Socialismo utópico para niños
El socialismo utópico es el nombre que se le da a las ideas de algunos pensadores socialistas que vivieron a principios del siglo XIX, antes de que surgieran las ideas de Karl Marx. También se les conoce como primer socialismo o protosocialismo.
Estos pensadores, como Robert Owen en Gran Bretaña, y Henri de Saint-Simon, Charles Fourier y Étienne Cabet en Francia, creían en la posibilidad de crear sociedades ideales. A diferencia de otros movimientos socialistas posteriores, ellos pensaban que las personas de todas las clases sociales podían aceptar voluntariamente sus planes para una sociedad mejor, sin necesidad de grandes conflictos o cambios violentos.
El socialismo utópico se basa en la idea de que el ser humano puede mejorar y que la tecnología puede ayudar a construir un futuro mejor. A menudo, se les describe por proponer sociedades imaginarias y perfectas. Sus ideas fueron un paso importante para el desarrollo de otras formas de socialismo.
Los socialistas utópicos creían que sus ideas de cooperación podían ponerse en práctica en pequeñas comunidades dentro de la sociedad existente. Pensaban que estas comunidades servirían de ejemplo y demostrarían que sus planes eran posibles. Aunque sus visiones de sociedades ideales compitieron con otros movimientos, dejaron una huella importante en las ciencias sociales y en algunas luchas por cambios sociales. Su influencia se puede ver en el cooperativismo, el ecologismo, el feminismo y las ecoaldeas, entre otros.
Contenido
¿De dónde viene el nombre "socialismo utópico"?
El término "socialismo utópico" fue usado por Friedrich Engels en su libro Del socialismo utópico al socialismo científico (1880). Lo usó para diferenciar a estos primeros socialistas del "socialismo científico" que él y Karl Marx proponían.
Engels quería señalar que las ideas de los primeros socialistas eran "idealistas" o "utópicas" (es decir, difíciles de realizar), porque no se basaban en un análisis profundo de cómo funcionaba la sociedad de su tiempo. Marx y Engels pensaban que no se debía soñar con sociedades perfectas imaginarias, sino organizar a los trabajadores y mostrar los problemas del sistema económico.
Según ellos, los socialistas utópicos no explicaban bien las dificultades del trabajo bajo el sistema económico de entonces, ni cómo se desarrollaba la sociedad, ni quiénes serían la fuerza para crear una nueva sociedad.
Hoy en día, algunos historiadores discuten si todos estos primeros socialistas eran realmente "utópicos". Muchos de ellos sí analizaron la sociedad de su época. Se sugiere que el término se use solo para aquellos que intentaron construir comunidades ideales dentro de la sociedad existente. Sin embargo, incluso en esos casos, muchas de sus ideas eran prácticas y buscaron llevarse a cabo, convirtiéndose en proyectos que podían inspirar a la gente.
Aunque las propuestas de estos primeros socialistas eran diferentes entre sí, tenían algunas cosas en común:
- Criticaban la sociedad que surgió de la Revolución Industrial, donde los trabajadores dependían mucho de los dueños de las fábricas.
- No veían la propiedad privada como algo natural, sino como algo que había cambiado a lo largo de la historia.
- Buscaban una igualdad social que fuera más allá de la simple igualdad ante la ley.
- Daban mucha importancia a la educación para que las personas adoptaran los valores necesarios para una sociedad más igualitaria y armoniosa.
- Creían en la cooperación entre los pueblos para lograr la paz.
- Muchos eran optimistas y confiaban en que el progreso y el cambio social podían acabar con las dificultades y mejorar la humanidad.
El término "utópico" se usó a veces para decir que sus ideas eran ingenuas o poco realistas. Sin embargo, hoy en día, muchos prefieren llamarlos "primeros socialismos", "socialismos románticos" o "socialismos premarxistas".
Ideas previas

Antes del siglo XIX, la idea de una sociedad perfecta se encontraba más en escritos filosóficos o literarios. Por ejemplo, se habla del paraíso en la Biblia o la Edad de Oro en la mitología. Pero a menudo se considera La República de Platón como el primer texto que plantea una comunidad ideal.
En el Renacimiento, Tomás Moro escribió su famosa novela Utopía (1516), que dio nombre a esta corriente del socialismo. Otros libros con ideas similares fueron La ciudad del sol (1602) de Tommaso Campanella y Código de la naturaleza (1755) de Morelly.
Durante el siglo XVIII, pensadores como Gabriel Bonnot de Mably y Jean-Jacques Rousseau en Francia criticaron la propiedad privada y el sistema de gobierno de la época. Rousseau, por ejemplo, escribió sobre cómo la idea de la propiedad privada fue el origen de muchos problemas en la sociedad.
Después de la Revolución Francesa, las ideas de una sociedad más justa y comunitaria empezaron a tomar forma como una doctrina política.
