchos de los nuevos poetas se aliaron con movimientos sociales, aunque su influencia disminuyó a lo largo de la década. En prosa, el trabajo de la generación modernista estaba madurando, y nuevas olas estilísticas como el naturalismo, el impresionismo y la Secesión de Viena también se hicieron evidentes.
Después de esta primera generación rebelde, la nueva generación de poetas (Toman, Neumann, Šrámek) se volvió hacia la naturaleza y la vida en sus obras. Esta década también marcó el regreso de autores católicos y la primera llegada del vanguardismo a la literatura checa, buscando documentar los rápidos cambios en la sociedad y la modernización. El primer estilo vanguardista fue el neoclasicismo, que pronto dio paso al cubismo, el futurismo y el civilismo.
La Primera Guerra Mundial y el Periodo de Entreguerras
La I Guerra Mundial trajo consigo una ola de represión de la cultura checa, lo que significó un regreso al pasado, a los valores e historia tradicionales checos. La Guerra, sin embargo, también provocó una crisis de valores y de fe en el progreso, que se manifestó en el expresionismo, el civilismo y las visiones de una hermandad universal.
El Período de entreguerras, que coincidió con la Primera República Checa, es uno de los momentos más importantes de la literatura en checo. El nuevo estado trajo una diversidad de pensamientos, religiones y filosofías que llevaron a un florecimiento de la cultura y la literatura. El primer gran tema de entreguerras fue la guerra: sus dificultades, pero también las acciones heroicas, como se puede encontrar en las obras de Rudolf Medek, Josef Kopta, František Langer y Jaroslav Hašek. Una nueva generación de poetas regresó a las vanguardias: poesía del corazón y naivismo. Sin embargo, la vanguardia pronto se dividió entre autores con ideas sociales, católicos y centristas.
Un estilo literario específicamente checo, el poetismo, fue desarrollado por el grupo Devětsil, al que pertenecían Vítězslav Nezval, Jaroslav Seifert, Konstantin Biebl y Karel Teige. El grupo sostenía que la poesía debía estar presente en la vida diaria. La prosa de entreguerras se alejó de la prosa tradicional, favoreciendo múltiples perspectivas y narrativas fragmentadas. La literatura utópica y fantástica cobró importancia con Jan Weiss, Karel Čapek, Eduard Bass y Jiří Haussmann. También surgieron géneros de prosa documental que buscaban mostrar una imagen exacta del mundo, y prosa lírica e imaginativa. El teatro de la época también siguió la misma evolución estilística que la poesía y la prosa.
Después del optimismo de la década de 1920, la década siguiente trajo una crisis económica que estimuló una crisis política. La reacción de los autores fue centrarse en asuntos públicos y la espiritualidad. El catolicismo ganó importancia. Los cambios se hicieron evidentes primero en la poesía: la nueva generación de poetas, como Bohuslav Reynek, Vilém Závada, František Halas, Vladimír Holan y Jan Zahradníček, comenzaron como poetistas, pero luego mostraron obras más oscuras, llenas de imágenes de miedo. La antigua vanguardia se acercó al surrealismo, y un tercer grupo se volvió a la poesía lírica y tranquila. La prosa, después de años de periodismo realista, se volvió hacia la épica, las novelas existenciales y las perspectivas subjetivas. Aparecieron baladas inspiradas en el folclor, novelas de tema social y novelas psicológicas. Durante este periodo, Karel Čapek escribió sus obras de teatro más conocidas en respuesta al surgimiento de las dictaduras. Después de los Acuerdos de Múnich en 1938, la literatura reflejó de nuevo el presente político y llamó a la unidad nacional.
La Segunda Guerra Mundial
El periodo de control alemán y la II Guerra Mundial dejaron su huella en la literatura checa. Muchos autores no sobrevivieron o tuvieron que exiliarse. Entre 1938 y 1940, la sociedad mantuvo cierta libertad, pero en 1941 la mayoría de los periódicos, revistas y editoriales fueron cerrados y los autores silenciados. La II Guerra Mundial marcó el inicio de un triple camino para la literatura, que continuó hasta 1989: ediciones en el país, ediciones ilegales en el país y literatura del exilio.
Como resultado de la Guerra, todas las formas de literatura se centraron aún más en la tradición y la historia. La poesía se hizo más sobria y se puso más énfasis en el lenguaje como expresión de la identidad nacional y en los valores espirituales. Lo mismo ocurrió en prosa: las obras experimentales de entreguerras desaparecieron, pero la novela social y psicológica permaneció. La novela histórica resurgió como una forma de escribir sobre el presente disfrazándolo en el pasado, al igual que la prosa inspirada en cuentos populares. La generación de autores que debutaron durante la Guerra y poco después, como Jiří Orten y el Grupo 42, compartían experiencias difíciles de la guerra. Sus obras muestran la tragedia, el pensamiento existencialista y se centran en la persona como un ser aislado.
