Tratado de Zaragoza para niños
El Tratado de Zaragoza fue un importante acuerdo de paz firmado el 22 de abril de 1529 entre España y Portugal. En ese momento, Carlos I era el rey de España y Juan III de Portugal gobernaba Portugal. Este tratado ayudó a establecer las zonas exactas donde cada país podía tener influencia en Asia.
Después de que Juan Sebastián Elcano completara la primera vuelta al mundo con la expedición de Fernando de Magallanes (que había comenzado en 1519 y terminó en 1522), surgió una disputa por las valiosas Molucas. Estas islas, ubicadas en el archipiélago malayo, eran muy importantes por sus especias. La expedición de Magallanes fue muy costosa, y otra expedición a las islas en 1525, liderada por García Jofre de Loaísa y el propio Juan Sebastián Elcano, no tuvo éxito. La ruta a través del Estrecho de Magallanes y por el océano Pacífico era demasiado peligrosa para ser una buena ruta comercial. Por eso, Carlos I decidió renunciar a las reclamaciones de España sobre las Molucas. Estas islas eran clave en el comercio de especias, y el rey español las vendió al rey portugués Juan III por 350.000 ducados.
Contenido
¿Por qué fue necesario el Tratado de Zaragoza?
La importancia de las Islas de las Especias
En 1494, Castilla (España) y Portugal habían firmado el Tratado de Tordesillas. Este tratado dividía el mundo en dos grandes zonas para la exploración y la colonización. Se estableció una línea imaginaria en el océano Atlántico: las tierras al oeste de esa línea serían para España, y las tierras al este serían para Portugal.
Durante el siglo XVI, los portugueses llegaron a las Indias Orientales navegando alrededor de África y cruzando el océano Índico. En 1511, Malaca, un centro importante del comercio asiático, fue conquistada por Afonso de Albuquerque para Portugal. Al saber dónde estaban las "Islas de las Especias" (las Islas Banda, Ternate y Tidore en las Islas Maluku, que hoy forman parte de Indonesia), Albuquerque envió una expedición. Estas islas eran la única fuente mundial de nuez moscada y clavo, y también producían canela y pimienta.
La expedición, liderada por António de Abreu, llegó a principios de 1512. Fueron los primeros europeos en llegar a esa zona. El vicecapitán de Abreu, Francisco Serrão, llegó a Ternate y obtuvo permiso para construir una fortaleza portuguesa allí.
Las cartas que Serrão envió a su amigo Fernando Magallanes sobre las "Islas de las Especias" ayudaron a Magallanes a convencer a la Corona española de que financiara una expedición para llegar a esas islas. El 6 de noviembre de 1521, la flota de Magallanes (que ya había fallecido) llegó a las Molucas desde el este, bajo el mando de Gonzalo Gómez de Espinosa.
La disputa por las Molucas
Después de que la expedición de Magallanes llegara a las Molucas navegando hacia el oeste, y de que Juan Sebastián Elcano regresara a España completando la primera vuelta al mundo, el emperador Carlos I decidió enviar una nueva expedición. Esta expedición, comandada por García Jofre de Loaisa, buscaba establecer los derechos de España sobre las islas.
La expedición de Loaisa llegó a las Molucas, pero sufrió muchas pérdidas de barcos y vidas. Fundaron un fuerte en Tidore, lo que provocó un conflicto con los portugueses que ya estaban allí. Los españoles fueron derrotados, pero los supervivientes lograron resistir durante casi diez años de pequeños enfrentamientos por la posesión de las islas.
La Junta de Badajoz-Elvas
En 1524, España y Portugal organizaron una reunión llamada "Junta de Badajoz-Elvas" para intentar resolver la disputa. Cada país nombró a expertos como astrónomos, cartógrafos, pilotos y matemáticos. Su objetivo era encontrar la ubicación exacta del antimeridiano del Tratado de Tordesillas y dividir el mundo en dos hemisferios iguales.
La delegación portuguesa incluía a importantes figuras como António de Azevedo Coutinho y Lopo Homem, un cartógrafo y cosmógrafo. Por parte de España, estaba el antiguo cartógrafo portugués Diogo Ribeiro.
La junta se reunió varias veces en Badajoz y Elvas, pero no lograron llegar a un acuerdo. Los conocimientos geográficos de la época no eran lo suficientemente precisos para determinar la longitud exacta, y cada grupo usaba mapas que mostraban que las islas estaban en su propio hemisferio. Juan III y Carlos V acordaron no enviar más expediciones a las Molucas hasta que se supiera en qué hemisferio se encontraban.
Entre 1525 y 1528, Portugal envió varias expediciones a los alrededores de las islas Maluku. Exploradores como Gomes de Sequeira y Diogo da Rocha llegaron a las islas Carolinas, a las que llamaron "Islas de Sequeira". Otros exploradores avistaron las islas Aru y las islas Tanimbar. En 1526, Jorge de Meneses llegó al noroeste de Papúa Nueva Guinea.
Por otro lado, España también envió expediciones. Además de la expedición Loaísa, los españoles enviaron una expedición por el Pacífico, dirigida por Álvaro de Saavedra Cerón (1528), preparada por Hernán Cortés desde México. Esta expedición buscaba competir con los portugueses. Miembros de la expedición de Loaísa fueron capturados por los portugueses, quienes devolvieron a los supervivientes a Europa por la ruta occidental. Álvaro de Saavedra Cerón exploró parte de Nueva Guinea y las Islas Schouten.
