Historia del Palacio Real de Madrid para niños
El Palacio Real de Madrid es un edificio muy importante ubicado en el oeste de la ciudad de Madrid. Es la residencia oficial del rey de España, aunque los reyes actuales, Juan Carlos I y su hijo Felipe VI, no viven allí. Ellos residen en el Palacio de la Zarzuela. El Palacio Real se usa para ceremonias y eventos oficiales importantes. Su historia está muy unida a la historia de España, especialmente a los sucesos que han ocurrido en Madrid.
El palacio es un edificio independiente, rodeado por los jardines de Sabatini al norte, la plaza de Armas y la catedral de la Almudena al sur, la plaza de Oriente al este y el Campo del Moro al oeste. En Madrid, también se le conoce como Palacio de Oriente.
El origen del palacio se remonta a una fortaleza defensiva del siglo XI, construida después de que Madrid fuera fundada por los musulmanes en el siglo IX. Esta fortaleza musulmana se convirtió luego en un alcázar cristiano y, en el siglo XVI, en el palacio de los Austrias. Este último edificio se quemó en un gran incendio en 1734, durante el reinado de Felipe V.
En el mismo lugar, se construyó un nuevo palacio al estilo de la familia Borbón, que es la dinastía reinante en España. El arquitecto Juan Bautista Sachetti fue el encargado de los planos y de dirigir las obras. La construcción empezó en abril de 1738 y duró muchos años. Cuando el tercer rey Borbón, Carlos III, llegó a Madrid, el palacio aún no estaba terminado. Se hicieron algunos cambios a su gusto, y el rey no pudo mudarse hasta 1764. Por ser un edificio nuevo, se le llamó Palacio Nuevo hasta bien entrado el siglo XIX. Con el tiempo, el palacio fue creciendo y cambiando según los deseos de cada rey. Este palacio forma parte del Patrimonio Nacional de España.
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Historia del Palacio Real de Madrid
El Palacio Real de Madrid tiene una historia fascinante que se remonta a siglos atrás.
Orígenes y el antiguo alcázar
El lugar donde hoy se levanta el palacio fue primero un antiguo alcázar (una fortaleza) construido por Mohammed I, un emir musulmán. Después de la Reconquista, España lo convirtió en residencia real. El antiguo alcázar, que era el palacio de los reyes de la familia de los Austrias, sufrió un terrible incendio el 24 de diciembre de 1734.
En ese momento, el rey Felipe V y su familia estaban alojados en el palacio del Buen Retiro. Se sabía que a Felipe V no le gustaba mucho el viejo alcázar y prefería no vivir en él. De hecho, pasó largas temporadas en el palacio de los duques de Medinaceli. El incendio dejó el antiguo edificio completamente inservible, así que el rey decidió construir un palacio nuevo, más moderno y acorde a la época.
El proyecto de Juvara y Sachetti
Para esta gran obra, el rey llamó a un arquitecto de su confianza, el abate Felipe Juvara, de Sicilia, famoso por sus trabajos en Roma, Milán y Turín. Juvara diseñó un palacio enorme que necesitaba mucho más espacio que el antiguo alcázar. Pensó en construirlo fuera de la ciudad, en un lugar ilimitado. Este diseño incluía veintitrés patios, treinta y cuatro entradas y grandes salones para diferentes usos. Sin embargo, el proyecto de Juvara fue rechazado por los reyes, quienes lo encontraron demasiado grande y costoso. Además, querían que el nuevo palacio se construyera en el mismo lugar que el antiguo.
Juvara falleció poco después, y el rey llamó a otro arquitecto famoso, Juan Bautista Sachetti, de Turín, que había sido alumno de Juvara. Sachetti hizo nuevos planos que se ajustaban a la idea de los reyes. La demolición de las ruinas del viejo alcázar comenzó el 7 de enero de 1737.
La primera piedra y la construcción
El 7 de abril de 1738, se colocó la primera piedra de granito a unos 10 metros de profundidad en el centro de la fachada sur. El arzobispo de Tiro, Álvaro de Mendoza, bendijo el acto. El marqués de Villena, en nombre del rey, puso dentro de la piedra un cofre de plomo con monedas de oro, plata y cobre de diferentes ciudades. Sobre la piedra, había una inscripción que recordaba la historia del lugar.
También participaron en la construcción los arquitectos españoles Baltasar de Elgueta y Ventura Rodríguez. Carlos III llegó a Madrid el 9 de diciembre de 1759 y se alojó en el Buen Retiro. Desde el principio, se preocupó por el palacio y ordenó acelerar las obras para que fuera habitable. Tuvo que esperar cinco años, y el 1 de diciembre de 1764, finalmente pudo mudarse. La construcción duró veintiséis años, siete meses y veintitrés días. A pesar de ello, los trabajos de decoración interior continuaron sin parar.