Cuando el socialismo utópico ya había pasado su momento de mayor auge, volvieron a aparecer novelas sobre utopías, como El año 2000 (1884) de Edward Bellamy o Noticias de ninguna parte (1890) de William Morris.
Pensadores importantes
Saint-Simon y sus seguidores
Henri de Saint-Simon no imaginó un mundo perfecto en el futuro, sino que analizó la sociedad después de la Revolución Francesa. Él creía que los gobiernos debían trabajar para mejorar la vida de las personas que trabajaban y acabar con la pobreza y las guerras. Para lograrlo, pensaba que las personas productivas debían dirigir el país, enfocándose más en la administración y menos en el control autoritario.
Saint-Simon no estaba en contra de la propiedad privada, pero propuso eliminar la herencia para que la riqueza de cada persona fuera resultado de su propio esfuerzo. También creía que la industria (cualquier actividad productiva) debía ser el centro de la sociedad para satisfacer las necesidades de todos. El Estado debía impulsar grandes proyectos para el bien común, como ferrocarriles, diques y canales (sus seguidores idearon los canales de Suez y Panamá).
Su visión era un sistema económico justo, sin desorden, con una planificación que eliminara la pobreza y evitara conflictos entre naciones. Para Saint-Simon, sus ideas buscaban aplicar los principios del cristianismo a la política, enfatizando la solidaridad y la organización eficiente de la producción.
Charles Fourier y el falansterio
Charles Fourier propuso en la década de 1820 crear comunidades llamadas "falansterios". Cada falansterio sería un lugar agrario e industrial para unas 1600 personas, que vivirían en un edificio especial, trabajarían las tierras cercanas y compartirían las ganancias.
En estas comunidades, todos trabajarían, incluso los niños, pero el trabajo sería agradable y no forzado. Las personas elegirían las tareas que más les gustaran, y ninguna tarea duraría más de dos horas, aunque la jornada laboral sería larga. Fourier defendía la idea del "trabajo atractivo".
Los falansterios se financiarían con inversiones privadas, y los inversores recuperarían su dinero sin intereses. Los miembros del falansterio recibirían un salario por su trabajo, y el talento sería recompensado de forma especial. Fourier creía que al compartir las ganancias, un falansterio ganaría mucho más que cualquier empresa privada. Así, un solo falansterio serviría de ejemplo, y los inversores preferirían crear nuevos falansterios, llevando a que todo el mundo se organizara en asociaciones económicas.
Fourier también clasificó la historia en etapas. El siglo XIX era la "civilización". Cuando los falansterios se extendieran, se llegaría al "garantismo". Y más allá, cuando los falansterios no compitieran con el capital individual, el mundo alcanzaría la "armonía", una sociedad ideal donde todos serían libres.
Owen y el "socialismo cooperativo"
Robert Owen empezó como un reformador en sus propias fábricas. Implementó mejoras para los trabajadores, como eliminar las tareas más difíciles y mantener los salarios incluso cuando las ventas bajaban.
Owen observó que la producción de una población de 2500 personas generaba una riqueza que antes hubiera requerido el trabajo de 600.000 hombres. Pero esa riqueza iba a parar a los dueños de las empresas. Él argumentó que esta nueva riqueza, creada por las máquinas, era obra de la clase trabajadora y, por lo tanto, sus beneficios debían pertenecer a ellos.
Más tarde, propuso crear "granjas cooperativas" (villages of cooperation) que también incluirían actividades industriales, pero se enfocarían principalmente en la agricultura. Al principio, lo vio como una solución para el desempleo, pero pronto se convirtió en un método para mejorar la sociedad. Estas granjas colectivas buscarían crear un nuevo ambiente moral y educativo, que Owen consideraba clave para evitar que las personas se corrompieran.
Étienne Cabet y los icarianos
Étienne Cabet fue influenciado por Robert Owen durante su tiempo en Inglaterra. Al regresar a Francia, promovió un tipo de comunismo pacífico y democrático, que buscaba construir colonias donde la propiedad fuera común. Su énfasis en la educación y la moral muestra la influencia de Owen.
Su novela Viaje a Icaria (1842) fue muy popular y ayudó a difundir la idea de construir colonias igualitarias fuera de Francia. En 1848, Cabet viajó a América con un grupo de seguidores llamados "icarianos" para establecer varias colonias agrícolas comunitarias, aunque la mayoría no tuvieron éxito.
Las comunidades utópicas
Ejemplos de comunidades utópicas
- Brook Farm (Estados Unidos).
- Condé-sur-Vesgre (Francia, 1832-1835), basada en las ideas de Fourier.
- New Lanark (Gran Bretaña, 1813-1828), una fábrica modelo creada por Robert Owen.
- New Harmony (Estados Unidos, 1824-1829), una comunidad de Robert Owen con 20.000 acres y 900 miembros.
- Unión agrícola de Saint Denis du Sig (Argelia, desde 1846), creada por un seguidor de Fourier.
- Falansterio de Boussac (Francia, 1843), creado por Pierre Leroux, George Sand y Pauline Roland.
