Historia del siglo XX (libro) para niños
Datos para niños The age of extremes: The short twentieth century, 1914-1991 |
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de Eric Hobsbawm | |||||
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Editor(es) | Michael Joseph (![]() Vintage Books ( ![]() |
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Género | Historia | ||||
Tema(s) | Historia mundial del siglo XX | ||||
Idioma | Inglés | ||||
Título original | The Age of Extremes | ||||
País | Reino Unido, Estados Unidos | ||||
Fecha de publicación | 1994 | ||||
Páginas | 640 | ||||
Serie | |||||
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The age of extremes: The short twentieth century, 1914-1991 (que significa La edad de los extremos: El corto siglo XX, 1914-1991), conocido en España y Hispanoamérica como Historia del siglo XX, es un libro de historia escrito en 1994 por el historiador británico Eric Hobsbawm.
En este libro, Hobsbawm analiza lo que él considera los "grandes desafíos" de sistemas como el socialismo de Estado, el capitalismo y los diferentes nacionalismos. También comparte una visión crítica sobre cómo progresaron las artes y los cambios en la sociedad, especialmente en Occidente, durante la segunda mitad del siglo XX.
Hobsbawm llama al periodo desde el inicio de la Primera Guerra Mundial hasta la caída de los sistemas socialistas el "[[el corto siglo XX|corto siglo XX]]". Este periodo, según él, siguió al "[[el largo siglo XIX|largo siglo XIX]]", que habría comenzado con la Revolución francesa en 1789 y terminado con el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914. Estos eventos históricos tan importantes fueron explorados en su trilogía anterior: La era de la revolución: Europe 1789-1848, La era del capital: 1848-1875 y La era del imperio: 1875-1914. En Estados Unidos, este último libro se publicó con el subtítulo A history of the world, 1914-1991 ("Una historia del mundo, 1914-1991").
Contenido
¿Por qué es difícil predecir el futuro?
Hobsbawm señala que es muy difícil predecir lo que pasará en el mundo. Menciona que los intentos de pronosticar el futuro en los últimos 30 o 40 años han fallado mucho. Dice que solo los gobiernos y algunas instituciones económicas aún confían en estas predicciones.
Cita al presidente estadounidense Calvin Coolidge, quien en 1928, justo antes de la Gran Depresión, dijo que el país podía ver el presente con satisfacción y el futuro con optimismo. Esto muestra lo difícil que es anticipar grandes cambios.
Sobre el futuro, Hobsbawm predice que habrá muchos cambios políticos y, a veces, violentos. Afirma que el mundo del tercer milenio no puede ser una simple continuación del pasado o del presente. También sugiere que la forma en que se reparte la riqueza, y no solo el crecimiento económico, será clave en la política del nuevo milenio.
¿Qué pasó con el socialismo?
La Revolución rusa de 1917 en 1917 no fue lo que Karl Marx había imaginado. Marx esperaba que una revolución ocurriera en países con un capitalismo muy avanzado. Hobsbawm explica que el capitalismo fue más fácil de cambiar donde era débil o casi no existía, en lugar de en sus centros principales.
Incluso en Rusia, Hobsbawm duda de los efectos positivos de la Revolución de Octubre. Menciona que después de la revolución y la guerra civil rusa, Rusia quedó más atada al pasado. El país era gobernado por una gran cantidad de funcionarios, que a menudo tenían menos educación que antes.
Una idea principal del libro es que el socialismo de Estado, desde el principio, no siguió los principios del socialismo y la idea de cooperación internacional que decía defender. En particular, el socialismo de Estado a menudo dejaba de lado la democracia. Por ejemplo, Lenin pensó que las ideas liberales no eran útiles para la revolución en Rusia.
Esta forma de pensar, que no apoyaba el liberalismo, fue muy fuerte. En 1933, cuando Benito Mussolini ya gobernaba Italia, Moscú insistió en que el líder comunista italiano Palmiro Togliatti no dijera que la socialdemocracia (una forma de socialismo que acepta la democracia) no era un peligro. Esto estaba en línea con la idea de que la socialdemocracia era similar al fascismo.
Sobre el apoyo a las revoluciones internacionales, Hobsbawm escribió que las revoluciones comunistas que realmente ocurrieron (como en Yugoslavia, Albania y luego China) se hicieron en contra del consejo de Iósif Stalin. La Unión Soviética quería que la política después de la guerra continuara con alianzas amplias. Stalin parecía tomar esto en serio, incluso disolviendo organizaciones comunistas internacionales.
Respecto a la China de Mao Zedong, Hobsbawm comentó que, aunque criticó a la Unión Soviética por no apoyar movimientos revolucionarios, China no tiene un historial comparable de ayuda práctica a los movimientos de liberación en el Tercer Mundo.
Hobsbawm tampoco apoya la idea de Mao de una revolución constante. Él cree que la convicción de Mao sobre la necesidad de la lucha y el conflicto llevó a eventos como el Gran Salto Adelante, que causó una gran hambruna en China entre 1959 y 1961.
Finalmente, Hobsbawm argumenta que el socialismo cayó porque casi nadie creía en el sistema ni le era leal, ni siquiera quienes lo dirigían.
¿Qué pasó con el imperialismo?
Hobsbawm, siendo un escritor de izquierda, tiene sentimientos complejos sobre el fin de los imperios del siglo XIX. Esto se debe a que no está contento con las nuevas naciones que reemplazaron a los imperios. La Primera Guerra Mundial hizo que la negociación internacional pareciera sospechosa, especialmente por los tratados secretos entre los Aliados. Los bolcheviques, al encontrar estos documentos, los hicieron públicos.