Costumbres y anécdotas del palacio
El Palacio Real ha sido testigo de muchas costumbres y momentos importantes a lo largo de los años.
La entrada principal y la escalera
Por las tres puertas centrales de la fachada principal se entra a un gran vestíbulo con forma ovalada. Este vestíbulo se conecta con un pórtico muy amplio, donde los reyes subían a sus coches. Antiguamente, se permitía al público entrar en este lugar, ya que era una costumbre de los madrileños ir a ver cómo los reyes salían en sus carruajes. Incluso en tiempos de Carlos IV, la gente podía subir por la escalera hasta la sala de guardias para saludar a los reyes. Sin embargo, durante el reinado de la reina gobernadora, esta costumbre se prohibió.
La gran escalera del palacio ha sido escenario de varios sucesos históricos. Al final del primer tramo, hay dos leones de mármol hechos por los escultores Felipe de Castro y Roberto Michel. Se cuenta que en uno de ellos, Napoleón apoyó su mano derecha mientras le decía a su hermano José: "Al fin tengo a esta España tan deseada. Hermano mío, vas a vivir en mejor casa que yo."
Momentos históricos en la escalera
Frente a la puerta del palacio, surgieron los primeros gritos de protesta que llevaron al levantamiento de Madrid contra el ejército de Napoleón. La gente intentó impedir que se llevaran al infante Francisco, desenganchando los caballos del carruaje.
En otra ocasión, la escalera fue testigo de un enfrentamiento la noche del 7 de octubre de 1841. El palacio fue atacado por un grupo que quería sacar a la reina niña Isabel II y a su hermana Luisa Fernanda. El asalto a la escalera fue dirigido por el general Concha. El coronel Domingo Dulce y el teniente coronel Santiago Barrientos, con la ayuda de 18 guardias, defendieron el palacio.
La escalera también fue el punto de partida de varios reyes que nunca regresaron. El rey Carlos IV salió del palacio el 10 de abril de 1808, presionado por Napoleón, y murió en Roma en el exilio. José Bonaparte también bajó esas escaleras en agosto de 1812 para regresar a su país. Isabel II salió del palacio para unas vacaciones que se convirtieron en exilio. Años más tarde, le pasó lo mismo a Amadeo de Saboya. Alfonso XII prefería el palacio de El Pardo y pasaba allí mucho tiempo; allí murió, por lo que también hizo una "bajada sin retorno" de la vida palaciega.
El Salón de las Columnas
El gran Salón de las Columnas se usaba para fiestas y bailes. También fue el lugar de una ceremonia de Jueves Santo en la que el rey lavaba los pies a 12 personas necesitadas y luego les servía la comida. Esta costumbre cambió a principios del siglo XX; en su lugar, se daba una ayuda económica y una cesta de alimentos.
Este salón también fue escenario de eventos importantes. Allí se celebró el banquete de bodas de la reina Mercedes, y unos meses después, cuando ella falleció, allí se instaló su capilla ardiente. En este mismo lugar se expuso el cuerpo de Alfonso XII, y años más tarde, el del general Franco.
José Bonaparte en el palacio
José Bonaparte vivió en el palacio de Madrid, usándolo como refugio. Desde allí, dio órdenes para realizar proyectos de obras que cambiarían Madrid, abriendo plazas y construyendo edificios importantes. Hubo un proyecto que afectaba al palacio, basado en un antiguo plan del arquitecto Sachetti, que consistía en hacer un puente desde la Cuesta de la Vega hasta las Vistillas. El rey José también pensó en convertir el templo de San Francisco en la sede de las futuras Cortes. En el propio palacio, mandó construir la barandilla de piedra de la plaza del mediodía, reducir las cuestas que bajaban al Campo del Moro y abrir un túnel bajo el Paseo de la Virgen del Puerto que llevaba directamente al palacio.
Estancias y salones importantes
El Palacio Real cuenta con muchas habitaciones y salones, cada uno con su propia historia.
Salones de los reyes
En el Salón de Consejos, se celebró el primer consejo presidido por Alfonso XIII (cuando tenía 16 años) y el último de su reinado el 14 de abril de 1931. En el Salón de Carlos III, este rey tenía su dormitorio y allí falleció.
Los salones que dan a la plaza de Oriente fueron ocupados por la reina María Cristina desde 1906. Primero está la antesala, decorada con retratos, relojes y tapices. Luego, la salita de María Cristina, también muy adornada, y después las habitaciones privadas de la reina.
En la esquina de la calle de Bailén con la plaza de la Armería, hay 18 habitaciones privadas de los últimos reyes, donde transcurría su vida diaria: la sala de recibir de la reina, la salita del té, la de música, la biblioteca, el dormitorio de los reyes con el tocador y el despacho privado del rey. Hay un salón llamado de la Cámara que recuerda recepciones de grandes personajes y, en tiempos posteriores, fue el lugar de presentación de documentos diplomáticos.
