Dandi para niños
Un dandi o dandy (del inglés dandy) es un arquetipo de persona muy refinada en el vestir, con grandes conocimientos de moda, proveniente de la burguesía, con una fuerte personalidad y poseedora de nuevos valores como la sobriedad o el uso de los avances traídos por la Revolución Industrial, que acabaría convirtiéndose en un referente para su época.
La corriente asociada al dandi se denomina «dandismo», sin estar claro el origen de la palabra ni si su procedencia fue más literaria que real o al revés, pero nació en la sociedad inglesa y sobre todo francesa de finales del siglo XVIII. Con posterioridad se iría expandiendo a otras naciones llevada por personas que habían residido en Londres y sobre todo París. El dandismo se convirtió en un referente para la moda masculina, para los valores y para las costumbres de las sociedades europeas muy agitadas por las distintas revoluciones acaecidas entre los siglos XVIII, XIX y principios del XX. Esta corriente fue contestataria con la sociedad de su época y con movimientos como el romanticismo del que pretendía separarse. Aunque fracasados vitalmente, los seguidores del dandismo contribuyeron a crear la moda masculina actual, así como el concepto de celebridad, el de derechos de imagen y el de tribu urbana.
El final de los dandis es discutido, como también lo es su propia existencia. Para académicos como Félix de Azúa, este llega con la Guerra franco-prusiana y la Primera Guerra Mundial. Para autores como Page-Fort (2011) la figura del dandi volvió a surgir en el cine tras las dos guerras mundiales y puede considerarse que perdura de una forma u otra en nuestros días. Asimismo, las monografías existentes discuten si fue un movimiento meramente masculino o, por el contrario, debería mencionarse también a mujeres dandis.
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Polémica sobre su existencia y origen etimológico
Según Félix de Azúa el dandi nunca ha existido como tal, es un producto de la ficción. Así el académico español afirma: «El dandi no existe, nunca ha existido en su perfección absoluta. Es un ideal. Ha habido aproximaciones al dandi que son las que nos permiten hablar de él como una figura determinada de la prehistoria del capitalismo». Añade que se debe a la literatura la creación del mito, contabilizándose en Inglaterra unas 50 novelas con un dandi como protagonista publicadas entre 1825 y 1830, unas 10 por año.
Sin estar en contra, Bernard Howells, en su obra sobre el dandi francés Baudelaire, reproduce una frase de Jules Barbey d'Aurevilly en la que afirma: El dandi solo existe cuando hay ojos, los suyos u otros, para mirarlo. Como una imagen en el espejo que desaparece cuando no hay nadie para mirarla. Por lo tanto, sí da la idea de que existieron, al menos en algún momento.
Por su parte, Page-Fort (2011, p. 7) difiere del punto de vista según el cual los dandis no hayan existido. Pese a recoger opiniones que matizan su parecer en su obra The English Dandy (sic.), el autor de la Universidad de Connecticut afirma: «Mientras ha habido historia, han existido los dandis, de una forma u otra, en cada pueblo, en cada esquina del mundo».
Para Luis Antonio de Villena el dandismo se ciñe al vestir:
Un dandi es una persona que utiliza el vestido como una manera de disidencia, es decir, se viste bien, con prendas buenas, pero nunca como los demás. Introduce elementos transgresores en su forma de vestir: Lord Byron vestido de turco; ningún inglés de inicios del siglo XIX vestía de ese modo. El dandismo es ponerse prendas que puedan llamar la atención, dentro de un aire de elegancia, pero que a la vez destaquen.Luis Antonio de Villena
Por tanto, no hay acuerdo sobre su existencia ni cuales son o no son dandis. Consultando distintas fuentes obtenemos distintas listas de creadores, difusores o seguidores del dandismo. Para autores como Clare Jerrold, Beau Nash sería un auténtico dandi, como D'Orsay y otros posteriores. Por el contrario, académicos como Azúa encuadran a Beau Nash entre los antecedentes del dandismo.