Los acuerdos de paz después de 1918, según Hobsbawm, multiplicaron un problema: la división de los ciudadanos solo por su origen étnico o religioso.
Un ejemplo extremo de la lógica anticolonialista fue el intento de un pequeño grupo judío en el Mandato Británico de Palestina de negociar con los alemanes para liberar a Palestina de los británicos. Consideraban esto la máxima prioridad. Un miembro de este grupo llegó a ser primer ministro de Israel, Isaac Shamir.
¿Qué pasó con el capitalismo de libre mercado?
Hobsbawm se sorprende de cómo las ideas del libre mercado, que parecían desacreditadas después de la Gran Depresión, volvieron a dominar en las décadas de 1980 y 1990. Esto ocurrió a pesar de que tampoco pudieron resolver los problemas económicos de ese periodo.
Además, señala que los gobiernos que más apoyaban el libre mercado, como los de Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en Reino Unido, también eran muy nacionalistas y no respetaban mucho a otros países. Hobsbawm ve una contradicción en estas dos actitudes.
También destaca la ironía de que la economía que más creció después de la caída del socialismo soviético fue la de la China comunista. Esto llevó a expertos de negocios occidentales a buscar en las enseñanzas de Confucio los secretos de su éxito.
En general, Hobsbawm ve el capitalismo como un sistema con fallas, al igual que el socialismo de Estado. Argumenta que la idea de que el comercio internacional sin restricciones ayudaría a los países más pobres a alcanzar a los ricos no se ha cumplido. Los ejemplos de países que crecieron mucho exportando, como Hong Kong, Singapur, Taiwán y Corea del Sur, representan menos del 2% de la población de los países en desarrollo.
¿Qué es el fascismo?
Hobsbawm muestra un gran rechazo por el fascismo. No se detiene a analizarlo en detalle como hace con el socialismo o el capitalismo, porque su desaprobación es total.
Niega que el fascismo tuviera una base filosófica sólida. Escribe que la teoría no era el punto fuerte de los movimientos que rechazaban la razón y preferían el instinto. Menciona que líderes como Benito Mussolini y Adolf Hitler no se preocupaban mucho por el apoyo de filósofos. En cambio, la popularidad del fascismo se basaba en sus supuestos logros prácticos, como la idea de que "Mussolini hizo que los trenes llegaran a tiempo" en Italia.
¿Cómo usa Hobsbawm las estadísticas?
Hobsbawm a menudo usa estadísticas para mostrar una imagen más completa de la sociedad en un momento dado. Por ejemplo, sobre Estados Unidos en 1991, menciona que un alto porcentaje de familias afroamericanas estaban encabezadas por una madre soltera y que muchos niños nacían de madres solteras. También señala que un porcentaje de la población en prisión tenía problemas de salud mental.
Por otro lado, usa estadísticas para apoyar su idea de que el socialismo de Estado no mejoró el bienestar de la gente. Compara la esperanza de vida en Austria, Finlandia y Polonia en 1969 y 1989, mostrando que los polacos tenían una esperanza de vida menor al final del periodo. También menciona la gran hambruna en China entre 1959 y 1961, que causó una disminución significativa de la población.
Compara a Brasil con Sri Lanka para mostrar cómo el desarrollo económico no siempre se traduce en bienestar social. A pesar de que Brasil tenía un PIB per cápita mucho mayor, Sri Lanka (que ofrecía alimentos subsidiados, educación y salud gratuitas) tenía una mayor esperanza de vida y una menor tasa de mortalidad infantil y analfabetismo.
Hobsbawm y las artes
Hobsbawm también es crítico con la idea de "progreso" en las artes. Sobre el arte moderno después de la guerra, dice que a menudo consistía en intentos desesperados de los artistas por hacer su trabajo reconocible. Lo ve como una serie de manifiestos de desesperación o gestos que llevaban al extremo la idea del arte como inversión. Menciona el minimalismo y el arte efímero, sugiriendo que estas tendencias mostraban que el futuro ya no pertenecía a estas vanguardias.
Hobsbawm y la cultura popular
Eric Hobsbawm también comenta sobre la cultura popular, un tema que no había tratado en otros libros. Habla de músicos como Buddy Holly, Janis Joplin, Brian Jones de the Rolling Stones, Bob Marley y Jimi Hendrix. Menciona que sus muertes tempranas fueron simbólicas de la juventud que representaban, una etapa que por definición no es permanente.
Las muertes de Joplin y Hendrix se relacionaron con problemas de salud. La muerte de Jones fue objeto de controversia. Holly falleció en un accidente de aviación y Marley de cáncer. Hobsbawm usa la evolución de la cultura juvenil para mostrar los cambios sociales del siglo XX. Destaca tres novedades de esta cultura:
- La juventud no era vista como una etapa para prepararse para la adultez, sino como la etapa final del desarrollo humano. La vida parecía ir cuesta abajo después de los treinta.
- La cultura juvenil se volvió dominante en las economías de mercado desarrolladas. Lo que los hijos sabían era a menudo más que lo que sabían los padres. Los roles de las generaciones se invirtieron.
- La cultura juvenil era sorprendentemente internacional. Las letras de canciones de rock en inglés a menudo no se traducían. Los centros de la cultura juvenil occidental aceptaban estilos de otras partes del mundo, como el Caribe, América Latina y África.
Aunque Hobsbawm no ve muchos aspectos positivos en esta cultura, escribe que la revolución cultural del último siglo XX puede entenderse como el triunfo del individuo sobre la sociedad. Es decir, se rompieron los lazos que antes unían a las personas en grupos sociales. Esto lo compara con una frase de Margaret Thatcher: "No hay sociedad, solo individuos".
Véase también
En inglés: The Age of Extremes Facts for Kids