El 10 de febrero de 1525, la hermana de Carlos V, Catalina de Austria, se casó con Juan III de Portugal. Y el 11 de marzo de 1526, Carlos V se casó con la hermana del rey Juan, Isabel de Portugal. Estos matrimonios fortalecieron los lazos entre las dos coronas, lo que facilitó un acuerdo sobre las Molucas. El emperador Carlos I quería evitar conflictos para poder concentrarse en sus asuntos en Europa. Además, los españoles no sabían cómo llevar las especias de las Molucas a Europa por la ruta oriental en ese momento. La ruta comercial entre Manila y Acapulco no se estableció hasta 1565.
¿Qué estableció el Tratado de Zaragoza?
El Tratado de Zaragoza estableció que la frontera oriental entre las dos zonas de influencia estaría a unas 297,5 leguas (aproximadamente 1763 kilómetros) al este de las islas Molucas. Esta línea de división se encontraba cerca del meridiano 135° al este de Greenwich. A cambio de ceder la posesión de las Molucas a Portugal, el emperador Carlos V recibió un pago de 350.000 ducados del rey de Portugal.
El tratado incluía una cláusula que permitía deshacer el acuerdo si el emperador lo deseaba, devolviendo los portugueses el dinero pagado. Sin embargo, esto nunca ocurrió, porque el emperador necesitaba mucho el dinero portugués para financiar la Guerra de la Liga de Cognac contra su rival Francisco I de Francia.
El tratado no cambió la línea de división del Tratado de Tordesillas. Las dos líneas dividían la Tierra en porciones desiguales: la parte de Portugal era de aproximadamente 191° de la circunferencia terrestre, mientras que la de España era de unos 169°.
Gracias a este tratado, Portugal obtuvo el control de todas las tierras y mares al oeste de la línea, incluyendo toda Asia y sus islas cercanas (como las Molucas) que habían sido descubiertas hasta entonces. España se quedó con la mayor parte del océano Pacífico. Aunque las Filipinas no se mencionaron en el tratado, España renunciaba implícitamente a ellas, ya que estaban al oeste de la línea. Sin embargo, en 1542, el emperador Carlos V decidió intentar colonizar las Filipinas, pensando que Portugal no protestaría mucho porque el archipiélago no tenía especias. Aunque su intento fracasó, su hijo, el rey Felipe II, lo logró en 1565, estableciendo el primer puesto comercial europeo en Manila. Como esperaba su padre, hubo poca oposición de los portugueses.
En resumen, Portugal compró los derechos de España sobre las islas, incluyendo la propiedad, la navegación y el comercio. Una de las consecuencias de este acuerdo fue la desaparición de la Casa de la Especiería de La Coruña, que se había creado en 1522 para controlar el comercio español de especias.
Más tarde, la colonización portuguesa en Brasil durante la Unión Ibérica se extendió mucho más allá de la línea del Tratado de Tordesillas, entrando en lo que habría sido territorio español. Posteriormente, se establecieron nuevos límites en el Tratado de Madrid de 1750, que dieron lugar a los límites actuales de Brasil.
¿Cómo reaccionaron otros países al tratado?
Las demás potencias europeas no aceptaron esta división del mundo entre españoles y portugueses. El monopolio sobre el descubrimiento, la navegación y el comercio que se estableció a favor de España y Portugal fue desafiado por países como Francia, Inglaterra y más tarde por las Provincias Unidas (Holanda). Estos países creían que los acuerdos entre España y Portugal solo eran válidos para ellos.
En septiembre de 1522, los miembros supervivientes de la primera vuelta al mundo llegaron a España. Esto animó a los comerciantes franceses a buscar nuevas rutas comerciales. En 1523, el rey Francisco I de Francia financió expediciones para explorar una zona entre Florida y Terranova con el objetivo de encontrar una ruta marítima hacia el océano Pacífico. Durante el siglo XVI, portugueses y españoles recordaban la prohibición que impedía a los extranjeros navegar por sus dominios. A pesar de esto, los españoles se establecieron en las Filipinas, que, según el Tratado de Zaragoza, estaban en territorio portugués.
La vigilancia oficial de España y Portugal disminuyó después de la Paz de Cateau-Cambrésis en 1559. En ese momento, las monarquías española y francesa decidieron trabajar juntas en otros asuntos. Las potencias europeas se dieron cuenta de que su influencia política se jugaba tanto en el mar como en la tierra, lo que dio inicio a una era de grandes potencias navales que compitieron entre sí.
La rivalidad entre los países por los descubrimientos, la navegación y el comercio en América y Asia provocó un debate. Algunos defendían la exclusividad de los dominios marítimos (mare clausum, "mar cerrado"), mientras que otros defendían la libertad de los mares (mare liberum, "mar libre"). En 1609, el holandés Hugo Grotius defendió en su obra Mare liberum la idea de que las leyes naturales y de las naciones prohibían que alguien se apropiara del alta mar, que debía ser propiedad común de todos los países. A esta idea se opuso el inglés John Selden en su obra Mare clausum. En la década de 1640, España y Portugal finalmente admitieron el derecho de otros países a navegar por lo que, durante un tiempo, habían considerado su parte del mundo.
Galería de imágenes
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Línea del Tratado de Tordesillas (en morado) y del Tratado de Zaragoza (en verde).
Véase también
En inglés: Treaty of Zaragoza Facts for Kids