Periodo de Control Político y la Primavera de Praga
La literatura checa de posguerra está muy ligada a la situación política de Checoslovaquia. Al igual que durante la Guerra, la literatura se dividió en tres ramas principales: publicaciones permitidas, publicaciones ilegales y literatura del exilio. La literatura se convirtió en un refugio de la libertad y la democracia, y las obras y autores fueron valorados no solo por su calidad literaria, sino también por su resistencia. Así, la literatura de todo el periodo de posguerra recibió mucha atención, a pesar de su posición a menudo difícil. Sin embargo, durante los tres primeros años después de la Guerra (1945-48), la literatura mantuvo cierta libertad, aunque el fortalecimiento de un grupo político específico fue expulsando gradualmente de la esfera pública primero a los autores católicos y luego a los moderados.
1948 trajo el fin de las libertades civiles. Cualquier literatura contraria a la visión oficial fue prohibida y los autores perseguidos. El estilo literario oficial fue el realismo socialista, y todas las tendencias vanguardistas fueron suprimidas. Muchos autores se exiliaron. De los que se quedaron, muchos decidieron escribir en secreto y sus obras permanecieron sin publicar. La mayoría de sus obras se publicaron entre las décadas de 1960 y 1990.
Solo a finales de la década de 1950 comenzó a suavizarse el estricto control. Se permitió de nuevo publicar a algunos poetas, y se formó un nuevo grupo literario con el objetivo de romper el dominio del realismo socialista. La prosa se quedó atrás durante la mayor parte de este periodo, con la excepción de algunos autores. Las obras cortas, como las historias, volvieron a ser populares.
La década de 1960 trajo el comienzo de intentos de cambio en el partido político, la consiguiente liberalización de la literatura y el aumento del prestigio de los autores. A partir de 1964, la literatura comenzó a ampliar su alcance más allá del estilo oficialmente aprobado. En poesía, el lirismo íntimo se hizo popular, así como la poesía épica y el realismo. En prosa, nuevos autores abandonaron la polémica sobre el socialismo y se volcaron hacia la moralidad personal y cívica, y el tema de la guerra y la ocupación, especialmente el destino de los judíos. Bohumil Hrabal se convirtió en el autor de prosa más destacado, con sus obras llenas de lenguaje coloquial, estructuras narrativas no tradicionales y la ausencia de un marco moral oficial. Hacia finales de la década, comenzaron a aparecer novelas de desilusión, escepticismo y la necesidad de encontrar su lugar en el mundo y la historia, así como novelas históricas modernas. La década también trajo el debut de una nueva generación de autores que crecieron durante los excesos del periodo anterior y por lo tanto no tenían ideales sobre mundos perfectos. Sus obras no trataban sobre cambiar el mundo, sino sobre vivir en él: autenticidad y responsabilidad, tanto moral como literaria. Estos autores incluyen a los poetas Jiří Gruša, Josef Hanzlík, Antonín Brousek y Jiří Kuběna y los dramaturgos Ivan Vyskočil, Jiří Šlitr, Václav Havel, Milan Uhde y Josef Topol. La era de la libertad literaria y los experimentos llegó a su punto máximo con la Primavera de Praga en 1968 y terminó abruptamente ese mismo verano con la intervención de un país vecino y la consiguiente «normalización».
La «normalización» restableció la censura estricta de la década de 1950, cerró la mayoría de las revistas literarias y periódicos, y silenció a los autores que no se adaptaron. Más que nunca, la literatura mantuvo su división en legal, ilegal y exilio. Muchos autores huyeron a EE. UU., Canadá, Alemania o Francia, pero en general no les fue mucho mejor que a sus contemporáneos en Checoslovaquia, principalmente por la falta de público lector. Sus obras comenzaron a conocerse mejor solo a través de traducciones. Las obras de autores experimentales y vanguardistas que publicaban como autores «oficiales» fueron, en general, de menor calidad, adaptándose a las reglas oficiales. En los límites entre la literatura oficial y no oficial se encontraban autores de novelas históricas, así como Bohumil Hrabal y Ota Pavel. A Seifert, Mikulášek y Skácel se les prohibió la publicación; sus obras fueron publicadas como samizdat, en pequeñas prensas clandestinas que publicaban a mano gran parte de las obras de autores ilegales. Ludvík Vaculík, Jan Vladislav, Václav Havel y Jan Lopatka organizaron las mayores editoriales samizdat. Muchos de estos autores ilegales firmaron la Carta 77 y fueron encarcelados por ello. A otros no se les permitió regresar a su país natal. La literatura samizdat volvió de nuevo a temas religiosos, a las memorias y diarios de la vida diaria. La memoria y la historia también fueron dos de los principales motivos de la literatura samizdat, así como testimonios honestos y reales de la vida diaria.