La Biblioteca Real
La biblioteca del palacio se organizó en el piso principal, en el ala este. Fue creada por el rey Felipe V en 1714 con libros de su propiedad. Después, la colección creció con aportaciones de otras bibliotecas importantes. Los libros se colocaron en estanterías de caoba con cristales de La Granja, distribuidas en dos pasillos y diez salones.
En 1832, la biblioteca se trasladó a la planta baja, en la esquina noroeste. En 24 salas, se guardan 300.000 obras impresas y 4.000 manuscritos, además de 3.000 obras musicales y 2.000 grabados y dibujos.
Reformas y restauraciones del palacio
El Palacio Real ha sido reformado y restaurado varias veces a lo largo de su historia para mantener su belleza y funcionalidad.
Cambios en el siglo XIX
Durante la regencia de María Cristina de Habsburgo, se reformaron y decoraron algunas habitaciones. Por ejemplo, el Salón de Armas se adornó con tapices, la Sala de fumar se cubrió con telas japonesas y el comedor de gala se decoró con tapices, mármol y maderas finas. El Ministerio de Estado, que estaba en la planta baja del palacio, se mudó a la antigua cárcel de Corte.
Después de la boda de Alfonso XIII, se hicieron más reformas en los cuartos de los entrepisos, que se usaron para los infantes (los hijos de los reyes), con una decoración al estilo inglés de la época. Los arcos que cierran la plaza de la Armería por la calle de Bailén son una reforma de los tiempos de Isabel II.
Restauraciones en el siglo XX
En el siglo XX, se creó el Museo de Carrozas, ubicado en lo que antes era el invernadero del Campo del Moro. Después de la guerra civil española, el palacio estaba muy dañado y fue restaurado entre 1942 y 1944 por el arquitecto Diego Méndez González. A finales de los años 60, hubo otra restauración dirigida por el arquitecto Ramón Andrada Pfeiffer. Se redujo el número de chimeneas que se habían añadido, dejando solo las originales, y se limpiaron a fondo las fachadas. En 1971, se volvieron a colocar trece estatuas en el piso principal, cuatro en el ático de la fachada sur y ocho en la barandilla de la fachada este (plaza de Oriente).
Historia de las estatuas del palacio
La idea original de los arquitectos Juvara y Sachetti era decorar las cornisas del palacio con grandes estatuas y jarrones, al estilo italiano, como se ve en el palacio Madama de Turín.
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Palacio Madama de Turín, fachada de Juvara.
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Palacio Chiericati en Vicenza; fachada de Andrea Palladio.
El rey Fernando VI pidió consejo a fray Martín Sarmiento para la decoración final de las fachadas. Fray Martín estudió los proyectos de los arquitectos y propuso colocar estatuas de los reyes de España, como una lección de historia de la monarquía española. Sugirió empezar con Ataulfo, considerado el primer rey godo, y terminar con Fernando VI, dejando espacio para futuros reyes.
El rey aceptó la idea, y fray Martín elaboró un plan general. En la fachada sur de la plaza de la Armería, se colocarían 94 estatuas sobre la barandilla del edificio, 4 en la puerta principal y 36 adornos adicionales como dioses mitológicos, escudos y jarrones. El plan también incluía otras 14 estatuas para las esquinas del piso principal. Estas estatuas recordarían a reyes americanos como Moctezuma y Atahualpa, a condes de Castilla, reyes suevos, navarros, aragoneses, portugueses, y a dos santos patronos de España, Santiago y San Millán de la Cogolla.
A medida que las estatuas se tallaban, se iban colocando en su lugar. En 1754, todas estaban ya instaladas. Sin embargo, con la llegada de Carlos III, las estatuas cambiaron de lugar. Por orden real, todas fueron bajadas y guardadas en las bóvedas del palacio. Esta operación terminó el 18 de abril de 1760. Solo quedaron en su sitio los cuatro emperadores romanos. Las estatuas permanecieron guardadas hasta 1787, cuando comenzaron a ser distribuidas a otras ciudades españolas. Así estuvo el palacio hasta la restauración de 1970, cuando algunas de estas figuras fueron colocadas de nuevo en sus lugares originales. Son las que se pueden ver en el piso principal y en el ático de la fachada sur, sobre la puerta principal.
El Palacio Real en la literatura
El Palacio Real de Madrid ha inspirado a varios escritores.
Novelas y obras de teatro
Pérez Galdós escribió su novela La de Bringas, cuya acción ocurre en la parte alta del palacio. Trata sobre la familia de un funcionario de palacio que vive allí con su esposa durante el reinado de Isabel II, hasta el cambio de gobierno en 1868.
Joaquín Calvo Sotelo escribió Plaza de Oriente, una obra de teatro que narra la historia de una familia madrileña que vive en la plaza desde 1886, año en que nace Alfonso XIII, hasta la proclamación de la Segunda República.