Desde el punto de vista etimológico tampoco hay acuerdo, ni siquiera conocimiento cierto del origen de la palabra. El vocablo dandi y su original inglés dandy son de origen desconocido. Aún nadie ha logrado dar una etimología indiscutible y, por tanto, ninguna de las explicaciones siguientes es convincente. El profesor de estética Félix de Azúa atribuye dos posibles procedencias de la palabra, pero afirmando que ninguna de las dos es clara:
- Jack Dandy: individuo de la frontera entre Inglaterra y Escocia que en las fiestas vestía de forma estrafalaria.
- Diminutivo de Andrew: quizá por alguna persona con ese nombre que destacó por su forma de vestir.
Para que un personaje como el dandi pudiese aparecer es necesario una transformación social como la que se vivió en el paso de la Edad Moderna a la Edad Contemporánea. Al menos es necesaria una transformación de tres aspectos: aparición de gran variedad de artículos, facilidad para adquirirlos y que una nueva clase social, con nuevos valores, tomase las riendas de la sociedad. Para conseguir unos cambios así de profundos se requieren varias revoluciones simultáneas, en el sistema productivo, en la distribución, en las transacciones comerciales... pero quizá la más drástica de todas sea en el sistema de valores.
Revoluciones y destrucción de los valores tradicionales
El fenómeno del dandismo no se hubiese producido, o de haberse producido este hubiera sido muy esporádico, de no haber alcanzado el grupo social que lo creó el puesto de líder social. Habría llegado a ser una moda pasajera, en el mejor de los casos, quizá imitada por parte de las clases dirigentes como lo fueron otras; pero no hubiese podido implantarse en toda la sociedad masculina y perdurar hasta el siglo XXI en algunas facetas.
Tres grandes fenómenos sociales o revoluciones hicieron posible los tres grandes cambios que permitirían el nacimiento del dandismo. El primero fue fruto de las revoluciones francesa y estadounidense que casi exterminaron a la nobleza y a la monarquía, con sus modales versallescos y su atuendo francés. El segundo cambio lo traería la Revolución Industrial y acarrearía una doble consecuencia al aumentar la oferta de casi todo, haciendo más fácil poder elegir, pero más difícil combinar correctamente la creciente variedad de ropa y calzado. Además encumbrando al grupo social que logró ese incremento de la oferta, es decir, la burguesía, con sus valores de eficiencia y sobriedad. Por último, estaría el cambio producido por la Revolución Monetaria con el dinero en forma de papel moneda, para poder realizar fácilmente todo tipo de transacciones y así permitir poner precio a casi todo, incluida la propia imagen, algo inconcebible antes.
Marcador de las modas
Una de las facetas por la que más se conoce a los dandis es por su influencia en el vestir. Esto es así de forma intencionada porque buscaban la notoriedad. George Brummell ya sorprendió luciendo el pantalón frente a las habituales calzones. A esta prenda se puede añadir las prendas de cuello en forma de pañuelos anudados, costumbre introducida por los dandis y criticada en alguna ocasión por los caricaturistas de la época. Sin embargo, uno de esos pañuelos, la corbata traída tiempo atrás por mercenarios croatas, permanece hasta nuestros días como prenda masculina por antonomasia.
Pese a todo, se puede caer en el error de pensar que su estilo de vestir era muy recargado, cuando fue lo contrario. La sobriedad y el desprecio por los adornos fueron dos de las principales novedades que introdujeron. En un mundo como el de la Edad Moderna, donde los hombres lucían ostentosas prendas de varios colores y usaban maquillaje, los dandis aportan la idea de la sencillez, que no simplicidad. Brummell sorprendió luciendo el blanco y negro; el conjunto de calzón hasta la rodilla y zapato de tacón es sustituido por el pantalón, muchas veces dentro de la bota. En busca de esta sencillez desaparecen las pelucas, los puños bordados o las condecoraciones. En definitiva, toda una moda que ha perdurado hasta nuestros días con escasos cambios.
No obstante conservan elementos desechados más adelante: el bastón, el sombrero de copa, los guantes de piel y las levitas de chaqué o de frac, que inicialmente se utilizaban tanto por la mañana como por la noche, irán quedando relegadas cada vez más a eventos especiales o fueron sustituidas por otras aún más sencillas y fáciles de llevar, como las levitas por la americana también llamada saco, o directamente desechadas, como le sucedió al sombrero y al bastón.