La nueva generación de la década de 1980 estuvo marcada por la necesidad de actuar fuera de los límites de la sociedad. Su obra se inspira en la generación de la Guerra y es a menudo directa y cruda. El posmodernismo también influyó en la literatura en general.
Por otra parte, aquellos autores checos que escribieron desde el exilio pudieron disfrutar, hasta cierto punto, de mejores condiciones para su trabajo, ya que eran libres de escribir lo que quisieran, sin miedo a la censura. Sin embargo, salvo algunas excepciones, los escritores checos en el exilio no despertaron el mismo interés en occidente que en su país natal. Además, el número de lectores de lengua checa fuera de Checoslovaquia era limitado, por lo que sus obras no gozaron de cierta popularidad hasta que fueron traducidas. Esto llevó a la adaptación gradual de estos autores a las condiciones —y en concreto al idioma— de su entorno, por lo que muchos de ellos combinaron el checo con la lengua de su país de acogida. Así, Ludvík Aškenazy y Ota Filip escribieron en alemán, Věra Linhartová en francés y Jan Novák en inglés.
Postcomunismo y República Checa
La caída del control político en 1989 marcó otra ruptura en la literatura en checo con el regreso de la diversidad y la libertad. Las obras de muchos autores ilegales y en el exilio durante el régimen anterior fueron publicadas por primera vez, y muchos de ellos volvieron a la vida pública y a publicar. Pero la década de 1990 no solo supuso la publicación de antiguas obras de autores prohibidos, sino también el descubrimiento de nuevas y distintivas voces. Entre estas, destacan las novelas de Vladimír Macura —que se mueven entre la realidad y la imaginación—, la prosa de Daniela Hodrová y Michal Ajvaz —buscando «descubrir» los poderes de lo desconocido que nos rodea— y las novelas de Jan Křesadlo y Jiří Kratochvil, incluidas en la corriente posmodernista. También hay que mencionar la precisión estilística en formas cortas de autores como Patrik Ouředník y Jan Balabán. Además, los años 90 también vieron aparecer figuras femeninas en el panorama literario checo, como Alexandra Berková, Tereza Boučková, Zuzana Brabcová, Irena Dousková, Radka Denemarková e Iva Pekárková.
A mediados de la década de 1990 surge un nuevo género con base autobiográfica, que puede tomar la forma de un diario, un libro de memorias o una pseudo-autobiografía. Dentro de este género se encuentran obras de Jáchym Topol, Emil Hakl, Václav Kahuda y Roman Ludva. Asimismo, los bestsellers de autores checos como Michal Viewegh, Halina Pawlovská y Petr Šabach también contienen partes autobiográficas. Aunque algunos críticos han dicho que la literatura checa contemporánea (desde 1989) está relativamente menos destacada que el cine, escritores como los mencionados Michal Viewegh y Jáchym Topol, o Ivan Martin Jirous y Petra Hůlová son figuras públicas y venden muchos libros.
La poesía contemporánea en checo, aunque sigue siendo para especialistas y unos pocos entusiastas, puede presumir de un poeta de nivel europeo en Petr Borkovec.
En los últimos años se ha producido un retorno a la narrativa de ficción, sobre todo en los trabajos de las generaciones más jóvenes. La narración de una historia es algo esencial en los textos de Miloš Urban o Bohuslav Vaněk-Úvalský, así como en la prosa más reciente de Jiří Kratochvil. Estos escritores siguen disfrutando con el simple relato de una historia o con la creación de mundos ficticios de su propia invención. Y como cada vez es mayor el interés por publicar fuera de la República Checa, se tienden a contar historias más universales, cuyos problemas y realidades no afectan únicamente al lector contemporáneo.
Autores contemporáneos checos que también se deben mencionar son Jiří Hájíček, Antonín Bajaja, Sylvie Richterová, Lubomír Martínek, Michal Šanda, Jaroslav Rudiš, Jaroslav Velinský, Pavel Řezníček, Anna Zonová, Martin Reiner, Martin Ryšavý y Petr Stančík. En el relato corto destacan también los cuentistas Arnošt Lustig (Démanty noci, 1958), Milan Kundera (los tres cuadernos de los Amores ridículos, Směšné lásky, 1963, 1965 y 1968), Bohumil Hrabal (Clases de baile para adultos, Pábitelé, 1964) y Ota Pavel (La muerte de los corzos hermosos, Smrt krásných srnců, 1971).
Premios Literarios Checos Destacados
- Premio Jaroslav Seifert
- Premio Jiří Orten
- Premio Magnesia Litera
Galería de imágenes
Véase también
En inglés: Czech literature Facts for Kids