- Familisterio de Guise (Francia, 1849-1968), creado por el industrial Jean-Baptiste Godin, seguidor de Fourier.
- Falansterio de Oliveira (Brasil, 1841), fundado por el médico francés Benoît Jules Mure, seguidor de Fourier.
- Colonia Cecilia (Brasil, 1890-1894), creada por anarquistas italianos.
- La Reunión (Estados Unidos, 1853-1875), creada por Victor Considerant, discípulo de Fourier.
- Nauvoo (Estados Unidos, 1849-1855), creada por Etienne Cabet.
- Topolobampo (México, 1884-1894), creada por Albert Kimsey Owen.
¿Por qué terminaron las comunidades utópicas?
El mayor desafío para estas comunidades era intentar vivir de forma perfecta en un mundo con valores muy diferentes. No pudieron evitar las diferencias entre sus valores internos (morales) y los valores externos (comerciales). Además, la educación de los colonos a menudo reflejaba los valores que querían cambiar.
Los problemas que enfrentaron fueron varios:
- Desacuerdos: Los fundadores a veces tenían ideas diferentes, lo que podía causar divisiones antes de que la comunidad empezara.
- Grupos internos: Se formaban pequeños grupos con intereses o ideas distintas dentro de la comunidad.
- Liderazgo: Los líderes a veces no lograban mantener unido al grupo.
- Entorno: Dificultades para adaptarse a la vida lejos de la ciudad, problemas con el clima (lluvias, sequías).
- Economía: Baja rentabilidad de las actividades, necesidad de contratar trabajadores (lo que creaba diferencias salariales), impuestos del gobierno y necesidad de dinero en efectivo. Algunas comunidades crearon su propio "dinero interno", pero este pronto se adaptó al dinero oficial y sufrió los mismos problemas.
Legado
A pesar de las críticas, las ideas de los socialistas utópicos tuvieron una fuerte influencia en los primeros escritos de Marx y Engels. Ellos defendían la idea de que una sociedad más justa podía liberar a los trabajadores de un trabajo que los hacía sentir desconectados y oprimidos.
Después de la muerte de Fourier en 1837, sus seguidores continuaron intentando crear falansterios, especialmente en América, pero la mayoría fracasaron. El nuevo líder del fourierismo, Victor Considerant, llevó al grupo a participar más en la política.
Las ideas de Owen en Inglaterra ganaron seguidores entre los primeros sindicatos y fueron importantes en el movimiento obrero inglés a partir de 1836.
Los icarianos de Cabet fueron muy activos en Europa promoviendo la creación de comunidades perfectas. Lograron construir varias en América, pero la mayoría fracasaron económicamente y su movimiento se debilitó a finales de siglo.
El sansimonismo, después de la muerte de Saint-Simon en 1825, se convirtió en una escuela y luego en una especie de mezcla de partido político y grupo religioso. Tuvo mucho éxito entre los trabajadores franceses, pero las divisiones internas y la persecución del Estado hicieron que la organización desapareciera.
El sector más enfocado en la industria del sansimonismo se unió a la clase empresarial francesa, proponiendo grandes industrias estatales. Otros trabajaron en el ferrocarril francés, propusieron la construcción de los canales de Suez y de Panamá, y colaboraron en la colonización de Argelia. El sector más cercano a los trabajadores se unió a la lucha política de su tiempo: Louis Blanc habló sobre la "organización del trabajo" y la creación de talleres nacionales; Pierre Leroux (quien creó la palabra "socialismo") escribió sobre un socialismo más humano; Eugenie Niboyet y Pauline Roland lucharon por la igualdad de las mujeres; Philippe Buchez impulsó el cooperativismo y ayudó a crear un periódico escrito por trabajadores.
El sansimonismo se extendió a otros países, influyendo en figuras como Giuseppe Mazzini en Italia, Esteban Echeverría en Argentina, y Moses Hess en Alemania, quien influyó en Friedrich Engels. Las ideas de los utópicos tuvieron una gran influencia en el marxismo, que Engels llamó "socialismo científico".
En España, las ideas de Fourier y Cabet tuvieron cierta influencia en las décadas de 1830 y 1840.
El empresario estadounidense King Camp Gillette, inventor de la maquinilla de afeitar, también fue un socialista utópico. Publicó un libro donde proponía que todas las industrias del país fueran controladas por una única corporación dirigida por el pueblo, y que toda la población de Estados Unidos viviera en una ciudad gigante.
El movimiento hippie, que surgió en 1966 en San Francisco, representa un resurgimiento de las ideas del socialismo utópico. Los hippies buscaban escapar de la sociedad de consumo para construir una contrasociedad basada en la igualdad, la fraternidad y la libertad. Se inspiraron en la historia de las comunidades utópicas anteriores.
Véase también
- Ecoaldea
- Socialismo
- Socialismo científico
- Socialismo revolucionario
- Misiones jesuíticas en América