Personalidad conflictiva
Los dandis eran, e incluso buscaban ser, personas fuertes de carácter, incluso dando respuestas altaneras, manteniendo actitudes altivas o siendo directamente polemistas. En el caso de literatos como Baudelaire o Byron resulta normal por ser algo común a muchos artistas; pero no es así en personas como Benjamín Disraeli que no ejercía ninguna de estas profesiones y entró en el partido conservador en parte para reformar su imagen. Este detalle les traería problemas a muchos de ellos en los altos ambientes donde se movían y a los que en el fondo no pertenecían; pero al mismo tiempo los convertían en lo que hoy se conoce como una Celebrity o, por decirlo de una manera coloquial, personas que no eran famosas por su profesión sino de profesión famosas.
Un ejemplo de esta personalidad, real o creada, se plasma en su oposición a las tendencias intelectuales de la época. Sería el caso de no ensalzar el campo o la Naturaleza, incluso llegando a despreciarlo. Es muy citada la respuesta de Brummell al ser preguntado por su lago escocés favorito, se giró hacia un camarero y preguntó «¿Cuál es mi lago favorito?». Otro caso de altanería lo protagonizó Benjamín Disraeli, ya reformado en primer ministro de Gran Bretaña, que llamaba a la reina Victoria «hada», lo cual constituía una desfachatez.
Como referentes que pretendían ser, llegaban a realizar desplantes e incluso actos de grosería. De esta forma Lord Byron no tenía reparos en mantener una relación conocida y notoria con la esposa del primer ministro británico Lord Melbourne, una persona de una posición mucho más alta que la suya, aunque también un dandi o al menos lo había sido. De igual modo es muy conocida la orden de Brummell al príncipe regente de Gran Bretaña con su frase «toca tú la campana» cuando aquel le pidió que hiciese sonar una campanilla para llamar al servicio durante una reunión social, lo cual constituía una ofensa pública.
Por esta separación de lo cotidiano o lo mundano, el sentirse y hacer ver que se situaban por encima de los demás, el desdén por las normas hasta entonces establecidas... los terminaba convirtiendo en marginados sociales o los hacía renegar de sus principios para integrarse. Por tanto, era predecible la suerte que les aguardaba si no renunciaban.
Fracasado en la vida
El hecho de presentarse como un símbolo contra la época victoriana o la Francia decimonónica terminó acarreando a muchos dandis numerosos problemas con un mundillo en el que no tenían raíces profundamente asentadas, en frase de Page-Fort.
Otra opinión es la de Félix de Azúa, para quien algo que los dandis no soportaban era triunfar en la vida; pues, de esa manera, demostraban no ser un referente sino personas dóciles. Naturalmente no todos fueron consecuentes con su imagen y dejaron de serlo, al menos en la mayoría de sus actuaciones, como hizo el ya referido Benjamín Disraeli, quien llegó a ser primer ministro de Gran Bretaña.
Sea por su no saber estar en sociedad o por deseo propio, la mayoría de los dandis acabaron mal, según Félix Azúa:
- George Brummell terminó sus días arruinado, viviendo con una renta miserable entregada por viejos amigos y en una institución mental incapaz de controlar sus funciones corporales.
- Charles Baudelaire falleció a los 46 años, tras años de sobrevivir con sus trabajos literarios.
- Lord Byron murió de fiebres después de haber sido traicionado por los revolucionarios griegos a los que trataba de pasar armas. Las vendieron a los turcos.
- Oscar Wilde expiró a los 46 años, mantenido por su mujer que no le había permitido ver a sus hijos.
En la actualidad
No resulta fácil decir si el dandismo ha llegado a su fin o siguió vigente en las sociedades del siglo XX y XXI, especialmente escuchando a profesores como Azúa, quien mantienen que fue un ideal literario.
Aceptándose la premisa de que sí hubo dandis como tales, puede afirmarse que su impronta desapareció, o al menos perdió fuerza, con la Guerra Franco Prusiana de 1871. Conflictos como este, donde grandes ciudades como París son bombardeadas, no resultan un buen lugar para personas preocupadas por su imagen. Mucho más perjudicial para el dandismo sería la Primera Guerra Mundial, contienda que movilizó ingentes masas de población e involucró a varios países, tanto de Europa como de América.
Otra circunstancia que provocó el fin del dandismo fue el asentamiento de los valores. En el momento que sus formas de vestir se implantaron muchos de ellos dejaron de sobresalir sobre los demás. Así mismo, la fragmentación de la sociedad llevó a la desaparición de la burguesía como tal o, según Palmade (1993, p. 296), a la mutación de la misma en la clase social media-alta o clase alta, de la que el mejor exponente sería el alto directivo.
Posibles nuevos dandis
Los locos años 20 trajeron un resurgir del dandi gracias a la fuerza cada vez más creciente de Hollywood; así aparecen personajes como Errol Flynn o Clark Gable que lucen una vestimenta impecable, beben mucho y con estilo, se mueven en los mejores ambientes proviniendo de familias normales y llevan una vida dedicada a su imagen.
Con la Segunda Guerra Mundial el dandi o el mito del dandi comienza a desdibujarse por la entrada de nuevas figuras no tan claramente identificables con el estereotipo del siglo XIX. El yuppy de Wall Street cuenta indiscutiblemente con influencias del dandismo, pero no es un dandi como tal por su integración en la sociedad, entre otras excepciones.
En cierto modo, los dandis no han desaparecido si hacemos caso a la idea de Page-Fort, según la cual ahora serían celebridades. La existencia cada vez más omnipresente de los medios de comunicación de masas hace necesarias la existencia de personas extravagantes y de fuerte carácter para rellenar espacio en periódicos, revistas y televisiones. Siguiendo esta idea, personas como David Beckham o Jaime de Marichalar podrían considerarse dandis actuales o al menos aproximaciones a los mismos, solamente aproximaciones pues una de las características del dandi es el no triunfar, en opinión de Azúa, cosa que no se puede decir del matrimonio Beckam. De la misma forma, en la sociedad actual ha entrado con fuerza la presencia de la mujer, creando también estilos en el vestir y en el comportarse. La existencia o no de dandis femeninas es un punto políticamente incorrecto que posee un apartado propio.
Legado
Tres podrían ser los elementos heredados de los dandis:
- Libertad en el atuendo: sin duda los dandis aportaron, o contribuyeron a aportar, la nueva moda masculina mucho más amplia y libre que la diciochesca nacida en Francia. Ellos apostaron decididamente por los pantalones sueltos en lugar de los ceñidos calzones; por las levitas sueltas y sobrias o los chalecos sencillos sin brocados ni encajes. Siguiendo en la misma línea, los colores lucidos actualmente por los hombres en los trajes provienen de aquella época. Ciertamente se dan casos de trajes blanco marfil, pero lo más normal son los colores apagados como azul marino, negro, gris marengo o gris perla, una clara herencia del aporte que dejó el dandismo o que contribuyó a dejar. Se le atribuye a George Brummell la frase:
«Un hombre elegante nunca llama la atención por la forma en que va vestido».
- El nacimiento de la celebridad: otro de los principales legados sería el surgimiento de personas que viven de su imagen y de lucirla en sociedad. En aquel momento como consejeros o compañeros de reyes o regentes y en la actualidad como ganchos para medios de comunicación buscados por grandes firmas patrocinadoras de actos y eventos.
- Los derecho de imagen: por supuesto en el siglo XVIII y XIX no existían medios para captar imágenes, caso de las cámaras de fotografía o vídeo, por lo que estos derechos no podían exigirse. Lo que si se les debe a los dandis es esa idea embrionaria de cobrar por dejarse ver para después ser imitados, ya sea en forma de asignación permanente o en invitaciones a cenas y actos.
Véase también
En inglés: Dandy Facts for Kids
- Gusto adquirido
- Beau Brummell
- Benjamin Disraeli
- Oscar Wilde
- Alfred d'Orsay
- Barbey d'Aurevilly
- Charles Baudelaire
- Prosper Mérimée
- Robert de Montesquiou
- Max Beerbohm
- Abraham Valdelomar
- À rebours, de Joris-Karl Huysmans
- Eugenio Oneguin de Aleksandr Pushkin
- Un héroe de nuestro tiempo de Mijaíl Lérmontov